Cambio de papeles 2: en el bar

Sigo siendo la putita de mi noiva. pero ahora es más fuerte. Está cumpliendo sus fantasias eroticas.

Cambio de papeles 2

En el bar.

Yo sabía que era uno de sus sueños eróticos. Muchas de sus fantasías las estaba empezando a cumplir. Tarde o temprano lo haría.

La bronca o discusión no tardó en llegar. Aunque no sé porqué digo discusión si como siempre solo hablaba ella. Que si la había costado mucho encontrarlo, hablar con los dueños, menuda vergüenza había pasado… Si, vergüenza, por tener que ofrecerse y por tener que ofrecerme a mí. No fue nada fácil conseguirlo y yo nada, ni valoraba su esfuerzo, ni la apoyaba, ni… Tuve que ceder. Como siempre.

Llegamos a la hora indicada. Un frio saludo. Nos explicaron rápidamente lo que teníamos que hacer y nos hicieron pasar cada uno a una sala. Como unos vestuarios pero con más cosas.

La vi entrar en la suya.

Yo me desnudé. La ducha y a esperar en la habitación.

Entraron dos tíos. Permanecí en silencio mientras ellos se ponían el uniforme de camareros. Les miraba y ellos, sin hablarme se limitaron a enviarme un par de miradas despectivas.

Luego llegaron un tío y una tía con un carrito y unas bolsas. Un saludo, muy profesional, aséptico del todo, y cuatro indicaciones. Te vamos a hacer esto y esto, ponte así y así y nada más. Ni siquiera me preguntaron el nombre. Fueron entrando más chicos, pero se conoce que éstos no era la primera vez,  ya sabían a lo que venían. Completamente desnudos, nos mandaron pasar a todos a otra sala.

Comenzó como siempre el mismo ritual. Pero esta vez, más sofisticado. Me tumban en una especie de silla de barbero para maquillarme.

Se abre la puerta y la veo fugazmente en la habitación de al lado. Está de espaldas, desnuda, hablando con alguien. No sé lo que dicen, solo veo sus nalgas desde atrás. Cierran la puerta.

Me hacen sentar en esa silla estilo barbero. Me peinan el pelo hacia atrás con mucha gomina. Me maquillan exagerando el carmín de los labios. La base, el colorete, algún toque de purpurina brillante. La sombra de ojos. Rímel para las pestañas. No falta detalle.

Ahora toca la ropa. Una especie de sujetador, pero esta vez no es el sujetador de mi novia, con sus grandes copas vacías. Es uno de poca talla. Lo tensan, lo aprietan. Me veo en el espejo. Me resulta totalmente antiestético ver mi pecho velludo y el sujetador marcando perfectamente dos triángulos. Naturalmente me ordenan ponerme bragas. No, no es un tanga, pero por detrás dejan bastante de mis nalgas al aire. Por delante se pueden abrir.

El liguero en las caderas y medias de rejilla. Me dejo hacer, aunque cada vez que me veo no puedo evitar el seguir pensando que estoy patético, rozando lo grotesco. Unos zapatos de tacón completan mi atuendo.

El collar y la correa al cuello. Por delante separan la tela de las braguitas. Sé lo que me van a hacer. Por eso se abrían las bragas.  Ahora, pero ahora una especie de collar de cuero y una cuerda rodeando mis partes. Tiene una especie de nudo corredizo. De un tironcito pueden “estrangularme” mis genitales. El segundo collar, el de mi sexo, tiene también una argolla. Supongo que ahora podrían atar la correa en dos sitios distintos.

Me vi reflejado en el espejo. Sigo estando patético

Cuando salí estaban terminando con ella. Aguantó la risa al mirarme.

Estaba preciosísima. Una mini, pero mini falda. Por delante y por detrás asomaban las braguitas, pero por detrás se veía la parte baja de las nalgas. Un tanga era más que suficiente. Brillante refulgente. Hortera para mí gusto. Pero de eso se trataba de llamar la atención. Su maquillaje era precioso.

Un sujetador muy reducido, pero holgado. Las tetas tan grandes bailarán dentro de las pequeñas copas. Seguro que de vez en cuando no solo asomará un poco el pezón, sino que sus pechos se “escaparán” como por casualidad.

Se acerca un hombre. Joven. También peinado con gomina hacia atrás. Un chaleco de rayas, parece un mayordomo.

Con una voz aflautada, tal vez algo forzada se dirige a mí. “Mira tú nena qué bonita es”… Por la voz y las bobadas que hace tan amaneradas parece que pierde aceite. Ya está, le voy a llamar “el aceitoso”.

Me rodea, me toquetea, se acerca a mi oído. “Oye cariñín ¿esa es tu novia?. No espera respuesta. Con el dedo la hace señas para que se acerque.

¡¡¡ Joder que tetas tiene!!! Ella sonríe. Cariñín, a esta te la van a dejar más sobada que la masa el pan...

Me excita lo que me dice, pero me jode porque ella prometió que no iba a confesar a nadie nuestra relación. Y mira tú por dónde… claro que a lo mejor este aceitoso es el jefe.

Delante de ella me mira de arriba abajo. Me toca el pene y me le mueve con gesto despectivo. ¡Uy! que cosita te cuelga… dice burlándose de mí.

Tensa un poco la cuerda. Me aprieta todo. Me duele.

-. Cariñín… ¿Y con esto es con lo que la das tú a Esta Nena?. Ya… Esta putita está muy buena... y con estas tetas… A lo mejor la hacen probar alguna cosita mejor que esto, dijo lamiéndome libidinoso la oreja. Le hubiera matado.

Pasamos a la sala del bar y nos dan una bandeja a cada uno.

La veo caminar por toda la sala. Según van llegando los clientes veo como se la comen con los ojos. Más de uno la soba descarado el culo. Cuando se agacha a poner las copas la bailan las tetas. Se la comen con los ojos. Estoy excitado pero la cuerda tan prieta evita mi erección aunque se me está poniendo morcillona.

Al pedir las consumiciones uno de los camareros me va explicando un poco. Me dice qué les gusta a cada cliente. Aquellos son marido y mujer. Aquel, el que viene con la de la gabardina, es su esclava. Suelen venir varios con sus sumisas. Aquellos del traje son los ejecutivos de una marca de coches… Abundan los hombres. Algunos vienen solos. Naturalmente hay bisexuales y gays.

Mi novia no para de poner copas. En una de las mesas veo como al agacharse se la ha salido un pecho. Acerté. Por eso el sujetador está tan suelto. Es lo que se busca. Más de uno veo como para pagar, la mete el billete en el sujetador y ya de paso, aprovecha para tocarla las tetas.

El camarero me llama. Me toca atender a dos parejas que acaban de entrar. Tengo que coger a las Señoras el abrigo y las americanas a los hombres. Salta a la vista lo que son: dos viejas con dinero que vienen con sus chulos.

En cuanto se sientan no se cortan. Delante de mí les meten mano al paquetón. Piden para ellas y para sus “sementales”. Si, les llaman así, sus sementales. A juzgar por esos paquetorros parece que están armados con súper aparatos. Seguramente a tipos como estos se refería el aceitoso.

La veo con los encorbatados. Tiene los dos pechos fuera y la están tocando el culo. Ella sonríe. Me quedo mirando embobado.

De repente un bofetón. Se me cae algo de los aperitivos, la bandeja casi va toda al suelo. El aceitoso está a mi lado pero ni me he enterado. Solo lo siento. Me arde la cara, me zumba el oído.

Ahora sí que me siento ridículo vestido así, con la cara roja, las dos viejas riéndose y los chulos llamándome de todo. Agacho la mirada cuando mi novia pasa a mi lado. No se ha colocado bien los pechos. La aureola del pezón asoma del sostén. Ella me quita la bandeja. Es humillante ver como se deja tocar el culito por uno de los chulos. La vieja dice no se qué de los pechos. La llama tetazas.

-. Estas chiquillas son todas unas putas dice. Mi novia sonríe. Y estos dos cerdos se vuelven locos por un par de tetas. Mira ya verás.

Las viejas hablan entre ellas como si los demás no existiéramos, como si no estuviéramos delante. Dirigiéndose a mi novia la ordena que les enseñe los pechos, bueno literalmente dice tú, puta, sácate las tetazas. Mi novia me da la bandeja y obedece a la vieja. Mete las manos en las copas del sostén y se saca al tiempo los dos pechos. Aparta toda la tela para que se las puedan ver a gusto. Las menea. Los chulos se ríen. Se les nota excitados. Se las comen con los ojos aunque aún no se las han tocado. Esperarán que las viejas se lo permitan. Mi novia se acaricia lasciva los pezones. Están de punta. Las viejas se ríen a carcajadas.

Mientras yo tengo que recoger toda la mesa y limpiarla. Las viejas se ríen de mí. Las hacen gracia las cadenas y las anillas. Encuentran divertido lo de la argolla y la cadenita de mis genitales. Una de ellas tira. Me atrae hacia ella claro. Soy su esclavo.

Las conversaciones son burlonas; Humillantes. Menos mal que mi novia no ha dicho que yo soy su novio.

Mientras les atiende se sonríe. Sigue sus bromas. Les ríe las gracias. Una de las viejas presume delante de ella de su amante. Es guapo ¿verdad?  No veas lo bien que funciona dice riéndose a carcajadas. Me ordenan bajarle la cremallera y sacarle aquel tremendo aparato. No puedo negarlo. Al mirarlo me quedo inmóvil. Asombrado. Largo. Venoso. Coronado por un glande perfectamente dibujado. Su diámetro es casi el doble que el mío. Tengo que meneársela mientras miran las tetas de mi novia.

Por fin una de las viejas se lo permite a su chulo. Anda tócala las tetas a esa puta, que te mueres de ganas. Seguro que lo hace para que su polla se ponga a tope. Tengo que seguir acariciándosela mientras manosea los pechos de mi chica.

¿No te gustaría probar una cosita de estas? Dice señalando el paquete de su chulo.

Mi novia se excusa diciéndoles que no está permitido ese tipo de cosas, que si ellos o ustedes quieren tocarla que pueden hacerlo, pero que ella no puede. Pícara y disimulando mira hacia los lados. Hace como que se la cae algo y se mete bajo la mesa. Sujeta ese gigantesco pollón y lo mira. Mira a la Señora. Me mira a mí de reojo y baja la mirada hacia mi pene. Sé que me está indicando, lo que me dice con la mirada.

Espera una seña, una especie de autorización mientras se relame lasciva los labios. Lo detiene frente a sus ojos. Lo mira con cierta admiración. Vuelve a mirar a lo mío ahora con cierto desdén. Todos se dan cuenta. Las comparaciones son odiosas, y en estos asuntos más. Una leve mirada cargada de lujuria hacia la señora, otra de rebote hacia mí. La vieja asiente sonriendo. Se cree ganadora.

Alucino en colores. La muy zorra le está dando un lametón desde los huevos hasta la punta del cipote. Luego retira con dulzura la piel y descubre su capullo. Le rodea con la lengua. Le besa y se lo mete en la boca. Arriba abajo. Tres o cuatro veces. Intenta tragársela entera, como midiéndola con su boca, como tratando de comprobar hasta donde la entra. Lo marca con los dedos. Ni la mitad. Alza las cejas con gesto de admiración Sonríe. Vuelve a metérsela. No para hasta que le arranca un gemido. Le besa en la punta del glande y se la sacas. Sonriendo se pone de pie.

¿Y yo qué? dice el otro. El bulto es exagerado. Tengo que sacársela a él también. Un par de caricias. Este no lleva ni calzoncillos. Está completamente depilado. Los huevazos le cuelgan por fuera de la bragueta.

Pide permiso a la otra vieja con la mirada. Vuelve a mirar hacia los lados y repite los mismos gestos que con el otro. Pero a este, además le da unos buenos lametones en los huevos mientras se la menea. Veo como su pollón da un par de temblores. Se la está poniendo durísima. Incluso diría que algo le ha crecido.

La mira lasciva. Repite la operación de intentar tragársela como hizo con el otro. Vuelvo a señalar con los dedos. Sonríe con gesto de asombro.

Tu eres el ganador cariño. No hay más respuesta. Su boca comienza  a comerse ese enorme aparato mientras se lo agita con suavidad.

Ya sé que está prohibido, pero no podía dejar pasar esto… dice a la señora mirándola con picardía.

Las dos viejas se ríen y la llaman zorra, puta, guarra, y no sé cuantas cosas más. Mi novia solo sonríe recogiendo los vasos de la mesa y haciendo bailar sin ningún motivo sus enormes tetas, como diciendo, reíros viejas, reíros de mí, pero mirad qué tetas tengo y esos chulos me miran con deseo y a vosotras no.

De nuevo un bofetón me vuelve a la realidad. Otra vez el aceitoso. La orden seca y tajante, a trabajar. Tu, so puta, pasa por mi despacho, te vas a enterar… mira que os tengo dicho que no zorreéis aquí...

No sé qué pasa. Tarda en salir más de media hora. ¿La habrá despedido? ¿Tal vez se la esté follando? Por fin sale el aceitoso. Ella va a la otra punta a trabajar. No la dejan que se acerque a mí.

El “uniforme ha cambiado”. Un enorme lazo en la cabeza. No, no es un lazo, es una cofia de criada. Un delantal súper corto, solo la cubre la tripita, con las tetas por encima, mal cubiertas con ese sujetador. Nada por detrás, creo que ya ni esa especie de tanga. No sé, de lejos no puedo apreciarlo, pero se la ve todo el culito. La han puesto unos tacones más altos. Parece un dibujo manga. Está muy graciosa caminando. De cerca se lo pasarán estupendamente viendo menearse todas sus curvas.

Llevo más de tres horas con estos tacones. Tengo los pies reventados, y el culo, de tanto azote y de tanto pellizco, ni te cuento. Creo que tendré marcas durante meses. Ella ya tiene roto el sujetador del bikini de tanto sobeteo y las tetas asoman por encima del mini delantal. No se molesta en cubrirlas.

Al fondo del local se sientan unos tíos. Trajeados, encorbatados. Parecen algo bebidos. El aceitoso me lo manda y tengo que acudir a su mesa. Tengo que servir a quien me manden y lo que me manden. Se burlan de mí. Uno no para de mirarme. Los otros llevan todo el tiempo recorriendo la sala con la mirada y por supuesto babeando: Mira aquella que culo, ¿y esa? Anda que esa…

No paran de decir burradas, parecen unos perros salidos.

Directamente me preguntan cuál es la camarera más zorra y más puta, exceptuándome a mi claro. Las risas son escandalosas. Las típicas carcajadas de borrachos. No contesto pero no puedo evitar que la vean caminar por el local. ¡¡Menudas bolas!! Anda maricón vete a buscarnos a aquella puta.

Ella se acerca. Quieren verla por todos los sitos. Gira en redondo. Yo tengo que traer las bebidas pero ella es quien sirve las copas. Yo tengo que estar delante, sujeto por la cadenita. Siempre que se inclina, siempre, bailan las tetas.

Los tíos clavan sus ojos. Por eso lo hace. Así dejan mejores propinas. Y si se deja sobar, son más generosos. Tengo que ir a por otra ronda. Cuando regreso la veo dirigirse a los baños. El pasillo es estrecho.

Me las ingenio para esconderme. Allí la veo, con dos de los babosos. Los dos más trajeados. Uno, el más alto, la sujeta desde atrás restregando su polla en sus nalgas mientras el otro la soba las tetas.

Se meten en un baño. Yo ya sé como espiarles.

Cuando consigo colocarme y poder mirar, ya está. Ella en medio. El de delante, la mete la mano dentro de las bragas. La está tocando el coño. La está masturbando. La muy guarra se limita a sonreír. De vez en cuando pone alguna carita de gusto.

No puedo negarlo. Me excita ver como la meten mano, como la soban medio vestida. Me encanta ver como la tocan los pechos por encima de la ropa, por encima del sujetador. No sé lo que durarán allí adentro.

Joder qué meneos me la están dando a esas tetas. Uno detrás sobándola, dedicado en cuerpo y alma a sobar el culito, el otro por delante estrujándola las tetas como un animal. Y sobre todo, aquel cabrón con el rabo fuera del pantalón haciéndose una paja sin disimular mientras manosean a mi chica.

Ya está con las tetas por fuera. La muy puta tiene los pezones de punta. Juraría que más de una vez la he visto jadear de gusto. Yo tengo mi polla a mil. No puedo evitar tocarme. Me da miedo. Me duele y me da pánico correrme. Pero no sé si voy a  aguantarlo.

¿Por qué se agacha ahora? ¡¡¡Joder no irá a chupársela!!! No… solo se la coloca en medio de las tetas. Se las sujeta desde abajo y deja que se pajee por en medio. La muy zorra le va a hacer una paja con las tetas. El otro se sonríe mirando y se la menea. De vez en cuando se la acerca. Joder, si es que la muy zorra le abre la boca.

Ya no puedo aguantar tanto dolor. Tengo que correrme yo. Si no me van a explotar los huevos.

No han tardado mucho. Se suben la cremallera y se van.

Espero mientras ella se limpia con el papel higiénico la cara y los pechos. No he podido verlo pero sé donde se han corrido esos cabrones. Al menos uno de ellos.

Cuando salgo ya están recogiendo algunas mesas. El aceitoso está hablando con ella. Me hace una seña para que me acerque.

Tengo que recoger mientras ellos tranquilamente se toman una copa y hacen las cuentas. La veo caminar entre los camareros y sonreír. Algún que otro camarero la soba. Hay que conocer a la nueva se dicen entre ellos. Y entre colegas, pues no pasa nada. Tampoco parece que a ella la importe.

Misteriosamente mi ropa ha desaparecido, mis objetos personales no. Allí tengo las llaves del coche y la documentación.

Solo con mirarles sé que estaba todo previsto. Para qué protestar. Riéndose de mí me sugieren que salga así, con la ropita, el maquillaje…  eso o salir completamente desnudo. Ahora eso sí, si salgo con la ropa del local también con las cadenas. No me dejarán quitar nada de nada.

Acepto.

Antes de irnos, el aceitoso apunta un número de teléfono. Es el que estaba con los de las corbatas, el que me miraba. Quién sabe, a lo mejor nos es útil, dice burlón. Sé lo que quiere decir.

Llegamos al coche. Creo que no me ha visto nadie. A estas horas no suele haber gente por la calle.

Les miro por el retrovisor durante todo el viaje. No paran de hablar. Tengo que oír una y otra vez que la experiencia la ha encantado. El aceitoso no para de reírse llamándola puta y presumiendo de no haberse equivocado en su elección. Desde la primera vez que hablaron tenía muy claro que era una zorra.

Mi novia le cuenta cómo la excitaba que la sobaran, las caras de deseo de los tíos,… pero lo que más la puso, fue cuando la quitaron las bragas y la metieron los dedos en el coño. Según dijo estuvo a punto de correrse. Yo eso no lo había visto. El aceitoso se echó a reír a carcajadas.

Atravesamos la carretera oscura y al volver al paseo iluminado, vi por el retrovisor como ella tenía abierta de par en par la gabardina. El aceitoso había pasado un brazo por sus hombros y con la otra mano la sobaba las tetas por encima de la blusa.

Silencio. Sé lo que están haciendo sin necesidad de mirar por el espejo. Pero no puedo evitarlo. Quiero verlo. El aceitoso no para de morrease con ella y sigue metiéndola mano en las tetas, pero ahora ya se las ha sacado del todo. Mi novia respiraba agitadamente. Es cuestión de tiempo que baje la mano.

Lo hizo. Pude oír perfectamente una profunda inspiración y unos segundos después un jadeo prolongado. Estaba masturbándola no había duda.

Giré el retrovisor y vi como ella estaba acariciando su rabo. Vi perfectamente el sube y baja de su mano. Lo hacía con lentitud, con parsimonia.

De repente un golpe en la cabeza, tu maricón, conduce y no mires. Me obligó a volver a colocar el retrovisor y ellos se colocaron de forma que apenas podía ver lo que hacían. No hacía falta. Los gemidos de mi novia eran escandalosos. Diría que lo hacía adrede, para que yo supiera que la estaba haciendo gozar, que la estaba haciendo una paja y que estaba encantada.

Por fin llegamos al garaje. El trayecto se me hizo interminable. Nuestra plaza está en un segundo piso subterráneo. Bajamos.

El aceitoso abre la puerta y se baja del coche. Tiene el aparato fuera y tieso como un palo. Su polla es más que considerable.

Por eso se burlaba mi novia de mi, madre mía qué aparato. Como el de los sementales de las viejas. Poco o nada tenía que envidiarles. Vale, no era tan grande como la de los dos chulos, pero desde luego mucho más grande que la mía sí.

Mi novia rodea el coche y le agarra por la cintura. Le mira de reojo sonriendo. Su mano acaricia desde abajo sus testículos. Y baja la mirada. Satisfecha, como si no estuviera defraudada. Como si lo que ve es lo que esperaba encontrar. Que bobada. No lo entiendo, se la ha estado tocando en el coche y ya se la ha visto. No tiene sentido, salvo que lo haga para humillarme aun más.

Arrodíllate, me ordena, quiero que la veas más cerca.

Obedezco. No es necesario que diga nada, sé lo que voy a tener que hacer.

La aproxima a mi cara.

Es ella la que me sujeta la cabeza riendo. Yo abro la boca sin que nadie me lo mande.

Maricón, dice el aceitoso mientras la mete y me hace sentir su diámetro.

Se reitera de mi y la menea un poco. De repente me da con ella en la cara.

Sabes mariconazo, tu novia me ha dicho que te encanta ver pelis porno y que cuando más disfrutas es cuando a la tía la obligar a comerse un rabo…Y que algún día has querido hacerla eso a ella. Pues te voy a enseñar lo que se siente cabrón, para que aprendas. Te vas a tragar un rabo, te voy a follar la bocaza de hijo de puta que tienes. ¡¡Ábrela!! ¡¡Bien abierta!!

Una mano me agarra del pelo por encima de la cabeza. Mi novia empuja con fuerza mi cabeza por la nuca hacia adelante.

Lo hace. Cumple su amenaza. No me la mete, me la incrusta en la boca. Me ahoga, me folla la boca. Me siento morir. Sé que me llega hasta adentro de la garganta. La noto en la campañilla. Me dan nauseas. Me ahoga. Me cuesta trabajo tragar aire.

La tengo incrustada, pero veo como se besan, como ella le acaricia el pecho y él la soba. La muy puta le está acariciando los testículos. Su mano roza mi barbilla. Sé que se va a correr en mi boca. Su polla está poniéndose durísima y no creo que tarde en eyacular.

Será ahora. Mi novia se ha colocado detrás de mi. Me impide ir hacia atrás. El me tiene aprisionada la cara. Se retira y empuja, se retira y empuja hasta ahogarme. Es como si estuviera follando a una tía a lo bestia, pero su coño es mi boca.

Me inclinan un poco hacia adelante y tiran de mi cabeza. Sé por qué lo hacen. Mi cuello está recto. Mi garganta más vulnerable. Empuja. Estocada hasta las bolas grita. Mi novia se ríe sin dejar de sujetarme.

Su cuerpo se tensa.  Primer chorro. No puedo tragar. No puedo respirar. Me ahogo. No la saca. Empuja con más fuerza. Segundo chorro. Se queda quieto. Me ahogo. Tiemblo, todo mi cuerpo tiembla, lucha por la asfixia. Otro chorro. Se me ha ido por otro lado. Es peor aun. Es una tortura terrible. Esto parece no tener fin. Ojala acabe pronto. Un grito. Otro chorro.

Menos mal que parece que ya ha terminado. Lo sé porque ya no me sujeta con tanta fuerza. El pene pierde algo de su dureza.

Se retira de mí. Intento tragar aire a bocanadas. Una terrible arcada. El sabor a su semen sube bruscamente. Me inunda. No puedo aguantarlo. Toso. No puedo contenerme.

Se burlan de mi mientras vomito a cuatro patas, retorcido por las nauseas y el dolor.

La veo alejarse sujeta a su cintura. La soba el culo al caminar.

Esta noche me la va a dejar hecha unos zorros. Lo sé. Sé lo que van a hacer. Si hace con ella lo que pienso, y encima está descargado, aguantará más. Me la va a follar para toda la vida.

Ahora me vienen a la memoria aquellas frases de la película que tanto me gustaba, cuando el amante sugería al marido quedar en su casa: tu llevarías puesto el collar y la cadena, desnudo de rodillas delante de mi polla esperando a que tu mujer llegase a casa, y me la chuparías delante de ella… Luego te follaría la boca por cornudo maricón… Justo. Eso es lo que acaban de hacerme.

¿Vuelve? Si menos mal. Pensé que me dejaban así toda la noche.

Un agarrón de los huevos y un escupitajo en la cara. Ni te muevas de aquí hijo de puta. Con la cadena me ata al enganche del coche.

No subas hasta mañana, si te desatas no vuelvas a tu casa maricón. Y sobre todo, no te me mates a pajas.

Una patada.  El dolor puede conmigo. Me retuerzo en el suelo. Le veo sacar su polla. La meada me baña entero. Es terrible.

Ahora si que me siento ridículo y patético, allí tirado, retorciéndome de asco y dolor.

Si de asco, pero no por haber comido la polla  aun tío o porque me haya meado de arriba abajo. Siento asco de mi mismo.

El garaje ya está completamente a oscuras. Además se lo que pasará. Ahora su sueño se hará realidad: hacérselo con otro. Pero solo de novios, por probar, solo por probar qué se siente, me decía una y otra vez.

Me la han sobado por todos los sitios y esta noche me la van a follar. No solo meterá su polla, se que será más algo más, que me la usará de mil formas, que me la dará hasta por el culo. Ella beberá y lamerá su polla.

Si, lo sé. Durante el viaje he tenido que oír de todo. Mientras me la sobaba y masturbaba no paraba de reírse. De decirla burradas que parecían excitarla más y más: So puta, tu lo que necesitas es un buen rabo, zorra, te voy a llenar el coño, puta te voy a reventar el chocho, ya verás como gritas guarra… por cierto, ese maricón ¿te ha petado el culito? Y ella gimiendo y retorciéndose de placer.

Y ahora estará a punto de hacérmela todo eso.

Recuerdo la dulzura de la primera vez. Mi miedo por hacerla daño. Las caricias, la ternura la suavidad. Y hoy, no solo probará con otro hombre, con otro pene, sino que además probará otra forma de hacerlo. ¿Su segundo estreno?

Hoy sé que no habrá ternura. Ni dulzura. Será sexo por sexo. La abrirá las piernas, mirará su coño y meterá su pollón. Lo hará con fuerza, con violencia. Querrá hacerla chillar, querrá invadirla con toda la brutalidad del mundo.

Mañana me la devolverá sucia. Abierta y llena de leche y yo sé lo que tendré que hacer. Ella me lo dijo un día riendo. Serás tan maricón que hasta me follarías recién jodida por otro. Y lo haré. Mi pene revive pensando que la encontraré follada, espatarrada, con su coño irritado. A lo mejor él me mira desde la puerta riéndose de mí.

Tengo que tocarme. Tengo que hacerlo.

Lo pienso. Ahora él estará encima de ella y yo cada vez me la muevo más rápido.

Sé que la tercera fantasía está al caer. Sí, recuerdo como viendo aquella película lo dijo. Era la de un marido que tenía que contemplar cómo se follaban a su mujer y después, con toda la corrida del otro, tenia no solo que lamerla el coño, sino penetrarla y enseñarla su pene manchado del semen del amante. Joder que guarrada me decía, que cerdos sois los tíos…Y vio mi bulto. ¿Pero esta marranada te pone so guarro? No me digas que te gustaría hacer eso. Mirándome sádica lo dijo. Si, tu serías capaz de hacerlo…

Esta noche intuyo que tendré que hacerlo. Si. Se la va a follar. Seguro que lo han hablado, y yo como en la película tendré que hacerla eso mientras él mira burlándose de mí desde el marco de la puerta. Además si no, ¿a ton de qué me ha dicho que no me la casque tanto?

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