Camaleón (capítulo 7)

Y es que la duda me supo vencer...

Camaleón: La duda me supo vencer


Javier:

Aún cuando Fabián había armado un tremendo escándalo, decidí no seguirle el juego y disfrutar de la fiesta, Felipe en todo momento estuvo a mi lado.

-       Javier: Cariño, todos nos miran. ¿No será mejor que nos vayamos?

-       Felipe: No, ni de chiste. Si nos quieren mirar que nos miren, quien tiene que largarse es Fabián que armó todo este lío.

-       Javier: Pero… entiende que me siento incómodo, después de todo, Fabián está diciendo la verdad.

-       Felipe: ¿A qué te refieres?

-       Javier: Pues eso, tú estabas con él, y yo de cierta manera me estoy interponiendo entre ustedes. Tal vez debamos dejar esto

-       Felipe: No, no quiero dejarlo. No quiero alejarme de ti, quiero tenerte para siempre a mi lado.

Intentaba evadir mis pensamientos sobre si era esto correcto o no pero mientras más lo intentaba, más me llenaba de dudas. Felipe es encantador, y también guapísimo, excelente amante y novio, el problema era (y sigue siendo) Robert, no podía quitármelo de la cabeza, no podía olvidar su ¿traición? Yo sabía que no me amaba pero no me esperaba algo tan horrible como lo que hizo, es como si cuando se me declaró Felipe, yo, ante sus ojos me hubiese acostado con Carlos, cosa que no hice.

Felipe, mi gran problema, no quería dañarlo pero tampoco quería dejarlo para que se fuese corriendo a los brazos de Fabián.

-       Felipe: ¿Quieres bailar?

-       Javier: Por supuesto

Sabía perfectamente que bailar con Felipe era provocar aún más a Fabián y en el fondo era algo que quería, Fabián había logrado convertirse en mi enemigo en muy poco tiempo, y si había algo que le doliera era verme bailando con Felipe.

Caminaba hacia la pista de la mano de Felipe, cuando escuchaba “Entenderás” de la voz de Manu Tenorio, no podía evitar sentir dolor, me recordaba demasiado a Robert.

Felipe abrazaba mi cintura mientras al oído me cantaba la canción, sentía la pasión con la que Felipe me cantaba a través de sus manos, era tanto su amor que al fin comprendí la letra, que para nada tenía que ver con Robert…

“Y entenderás

Que yo te llevo clavada en el alma

Atravesada como una espada

Que se disimula tras fingir

La sonrisa perfecta

Y con el gesto adecuado

Como siempre ocultando

Que necesito respirar

Y encontrar un trozo de aire fresco

Para poder recuperar el aliento

Y poderme desahogar…”

Ahora comprendía cómo se sentía Felipe, muchas veces tuvo que escuchar cómo le hablaba de Robert y de lo mucho que lo amaba, y él siempre disimulando su amor y su dolor. Felipe me hacía sentir como nadie, con él me sentía deseado pero también protegido, y es que él despertaba en mí algo indescriptible, era verlo y sentir unas ganas locas de morder su cuerpo, de ser suyo como si de verdad le perteneciese, como si de verdad me hubiese marcado cuando tuvimos sexo por primera vez. Sabía que Carlos me observaba y no me molestaba, tampoco despertaba en mí algún deseo sexual, ¡rayos! ¿Qué diablos me pasa con Felipe? Su cara, sus manos, su sonrisa, su… todo.

Me dejaba atrapar por un tierno y recatado beso, tenía mis ojos cerrados, no quería ver la cara de los demás, sólo quería prolongar ese beso.

-       Felipe: Te amo mi camaleón, ni te imaginas cuánto te amo

-       Javier: ¿camaleón?

-       Felipe: Sí, camaleón.

-       Javier: Pero ¿por qué camaleón?

-       Felipe: No pensé que algún día tendría que explicarte esto, porque nunca creí que te diría el nombre que siempre he tenido reservado para ti.

-       Javier: ¿Para mí?

-       Felipe: Sí, para ti. Siempre tuve un presentimiento de que te tendría así, entre mis brazos, y que podría acariciarte y besarte y por fin demostrarte todo el amor que llevo años guardando para ti.

-       Javier: …

-       Felipe: Sí mi camaleón, llevo años esperando este momento, llevo años queriendo amarte y ser tu esclavo.

-       Javier: Tonto, no eres mi esclavo.

-       Felipe: Pero quiero serlo, quiero que me arañes y me beses, que me hagas sentir que eres mi dueño, que sólo tú mandas en este corazón.

Debo reconocer que amaba la pasión con la que Felipe me hablaba, era una extraña sensación entre amistad y ganas de ser suyo, ganas de besarlo y arañarlo  como él deseaba.

-       Javier: Pues te tomaré la palabra, sí quiero arañarte para que le quede claro a todo el mundo que este cuerpo es mío

-       Felipe: ¿Y si nos vamos? Muero por hacerte mío

-       Javier: Y yo muero por ser tuyo

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Felipe:

La noche de hoy había sido muy útil, primero para que fuese Javier quien defendiera lo nuestro y no yo (como siempre había tenido que hacerlo) y segundo porque por fin me estaba abriendo su corazón. Me sentía dichoso y feliz de poseerlo y todavía más de que fuese él quien lo deseara.

Me dirigía a Fernando para avisarle que me marchaba pero…

-       Carlos: (aplaudiendo) Hasta que lo conseguiste ¿no?

-       Felipe: (desafiándolo) ¿Conseguí qué?

-       Carlos: Calma, calma sólo quería felicitarte, por fin tienes a Javier en tu cama

-       Felipe: (sonriendo soberbiamente) Y no sólo en mi cama.

-       Carlos: Pues tendrás que conformarte con eso porque ni creas que Javier llegará a amarte, ese lugar nunca será tuyo

-       Felipe: Ni mucho menos tuyo, imbécil

-       Carlos: Espera, no te pongas así. Sólo te estoy diciendo la verdad, ese lugar, por desgracia, pertenece y pertenecerá a Robert y Javier sólo te está usando.

-       Felipe: ¿Así como te usó a ti?

-       Carlos: A mí nunca me usó, a mí me amaba y bueno creo que todavía siente algo por mí, de otra manera no se metería en mi cama

-       Felipe: (tomando por el cuello a Carlos) Cállate imbécil si no quieres que te rompa la cara

-       Carlos: ¿Te molesta saberlo? Por favor, Javier y yo la pasamos muy bien en la cama. Y eso es algo que nunca terminará

-       Felipe: Eres una basura, pero ¿sabes? No voy a caer en tu juego, no soy tan indecente como tú de revelar mi vida sexual con Javier.

-       Carlos: Pero sí eres tan indecente de tener novio y buscar a Javier ¿no? Y lo peor es que Javier se conforma con ser el otro, el segundo plato, la reserva ¿no? Quieres a Javier para quitarte las ganas.

-       Felipe: No es así, aunque no tengo por qué darte explicaciones. Así que si me disculpas…

-       Carlos: Siempre te odié y ahora entiendo el porqué, pero algo sí te voy a decir y es que Javier te está usando como consuelo porque no te ama

-       Felipe: Cállate (puñetazo) Javier me ama, por eso te dejó porque está conmigo ¿entendiste? Conmigo.

-       Carlos: Javier nunca te hará feliz. Así como hoy me ves a mí, así te vas a quedar porque nunca va a dejar de amar a Robert, eres su premio de consuelo, así que yo que tú me voy preparando porque no te va a durar mucho.

Maldito imbécil pero ¿y si tiene razón? Y Javier sólo me está usando, ¿y si logra conquistar a Robert? Me voy a quedar solo, y a él lo voy a perder.

No, no, no, lo dijo sólo para molestarme, Javier me ama y nos vamos a quedar juntos para siempre.

En fin, debía olvidar mis dudas y seguir, Javier me estaba esperando para demostrarme que su amor por mí es real,

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Robert:

-       Javier: Hola

-       Robert: Hola mi vida ¿cómo está?

-       Javier: Extrañándote (dándole un apasionado beso)

Sentía sus suaves manos agarrar mi pene, me dolía pero era una sensación excitantemente rara, era sentir sus dedos y esa ligera e infartante presión en mi hombría y me volvía loco. Mis manos acariciaban sus nalgas mientras el mordía mi manzana, no puedo hacer otra cosa que gemir.

-       Javier: Te amo

-       Robert: Yo también

Mordía sus labios como si esa fuese la única oportunidad que tuviera de probarlos, mientras él con su hábil mano me masturbaba. Me senté en el suelo y él se sentó sobre mí, mientras él acariciaba mi espalda, yo aprovechaba de prepararlo y dilatarlo, estaba tan manso que me era complicado creer que era mi Javier, el mismo que tantas veces me había cacheteado. Tenía unas ligeras ganas de morderlo entero, sus labios, sus orejas, sus hombros, no había sitio que no hubiese sido tocado por mi lengua, mi verga ya no aguantaba más las ganas de adentrarse en él pero todavía faltaba lo mejor.

Su lengua comenzaba a descender por mi cuello, llegando a mis pezones los mordía y jugaba con ellos, oprimiéndolos y chupándolos, era increíble como la pasión se había apoderado de mí y me tenía totalmente entregado a los deseos de Javier, quien ya se encontraba dándome una gran mamada, mejor que cualquiera que una mujer me haya hecho antes, lo tomaba de la cabeza para atraer su boca a la mía y perderme en ella, recorriendo con mi lengua cada centímetro de ella.

Me recostaba en el piso y Javier comenzaba a acomodarse sobre mí para penetrarlo, era él quien dirigía mi pene, entraba de a poco, qué desesperante y placentera sensación, no pude evitar gemir como un animal.

-       Robert: (gemía desesperadamente)

-       Tamara: ¡Robert despierta!

-       Robert: ¡Ah! ¿por qué me despiertas?

-       Tamara: ¿Estabas soñando con él, verdad?

Todo había sido un sueño, un doloroso sueño, era frustrante la sensación de mierda que ahora sentía, lo tenía entre mis brazos. ¡Maldita vida!

-       Robert: No sé de qué hablas (levantándose de la cama)

-       Tamara: No te hagas, gemías desesperado. ¿lo deseas, verdad?

-       Robert: ¡Ya cállate! No me interesa hablar de sueños, déjame en paz ¿por qué no te vas a tu casa?

-       Tamara: Porque no. Además podríamos aprovechar esta erección ¿no? (agarrando el pene de Robert por sobre el pijama)

-       Robert: Tamara, por favor ¿sí? Me duele la cabeza, no tengo ganas.

-       Tamara: Nunca tienes ganas, pero sí sueñas con él

-       Robert: ¿No te vas a ir?

-       Tamara: No y es que…

-       Robert: Bien, me iré a dormir a la otra habitación. Por favor no me molestes.

Cerraba la puerta y tras ella me desplomaba a llorar, no entendía qué me pasaba con él ¿qué mierda siento?, ¿por qué no dejo de soñar con él? Me estaba volviendo loco, eran incontrolables las ganas de dejar de sentirme así, le pedí a Dios una y mil veces que no me lo quitara y de igual forma lo perdí. Ya no quiere verme ni hablarme, ya no puedo abrazarlo, no puedo sentir su aroma, sus consejos, sus palabras de aliento. ¡Maldición! Quiero a Javier de vuelta, ¿es que acaso pedía demasiado? Sólo quiero explicarle todas las dudas que siento, que no puedo disipar, que no se marchan…

Javier, yo te… amo

Sólo me quedaba llorar, aunque no pudiera hacerlo en silencio.

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Javier:

Esperaba a que Felipe llegara, eran muchas las ganas de que me hiciera el amor pero había algo más importante en qué pensar, y eso era el qué estaba haciendo con y de mi vida, nunca he creído en ‘un clavo saca otro clavo’ sin embargo igual lo estaba aplicando. Quizás Felipe era una nueva oportunidad que me daba la vida para estar feliz y dejar de llorar por Robert y asumir que él es hetero y que pronto hará su vida, la mía no puede detenerse por él.

-       Daniela: Hola Javi

-       Javier: ¿Qué quieres?

-       Daniela: Tranquilo que no vengo a molestarte, sólo quiero saber cómo estás

-       Javier: Bien ¿sí? Ahora déjame solo, estoy esperando a Felipe

-       Daniela: (molesta) y por qué te fijas en él? Yo te amo, Javier y yo sé que tú me amas y que Felipe no es más que un juguete en tu vida. Si tanto me amas ya deja de hacerme daño

-       Javier: ¿Te estás oyendo? No te amo, soy gay

-       Daniela: ¡Cállate! No lo eres ¿me entiendes? Tú no lo eres. Además tú y yo nos vamos a casar y vamos a tener una gran familia. Mi papá te dará un puesto de importancia en la empresa. Conmigo lo tendrás todo.

-       Javier: Esto es absurdo, si ves a Felipe le dices que lo espero en el coche.

-       Daniela: (Tomando del brazo a Javier) No te vas ¿me oyes? Hoy te quedarás conmigo.

-       Javier: Suéltame, ¡estás loca!

-       Daniela: (lanzándole una copa de vino encima) Nunca me llames loca, no estoy loca (cachetada)

Daniela estaba completamente fuera de sí y de verdad tenía miedo, veía su otra mano aproximarse.

-       Marcos: (sujetándole el brazo a Daniela) ¡Ya basta, guardias! Llévense a mi hermana de aquí.

-       Daniela: ¡No me lo vas a quitar Marcos!

-       Marcos: ¿Estás bien?

-       Javier: Sí, gracias. Con permiso

-       Marcos: Espera, tranquilo que mi intención no es molestarte, soy amigo de Fabián y hermano de la loca esa pero no creas que te odio. Ten (pasándole un pañuelo)

-       Javier: Gracias, tu hermana se pasó esta vez, debieran encerrarla.

-       Marcos: Tranquilo. Esto no volverá a pasar. Ah, qué tonto soy. Me llamo Marcos, y perdón por lo de aquella vez en la cafetería. Fabián estaba fuera de sí y bueno, no es que haya querido

-       Javier: Tranquilo, no pasa nada. Es lógico que defiendas a tu amigo

-       Marcos: A mí me gustaría ser también tu amigo

-       Javier: Por supuesto

-       Marcos: ¿Amigos? (abriéndole los brazos)

-       Javier: Amigos (abrazándolo)

-       Felipe: ¡Javier! (gritando)

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* Avance ***

En el próximo capítulo de “Camaleón”

-       Javier: (dándole una cachetada) ¿Acaso no tienes dignidad o eres sordo? entiende que Felipe no quiere nada contigo. Y si tu intención es separarnos te vas a quedar con las ganas porque Felipe y yo nos amamos.

-       Fabián: Eso es lo que tú crees, yo jamás voy a permitir que Felipe se quede con una mosca como tú.