Calor FUERA de las duchas (4)

Con el calor de la primavera, refrescarse en la piscina suena apetitoso... Pero, ¿no es mejor refrescarse en compañía de jóvenes cuerpos atléticos y calientes? Creo que en vez de refrescarme, ¡voy a pasar aún más calor!

Antes que nada, gracias por vuestras valoraciones y comentarios que me animan a seguir escribiendo. Aprovecho la oportunidad para pediros que me valoréis y comentéis éste relato sinceramente. Gracias;)

Éste fin de semana nos tocaba descanso, no teníamos partido. A mí me dio un poco de pena, ya que era una pena no poder estar en contacto con jóvenes cuerpos calientes.

El caso es que ya que no teníamos partido, y como hacía buen tiempo, pensé en invitar a un par de amigos a la piscina de mi casa. Inmediatamente pensé en Alberto y Javier, quienes rápidamente me confirmaron su asistencia.

Ese sábado mis padres se habían ido de vacaciones de fin de semana a una casa rural para desatar sus pasiones, así que estaba completamente solo.

Llegaron a mi casa a eso de las 12 del mediodía. Como aún hacía un poco de fresco para bañarse, decidimos tomar el sol en las hamacas del jardín. Me quedé sentado observando cómo ellos se sacaban las camisetas y dejaban al descubierto esos torsos musculazos, y con los bañadores se exhibían esas potentes piernas musculadas y recientemente depiladas. Me pillaron observándolos, me sonrieron, y yo me sonrojé. Al final nos tumbamos a tomar ese maravilloso sol español. El tener a dos chicos con físicos envidiables me calentaba tanto o más que el sol.

Cuando el sol me había hecho sudar, pensé que ese era el momento de meterse en la piscina.

-Hace calor… ¿y si nos metiéramos en la piscina?-dije.

-De acuerdo, vamos,- dijo Javier, dejando en exposición ese maravilloso culito salido cuando se agachó a poner bien la toalla sobre la hamaca.

El agua estaba a 23 grados, una agradable temperatura. Nos metimos dentro, después de juegos, chapoteos, y salpicaduras traviesas. Una vez dentro, hicimos eso que hacen todos los chicos, para demostrar su hombría: "pelearnos". Se trataba de cogernos, establecer un contacto descarado con el cuerpo del otro i pudiéndolo tocar gratuitamente sin ningún tipo de problema. Fui primero a por Javier. Su culito salido invita a ser tocado, y sin duda es a él a quien quería tocar primero.

Me abalancé encima de él y rodeé su cuerpo con mis manos, apretando fuerte esas potentes nalgas. Por respuesta obtuve una sonrisa pícara. Empecé a notar la erección que me apretaba el bañador. Tener una erección en la piscina es algo un poco incómodo pero muy excitante, sobretodo con tan grata compañía. Alberto, ni corto ni perezoso, me abrazó desde atrás, poniendo su mano sobre mi bulto. La situación estaba así: Alberto detrás de mí, de manera que yo notaba su bulto en mi culo, mientras él me tocaba el paquete, y Javier de cara a mí, mientras yo le apretaba las nalgas, y él cogía las de Alberto.

Entonces noto como la mano de Alberto me desabrocha el cordón del bañador, y me lo baja suavemente. Mi polla salió disparada hacia arriba, poniéndose recta a 90 grados con mi cuerpo. Entonces, Javier se sumerge mientras noto que Alberto se desabrocha su bañador.

No sé si os lo han hecho nunca, pero una mamada bajo el agua es algo delicioso… El agua está fresca, y la boca caliente… Delicioso. Javier me la está chupando, mientras noto que el capullo de Alberto me busca el ano. Javier sale a respirar, me da un beso fugaz en los labios, y se sumerge una vez más. Entonces noto el habitual dolor de algo cuyo diámetro es superior al de mi ano. Me intento relajar, gritando no conseguiré nada más que la atención de los vecinos. Noto que el joven pene de Alberto me penetra, suavemente, lubricado por el agua. Intento desviar mi atención hacia la mamada submarina.

Javier pasa la lengua por el frenillo, para después con los labios besarme el capullo, e introducirse de lleno mi polla en su boca (dentro de lo que cabe). No se por qué, pero parece como si antes de venir se hubieran puesto de acuerdo sobre lo que me iban a hacer, parecía algo tan matemáticamente calculado

Ahora la penetración no me produce dolor, entra y sale suavemente gracias al suave movimiento de cadera, mientras Alberto me coge las tetitas y me susurra al oído que me agradecen la invitación a la piscina. Creo que más que refrescar, ¡me hace pasar aún más calor!

Javier parece haber acabado su faena, porque asciende y me sonríe, y me besa. Me besa con ternura, con la inocencia de un chico de 14 años, con dulzura. Alberto saca la polla suavemente de mi culo y se pega a mí y me abraza. Se puso cerca de mi oreja derecha, mientras Javier dejó de besarme, y se pegó a mi oreja izquierda. Sí, creo que lo habían planeado cuidadosamente. Entonces, ambos me dicen simultáneamente:

-Vamos al baño…-

Cerca de mi piscina, en mi jardín, hay un baño con ducha, cosa habitual en las casas de los alrededores. Vamos allí, y cerramos la puerta con pestillo. Nos despojamos de los bañadores, que se quedan mojados y espachurrados en el suelo, y nos metemos los tres en la ducha. Como en el baño no hay luz, estaríamos totalmente a oscuras si no fuera por el tenue rayo de luz que se cuela por debajo de la puerta, y me permite ver los cuerpos mojados y atractivos de mis "secuestradores".

Ellos me controlan, soy como una marioneta de sus placeres, se mueven con soltura, y logran que haga lo que ellos quieren sin rechistar. Tampoco voy a hacerlo, estoy encantado. Ahora se intercambian los papeles, Alberto se agacha, y el chorro de agua tibia de la ducha cae sobre su cabeza y boca, dentro de la cual ahora está mi polla. Javier se dispone a encularme, y temo que me hará un poco de daño, ya que su polla es un poco más larga y ancha que la de Alberto. Pero me entrego a las pasiones sin pensármelo.

Alberto la chupa de una forma distinta a la de Javier. Él es más partidario de hacer un poco más de presión con los labios, mientras se mete y se saca el pene rápidamente, como masturbándome con la boca. De todas formas, lo hace deliciosamente, y no me duele ya que estoy mojado por el agua de la ducha, ya que de otra manera, la fricción me irritaría el prepucio.

Noto cómo el capullo de Javier empieza a entrar, no sin dificultad, dentro de mi culo. Entra un poco más, y el resto viene de golpe con el golpe de sus huevos con mis nalgas. Un ruido que se repite una y otra vez, a medida que entra y saca el pene de mi culo. Bendita gracia de los quinceañeros, que podemos mantener una erección durante horas (yo lo he sido hace poco, y aún me mantengo con esa fuerza). No tardo mucho en correrme en la boca de Alberto, quien la abre para recibirlo todo, y se levanta, me mira, cierra la boca y se lo traga. Es de lo más excitante.

Parece como si Javier pillara la señal, y saca la polla de mi culo, como si estuvieran esperando éste momento. Entonces él se pone de pie al lado de Alberto, y los dos sonríen y se miran sus respectivos penes. Yo pillo el mensaje: quieren que se las chupe. ¿Y qué es lo que voy a hacer? ¡Pues chupárselas!

Cojo la polla de Javier que está a mi izquierda, y me la meto en la boca suavemente, primero saboreo el capullo y después el resto, mientras que con mi mano derecha cojo y masturbo suavemente la polla de Alberto. Me doy cuenta que desde que entramos en la piscina la erección de todos no ha decaído. ¡Ojalá pueda mantener esa fuerza a los 30 años!

Después de haberme metido la polla de Javier en toda su integridad dentro de mi boca, dejo de agarrarla con la mano y en vez de eso le aprieto el culito salido que tiene, mientras su polla se menea dentro de mi boca, en una lucha con mi lengua por el terreno. Entonces me doy cuenta de que la polla de Alberto puede estar un poco celosa, así que me saco la de Javier, de la cual cuelga momentáneamente un hilillo de saliva que la une con mi lengua, el cual se parte al cabo de un segundo, mientras giro mi cabeza para encararme a la de Alberto.

Con mi mano izquierda le toco el culo a Javier, y con la derecha muevo la parte de la polla de Alberto que no está dentro de mi boca, masturbándolo mientras beso cálidamente su capullo, muevo mi lengua de manera suave pero incesante, un movimiento circular que se para en el frenillo y sigue una y otra vez así.

Pienso que lo ideal sería que se corrieran a la vez, pero eso sólo pasa en los cuentos de hadas, así que después de ir intercalando entre pollas (Javier, Alberto, Javier, Alberto…), el primero en correrse fue Javier, quien abrió la boca con una mueca, mezcla de "oh" y sonrisa, y con su mano derecha me aguantaba la cabeza para que no sacara su polla de mi boca (cosa que no iba a hacer), y sentí varias descargas de leche, primero una, la más sustanciosa, que vino después de unas palpitaciones que empezaron en su cadera, subieron por sus marcados abdominales, siguiendo por los pectorales y finalmente la cabeza. Después de esa, vinieron 3 más, pero menos cargadas. Le miré desde abajo, con la mano izquierda sujetando su polla y con la derecha la de Alberto, y subí hasta ponerme a su altura para que viera su leche en mi boquita. La miró, se mordió el labio de abajo, y cerré la boca y me la tragué. Cierto es que es un poco salada, pero cuando tienes un joven cuerpo delante, mojado, musculazo, atractivo… Se hace dulce. Cuando me la hube tragado, me dio un suave beso en los labios, y él salió de la ducha, dejándonos solos a Alberto y a mí.

Sólo quedaba él por correrse, y me metí su polla con decisión en mi boca. La cogí con las dos manos, ya que no tenía que coger la de Javier, quien estaba fuera de la ducha secándose. El pene entraba una y otra vez en mi boca, mis labios mojados recorrían el tronco y besaban el capullo, y mi cabeza se inclinaba a derecha e izquierda alternativamente pera darle más placer a mi joven presa. Me la comía, lo hacía con ganas, su joven musculatura, aunque no tan marcada como la de Javier, ya que a éste se le marcaba mucho; era bonita, y con el agua mojándola, pasar la mano por ahí era un delirio. Alternaba con una mano masturbándolo y con la otra disfrutando de sus tetitas, o sus abdominales, o su culito.

Al final, noté que temblaba. Había notado el líquido preseminal hacía pocos momentos, y sabía lo que venía ahora. Y vino. Alberto se corrió de manera diferente a Javier: el primer trallazo fue poco abundante, y el segundo también; mientras que el tercero y el cuarto fueron muy consistentes. No dejé que se escapara nada de eso. Todo fue a parar a mi boca. Él me miraba, con ojos inocentes, y yo, por segunda vez, me tragué todo lo que había salido de ese joven cuerpo. Le cogí el culo con las dos manos mientras me alzaba, y le di un beso en los labios, como a Javier.

Nos secamos y nos vestimos, ya que se había hecho tarde (¡eran las 3 de la tarde!), y mis padres no tardarían en llegar y no les sienta bien ver que he traído gente a casa sin su permiso.

Se marcharon con sonrisas en sus caras, y promesas de que teníamos que volver a disfrutar de mi piscina. Yo me quedé en el portal, viendo cómo se alejaban, y mirando cómo se movían sus culitos al caminar. El culo salido de Javier… era tan apetecible… Y Alberto no le tenía nada que envidiar, lo tenía tan redondo

¡Espero poder estar de vacaciones eternamente!

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