Calorcito

Salimos los tres. No era la primera vez y, como cabía esperar......

Ya ha empezado el calor y con él va apeteciendo salir.

Le propuse a Mari hacer un trio, con el cual soñábamos hacía meses, por lo que la oferta fue aceptada con entusiasmo.

Me puse en contacto con Juan, un chico con el que hacía tiempo ya habíamos estado y con el que mi mujer disfrutó de lo lindo, pues estaba muy dotado y era muy morboso, la combinación perfecta. Este aceptó de muy buen grado ya que Mari es una mujer muy caliente y su cuerpo es una de las siete maravillas.

Llegó el día acordado y recogimos a Juan en el lugar donde habíamos quedado.  Nos dirigimos a una zona de bares y pubs de nuestra ciudad para tomar algo e ir entrando en situación.

Mari iba esa noche espectacular, con un vestido estampado, muy pegado, que hacía adivinar las magníficas formas que ocultaba, con una cremallera por delante que se encargaba de hacer prisioneras a sus dos tetas desprovistas de sujetador. Era corto, sin llegar a ser estrafalario y se ayudaba de unos zapatos altos que estilizaban más aun, si ello era posible, su increíble figura.

Nos sentamos en la terraza de un bar y pedimos la consumición mientras charlabamos de trivialidades. Podía ver como Juan miraba el escote de Mari, seguramente entusiasmado por pensar lo que pronto iba a disfrutar. Mari no era ajena a ello y colaboraba sutilmente a que nuestro amigo disfrutara cada vez un poquito más.

Tras varias rondas el ambiente era cada vez más distendido y, a la par, más caldeado. La charla ya comenzaba a girar entorno al sexo. Fue ahí cuando Mari quiso darnos la sorpresa

  • Dame tu mano, le pidió a Juan. A la vez que la tomaba y, tras comprobar que nadie nos observaba, la metió entre sus piernas.

Juan acarició sus muslos mientras progresivamente iba ascendiendo el poco espacio que restaba para llegar al coño.

En ese momento el rostro de Juan mostró sorpresa a la vez que satisfacción

  • No llevas bragas! Susurró.

  • No. He querido sorprenderos yendo toda la noche sin ropa interior. Me pone muy caliente ir así.

Y sin duda, a nosotros también nos puso a mil.

Juan sacó su mano y me la mostró,  estaba totalmente mojada!

  • Quiero comprobar si os gusta la idea, nos dijo, a la vez que con disimulo tocó primero mi polla y luego la de nuestro amigo.

  • Ummmmmm, parece que he acertado, no?

El ambiente ya era bastante caliente, como os podréis imaginar. Pero Mari propuso tomar aun unas copas en un púb cercano. Un poco contrariados por tener que andar con las pollas tiesas y tan calientes  nos dirigimos al lugar.

Pedimos unas copas en la barra y ocupamos un sitio en una de las esquinas del local, que se encontraba abarrotado de gente, de tal manera que estábamos literalmente pegados unos a otros.

Mari quedó prisionera entre el cuerpo de Juan y el mio, a modo de sándwich. Ella se movía al compás de la música a la vez que rozaba su culo contra el paquete de Juan.  A veces se inclinaba un poco hacia delante para hacerme algún comentario, aunque el verdadero fin era presionar un poco más, si es que ello era posible, su culo contra el de nuestro amigo.

Juan inició también un baile, donde  su pretensión era colaborar al roce iniciado por Mari, por lo que la abrazaba desde atrás, posando sus manos en los límites del decoro. A Mari aquello le daba ya un poco igual, la mezcla del alcohol y lo caliente que estaba, hizo que se girase , quedando frente a Juan.  Pasó sus brazos tras el cuello de él, besándolo apasionadamente,  mientras las manos del amigo la sujetaban del culo.

Tras unos minutos de morreo mi mujer se volvió a girar. Apoyó uno de sus brazos en mi hombro, mientras seguía bailando. Su otra mano bajó y, llevándola hacia atrás, comenzó a tocar el paquete de Juan. La cara de este era un poema, mostraba a las claras el buen trabajo que Mari le estaba haciendo, a pesar del pantalón.

Instantes después apoyó su otro brazo en mi hombro. Acercó su cara a la mia y me dijo

  • Sabes que me está metiendo un dedo en el coño?

Su rostro decía a las claras que era asi.

  • Me voy a correr.... Siiiiiii....ahhhh...

Que morbo, le había hecho una paja en pleno púb, rodeada de gente!

Se volvió a girar y parecía que se lo fuéra a comer a besos literalmente.  Ya había llegado el momento de acabar la faena en un sitio más íntimo.

Salimos del púb y Mari continuaba con las secuelas del orgasmo, tan pronto besaba a Juan, como lo hacía conmigo.

De camino al coche pasamos por una calle no muy transitada. Juan tomó de la mano a Mari y la hizo entrar en un bloque de pisos, cuya puerta de entrada estaba liberada de cualquier tipo de cierre. Nada más entrar se engancharon como pulpos el uno al otro. Bajó la cremallera del vestido, consiguiendo que las tetas se le ofrecieran en bandeja. Bajó su cabeza y comenzó a comerlas como un loco, a la vez que le subía el vestido, mostrando todos sus atributos. Ante esto me quedé en la calle, vigilando por si venía alguien, aunque desde donde estaba podía ver perfectamente todo lo que hacían.

Mari se puso en cuclillas, desabrochó el pantalón de Juan, saltando su enorme polla fuera como un resorte. Comenzó a hacerle una mamada como ella bien sabe hacer, lamiendo a veces sus huevos.

Juan hizo que se levantara, girándola de modo que se apoyara con sus manos en la pared, ofreciéndole el culo. Dirigió su polla buscando donde meterla. Cuando encontró el coño la metió de golpe, hasta que los huevos chocaron con su culo, iniciando una follaba increíble que arrancaba una mezcla de gemidos de placer y dolor en mi mujer. Llegué a pensar que la oirían los vecinos y llamarían a la policía, sobre todo cuando llegó al orgasmo.

Juan avisó de que se iba a correr, a la vez que aumentaba el ritmo de la follada.

Cuando Mari calculó que iba a llegar, se giró arrodillándose para recibir en su boca las descargas de nuestro amigo, las cuales rebosaron chorreando hasta caer en sus tetas. Ante semejante espectáculo yo no podía aguantar más, necesitaba un desahogo, por lo que, tras comprobar que no había nadie cerca entré en el portal, a la vez que sacaba mi polla por el camino, de tal manera que andaba y me la meneaba a la vez.

Al llegar junto a ellos, Mari aun limpiaba con su boca la polla de Juan, se la pasaba por la cara recogiendo su semen, llevándolo a la boca. Yo, nada más llegar, y tan excitado estaba, que igualmente me corrí, soltando mis chorros por todo el rostro de mi mujer, los cuales recibió con gran alegría, tomando mi polla con su mano libre para alternar las chupadas con las del miembro de nuestro amigo.

Tras unos minutos así, se recompuso la ropa y limpió los escasos restos de semen que había dejado. Salimos del bloque de pisos absolutamente felices.

Juan nos abandonó tras hacernos saber que podíamos contar con él siempre que quisiéramos