Caliente

Si mi marido pasa de mi... ya me buscaré yo quien no lo haga...

Soy nueva en esto de escribir, así que trataré de hacerlo lo mejor posible. Lo que voy a contar es real y os lo contaré tal y como pasó.

Bien, soy una chica de 27 años, casada desde no hace mucho tiempo con el único hombre con el que he estado. Me va bien, no me puedo quejar, pero desde hace un tiempo me ha dado por pensar el cómo sería estar con otro hombre, sobre todo desde que mi marido anda un poco desganado.

Aquel día, mi marido había salido temprano a trabajar. Yo estaba bastante caliente, bueno, llevaba ya unos días con ganas de marcha, pero no había conseguido nada. Me levanté, hice café y me dispuse a salir a la terraza a tender la ropa de la lavadora que mi marido había dejado puesta. Cuando me disponía a tender, pude apreciar que alguien me observaba. Mi vecino, al cual no había visto nunca estaba apoyado en su ventana fumando un cigarrillo. Me dio los buenos días y yo le correspondí. Me dio un poco de vergüenza, puesto que yo salí con poca ropa, unos pantaloncitos cortos que dejaban ver mis cachetes y un top de tirantes, el cual dejaba ver mis tetas grandes y redondas.

Ni corta ni perezosa, me contoneaba, me acachaba e intentaba provocar a aquel hombre que me observaba. No sé cómo, pero la temperatura seguía subiendo en mi interior. Después de un buen rato, el vecino se dispuso a darme un poco de conversación, hablando del tiempo, como no… en fin, y yo encantada de poder girarme y poderme exhibirme ante aquel desconocido. Después de un buen rato, cuando hube terminado de tender, nos quedamos un rato más charlando, parecía simpático, así que no me importó seguir el juego. Me preguntó si había tomado café, que él acababa de hacer, y me invitó a subir a su casa. Entré en mi casa y no me podía creer lo que estaba pasando, estaba decidida a subir a ver lo que pasaba.

Con la misma ropa que llevaba, subí hacia su piso, me abrió la puerta y se presentó. Yo hice lo mismo y pasamos hacia su salón. Era mayor que yo, alrededor de 38 años, no muy guapo pero con algo que me atraía, sería su mirada sucia, supongo que era eso. Mi calentura iba subiendo. Nos sentamos, y entre risas y coqueteos nos tomamos un rico café.

No se cortaba, miraba mis tetas aún sabiendo que yo le estaba mirando. Eso me ponía a cien. Hasta que me lancé a la aventura. Le pregunté si le gustaban y me dijo que sí, que las tenía preciosas. En ese punto supe que ya no había marcha atrás. El quería follarme y yo quería que me follara. Me levanté el top y las dejé a la vista. Le pregunté si quería tocarlas y acercó sus manos y me las cogió con fuerza. Me las magreó un poco y se acercó hasta que su boca empezó a besar mis labios mientras sus manos no paraban de estrujarme las tetas. No pude contener los gemidos. Estaba muy caliente y acerqué mi mano a su paquete. Metiéndonos mano en el sofá estuvimos un rato, besándonos, hasta que pude desabrocharle el pantalón y sacar su miembro, erecto y grande. Lo pajeé mientras me decía lo buena que estaba y las ganas que tenía de hacerme cositas. Me preguntó si quería chuparla y le dije que sí, se levantó y la dejó a la altura de mi cara, se la agarré y me la fui introduciendo en la boca. La metía y la sacaba suavemente, pasándole la lengua y saboreando aquel pollón mientras mi chocho se hacía agua. Me la metí entre las tetas, me la pasé por la cara, era un juego muy divertido y excitante.

Me levantó, me abrazó y me besó, me magreó el culo y se dispuso a bajarme el pantaloncito. Cuando me tuvo desnuda me volvió a sentar , me abrió las piernas y empezó a comerme el coñito. Yo le agarré la cabeza y le resfregué todo mi sexo por la boca, mientras le pedía por favor que me follara. Se incorporó, se tombó encima de mí y me la metió hasta el fondo mientras me besaba. Me empezó a meter unos pollazos increíbles, y yo no podía dejar de gemir como una loca. Cuando me corrí, le pedí que lo hiciera él, pero le dije que la sacara y se corriera en mi boca y mis tetas, quería que me esparciera su leche por todo mi cuerpo. Y así lo hizo, me la sacó del chochito, y pasándomela por la boca y las tetas se corrió, llenándome toda entera de leche calentita.

Esto fue el principio, teníamos toda la mañana, así que del sofá nos fuimos a la cama y seguimos follando. Desde ese día no le he vuelto a ver, aunque tengo ganas de volver a repetirlo.