Cambio de hábitos (1:Primeras nociones)

En esta subserie paralela a Mi inexperta esclava se verán los progresos en la forma de pensar (y actuar) de Candy. Este relato está situado entre los capítulos 4 y 5 de la serie principal. Primer capítulo corto (introducción)

El sol inundó la habitación y bajo las sábanas ella se removió con pereza. Anoche, después de que su hermana llegase a casa de su fin de semana con el novio, se había acostado y había soñado algo muy extraño. No sabía exactamente de qué se trataba, pero la erección de su cuerpo le indicó que había sido una noche "movidita". Como de costumbre, se frotó los ojos y se sentó en la cama, a la par que observaba el despertador. Éste marcaba las ocho menos veinte, por lo que aún le quedaban unos diez minutos de tiempo para levantarse.

Sin saber cómo ni por qué, su mano descendió desde sus adormecidos ojos hasta su pecho excitado y acarició el pezón con ternura y fruición. Comenzó a pensar en su amigo, aquel chico que le había visitado el día anterior… Era bastante normal, pero sin saber por qué su cuerpo reaccionó con un temblor, como si el sólo recuerdo de su voz le infundiese excitación y temor.

Para cuando se quiso dar cuenta, la mano del seno se había posicionado en su entrepierna. Notó que estaba muy caliente. "Qué vergüenza", pensó "tu no sueles pensar así… ¿verdad?". Con amplia sorpresa descubrió que no tenía respuesta a esa pregunta. Su otra mano, hasta entonces empleada en apoyarse contra el colchón, abandonó su puesto y voló a sus piernas. Las acarició con delicadez, infundiendo a cada una el aliento del nuevo día. Cada vez que se aproximaba a su ingle, una ligera sensación de éxtasis recorría su cuerpo. Finalmente, se abandonó a aquella sensación diciendo que era lo más normal del mundo, a pesar de que anteriormente ella nunca hubiese tenido tal necesidad.

Se levantó de la cama, cerró la puerta con el seguro, por si a su hermana le daba por despertarla y volvió a la cama. Allí, entre las sábanas optó por quitarse la camisa del pijama y el sujetador, pudiendo acceder mejor a sus ya ansiados pechos. Los acarició, masajeó e incluso pellizcó levemente con la intención (hasta entonces desconocida) de que sus tetitas se tornaran rojas como manzanas y sus pezones alcanzases su máximo esplendor. Ante tal visión, su cuerpo se estremeció bajo una nueva oleada de placer y, sin poder remediarlo, sus pantalones volaron hacia el piso junto a la camisa del pijama. Sólo quedaban las braguitas. Le llamaron la atención porque casi nunca se las ponía, eran muy atrevidas para su gusto (un regalo de su hermana) y estaban "decoradas" en la parte posterior con una frase que decía "BITE ME".

Con dos dedos apartó la suave tela que cubría su rajita hacia un lado, dejando a su merced un coñito calentito dispuesto a satisfacerla. Ya que no tenía experiencia, se encontró tanteando mediante suaves presiones a lo largo de su conchita la zona en la cual se encontraría el clítoris. Una vez hallado (tras lo cual tuvo que detenerse brevemente, pues había oído a su hermana despertarse en una habitación cercana), lo acarició con la yema de un dedo, trazando pequeños círculos entorno a él, hasta que éste se hinchó poco a poco. "Es una gozada", admitió "no sé por qué hasta ahora no me había hecho ningún dedo". Se recostó y cerró los ojos mientras se tocaba, imaginado una playa exótica con una tenue luz que indicaba que atardecía. Se encontraba tumbada en una hamaca. A su lado había otra persona, alguien que la acariciaba desde el muslo hasta el pecho con delicadeza casi….¿femenina?. Entornó los ojos y la vio: era su mejor amiga la cual, ataviada tan sólo con un tanga negro, se incorporó hacia ella y la besó, su mano entonces se dirigió a

-¡Enana! ¿Estás ahí? Abre la puerta si no me quieres oír. ¡Es la hora de levantarse!.

Avergonzada y confusa, pero cachonda a la vez, se sentó en el borde de la cama y miró al suelo. "¿Cómo es posible? ¿De verdad era ella? ¿Qué hacía soñando con ella… de nuevo? ¿No sería que…?", dirigió entonces su mirada a su mano derecha, la cual reposaba bocarriba sobre su rodilla. Estaba empapada de sus fluidos. Miró la mano con aprehensión y gozo durante un rato y finalmente se limpió.

"Ya veré como soluciono lo de mis sueños. En cuanto a masturbarme, voy a tener que hacerlo más a menudo. ¡Es genial! Quizá empiece una vez por día, a ver si algún día llego a tres veces por día…sería increíble…". Con este pensamiento, se puso el pijama y bajó a desayunar.

Espero os haya gustado y por supuesto sigo aceptando ideas. Chicas, animaos pues necesito un pensamiento lógico femenino y no sólo dármelas de listo.