California Blue III

La situación se complica y llega el momento de tomar decisiones...

Cassandra llevaba ya cuatro meses entre nosotros, deleitándonos con su compañía. Nuestra relación era todo lo  correcta que podía ser en esta situación, incluso podría que decir que era buena, pero procuré no bajar la guardia con ella en ningún momento. Nos tuteábamos es cierto y de vez en cuando comíamos juntos al medio día. Las ventas iban relativamente bien, teniendo en cuenta que el año no era precisamente para tirar cohetes.

No lo transmitía,  pero estaba bastante mosqueado por varias razones, no me chupo el dedo precisamente y el desembarco de dos ejecutivos americanos en nuestra empresa sin cometido conocido,  me hacía sospechar que su verdadera razón de estar aquí era observar, aprender y seguramente sustituir a alguno de nosotros en el medio plazo.

Se comportaban como su guardia pretoriana, girando y girando en torno al planeta Cassandra como si fueran satélites suyos. Incluso su actitud y su comportamiento iban mucho más allá de lo aceptable y supe pronto que antes o después tendríamos un encontronazo poco amistoso.

Me tocaba mucho los cojones su actitud prepotente y elitista, sintiéndose superiores al resto de los habitantes de este planeta, además de sus formas de actuar, con mucha tendencia a perder las formas a la que alguien los contrariaba. Conmigo lo iban a tener claro, soy el típico español cabrón y descastado al que una vez metido en faena, le da igual tres que trescientos.

Volviendo a mis averiguaciones, Cassandra en sus años de actriz porno no le hacía ascos a nada y dada su fama en ese mundillo,  tuvo que ganar una pequeña fortuna en pocos años. Visioné varias veces sus películas y la tía era buena en cualquier faceta XXX.  Bisexual, tríos, gangbang, Bukkake, anal, sexo con negros, lésbico, incluso en una de ellas, grabada supongo en alguna ciudad japonesa,  se pasaba por sus elásticos agujeros a una docena de tiernos japonesitos que se dedicaron con verdadero espíritu KamiKaze a follársela con mucho entusiasmo durante varias horas. Primero se la chupó a todos hasta recibir sus corridas en la boca. En la segunda toma, uno detrás de otro se la follaron por el coño hasta correrse dentro de ella. En la tercera toma, la fila india de nipones  la encularon hasta la muerte por deshidratación. Para finalizar en plan espectacular, se colocaron de tres en tres metiéndosela a la vez  por todos los agujeros. Mi copia era para distribución en Europa.  por lo que puede ver todos los primeros planos en alta calidad. Si hubiera sido para consumo japonés el sexo de ella y del resto estaría pixelado por estar prohibido mostrarlo sin censura en ese país.

Ya estábamos a viernes y tenía unas ganas locas de largarme de la oficina. Había sido una mañana de auténtica mierda, con tres reuniones en las que John y Thomas, los satélites de la rubita Yankee se habían dedicado a meter estopa a prácticamente todos los departamentos, sobreactuando como si fueran dos putos telepredicadores evangelistas en pleno sermón a la congregación. Yo estaba un poco fuera de su radio de acción, Cassandra se ocupaba personalmente de relacionarse con mi departamento y les tenía vetado meter la nariz. Especialmente desde que ocurrió cierto incidente con su correspondiente “encuentro íntimo” en el que ni el afectado,  ni la misma Cassandra hicieron comentario alguno en mi presencia después de ese día. Supongo que se pidió mi cabeza en una bandeja, pero ella hizo oídos sordos, no era el momento como más tarde averigüé, tampoco le interesaba acelerar sus planes hasta tenerlo todo  bien ligado.

Abreviando, el tal John, que por lo que iba percibiendo día a día, le apetecía más ocupar mi puesto que ser nombrado la reina de los carnavales gays y eso que sospechaba que le encantaría forrarse de plumas y llevar plataformas porque era un amanerado de cojones,  el muy capullo. Seguiré dejando para otro momento comentar sus gustos sexuales, ahora me ceñiré al asunto. Un martes por la tarde, me lo encontré metiéndole una bronca espectacular por una auténtica chorrada a una de nuestras secretarias, la pobre no paraba de llorar aguantando el chaparrón del pequeño John.

Viendo su actitud y teniendo muy presente un pequeño asunto pendiente que había entre nosotros, le pedí amablemente si me podía acompañar al archivo cercano para mostrarle algo que requería su atención inmediata. El bueno de John, intrigado me acompañó confiado no sin antes echarle una última mirada asesina a la pobre chica. Solo con atravesar la puerta se encontró volando contra la pared donde se acabó estrellado de espaldas, le metí dos ganchos directos consecutivos al plexo solar que le dejaron sin una gota de aire en los pulmones, boqueando como un pez fuera del agua, se derrumbó de rodillas y se puso a vomitar echando por la boca todo el contenido de su estómago. Que desperdicio de desayuno pensé, con lo caro que lo cobraban en el hotel.

Me puse de cuclillas y le susurré al oído que estaba muy molesto aun por ese informe manipulado sobre los costes de mi departamento que el había dejado caer en la mesa de Cassandra. Aclarado el entuerto entonces, cuando se comprobó que los datos aportados estaban mal, el pelota de John me ofreció sus más “sinceras” disculpas por el error cometido (supongo que por orden personal de la propia Cassandra) alegando en su defensa que “alguien” de administración le había entregado los datos equivocados. Bueno, este se pensó entonces que yo todavía llevaba pantalones cortos y me comía los mocos.

  • John…John, reconóceme que has sido un chico muy…muy malo, me has querido dejar con el culo al aire delante de la jefa, has buscado joder mi reputación que sabe Dios que me ha costado sangre, tiempo y fracasos personales ganármela,  eso está muy mal por tu parte.- Le tenía cogido por la coronilla en parte apretándole el cuello y en parte para evitar que se desplomara de cara sobre sus propias papillas.

  • Por favor…por favor, no me pegues, fue un error estúpido pero…. . - Obviamente era muy consciente de que con tres simples gestos,  le había dejado para el arrastre y no se hacía ilusiones a estas alturas de poder salir bien parado del archivo.

  • Shsssss….respira John, respira, coge aire y tranquilízate, solo es un aviso, si vuelves a intentar joderme, esta  conversación la tendremos de nuevo pero ya será en serio, esto solo es un intercambio de impresiones. ¿Sin rencores?¿amigos de nuevo? Venga, deja que te ayude a sentarte en la silla. Cuando estés recuperado, llamas a limpieza para que alguien recoja todo este desastre.- Mi cinismo estaba llegando ya cuotas increíbles.

  • Vale, vale, he captado el mensaje….- . Se sentó en ella limpiándose la barbilla,  intentaba que no viera su expresión de rencor y rabia, algo muy evidente a mis ojos.

  • Ah…se me olvidaba, no vuelvas a montar el espectáculo que has montado con esa pobre chica, si hay base para una amonestación, se lo dices a recursos humanos, si solo era un capricho tuyo porque andas frustrado por algo, te reprimes y te metes la lengua en el culo, pero insultarla y despreciarla nunca más. ¿Te queda claro?.- Le zarandeé un poco.

-Si, de acuerdo, lo que tu digas, ya veremos como acaba todo esto....- Me lo dijo con soberbia, estaba recuperando su habitual arrogancia estúpida.

Le pegué un derechazo en el hígado que le hizo lanzar un grito de agonía retorciéndose de dolor encima de la silla babeando y tosiendo como un tísico en su lecho de muerte.

  • Exacto, lo que yo diga, no te volveré a repetir.- Si soy sincero, el pollo que le estaba montando a la secretaria me daba absolutamente igual, en otras circunstancias habría pasado del tema,  pero en ese momento me proporcionó la excusa perfecta para desfogarme y cobrarle la deuda. Si de paso el personal salía beneficiado, pues miel sobre hojuelas. Mi reputación de tipo honesto y defensor del oprimido supongo que subió muchos enteros, porque estas cosas corren como la pólvora por radio chismorreo.

Después de dejar al doliente recuperándose del susto en el archivo, entré en el lavabo, me quité la americana arremangándome la camisa y dejando que un chorro de agua fría refrescara mis enrojecidos nudillos. Me alegré por primera vez de haberme encaprichado durante una época por aprender boxeo en gym al que asistía. Se me daba bien el tema, practiqué las técnicas básicas durante meses con un preparador bastante experimentado, disputé algún torneo entre aficionados donde tuve buenos resultados,  hasta que mi suerte se acabó en un combate amateur, me pegaron una hostia de tal calibre que me dejaron grogui varios minutos. Después de estar tumbado durante unas cuantas horas en urgencias sufriendo visión doble,  decidí y así le comenté al facultativo que me atendía que había decidido dejarlo, era un entretenimiento muy arriesgado para seguir practicándolo. El médico me dio toda la razón.

Salí de mi despacho y me apresuré a subirme al coche para ir a recoger a Marcella a la salida de su trabajo. Es una amiga brasileña de rompe y rasga que desde hacía algunos meses me tenía completamente loquito por sus huesos, hasta el punto de haber dejado de recurrir a mis vicios habituales y a empezar a replantearme mi actitud hacia las mujeres y eso de volver a tener pareja.

Mulata de piel muy clara, de larga melena negra lisa, con unas facciones casi europeas heredadas de su padre, un  belga que trabajaba para la ONU en Brasil. Metro ochenta de altura, como jugadora empedernida de Voley Playa, no se perdía un torneo de ese deporte desde que llegó destinada a mi ciudad y fue precisamente  en uno de estos donde nos presentaron por primera vez una amiga común.

Tenía un cuerpo que solo lo podría resumir como de escándalo,  musculoso y elástico como no había conocido otro hasta ahora. Trabajaba como funcionaria y agregada comercial de la embajada de su país, nos conocíamos desde hacía un par de años, pero era ahora cuando parecía que por fin empezaba a fijarse en mi y debo de reconocer que yo estaba encantado de su interés y de sus atenciones, aunque siendo sincero conmigo mismo, seguía teniendo muchos reparos a mantener una relación seria con cualquier mujer vistos los antecedentes de las anteriores. Yo procuraba no agobiarla, me parecía que era de ese tipo de mujeres que prefieren llevar ellas la iniciativa y no tener a un tío subido a su espalda las 24 horas.

  • Carlos, otra vez llegas tarde, eres peor que nosotras, llevo en la calle diez minutos y ya me han soltado unas cuantas guarradas de lo más vulgares.- Me sonreía pícara en medio del reproche.

  • Calla…calla, llevo un día de perros, estos cabrones yankees van a acabar conmigo. No sabes las ganas que tenía de huir de esa oficina.

Se metió en el coche dejando en los asientos traseros un bolso de viaje y quitándose los zapatos de tacón con un suspiro de alivio,  apoyó los pies en el salpicadero del pasajero.

  • A ver guapo, ¿Cuál es el plan? Soy toda tuya hasta el lunes a las ocho de la mañana.

  • Humm…la idea es pasar por casa, ducharme y quitarme esta ropa, luego si te apetece podemos jugar un ratito hasta la hora de la cena que será en un restaurante muy chic que me han recomendado y luego pues…no se, una buena disco hasta que nos parezca. ¿Te mola el plan?.

  • ¿Jugar dices? No me apetece jugar contigo, mira, te duchas conmigo que yo también lo necesito, nos secamos mutuamente y luego follamos  hasta la hora de la cena. ¿Te gusta más el mío a ti?.- Que perra, se estaba tronchado de risa viendo mi cara de tonto, que bestia era hablando mi mulata.

  • Vale, a eso me refería con lo de ….jugar.- Siempre conseguía ir un paso por delante.

  • Anda, arranca de una vez.- Me miró sonriente y luego como quien no quiere, abrió un poco más las piernas mientras se recogía la falda para estirar un poco la piernas y acomodarlas mejor sobre la guantera. Obviamente quería que viera que no llevaba ropa interior. Tomé nota, me acerqué a su rostro y le di un beso profundo aprovechando el gesto para pasar mi mano bajo sus mulos y acariciar su húmedo coñito depilado.

  • ¿Sin bragas ya a estas horas? Vaya…pues si que tienes que tener calor por ahí dentro y yo que pensaba que eras muy friolera.- Mis dedos iban desde su clítoris hasta introducirse suavemente en su mojada vagina.

  • Deja de tocarme así o te dejo seco aquí mismo, anda Carlos, arranca de una vez y vamos a tu casa.- Me retiró la mano con suavidad y me la acercó a los labios. Yo me puse a chuparme el dedo como si fuera todo un manjar. Mi polla estaba tan dura que me hacía daño dentro de los pantalones. Decidí que, o nos marchábamos de una vez o acabaríamos dando tal espectáculo que  íbamos a ser la comidilla de la embajada brasileña durante meses.

Mientras el ascensor del parking bajaba, nuestra calentura subía como un cohete, nos besábamos con furia, con vicio, yo acariciaba sus rotundos pechos y empujaba sus nalgas contra mi entrepierna, ella tampoco perdía el tiempo,  tenía una mano metida en mi bragueta sobando y acariciándome la polla, pasándome su dedo pulgar por mi inflamado capullo.

  • Te voy a comer la polla en cuanto entremos en el ascensor, llevo toda la semana esperando este momento, estoy harta de hacerme pajas cabrón y a ti solo se te ocurre meterme mano como si fueras un pulpo, te vas a enterar… .

La había estado calentando durante todo el trayecto, aprovechando los cambios de marchas para pasar mis dedos por su clítoris o introducírselos en su húmedo agujero y ahora Anabella estaba tan frenética que era capaz de cualquier cosa, el hecho de que alguien nos pudiese ver metidos en faena, me parece que le importaba un pimiento.

Follar con ella cuando estaba desatada de esta manera era una actividad de cierto riesgo. No solo es que fuera caliente y viciosa,  es que se transformaba en un ser salvaje y dominante que era capaz de liarse a hostias o a mordiscos si uno no daba la talla. Y no era cosa de broma, con su metro ochenta, su musculoso y elástico cuerpo bien entrenado por su deporte y sobre todo, por su apasionado carácter, como te atrapara en medio de sus brazos o piernas y te hiciera el abrazo del oso, lo podías pasar muy, pero que muy mal.

Aun no se había acabado de cerrar la puerta del ascensor y ya la tenía de rodillas mamándomela como si fuera su golosina favorita sujetándome con su brazo de espaldas contra la pared, solo se la sacó un momento para soltarme con su habitual descaro…

  • Te lo has pasado bien follándome el coño con los dedos ¿verdad guapito?, pues vete preparando porque te pienso dejar tan agotado que te voy a tener que llevar esta noche en brazos al restaurante.

Gracias a Dios que por fin  llegamos a mi planta, la puerta se abrió y suspiré aliviado porque me encontraba ya a solo  tres décimas de segundo de correrme en su boca y como hombre que soy, ir pegando tiros al aire o en este caso a su boca,   solo me dejaba de momento un par de cartuchos más en la recámara cuando ella tenía la cinta entera de una ametralladora aun por dispararme. Se la sacó de la boca con gesto de estar contrariada y me la agarró como si fuera un mango,  tirando de ella en dirección a mi puerta.

Aun sonaba el eco de la puerta al cerrarse y ya en el mismo recibidor empezó a despojarse de la ropa dejándose encima solo el panty abierto por la entrepierna y los zapatos de tacón alto, yo empezaba a desnudarme pero ella fue la que se puso manos a la obra para dejarme como mi madre me trajo al mundo en pocos segundos.

A Anabella lo que le gustaba de verdad era follar, eso de hacer el amor, lo de entretenerse en mimitos o caricias suaves  funcionaba con ella solo cuando estaba tan cansada ya y tan vacía de energía que se volvía pasiva y entonces si se dejaba hacer con complacencia. No dudo que le encantara sentir esas caricias y notar como era mimada, pero como si fuera un purasangre, solo lo aceptaba después de correr a toda leche durante Kms. y Kms previamente, llevándose por delante la capacidad de aguante de su partenaire amoroso.

Conseguí empujarla de cara contra uno de los sillones y colocándome a su espalda de cuclillas,  comencé a comerle el ano y el coño mientras ella se aferraba crispada al respaldo del sillón gimiendo y empujando el culo contra mi cara. Bien lubricados ya por mi saliva sus agujeros, le metí dos dedos en el culo y los otros dos profundamente en su vagina, tironeando de sus pezones y sobándole los pechos con la mano que tenía libre, la di una follada rápida y contundente con mis dedos que la hizo correrse a los pocos minutos entre espasmos y gemidos. No pensaba darla ni un minuto de reposo, la hice ponerse de rodillas sobre el cojín del sillón dejando su lindo trasero bien alzado. Me coloqué detrás de ella y sin cortarme un pelo se la clavé hasta el fondo de su coño de un solo empujón, follándomela brutalmente en medio de fuertes nalgadas que le iban dejando el trasero marcado y lleno de dedos. Ella rugía como una pantera en celo, giraba su cabeza y me miraba desafiante prometiéndome con sus ojos que esto solo era el primer asalto de un largo combate en el que solo habría una ganadora, ella.

Como respuesta a su actitud desafiante, le metí de nuevo dos dedos en el culo y los empujé dentro hasta sentir su ano rodeándome los nudillos, nuestros gritos y gemidos supongo que los escucharon incluso los vecinos de la planta baja y los del edificio de enfrente. Aun estando en medio de un nuevo orgasmo y yo sintiendo que no podría aguantar mucho más,.aproveché su desfallecimiento para sentarme en el sillón y subirla encima de mi, ella sola se abrió de piernas sobre mi polla y con mano experta se la fue metiendo en el ano hasta sentir como mis pelotas chocaban contra sus nalgas. Esperó unos instantes para acomodársela bien y se puso a cabalgarme lentamente mientras yo le acariciaba la espalda,  provocándole escalofríos, me puse a mamarle las tetas como un bebé hambriento, caricia que se que le encantaba en esa postura.

  • No voy a aguantar mucho más nena, venga….córrete conmigo, vamos…..- Intentaba evadir mi mente para durar un poco más, pero con semejante amazona cabalgándome era misión imposible.

  • Espera…espera, aun no cariño, aguanta un poco más solo…..- Se metió una mano entre las piernas y mientras yo le estaba mordisqueando los pezones se empezó a frotar el clítoris con furia. Consiguió correrse a la vez que yo. Le empujé el culo contra mi verga en un esfuerzo final  y empecé a lanzar dentro de su recto chorros y chorros de semen. Ella me besó con fuerza en medio de un gemido profundo y gutural.

Joder, aun no habíamos llegado ni a la cama y el show que teníamos montado ya era de película porno. Las ropas revueltas por el suelo, los cojines y la lámpara de la mesita esparramada por el parquet, ambos abrazados sudando y comiéndonos a besos. En fin, solo puedo decir que fue la media hora más increíble que había tenido en meses y meses. Se sacó la verga del culo  y me tendió su mano para que la siguiera hasta el salón. Me dio la espalda y se fue en dirección al baño, de su rotundo culito brotaba un pequeño hilo de semen que bajaba por su pierna para acabar goteando hasta el suelo.

  • ¿Dónde se supone que vas ahora Anabella?

  • Al baño, me voy a lavar un poco.

  • ¿Lo haces por mi? Porque si lo haces por eso, a mi me excita saber que mi chica lleva el culo lleno con mi leche, me la pone muy dura nena solo de pensarlo.

  • Ah…pues no hablemos entonces de limpieza. Oye, ¿no te tenías que duchar tu?.

  • Si…¿tan mal huelo?.- Le solté levantando una ceja.

  • jajajaja…eres tonto, al contrario, me gusta como huele tu cuerpo, si te lo digo es porque me encantaría ducharme contigo, incluso si te portas bien puedo frotarte la espalda.- Me lo estaba contando con su mejor cara de zorrita viciosa.

Nos metimos los dos en la ducha, la zona es amplia y el suelo está pavimentado con azulejos de piscina que impiden cualquier tipo de resbalón por mucha agua que les eches encima. Comenzamos a enjabonarnos entre risas y caricias. Ella se dedicaba a sobarme la polla y las nalgas con entusiasmo mientras yo le metía los dedos en el ano sacándolos empapados de semen. En un determinado momento volvió a arrodillarse para mamarme la polla de nuevo, aunque esta vez con bastante más delicadeza, su sabia boca fue haciéndola crecer hasta volver a ponerla bien dura. Se levantó del suelo y se abrazó a mi cuerpo encajándosela en su entrepierna.

  • Fóllame Carlos, quiero tu leche en mi coño, estoy aun muy caliente nene, venga, dame fuerte… .

De pie, con una de sus piernas apoyadas en uno de los laterales y con su espalda recostada contra la pared se abrazaba a mi espalda acogiendo mis embestidas en medio de una nube de vapor provocada por el agua caliente. La sensación era maravillosa, estuvimos un buen rato dándonos caña, aunque reconozco que mis piernas empezaban a estar agarrotadas de tanto esfuerzo. Por fin, en medio de sus grititos y mis gemidos me volví a correr. Ella aceleró el mete y saca exprimiéndome con fuertes contracciones vaginales hasta que segundos después  empezó a temblar en medio de su orgasmo y se aferró a mi cintura con la fuerza de un luchador de sumo. Nos fuimos recuperando poco a poco y terminamos por ducharnos entre besos y caricias.

Tumbados en el mullido sofá que dominaba mi salón, ante un par de copas de buen vino blanco helado, Anabella se acomodó metiendo su cuerpo entre mis piernas para apoyar su cabeza sobre mi pecho. Yo me limité a abrazarla admirando su imponente figura  mientras me fumaba un cigarrillo.

  • ¿Carlos…?- Sentí su voz al cabo de un rato.

  • Hummm…¿si?. -Se me estaban cerrando los ojos, quizás hasta me había dormido y supongo que se dio cuenta.

  • ¿Que te parece si nos vestimos, damos una vuelta y nos tomamos una cerveza? Si seguimos aquí abrazaditos, lo mejor será que anulemos el restaurante y nos pidamos algo para comer, porque a mi también me está entrando sueño. Si quieres, nos echamos una sienta y luego seguimos jugando, como le llamas tu a eso de follar.

  • Vale, nada de juegos o me vas a dejar más seco que un bacalao salado,  nos acabamos la copa de vino y nos vestimos.

Vagamos uno buen rato cogidos de la mano recorriendo un mercadillo cercano que acostumbraban a montar durante los fines de semana ofreciendo artesanía y antigüedades.

Llegamos al restaurante y al entrar en el me llevé una grata sorpresa a ser recibidos por un antiguo conocido que parece ser que ejercía de maitre en el establecimiento. El mismo me aclaró que en realidad era el dueño junto con un par más de socios. Cambió la mesa y nos colocó en otra mejor y más apartada, si es que eso  era posible aun en medio del acogedor comedor dotado todo el de una decoración exquisita.

Estábamos degustando un pequeño aperitivo cuando observé por el ventanal como un Audi A8 aparcaba cerca de la puerta de entrada. Con solo mirar la matrícula tuve claro que Cassandra había tenido la misma idea que yo sobre donde cenar el viernes. La verdad es que me sentí bastante contrariado y mi malestar aun se incrementó mucho más cuando vi bajar de el a los americanitos insoportables. Llamé a Ricardo y le pregunté si los conocía. Me dijo que desde hacia tres semanas eran clientes habituales, o bien cenaban el viernes o lo hacía los sábados.

-¿Los conoces Carlos?

  • Vaya si los conozco… es mi jefa directa y sus dos lacayos. Espero que no se siente a mi lado.

  • Tranquilo, siempre reservan la mesa del fondo del salón, El espacio es bastante grande y los tendrás a muchos metros de ti. Además, si no se fijan demasiado, ni siquiera te verán.

Anabella me estuvo interrogando sutilmente sobre la rubia que acababa de entrar acompañada por sus pajes de confianza, de cómo me caía de bien o mal, de si a mi me atraía, de que tipo de relación más allá de la profesional tenía con ella, etc. . La notaba un poco celosa a pesar que en mi opinión, ella al lado de Cassandra era como comparar a una diosa de la antigüedad con una colegiala resultona. No es que la yankee no fuera bonita o atrayente, es que la brasileña era espectacular, por resumirlo en una sola palabra.

  • No me jodas Anabella ¿estás celosa de la rubia?. No me lo puedo creer.

  • ¿Yooooo?, esa no me sirve ni para depilarme las piernas, por muy jefa y podrida de pasta que esté. Es la típica americana rubia y tetona que dentro de diez años tendrá un culo en el que podrán aterrizar helicópteros.

  • Ufff…jajaja..si supieras lo que ha entrado dentro de ese culo, te sentirías como una colegiala virginal, verás, tengo que contarte algo que te va a dejar con la boca abierta.

  • No se que habrá hecho, pero te aviso, esa es una zorra de mucho cuidado, solo tienes que fijarte en como lleva de alto el mentón y como mira a su alrededor con unos aires de superioridad que dan asco. Esa pisaría todas las mierdas de perro que hay por la calle de tan alta que lleva la cabeza.

  • No seas cochina que estamos comiendo.

  • Ya, en tu pueblo los perros deben de cagar chocolate suizo.

  • jajajaja…eres bruta como tu sola.- Por poco me atraganto escuchando sus burradas.

Le expliqué todo lo que sabía de Cassandra hasta el momento y vi como su expresión fue el reflejo de todos los estados anímicos posibles. Interés, sorpresa, pasmo, perplejidad para acabar riéndose a carcajadas atrayendo la mirada de medio restaurante.

  • Que fuerte Carlos, es que la historia que me acabas de contar es alucinante. Quien te iba a decir que tu gusto por coleccionar porno te permitiría desenmascarar a esa tía quizás en el momento que más te conviene, no me digas que el destino no tiene su toque de humor en estos casos. – Le rogué discreción total. Quizás éramos las dos únicas personas  en España que supuestamente conocían el pasado de Cassandra, si no la contábamos a ella claro.

  • Mira, siempre he sido muy buena fisonomista, a mi una cara no se me olvida nunca por mucho tiempo que pase, me voy al lavabo y le hecho un vistazo de cerca, ya me enseñarás esas fotos y vídeos luego,  a ver si te doy la razón o todo es una alucinación tuya.

Me pareció una excelente idea, Anabella se dirigió con su elegante y sugerente caminar hacia el fondo del salón ante las atentas miradas de todo el personal masculino incluyéndome a mi también en el lote, llevaba un vestido negro sedoso que se ceñía a su cuerpo como un guante que acababa a medio muslo, lo complementaba con unas medias negras enfundadas en unos zapatos de tacón alto y fino que resaltaban sus largar y bonitas piernas.

Observé con una sonrisa como se detenía cerca de ellos buscando o quizás haciendo que buscaba algo dentro de su bolso mientras repasaba con disimulo a la americana. Los acompañantes levantaron la cabeza de su plato, dejaron en suspenso la conversación que mantenían, quedándose con la boca abierta y repasando con deseo al monumento que acababa de aparcar a escasos metros de ellos.

Incluso Cassandra parececió que despertaba de lo que estuviese pensando y se quedó mirando a la mulata con el ceño fruncido. Luego observó con desagrado la expresión de babosos salidos que lucían las caras de sus acompañantes y actuó en consecuencia,  dando una palmada en la mesa que los hizo volver a la realidad de golpe.

Ya de vuelta del lavabo, vi que los tres la seguían con la mirada para ver de qué mesa había salido semejante bombón. Cuando se paró junto a mí y me dio un beso antes de volver a su silla, la expresión de los tres era para sacarles una foto. Yo me desentendí de ellos, como si no supiera que estaban allí y me puse a hablar con Anabella.

  • Me he quedado con su cara, luego hacemos lo que te he comentado antes. Oye, esos dos  o al menos uno de ellos,  seguramente se la folla,  porque cuando pasé por su lado, el de la izquierda, el más alto y fuerte,  tenía la mano reposando en el muslo de ella y no parecía que a tu jefa  le disgustara la situación.

-Algo de eso me imaginaba, de hecho ella alquiló un lujoso chalet hace un mes y medio. Ellos se fueron a vivir allí “mientras encontraban algo adecuado…” aunque me parece que lo “adecuado para sus vergas” es precisamente quien vive en esa casa.

Por un momento me los imaginé a los tres haciendo el trenecito, ella con el culo en pompa recibiendo el rabo de John mientras Thomas encualaba al renacuajo medio gay de su compañero. Procuré que no se me escapara la risa delante de Anabella o se podría a pensar que me faltaba algún tornillo. Al final se me escapó y cuando me reclamó el motivo, se lo expliqué con todo lujo de detalle para deleite de ambos, acabado la escena en unas risas y toses que nos dejaron los ojos inundados de lágrimas.

Por fin se levantaron y se dirigieron hacia la salida,hecho que implicaba pasar cerca de nuestra mesa. Con educación calculada, Cassandra se plantó junto a nosotros seguida de su pequeña corte y muy educados todos ellos,  me saludaron. Les devolví el saludo e hice las presentaciones. No se si John era o no amanerado, pero tanto el como Thomas se comían con la vista a Anabella. Cassandra estaba incómoda, a la defensiva, con el lomo erizado como el que se le pone a una gata bonita y presumida que acaba de chocar de cara contra una pantera  bella y poderosa.

  • Carlos, reconozco que tienes un gusto excelente en escoger a alguien tan bella de acompañante.

  • Yo solo tengo suerte, Anabella es quien elige la compañía que prefiere, bueno, en realidad siempre sois vosotras quienes acabáis eligiendo. – Provoqué las risas de todos porque más allá de lo jocoso, acababa de recordar a todos los presentes una verdad universal.

Más tarde, estando ya en casa, ella se sentó frente a mi portátil y estuvo examinando las fotos que había guardado, entre ellas la retocada, solo después de mirarlas una y otra vez durante unos cinco minutos, acertó en señalar la mía pero dándome a entender que para ella, todas esas imágenes eran de la misma mujer. Luego me pidió que le pusiera escenas de sus actuaciones. Visionó varias y la vi menear la cabeza.

  • Carlos es ella al 99 %, a mi no se me olvida una cara y te aseguro que no te has equivocado, esa tal California Blue y Cassandra, esa misma con la que hemos estado hablando esta noche, en mi opinión, son la misma mujer aunque en esas tomas sea unos cuantos años más joven, pero yo al menos no tengo dudas. Si te fijas, se ha retocado los pómulos, ahora tiene algo más, supongo que cirugía plástica y también está más delgada, por eso su cara no es tan redonda como cuando tenía veinte años. ¿Qué piensas hacer con lo que sabes sobre ella?.La noté preocupada por lo que todo esto representaba para mi.

  • Nada, absolutamente nada querida, Si ella no me jode la vida, si se dedica a seguir su camino y en unos meses se larga a tomar por culo a otra delegación, esto solo será un secreto que dormirá en un cajón. Ahora bien, si me toca los cojones, si viene a por mi o me jode el futuro que tengo en esta empresa, no dudes que moriré matando. – Mi cara le demostró que no estaba bromeando en absoluto.

  • Pero …¿tu no tenía ya una oferta suculenta de tu competencia o es que no quieres marcharte?.

  • Y la tengo, pero eso es mi plan B, yo solo estoy cubriéndome las espaldas, esta empresa me gusta y también me gusta como se hacen las cosas en ella, tengo un prestigio ganado, me gano la vida de puta madre y conozco a todo el mundo. Empezar otra vez teniendo que demostrar lo bien que lo hago me jode mucho más de lo que te puedes imaginar. Esos dos que van con ella solo se dedican a mirar, a observar, a leer informes y a meter palos en las ruedas cada vez que tienen ocasión. ¿A que han venido? Pues te diré mi teoría, a ocupar el cargo de director y el de jefe de ventas,  lo que significa que yo y Alfredo puede ser que sobremos muy pronto para esa zorra. Cassandra se está apropiando poco a poco de todas las delegaciones en el extranjero,  colocando a los suyos en los puestos clave, me he informado y por donde pasa,  hace este tipo de  movimientos, solo es cuestión de tiempo que se lance a por la presidencia de la matriz.

  • Creo que haces lo correcto cariño, oye, te veo tenso y disgustado, me parece que va siendo hora de que cambiemos de tema y te concentres en mí guapetón. – Se empezó a quitar las tiras del vestido y me abrazó para darme un sonoro beso. Mis temores y preocupaciones se esfumaron en cuestión de un segundo, como por arte de magia. Me puso su mejor cara de golfa empujándome contra el sofá  y se sentó a horcajadas sobre mis muslos con estudiada lentitud. Con el vestido caído sobre su cintura y sus preciosos pechos apuntando a mi boca,  me los acercó  para que me entretuviera chupándolos mientras ella con mano experta me bajaba la cremallera. Apuntó mi verga a su agujerito y apartándose el tanga se dejó caer clavándosela hasta la empuñadura. Se puso a empujarme la cabeza contra sus tetas con una fuerza aterradora, comenzando una rotación de caderas tan poderosa e intensa que además de mantener mi polla hundida en lo más profundo de su coño, me daba la sensación de que mi pelvis corría el riesgo de quedar triturada ante el tremendo exprimidor de zumo de nabos en que se había convertido Anabella.

Un mes después, la carga de demolición preparada cuidadosamente por Cassandra estalló repentinamente, bueno, creo que tanto yo como Alfredo estábamos bastante seguros que algo se estaba cociendo esos días en la olla, seguramente nuestros propios traseros.

Me llamó Cassandra a su despacho. A estas alturas, Thomas ocupaba ya el despacho de Alfredo y se encontraba en plena limpieza sin disimulo alguno, tirando todo lo que le recordaba al anterior ocupante. Este se había ido de vacaciones pagadas por la empresa pero sin posibilidad de retomar sus obligaciones. Supe por el jefe de administración que le habían dado una buena indemnización y unas serie de bonus más que generosos durante los próximos tres años. En fin, aceptó porque no le quedaba otra, era cuestión de estar de acuerdo y cobrar mucho o meterse en una guerra y acabar delante del pelotón de fusilamiento. Me dejó una nota para vernos y tomar una copa cuando volviera de su viaje.

  • Hola Carlos, quería hablar contigo antes de reunir a toda la delegación. Verás, hemos decidido implantarnos en Portugal y quiero que tu seas el nuevo director general para ese país.- Se quedó con la mirada fija en mi rostro, intentando evaluar mi reacción.

Yo me limité a devolverle la mirada sin hacer un solo gesto, mi cara de poker supongo que la dejó con las ganas de adivinar por donde pensaba salir ante su propuesta.

  • ¿Podemos hablar a solas? – Me limité a contestarle. Noté la cara contrariada de John ante mi propuesta, supongo que quería disfrutar del momento y le acaba de joder la función. Ella le hizo un gesto con la cabeza señalándole la puerta. Se fue no sin antes lanzarme una mirada cargada de superioridad al pasar junto a mi.

  • Verás Cassandra, Portugal tiene una población de diez millones, lo que viene a significar que en tamaño es solo una delegación más como las cinco que ya tenemos aquí. Se podrá llamar como se llame el cargo que me propones, pero no deja de tener en la práctica la misma importancia que un delegado español. Aquí soy el jefe de ventas para toda España, estoy por encima de todos las delegaciones y mi mercado actual es de casi cincuenta millones de personas. No me interesa, para mi es un retroceso en mi carrera.

  • Lo comprendo, pero no se trata de una opción con posibilidad de rechazar o de una proposición a la que puedas negarte, se trata de un reajuste Carlos. Te considero una persona muy válida y me disgustaría mucho perderte, pero la decisión está tomada, es Portugal o el cese,  si escoges este último, lógicamente te será muy bien compensado a nivel económico y con todo tipo de parabienes, pero cese al fin y al cabo. Te ruego personalmente que lo aceptes. Me sentiría muy defraudada si no lo haces.

-Comprendo….supongo que John será mi sustituto ¿me equivoco? .- Ella afirmó con la cabeza.

  • Bien, ¿puedo pedirte algo?.

  • Naturalmente Carlos, si está en mi mano… .- La notaba algo desconcertada, supongo que esperaba que le montara la escenita, algo así como golpeándome en el pecho echándole en cara lo mucho que yo valía, ese tipo de reproches que suelen decirse en estos casos. Mi actitud neutra y tranquila le atenía muy confundida.

  • Dame unos días para contestarte, necesito pensar que me puede convenir más, hoy es miércoles, si te parece quedamos para vernos el lunes que viene a las nueve,  si no tienes otros planes ya previstos claro.

Ella cogió su agenda, miró ese día y la vi tachar varias notas para escribir algo encima de ellas. Tenía prisa por solucionar el tema, estaba muy claro.

  • Sin problemas, el lunes te espero a las nueve.- Me contestó con una sonrisa bastante artificial, yo la respondí con mi sonrisa más cínica.

Entré en mi hasta ahora despacho y cerré la puerta con pestillo, retiré el falso panel que me daba acceso a mi caja fuerte. Cuando fui nombrado, entre las muchas claves, llaves y autorizaciones que me entregaron en un sobre, encontré una serie numérica que me permitía acceder a esa caja de seguridad. Por mucho que la probé, la dichosa clave estaba obsoleta, supongo que mi predecesor la debió cambiar por una simple cuestión de seguridad. Con su trágica muerte en un accidente de coche unos meses antes de que yo fuera promocionado, la posibilidad de abrirla se perdió con el. Tampoco pensaba que hubiera nada de valor y el tema de hacerla abrir o sustituirla por una nueva,  pasó a ocupar el último lugar en mi lista de cosas pendientes.

Una tarde, quizás llevaba ya más un año en mi cargo, revisando uno de los cajones de mi escritorio que se negaba a cerrarse, me puse a  buscar un pequeño destornillador que días antes había usado, me pareció ver algo pegado en el fondo del primer cajón, concretamente en su lateral derecho. Saqué el tope que impedía que se saliera de las guías bastante intrigado, lo extraje del escritorio y vi una pequeña tira de papel con unos números escritos que se mantenía pegada a la madera mediante una tira de cinta transparente. Los pulsé en el teclado digital y la caja se abrió al primer intento. Vaya, por lo visto no tenía demasiada  confianza en su memoria y prefirió hacerse esa chuleta por si se le olvidaba la combinación.

Dentro de ella,  encontré una caja de zapatos muy vaqueteada y antigua. El contenido me dejó perplejo. Trescientos cincuenta mil Euros en billetes de quinientos y una pequeña libreta escrita a mano por mi antecesor en donde anotaba muy bien ordenadas,  las entradas y salidas de las mordidas que obviamente había estado recibiendo durante mucho tiempo de las empresas colaboradoras a las que les cedíamos parte de nuestros proyectos. La estuve revisando y hubo ciertos momentos de su etapa en que esa caja llegó a guardar hasta  ochocientos mil Euros. Menudo chorizo, con razón durante su época los costes no había forma de reducirlos a pesar de licitar los servicios mediante concurso.

No supe que hacer entonces, oficialmente tanto dirección como la administración sabían  que no podía acceder a esa caja y yo tampoco dije a nadie que había conseguido por fina la clave por pura casualidad. Lo dejé todo allí sin saber muy bien que decisión tomar. Era la corrupción del anterior jefe de ventas. Yo solo me limité a procurar que en mis decisiones primaran los buenos precios y no las comisiones, que por cierto,  en algunos momentos y de manera muy sutil,  algunos intentaron ofrecerme sin éxito alguno. Me ganaba muy bien la vida y para mi era más importante mi carrera y mi prestigio que empezar a recorrer ciertos caminos poco recomendables, la posibilidad de quedar manchado por ese tipo de temas,  me aterrorizaba.

Volviendo al presente, accedí de nuevo y saqué de ella la caja de zapatos guardándola dentro de una mochila que corría por mi despacho, la usaba habitualmente para ir al gym. Ahora consideré que eran míos, ya no le debía lealtad a nadie,  dejé la libreta dentro de la caja, si el nuevo director le interesaba abrirla antes de deshacerse de ella, se encontraría con el marrón, una prueba palpable de la corrupción en la que yo nada tenía que ver.

También retiré un sobre con dos DVD que semanas antes había guardado y que ahora pensaba usarlos.

A punto de marcharme, me detuve unos minutos en la recepción de la empresa, le pedí a Claudia, la secretaria que se ocupaba de centralita que me hiciera el favor de entregarle el sobre a Cassandra, lo debía hacer al día siguiente por la tarde, la recalqué que era muy importante que no se lo diera antes de esa hora, si por lo que fuera ella no apareciera o se fuera de allí sin poder verla, podía entregárselo en cualquier momento del día siguiente, pero nunca antes. Me prometió que ella se encargaba de todo, que no me preocupara. Me mandaría un whatsapp cuando se lo diera.

La partida estaba en marcha, Cassandra fue la primera en mover sus piezas buscando con sus maniobras ponerme en jaque,  para su mala suerte, no era consciente de un pequeño detalle que acababa de dejar al descubierto su retaguardia y mi jugada estaba lista para amenazar muy seriamente a su rey, Podíamos quedar en tablas,  si ella se mostraba razonable yo también lo sería o por el contrario, la tendríamos que jugar hasta el final, con todo lo que eso significaba… entonces solo se daría por terminada con un jaque mate.

Continuará…