Calor en las duchas (3)
En el partido de ida, un jóven con melena dorada me pilla en el váter... Jugar a baloncesto es la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Lo que os voy a relatar hoy me pasó el fin de semana pasado, en un partido de baloncesto.
Como en cada partido, tuvimos que llegar una hora antes para calentar. El caso es que yo ya iba muy caliente, porque jugaban con nosotros algunos jugadores cadete (entre ellos Alberto y Aitor).
El caso es que el equipo contrario ya había llegado, y fui fichando a los jugadores uno por uno:
Uno parecía a Jesucristo de lo barbudo que iba, otro con demasiados granos, etc. Hasta que vi a un chico que llevaba la camiseta al revés (lo cual indicaba que era cadete también 14 a 16 años), y era rubito, con el pelo ligeramente ondulado, y las puntas curvadas hacia arriba. Tenía los brazos musculosos sin embargo de su corta altura (más o menos 1,65), y era bastante guapo. Tenía un culito redondito, de aquellos que parecen hechos con compás de lo redonditos que son. Sobretodo atractivo, vi que se cambiaba la camiseta y casi me da un infarto al ver esos abdominales.
El caso es que jugamos, y cuando me tocó entrar, me entristecí al ver que no me tocaba defenderle, porque yo soy bastante más alto que él. Pero al cabo de dos minutos, vi que cambiaban a otro jugador de mi equipo, aún más alto que yo, y que claro, me tocaba defender a ese pequeño angelito a mí.
No sabéis el gusto que me dio poder rozarle, y poder contactar con su sudor. Me fijé que tenía las piernas muy lisas, depiladas. Oí que le llamaba uno de sus compañeros de equipo: Iñaki. Por el amor de Dios, éste Iñaki parecía buen material para mis futuras pajas.
Total, que el partido acabó y perdimos (cosa extraña), y nos fuimos al vestuario. Pero yo antes de ir al vestuario, fui a un lavabo que estaba fuera de los vestuarios, un lavabo común. Entré, y cual fue mi sorpresa al ver a Iñaki de pie, pero con su brazo derecho (él estaba de espaldas) moviéndose sospechosamente. Se giró, me miró con la boca abierta (en ese momento me di cuenta que yo también la tenía abierta), y sonrió. Creo que en ese momento me quedé aún más boquiabierto.
-Ven, pasa
Aún me quedé más exclamado en ese momento. Entré, cerré la puerta con el pestillo, y le miré. A continuación, vi como esos brazos musculosos que salían de esa camiseta sin mangas, se dirigían al final de su camiseta, y se la levantaba. Dejó al descubierto esos abdominales de infarto. Creo que en ese momento vi en el espejo el prominente bulto sospechoso que había en mis pantalones.
Yo no podía creerlo. ¡Qué bien que hice en apuntarme a baloncesto, es algo de lo que no me arrepentiré nunca!
Pfff notaba cómo me subía el calor Él se me acercó, y me puso sus dos manos en mis nalgas, apretando ligeramente mi culo. Me miraba con una sonrisa.
-Tienes un culo bonito: firme, pero redondo,-me dijo.
¡Qué precoz era el niño! A saber cuántos años tendría.
-¿Qué edad tienes?
-Catorce pero te aseguro que por dentro soy un adulto
¡Por Dios! Me sentía como un asalta cunas, ¡era un crío! Pero estaba tan bueno ¡Cualquiera le dice que no!
Opté por hacer lo mismo que él: poner las manos en su culito Y me besó. No se que pasa, pero cuando un chico guapo te da un beso, sientes un cosquilleo en el estómago la mar de placentero. Nuestros bultos de los pantalones se rozaron, le agarré con pasión
Empecé a apretarle suavemente las tetillas, a notar los abdominales (eso no eran abdominales, ¡podían pasar perfectamente por una escalera!), a pasar la mano suavemente sobre su bulto lo toqué suavemente, su polla bajó, y cuando saqué la mano volvió a subir como impulsada por un muelle, y se oyó el raf-raf de las fibras del pantalón en contacto con su polla.
No me lo pensé más, me agaché en ese baño, le baje los pantalones elásticos, y ahí estaba, esperándome una polla que se le marcaban los vasos sanguíneos, una polla musculosa.
No estaba mal, pensad que era un niño de catorce años. El caso es que entró el capullo primero en mi boca. Él hizo el gesto tan conocido por todos de mirar al techo. A veces me pregunto si mirar al techo da más placer cuando te la chupan. Y también pienso si los chicos de 14 años se ponen azúcar en la polla porque ¡la tienen muy dulce! ¿O es la dulzura de la inocencia?
El caso es que se tiene que ir con cuidado, empezar a chuparla repentinamente podía romper la magia del momento. Primero el capullo, lamiéndolo y babeándolo suavemente. Cuando está humedecido y dilatado, se puede introducir el resto del pene (lo que quepa), y con la lengua por debajo de él, balancear la cabeza para adelante y para atrás, mientras el pene entra y sale. Y eso es lo que yo le hacía, y como era tan musculoso este chico, le tocaba el culo, se lo apretaba, se lo tocaba por la zona que más me pone (justo cuando empieza el culo y justo cuando acaba, donde hay más curva), y notar su pecho musculoso, y brillante por el sudor era tan erótico
El chico no tardó en correrse Es tan delicioso el tacto de algo caliente, porque si no fuera por sus contracciones, no lo hubiera notado, ya que estaba calentito, viene como por sorpresa, notar el gusto sorprende agradablemente. Sacó el braco con el bíceps marcado que me acariciaba la cabeza, y me dio un piquito con los labios húmedos, y antes de separarlos, en ese momento tan fugaz, me dio un leve mordisco en mi labio. Algo estimulante, que se acentuó cuando me agarró del culo y empezó a descender
Me bajó los pantalones, y otra vez oí el familiar raf-raf de las fibras sintéticas, y allí estaba mi polla, recta, húmeda por el líquido preseminal
Primero, puso la lengua por debajo del capullo y chupó el líquido preseminal.
-Eres delicioso,- le dije
-Tú sí que eres delicioso
Cuando degustó aquél fluido, quiso más, y empezó con suavidad, lento, introduciéndose el pene y sacándolo, y al mover la cabeza, su pelo dorado se mecía hacia delante y hacia atrás, y le acaricié el rostro mientras lo hacía. Era delicioso, mientras le acariciaba la mejilla, notaba el bulto que mi polla hacía dentro de su boca, y mientras él me agarraba el culo avanzaba el ritmo de su trabajo.
Cuando estuve a punto de caramelo, le paré:
-Para por favor me gustaría hacer un "completo"
Aún con mi pene en la boca y con sus ojos hacia arriba mirándome, pegó un último lametón dentro de su boca, y lo sacó. Se dio la vuelta, puso el pie derecho encima del váter, y me invitó a que pasara.
Le acaricié la nalga como si fuera algo delicado. Me chupé un dedo, y se lo introducí, pero para mi sorpresa ya estaba bastante dilatado, así que me chupé el dedo corazón y le introducí los dos. Pensé que no le dolería al estar tan dilatado.
Me cogí la polla de la base, y la puse en la boca del lobo. Le introducí el capullo, y el miró hacia arriba con una sonrisa, como un gesto queriendo decir "esto es sólo el principio, ahora viene más". Y en efecto, un suave movimiento hizo que entrara el resto suavemente, como lubricado. Iñaki se mordió el labio inferior, y puso los ojos casi en blanco, y no pudo dejar escapar un "Oohhhh .", mientras una gota de sudor resbalaba desde la base del cuello por su magnífica espalda, dejando un rastro brillante
Y la excitación subía, y el ritmo también. Nunca se me irán de la cabeza estos recuerdos, la suerte que he tenido al poder tener estas maravillosas delicias preadolescentes
El ritmo iba subiendo, y cada vez Iñaki soltaba con más frecuencia un gemido de placer y cuando estaba a punto de caramelo, le dije:
-Paremos aquí, y ahora podrías acabar lo que empezaste antes,- le sugerí.
-Eres un goloso ¿eh? Te follas a éste bombón, ¿y ahora quieres que te la chupe? Pides mucho, pero me gustas
Me dio otro pico con mordisquito. Creo que eso es lo más excitante que se ha inventado jamás. Y más aún si te están manoseando la polla
Y volvió al trabajo, esta vez empezando con más velocidad que la anterior, retomando lo que había dejado. Tenía el pene brillante, lo lamía para evitar que la fricción con sus labios lo irritara, todo un experto en el arte.
Y cuando ya llevaba medio minuto más o menos, me vinieron unas contracciones, y me corrí en la boca de aquél chico. Él abrió la boca para que yo viera que lo tenía dentro, y allí estaba, encima de su lengua. Me miró con una mecha ondulada dorada que cruzaba su cara, con cara de pillo, y curvó la lengua y se lo tragó. Sonrió antes de levantarse, y me dio un pico con mordisco.
-Buen partido, campeón,- me dijo al tiempo que me daba una palmada en el culo.
Yo, le di una palmada en el culito, se giró, y su melena dorada dio la vuelta, sonrió y se fue. Cada uno se fue a su vestidor.
El mejor partido de mi vida ¡no puedo esperar al partido de vuelta!
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