Calor en las duchas

Cómo unos jóvenes jugadores de baloncesto me seducen en los vestuarios.

Hola a todos, soy oskr2005 y os voy a brindar con un relato dedicado a todos aquellos jóvenes que no tienen clara su sexualidad.

Tengo 18 años, soy alto y bastante atractivo, con un físico bello y bien dotado. Practico el baloncesto, y os voy a contar lo que me ocurrió el otro día en el vestuario.

Yo juego en la categoría de 18-20 años, pero el último día, para que los jóvenes aprendieran, jugamos con los de la categoría de 16-18. Como podéis imaginar, todos muy monos y jovencitos y alguno musculadito.

El caso es que después de sudar en el entreno y tener la piel brillante y todo, fui a hablar con el entrenador que quería comentarme algo. Otros dos jugadores de la categoría inferior se fueron a la máquina de bebida para tomar algo antes de ducharse. El caso es que el entrenador se entretuvo bastante conmigo, y cuando llegué al vestuario, no vi a nadie.

El caso es que para ducharme tranquilo, cerré el vestuario con llave. Cuál fue mi sorpresa al ir a mear en un lavabo (como una cabina), vi a aquellos dos chicos que fueron a la máquina allá, como esperándome. Ellos eran Javier y Alberto. Os los describiré: Javier tiene el culo salidito, bastante, es de altura normal, complexión musculada (se le marcan los brazos), y atractivo de pelo negro corto y de punta. Tiene 17 años. Alberto tiene 18, y es más o menos igual, es guapetón, también tiene tableta y viste un poco ancho, y con los pantalones siempre se le ve el culito.

En cuanto me vieron entrar, se acercaron a mí, primero Javier, me dio un beso en los labios sin lengua, mientras me tomaba la mano y la ponía en su culo. Al acabar el beso, me tocó el paquete ligeramente. Yo: flipando. Después, Alberto se me acercó, y no tuvo que cogerme la mano: ya la puse yo en su culo mono. Se sacaron la camiseta sin mangas, dejando ver su torso musculazo, mientras sonreían pícaramente.

Alberto se agachó, y me empezó a tocar el paquete, mientras Javier me empezó a besar calmadamente. Me empecé a sentir cómodo en aquella situación, y empecé a sentir suavemente el culito salido de Javier de arriba abajo, mientras sentía sus labios secos y su lengua mojada. Alberto ya me había sacado la polla (19 cm) y la estaba empezando a lamer con calma y a entrársela en la boca sin apretar mucho con los labios.

Yo estaba flipando, ya que sólo les conocía de la cancha pero me ponían muy cachondo sus cuerpos y como me trataban. Mientras Alberto no paraba, le dije a Javier que se subiera a la taza del váter (tapado, claro) y le empecé a bajar los pantalones, de una manera muy sexy, como permite la goma elástica, mientras sentía los poderosos abdominales y pectorales. Me encantaba tocar esas tetitas duras por el ejercicio, estaba flipado realmente.

Llevado por la emoción, empecé a introducirme lentamente el pene de Javier en la boca. Primero, puse la lengua en su frenillo, y moviéndola lentamente, lamí el frenillo para después introducirme el capullo y sacarlo y meterlo lentamente, mientras con los dedos pulgar, índice y corazón le cogía los huevos. Intentaba hacerlo como me gustaría que me lo hicieran a mi, mientras Alberto comía con saña.

Al rato de comer y ser comido, sentí que Javier ponía los ojos en blanco, y me cogía de los lados de la cabeza y me empujaba la cabeza hacia su pene y empezaba a temblar. Sí, se corría en mi boca.

La primera vez que pasaba eso. Se corrió, y degusté su corrida. No me la tragué directamente, la saboreé un rato. Después me la tragué y eso le gustó, dada su cara de satisfacción.

Se bajó del vater, y empezó a porrearme suavemente mientras nos tocábamos los músculos, preferentemente los pectorales duros, y yo disfrutaba de su maravilloso culete salido.

Ahora que chupar no me desconcentraba, puse mi atención en sentir como Alberto me la comía. Era algo delicioso, babeándola suavemente i pasando sus labios sin presionar, una delicia, mientras se tocaba los pectorales, y tanta delicia hizo que me viniera.

Era la primera vez que me la comía un tío, y la primera vez que me corría en su boca. Ciertamente, dominaba el arte de mamar como el de jugar al baloncesto. Él, lo notó y abrió la boca para que yo viera cómo tenía la corrida en la boca, y se la tragó con suavidad, dibujando una maravillosa sonrisa.

Se secó con la muñeca, y me despidieron tal como me saludaron: un besito y toqueteo. Era una delicia tocar aquellos paquetes que tanto prometían.

Las únicas palabras que pronunciaron fueron que querían cambiar de papeles el próximo día, a lo que yo le toqué el paquete a Alberto y Javier me lo tocó a mi.

Cogieron sus mochilas, se fueron, y yo, me miré al espejo para verme a mi mismo y preguntarme si realmente no acababa de pasar el momento más excitante de mi vida: comérsela a un chico de 17 y que uno de 18 me la comiera, tragando y siendo tragado, y cuerpos jóvenes y musculosos de verdad. ¿Qué más podía pedir?

Es la primera vez que escribo, por favor comentad!!

Hasta la próxima!