California Blue II

Llega la visita esperada.....

El jueves a las diez y media de la mañana me estaba tomando un café en un puesto cercano a la puerta de llegadas internacionales. Si os digo que me encontraba relajado y tranquilo, mentiría como un bellaco, pero tampoco me iba a dar un ataque de ansiedad, mi estado anímico era una mezcla entre cauto y espectante. Eso si, viendo llegar la tormenta, solo los tontos se quedan a esperarla, yo al menos procuré curarme en salud y contacté discretamente con un viejo conocido que además era el jefe de recursos humanos de nuestra principal competencia en España y en Europa. Ya hubo varios discretos intentos de ficharme los últimos tres años y otro mucho más directo e intenso, con el plus de mejores condiciones este último cuando conseguí un importante contrato en dura pugna con ellos.

Nadie llega a según que puestos de dirección sin ser una especie de mercenario, no olvide vigilar bien su espalda, tenga siempre un preparado un plan B y pise aquellas cabezas que quieren morderte los zapatos.

Me había vestido impecablemente para la ocasión, traje gris oscuro de alpaca, camisa blanca y corbata verde, el color de la esperanza dicen.

El nombre de la señora tenía mucha tela, una de las secretarias me Imprimió una cartulina tamaño folio para que pudiera reconocerme entre las muchas personas que esperaban la llegada del transoceánico. “Cassandra Marie  Parker Stephenson”, joder, entró en el espacio de la cartulina de milagro y eso que yo pensaba que los norteamericanos solo usaba el nombre de pila y el primer apellido, pero por lo visto, muchas  de las sagas de rancio abolengo les gustaba mostrar de forma recargada sus divisas familiares.

Llevaba ya más de veinte minutos esperando cuando la puerta se abrió y emergió una marea de personas y carros portamaletas. Con mi cartel bien a la vista observé como una mujer alta, bastante gruesa,  enfundada en un traje de ejecutiva y con cara de caballo se dirigía hacia mi, pero al llegar a mi altura se desvió y fue a abrazar a un tipo bajito y delgado,  supongo que con intención de ahogarlo porque el pobre hombre prácticamente desapareció en medio de sus imponentes y abundantes carnes.

Aun observaba divertido la exuberante escena cuando alguien me cogió del brazo.

-Buenos días, soy Cassandra y ¿Ud. es?.- Bajé la vista, no mediría más de uno sesenta, rubia natural con una carita hermosa y ovalada, grandes ojos azules enmarcados con unas largas pestañas y vestida con un impecable traje chaqueta de ejecutiva. Hablaba el castellano con un marcado acento mexicano muy divertido, no se si porque lo aprendió viviendo  allí o quizás porque su profesor era de ese país.

  • Carlos Delval, encantado de conocerla, le doy la bienvenida a España, seré su guía y asesor mientras lo necesite.

  • Muy bien, no perdamos tiempo entonces.- Hizo un gesto al mozo de equipajes para que nos siguiera. Menos mal que había traído el Audi 8 de la compañía o habríamos tenido que alquilar un taxi solo para llevar las maletas. Le tuvo que costar una pasta facturar tantos bultos.

Mi primera impresión más allá de su carita de ángel o su físico armonioso y perfectamente proporcionado a su altura, quizás solo alterado en exceso por sus potentes tetas, fue su postura distante, marcando territorio conmigo desde el minuto uno de presentarnos. No me dio conversación ni interactuó conmigo cuando intenté dársela a ella. Por tanto, cerré la boca y solo la abrí  para hacer la pregunta obvia.

  • ¿Dónde quiere ir primero, a la empresa o al hotel?.- Estábamos llegando a la bifurcación de la autovía.

  • Lléveme a la empresa Sr. Delval, tengo entendido que es Ud. el jefe de ventas. Supongo que venir a recogerme le debe de haber entusiasmado bien poco.- Por primera vez vi un amago de sonrisa al mirarla por el retrovisor.

  • Quiere escuchar la contestación formal o prefiere la sincera?.-

  • La sincera por favor, odio a los lameculos y a los falsos, la mentira siempre tiene un precio que pagar.

  • Bien…pues le seré sincero, creo que la empresa está perdiendo en estos momentos dinero usándome como chofer suyo cuando yo,  donde debería estar es a la cabeza de mi departamento,  estando como estamos en plena campaña de ventas.

  • Estoy totalmente de acuerdo con Ud., es más, cuando exijo alguien competente para que me ayude a acoplarme a la organización local, no estoy reclamando que tenga que ser precisamente alguien con su cargo, por tanto, debo de suponer que si ha sido Ud. el elegido por el director general, lo ha hecho con toda la intención. Para que quede claro, le aseguro que ni sus encantos personales,  que a primera vista son muchos, ni sus intentos por congeniar van a conseguir que me desvíe ni una sola pulgada de mis objetivos. ¿Nos entendemos?.

  • Perfectamente, si me lo permite decir, tampoco es Ud. mi tipo.- Le solté encogiéndome de hombros.

  • ¿Perdón? ¿Cómo dice?.-Vi su cara de asombro al observarla por el retrovisor.

  • Que Ud. no es mi tipo ni tengo intención alguna de distraerla de sus funciones. Ud. pregunte lo que estime conveniente o pídame lo que necesite, pero si elige a otro ayudante y puedo volver a ejercer mis funciones le estaré muy agradecido.

-¿ No le gusto verdad?¿ A caso le causo incomodidad…quizás miedo? Su voz sonaba con un cierto timbre socarrón, incluso divertido.

  • Miedo no Srta., me hago responsable de mis aciertos y errores, además, lo más que puede ocurrir es que me cese y ahí se acaba su poder sobre mi, lo que tampoco sería una desgracia griega para mi,  se lo aseguro. Como también me son bastante indiferentes los rumores que corren sobre Ud. o sobre lo que va haciendo por donde pasa. Entiendo que si toma ciertas decisiones lo hará por el bien del grupo, no porque Ud. sea una sádica o disfrute haciéndolo.

  • Tiene Ud. pelotas Delval, me ha hecho cambiar de opinión, creo que su compañía me será de lo más útil durante un tiempo, lo siento pero al menos durante un par de semanas tendrá que soportarme, eso sí, nada de hacerme de chofer, le quiero como mi asesor y cuando no sea necesaria su presencia, puede dedicarse a su trabajo, nos comunicaremos por whatsaap cada vez que tengamos que vernos.

Pasado el mal trago, unas horas después,  sentí el  imperioso impulso de llamar a Adela, necesitaba con urgencia una sesión especial que solo ella me podía proporcionar. Es una masoquista consumada que solo conseguía el máximo placer cuando ejercía como tal. Me la presentó un directivo de una de las empresas que colaboraban con nosotros, su tarifa no era precisamente barata, pero cuando me sentía agresivo era mi bálsamo más efectivo para devolverme de vuelta a la tranquilidad. Además, por una casualidad del destino, tenía un aspecto físico similar a la Cassandra, rubita aunque fuera de bote, no muy alta,  con buen cuerpo, ojos azules aunque algo más oscuros, bien provista de tetas y con un culo respingón y duro que parecía gritarme "fóllame". Supongo que mi mente ya se estaba imaginando como la carita de Adela se transformaba en la de la estirada y antipática Cassandra, a la que yo, totalmente metido en mi papel de sádico le hacía todo tipo de perrerías.

La yankee me había dado el día, ni siquiera puede irme a comer, sus consultas y peticiones eran constantes, los informes y aclaraciones llenaban todas mis horas. Es cierto que me fui de allí bastante satisfecho porque aguanté su primer asalto estoicamente y le demostré que me ganaba hasta el último Euro de mi sueldo. Alfredo, mi director lo pasó bastante peor, había ciertos temas en los que no había sido precisamente muy efectivo y Doña Cassandra sabía muy bien apartar la paja del grano para descubrir errores. A pesar de todo eso, la cosa marchaba bastante bien para nuestra delegación.

  • ¿Adela?

  • Si…¿Quién es?

  • Soy Carlos Delval.

  • Que tal Carlitos, hacía tiempo que no sabía nada de ti, ¿andas necesitado y necesitas desfogarte?.- Ella sabía muy bien que me jodía de lo lindo el que me llamaran por mi diminutivo y lo hacía para provocarme.

  • Si, tengo ahora mismo unas ganas locas de ser tu amo perrita insolente.

  • ¿Vendrás entonces a mi casa hoy? Dime la hora.

  • A las siete. Te quiero vestida adecuadamente o tendré que castigarte zorra.

-Si..si, estaré preparada, no te retrases, tengo ya el coño chorreando solo de pensar en ti.

Adela era una sumisa o quizás una masoquista, no se distinguir demasiado todo ese rollo que se traen, la cuestión es que esas preferencias sexuales la llevaron primero a separarse y después a convertir en negocio lo que hasta ese momento era una afición o quizás una desviación, vete a saber. Estaba muy cotizada porque se lo había montado de lujo sin apenas correr demasiados riesgos. El 100 % de los aparatos y utensilios estaban muy bien trucados, vamos que ruido hacían un montón, pero daño, lo que se dice daño, bien poco. En resumidas cuentas, era un sado-maso comercial, pensado para el gran consumo y no para quienes realmente saben y practican en serio el asunto.

Desde que empezamos a relacionarnos, noté que andaba un poco colada por mi, o eso me parecía porque cuando coincidíamos en alguna discoteca si se daba la ocasión,  acostumbraba a quedarse cerca o conmigo el resto de la velada. Yo seguía siendo un cabrón solitario que a base de presencia, pasta y no muchos escrúpulos tenía una tendencia innata para manipular y aprovecharme de los demás, sobre todo del sexo femenino. A mi sus líos sadomaso me gustaba un ratito de tarde en tarde, pero no me gustaba tanto que debido a su actividad, me relacionaran con ella. Hoy por ejemplo era un día de lo más adecuado para dejar escapar mi furia reprimida.

Llamé al timbre de su escalera y subí a la primera planta. La puerta estaba entreabierta, Adela se encontraba de rodillas sobre una alfombra roja como la sangre,  enfundada en un mono de látex negro que le cubría como una segunda piel todo su rotundo cuerpo. Una máscara del mismo material le cubría los ojos. El mono ceñido dejaba al descubierto tanto sus tetas como toda su entrepierna.  Envolviendo su cuello tenía un collar de perro lleno de tachuelas de acero del que colgaba una larga cadena del mismo material. Yo llevaba encima unas cuantas copas, no se si buscando animarme para la sesión o solo era mi forma de armarme del valor necesario para ejercer de sádico.

  • Te dije que estuvieras “totalmente” preparada y no lo has hecho, eres muy desobediente, perrita mía.

  • Soy muy desobediente amo, tienes que corregirme y castigarme, me lo merezco.

  • Claro que te lo mereces, las perras desobedientes necesitan disciplina.- Le contesté ya muy metido en mi papel mientras le daba una bofetada como saludo.

Estiré de la cadena para obligarla a agachar la cabeza dejando así su culo bien abierto y elevado. Sobre la alfombra había un paño de terciopelo sobre el que reposaban varios útiles para la ocasión.

  • Ábrete las nalgas perrita, tu amo te va a castigar como te mereces.

  • Si amo…lo que tu quieras, estoy deseando que me trates como me merezco por ser tan desobediente.

Cogí un consolador de mediano grosor pero de considerable longitud y sin demasiadas contemplaciones se lo introduje por el ano hasta llegar a su tope, gimió como una zorra al sentirse invadida de esa forma tan brutal. Después de asegurarme de que lo tenía metido hasta el fondo,  mientras la sujetaba por la cintura con uno de mis brazos, le introduje de un solo golpe en su mojado coño otro dildo de mucho más grosor aunque algo más corto. Ella protestaba, me pedía clemencia y me prometía que no volvería a portarse mal, que sería una perrita buena.

Pasé una tira ancha de plástico transparente desde su cintura bajando por su sexo hasta la altura de su ombligo donde la sujeté a una banda de velcro que formaba parte de los complementos del mono y cuya utilidad era mantener ambos dildos apretados y  hundidos en sus entrañas por mucho que se moviera. Ella protestaba y gemía pidiéndome que se los sacara, que le dolían mucho.

  • ¿Te he dado permiso para hablar? Como veo que solo sabes protestar y no dejas de quejarte, voy a tener que ponerte algo en la boca a ver si te callas de una puta vez.- Me desnudé totalmente, me arrodillé frente a su cara con la polla bien dura y rezumando líquido seminal. Se la introduje de un solo golpe de cadera hasta enterrarla en su garganta. Ella se retorcía intentado aspirar aire en medio de sonoras arcadas y largos hilos de baba que se iban depositando lentamente en el suelo formando un pequeño charco, intenté bajar la intensidad y ser más suave, pero una mirada suya acompañada de un apretón de sus dedos en mis pelotas me confirmó que lo estaba haciendo como realmente le gustaba.

Mientras la estaba follando por la boca no dejaba de contemplar su culo a través del espejo que estratégicamente estaba colocado a su espalda. Ambos dildos luchaban inútilmente por emerger de sus agujeros al ser comprimidos por las constantes contracciones que las arcadas y mis penetraciones le producían pero  la tira de plástico transparente se lo impedía una y otra vez.

Minutos más tarde no pude soportar más el ritmo frenético y la excitación acumulada, con un último golpe de cadera se la enterré en la garganta y me corrí en medio de grandes espasmos, ella intentó recular y sacarse esa polla que la ahogaba y le llenaba de leche el esófago,  saliéndole incluso parte de mi esencia a través de sus fosas nasales. El espejo me mostró al mismo tiempo como se estaba meando dejando una gran mancha en la alfombra carmesí.

En medio de algunas toses y los muchos gemidos que aun salían de su garganta por el orgasmo brutal que ambos dildos vibradores enterrados en sus agujeros junto con la garganta profunda le acababan de proporcionar, aproveché para coger la cadena que colgaba de su collar y empecé a arrastrarla en dirección a la habitación del sado. Ya dentro, enganche el extremo de la cadena a una argolla que estaba para esos menesteres. La tumbé boca a bajo en una especie de banco alto y ancho con argollas donde la amarré de pies y manos mediante unas esposas. Su cabeza colgaba en el aire a la altura de mi cintura.

  • Eres una perrita muy muy cochina, has manchado de babas y desperdiciado parte de mi leche escupiéndola en el suelo y encima te has meado cuando te corriste. Tengo que educarte para que no vuelvas a ser tan guarra.- Me puse a elegir una fusta entre las docenas de ellas que colgaban de la pared. Elegí la que por longitud, mejor se adaptaba a lo que pensaba hacer.

Adela no dejaba de pedirme perdón y jurarme que sería una perrita buena y complaciente, que se bebería todo mi semen sin desperdiciarlo si no la castigaba más, su mirada era de una intensidad y un vicio que me volvió a poner la polla dura como una roca.. Le retiré la tira transparente y le saqué los dos dildos que tenía metidos en sus chorreantes agujeros.

Coloqué una base metálica entre sus piernas en la que había un dispositivo con forma de pistón. En su extremo habían añadido un enorme consolador de silicona de casi veinticinco centímetros de longitud por sus buenos seis de diámetro. Enchufé el cable a la toma de corriente. Le introduje un tercio de la polla de plástico por el coño, procuré dejarla bien lubrificada a base de untarla previamente con una generosa ración de lubricante y calculé más o menos la distancia restante de recorrido. Luego conecté el aparato y este inició un mete y saca muy lento, profundo y metódico.

El pollón de silicona se introducía hasta tres cuartas partes de la longitud total en sus entrañas y volvía de nuevo a reposo dejando solo una tercera parte dentro de su coño. Ella aullaba y chillaba de puro placer mientras la máquina la penetraba una y otra vez sin descanso. Subí un par de puntos el potenciómetro con lo que la cadencia se aceleró, sus chillidos eran ya de concurso, aunque daba igual porque la habitación estaba totalmente insonorizada para no molestar a los vecinos. La dejé unos cuantos minutos siendo follada por el aparato hasta que empezó a gemir y retorcerse en medio de un nuevo e intenso orgasmo.

Me situé frente a su cara y con una mano la sujeté por la mandíbula obligándola de a tragarse mi recuperada polla mientras con la derecha sostenía la fusta. A medida que me la volvía a follar por la boca, de vez en cuando le propinaba un sonoro latigazo en las nalgas entre las que podía ver como se perdía la enorme polla de silicona que la estaba penetrando por el coño.

La situación duraba ya un cuarto de hora largo y Adela había tenido otro nuevo y ruidoso orgasmo en el que la permití chillar a su gusto sacándole mi verga de su boca. Aun estaba suspirando y cogiendo aire cuando subí dos nuevos niveles la máquina y de nuevo frente a su cara hice que se la tragara para continuar con un mete y saca profundo acompañado de múltiples latigazos que a pesar de provenir de una fusta trucada,  empezaron a dejarle unas claras marcas rojizas en sus blancas nalgas.

La polla mecánica  la penetraba ahora a buena velocidad y las contracciones  que notaba desde su cuerpo en mi verga eran constantes. Era  evidente que se encontraba ya al borde de volverse a correr y aproveché el momento para igualar mi ritmo al que tenía la máquina para vaciarme en su boca minutos después. Su cuerpo en un determinado momento se convulsionó violentamente hasta el punto de que la enorme tranca se le salió del coño siguiendo con su vaivén sobre sus enrojecidas nalgas mientras ella gemía y bufaba como una gata enloquecida. La cabeza acabó colgándole  sin fuerza mientras largos hilos de baba y semen se le escapaban de la comisura de sus labios.

Desconecté la máquina, me senté en un taburete y me serví un vaso de agua de una jarra que había en la pequeña mesa. Ella seguía tumbada y derrotada sobre el banco de madera. La zona bajo su entrepierna era un charco de fluidos y lubricantes que se extendían a lo largo de su culo, manchando incluso sus muslos para acabar goteando en el suelo.

  • No puedo más, me has dejado agotada, me duele todo Carlos, joder tío, ha sido una sesión estupenda, pero tengo el coño en carne viva.

  • Pues anda que yo, tengo los muslos tan agarrotados y duros que no puedo ni dar un paso y la polla me escuece como si la hubiese metido en ácido. Pero tienes razón,  ha sido la hostia tía.

Nos dimos una ducha, nos pusimos unos albornoces y nos sentamos en su salón a tomar una copa.

  • Mira una cosa Carlos, hoy estabas especialmente agresivo, verás, normalmente te cuesta un poco meterte en el papel hasta que te calientas mucho pero hoy, hoy estabas a tope desde el minuto uno. O estás aprendiendo mucho sobre el sado o traes un cabreo de puta madre encima. Además so cacho cabrón, como sabes que las fustas están trucadas me has metido leña sin cortarte ni un pelo, tengo las nalgas ardiendo.- Dijera lo que dijera, tenía una cara de satisfacción que a mi no me engañaba, si yo me lo había pasado bien, ella lo había gozado incluso más.

  • Ya, lo siento Adela, estaba muy metido en el papel, además te pareces físicamente mucho a alguien que tengo que soportar cada día en mi trabajo y tu lo has pagado. Pero también se que tu me has dejado hacerlo todo sin limitaciones.- Se puso a reír, nos servimos otra copa y me estuvo insinuando que la tenía que visitar más a menudo, sin necesidad de hacer sado y tener pagar, pero a ver si un día la invitaba a cenar y luego echábamos un buen polvo, incluso si me apetecía, me podía quedar a dormir. Premió mi papel de amo convincente con un  descuento en su tarifa y me fui para casa muy relajado pero con las piernas y el rabo que no parecían que fueran míos.

Sentado esa noche en mi sillón favorito había un detalle que constantemente volvía a mi mente aunque quisiera pensar en cualquier otra cosa, La maldita y extraña mariposa que Cassandra llevaba prendida de su ropa,  yo la había visto antes,  solo que, no era capaz de recordar donde y a quien. Primero pensé que era un diseño artístico, de fantasía, algo nacido en la imaginación del diseñador o de la clienta. No jodamos, ¿una mariposa con una calavera humana dibujada en su torso? Era absurdo. Aun así, soy muy cabezón y me metí en la red a buscar si era solo un capricho de joyería macabra o ese lepidóptero existía de verdad. Además, esa figura yo la había visto en algún otro sitio joder…y no precisamente en forma de broche.

Cuando ya estaba más cansado que un minero con turno doble a sus espaldas, después de repasar muchas imágenes de mariposas encontré lo que buscaba. Amplié la foto y me fui a la página de origen. “Acherontia Atropa”, la mariposa de la muerte. No es que fuera peligrosa, el nombre le fue puesto precisamente por esa curiosa calavera humana que adornaba su torso, puro capricho de la naturaleza. Nada más se me ocurrió entonces, me fui a dormir con muchas preguntas y ninguna respuesta.

Al día siguiente, durante un receso frente a la yankee y en medio de un café, Cassandra advirtió como de vez en cuando,  le echaba ojeadas furtivas a su broche. Supongo que la tenía sorprendida que me fijara en ese detalle y no en la buena y generosa porción de muslo que su falda dejaba a la vista o incluso que tampoco admirara con disimulo el interesante canalillo que se entreveía en su desabrochada blusa, no tanto provocado por un intento de  insinuación, sino más bien por calor que hacía en la sala de descanso.

  • Le gusta mi broche Delval?.- Siempre se dirigía a mí por mi apellido.

  • Es muy hermoso, un trabajo excelente de orfebrería hecho por un gran profesional. Se pueden apreciar todos los detalles, parece que esté viva.

  • ¿Aficionado a las mariposas?.

  • No, para nada, pero se que esa es la mariposa de la muerte.

  • Vaya, me ha dejado impresionada, no sabía que conociera su nombre, de hecho es la primera persona que sabe identificar la mariposa que adorna el broche.

  • Simplemente lo se, ¿para Ud. tiene algún significado o lo compró porque le pareció bonito?.

  • Lo tiene, lo tiene y además  mucho. La muerte no solo es el final, sino también es una forma de renacimiento, de renovación o llámelo reencarnación si quiere. ¿Lo comprende?. Le confesaré un secreto y espero que lo guarde, tengo un tatuaje idéntico en mi cuerpo.

  • Vaya por Dios, entonces está muy claro que para Ud. tiene un significado muy importante.

  • Si que lo tiene, no se imaginaría cuanto.

La conversación tomó otros derroteros y al final se agotó entre silencios suyos. Volvimos al trabajo pero no pude dejar de pensar en la dichosa mariposa y que representaba para mí esa imagen. El ciclo de volver una y otra vez a pensar en el dichoso bicho me tenía de los nervios.

Cuando llegué a casa me encontraba totalmente fuera de mí, por fin mi mente me había proporcionado una pista que aunque fuera totalmente absurda y descabellada,  no dejaba de rondarme por mi cabeza. Algo me decía que no dejara de buscar. Recordaba perfectamente como ya en el aeropuerto, su cara me sonó mucho, me resultó familiar aunque no supe porque tuve esa sensación entonces. Sensación que se fue incrementando cuando me fijé por primera vez en su broche. Ahora estaba alucinando con mi propia teoría. Busqué durante una hora hasta que encontré el DVD que quería volver a visionar y eso que quizás,  en los últimos cinco años lo había hecho ya una docena de veces. Claro que me era familiar ciertos rasgos suyos, e incluso el insecto en si mismo, por algo consideraba esa escena interracial, a ese actor y a esa actriz como una de las más brutales del cine XXX que yo había visto, escena donde ambos participantes estaban sobresalientes.

La compañía se llamaba Vivid y quizás durante muchos años fue la más importantes de toda la industria mundial de cine XXX.  Tenía la sede en California y entre su elenco de actrices que se contaban por cientos, había unas cuantas primeras espadas entre las que se encontraba quien ahora andaba buscando, un tal California Blue, como la canción de Roy Orbison. En algún sitio había leído que el apodo, el Blue,  se lo pusieron porque siempre llevaba los ojos maquillados y  las uñas pintadas de ese color.

La actriz era sospechosamente muy parecida a Cassandra aunque lógicamente más joven por haber sido una película rodadas hacía cerca de diez años o más. En una de sus nalgas, concretamente en la derecha lucía el dichoso tatuaje de la mariposa de la muerte,  como puede volver a apreciar deteniendo el plano. Estaba tan alucinado que detuve el reproductor y me fui a prepararme un café para que me ayudara a despejarme.

Volví a encender el aparato y fui anotando en un papel pequeños detalles en su cara o cuerpo que me pudiesen ayudar a descartar o confirmar mi teoría. El pelo de la actriz era negro y brillante, cortado por encima de sus hombros con el flequillo recto, estilo egipcio, esa era la primera diferencia, aunque podía ser que se lo tiñera durante esos años, quizás incluso para despistar a los detectives que puso su familia para encontrarla. Su pestañas tampoco ayudaban, en el film las llevaba muy maquilladas y del mismo color que el cabello. Junto a su boca lucía un pequeño aunque llamativo lunar que yo no recordaba haber visto en el rostro de Cassandra. Tampoco recordaba haberle visto las orejas, aunque en las de la actriz se veía claramente en uno de los planos como tenía tres pequeños brillantes en la zona superior de ella y un doble agujero con dos aros a juego en su lóbulo. Al final de su cuello, cerca de los hombros se apreciaba una mancha rosada del tamaño de una moneda de cinco céntimos, quizás fuera una erupción cutánea, una picadura o porqué no, una mancha de nacimiento. Lo que me aterraba es que los ojos de ambas eran los mismos, con la misma intensa y personal mirada o eso es lo que me parecía a mí.

Recordé la frase de Alfredo donde me contaba que durante diez años estuvo desaparecida  sin que su familia supiera de que vivía o a que se dedicaba, su fama de descarriada desde la adolescencia, etc.. En algún momento de esos casi quince años lejos de la familia estudió una carrera y se sacó un Master, ambos en prestigiosas universidades que no tenía nada de baratas. ¿Vendía hamburguesas mientras estudiaba? Obvio que no, no habría podido ni pagar el primer plazo de la matrícula.¿Empleada de tienda?.Bah…tampoco. ¿ Se hizo la amante de algún tipo que estaba forrado de pasta y le pagó los estudios? Me cuesta creer que haya tipos tan imbéciles pero tampoco se podía descartar, el mundo está lleno de gilipollas que pierden la cabeza por un coño. ¿Atracadora de bancos? Lo encontré de lo más absurdo…¿actriz porno mundialmente famosa escondiendo su verdadera identidad tras un cierto disfraz físico? Ese era el meollo de la cuestión y de estos supuestos,  no era precisamente el más absurdo de todos.

Dejé que siguiera la escena reproducida,  la supuesta Cassadra según mi teoría,  era una guarra de mucho cuidado, le mamaba el enorme rabo al negro como si fuera su helado favorito de nata con chocolate, rabo que daba hasta miedo mirarlo, pasaba de largo de los veinte centímetros y su grosor era de gran calibre,  había que pensárselo mucho antes de intentar metérselo por el culo o se podía acabar en urgencias sangrando como una cerda degollada. Aun así, la protagonista conseguía tragarse hasta la mitad, eso si, haciendo un esfuerzo sobrehumano. Al final y que nadie me pregunte como, mientras de sus ojos salían regueros de lágrimas mezcladas con rimel, se le escuchaban varias arcadas y sus dilatados glóbulos oculares se enrojecían con el esfuerzo, consiguió la proeza de tragarse tres cuartas partes de semejante torpedo de carne, calculé que la punta estaría muy adentrada en su esófago.

El enorme negro unos minutos después,  le sacó la polla de la babeante boca y subiéndola a pulso cogida por los muslo, le encajó ese monstruo en su coño donde manteniéndose pie con las piernas abiertas se la estuvo follando a conciencia,  dejándola caer una y otra vez  sobre su rabo hasta conseguir hundirlo en su totalidad dentro de su dilatada vagina.  Cuando se cansó de la postura, la puso de perrito en el suelo y le endiñó la polla por el culo, no lo hizo de forma brusca, supongo que ella ya se lo había estado dilatando previamente con algún dildo para el caso, pero poco a poco, consiguió llenarla con esa enorme serpiente negra, sin que ella en ningún momento dejara entrever dolor o incomodidad, su actitud pasiva con las nalgas abiertas y sus manos apoyadas en el suelo eran sorprendentes.

La hizo sentarse en el filo del sillón y la volvió a penetrar analmente, El se colocó de tal manera que estando más agachado que ella,  cuando la embestía,  la punta conseguía deformar su abdomen, concretamente cerca de su ombligo,  su piel se elevaba formado pequeños abultamientos que coincidían con el lugar donde estaba la cabeza de semejante pollón. El primer plano recogía toda la escena de una forma increíble de ver. En cierto momento, se la sacó de un solo golpe escuchándose un sonoro ploff, le acercó el rabo frente de su cara y este se puso a escupir varios chorros de leche que acabaron en su boca, mejillas y pelo. Joder, joder… fue algo brutal, yo me corría sobre mi camiseta instantes después que el negrazo lo hiciera sobre ella, rompiendo mi propia costumbre de no pajearme nunca viendo porno. En esta ocasión, la paja que me hice fue monumental, tengo que reconocerlo.

Si dijera que a la mañana siguiente no estaba excitado y ansioso por comparar lo que sospechaba, mentiría. Pero si bien durante la noche llegué a convencerme de que había encontrado el Santo Grial, el secreto mejor guardado de Cassandra, por la mañana no lo tenía nada claro. Hija de familia poderosísima, quizás esa historia que circulaba sobre su huída, su desaparición era en realidad más leyenda urbana que otra cosa, puede ser que tuviese una buena asignación mensual, que incluso sus padres o al menos alguno de los dos,  supiera como contactar con ella o la llevaran en algún momento a algún lugar especializado durante ciertos años para desintoxicarse o vete a saber si fue tratada por ciertas terapias típicas de los americanos. Muchos “puede que…”, quizás la historia que escuchó Alfredo solo era un rumor intencionado y distorsionado de la realidad de entonces.

Comenzamos un día más,  despachando informes de los diferentes departamentos, hoy en concreto aquellos referidos a la más que posible expansión a Portugal. Cassandra se presentó vestida de forma impecable. Traje chaqueta de ejecutiva con falda por encima de la rodilla y estratégico corte lateral. Se quitó la chaqueta para estar más cómoda y se quedó con una camiseta de seda negra con tirantes que resaltaban sus abundantes tetas y sus bonitos hombros.

Me fijé en su cara, sin duda su parecido con la actriz porno era extraordinario si no teníamos en cuenta el color del cabello,  ni tampoco el tiempo transcurrido que en vez de restarle belleza, la resaltaba, ahora era una mujer en su pleno apogeo, entonces era una veinteañera guapa y desmelenada, siempre suponiendo que estuviera hablando de la misma persona. Ella se dio cuenta y me sonrió algo sorprendida por mi repentino interés en su persona.

  • Delval, hoy solo hace que mirarme ¿le pasa algo a mi cara o a mi maquillaje?.- Me soltó socarronamente.

  • Tiene algo junto a su boca, quizás un resto de comida….

  • Ah….no, es solo una pequeña cicatriz que si no vigilo cuando me maquilló parece suciedad, me quité un pequeño lunar hace un par de años y siempre tengo pendiente una visita al cirujano plástico pero nunca encuentro el momento.

  • ¿Se encuentra bien Javier?, se está poniendo pálido, podemos dejar todo esto durante un rato si se siente indispuesto.

  • No..no, solo tengo el estómago revuelto, no he dormido bien y esta mañana a penas he comido nada.

  • Es evidente que ha dormido poco, tiene Ud. ojeras, venga, le necesito en buena forma, si no se encuentra bien, márchese a casa y descanse. Hágame caso, estar enfermo y trabajado es una estupidez.

  • Tranquila, solo es una pequeña indisposición, podemos seguir sin problemas.

Me fijé en su oreja derecha,  en cierto momento en que ella se puso de lado a teclear en su portátil, falsa alarma pensé, su oreja solo tenía la antigua marca de un agujero en su zona superior y también un solo un agujero en su lóbulo de donde colgaba un pequeño aro de oro y platino con brillantes. Me detuve en su cuello y me quedé a cuadros cuando pude apreciar una pequeña mancha de nacimiento o vestigio de alguna antigua cicatriz que coincidía con lo que vi en la escena de video. Estaba ya que me temblaban las piernas.

Pasada ya una larga hora,  su celular recibió una llamada, se giró hacia la derecha mientras contestaba, de forma inconsciente se echó el cabello hacía atrás metiendo varios mechones detrás de su oreja izquierda. Si en ese momento me pinchan con una aguja, no sale sangre. Las tres marcas en la zona superior de su oreja aun eran claramente visibles como también lo era un agujero paralelo al que usaba para colgar su actual pendiente. Ahora lo entendía todo, en la foto, el lunar estaba junto a su labio derecho, pero los pendientes con sus respectivos agujeros yo los contemplaba en su lóbulo izquierdo, no en su derecho. Agaché la cabeza para que no se diera cuenta de mi desasosiego y me puse a mirar sin ver  los papeles que tenía delante.

Hoy por lo visto tenía un buen día, o mejor dicho estaba algo más simpática y relajada que de costumbre, supongo que irse poco a poco enterando de que la delegación gozaba de prestigio y tenía bastante dominado el mercado nacional, tuvo mucho que ver.. Me obligó cabezonamente a acompañarla a un restaurante vegetariano que había cerca de la empresa, animándome a que por un solo día probara la carta de ese lugar, además argumentó que a mi estómago le vendría bien ese tipo de alimento si lo tenía un poco revuelto. No aceptó un no por respuesta y me imaginé mentalmente comiendo zanahorias crudas o algo peor, como si fuera un vulgar conejo.

A punto de pedir los postres y habiéndole tenido que reconocer sinceramente que la comida estaba exquisita y no tenía nada que envidiar a la clásica, me hizo una curiosa pregunta, después de comentarme lo a gusto que estaba en su hotel y lo estupendo que eran los tres restaurantes que formaban parte del complejo.

  • ¿Lo eligió Ud.? Lo digo porque está rodeado de cuatro más que tienen la misma categoría y parecidas comodidades.

  • Si, lo elegí porque la atención es realmente excelente, incluso destaca sobre la que todos esperamos de ese nivel de establecimientos y si Ud. tiene que estar cierto tiempo aquí,  se sentirá mucho más cómoda que otros lugares similares.

  • Se lo tengo que agradecer, el ambiente es lo más parecido a un domicilio sin serlo, claro está.

  • Veo que hoy no lleva encima su símbolo de la suerte…. Lo dejé caer.

  • jajajaja…le aseguro que no me desprendo de el, de una forma u otra siempre está conmigo.

  • Vale, capto lo que me ha querido decir,  se refiere al tatuaje ¿verdad?.

-¿No le pica la curiosidad por saber donde lo tengo?.- Me echó una mirada irónica en medio de una de sus sonrisas. Había que reconocer que tenía un aplomo envidiable, no se alteraba ni se ruborizaba por nada.

  • Me muero por saberlo, la verdad es que soy un chismoso impenitente, pero no quise preguntárselo por no ser impertinente. Supongo que si quisiera que la gente lo viera, lo llevaría más a la vista.

  • Correcto de nuevo, le daré un pequeño premio a su perspicacia, será en forma de pista, está entre mi espalda y mis muslos-

  • Supongo entonces que o bien lo tiene en la zona lumbar o bien en alguna de las nalgas.

  • Eso son tres, tiene que elegir uno y si acierta,  le invito a comer, sino, paga Ud.

  • Hummm...¿En su nalga derecha?.- Ahí apunté a la diana directamente a ver si se acababa confirmando mis sospechas.

  • Muy bien Delval, premio para Ud. la comida corre de mi cuenta, tenía un 33% de posibilidad pero ha hecho pleno. – Su acento chicano era realmente delicioso a mis oídos,  pero eso no restaba nada a la impresión que en esos momentos se estaba apoderando de mi cuerpo. Era ella joder, ¿Cuántas posibilidades hay que una persona idéntica a otra tenga además 6 detalles en su cara y cuello que concuerden en ambas? Lo lógico es que fuera la misma persona al 99%. A pesar de todo, aun quería hacer una última comprobación discreta.

Le dije que iba un momento al lavabo antes de que mi propia actitud y desasosiego me obligara a andar dando explicaciones o excusas, Recuperado de la impresión y acabada la comida, nos volvimos a la empresa. A la vuelta le comenté que debía ocuparme de otros temas y me dijo que nos veríamos al día siguiente porque ella se marchaba a comprar ciertas cosas que necesitaba antes de volver al hotel.

Cuando fue presentada a toda la dirección y mandos intermedios, se hizo la típica foto corporativa tan de moda en estos tiempos. Se mandó una copia a la matriz y se encargó una foto de gran calidad para adornar enmarcada la sala de juntas. Yo disponía de una copia en mi PC y gracias a mi dominio del Photoshop no me costó demasiado ampliarla manteniendo una alta calidad y retocarle el cabello para dejárselo similar al de California Blue.

Incluí un último detalle en el retoque,  guiándome por la cicatriz, añadí su antiguo lunar. Suavicé algunas texturas para que su cara rejuveneciera  unos cuantos años y por fin satisfecho, guardé el archivo modificado en un pendrive. Después busqué imágenes en google sobre esa pornostar y las grabé también junto a la  retocada. He hice con una veintena y debo de reconocer que si cualquier persona las observara con atención,  le resultaría prácticamente imposible determinar cual era la de Cassandra “modificada” y cuales eran las de California Blue. Bueno, el círculo aparentemente se había cerrado y me ofrecía infinidad de posibilidades a explorar, pero sobre todo, de explotar.

Continuará....