Cambiando El Destino 14

¡Pero ha sido tu culpa!, ¡ERES MALA SARAHI, ERES MALA!— la enfrentó Julio.

CAMBIANDO EL DESTINO 14

EDUCANDO A JULIO.

Sarahi andaba más que feliz silbando alegremente por toda la casa en una mañana de un nuevo día y justo en ese momento que recorría los pasillos para dirigirse a la sala se topó con Julio que penosamente se desplazaba a gatas llevando sobre su espalda muy bien ajustada una bandeja con el desayuno de Rubí.

¡Alto ahí nene!— le dijo burlonamente Sarahi— ¡quiero probar los hot cakes mmm, mejor lleva la bandeja a mi cuarto y vas por otra para quien quiera que era esa!;

¡Lo siento, es de mi ama!— le contestó Julio secamente y muy digno se dispuso a seguir gateando.

Sarahi le ganó el paso y se plantó frente a él; el chico se detuvo y Sarahi le habló retadoramente— ¡nunca dije que te podías retirar! Y a decir verdad, ¿Por qué mierda no me has besado los pies?, si sabes que es lo primero que debes hacer ante cualquiera de tus amas.

Julio sonrió un tanto burlón; era la primera vez que tenía un encuentro oficial con Sarahi, curiosamente nunca habían coincidido solo ellos dos y muy seguro le respondió— ¡tú no eres mi ama ni tampoco eres de la misma clase que ella, no tengo por que someterme ante ti!;

Sarahi sonrió apenas irritada, mas bien pareciera que le gustó la reacción del chico; así le daría una lección tal como lo hizo con Camelia. A Sarahi ya no la dañaba tanto que la menospreciaran por el origen de su clase social y menos alguien que había sido un arrogante joven pero que actualmente no era nada, tan solo lo que Rubí deseara que fuera.

Sarahi a cada día tomaba mas confianza de sí misma al verse aceptada por Rubí y saber que Rebeca estaba perdidamente enamorada de ella; Peque no importaba y lo esencial; Sarahi cada día se miraba en el espejo y se gustaba a sí misma; era bella, hermosa; siempre lo había sido y ahora mucho mas que lucía caras ropas y zapatos. Aún así era consciente que no era ella la del poder, pues en sí ella no disponía de nada, pero por el momento no era algo que no la dejara dormir a lo que aprovechaba lo que tenía y decidió escarmentar a Julio.

¡ESCÚCHAME BIEN PARÁSITO!— le habló con desprecio— ¡te aseguro que soy mucho mas que tú y por ello ya deberías preocuparte!, ¡te aseguro que un microbio vale mucho mas para Rubí que tú y te lo voy a demostrar en éste mismo momento!— lo amenazó sonriéndole con burla y tomándolo por sorpresa de la cadena que tenía enrollada en el cuello obligándolo a seguirla para no tirar el contenido de la bandeja.

Sarahi entró sin golpear a la habitación de Rubí; ésta ya estaba despierta y disfrutando de un relajante masaje en los pies proporcionado por Peque.

¡Sari!— exclamó extrañada Rubí.

¡Aquí te traigo a éste!— le dijo Sarahi aparentando estar indignada.

¡Sí ya veo, pero no es necesario, Julio sabe muy bien el camino y sus obligaciones!;

¡Uy pues creo que sus obligaciones no por que el infeliz se ha mostrado insolente conmigo!— le soltó Sarahi cruzada de brazos y haciendo ruido con su sandalia en el piso.

¿Qué te hizo?— le preguntó Rubí algo incómoda por no poder disfrutar de su desayuno.

¿Qué me hizo?, ¡QUE DIABLOS IMPORTA!— gritó Sarahi irritada— el caso es que me ofendió Rubí, ¡me ofendió!, ni siquiera me mostró los respetos debidos de besarme los pies y encima me insultó llamándome ¡zorra pobretona!— se excedió Sarahi.

¿Queeeeeeeeeeeee?— reaccionó Rubí ofendida— ¡Juuuuuuuuuuulio, que decepción!;

¡No ama eso no…!

¡CÁLLATE BESTIA!— lo cortó Rubí propinándole una certera patada en el rostro que terminó con Julio en el piso y con todo el contenido de la bandeja debajo de él.

¡Ve ahora mismo a humillarte a los pies de Sarahi, maldita bestia miserable, ve, ve te digo!;

Sarahi sonreía maliciosamente.

¡Ama!— alcanzó a murmurar Julio, lo cual le costó un latigazo en su desnuda piel.

Enseguida gateó y en segundos se encontraba besando sumisamente los bonitos pies de Sarahi; en ese momento Julio comprendió que la había cagado, pero ya era tarde, muy tarde; había desatado la ira de Rubí y el morbo de Sarahi por humillarlo y maltratarlo.

Sarahi como burla se inclinó y mientras le acariciaba el cabello le dijo— ¿lo ves?, justo eso te dije que eras, ¡una bestia, una bestia que pertenece a Rubí!, pero te empeñaste en decir que tú vales mas que yo; eso me dijo— le comentó risueña lo último a Rubí que ya estaba mas que enojada.

¡Peque!— se dirigió a ella Rubí— ve por alguien para que limpie esto y dile a Camelia que nos sirva el desayuno en el comedor.

¡Sí Rubí!— respondió Peque saliendo disparada a cumplir con lo encomendado. Enseguida Rubí se dirigió duramente a Julio.

¡Julio, a partir de éste momento quedas a merced de Sarahi!; hasta que no vuelva a requerirte la considerarás a ella tu ama absoluta; ¡ten Sari!— le dijo a ésta ofreciéndole el látigo— puedes disponer de Julio como se te antoje, ¡eres su ama!;

¿Pero Rubí?, solo tú lo castigas con el látigo, no quiero abusar— fingió Sarahi.

¡Dije que dispongas de el!— le reafirmó Rubí marchándose de su habitación.

Sarahi se paseaba alrededor del ahora un temeroso Julio y cínicamente se burló de él.

¡Te lo dije nene, tal parece que conozco mas a Rubí que tú mismo, venga, sígueme!;

Julio obedeció de mala gana. Las chicas desayunaron y Julio se quedó sin sus sobras correspondientes por expreso deseo de Sarahi.

Ese día Julio la pasó fatal recordándole sus primeros difíciles días de esclavitud ante su hermana y su novia. Sarahi se acomodó la cadena de Julio en su tobillo y así, pegado a sus pies lo hizo seguirla todo el santo día. Pasado un rato, Sarahi se lo llevó a su habitación y altanera le señaló todos sus zapatos— ¡límpialos!— le ordenó y luego añadió con una malévola sonrisa— ¡con la lengua!;

Julio ya no la miró con rencor, bien había comprendido su situación ahora frente a Sarahi; la miró afligido, buscando comprensión, pero no la hubo; Sarahi le mostró risueña el látigo— ¡no quiero usarlo!— le dijo riendo.

Sarahi se portó malvada para pulir y escarmentar a Julio; se acomodó en un sofá y hacía que el joven le calzara un par de zapatos, a continuación le ordenaba acomodar sus manos atrás y postrarse ante sus pies para limpiarle sus zapatos con la lengua, incluidas las suelas en esa postura tan humillante.

Así lo hizo con todos sus zapatos; Julio obedeció como un manso corderito sollozando producto de la humillación y de los burlescos comentarios de Sarahi.

¿Y bien Julio?, ¿aún te parece que no soy nadie?; digo, ¡para no ser nadie y limpiarme los zapatos con tu lengua, uy imagínate si fuera alguien jajajaja!;

¡Perdóname ama Sarahi!;

¡Jajajaja bien Julio bien, pero no, no te perdono!, cumplirás tu castigo aunque no se muy bien cual jeje, acércate, esos son el último par, ¡te mereces un premio nene!;

De pronto Sarahi le indicó a Julio permanecer de rodillas mientras ella se hacía a un lado su falda y bragas. El joven imaginó por un momento que al menos le permitiría proporcionarle placer, lo cual emocionó a Julio, pues Sarahi era muy bella y su polla así se lo hizo ver poniéndose en posición de guerra al instante además de que hacía ya tiempo que Rubí no lo requería para darle placer.

Sarahi coquetamente le indicó que se acercara y Julio se vio con el rostro pegado en aquel bello sexo, respirando aquel familiar aroma femenino y utilizando muy bien la lengua a pesar de tenerla entumida de tanto lamer zapatos. Para su infortunio, no fue así.

¡Jajajajajajajajajaja!— se rió cruelmente Sarahi al ver la intención del joven cuando ella misma le había pegado el rostro a su sexo.

¡No, como serás imbécil, no vas a darme placer, para eso me basto sola o puedo utilizar a mi esclava, incluso prefiero la lengua de tu hermana!— hizo una pausa y sonriéndole a Julio, añadió mirándolo con una expresión de lástima y pena— ¡tan solo quiero orinar!;

La cara que puso Julio no se puede describir por que Sarahi no le dio tiempo a nada, rápidamente hizo presión sobre la cara de éste y lo que le obsequió fue un potente chorro apestoso y concentrado de orina que Julio tragó sin rechistar, no por que le agradara sino por que estaba acostumbrado a beberse los orines de su novia y de su hermana, al igual no por gusto sino por deseos de sus amas.

Ahora Sarahi le había dado a probar un nuevo sabor, el sabor de sus orines.

¡Bien bestia, para eso me gustabas, ahora sí estás muy metido en tu papel jajajajaja, apártate infeliz!— le dijo empujándolo bruscamente después que se limpió su sexo restregándose en el la cara del joven y mandándolo a enjuagarse la boca.

Y aún faltaba la noche y fue una larga noche para Julio pues Sarahi decidió castigarlo dejándolo sin dormir como solía castigarlo Rubí, según ella para que el joven velara su sueño y la admirara en silencio.

Pues Sarahi adoptó la idea encantada y la misma Rubí la ayudó a amarrar a Julio con los brazos extendidos en posición de cruz, arrodillado con cada brazo sujeto a una esquina de la cama. Sarahi se deleitó recostada en su cama teniendo a Julio en esa incómoda posición y haciendo que éste le lamiera las plantas de los pies.

Ese no fue el problema para Julio y el bien lo sabía; el problema y lo complicado se le vino cuando ya Sarahi se disponía a conciliar el sueño, entonces con indicaciones de Rubí, ésta movió a Julio hacia atrás soltándolo de las esquinas de la cama y pegándolo a la pared en donde unos grilletes esperaban a Julio para aprisionarle de nuevo los brazos y del techo colgaba otra larga cadena con un aro metálico que le acomodó al cuello inmovilizándolo y obligándolo a permanecer con los brazos en cruz, de rodillas, sin poder mover ni la cabeza.

Así Sarahi dio paso a la última indicación de Rubí; cruelmente le hizo sujetar en cada mano un zapato y entre los dientes le hizo cargar sus botas. ¡Era fácil!; si el pobre se dormía como consecuencia tiraría los zapatos siquiera por un segundo que pestañeara y con ello habría desobedecido y por lo tanto se hacía acreedor a una serie de latigazos.

¡Buenas noches nene!— se burló Sarahi de él antes de acomodarle sus botas en la boca y al no obtener respuesta, no descansó hasta burlarse por completo de él.

¡Julio, te dije buenas noches, auuummmm!— bostezó— ¡ándale no seas grosero ni rencoroso y deséame buenas noches!;

¡Buenas noches ama Sarahi!— se humilló Julio sollozando. Sarahi le dejó las botas entre sus dientes y se dispuso a dormir.

Y apenas amanecía en cuanto Sarahi se despertó con una bella sonrisa. Julio estaba despierto pero llorando, había tirado todos los zapatos, no conservaba ninguno, ¡se había dormido!; su única recompensa había sido admirar el estético cuerpo de Sarahi que acostumbraba a dormir desnuda, tan solo cubierta por la sábana y que al transcurso de la noche, al irse moviendo en la cama, se destapaba.

Pero eso era historia; ahora apenas se despertó se encontró con un lloroso Julio clamando piedad por que no lo acusara con Rubí y no lo castigaran azotándolo.

Sarahi se sonrió, lo liberó de las cadenas y le permitió humillarse a sus pies mientras se pensaba que hacer; la malvada solo jugó con él haciéndole creer que no lo acusaría y el pobre chico cubrió de besos los pies de Sarahi para mas tarde llevarse la desagradable sorpresa de que Sarahi siempre lo acusó y ella misma lo azotó sin piedad.

Julio aceptó con resignación el castigo y al igual que Camelia, temió a Sarahi pero no solo le temió, a diferencia de Camelia, la admiró; una por que era bella y otra por su valentía y su indomable carácter, lo había puesto en su lugar.

Y sí ese ejemplo no fue suficiente para respetar a Sarahi, lo fue a los tres días siguientes en el que por fin Rubí volvió a requerirlo.

Julio entró gateando emocionado al cuarto de Rubí, pero ésta sin mirarlo le señaló su ropa— ¡plánchala!;

¡Pero ama, yo…!

¡PLÁNCHALA!— lo cortó Rubí.

¡Sí ama pero déjame decirte que te extraño, que Sarahi se ha pasado conmigo ama, hasta me hizo beberme sus orines ama, me……!

¡Julio Julio!— le habló Rubí risueña impidiéndole continuar al pellizcarle en sus mejillas con sus manos.

De pronto Rubí le dio una suave cachetada y le dijo— ¡venga, plancha mi ropa!, para eso te llamé y controla esa lengua, mira que no se te quita lo hablador y la verdad no quisiera que en una de esas te mandara a cortar la lengua pues aunque luego me arrepienta, ¡imagínate, quien diablos te pega de nuevo la lengua jajajajajajaja y con lo que disfruto de ella jajajajajaja!— se alejó bromeando Rubí.

Pero a Julio no le hizo mucha gracia, conociendo perfectamente a su noviecita y sabiendo que no bromeaba tanto al hablarle.

Transcurridos unos instantes, Julio alisaba perfectamente la ropa de Rubí; en eso entró Sari y le sonrió picarona dándole una nalgada que tomó por sorpresa a Julio. Sarahi era consciente de su belleza y a pesar de que Julio adoraba a Rubí; Sari bien sabía que ella no le era indiferente al chico.

Rubí no le prestó atención ni a Sari ni a Julio; la niña estaba mejor ocupada en pasarle música a su ipod a lo que solo asintió en cuanto Sarahi le preguntó si podía probarse algunas blusas y ropas nuevas de Rubí.

A continuación Sari comenzó a probarse blusa tras blusa, falda tras falda; un juego, un juego malicioso en el cual Julio fue la victima al volver a pecar de inocencia y subestimar a Sarahi, pues la traviesa joven se puso frente al espejo que daba justo al frente donde Julio planchaba la ropa y dándole la espalda, Sarahi descaradamente se bajaba una falda y se tomaba su tiempo para ponerse la otra ante la mirada de baboso de Julio.

Sarahi llegado el momento, estaba tan solo en ropa interior buscando que ropa mas probarse, de pronto dejó de ocuparse de la ropa y se dedicó a admirar su cuerpo, se palpaba sus pechos frente al espejo, se los acariciaba; después sus blancas nalgas, de repente miró de reojo a Julio y al ver que éste no perdía detalles de sus movimientos, continuó incitándolo, calentándolo descaradamente, seduciéndolo por pura maldad.

Julio hacía rato que ya no planchaba, miraba como imbécil a Sarahi olvidándose de Rubí y acariciándose la polla.

¡BESTIA!— ese grito despertó a Julio de sus sueños y lo hizo reaccionar y dejar de acariciarse la polla que por suerte Rubí no se percató de ello al tenerlo de espaldas.

Rubí se levantó y gritó histérica al sentir olor a quemado, ¿el motivo?, muy fácil, Julio se olvidó por Sarahi de la ropa y el burro dejó la plancha justo sobre un fino vestido de Rubí y ese olor fue el que alertó a la señorita Panty que se le fue a golpes al pobre chico, Rubí lo surtió a patadas por todo el cuerpo.

¡Maldito animal, esto te va a costar Julio, te vas a arrepentir de esto!— le decía fuera de sí mientras lo pateaba.

¡Ha sido culpa de ella!— alcanzó a gritar Julio entre llantos.

¿Yooooooooooooooooooo?— se defendió Sari inocentemente— ¿pepepepepero yo que hice?— se expresó estando aun en ropa interior.

Rubí la ignoró, tomó la plancha y ordenó a Julio extender las manos, palmas arriba y quedarse quieto, de rodillas.

¡NO AMA POR PIEDAD, NO, POR PIEDAD!;

Una mirada de Rubí fue suficiente para fulminar a Julio, pues le temía a esa mirada más que a la misma plancha aunque en eso cambió de parecer en instantes.

El castigo fue brutal; Julio bramó, aulló hasta desmayarse. Rubí le dejó la plancha sobre sus manos, sobre las plantas de sus pies; se tardó y se tomó su tiempo, en cuanto Julio recobró la razón continuó el brutal castigo, le pasó la plancha por todo el cuerpo provocándole quemaduras por todo el cuerpo. Al menos Julio agradeció que al final Rubí desistiera de quemarle la polla, lo cual sí hubiese sido lamentable.

Rubí se había dado cuenta de todo, tonta no era, solo dejaba actuar a Sarahi y así probaba a Julio y fue a él a quien se lo hizo pagar. Como consecuencia Rubí obligó a Julio a usar un cinturón de castidad y lo peor, aun faltaba la insolencia al acusar a Sarahi por lo que Rubí volvió a ofrecerle a Sarahi castigarlo por ello en ese mismo instante, pero ésta vez Rubí impuso el castigo: diez latigazos.

Encadenó a Julio a la pared y entregó a Sari el látigo pero ella no presenció el castigo; antes de salir advirtió a Sarahi— ¡no creas que no me di cuenta zorrita, eres una zorrita perversa Sarahi, pero me gusta tu actitud, adelante, así probaré a Julio!;

¡Jijijijijiji!— se rió nerviosamente Sari al ser descubierta.

Apenas Rubí se marchó, se dedicó por unos instantes a acariciarle suavemente las quemaduras a Julio que lloraba desconsoladamente y le suplicaba que no lo azotara.

¡Lo siento nene, tu novia te impuso el castigo, pero está bien, yo te hubiese impuesto el doble de latigazos!;

¡Pero ha sido tu culpa!, ¡ERES MALA SARAHI, ERES MALA!— la enfrentó Julio.

¡Jajajajajajaja!— se rió con ganas Sarahi— gracias por el cumplido pero mas que mala, ¡soy peligrosa Julio!, recuérdalo, así que cuidado y sí, quizás si hablo con Rubí puede que te perdone o incluso pudiera no azotarte; ¡sí!, pudieran ser muchas cosas pero como te he dicho, ¡eres un parásito, un esclavo!, así que te aguantas.

Y ante los llantos de Julio, Sarahi lo azotó con ganas pues en verdad se estaba aficionando al uso del látigo y de esa forma castigó por segunda ocasión a Julio que ahora sí temblaba ante Sarahi y temblaba por que la chica le atraía y por que como él mismo le dijo, era mala; mas bien era peligrosa como Sari le aclaró y por lo tanto no obtendría consideraciones de ella, por el contrario, debía cuidarse quizás mucho mas de ella que de la propia Rubí y de su hermana.

Continuará