Calor, películas y Silvia

Mi primera vez con mi prima Silvia. Verano, una película, nuestros dedos, y al final sexo.

En verano, los fines de semana casi siempre los pasaba en el chalet de mis tíos. Era una buena forma de disponer de una piscina para mí solo. Ellos casi nunca la usaban y mi prima casi nunca estaba en casa. Podía pasar horas allí metido, incluso solo, aunque a ratos también me aburría un poco. Sobre todo al medio día, después de comer cuando mis tíos se echaban a dormir la siesta y mi prima se encerraba en su habitación, casi siempre a chatear con sus amigos desde su ordenador. Tan poca actividad en la casa afectaba un poco mi estado de ánimo.

Aquella tarde no hacía mucho calor, acababa de comer y no me apetecía ir todavía a la piscina. En la televisión no ponían nada interesante y me había quedado sin ideas así que fui a molestar un poco a mi prima, a ver si conseguía que me dejara utilizar un rato su ordenador. Se llama Silvia y por aquel entonces tenía 20 años, tres más que yo. Me dirigí a su habitación y como siempre tenía la puerta cerrada. Siempre lo hacía, podía pasarse horas encerrada allí dentro sin dar señales de vida. Entonces abrí la puerta y me llevé una sorpresa que me costó bastante olvidar. En realidad fue una mezcla extraña entre sorpresa y vergüenza. Silvia estaba sentada frente al ordenador, tenía unos auriculares puestos y en la pantalla, antes de ver como cambiaba de ventana sobresaltada, pude ver un video con unas imágenes de sexo bastante explícitas. Pude ver como apagaba rápidamente el monitor del ordenador y se incorporaba en la silla volviéndose sofocadamente hacia la puerta de la habitación con una expresión asustada para ver quién entraba. Mi reacción fue similar, no sabía qué hacer, si fingir que no había visto nada, volver a cerrar la puerta e irme… y los nervios no me dejaron hacer nada, sólo me quedé en la puerta mirándola.

  • Joder Jorge!, qué susto me has dado. – intentaba no gritar. – Cierra la puerta!
  • Lo siento Silvia, sólo venía a ver si me dejabas un rato el ordenador… - conseguí decir casi sin mirarla a la cara y mientras cerraba la puerta.
  • Pues hay una cosa que se llama “llamar a la puerta”.
  • Ya, lo siento, debí haber llamado antes de entrar.
  • Bueno, no pasa nada, pensé que podía ser mi padre o mi madre, por eso me asusté. No creo que hayas visto nada que no hubieras visto ya.
  • No, si yo no
  • Venga Jorge… sé que lo has visto.
  • Bueno, sólo un poco… - era ridículo mentir cuando era obvio que la había visto al entrar.
  • Oye, están dormidos? – preguntaba por sus padres.
  • Sí, los dos.
  • Pues entonces no hay problema… - y antes de darme cuenta volvió a encender el monitor y al video. – seguro que tú has visto más películas de éstas que yo. – dijo mientras sonreía y volvía a ponerse uno de los auriculares.
  • Vale, te dejo… - me dirigí rápidamente hacia la puerta de la habitación.
  • Oye, que te puedes quedar si quieres, me da igual, de veras.

No podía creer que me encontrara en aquella situación, ¿ver una película porno con mi prima? ¿y que ella me invitara a hacerlo?

  • Pero puede entrar alguien! – le advertí.
  • Ellos siempre llaman a la puerta – a esta frase le dio un tonillo claramente pícaro, ante lo que había pasado antes. – Quédate Jorge, eres un hombre, seguro que te gustan estas cosas. – volvía a sonreir.

Me fue imposible rechazar la oferta. Volví a la habitación y me eché en la cama, que quedaba justo de frente al ordenador y desde donde veía perfectamente el monitor. Silvia se acomodó en su silla, junto al ordenador, y maximizó la pantalla del reproductor de video. Yo ligeramente recostado en la cama tras ella. La habitación estaba casi a oscuras, aunque podía verse todo, y hacía bastante calor, algo quizá aumentado por lo exótico de la situación. Seguía sin creerme aquello.

En aquel momento en la película, un tipo en boxers metía su cabeza entre las piernas de una rubia despampanante, con pinta de secretaria y la falda subida hasta la cintura, tumbada sobre una mesa de despacho. La toma alternaba entre las tetas de la chica y su cara de placer, y unos primeros planos de la lengua del tipo trabajándole el coñito. Tras unos minutos no pude evitar que la polla se me pusiera bien dura mientras veía las imágenes. Iba en bañador, igual que ella, por lo que se me notaría bastante la erección, aunque esperaba disimularlo en la oscuridad de la habitación. De cualquier forma, Silvia parecía bastante concentrada en la película y casi nunca desplazaba la vista del monitor. Tras unos minutos más en lo que ahora era la chica la que trabajaba la polla del tipo, Silvia volvió a sorprenderme aún más.

  • Bueno, me da igual que estés aquí… - la oí decir en voz baja. – y la luz del monitor me dejó ver claramente como llevaba su mano a la parte de debajo de su bikini y comenzaba a tocarse lentamente por encima de él.

No podía creer lo que estaba viendo. No sólo estaba viendo una película porno junto a mi prima, sino que ella se estaba masturbando delante de mí sin ningún pudor. El interés de la situación se multiplicó para mí. No sólo podía ver a la chica de la película, sino que no podía evitar mirar a mi prima tocándose. Silvia era bastante guapa, no muy alta, delgadita, morena, con el pelo liso algo más abajo de los hombros, pero sobre todo muy bien proporcionada, pechos no muy grandes pero muy redonditos y bien formados, al menos lo que podía apreciar con el bikini. Tengo que reconocer que había pensado en ella más de una vez para masturbarme.

En la película la pareja había pasado a la acción y el tipo se follaba a la chica sobre la mesa del despacho con grandes embestidas. Las tetas de la rubia se movían violentamente con cada movimiento. Mi prima continuaba mirando fijamente la imagen y al dirigir mi mirada a sus caderas pude ver como metía ya su mano bajo la telita del bikini, algo que me excitó bastante. Aumentaba el ritmo a cada minuto, me ponía supercachondo ver como movía su mano bajo el bikini mientras miraba como la pareja del video follaba cada vez más salvajemente, ahora con la chica a cuatro patas mientras el tipo le follaba el coñito por detrás. Silvia comenzó a respirar fuertemente. Claramente estaba disfrutando bastante de la escena. Gemía suavemente mientras no paraba el movimiento de sus dedos. La película dejó de tener importancia. Prefería el espectáculo que estaba viendo en directo. Los gemidos se alargaban cada vez más y su respiración entrecortada me hizo comprender lo que estaba a punto de ocurrir. Silvia abrió un poco más sus piernas y aceleró frenéticamente el movimiento de sus dedos. Sólo unos segundos más y un gemido prolongado la llevaron a un excitante orgasmo. Sus piernas temblaban y su cuerpo se tensaba claramente frente a mí, mientras no dejaba ni por un segundo de mover sus dedos bajo el bikini. Vi perfectamente como cerraba los ojos durante aquellos excitantes segundos, hasta quedar relajada sobre su silla. Entre tanto, la pareja de la película seguía follando con fuerza, esta vez sobre el sofá.

Silvia se volvió hacia mí. Vi como miraba por un momento mi bañador y en ese momento me di cuenta de lo dura que tenía la polla y todo lo que se me notaba con el bañador. Cambié instintivamente de posición sobre la cama para tratar de ocultarlo.

  • Pero Jorge… yo pensaba que ibas a hacer lo mismo que yo. – dijo entre sonrisas. – Te da vergüenza o qué?
  • Pues la verdad es que un poco
  • Pero cómo te va a dar vergüenza hacerlo si yo también lo hacía ¿! Además, Jorge, que vas a reventar, hombre, que he visto como estás! – no dejaba de sonreirme. – mira, ellos no han terminado, aún estás a tiempo – me dijo mientras se reía mirando la película. – Además, tú me has visto a mí, así que lo justo es que yo te vea a ti, no crees? – de nuevo esa sonrisa pícara en su cara.
  • Pero es que aquí
  • Siéntate en la cama. – sonrojado por la situación, hice lo que pedía. Mi polla se notaba bien abultada bajo mi bañador. Silvia se levantó de la silla y se acercó hacia mí.
  • Verás qué bien… - me dijo en voz baja.

Silvia se dio la vuelta, de pie frente a mí, dándome la espalda, y comenzó a agacharse hasta tocar su culito mi bañador. Suavemente se sentó sobre mí, su bikini sobre mi bañador, apretando bien mi polla entre su culito y mi cuerpo. Comenzó a moverse poco a poco, moviendo sus caderas sobre mí.

  • Nunca has estado con una chica, verdad? – preguntó en voz baja mientras no dejaba de moverse rozando su cuerpo contra el mío. –me daba vergüenza reconocerlo, pero era cierto, aún no lo había echo de verdad con una chica.
  • No. – logré decir.

Estaba tan cachondo que un par de movimientos más sobre mi polla hicieron que mi excitación llegase al límite. Sin tiempo a reaccionar no conseguí evitar empezar a correrme encima de placer.

  • Silvia… - conseguí decir entre hondos suspiros de placer mientras mis piernas comenzaban a tensarse bajo ella. – Silvia se levantó y se volvió a mirarme rápidamente de pie frente a mí.

Yo llevé una mano a mi polla y comencé a meneármela rápidamente sobre mi bañador mientras me corría de gusto, notando como mojaba todo el bañador y mi leche resbalada por mi polla.

Cuando abrí los ojos, Silvia estaba frente a mí mirándome fijamente, esta vez con gesto más serio, pero esbozando una media sonrisa.

  • ¿Ves? Si sólo había que empezar
  • Me ha gustado mucho, Silvia.
  • Y a mí me ha encantado verte, Jorge, de verdad.
  • ¿Verme?
  • Ver como disfrutabas conmigo. Me gusta saber que un chico disfruta de verdad con lo que le hago. Y, a tu manera, tu me lo has demostrado.
  • Vaya… - no sabía qué decir
  • ¿me aceptarías como tu primera vez?
  • ¿a qué te refieres?
  • Mis padres saldrán esta tarde y estaremos los dos solos. No quiero obligarte a nada, pero me gustaría ser la primera chica con la que lo haces. ¿qué me dices? – después de lo que había pasado no iba a negarme a nada.
  • Hasta luego. – esta vez le devolví la sonrisa y ella entendió perfectamente que aceptaba su proposición. Salí de la habitación y fui a limpiarme un poco y cambiarme de bañador.

La tarde fue larga. No podía dejar de pensar en lo que había pasado y me aterraba pensar en lo que podía pasar más tarde. Era un poco raro pensar que la primera vez puedes tenerla así de planeada, a pero a la vez me excitaba la idea. De cualquier forma, estaba muerto de miedo, me daba vergüenza no estar a la altura. Durante la tarde nos cruzamos un par de veces por la casa, casi sin mirarnos, y sin decirnos nada. A las 19:00 en punto mis tíos se fueron. ¿Qué hacía ahora? Los nervios no me dejaron reaccionar y me quedé simplemente sentado en el sofá del salón. A los pocos minutos Silvia apareció allí y se quedó mirándome desde la otra punta del salón. Seguía con su bikini amarillo.

  • ¿quieres hacerlo? – a pesar del miedo no iba a desaprovechar la oportunidad y asentí con la cabeza y ella sonrió.

Menos mal que has dicho que sí, porque si no, no sé que hubiera hecho con esto. Levantó una mano enseñándome un preservativo mientras se reía. Menos mal que estaba llevando ella la iniciativa porque yo ni siquiera había pensado en los condones. Se acercó lentamente hacia mí y pude verla de cuerpo entero. Estaba preciosa con aquel bikini. Se quedó de pie frente a mí mientras yo seguía sentado en el sofá. Llevó sus manos a la espalda y antes de darme cuenta se había quitado la parte superior del bikini dejando sus tetas al aire. Dios... cuántas veces las había imaginado. Ahora las tenía delante. Silvia tomó mi mano y la llevó a su pecho. Fue fantástico sentir sus tetas entre mis dedos, suaves, tersas. Comencé a acariciarlas con mis dedos, su piel, sus pezones, aún sin creer lo que hacía. Se acercó un poco más a mí y llevé mi otra mano a su cintura para sentir su piel. Me encantaba aquella sensación… Acaricié su cintura, sus caderas, su vientre, letamente… mientras miraba lo que quedaba de su bikini fijamente.

  • Quítamelo… - me dijo susurrando.

Llevé mis manos a su bañador y lo retiré poco a poco hacia abajo, sus muslos, sus rodillas, hasta que cayó al suelo. Tenía el coñito depilado casi por completo, tan sólo tenía un poco de pelito por la parte de arriba, algo que me encantó descubrir. Había visto muchas películas, pero aquello era incomparable.

  • Me puedes tocar, Jorge… no te cortes conmigo por favor.

Acerqué una de mis manos a su coñito y lo acaricié suavemente, primero el pelito, muy muy cortito, después sus labios, presionando un poco y sintiéndolos algo húmedos.

  • Déjame a mí ahora… - volvió a susurrar. – ponte de pie. – yo obedecí sin decir nada.

Silvia, agachándose un poco, bajó mi bañador rápidamente y lo tiró sobre el otro sofá, lejos de nosotros. Mi polla quedó bien dura ya frente a ella. La acarició suavemente con la yema de los dedos y volvio a levantarse quedando los dos desnudos uno frente al otro. Se acercó aún más a mí, hasta que mi polla tocó sus muslos y me pidió que me volviera a sentar en el sofá. Tomó de nuevo el condón, lo abrió rápidamente y se arrodilló para colocármelo. Lo hizo suavemente, mientras yo disfrutaba del roce de sus dedos por mi polla. Tras colocármelo se volvió a poner de pie, abrió un poco las piernas y se colocó sobre mí, con mis piernas entre las suyas. Se agachó poco a poco hasta tener mi polla a la entrada de su coñito. Sus tetas quedaban frente a mí y no me pude resistir a lamerlas mientras sentía como Silvia tomaba mi polla con su mano y la colocaba en su coñito lentamente, rozándola un poco primero, y después presionando ligeramente hasta tener mi capullo dentro de ella. No podría describir aquella sensación, sentir mi polla entrar en su coñito suavemente, poco a poco hasta tenerla toda dentro de ella.

  • Silvia para por favor… - estuve a punto de correrme con solo el primer roce con su coñito. Un movimiento más y me hubiera corrido sin remedio.
  • Tranquilo… me susurró al oido. - Iremos al ritmo que quieras

Le pedí a Silvia que parara durante un minuto, necesitaba hacerlo o todo acabaría muy pronto. Estuvo sentada sobre mi polla durante esos segundos, sin decir nada, sólo mirándome a los ojos. Sentía el roce de sus tetas sobre mi pecho, algo que no me ayudaba a tranquilizarme, aunque tras unos segundos más me sentí capaz de seguir un poco más y le susurré al oido que siguiera despacio. Silvia comenzó a mover lentamete sus caderas sobre mí. Movimientos muy lentos, haciendo que mi polla entrara y saliera tan sólo un poco de se coñito. Mis manos recorrían su espalda, acariciándola, sintiendo su piel, su respiración… Sobre mi pecho, sus tetas se movían al ritmo de sus caderas. Yo trataba de concentrarme en no excitarme demasiado, pero Silvia me lo ponía difícil a pesar de sus esfuerzos. Una vez más me sentí al borde de correrme y tuve que volver a pedirle que parara de moverse. Ni siquiera quise sacársela por temor a no aguantar el placer. Una vez más paramos durante unos segundos, quizá un minuto. Silvia, no dejaba de repetirme que no me preocupara.

  • Es normal, Jorge, pero lo estás haciendo muy bien… seguiremos cuando tú quieras.

Un minuto más y me había relajado lo suficiente como para seguir.

  • Vamos Silvia, un poco más. – conseguí decirle.

Instantáneamente, comenzó a moverse de nuevo sobre mí, esta vez con movimientos más largos, haciendo que mi polla entrara bien en ella en cada movimiento. Yo la sentía bien calentita dentro de ella, una y otra vez. Era tremendo el placer que sentía cada vez que sentía mi polla entrar en ella. Me estuvo follando de aquella forma durante unos minutos hasta que de pronto dejó de hacerlo.

  • Vamos, ahora demuéstrame que eres un hombre.

Se levantó rápidamente y me tomó de la mano invitándome a que la siguiera. Me llevó hasta su habitación, dejándome al borde de la cama. Ella se echó boca arriba en la cama y abrió bien sus piernas para mí, dejándome ver su coñito bien abierto todo para mí. Entendí que ahora me tocaba a mí llevar la iniciativa. Me coloqué sobre ella torpemente, llevando mi polla hasta su coñito con una mano, entonces la empujé bien dentro de ella en una sola embestida. Notaba mis huevos tocar su coñito y aquello me excitó aún más si cabe. Varias embestidas de mi polla y no tuve más remedio que volver a parar. Casi no podía moverme sin hacer un esfuerzo enorme por no correrme de gusto. Mientras mantenía mi polla dentro de ella me preocupaba de lamer su cuello, su pecho… algo que ella me agradecía con una sonrisa enorme.

  • Vamos cariño, sólo un poco más… - me dijo Silvia entre su respiración claramente entrecortada.

Comencé a metérsela de nuevo, lentamente, no me atrevía a hacerlo más rápido, pero sin pausa, sentía mi polla entrar y salir de ella continuamente. No podía aguantarlo más, sentía mi polla bien hinchada, queriendo estallar de una vez.

  • No puedo más Silvia.
  • Está bien, Jorge, vamos, hazlo

Mis movimientos se hicieron más rápidos, mi polla entraba ahora hasta bien adentro de ella, en cada movimiento más y más adentro y más y más rápido hasta que no pude aguantarlo más y exploté de placer dentro de ella. Sentí como me corría bien fuerte dentro de su coñito, llenando el condón de mi leche bien caliente. Durante unos segundos no pude hacer otra cosa que moverla bien rápido dentro de ella mientras me corría de gusto como nunca. Cuando caí relajado sobre ella, me retiró de encima y vi como se empezaba a sobar el coñito bien rápido, más rápido que nunca, durante unos segundos más hasta que soltó un enorme gemido mientras su cuerpo se estremecía en un gran orgasmo.

Permanecimos varios minutos tumbados en la cama sin decir nada. Mi polla poco a poco se relajó y me quité y anudé el condón, dejándolo sobre la cama.

  • Ha estado muy bien Jorge. – dijo de repente Silvia.
  • Siento no haber aguantado más.
  • No te preocupes, hombre, has estado genial para ser la primera vez!

Después de aquella ocasión no volvió a ocurrir nunca más, al menos hasta el momento, aunque sí lo hemos comentado muchas veces entre nosotros. Eso sí, Silvia se convirtió en mi confidente sexual, y habamos de cualquier cosa abiertamente. Sin duda, una ocasión que recordaré siempre.