Camarero facilón. 1 - Maquina Tragaperras

Antes que nada, decir que este relato ya está publicado hace algún tiempo, pero perdí esa cuenta. Iré contando las historias de este camarero al que todo lo viene bien, aunque se haga de rogar.

—Tengo que ir cerrando ya.

—Ponme otra copa niño, a ver si recupero algo para irme de putas.

—Le estoy diciendo que voy a cerrar ya, no le voy a poner nada más.

—Mira, la maquina esta se ha tragado un pastizal, cállate la puta boca y ponme una copa, hasta que no le saque para irme de putas no me voy.

—¿Y no será mejor que en vez de echarle más, te vayas de putas con lo que tienes?

Antes de seguir os pongo en antecedentes. Como habréis podido deducir trabajo de camarero, era domingo por la tarde y estaba deseando terminar el día.

Tengo veintidós años y nunca he ocultado mi homosexualidad. Soy moreno, ojos marrones, labios carnosos que hacen maravillas y para ser realistas, tengo culazo.

A eso de las ocho de la tarde entró un hombre de unos cuarenta y cinco años: pelo canoso que le quedaba bien; rasgos marcados muy masculinos, con una barba cuidada; iba vestido con pantalón vaquero oscuro, jersey y blazer. Me pareció muy atractivo.

pidió una copa y se puso a jugar a la máquina tragaperras, cada media hora aproximadamente me llamaba para que volviera a echarle otra. Mientras tanto yo seguía con mi trabajo, atendiendo a las personas que entraban a cenar o tomar algo.

La máquina en la que estaba este hombre se encontraba junto a la puerta del baño y, una vez que empezó a hacerle efecto el alcohol, cuando alguna mujer se dirigía al baño las miraba descaradamente, incluso a alguna les preguntaba si podían solas o necesitaban ayuda, obviamente no les hacían ni caso, y como él se reía y volvía a lo suyo no le llamé la atención, por eso de no liar un escándalo.

La noche fue bien, no dio problemas, exceptuando los comentarios que comenté antes. El problema sabía que vendría a la hora de cerrar, un hombre bebido y después de estar varias horas echando dinero a una maquina... no iba a ser fácil echarlo. A las 23:45 más o menos volvió a pedir otra copa, se la puse y le avisé que sería la última ya que tenía que cerrar en breves.

Se fue la última pareja que quedaba y empecé a hacer lo normal antes de cerrar: barrer, fregar, llenar neveras... Cuando ya lo tenía todo listo a falta de cerrar caja empezó todo.

—Tengo que ir cerrando ya.

—Ponme otra copa niño, a ver si recupero algo para irme de putas.

—Le estoy diciendo que voy a cerrar ya, no le voy a poner nada más.

—Mira, la maquina esta se ha tragado un pastizal, cállate la puta boca y ponme una copa, hasta que no le saque para irme de putas no me voy.

—¿Y no será mejor que en vez de echarle más, te vayas de putas con lo que tienes?

—No me toques los cojones.

—No le estoy tocando nada, solo te digo que tengo que cerrar.

—Eso te gustaría tocarme los cojones, maricón —esto lo dijo sin quitar la vista de la maquina y sobándose el paquete.

—¿Perdona?

—Si a mí me da igual que comas pollas, pero ponme una copa y no me toques las pelotas.

—Que no te voy a poner nada —En ese momento, me estaba empezando a dar miedo, pero también morbo.

—Voy a mear, no se te ocurra apagar la máquina.

—Acabo de limpiar los baños.

Se quedó mirándome y sonrió. Se desabrochó el botón del pantalón, bajó la cremallera, se la sacó y se puso a mear ahí en mitad.

—Pues meo aquí.

—Pero qué coño haces, que te pires ya.

Con la boca decía eso, pero la mirada no la quitaba de su polla y es que... vaya polla. Estaba un pelín morcillona, pero se intuía larga y gorda, creo que hasta salivé

—Ves cómo eres maricón, no le quitas ojo.

—No quito ojo de cómo lo has puesto todo, joder.

La situación no sé por qué, pero me estaba poniendo mucho. Estaba en mi lugar de trabajo con un tío borracho meando delante de mí.

—Tú lo que quieres es ser mi puta hoy ¿verdad?

—Yo lo que quiero es irme a mi casa.

—Me la comes y me voy.

Eso lo dijo sacudiéndose la polla que aún la tenía fuera.

—¿Qué coño dices?

—Precisamente coño es lo que no te gusta comer a ti —soltó una carcajada.

Lo que dije a continuación me salió solo, no sé si porque llevaba varias sin semanas sin sexo, o porque la situación me estaba excitando demasiado.

—Te la cómo, pero en otro sitio.

—De eso nada maricón, me la comes aquí mientras me tomo la última copa y sigo jugando.

Vale que siempre me ha molado comérsela a un tío mientras juega algún videojuego y fuma o se bebe una cerveza, pero eso era otro nivel.

—Que va tío, es una locura comértela aquí.

—Déjate ya de gilipolleces y chúpamela joder.

Se acerco a mí y me agarró de la nuca, pensaba que me iba a comer la boca y, cuando fui a acercar mis labios a los suyos me dio una bofetada.

—Aquí el maricón eres tú, dónde vas a darme un beso.

Me empujó hacia abajo. Me quedé en cuclillas, estaba el suelo meado.

Se la agarré y eso ya terminó de hacer que perdiera el control, sentir el tacto de esa polla en mis manos acompañado del olor a meados que había en el ambiente, provocó que me la llevara a la boca aún sin empalmar del todo.

—Sshh me falta algo, ponme mí copa y te dejo que sigas mamando.

Me levanté, le puse la copa y se la llevé. Él estaba jugando a la maquina con la polla fuera ya totalmente dura. Pfff esa imagen fue una pasada, me empalmé en un segundo. Le di la copa y me agaché sin que me dijera nada.

—Joder, yo aquí veo negocio, un maricón mamando mientras juego —me dijo riendo.

Se la comía con ganas, no conseguía que me entrara entera, pero si gran parte. Debería medir unos 19cm y gorda. Estaba disfrutando de la situación. Cuando miraba para arriba y veía a ese tío que no sabía ni su nombre, jugando mientras se la comía, mí excitación aumentaba y, me lanzaba a devorarle el rabo. A mí ni me miraba, sólo resoplaba y de vez en cuando me agarraba de la cabeza.

—Cómo la comes chaval y me quería ir de putas teniendo una gratis aquí.

En ese momento hubiera dejado que me follara, pero viendo que ni me tocaba, ni me miraba apenas, estaba difícil.

Me puse de rodillas, dándome igual que el suelo estuviera meado, quería ver si le provocaba y me follaba. Me bajé el pantalón y el bóxer como pude. Ahora estaba de rodillas, con el culo fuera. lo sacaba y lo movía a ambos lados.

—¿Qué quieres que te folle? Eso no va a pasar —me dio otra hostia —cómetela entera.

Me agarró la cabeza y empujó, me dio una arcada y paró, pero no la sacó, volvió a meter aún más.

—Aguanta, aguanta que esta toda casi.

Me agarró la nariz y abrí la boca lo máximo que pude para respirar, eso lo aprovecho y ahora si la tenía toda dentro de la boca.

—Joder que garganta maricón, pedazo de puta.

No paraba de babear, estaba soltando más babas que nunca. Me agarró del pelo y la sacó entera. Empecé a toser y me escupió.

Volví a metérmela en la boca, estaba como ido por esa polla, quería más, quería que hiciera conmigo lo que quisiera.

—Querías echarme y mírate ahora, vas a querer que venga todos los días.

Empecé a comérsela despacio, quería comérsela bien, recrearme.

—Joder, eres bueno comiendo pollas, deja lo de camarero y dedícate a ello seguro que ganas más.

Me la saqué de la boca y le escupí, para volver a chuparla. Empezó a jadear más rápido y cerraba los ojos, síntoma de que estaba a punto de correrse.

—Sigue, sigue no pares, no pares maricón, joder —decía, entre jadeos.

En ese momento la máquina hizo el ruido que anunciaba que había conseguido la combinación del primer premio.

Se la seguía comiendo, escuchando el ruido de las monedas caer al cajón, empecé a masajearle un poco los huevos, quería dejarlo seco.

Notaba su corrida caliente en mi boca, seguía chupando, sentía como se retorcía de gusto, incluso le dio algún que otro pequeño espasmo. No sólo se estaba corriendo, si no que encima había conseguido el primer premio.

—Me corro en tu boca y esta me da el primer premio, voy a tener que llevarte conmigo a jugar —me dijo, aún con el capullo en la boca.

Cuando la sacó del todo, abrí la boca para que viera que había tragado todo.

—Deberías darme una parte —le dije

—Tu premio es comérmela.

Empezó a coger monedas y a ponerlas en la barra en montoncitos para que se las cambiara. Todo eso sin subirse los pantalones, aún con la polla fuera.

Me levanté y tenía el pantalón y el calzoncillo chorreando de meados, me lo quité por completo y me metí al baño para secarlo con el secamanos, se quedó acartonado, pero al menos no saldría a la calle chorreando.

Al salir del baño la barra estaba con todas las monedas en montoncitos y él tío ya vestido. Le cambié y cuando se fue me dijo que volvería pronto a ver si volvía a darle suerte.

Cuando salió por la puerta, fui a por la fregona para limpiar la meada, estaba fregando cuando sonó mi teléfono.

Era mi jefe.

—Dime —le dije

—Apaga las luces de la calle.

Joder, joder, me puse blanco, se me había ido tanto la cabeza que olvidé por completo que había cámaras por todo el bar ¿Me habría visto comiéndome una polla? ¿o acababa de mirar?