Caliente
"Hoy entró el verano, adoro el calor. Me gustaría que lo supieras." Porque todos hemos fantaseado con nuestro mejor amigo.
Las noches solitarias como estas, en las que la temperatura de mi sangre no depende de la temperatura del ambiente, desearía tenerte aquí.
Esto no le hace bien a mi cuerpo, tú le harías mejor.
Si ahora pudieras verme: Apreciarías mis pechos hinchados debajo de la blusa, mientras unas gotas de sudor se deslizan por mi cuello, sobre y entre ellos, perdiéndose en un caminillo que me gustaría que descubrieras.
La blusa blanca y el tanga me aprietan, te pediría que me los quites.
Justo ahora el clítoris me palpita, muriéndose de ganas por sentir su lengua tocándolo, acariciándolo.
Susurro tu nombre de forma casi inaudible.
Quiero tocar mi cuerpo suavemente, imaginándote con los ojos cerrados; hasta perder la razón con la imagen de ti todo el tiempo.
Haciendo un último esfuerzo por no ceder a la tentación, encenderé el ventilador. Lo hago y el aire sale tibio.
Me estoy engañando al pensar que desnudarme me ayudará con el calor, sin embargo, necesito una excusa estúpida que justifique mi desnudez.
Me quito la blusa… Mi piel se eriza y los pezones responden erectándose, muerdo mis labios mientras muero de deseo. Aunque sea en mi mente, muérete de deseo conmigo.
Mis manos hacen lo que les da la gana, tocan mis pechos masajeándolos en círculos, los pezones duros contra las palmas ruegan por tu lengua; desearía sentir tu excitación cuando escucharas mis quejidos casi ahogados que me salen desde la garganta.
Como deseo justo ahora tus manos, tus labios y tu lengua succionándome, masajeándome, haciéndome tuya muy despacio.
Chupo mis dedos. Quiero imaginar que es tu boca húmeda la que me recorre y baja por mi vientre, a punto de darme placer.
Lo primero que noto es mi tanga completamente húmeda, cuando ni si quiera me he tocado… Ojalá pudieras ver lo que provocas sólo con la imagen de tu cuerpo. Imagina lo que me harías estando aquí.
Mientras me acaricio el clítoris por encima de la tela transparente, tengo que morder mi labio inferior para no gritar. No puedo gritar tu nombre con mis padres durmiendo al lado.
Es tan torturante, me muero de calor y no aguanto más. Te deseo tanto y no estás, si continúo así, moriré ahogada en esta desesperación excitante por no tenerte.
El tanga me estorba, aunque sé que así; transparente y húmedo te gustaría. Me libero de él, empiezo a acariciar el clítoris directamente. Un gemido sale de mi boca al sentir mis dedos humedecerse.
En mi mente sólo está el delirio de tu cuerpo desnudo encima del mío, al tiempo que tu lengua está enredada con la mía y así me impides gemir, gritar. Tu mano en medio de nuestros cuerpos es usada para masturbarme, así, suavemente, así me gusta.
Entre gemidos te susurraría en el oído: “Penétrame ahora”
Mis dedos entran. No aguanto la necesidad de gritar tu nombre.
Dios, ese es el sonido de mis dedos lubricados moviéndose rápidamente. Tengo la imagen de tu pene entrando y saliendo, duro y profundo. Muero por apretar mi sexo, rodearte y succionarte. Quiero que seas tú y no mis dedos.
Estoy moviendo los dedos más rápido, levantando mi cuerpo para entrar lo más profundo que me es posible. Mi mano izquierda acaricia en círculos el clítoris, ambas manos al mismo tiempo, rítmicamente, así, así.
Voy a gritar tu nombre mientras me corro imaginándote.
Sácalo de mí. Sin pedirme permiso, así de irreverente como eres, sin preguntarme si quiero o si me gusta: Mételo a mi boca.
Siento el orgasmo mientras me masturbo, quiero que sientas mis gemidos retumbar en la cabeza de tu pene.
Aquí, acostada con las sábanas mojadas por el placer de tu ilusión, sé que somos amigos, sé que tienes novia… Pero también sé que soy tu tipo, siempre y cuando “Tu tipo” se describa en cuatro palabras: Abierta, húmeda, caliente y profunda.