Calentón en el coche patrulla

Alex sale del hospital ya que no ha sufrido ningún rasguño. Le intenta sonsacar información a su compañera pero esta se cierra en banda enfadándose. Durante el caso la reconciliación se da en plena vigilancia en el coche patrulla.

Compañeros con derecho a roce III: Calentón en el coche patrulla

Abrí los ojos y me percate que estaba en el hospital. Allí estaba Smith y Tucker en la puerta de la habitación. Smith se percato que me estaba incorporando.

  • Buenas noches Alex.
  • ¿Qué hora es? ¿Qué día es hoy?
  • No te preocupes son poco más de las 9 de la noche. Solo han pasado 20 horas desde que te dispararon. Deja de vestirte. La doctora ha dicho que te quiere mantener en vigilancia
  • No me ha pasado nada. ¡ Auchhh ¡ - me dolía el pecho horrores –
  • Si que te pasado algo. Te han disparado en el pecho. Menos mal que el chaquetón anti balas paro el disparo.
  • Pues no me encuentro mal. De todas formas hay cosas más urgentes. Le han disparado a mi compañera
  • ¿Qué coño estás diciendo? A tu compañera no le ha pasado nada. Cuando fuimos con los refuerzos vimos que estaba manchada de sangre, pero ella dijo de que era de los dos fiambres. Por cierto, otra vez que te ha salvado el culo. El jefe dice que te va a meter un paquete que te vas a cagar. Eres un imbécil Alex, en esas situaciones siempre se llama a los SWAT.
  • Y mientras llegan los SWAT los tipos están a varios kilómetros.
  • Tanto hacerte el héroe va a hacer que te maten a ti , o peor, a Elisabeth. Piensa un poco con la cabeza y date cuenta de una vez que no puede estar salvándote el pellejo en cada caso.
  • ¿Por cierto, donde esta?
  • Pues menuda compañera que tienes. Se fue del hospital antes de que amaneciera. Eso a un compañero no se hace.
  • Pues voy a ir a buscarla tengo una cosa importante que preguntarle
  • Alex deja de comportarte como un idiota y sigue en la cama.
  • Hasta otra

Tome mi chaqueta , el arma y mi placa y cogí el ascensor hasta la planta baja. Cuando salía por la puerta principal me encontré a Elisabeth. Mi corazón dio un respingo de miedo ante lo que vi ayer. Me tranquilice y le di una seña para que se acercara.

  • Elisabeth … - estuve casi un minuto sin saber que decir – Eli ¿Qué coño fue eso de ayer?
  • ¿De qué me hablas?
  • Sabes muy bien de lo que te hablo
  • Pues aclárate, y dímelo
  • Elisabeth no me tomes el pelo. ¿Qué fue eso de levitar? ¿Y tu rostro? ¿Y los colmillos?
  • ¿Levitar, colmillos? Tú lo flipas, Alex.
  • No flipo nada.
  • Tranquilízate, estábamos en un almacén donde se fabricaba droga alucinógena. Lo más probable es que los vapores te hicieran ver cosas que no son.
  • Y una mierda. Yo sé muy bien lo que vi. Eso no fueron vapores alucinógenos. Enséñame tu pecho.
  • Alex, este no es sitio para eso- me dijo susurrando
  • Sé que te alcanzaron.
  • Si me hubiesen disparado no estaría tan bien como estoy.
  • Elisabeth. Deja de burlarte de mí. ¿Quién coño eres?
  • Me parece que además de Clint Eastwood, tú has visto a Christopher Lee demasiadas veces.
  • Me estas hartando de tus burlas. Yo no he soñado nada, te he visto.
  • Pues yo estoy hasta el coño de que no me hagas ni puto caso cuando te digo de que esperemos a los refuerzos. Si no te hubiesen herido ahora te daría una paliza. ¿Cuántas veces te has librado gracias a mí de morir? ¡Eh! ¿Dime cuantas? ¿Y ahora me vas a venir con gilipolleces? ¿Qué piensas escribir en el informe? ¿Qué tu compañera es una vampira? Pues si lo haces vete despidiendo del cuerpo de policía, iras directo al manicomio.

Estaba en lo cierto. Lo que vi anoche no me lo creería nadie. Y si soltase algo seria el hazmerreir y el chiflado de la comisaria.

  • Lo que tú digas, pero tú no me engañas. ¿Dime que cojones eres?
  • No soy ningún cojón. Soy tu compañera. Y me estas hartando. ¡Vete a la mierda!
  • ¡Que te jodan, Eli!
  • ¡Que te folle un pez, Alex!

Estaba furioso. Elisabeth me estaba mintiendo, de eso estaba totalmente seguro. Lo que había visto era aterrador y no eran producto de una visión distorsionada por vapores de estupefacientes ni el resultado de mi imaginación. Ella cogió su coche particular y se marcho. Ahora mismo no teníamos muchas ganas de vernos el uno al otro. Esta era una de los principales motivos por los que no se recomiendan las relaciones de este tipo en la policía. Si una pareja se enfada puede perderse los nervios y eso no es nada aconsejable en un trabajo tan peligroso como este. Pero en ese momento yo no pensaba en esos importantes asuntos. La ira me dominaba y… el miedo. ¿Qué narices era Elisabeth? O lo más probable es que ella tuviese razón y lo que observe la noche anterior en el almacén de Hielo negro fue resultado solamente de una alucinación. Mi espíritu policial me imponía investigar a mi propia compañera. Pero ahora no era el momento. Firme el acta de alta voluntaria en la oficina de recepción del hospital y yo cogí el General Motors del trabajo para ir a comisaria.

Una vez allí volví a ver a Elisabeth. El jefe me estaba esperando y no tenía cara de buenos amigos.

  • Alex, me tienes hasta los cojones. Otra vez la has vuelto a liar. ¿Qué coño te enseñaron en la academia? A ti los procedimientos parece que te la resbalan. Elisabeth me ha hablado e insiste en que haga la vista gorda otra vez. Si no fuera por que sois de los que más casos resolvéis te abriría expediente. Y encima me he enterado que has solicitado el alta voluntaria. ¿Te crees un Rambo?
  • Jefe ya he dicho que no me ha pasado nada. Y estoy cabreado. ¡Me han disparado!
  • Pues estas de enhorabuena. Por que cuando llegaron los refuerzos pillaron a uno en el almacén. Lo tenéis en la sala de interrogatorios. Lo que pasa es que el muy cabrón no suelta prenda.
  • Eso lo veremos.

Bajamos al sótano yo, Elisabeth y el jefe. Este último se introdujo en la sala de vigilancia y nosotros dos pasamos a ver al detenido. Yo me encontraba fuera de mis casillas. El tipo era el típico de una banda de narcotraficantes aunque tenía el aspecto ligeramente skin. Atestado de tatuajes, cabeza rapada, fornido y con una mirada de chulería. El jefe me paso la carpeta con el informe del detenido. La repase brevemente delante de él.

  • ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! Eres un tipo completito. Trafico de drogas, extorsión, detención ilegal, agresión a un agente de la autoridad, posesión de armas, etcétera, etcétera.
  • Soy un tipo con prestigio
  • ¿Has visto Elisabeth? Un tipo con sentido del humor. Me encanta el sentido del humor.
  • Ya se lo he dicho a los otros maderos. Leerme los labios, que parece que no lo entendéis. Quiero … un … abogado.
  • Abogado- puse la voz de el padrino para burlarme – Quiero un abogado. ¿Sabes lo que te digo? No tendrás abogado hasta que me digas quien es la reina.
  • Conozco mis derechos. No voy a decir ni una palabra.

Estaba hasta las pelotas. Cogí al detenido y lo empuje contra la pared.

  • ¡Tío mierda!. Tus compinches me han disparado a mí y a mi compañera. ¿Te enteras? Habéis disparado a un agente de la ley. Y tú tienes tantas detenciones que cumples el "3 strikes and you are out". No saldrás de la trena en tu vida sino me dices lo que quiero saber.

El jefe empujo la puerta y apareció hecho una furia.

  • ¡Esposarle a la mesa! El interrogatorio lo sigues tú ahora- señalando a Elisabeth – tú, ven conmigo.

Salí hecho un basilisco. Entramos en la sala contigua. Allí se podía seguir los interrogatorios gracias al espejo semitransparente.

  • ¡Jefe! ¿Por qué me has interrumpido? A ese hijo puta le iba hacer confesar.
  • No estamos para más denuncias por malos tratos. Como se enteren los de derechos civiles harán que los de asuntos internos te hagan hasta un tracto rectal.
  • ¡Joder!
  • Por cierto. He notado un mal ambiente entre vosotros dos. ¿Os lleváis bien?

Tarde un momento en responder

  • ¡Sí! Perfectamente
  • Alex, soy poli como tú y sé cuando me mienten. Si hay un problema arregladlo u os asigno nuevos compañeros. Veamos que pasa ahí dentro.- El jefe apretó el interfono

Lo que oímos nos dejo momentáneamente sin habla. La voz de Elisabeth se había modificado, parecía más grave, pero era una voz que acojonaba. Eli se había puesto de espaldas al espejo pero podías ver la cara del sujeto. Era de terror, estaba sudando y sus ojos parecían querer desviarse de la mirada de mi compañera sin poder evitarlo.

  • Dime quien es la reina
  • Nadie sabe su nombre. Solo se un poco su aspecto. Es alta, morena, guapa, pelo negro muy largo y ojos negros muy oscuros. Pero tiene una mala leche que caga de miedo. Nadie se atreve a discrepar en lo más mínimo. Hace y deshace a su gusto.
  • Donde puedo encontrarla.
  • Ella le gusta mucho ir de fiesta. Hay una discoteca de lujo que es de su propiedad. Es una tapadera de blanqueo de dinero. En la parte superior tiene una oficina donde realiza los tratos. La discoteca se llama "Abierto hasta el amanecer.". La loca esa solo se le ve de noche.
  • Lo has hecho muy bien. Ya puedes contactar con tu picapleitos- la voz de Eli pareció cambiar de nuevo.

Los dos flipamos. Elisabeth lo había conseguido

  • Ha sido increíble. Tu compañera lo ha hecho recitar la Traviata.
  • ¿Te has dado cuenta de su voz?
  • ¡Bah! Eso habrá sido un fallo del interfono.
  • Y la cara del tío
  • Me da igual como lo ha hecho pero ya tenéis un hilo de dónde tirar. Mañana quiero vayáis a esa discoteca y empecéis a preguntar.

Por esa noche lo dejamos. Pero yo estaba intranquilo así que me propuse a hacer una cosa inédita. Seguí a mi compañera hasta su ático en el centro. Espere en mi coche y me puse a hacer vigilancia durante todo el día. Pero lo único que pude ver es que tenia las persianas siempre bajadas, no salía ni a hacer la compra.

Así pase todo el día en el que me quede dormido en mi coche.

Anocheció de nuevo. Volví a despertarme y de forma sorpresiva Elisabeth se acerco por detrás, el susto que me llevo fue épico.

  • ¿Qué haces aquí, Alex? ¿Vigilando me casa para asegurarte que no me pasa nada? Eres un cielo pero no era necesario hacer horas extras.
  • Eli basta de cachondeo. He venido a recogerte. Nada más.
  • Encima de idiota ¿Te vas hacer acosador? Déjate de gilipolleces y vamos a la discoteca esa.

Atravesamos la ciudad hacia los arrabales del este. Allí se encontraba el almacén reconvertido a sala de fiestas. La música que se emitía a un volumen terriblemente alto era la típica que le gusta a la juventud. House, techno y esas variantes. En la puerta estaban dos armarios empotrados vigilando la entrada. Lo curioso es que también eran calvos. Parece como si a la reina le gustase que sus trabajadores se rapasen la cabeza.

  • No se puede pasar.
  • Tenemos una invitación especial por parte del alcalde- le dije enseñándole la placa colgada del pantalón

El sonido era atronador. Según los informes la tal reina tenia un despacho en la planta superior. Las escaleras estaban a mano izquierda. Subimos y nos encontramos al despacho en cuestión que estaba cristalizado ahumado de forma que se podía ver toda desde el interior toda la discoteca. Allí estaba una mujer de estatura media sentada en un rimbombante sillón de cuero negro. Una mesa acristalada y un par de tipos calvos, fornidos y trajeados. Por la pinta guardaespaldas. La mujer era muy bella, piel ligeramente oscura, pelo negro y trenzado , ojos negros muy oscuros y grandes. Parecía una mujer afroamericana aunque por su acento era claramente extranjera. Cuando nos vio soltó una sonrisa de prepotencia típica de los psicópatas.

  • Pasen por favor. Las fuerzas del orden son bienvenidas.- dijo un claro tono irónico. Me fije en mi compañera y percibí que se puso muy tensa. Era la primera vez que notaba una señal de miedo en mi compañera.
  • Buenas noches. Soy Alex y mi compañera
  • es Erzsébe Bathory – me interrumpió aquella mujer. Era la primera vez que oía el apellido de Elisabeth y su nombre original. Volví a mirar a Eli, esta miraba con detenimiento a la susodicha. Era claro que había tensión. Se mascaba en el ambiente. - hace mucho tiempo que no te veo – esto me sorprendió y me puso alerta. La tal "reina" conocía a Elisabeth de antes.
  • Hola Apofis. Encantada de verte de nuevo.- era evidente que el saludo de mi compañera era forzado por el gesto de su cara.
  • Apofis. ¡Ay! Me encanta mi nombre. ¿Sabes Alex de donde viene?- negué con la cabeza- es una divinidad egipcia. De las tinieblas y de las fuerzas maléficas. ¿Que puedo hacer por dos detectives de homicidios?

No le dije que eramos de homicidios. La tal Apofis estaba bastante enterada de todo. Saque dos fotos correspondientes a los fiambres que dejamos en el almacén

  • ¿ Conoces a estos tipejos ?
  • ¡Uhmm! Siento no poderle ayudar agente. No me suenan de nada.
  • Los encontramos en un almacén atestado de una droga nueva: el hielo negro.
  • Algo ha llegado a mis oídos. Pero en mi local no tolero a los camellos. Nunca se ha producido una detención aquí.
  • Veras. Veo que a usted le gustan los calvorotas. Y estos son calvorotas. Y me apuesto que los tatuajes de los fiambres y de estos dos – señalando a los guardaespaldas- son similares.
  • Ahora me entero que el criterio para seguir un caso son los tatuajes y la ausencia de pelo. Esta conversación ha terminado. Si quieren saber más tendrán que contactar con mi abogado.

Mi compañera y yo salimos de aquel despacho. Al salir de la discoteca le pregunte a Elisabeth.

  • ¿De que conoces a esa tipa? Me ha dejado la sangre helada.
  • No sabia que la reina era Apofis. Es una hija de la gran puta. La vi hace mucho tiempo en Francia.
  • ¿Has estado en Francia?
  • Si, antes de llegar a América estuve por París una temporada.
  • Pues tienes una pinta de muy joven para haber vivido tanto.
  • Deja eso, Alex. Vamos al coche. Tenemos que montar una vigilancia. Apofis es una mujer muy peligrosa.
  • Sigues sin decirme de que la conoces.
  • Tuvimos un enfrentamiento por un hombre en Francia. Es una mala bicha. Mi novio desapareció poco después de venir ella. Siempre sospeche que ella tuvo algo que ver.
  • O sea que le tienes asco por que te ventilo un novio. Esto se va a poner interesante.- le dije socarronamente

Entramos en el coche y nos apostamos en un callejón con visibilidad de la puerta principal y la trasera. Estuvimos allí varias horas vigilando. En un momento dado sin percatarme Elisabeth rozo mi mano. Supongo que fue la fuerza de la costumbre entonces la tormenta se disipó. Todo el mal ambiente que llevamos por todo el día despareció. La pasión volvió a hacer acto de presencia. Nos besamos furiosamente agarrándonos la cabeza el uno al otro. Ella me quito la chaqueta y la camisa con rapidez , yo también la desnudé con prisas. La nube negra que oscureció nuestra relación en las ultimas 24 horas dio lugar a un radiante mediodía en plena noche.

  • Los dos somos idiotas. ¿Que hacemos enfadados?- me pregunto Eli
  • No tiene sentido estarlo. Lo que tenemos es valioso. No podemos perderlo.
  • Perdóname. Debí perdonarte antes
  • Soy yo el que debo pedir disculpas. Tú no puede ser vampira. Eso es una chorrada mía.

Ahora las palabras fueron substituidas por los besos que borraron el malentendido. Fue a darle un buen chupetón a su cuello que fue respondido por ella con un potente gemido. Le pase la lengua por todo él. Ella me respondió de igual manera. Nos desplazamos a los asientos traseros y allí terminamos de quitarnos los pantalones. Fui a por sus pechos y los lamí glotonamente. Eli es muy sensible allí. Me encanta verle disfrutar. Con mi mano derecha descendí a su entrepierna y con el tacto localicé su perla y la frote con suavidad mientras seguía relamiendome en sus pezones. Un potente gemido fue su reacción, su cuerpo tembló ligeramente. Posteriormente baje al pozo de miel y substituí el dedo por mi lengua, ahora mi lengua se entretiene en penetrar suavemente su vagina. Su vagina esta empapada de fluidos , lo está disfrutando en sobremanera. Sus jadeos son muy sonoros mientras se deja hacer.

  • No me tortures Alex, entra en mi.
  • ¿Me quieres dentro, Eli?
  • Si quiero tu gran polla.

Volvemos a besarnos apasionadamente. Ella le gusta el sabor de mi lengua con sus propios jugos. Apunto mi pene a su entrada y lo hago con lentitud. Me gusta hacerme derogar. Introduzco la punta. Hago movimientos circulares en la puerta de la cueva.

  • Alex, no seas cabrón, ¡ Métemela entera !

Los pómulos de mi compañera están muy enrojecidos, la excitación es culmen pero quiero hacerle pagar un poco por sus misterios. Hago una entrada suave, centímetro a centímetro.

  • Alex, no me jodas, follame de una vez.

Decido darle el capricho y la impulso hasta el fondo. Sonrió mientras ella con los ojos cerrados y babeando trata de contener el grito mordiéndose los labios. La postura es incomodísima, apenas podemos actuar en ese asiento pensado para trasladar a los detenidos. El calor de su vagina me hace gozar a mi también y comienzo mi mete saca a ritmo frenético. La excitación de Eli estaba ya en su culmen y noto que tanto su sexo como su cuerpo vibran.

  • Alex, ¡ Me corro ! ¡ Si !

Desde luego si alguien nos hubiese visto por la calle alucinaría. Su sexo se contrae y me aprieta el pene. Sus gritos de placer ya no los detiene y son demoledores. Me muerde el cuello dejándome una leve herida. Ella luego lame mis gotas de sangre. Ese gesto lo achaque a la pasión del momento. No tardaría en averiguar de que había algo más.

  • Vamos , Alex , necesito tu leche, córrete.

Ahora voluntariamente con sus músculos vaginales me aprieta el pene. No tardo en poder verme impedido a contener el placer y entro en orgasmo. El placer me derrite y comienzo a eyacular en su interior. Mi cuerpo tiembla de arriba a bajo mientras contengo mi placer en su boca mientras ella me lame la lengua en nuestro beso. Los estertores del placer me duran hasta que el agotamiento hace acto de presencia. Me aparto de su cuerpo y nos sentamos ambos en los asientos. Habíamos dejado una mancha de nuestros fluidos allí.

  • ¡Bufff! ¡vaya polvo! Alex
  • No ha estado mal.
  • Lo necesitaba como el comer.
  • Si alguien te oiese diría que eres un ninfomana.
  • Soy una necesitada pero de ti, cariño
  • Eli, déjame de tomarme el pelo. Tú solo me quieres para follar.
  • Joder Alex, no lo estropees.

Otra vez me sentía enfadado. Elisabeth me gustaba y yo quería algo más con ella pero me rechazaba una y otra vez mantener una relación seria

  • Deja de refunfuñar Alex. Por cierto vaya par de policías que somos. Follando en pleno servicio y encima haciendo una vigilancia.
  • Si somos la ostia. Si alguien nos hubiese visto nos meterían un expediente de los que hacen época. Debemos ser prudentes. Eli deja de llevarte por tus calentones
  • Eres un idiota Alex.
  • Seré un idiota pero miro por nuestros trabajos.
  • Me tienes harto. Ahí te quedas.

Deje a Eli marcharse a pie a su casa. Eran las 5 menos cuarto y su turno estaba al terminar. Como buen caballero debí dejarle en casa pero estaba furioso. Me sentía utilizado por ella. Nunca me perdonaré de haber hecho aquello.


Elisabeth estaba a tres manzanas de su ático. Se sentía furiosa. Su compañero no comprendía que ella no era adecuada para él como pareja. Pero ahora tenia preocupaciones más importantes. Una vieja enemiga había hecho acto de presencia. Alguien a la que odiaba con todas sus fuerzas. ¿Pero por que había hecho acto de presencia en su ciudad? ¿Era además una traficante de esa temible droga?. Su mente estaba ofuscada por esos pensamientos y no prestó atención a su alrededor. Entonces desde un callejón oscuro un tipo camuflado con una chaqueta muy grande de cuero se acercó a ella por su espalda. Eli que era tan perspicaz al peligro no noto la presencia del extraño. Segundos después unas agujas se la clavaban en la piel de la espalda. Un dolor atronador circulo por todo su cuerpo. Estaba siendo electrocutada por un taser y cayo desmayada.

Continuara