Cambiando El Destino 12

Sarahi se la pasó lloriqueando por un momento pero pronto reaccionó y se sintió un tanto afectada por las palabras de Camelia.

CAMBIANDO EL DESTINO 12

EDUCANDO A CAMELIA.

El tiempo que era lo único que no ofrecía tregua, seguía su curso y así dio inicio un nuevo día; Sarahi bostezaba y se estiraba feliz de la vida después de haber dormido como toda una princesa en un confortable cuarto ella sola. En ese momento como adivinando que precisamente se despertaba, tocaron a la puerta y ante la autorización de Sarahi expresándose con una voz asoñada entró Camelia con una bandeja que precisamente contenía su desayuno; tostadas, hot cakes, café, jugo de naranja; en fin, algo que la sola esencia de aquella bandeja al llegar a respirarlo hizo que Sarahi sonriera feliz y contenta por sentir tanta hambre aunque se dio su tiempo para desayunar.

¿Y tú quien diablos eres?— le preguntó burlona Sarahi a Camelia con ánimo de ofenderla y con una voz de flojera absoluta.

¡Yo soy la asistente personal de mi señorita Rubí!;

¡Jajajajajajaja!— la carcajada que se soltó Sarahi no pudo ser mas ofensiva— ¿la asistente personal?; querrás decir una vulgar sirvienta, ¡la vulgar sirvienta de Rubí! Y además eso ya lo se, ¡estúpida!, me refiero a tu puto nombre.

Camelia se puso roja de indignación, ella bien sabía el origen de Sarahi a lo que se sintió terriblemente humillada en su orgullo, ¡que sí tenía!, al ser tratada con tanto desdén por parte de esa mocosa, aún así se contuvo y se limitó a responder.

¡Camelia, mi nombre es Camelia!;

¡Ohhhh claro!— prosiguió Sarahi con sarcasmo— ¡Camelia!; lindo nombre para una vulgar sirvienta, bien Camelia, la sirvienta, ¿no es así?;

¡Así es señorita, sirvienta al igual que lo fue o lo sigue siendo usted y su madre!— fue la respuesta tajante de Camelia que ésta vez explotó dejando a Sarahi con la boca abierta por unos segundos, nunca se esperó esa respuesta a lo que en cuanto pudo articular palabra, totalmente ofendida se fue sobre Camelia quien intentó protegerse pero el llevar la bandeja en sus manos se lo impidió, aparte de que creyó que una niña como Sarahi tan solo le daría un empujón o a lo mucho una cachetada, ¡oh sorpresa!; Sarahi le conectó un espectacular puñetazo en plena cara, rompiéndole la nariz y haciéndola caer de nalgas al piso con la bandeja y su contenido sobre ella.

¡Escúchame bien maldita negra!— le gritó Sarahi con un absoluto desprecio; cabe destacar que Camelia en realidad no era negra, era morenita, pero ante la blanca piel como la leche de Sarahi pues era mas fácil llamarla negra con tal de ofenderla que morenita— ¡te juro que te haré tragar cada una de tus palabras, no tienes idea de lo que acabas de provocar en mí pues soy como Rubí, por lo tanto, tú me debes obediencia y respeto!— le aclaró una ofendida y furiosa Sarahi.

¡No niña!— le dijo Camelia levantándose amenazadora con soltarle un bofetón a Sarahi que al ver que la señora aún tenía resistencia optó correctamente en hacerse para atrás— ¡yo no tengo por que obedecerte!— prosiguió Camelia— eres tan solo una pobretona igual o mas que yo.

¡Caaaaaaaaaaaallate!— gritó histérica Sarahi— ¡te vas a enterar maldita negra quien soy, ya verás en cuanto le diga a mi amiga Rubí!;

¡No es necesario, yo misma le diré!— expresó Camelia con una sonrisa burlesca, muy segura de sí misma— ¿te olvidas que soy la empleada de confianza de la señorita?; yo la vi nacer y no solo de ella, también soy muy bien recomendada por la señora Gloria; en cuanto a ti, ya veremos en cuanto Rubí se harte de ti, a lo mejor y me toca verte encerrada en el mismo cuartucho en el que está la otra pobre desgraciada; oh y por favor— le dijo Camelia antes de disponerse a salir de la habitación— no digas que eres como mi señorita Rubí, ¡ella sí tiene clase!; sí te mueres de hambre puedes desayunar abajo, no creas que iré por otra bandeja para traértela corriendo y no, no eres como ella— se despidió Camelia con una enorme sonrisa de satisfacción.

¡SOY COMO ELLA!— gritó Sarahi rompiendo a llorar; pues sí había algo que la destrozara moralmente, era el ser rechazada como alguien de renombre en la sociedad, le dolía ser discriminada por su condición social, pero claro, a ella no le importaba ofender ni denigrar a todo aquel con quien pudiera hacerlo.

¡Soy como ella!— clamó en voz baja llorando tumbada sobre la cama— ¡soy bella, hermosa, joven, inteligente y audaz, solo necesito el poder y el dinero y juro que pronto me armaré de ellos!;

Sarahi se la pasó lloriqueando por un momento pero pronto reaccionó y se sintió un tanto afectada por las palabras de Camelia.

¡Dios!; ¿y si Rubí se pone de su lado?, ¿no me puede esclavizar?, ¡pero sí joder!, ¡mierda!— pensó Sarahi para después rectificarse— ¡no, yo le salvé el culo y ésta negra es solo eso, una puta sirvienta!; bueno, nadie muere en la víspera— y diciendo esto, la bella Sarahi se dispuso a quitarse la pijama que Rubí le dio para dormir y al haberse ido con ella sin pensarlo pues no tenía ahí mas ropa que su uniforme a lo que poniéndoselo de nuevo, se dejó el cabello suelto, se miró al espejo y se gustó a sí misma posando tan sexi como solía jugar cuando estaba a solas— ¡siiiii Sari eres única, que el mundo se postre a tus pies jijijiji!— se animaba en verdad creyéndose sus palabras y como no le apeteció ponerse sus zapatos escolares optó por presentarse descalza al comedor, al llegar ahí se percató que Rubí y Peque ya se encontraban devorando su desayuno.

¡Eyyyyyyyyyyy!— se quejó Sarahi a Rubí— ¿Por qué no me esperaron?;

Rubí tan solo le subió los hombros y continuó tragando.

¿Y el mío?— preguntó Sarahi exigiendo ser servida al ver que Camelia la miraba retadora.

¡Palabras mágicas!— le exigió Rubí.

¡No estoy de humor idiota!— le contestó grosera Sari haciendo que Camelia cambiara de color, nunca había oído a alguien hablarle así a su señorita Rubí, ni siquiera a Rebeca, ni mucho menos en sus buenos tiempos al joven Julio. Para mayor sorpresa de Camelia, Rubí ni se inmutó.

¡Si no hay palabras mágicas no hay desayuno!— jugaba Rubí con Sarahi y mas al imitarla con los clásicos ademanes— ¡quiero quiero quiero, jajajajajajaja!— se rió Rubí de su propio chiste y haciendo unas muecas en verdad graciosas.

Sarahi de mala gana la complació expresándose algo incómoda por la presencia de Camelia— ¡quiero quiero quiero!— dijo al final Sarahi sin reírse.

¡Jeje no está mal, Camelia, su desayuno de Sari!— ordenó riendo Rubí.

Apenas Camelia se retiró por un instante; Sarahi abordó el tema— Rubí, tengo que hablar contigo sobre tu sirvienta.

¡Ni te apures Sari, ya lo se, ella me dijo y mira, que pena contigo pero Camelia es la favorita de mamá y mía!— añadió Rubí haciéndole entender a Sarahi con su expresión que no iba a permitirle malos tratos a Camelia.

Sarahi se quedó quieta, sin hablar, incómoda, se sintió ridícula en solo pensar en que Rubí prefería a su sirvienta por encima de ella y lo que mas la ofendió fue la sonrisa cínica de Camelia al dejarle el desayuno y haber escuchado lo mas relevante de las palabras de Rubí. Sarahi se dispuso a comer en silencio hasta que Rubí tomó de nuevo la palabra.

¡Venga, no me gustan esas caras largas, a ver Sari, vamos a arreglar esto ahora mismo!; Sarahi la miró sin entender.

¡Sí, venga!— dijo Rubí riendo— ¡esto se arregla con una disculpa!, ¿Qué dices Sarahi?;

¿Queeeeeeee?— gritó Sarahi dando un brinco y poniéndose de pie— ¡nooooooooo eso nooooooooooo!— gritó angustiada y horrorizada— ¡no Rubí, yo no me humillo ante una puta sirvienta!— expresó Sarahi con odio, conteniendo sus lágrimas al ver que la maldita de Camelia estaba disfrutando como nunca en su vida— ¡yo no le voy a pedir perdón a tu sirvienta!;

¡Jajajajaja!— se rió con ganas Rubí— no querida, claro que no, ¡serás imbécil Sarahi!; yo dije que una disculpa lo arregla todo y te pregunté que te parecía, pero jamás aclaré quien se disculparía, ¿verdad?;

Sarahi tan solo la quedó mirando de nuevo sin entender. Rubí volteó a ver a Camelia con malicia; ésta ya no sonreía mucho, algo presentía y Rubí la despejó de toda duda.

¡Camelia, pídele perdón a Sarahi por ser una insolente y antes de que quieras alegar a tu favor, lo cual te prohíbo, sí, yo dije que eras la favorita pero de las sirvientas y Sarahi es mi huésped de honor y tú una sirvienta o sea que te jodes Camelia!— Rubí no dejaba de reír cínicamente al ver lo angustiada que ahora se encontraba su sirvienta favorita y así sonriente se dirigió a Sarahi— ¡venga Sari, toma asiento, esto va a ser divertido, te voy a demostrar mi hospitalidad!;

¡Muy divertido!— exclamó Sarahi mirando desafiante a Camelia mientras tomaba asiento.

¡Señorita!— suplicó Camelia. Rubí se burló de ella.

¡Camelia, Camelia; ya sabes que no me gusta repetir las cosas y también sabes que siempre me ha importado una mierda lo que piensen y sientan las sirvientas como tú, así que esmérate en complacerme y mas que nada, en complacer a Sari!; ¿quieres?;

La señora respiró profundamente, quizás sí la señora Gloria hubiese estado presente otro gallo le cantaría, quizás, pero la señora Gloria no estaba ahí a lo que armándose de valor y haciendo a un lado su disque orgullo de sirvienta preguntó sabiendo de antemano que obedecería fielmente a su señorita— ¿Qué quiere que haga exactamente señorita Rubí?;

Ésta sonrió en complicidad con Sarahi y sin prisa alguna le respondió— ¡quiero que gatees hasta llegar junto a Sarahi, le beses los pies y le pidas perdón por tu insolencia, ya ella decidirá que medidas tomar contigo, venga!;

Camelia no perdió tiempo ni quiso demorar su humillación, se arrodilló penosamente a su edad, gateó hasta llegar a los pies de Sarahi que los movía graciosamente; Camelia los contempló por unos segundos mirando las uñas pintadas en color rosa mientras pensaba lo poco o nada que le importaba a su señorita, los años de servicio y de vida que ella le había ofrecido ciegamente, miró a Sarahi; ésta le sonreía enormemente.

¡Perdóneme señorita Sarahi!— dijo muy humillada Camelia y en ese momento, con asco postró la cara al piso y le besó los pies a Sarahi que se sintió en la gloria y miró a Rubí que le correspondió su sonrisa y la animó.

¡Tú decides Sari hasta cuando perdonarla!— hizo una pausa y añadió sin dejar de sonreírle— ¡sorpréndeme!;

Sarahi enseguida contempló como una sumisa Camelia continuaba cubriendo de besos sus pies hasta que no se le indicara lo contrario.

¿Quieres ganarte mi perdón Perra Negra?; jajajajajajajaja; sí, ¡así te llamaré!, no serás mas Camelia, para mí serás la Perra Negra; ¡responde Perra Negra!— la insultó Sarahi pateándola en la cara.

¡Sí señorita Sarahi perdóneme por favor no volverá a ocurrir!;

¡Mmmmmm!— se hizo Sarahi la interesante— bueno, veamos, ¡lame las plantas de mis pies!, están sucias por andar ya un rato descalza, venga, lámemelas y cómete todo lo sucio que encuentres en ellas, te vendrá bien para irte convenciendo que, ¡las sirvientas, la gente como tú siempre viven a los pies de la gente como yo!, a quien debes respetar por igual que a tu patrona, que digo patrona, ¡a tu dueña Rubí!;

Camelia no soportó mas aquel indigno trato y sollozando se humilló maldiciéndose por subestimar a aquella malvada muchacha y sintiendo mucha pena, le lamió los pies hasta dejárselos limpiecitos teniéndose que tragar todo lo sucio de las plantas de los pies de Sarahi que cómodamente apoyaba los pies en el piso por sus talones.

¡Entre los dedos Perra Negra, lámeme entre los dedos!; la pobre Camelia obedeció. Sarahi ignorándola le preguntó a Rubí— ¿cómo sueles castigar a Julio o a ésta?;

Rubí sonriendo se levantó la blusa y le mostró su cinturón aunque enseguida le complementó su respuesta hablando con la boca llena— por ahí hay un látigo.

¡Mmmmm un látigo!— exclamó excitada Sarahi— ¡eso es!, quiero azotar a ésta perra para irme familiarizando; ¡aparta puta asquerosa!— le gritó con desprecio a Camelia pateándola sin consideración, justo en la nariz, la cual le había echo sangrar apenas hacía un rato.

¡Mmmmmm buena elección!— festejó Rubí satisfecha ante el desenvolvimiento de la que ya consideraba su discípula. Enseguida se tronó los dedos y al instante una muchacha, un tanto mayor que ella, de condición fuerte, se acercó respetuosamente, incluso sin mirarla a la cara.

¡Ata a Camelia de los brazos en algún árbol, desnúdala y deja ahí mismo, o mejor, déjale entre sus dientes el látigo para que Sarahi disponga de ella cuando así lo desee!— le ordenó Rubí sin voltearla a ver. La muchacha se acercó hacia Camelia y ésta sin oponerse la siguió.

¡Solo átala, yo misma la desnudaré a latigazos!— le aclaró Sarahi a la muchacha, sirvienta igual de la propiedad de la excéntrica doña Gloria; la sirvienta tan solo asintió con la cabeza.

¡Bien Sari, yo y Peque saldremos!— le comentó Rubí a Sarahi— de paso arreglaremos detalles en el Instituto, pues no pensamos ir por un buen tiempo mientras tengamos con quienes divertirnos, ya nos encargaremos de todo detalle, ¡oh y consiéntete mejor que en tu casa!, mira, con toda confianza, toma lo que quieras en mi cuarto de ropa y zapatos.

¡Claro!— respondió no muy convencida Sarahi al vestirse con ropa usada, cara pero usada. Rubí bromeó con ella.

¡Yaaaaaa sirvientita, te prometo que iremos de compras para surtirte y yo invito como otra muestra de mi hospitalidad!, pero, por lo pronto, no creo que prefieras andar descalza y con el puto uniforme.

¡Gracias Rubí!— respondió una sincera Sarahi. Rubí le guiñó un ojo y se retiró con Peque.

VISITANDO A NORMA.

En un parpadeo Sarahi se vistió y la verdad lucía divina con una falda cortísima azul de Rubí que le quedó a la perfección, blusa blanca sin mangas y se decidió por unas imponentes altas botas negras que le llegaban hasta las rodillas, entonces sonrió perversa y sin demorarse mas se dirigió a visitar a su esclava Norma; ya después se encargaría de Camelia, ¡cuanta diversión para la bella Sarahi!;

En tan solo unos instantes, Sarahi entraba a aquél cuartucho en el que tenían a Norma desnuda y encadenada de pies y manos con una cadena al cuello enganchada a un extremo de la pared. Sarahi entró a paso firme y veloz, retadora, en verdad con una expresión y mirada penetrante por qué precisamente Sarahi pensó encontrarse con una Norma enfurecida, indignada; pensó encontrarse con una Norma dispuesta a darle pelea, dispuesta a luchar y a rebelarse en contra de ella; ¡no fue así!;

Sarahi sonrió levemente y poco a poco aumentó su sonrisa de placer al leer claramente la expresión de derrota en el rostro de Norma; se veía rota, la muchacha simplemente se veía rota, aniquilada, muerta de nervios y miedo; el tenerla desde el momento en que la encerraron en el baño de la escuela a base tan solo de líquidos contó y mucho para que ahora mostrase esa expresión, lo poco o mucho que logró contemplar en la casa de Rebeca Padilla sirvió para que se haga una idea de lo que eran capaces de hacer aquellas crueles chicas y que no eran chiquilladas ni travesuras de cualquier adolescente de su edad.

¡No señor!; Rubí y Rebeca jugaban cruelmente con la vulnerabilidad y los sentimientos de las personas que por una u otra razón caían en su poder, jugaban llevando su juego hasta el extremo de esclavizar a seres humanos, a aniquilar sus voluntades a base de emplearse a fondo en hacerlas padecer las mas degradantes y humillantes situaciones que uno pudiera imaginarse, comportándose en la mayoría de las ocasiones crueles, asquerosas, sin un solo indicio de piedad, considerando a aquellos infelices como seres en verdad inferiores muy por debajo de hasta algún animal.

Rubí y Rebeca a su edad no cometían precisamente travesuras y por ello Peque en muchas ocasiones terminaba histérica y rezando al comprobar el grado de maldad al que llegaban sus compañeras, protegiendo Peque siempre a Rubí y encerrándose con su idea de que Rebeca era la malvada y Rubí no; ¡pobre Peque!, ¡Cuánto adoraba a su querida Rubí!, al grado de no aceptar que Rubí era el motor de todo y que la hermosa pero horrible en muchas ocasiones en su comportamiento señorita Panty, no tenía piedad, ni siquiera con ella, pero bastaba un ligero gesto, una miserable caricia mas a modo de pena que de otra cosa por parte de Rubí para tener a Peque comiendo de su mano aunque los verdaderos sentimientos de Rubí hacia Peque solo ella los sabía.

Norma había sufrido y estaba sufriendo hambre, mención aparte de que no toleraba el mínimo dolor físico, por ello le había temido lo poco de su corta vida a Sarahi a lo que teniendo todo el tiempo que había pasado ya ligeramente esclavizada pensó y asimiló en el daño que Sarahi podía llegar a hacerle al darse cuenta que Sarahi pintaba y demostraba ser como Rubí y Rebeca y si no había dado ese salto era por que carecía del poder, poder que ahora acariciaba al estar del lado de sus nuevas amistades.

Para Norma no había mas, estaba decidida a comportarse como una verdadera perra amaestrada con tal de evitarse dolor y sufrimiento aunque en su interior rezaba por que alguien llegara a su rescate; su mamá, su fiel Dolores, incluso Mantegroso, ¿Por qué no?, no la quería, eso era cierto, pero tampoco permitiría verla en esa situación, de eso estaba segura, soñaba con esa posibilidad pues aún quedaba algo, una pizca de orgullo y dignidad en ella; orgullo y dignidad que Sarahi se veía dispuesta a romper por completo. Norma temblaba de nervios y hasta producto del hambre que sentía, miró a Sarahi más bien con una expresión de incertidumbre, por que así se sentía, en ascuas, no sabía ya a esas alturas que tanto le podía suceder.

¡Hola Normis!— habló Sarahi con esa voz dulce, melosa y burlona que la caracterizaba.

¡Por fin rompió el silencio Sarahi!, después de que permaneció unos instantes de estar cruzada de brazos tan solo sonriente, ahora se paseaba de lado a lado observando a su presa, a la que tanto había ansiado y soñado por verla así ante ella, después de todo lo que le había echo pasar en su casa; ¡se le había echo realidad!, sus mas bellos sueños poco a poco iban encajando, para muestras un botón, Norma, estaba ya a su merced, de domarla se encargaría ella.

¿No dices nada?— continuó Sarahi disfrutando su momento, el primero de muchos en atormentar a Norma sabiendo y sintiéndose la dueña absoluta de la situación— ¿o es que acaso no puedes hablar a causa del hambre atroz que debes sentir?— se burló aún mas de ella.

Norma comenzó a lloriquear y a suplicar, era consciente de la situación y aunque deseaba no ser tan pesimista, bien sabía que no había de donde, no le quedaba pensar con optimismo a lo que actuando sensatamente comenzó por darle por su lado a Sarahi adulándola, rebajándose ante ella.

¡Sari Sari!— exclamó angustiada— ¿Qué me vas a hacer, que van a hacer conmigo?;

¡Uy!— le respondió risueña Sarahi— ¡ya lo verás Normis mmmm!, para qué te la hago de emoción, ¡te voy a destrozar física y moralmente!— la amenazó aumentando el tono de su voz.

¡Te voy a convertir en un verdadero guiñapo, en mi títere, el cual romperé justo cuando se me pegue la gana!— continuaba Sarahi atormentando a Norma y disfrutando cada una de sus palabras— ¿por qué sabes?; Rubí ya no se interesa por ti o sea que, ¡yo soy tu dueña absoluta!;

¡Por Dios Sarahi reacciona!— exclamó Norma horrorizada— ¿cómo puedes hablar así?, no soy un objeto, ¡SOY UN SER HUMANO!, ¡no puedes ser mi dueña!;

¡Ohhhhhhh, eras un ser humano!, a todo caso, ahora eres menos que un objeto y te garantizo que envidiarás a los perros por que yo haré que te sientas menos que una vulgar perra, te haré pagar una a una todas las humillaciones que me hiciste sufrir en tu casa junto a mi madre, ¡te lo advertí!, no debiste propasarte conmigo, ¡claro!, en aquel entonces te reíste de Sarahi la pobretona, la infeliz, la miserable; ¿pero que tal?, los sueños se cumplen, los milagros se dan, aunque no para todos, ¡solo para las niñas lindas como yo!— bromeó Sarahi, mas bien con la intención de esconder y evitar las lágrimas que la quisieron traicionar al recordar todo lo que sufrió en manos de Norma y en especial le dolió recordar que su madre, su propia madre no solo no la había apoyado, sino que increíblemente obedeció sumisamente cada mandato de Norma.

¡Maldita sensible!— reflexionó en silencio Sarahi con cierto desprecio hacia su madre.

¿Me harás pagar?— se defendió Norma interrumpiendo las profundas reflexiones de Sarahi— ¿no te parece suficiente todo lo que tú y esas arpías me han hecho padecer en el baño?; ¡no me han tenido consideración alguna!, no Sarahi, no solo estamos a mano sino que te haz cobrado con creces sobre mí.

¡Pero mira, te lo ruego Sarahi!— continuaba Norma su defensa como si fuese el momento justo de jugar su última carta— ¿me oyes bien?, ¡TE LO RUEGO, TE LO IMPLORO!; ahora estamos solas tú y yo y no me estás sometiendo con golpes ni nada, ¡créeme que no es necesario!, ¡te juro que me muero de hambre y es horrible como no te imaginas!;

¡Ja!— se burló Sarahi— ¡cómo si no supiera qué se siente que te chillen las tripas!— pensaba en silencio mientras sonreía y escuchaba atentamente a Norma.

¡Te lo suplico Sarahi!— continuó Norma— ¡déjame ir por piedad déjame ir!, te juro que no tomaré una sola represalia contigo, por lo contrario te estaré agradecida, ¡haré lo que tú quieras!, me iré lejos de tu vida, desapareceré por completo, no volverás a saber de mí ni de mi madre.

¡Tú madre, la perra de tú madre!— meditó Sarahi al igual en silencio.

¿Qué te cuesta?; ya te haz vengado como se te ha antojado y aunque yo quiera demandarte o algo por el estilo, poco podré hacer al lado del poder que tienen quienes crees tus amigas, ¡vamos Sari!, dentro de ti sabes bien como son ellas y sabes bien que en cuanto ya no les sirvas te pueden dar una patada por el culo traicionándote.

¡No Sari!, ni con todo el odio que te tuve, ¡por que te lo tuve!, pero te juro que ahora lo que te tengo es temor y respeto, pero ni con todo el odio te juro que hubiese llegado a hacerte tanto daño como el que hacen Rubí y su amiga a aquellas personas que mantienen esclavizadas, ¡ESCLAVIZADAS!— confirmó Norma su temor— venga, ni tú ni yo somos como ellas por que venimos desde abajo y tenemos sentimientos, en cambio ellas no sienten tantita pena hacia seres como nosotras, te pueden hacer daño, mucho daño Sari, mira vámonos, vámonos de aquí y…….

¡Ay ya cállate qué patética te ves!— la cortó Sarahi— y haces bien en temerme y respetarme, pero no es suficiente, ¡yo me encargaré de que tiembles con tan solo oír mis pasos acercándome a ti, te haré que en verdad te cagues de miedo con tan solo oír mi nombre! Y no estamos a mano, nunca estaremos a mano, por que nunca me voy a hartar de verte sufrir y llorar humillada ante mis pies y no te preocupes por lo que pueda pasarme aunque no te creo una sola de tus palabras, aún así, quédate tranquila que yo y mi hermoso trasero— complementó sus palabras dándose una ligera palmadita graciosa en su trasero— ¡sabemos cuidarnos muy bien!, pues ya ves como me las ingenié hasta lograr tenerte sometida ante mí.

¡No Sari, no entiendes, mira, ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!;

Sarahi la tironeó por su cabello y violentamente le estaba moviendo la cabeza de lado a lado haciéndole daño, incluso quedándose entre sus manos un mechón de cabello de Norma al jalarla con todas sus fuerzas.

¡Dije que te calles yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!;

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Sarahi ya me callo, ya, pero no me hagas daño, por piedad, no me lastimes, no me golpees por lo que mas quieras!;

¡Jajajajajajajajajajajaja!— se carcajeó en verdad cruel la bella Sarahi— ¡ay pero que miserable eres Norma!; ¿tanto miedo me tienes puta?; ¡sí!— se respondió a sí misma Sarahi— ¡puedo ver en tu rostro el temor reflejado, el miedo al dolor jajajajajajajajajaja!;

¡Haré lo que quieras Sarahi lo que quieras pero ahhhhhhhh!— se quejó penosamente Norma. Sarahi le cruzó la cara con un bofetón.

¡Por supuesto que lo harás estúpida, claro que harás lo que yo quiera!— le dijo muy excitada Sarahi.

¡Ya no me pegues Sari, no me pegues!; Norma lloraba a moco tendido.

¿Qué no te pegue?; ¡pero si disfruto golpeándote!; Plaffffffff, Plaffffffffffff; dos nuevas bofetadas se impactaron en el bello rostro de Norma que comenzaba poco a poco a hincharse considerablemente.

Sarahi golpeaba y golpeaba fuerte, lo hacía con maldad, con crueldad y con placer al tratarse de castigar a Norma que intentó continuar con sus ruegos pero los golpes le ahogaron hasta sus gritos; una tercera bofetada llegó, aún mas fuerte y humillante que las anteriores, entonces Sarahi cruzada de brazos, luciendo divinamente sádica, perversa; le ordenó con una sonrisa en sus labios— ¡bésame los pies puta, mil veces puta, vamos Norma, humíllate a mis pies, quiero ver pasar tu lengua sobre mis botas, te quiero ver lamer mis botas hasta que te quedes sin saliva, venga y de momento no te llevarás mas golpes!;

La respuesta de Norma fue inmediata, en segundos se encontraba humillada, lamiendo, besando desesperadamente las botas de Sarahi haciéndose sorda a las carcajadas de ésta.

¡Jajajajajaja, sí, así, ya le iremos dando buen uso a esa lengua, así Norma, así, lámelas como si en ello se te fuera la vida!— después de unos instantes que a Norma le parecieron eternos Sarahi por fin se dio por satisfecha— mmmmmm bien, ya está bien, ya irás mejorando con el paso de los días— le dijo apartándola de una patada no tan fuerte. Sarahi se dio la vuelta para marcharse. Norma le imploró.

¡POR PIEDAD SARAHI ME MUERO DE HAMBRE!;

¡No, no te morirás, no lo permitiré, al menos de hambre no!— le respondió con cinismo Sarahi— ¡tan solo sufrirás hambre, eso sí, pero te aseguro que no te morirás!, te mantendré a pan y agua, por lo que sufrirás pero no morirás; mírame a mí, luzco hermosa y mucho tiempo me mantuve a pan y agua jajajajajaja— se rió Sari recordando viejos tiempos.

¡Mmmmmm!— reflexionó de pronto y regresando de nuevo en dirección a Norma desenganchó su cadena de la pared y le comentó sensualmente aunque Norma no percibió nada de sensual en las palabras de Sarahi— ¡ven, me acompañarás, será bueno que presencies algo que te aseguro que muy pronto vivirás en tus propias carnes, venga, camina, gatea como la perra en la que te juro que te convertiré!;

Norma gimió de dolor; Sarahi tiró de la cadena con fuerza, casi ahogándola a lo que Norma se vio obligada a seguirla penosamente tal como se lo habían indicado, ¡cómo una perra!; ¡cuanta humillación sufría la pobre Norma al desplazarse a gatas, desnuda, por los amplios terrenos de la propiedad de la señorita Rubí!, expuesta ante sirvientes, mujeres en su mayoría; estaba pálida y aquella palidez opacaba su belleza, por que era bella, ¡no más que Sarahi!, pero lo era y ahora la seguía con la vista clavada en las botas negras de Sari, las cuales ya le había abrillantado con su lengua.

¡NO EVITES EL CHARCO!— le ordenó secamente Sarahi al pasar por un charco de lodo que se había formado por el patio producto de la lluvia y ver que Norma trató de pasar a un lado; Norma enderezó el camino y sollozando avanzó gateando sobre el charco.

Sarahi se detuvo tan solo para observarla satisfecha como lucía con las manos y rodillas clavadas en el lodo. Sarahi se veía hermosa y radiante y así se sentía al estar de pie observando justamente a sus pies a su mayor enemiga tan humillada ante ella y así se lo reflejó a Norma, humillándola si cabe aún mas, hundió la suela de su bota sobre el lodo restregándola para después embarrársela en la desnuda piel de Norma, lo hizo varias veces cubriéndole el cuerpo con lodo.

Sarahi se divertía a sus anchas a costa del sufrimiento moral de Norma, le embarró lodo en la espalda, pechos y sexo; ya para rematar le ofreció la suela de su bota dejándosela a casi nada de su rostro— ¡lame!— le indicó en voz baja; no fue necesario alzar la voz, Norma interpretó lo que su cruel ama deseaba y lamió aquella suciedad.

Sarahi terminó de limpiarse la suela de su bota en el rostro de Norma. Enseguida avanzaron un tanto mas hasta llegar justo enfrente de Camelia; Norma abrió muy bien los ojos y si ya estaba alterada, se alteró mucho mas al ver a Camelia; una señora que ya pasaba la cuarentena, de rodillas, esposada con las manos por detrás de la espalda, cabeza gacha, sosteniendo un látigo entre sus dientes, mirada mas que dócil y sumisa, esperando con angustia el castigo inminente que le proporcionaría Sarahi quien con autoridad se tronó los dedos y en segundos tenía frente a ella de rodillas a una sirvienta, la misma que le había preparado a Camelia. Con desprecio le ordenó que se encargara de Norma, que se la llevara enfrente y que la hiciera observar el castigo y ya después, asearla a manguerazos y regresarla a la bodega a pan y agua.

Norma no dejó de temblar y llorar ni un solo momento. Sarahi se comportó brutal con Camelia, la destrozó, le reventó la piel a latigazos con una maestría ejemplar, como si lo hiciera a diario. Camelia chilló, bramó como un animal, ni su señorita Rubí la había castigado de aquella infame forma.

Sarahi perdió el numero de latigazos con los que incluso rasgó y desapareció las pobres y desgastadas vestimentas de la infeliz señora que a su vez perdió el conocimiento en el momento en el que su ser fue incapaz de seguir consciente ante tal paliza. Al final Sarahi arrojó el látigo al suelo, a su señal se llevaron a Camelia inconsciente para realizar el milagro de curarla.

Sarahi se dio la vuelta y desafió a Norma mirándola con una sonrisa producida por el placer que le había dado el aplicar su poder en azotar a Camelia; a otra señal de Sarahi se llevaron a Norma ya aseada, muerta cada vez mas de nervios, quizás ya con los nervios destrozados, a nada estuvo de orinarse ahí mismo del miedo que sentía.

Sarahi no dejó de sonreírle, indicándole con dicha sonrisa lo que le esperaba, el infierno que le esperaba, pues para Sarahi, su cruel venganza sobre Norma apenas iniciaba, apenas andaba en pañales y se regocijaba al ver el verdadero terror y pánico que a Norma le producía recibir siquiera una bofetada, ya no se diga los latigazos; Sarahi le haría daño en verdad, como bien le dijo, la destrozaría física y moralmente, algo que no se veía ni lejano ni difícil pues Norma ya se veía rota moralmente y lo físico se daría con tan solo unos latigazos, pero Sarahi no se conformaría con tan solo aplicar el látigo sobre la piel de Norma, ya se lo pensaría con calma, pues no tenía prisa alguna en someterla y menos aún al verla tan acabada, tan miedosa, tan reducida a la nada.

Rubí cumplió su palabra y justo en una de esas tardes salieron las cuatro chicas; Peque, Rubí, Rebeca y su nueva aliada, Sarahi. Rubí consintió a Sarahi surtiéndole un guardarropa de lo mas envidiable para cualquier chica de esa edad, Rubí no escatimó en gastos y Sarahi feliz de la vida se dejó consentir armándose de todo; ropa, zapatos, una que otra joya; en fin, se sintió en una dicha total cuando solo se limitaba a señalar tal cosa y Rubí asentía para que se lo empacaran.

En unas cuantas horas, las chicas, en especial Sarahi, no habían parado de comprar y hacerse de bolsas y mas bolsas, acomodaron como pudieron todo en el carro y se dirigieron rumbo a casa de Rubí; ahí indicaron a Camelia que se encargara de acomodar todo en las habitaciones respectivas, excepto las pertenencias de Rebeca, pues ella seguía viviendo en su casa.

La pobre Camelia prácticamente besó el piso ante Sarahi producto de la exagerada reverencia que le hacía cada vez que se la cruzaba. Sarahi le sonrió con desprecio y burla viendo apoyada su sonrisa por Rubí y es que la pobre señora a casi nada temblaba de solo oír el nombre de Sarahi, le temía enormemente después de la manera tan violenta en que ésta la había azotado a lo que se andaba con ella mas que con cuidado.

Continuarᅅ…………………………………………..