Caliente pareja de abuelo y abuela
Gemí como una gata en celo y me moví ahora lentamente para disfrutar de aquel manjar nuevamente, subiendo y bajando a la vez que sentía me reventaba por dentro de lo larga y gruesa que estaba.
Tras una larga experiencia con mi última pareja el viejo invidente y tras la ruptura por problemas con su familia, decidí tomarme un descanso y no comprometerme y disfrutar de la vida sin tapujos, por lo que me dedique algunos ratitos en algunas páginas de contactos para tener alguna aventurilla discreta y sin compromiso.
Conocí a un matrimonio mayor que me llamo la atención pues buscaban mujer para él, siendo ella primero una observadora y luego participar también con él.
Pensé, este tío tiene que ser un semental para darnos caña a las dos y dejarnos satisfechas y más cuando supe que su edad eran ya 68 años y ella 60.
Contacte con ellos en una cafetería cerca de casa y me lleve una muy grata sorpresa pues aunque los había visto en foto en la página, en persona ganaban mucho más.
El Juan, era alto y delgado de aspecto muy varonil, con pelo blanco y parece ser también por el cuerpo, pues por su camisa brotaba un buen follaje por el pecho, la cara delgada y enjuta pero guapo con barba de dos días sin afeitar que le daban un aire más macho.
Ella más baja pero también delgada y muy atractiva con el pelo también algo canoso pero medio tintado y una figura muy sexy para sus 60 años.
La primera visual que pude echar con disimulo a su paquete, me dejo perpleja, pues lo que había dentro de aquel bulto parecía era grande, pues marcaba un grosor digno de meterle mano sin contemplaciones.
Charlamos un buen rato para conocernos y saber nuestros gustos y sin miramientos los invite a mi apartamento, enseñándoles las habitaciones y baños y la terraza, pero al llegar al dormitorio principal, Juan no se ando con contemplaciones y dijo que ya no quería ver más, acercándose por detrás de mí y besándome en la nuca comenzó a desvestirme en presencia de su mujer que con cara de picara se sentó en la cama no sin antes quitarse también algo de ropa.
Me desvistió lentamente con besos y caricias y lo cierto es que me puso muy cachonda, sintiendo como mi sexo estaba mojado como si fuese una adolescente.
Me sobo los pechos ya desnudos respirando fuerte por mi nuca y besándola, bajando lentamente hasta mi conejito que libero del tanga para comenzar a rozarlo con sus masculinas manos, todo con su correcta pausa, haciéndome sentir una gacela en celo.
La mujer saco de su bolso un pequeño consolador y empezó a jugar con él en su sexo mientras nos miraba.
Me tumbo en la cama al lado de su mujer yo ya toda desnuda, comenzando el a desnudarse en nuestra presencia.
Yo miraba con cara de salida al paquete que había crecido considerablemente mientras se quitó la camisa dejando su frondoso pectoral masculino al descubierto. Me dije que estaba buenísimo para aquella edad, pues no parecían los músculos flácidos y la figura era envidiable.
La sorpresa venia tras soltar los pantalones y ver una barra marcada en los slips que me dejo atolondrada.
Su mujer dijo, muéstrale tu arma, dejando el que fuese yo la que le bajara lentamente el slips para mostrar aquel coloso venoso y duro que partía de una base más gruesa y ancha para acabar en una rosada y gorda cabeza semidescubierta que la hacía apetecible a raudales.
La agarre medio temerosa y palpe la dureza y su grosor y no menos aquella longitud que rozaba los 22 centímetros, toda peluda casi ya blanco el pelo con un par de depósitos enormes y calientes.
Quede anestesiada por las vistas pero rápidamente pase a comerla y besarla, golpeándome con ella cariñosamente la cara y labios.
El resoplaba con mis caricias y su mujer gemía jugando con aquel consolador mientras nos miraba.
La lamí y relamí y comí aquellas gruesas pelotas hasta hartarme de pollon y huevos, notando como supuraba por su enorme cabezón ya algunas gotas trasparentes por la excitación.
Paso al ataque y tras ponerse entre mis piernas, comenzó una de las mejores comidas de coño que me han dado, pues su lengua y dedos hacían de mi una perra en celo sobre la cama gimiendo y gozando como poseída.
El primer orgasmo fue de una intensidad alta y pensé iba a pasar ya a penetrarme, pero siguió comiendo con más espero ahora mi jugoso sexo a la vez que sobaba mis pechos y pellizcaba mis pezones con sus masculinas y fuertes manos.
El segundo tardo un poco más en llegar pero supero al primero en intensidad , volviéndome loca de placer a la vez que le sujetaba la cabeza contra mi sexo fuertemente mientras las contracciones de placer levantaban mi cadera sobre la cama con espasmos cortos pero repetitivos.
Su lengua parecía conocer todos los rincones de mi conejito mojado y ardiente, pasando ahora a subirme la cadera sobre una almohada para dejar un poco al aire mi sexo, agarrando el su enorme tranca y comenzando a frotar la cabeza por los labios empapados de mi coñito supurante de jugos de placer.
Tomo el consolador de las manos de su mujer que jugaba con el en su sexo y lo acerco a mi agujero trasero y con suavidad fue jugando y metiéndolo. Entro más fácil, pues no era muy grueso, dejándolo semi metido, a la vez que acercando aquel monstruo largo y duro a mi asustado conejito, comenzó a meterlo.
Me sentí ensartada mientras entraba aquel coloso rozando a abriendo mis paredes mojadas por los dos orgasmos, hasta juntar su cuerpo con el mío dejándose caer sobre mí.
Comenzó a besarme lujuriosamente mientras ahora su cadera subía y bajaba como un taladro percutor a cámara lenta, sintiendo cada centímetro de aquel grueso miembro entraba y salida de mi cuerpo, produciéndome un placer tan exquisito que parecía andaba en una nube de placer.
Otro orgasmo más delato que me tenía poseída, haciéndole acelerar un poco más su marcha, llevándome hasta un éxtasis difícil de explicar, pues aquel macho enjuto y sexy se desenvolvía como un experto maestro en el arte de follar.
Con las contracciones el consolador se introdujo más y ahora me sentía ensartada por ambos lados, poniéndose su mujer ahora de rodillas tras él, acariciándole las enormes pelotas mientras me poseía.
Le dio también varios azotes en el trasero duro y musculoso a la vez que le animaba a follarme más fuerte.
Sentía iba a recibir una descarga en cualquier momento y mi ardor iba en aumento, cuando ante mi sorpresa paro y tomo a su mujer acercándola a mí y girándonos nos puso como vulgarmente diría a cuatro patas juntas.
Su mujer fue a decir que ella después pero él estaba lanzado y comenzó a follarnos alternando agujero con su enorme rabo y sus dedos.
Oía a su mujer y le veía la cara junto a la mía desencajada cada vez que le clavaba aquel gordo estilete haciéndola correrse rápidamente.
Deseaba recibir yo el contenido de aquellas enormes pelotas que se balanceaban como enormes péndulos con los golpes ya cada vez más secos y fuertes de su cadera, cuando lo hoy bramar como un toro bravo que empitona a su hembra y espera darle su leche, notando como un espeso y cálido caldo inundaba el fondo de mi conejito.
Mi cabeza quedo hundida sobre el colchón con los fuertes empujes de cadera que ahora recibía mientras descargaba en mi interior su pastosa leche.
Agarro el consolador y se lo metió a tu mujer por atrás mientras la obligo a chuparle su goteante y supurante cabezón.
Nos dejó reventada aquel viejo semental, pero la cosa no quedaba ahí… pues tras darnos una ducha los tres juntos jugando a caricias y juegos eróticos dentro de la misma, nos volvió a llevar a la cama.
Nos pidió se la pusiéramos dura chupándole las dos a la vez y no tardó mucho en ponerse en forma, sentando a su mujer sobre su duro rabo para que esta ahora cabalgara, y a mí me pidió me sentara sobre pecho para poder jugar con mis pechos mientras su mujer saltaba como una loca sobre su duro rabo.
Me tomo por la cintura para que me levantara un poco y llevara a su boca mi sexo mojado ya, por el placer de sentir aquel viejo macho como nos daba placer a las dos mujeres.
Su mujer se corrió y quedo sin fuelle sobre él, diciendo ahora me pusiera yo sobre su duro rabo.
Lo agarre con mi mano por su base no sin antes acariciarle sus hermosas y peludas pelotas y viendo lo lubrificado que estaba por los jugos me la fui metiendo lentamente hasta sentarme sobre sus pelotas.
Gemí como una gata en celo y me moví ahora lentamente para disfrutar de aquel manjar nuevamente, subiendo y bajando a la vez que sentía me reventaba por dentro de lo larga y gruesa que estaba.
Al ser la base tan gruesa cuando reposaba sobre ella me sentía llena a explotar.
Me agarro por el cuello y me llevo mi cara a su boca para besarme con ansia y deseo mientras su mujer creo se acercó por atrás y le masajeaba las pelotas pues veía su mano moverse y la sentía rozar en mi cuerpo y a la vez nos miraba sonriendo mientras nos besábamos.
Perdí fuelle cuando me corrí nuevamente y tuvo que ser el quien comenzó a ayudarme con sus fuertes manos levantándome y dejándome caer sobre su enorme y grueso pollon, hasta que lo vi retorcerse de gusto poniendo su cuerpo tenso en señal de la descarga de leche que me estaba dejando.
Bramo y grito como un macho en celo acabando su mujer de sacarla de mi conejo y comenzar a chuparla de una manera desenfrenada, sacando las ultimas gotas de aquel largo musculo.