Cambiando El Destino 22

Final de la serie. Gracias a todas y todos quienes invirtieron parte de su tiempo en seguirla y sobretodo, comentarla.

CAMBIANDO EL DESTINO 22

Rebeca fue en busca de una sirvienta para que preparasen al joven pero perdió valiosos minutos al arreglar detalles, pues Julio que conocía perfectamente a Rubí; al verla un tanto borracha, sabía que estaba sensible a las súplicas y en el tono más sumiso le imploró que se apiadara de él.

¡Por favor Rubí no me hagas esto, tú bien sabes que desde que me han esclavizado me he sometido en cuerpo y alma a servirte y adorarte, por piedad compadécete de mí, por piedad!;

Rubí lo miró. Las palabras del chico surtieron algo de efecto, al menos lo miraba con ternura.

¡Sí pero me has fastidiado Julio, además ya no te uso sexualmente o sea, te haré un favor!; el joven no habló, tan solo restregó su cara como un perro sobre los pies de Rubí.

¡Ay coño cómo eres Julio!— comentó Rubí carcajeándose con suma alegría— ¡Sabes que me encanta que me ruegues restregándote como un perrito!; ¿Verdad?; Jejejejejejeje.

¡Sí ama!— contestó Julio— ¡Soy tu perro ama, tu esclavo, no necesitas someterme haciéndome sufrir tal castigo, te amo Rubí y te amaré aunque me castres pero te lo imploro por el amor que dices tenerme, por el tiempo maravilloso, por los buenos momentos como novios que mira que son varios, no me castres ama, no lo hagas!;

A eso llegaba Rebeca con dos sirvientas quienes sometieron a Julio a base de latigazos; se lo llevaban a gritos, el joven no dejaba de implorarle piedad a Rubí; al final y justo a tiempo, Rubí se la concedió.

¡SUÉLTENLO!— gritó Rubí.

¿Queeeeeeeee?— volvió a montar en cólera Rebe— ¡Coño Rubí basta, Julio es mi hermano y yo no soy tu burla o sea que lo castro por que lo castro!;

Rubí tan solo miró fijamente a Rebeca y le habló una sola vez, de nueva cuenta haciéndole ver, restregándole en la cara quien pesaba más.

¡Julio me pertenece, es mí esclavo y no, no eres mi burla, simplemente cambié de parecer, me ha suplicado y he decidido aceptar sus súplicas, no habrá castración ni para él ni para Nemesio, eso es lo lindo de tener esclavos, de que puedo hacer con ellos lo que quiera y hoy me apetece compadecerme de ellos!;

Rubí dejó plantada a Rebeca. Se marchó pasando junto a Julio quien al momento se dejó caer a los pies de la hermosa joven para cubrírselos de besos. Rubí le sonrió y ordenó a la sirvienta mientras le acariciaba la mejilla al joven con su pie— ¡Denle de comer algo decente y una cerveza!; Últimamente me he portado fatal contigo Julio y quiero que sepas que estoy orgullosa de ti, por que a pesar de todo, nunca vi en ti un solo indicio de reproche ni rebeldía a pesar de la humillación a la que te he sometido exigiéndote que me veas follar con Nemesio.

¡Te amo Rubí, te amo!— le confesó Julio sinceramente sin dejar de besarle con verdadera devoción los pies.

¡Lo se amor, lo se!— le respondió Rubí con una bellísima sonrisa y se marchó seguida por Peque a su habitación.

Transcurrida dicha actividad, las cosas volvieron a la normalidad y el ambiente entre todas se tornó tranquilo.

Peque y luego el propio Nemesio contaron a Sarahi lo ocurrido. Sari se mostró apenada, evidentemente no se acordaba y prometió a Nemesio que jamás lo castraría al igual que agradeció a Rubí su intervención; ésta le sonrió y se burló de ella bromeando en presencia de Julio que no los quería ver revolcándose pues entonces sí castraría a Julio.

Todo era broma, ni Rubí ni Sarahi tenían en mente someter a tal acto tan injusto a ninguno de esos dos jóvenes pues no podían negar que los pobres no hacían otra cosa que adorarlas, besando hasta el suelo que ellas pisaban.

Rebeca comprendió y aceptó y sobretodo controló sus celos olvidando aquel insignificante incidente con Rubí y dio por olvidada la loca idea de castrar a Nemesio o a Julio y su relación tanto con Rubí como con Sarahi volvió a ser de maravilla.

SARAHI VENCE AL DESTINO.

¡Lo había conseguido!; El tiempo, sí, el tiempo; aquel buen amigo que solo tiene una desventaja, no se detiene y una importante advertencia, si lo desperdicias, ¡Te mata!;

El tiempo siguió su marcha y Sarahi nunca desperdició un solo segundo de tiempo en su corta vida y la recompensa a ello fue que lo logró, a lo largo de éste caminar, pasado el tiempo lo había logrado; había vencido a su destino con ayuda de Rubí en especial y de su astucia y esas ansias de devorarse al mundo.

Nunca se rindió, siempre estuvo dispuesta a morir de pie que vivir de rodillas y aunque tuvo sus altas y bajas; ¡Vaya que las tuvo!, al final no podía quejarse para nada de su vida.

Vivía a lado de Rebeca a quien ciertamente sí quería; lo mas importante para ella, gozaba de una mas que estable independencia económica; continuaba viviendo con Rubí, de echo Rebeca prácticamente se había mudado a casa de Rubí al igual que Peque.

Sarahi se mostraba fiel a sus raíces; implacable con sus enemigos y un amor con sus aliados. Desgraciadamente para ella, su madre era un enemigo a quien afortunadamente ella había vencido.

Sarahi jamás le perdonó a su madre aquella miseria a la que la sometió bastante tiempo y a la cual pretendía someterla de por vida al servicio de la difunta doña Rosa.

Yolanda se resignó y mas que nada se hundió en la mas penosa servidumbre a las órdenes de su hija quien no escatimaba en castigarla y no le perdonaba una sola falla a la señora; la pobre se resignó a vivir según el capricho de su hija a quien nunca mas volvió a llamarla hija ni mirarla a la cara pues lo tenía mas que prohibido.

Sarahi al deducir que Norma estaba muerta en vida y obsesionada con ella; decidió castigarla una vez mas haciéndole un daño definitivo. Para Sarahi, Norma ya no existía; con un solo ojo y enferma a causa de castigos físicos y emocionales, se deshizo de ella regalándosela a Yadira, la madre de Rebeca quien gustosamente le exprimiría hasta el último respiro a Norma antes de su muerte.

Ni que decir lo que lloró y sufrió Norma al verse separada de su ama Sarahi, pero a su ama, ella no le importaba para nada. El ganón en todo esto fue Nemesio quien a pesar de haber renunciado a su libertad, llevaba una vida tranquila; su madre permanecía estable y él casi no era castigado.

Nemesio daba gracias a Dios por haberle caído bien desde un principio a Rubí, aún así le temía pues bien sabía que si había una palabra para definir a Rubí, esa palabra era sin duda: "Imprevisible".

Meses después, la actividad diaria transcurría rutinaria y normal en la propiedad de Rubí que descansaba cómodamente junto a Sarahi en dos sillones en el jardín. Rubí mataba su tiempo aventando al aire una sandalia y Nemesio y Julio competían en quien la cachaba en el aire y se la entregaba primero.

¡Tres a cero en tu contra Nemesio, venga o te avivas o te avivo con el látigo!— lo amenazó en broma Rubí— ¡Bueno ya está bien, acérquense perritos!;

Los chicos sudados y agotados avanzaron a gatas hasta situarse justo ante los pies de Rubí quien riendo en complicidad con Sarahi, ofreció a Julio un plato con jamón y queso; éste lo devoró no sin antes besarle los pies a su ama. Rubí le acarició el cabello mientras lo observaba devorarse el contenido del plato.

Enseguida Rubí miró burlona a Nemesio y le ofreció el plato del perdedor, el cual contenía comida de lata para perros. El chico resignado besó al igual en agradecimiento los pies a Rubí y se dispuso a batallar con su plato. Rubí y Sarahi los observaban con cierta pena.

¡Miserables!— expresó despectivamente Sarahi.

Rubí sonrió y comentó— ¡Miserables igual que ella!— haciendo referencia a Yolanda que permanecía postrada en el piso con el rostro pegado, enterrado en las lujosas sandalias de Sarahi— ¿No te da pena su situación?— le preguntó interesada Rubí.

¡Si yo no le inspiré pena siendo tratada cómo lo fui tiempo atrás viviendo en la miseria, te aseguro que ahora ella no me conmueve en lo absoluto!— contestó al instante Sarahi mirando fijamente a su madre— ¡Cálzame!— le ordenó secamente, pateándole la cabeza.

Cómo un robot, Yolanda se incorporó quedando de rodillas. Sarahi mantenía estiradas las piernas; la señora que por ser su sirvienta no dejaba de ser su madre, le lamió las plantas con devoción, con miedo, le temía a su hija. Sarahi la pateó con crueldad de nuevo.

¡Cálzame he dicho!;

Enseguida sin tallarse la cara, la calzó perfectamente, tan solo utilizando su boca; ¡Así de sometida la tenía Sarahi!; Rubí observaba todo con mucho morbo y sonrió orgullosa de su discípula al oírla decir— ¿Querías lamer?; ¡Bueno, pues lame las sucias suelas de mis sandalias como la sucia perra que eres!;

Sarahi permaneció toda desparramada al igual que Rubí por un rato mas, haciendo tiempo para ver a Rebeca y mientras se deleitó con un cigarrillo observando a su madre humillarse tan vilmente lamiéndole las suelas de sus sandalias y no, la chica sentía de todo por su madre excepto pena y compasión.

¿Listo, amores?— se burló Rubí de Nemesio y Julio al verlos dejar mas que relucientes sus respectivos platos— ¡Mmmmmm Mantecoso, no te veo muy satisfecho!; éste tan solo pegó su rostro sobre las sandalias de Rubí.

¿Qué crees?; ¡Ánimo coño, me estoy cagando jajajajajajajajajajajaja!; ¿Te importa Sari?; ¡Voy a cagar aquí pues tengo dos baños portátiles a mi disposición jajajajajajajajajaja bueno, tres con Yolanda!;

¡Mmmmmm sí, la verdad si me importa, hay te ves!— le contestó risueña Sari apagándole el cigarro en la cara a Yolanda. Antes de marcharse preguntó con curiosidad— ¿Y quien es el elegido hoy?;

¡Pues Mantecoso!— expresó con maldad Rubí.

¡Ayyyyyyyyy Rubí qué mala!, ¡POOOOOOOOOOOOBRECITO!— le dijo Sarahi riendo y mirando con pena a Nemesio, incluso abrazándolo pues ella llevaba un tiempo considerable sin usarlo como inodoro y sintió pena al ver que cuando no era ella, era Rubí quien lo sometía a tan desgraciada manera de usarlo.

Rubí se plantó frente a Nemesio y le habló burlona y altanera.

¡Sabes que si quisiera podría evitarte éste trato!; ¿Qué dices a eso?; ¿Quieres que me marche al baño a hacer mis necesidades o prefieres complacerme?;

¡Eres mi ama Rubí y solo vivo para obedecerte!;

¡Mmmmmm buen chico, abre el hocico!;

Nemesio totalmente entregado se echó al piso bocarriba mientras que sin poder evitar su pesar, observaba a Rubí agacharse hasta dejar su trasero justo sobre su boca y avisándole lo que se venía con un oloroso pedo.

¿Qué Sirvientita, por que coño no te vas?— le preguntó Rubí burlona.

¡Eeeeeeeeeesssss que también ya me entraron ganas!— contestó roja Sarahi.

¡Jajajajajajajajajajaja!— Rubí se carcajeó. Sarahi tan solo se tronó los dedos y al momento tenía a su disposición a Julio y a Yolanda; eligió a Julio, no sin dejar libre de ocupación a Yolanda.

¡No te apures perra, tú te encargarás de limpiarme el culo de mis heces con la lengua!; Pero tú Julio, a ti te toca comértelas— aclaró Sari a ambos sus labores.

Momentos más tarde, Sari se marchaba a casa de Rebeca en compañía de Rubí. Al salir, Julio y Nemesio las esperaban postrados en el piso.

¿Qué tal perritos, se lavaron bien el hocico?— les preguntó risueña Rubí.

¡Sí ama!— respondieron los dos.

¡Bueno!— continuó Rubí— Pues andando a lo mejor en casa de Rebeca les toca tragarse otra ración jajajajajajajajaja; ¿Qué les parece perritos?;

¡PARA ESO ESTAMOS AMAS, PARA ESO VIVIMOS, PARA SERVIRLAS, PARA ADORARLAS!— exclamaron ambos en perfecta sintonía y complementando sus palabras besándole los pies a Rubí y a Sarahi quienes muertas de la risa le aplastaron ligeramente las cabezas a sus esclavos; Sarahi a Julio y Rubí a Nemesio.

¡Sí, bueno coño ya vámonos!— expresó Sarahi riendo a Rubí y marcharon hacia el auto para ir a casa de Rebeca, seguidas a cuatro patas por sus fieles esclavos, a quienes gentilmente les permitieron vestirse un tanto decente para salir y acomodarse en la parte trasera del auto.

FIN.

BLACK.