Calor y abstinencia... mala combinación
Como el calor y la abstinencia conducen a situaciones inimaginables.
Esta historia es real, solo cambiaré los nombres de los protagonistas... porque nunca se sage quien puede estar leyendo, aunque espero que si se reconoce en el relato lo disfrute tanto leyendolo como yo recordandolo.
Verano del 2008, Madrid mediados de julio, después de ver como España quedaba camepona de Europa de fútbol 32 años después y que Nadal destronara a Federer en la hierba de Wimbledon, en el estío madrileño solo se puede pasar calor... Vivíamos en un piso antiguo cerca de Plaza Castilla 3 personas, yo que por aquel entonces contaba con 27 años, una compañera a la que llamaremos Ana un par de años menor que yo, y el tercero en discordia que se llamaba Alberto.
Era Julio y Alberto se encontraba pasando las vacaciones en su Asturias natal, escapando de un calor axfisiante como el madrileño, por lo que solamente nos encontrabamos en el piso Ana y yo. Ella no era un bellezón, más bien todo lo contrario, era bajita, superaba el metro y medio por poco, además le sobraban un par de docenas de kilos, sus pechos eran pequeños en proporción al volumen de su tórax, aunque su cara era muy bonita con unos ojos verdes preciosos y un cabello entre marrón y pelirrojo largo que formaban una melena que terminaba un poco por debajo de sus hombros.
Como comentaba esto ocurrió la noche de un viernes de julio, ese día por un motivo u otro ambos nos encontrabamos en casa y decidimos sentarnos a ver que vomitaba la televisión sin mayores intenciones que quedarme dormido con el murmullo que emitía, cosa que iba a ser harto complicada porque en aquel piso viejo sin aire acondicionado expuesto al sol durante todo el día se alcanzaban temperaturas demenciales y el conciliar el sueño era una tarea titánica, por lo que como imagináis ambos ibamos ligeros de ropa, por mi parte solía vestir con un pantalón de deportes, bajo el cual no llevaba ropa interior y una camiseta, mientras que ella vestía con un pijama corto de verano. La película tenía unas cuantas escenas subidas de tono, a lo cual si se le suma la abstinencia sexual que tenía y que en ese piso las paredes eran de papel y apenas encontraba un momento para descargar mis tensiones la cosa acabó como acabó, con una notable erección que el pantalón de deporte y la ausencia de ropa interior bajo éste era incapaz de disimular.
Parece que la película te está gustando demasiado... si quieres te dejo un ratito a solas.
Buff, Ana... que vergüenza, no sé que me pasa, debe ser una reacción al calor o yo que sé.
Sí sí... excusas varias. Lo que pasa es que eres un cochino y estás disfrutando con la peli. ¡Hay que controlarse más que no vives solo!
De verdad que no sé que me pasa. Mejor me voy.
No sé que me pasó, pero entre la bronca, la abstinencia, el calor... aquello era imposible que se viniera abajo, yo cada vez más rojo.
Yo sé que es lo que te pasa, vamos es de cajón, hace meses que no traes a una chica a casa... y creo que nunca escuché como te hacías una paja, por lo que tienes que estar que te subes por las paredes, y te pasa lo que te pasa, dijo mientras señalaba mi más que notable erección.
Pues algo de eso va a haber. Pero entiende que no es plato de gusto para mi que esté haciendome una paja y que tú lo estés escuchando, ni creo que a ti te guste.
Por mi no hay problema dijo riéndose... casi prefiero escucharlo que verte con eso apuntando al techo, dijo entre risas.
Que va tía, ni modo, me da mucho corte.
Prométeme que esto no se lo vas a contar a nadie... y mucho menos a Alberto.
Entre el calor, lo surrealista de la situación y que tenía más sangre en la cabeza pequeña que en la grande no pude más que balbucear algo ininteligible.
Dime que de esto no se va a enterar ni Dios.
Vavavale te lo juro, fui capaz de articular.
Ana se levantó del sofá y se bajó los pantalones del pijama, mostrando unas bragas azul celeste con un certo de humedad a la altura de su coño.
- ¿qué te crees que eres el único que está a 2 velas? a mi también me hace falta darle una alegría al cuerpo.
En ese momento me quedé congelado, no supe ni que decir ni como actuar.
Podemos masturbarnos juntos, pero no te emociones... cada uno a lo suyo eh.
¿hablas en serio?
¿qué pasa no te has fijado en como tengo las bragas?
¿Lo hacemos aquí en el salón?
No. Mejor lo hacemos en mi cuarto que estaremos más cómodos.
Nos dirijimos los dos a su cuarto sin saber muy bien como iba a acabar aquello, nunca había sentido el más mínimo deseo sexual hacia ella, y jamás había notado el más mínimo deseo de ella hacia mi... pero en aque momento ambos estabamos desatados.
¿Nos desnudamos?
Casi prefería ponerme un suje...
Voy a ver como te tocas el coñito, ¿qué más te da que te vea los pezones?
Es verdad, dijo con una risa nerviosa mientras se sacaba la parte de arriba de aquel pijama.
Sus pechos eran pequeños, pero contrastaban con unos pezones gruesos y oscuros con una areola bastante grande. Me quité la camiseta y los pantalones dejando ver mi pene erecto en toda su expresión.
¡Anda si vas depilado! jejejeje, no es muy grande... pero es gordita. Me dijo mientras no quitaba ojo a mi pene.
Te toca, le dije mientras señaba sus braguitas azules.
Voy, voy... no seas impaciente.
Se bajó las bragas y dejó a la vista un coño abultado, con unas forms muy definidas y perfectamente depilado.
Mira quien está depilada también.
Jijijiji ya están abiertas las piscinas... ¿qué esperabas? Venga tu primero, quiero ver como lo haces.
Estaba sentado en su cama con la espanda apoyada en la pared y ella de frente sentada en una silla con las piernas abiertas apoyadas en la cama frente a mi.
- Venga quiero verlo, empieza, me dijo en un tono que se parecía más a una orden que a una petición de aquella índole.
Me puse a darme placer suavemente, y en cuestión de segundos no pude contenerme.
Me corro, Ana, me cooooooorro. Dije mientras soltaba 5 o 6 chorretones de semen.
Dios que potencia; exclamó ella, puesto que un par de chorretones de semen acabaron en una mesa que estaría como a un metro de donde estaba.
Se nota que hacía tiempo que no te corrías... dijo con una pícara sonrisa levantandose a coger un paquete de toallitas húmedas para limpiar mis efluvios tanto de mis manos como de la mesa donde éstos habían llegado.
Venga me toca dijo mientras se acomodaba a mi lado en la cama y se llevaba la mano a su húmeda vagina.
Ana empezó a jadear, mientras de su coño emanaban flujos que hacían que sus dedos se lubricaran y aceleraran el rozamiento de estos contra el enorme clítoris que asomaba por su chichi.
- Oye, ya se en que quedamos... y que cada uno a lo suyo, pero me están entrando unas ganas de comerte el coño.
Ella cesó en sus movimientos, y me preguntó.
¿de verdad?
Sí.
Pues tú mismo.
Dicho esto me abalance entre sus piernas y empecé a saborear su coño, primero jugando con la leguna en sus labios mayores, luego lamiendo su prominente clítoris a la vez que introducía dos dedos en aquel caliente agujero, estuve así un par de minutos hasta que empezó a combulsionar y a decir entrecortadamente.
me coooorroo, meeee corro. Para acto seguido soltar un profundo gemido y un gracias.
De nada... pero ahora el que tiene que correrse soy yo, le dije mientras señalaba mi pene totalmente empalmado.
Bueno, habrá que devolverte el favor. Dijo mientras me agarraba la polla y empezaba a masturbarme.
Empezó a hacerme una paja, primero despacito mientras yo jugaba con sus pezones, antes de que pudiera darme cuenta estaba a punto de correrme y al ritmo al que me la meneaba dudaba que pudiera contenerme durante mucho más tiempo.
-Ana, me voy a correr.
Me apartó la mano de sus pechos y acoplandose entre mis piernas siguió masturbandome hasta que me corrí mientras ella dirigía el semen hacia sus pechos.
Menuda lechada que has soltado (decía mientras se lo esparcía por todo su pecho) y que espesita.
¿te gusta?
Mucho... pero aún así voy a la ducha a limpiarme, jijijiji.
Se fue a la ducha, y cuando llegó, me encontró dormido en su cama, se acostó conmigo y ambos recibimos al sabado desnudos en su cama.