Camarero facilón. 3 - la vida fuera del bar.

Al igual que todo el mundo, la vida de Fer, el protagonista de esta historia, no se basa solo en su lugar de trabajo, a él le gusta... ¿cómo decirlo? entregarse a los demás en todos los ámbitos de su vida.

Compartía piso con dos amigos, Víctor tenia 20 años y Cristian 19, ellos también eran gais y, en contra de lo que mucha gente pensaba, nunca habíamos hecho nada entre nosotros. No porque no quisiera o no me gustaran, ambos estaban buenos, la verdad. Pienso que era mas una cosa de “miedo” de los tres por no querer entorpecer la convivencia o que simplemente no había surgido.

Víctor se cuidaba, iba al gimnasio y rara era la semana que no se follara a dos o tres tíos, se los llevaba de calle. Cristian también estaba bastante bien, pero lo suyo era mas genética, el tío no hacía nada de ejercicio, se pasaba el día estudiando o viciando con el PC y aun así tenia un cuerpo muy bonito. Yo tampoco estaba mal, era el mas delgado de los tres, el único deporte que hacía era salir a correr un par de días a la semana, pero me encontraba bien conmigo mismo y oye... tenia el culo bien puesto, algo es algo.

Teníamos mucha confianza, nos contábamos si quedábamos con alguien y que tal nos había ido, incluso en mas de una ocasión nos hemos escuchado gemir, no nos cortábamos mucho si había alguien en casa y alguno tenia compañía. Fruto de esa confianza hacia que fuéramos por el piso en bóxer, slip o como era mi caso en suspensorio, ya que usaba a menudo esa prenda.

—El día menos pensado no respondo.

Me dijo Víctor en broma una mañana que fui a beber agua en suspensorio y el estaba desayunando, en bóxer.

—Pensaba que no había nadie despierto aún.

—Como si te importara si estamos por casa o no —dijo y ambos reinos.

—Ya, pues también es verdad —le dije y volví a mi habitación.

Me tiré en la cama, últimamente no entendía porque me daba ese calor cuando veía a Víctor solo en ropa interior.

Empecé a tocarme, me acariciaba el culo con una mano y con la otra me tocaba la polla aun sin quitarme el suspensorio. Eché saliva en dos dedos y comencé a metérmelos, estaba muy cachondo y necesitaba más, me levanté y fui al armario a por uno de mis dildos, tengo varios, ese día cogí uno normal.

Volví a la cama y cogí lubricante de la mesita, con el dildo ya listo empecé a metérmelo, cerré los ojos y gemía, me daba igual que Víctor pudiera escucharme. Me lo metía entero, para sacarlo y volver a meterlo, de golpe.

—aaah mmm

Gemía mientras me daba fuerte a mi mismo, no me quité el suspensorio, me ponía follarme o que me follaran con el puesto.

Comencé a darme mas rápido, estaba tumbado boca arriba con las piernas levantadas y follándome el culo a mi mismo con un dildo mientras Víctor terminaba de desayunar, solo separados por un baño entre mi habitación y la cocina.

La situación no podía ponerme mas. Desde hacia unas dos semanas, me daba mucho morbo jugar con mi culo mientras sabia que Víctor o Cristian estaban por casa.

Después de 5 minutos dándome me saqué la polla y empecé a masturbarme, primero despacio. Dejaba el dildo que media unos 18cm dentro y me masturbaba, paraba, lo sacaba de golpe, y lo volvía meter, de una. Así estuve un rato, después deje de masturbarme y me daba rápido con el dildo, sacaba mas de la mitad y lo metía, rápido, fuerte, cada vez gemía mas alto, estaba a punto de correrme, hasta que volví a agarrarme la polla y acelere el ritmo de la paja y con los 18cm dentro de mi culo me corrí.

Miré a la mesita en busca de papel sin moverme mucho, tenía la corrida encima de mi abdomen y, no había. Fui cogiendo con los dedos todo el semen y llevándomelo a la boca. No era la primera vez que me comía mi lefa.

Fui al baño a limpiarme y salía Cristian de el.

—Que, nos hemos despertado cachondos ¿no? Vaya gemidos cabrón.

—Pfff no lo sabes bien, con qué calentón mas tonto me he despertado —entré al baño

Eché el suspensorio a la ropa sucia y me metí a la ducha, que gustazo sentir caer el agua encima de uno, me estaba enjabonando la cabeza, cuando escucho que llaman a la puerta.

—Oye ¿puedo entrar? Que tengo que irme y me estoy meando.

Era Víctor, en el baño no tenemos cerrojo, pero tocamos a la puerta por si alguien esta en el váter, que por mucha confianza que haya esas cosas mejor hacerlas solo.

—Si pasa, estoy en la ducha.

Escuché como se quitaba el cinturón y se bajaba la cremallera. Me asomé un pelín por el lado de la bañera que queda de espalda al váter y aunque no se la vi, lo que si se veía era su meada.

Pero ¿por qué estaba espiando a mi compañero mientras meaba? Si, me han hecho lluvia dorada en alguna ocasión, de hecho, me mola bastante. pero hasta hace poco no había fantaseado con mis compañeros de piso y, ahora ahí estaba recién corrido y pensando que ojalá esa meada me la estuviera echando a mi. Se la comenzó a sacudir y se la guardó, yo volví a echar la cortina bien y me di cuenta de que me había empalmado.

—Nos vemos luego tío —dijo Víctor mientras se lavaba las manos.

—Venga, que vaya bien.

No le hice caso a mi empalme, realmente no me apetecía correrme. Me suele pasar a menudo, estar follando que se corra el otro y me pregunte si yo no me corro, cuando les respondo que no es necesario que así ya estoy bien, algunos flipan y me dicen “así me gustan las pasivas que no usen su polla” y otros simplemente no les dan importancia.

Terminé de ducharme, me sequé y fui a mi habitación que como dije antes, esta al lado, con la toalla liada a la cintura. Me puse un pantalón muy corto, de estos de salir a correr y fui a la cocina a tomarme un café.

—Víctor a dejado café hecho ¿vas a salir a correr? —me preguntó Cristian que estaba cociendo pasta.

—Si, voy a sudar un poco, que este cuerpito no se mantiene solo —le dije acariciándome en plan sensual

—Que no has sudado bastante ya hoy ¿o que? —nos reímos los dos

—Gilipollas ¿que tu no te haces pajas nunca recién despierto?

—Ya, pajas, si, si —soltó una carcajada

¿Sabia Cristian que tenia varios consoladores? Claramente, eso lo había dicho por algo ¿me habría visto alguna vez? ¿O simplemente lo ha deducido por el ruido? Cambié de tema.

—Bah ¿ya estas haciendo de comer? —le dije señalando la olla con la pasta.

—Si, que quiero echar un rato de vicio con el ordenador y luego se me pasa la hora.

Nos repartíamos las tareas de la casa, limpiar, lavadoras, hacer la compra, etc...

—Vente a correr un rato conmigo y deja tanto viciar —me levanté de la mesa y eché la taza del café al fregadero.

—Que va tío, el deporte no es lo mío, cuando quieras nos corremos en otro sentido —al decir eso me guiñó y se puso a mover la comida.

—Tu estas fatal, vengo en un rato —salí de la cocina y volvía a estar empalmado.

Me puse una camiseta de manga corta y me fui.

Bajando las escaleras del piso me iba preguntando; ¿que le pasa a este ahora? ¿Se habrá dado cuenta de que últimamente los miro mas de la cuenta? ¿Que cuando están en la ducha o meando entro al baño con cualquier excusa?

Llevaba unos quince minutos corriendo cuando me crucé con un amigo.

—Ei que pasa Fer, no sabía que salías a correr.

Me dijo Diego medio jadeando, él también estaba corriendo.

—Hola Diego —dije quitándome los auriculares —es el único deporte que hago, si no, con lo que me gusta comer ya iría rodando a los sitios —reímos

Diego y yo éramos follamigos, quedábamos cada cierto tiempo y, aunque no decíamos que íbamos a follar así de entrada, se sabia.

—Ya, ya, me consta que te gusta comer —sonrió de manera provocadora levantando las cejas.

—¿A si? —le mire el paquete.

Se puso a correr conmigo en la dirección que iba yo, íbamos a un ritmo en el que podíamos hablar sin mucha dificultad.

—Sep, mis partes te envían recuerdos —se sobo la polla.

No eran aun ni las doce del medio día y ya me había follado con un consolador, me había pajeado, a Víctor lo vi mear y Cristian me lanzo un comentario que no sabia si iba de broma o enserio. Y ahora tenia a Diego sobándose la polla ahí a plena luz del día en la calle.

—Dales un beso de mi parte.

Me gustaba seguirle el royo y, que pollas... que seguía cachondo.

—¿No será mejor que se lo des tu? —miro a los lados y cuando vio que no había nadie cerca, se sacó la polla

—Diego, no me seas, que te van a ver —le dije sin quitar la vista de su polla morcillona.

—Ahora te las vas a dar de santo conmigo, como si nunca me la hubieras comido en la calle.

—Pero no a estas horas en un parque ¡colgao!

—Estoy seguro de que detrás de esos matorrales no nos ve nadie —dijo señalándolos.

Por un momento lo mire dudando, la situación era morbosa, las cosas como son, pero en un parque y a esas horas, era arriesgarse demasiado.

—Venga un sprint hasta el siguiente banco —le dije retándolo.

Llegamos casi a la par y me deje caer en el banco.

—Entonces que ¿te animas? —volvió a sacarse el rabo.

Es cierto que mucha gente no había, era día laboral y a esas horas los parques no tenían mucha afluencia.

—Venga va una mamada rápida —seguía diciendo Diego, al verme dudar.

—Como nos pillen veras la gracia —dije poniéndome de pie y metiéndome entre unos pinares y abetos que había detrás del banco, Diego entró detrás y era cierto, apenas se veía nada, tenias que saber que ahí dentro pasaba algo para mirar y darte cuenta.

—Venga agáchate, que va a ser rápido —me dijo empujándome hacia abajo.

Yo obedecí claro, tenia ganas de tenerla ya en la boca.

—Mírame y abre la boca.

Lo hice y me escupió, pfff como me ponía que me hiciera eso, para seguido darme un guantazo y follarme la boca.

—No sabia que a estas horas salían las putitas a correr, tendré que venir mas por aquí.

Yo no podía hablar, cuando me sacaba la polla de la boca era para escupirme en ella.

—Como te mola que folle la boca eh

—Me flipa que me folles la boca, lo sabes, pero no hables tanto a ver si nos van a escuchar.

Me dio una hostia al decirle eso.

—Desde cuando me dices tu lo que tengo que hacer, si nos escuchan que entren y te den mas polla, seguro no dices que no.

Él seguía con su ritmo, follándome la boca, escupiéndome, dándome algún que otro tortazo y diciéndome lo puta que era.

—Te vas a tragar mi corrida ¿verdad? —me dijo entre gemidos

Le dije que si moviendo la cabeza, ya que no me dejaba sacarme su rabo de la boca.

—No vayas a dejar que se caiga nada.

Aumentó el ritmo de la follada de boca. Iba a ser la segunda corrida que me comía ese día.

—Me voy a correr perra, abre, abre —dijo echando la cabeza para atrás —no tragues aún, quiero verlo.

Estaba de rodillas en un parque, detrás de unos arboles, con la boca abierta y la lengua fuera mientras se corrían en mi boca. Me saqué la polla y nada mas rozarla, empecé a correrme.

—Que guarra eres, te has corrido apenas sin tocarte, enséñame mi lefa que la vea.

Abrí mas la boca y me escupió junto con su lefa.

—Traga puta —dijo mirándome y restregándome la polla por la cara.

Tragué todo y fui a levantarme, pero no me dejó.

—Donde vas, me estoy meando y no hay ningún baño cerca —que cara de vicio tenia el tío.

—Me vas a poner perdido y tengo que ir a mi casa.

—Ese no es mi problema, depende ti si te manchas o no, abre la boca.

Tenia dos opciones o tragaba o iba a mi casa empapado y oliendo a meado, me decanté por tragar.

—Eeeeeso traga, pffff que cerdo eres tío, me encantas.

Tenia su capullo entre mis labios mientras me daba su meada caliente, que tragaba todo lo rápido que podía.

—Espero verte mas por aquí zorita —dijo sacudiendo las ultimas gotas —salgo yo primero y ahora sales tu.

Se subió el pantalón y se fue.