Cai en la trampa

Descubro la dominación en plena crisis y de mi marido, el resultado fue demoledor y excitante, espero que os guste y os sigo contando...

Hay veces que la vida no te da varias opciones para elegir, sino que sin querer te lleva vivir cosas que ni imaginas, que no habías pensado y al final acaban pareciéndote de lo más normal.

En mi caso fue la puta crisis de mierda, ya sabéis al paro, a pedir dinero a amigos y familiares, a pasar el mes con lo justo… , a todo esto yo casada y con Javier igual que yo, jodidos…; él era albañil y su empresa se fue a pique y yo trabajaba de secretaria en un despacho que prescindió de mi a las primeras de cambio; vamos que estábamos hartos de pasar el día en casa esperando que alguien nos llamara para trabajar.

Junto a eso la hipoteca, el piso era nuestra adquisición, recién nos casamos nos metimos en el préstamo de dinero para la hipoteca y al final resultó ser un lastre porque al poco la cuota era casi imposible de pagar con lo que recibíamos como parados.

La verdad es que si mal era la situación de nuestra cuenta corriente, nuestra relación también iba mal, broncas por detalles tontos, todo el día demasiado juntos en casa, inseguridades… la verdad es que Javier sin estudios siempre me tuve un cierto respeto, sabía que era más lista que él, pero el que trajera más dinero a casa le hacía sentirse equilibrado, el problema ahora es que se veía como un lastre, yo saltaba por cualquier tema rápido y le ponía en su sitio.

Javier cuando le conocí era el típico machito de la construcción, su buen físico unido a lo cachondo que era me hico intimar mucho con él hasta el punto de crear una relación que nos ha mantenido unidos hasta el día de hoy.

Os cuento esto porque en la vida no todo es fácil, y lo que parece una historia normal de pareja, ahora se ha convertido en otra cosa, que puede ser fascinante o cruel, pero que a nadie seguro deja indiferente, y todo por sacar un poco dinero decidimos alquilar una habitación de nuestra casa y así mejorar un poco nuestra situación.

El origen de todo la verdad estuvo en mi, si Javier hubiera hecho la elección posiblemente todo seguiría igual, pero fui yo y mi ardor interno el que pecaron de tonta o no; mandaron varios correos a nuestro anuncio, pero fue el suyo el que me cautivo, hizo que solo me fijara en su demanda de alquiler sin verlo, sin tocarlo, sin sentirlo… fue un correo escrito con delicadeza, de esa que no te deja ver otras cosas, de alguien que sabe que lo vas a leer y es su oportunidad para conquistarte, su acento argentino se hacía presente en cada una de las líneas… y yo solo le llame a él, solo me entrevisté con él y solo le dije a mi marido: "creo que ya tengo inquilino, espero que te guste…"

A sus 35 años ya venía de vuelta de la vida, el me dijo que la vida le había sido dura, pero tampoco le pregunté ni él entro en detalles, tan solo en la charla previa a aceptar su solicitud pude dejar de mirar sus ojos, su cuerpo, era arrogante, se sabía superior y sobre todo sabía cuales eran sus encantos y los explotaba.

Te desnudaba con su mirada, su sonrisa te hacía sentir algo especial y aunque sabías que era más peligroso que de fiar algo en mi me invitaba a arriesgarme, a que pudiera pasar algo y viviera algo especial en mi vida; cuando le pedí la nomina el solo me dijo que trabajaba en el mundo de la noche, que no había contratos pero que no tenía problemas de dinero, cosa que ante cualquier otro candidato hubiera supuesto su expulsión de la lista, pero que en este caso no significó nada más que provocación.

Javier debía de haberse puesto en su sitio, que el macho argentino de dos metros, cuerpo trabajado hasta la saciedad en el gimnasio, carácter de adonis y sonrisa embriagadora no era lo mejor para nuestro matrimonio o mejor dicho para mí; en parte es bueno que confiara pero, visto lo visto, el que eso cambiara nuestras vidas podía haberlo advertido; es verdad también que Javier estaba mal, bajo de moral y deprimido, que tampoco era el de antes; vamos que no estaba en la mejor situación para prever nada y tan solo confiar que yo que estaba más preparada había metido al mejor inquilino en nuestra casa.

Al principio nos dijo que tenía trabajos de stripper, eso le hacía tener horarios rarísimos y sobre todo entrar y salir a deshoras, lo que hacía que casi no le siguiéramos la pista, casi no utilizaba la casa; la verdad es que si te cruzabas con él sabía darte una pequeña conversación argentina, atento, educado, que sabía venderte lo que quería y tu te dejabas; poco a poco le cogimos cariño, porque nos permitía sentirnos en nuestra casa y lo poco que estaba era un encanto.

Pero fue un mes, al siguiente se puso malo de una gripe y decidió darse un descanso en casa; entonces dio el primer paso del nuevo acompañante de piso, marcó su territorio, sus horarios eran más exigentes, incluso entendía que yo debía de hacerle algunas tareas domésticas y si invitaba a alguien a casa nos pedía que nos metiéramos al dormitorio para poder disponer del salón para sus encuentros…; en el fondo no nos molestó mucho, pero ya era otra cosa y en parte ver a Javier no imponiéndose me afectó, me desinhibía no ver a mi machote en casa y en cambio sentir la virilidad del argentino.

Poco a poco le veía de manera distinta, sentía su presencia de otra forma y desde que empezó a traer amigas a casa y oía durante horas como gozaban con él, como las tenía excitadas y las decía lo que tenían que hacer para complacerle, mis pensamientos le tenían a él como protagonista. Cuando salía del baño con el torso desnudo tras las puertas observaba su poderío, como la toalla dejaba entrever su polla, algo que nunca me había ocurrido, pensar en un hombre y solo recrearme con su polla sin haberla visto; el sexo con Javier era con el argentino, mi cabeza pensaba en él, quería que mientras Javier me penetraba el otro entrara a la habitación y le quitará a el sitio a mi marido.

Todo esto me rayó la cabeza, no me dejaba pensar con facilidad… todo lo contrario, me absorbía… me hacía sentir otra cosa distinta a lo que había sido; pero Javier no se enteraba y yo no tenía agallas para decírselo y lo peor era que el otro seguro ya lo sabía, ya notaba que no me resistía a nada, que accedía a todo lo que me pedía, que bajaba la cabeza cuando pasaba por temor a juntar las miradas, algo que seguro reconocía con facilidad, identificaba como otra más que ha caído y lo apuntaba sin que nos diéramos cuenta.

Una noche nos pidió que nos sentáramos para conversar un tema, nos dijo que tenía un servicio que realizar en casa, que quizás nos incomodara un poco sino éramos abiertos de mente y entonces comenzó a describir un mundo nuevo: él tenía una sumisa y cobraba por someterla, nuestras bocas abiertas de expectación por conocer un mundo nuevo.

Javier pareció resucitar y sorprenderse por ese mundo, pero no para tantear con él sino para despreciarlo, no tenía cabeza para sentirse motivado y atraído por una perversión nueva; ahí fue el primer momento donde yo y el argentino nos quedamos juntos, juntos en lo nuevo, en lo provocativo, en lo morboso y cuando al terminar Javier dijo que allí no dejaría hacer eso y yo me levanté y dije con suavidad "¿y porqué no? … entonces se hizo el silencio, y las miradas se cruzaron con incertidumbre, fue como si estuviera pasando un terremoto, pero el suelo estaba parado y no se oía nada; lo siguiente que se oyó fue un portazo de Javier entrando al dormitorio, dos horas de bronca y Javier con una maleta saliendo cabreado a casa de sus padres.

La escena que quedó no era la normal, no era la de Javier volviendo arrepentido o la mía saliendo corriendo a buscarle o la del argentino consolándome o llamando a Javier para mejorar la situación…; la escena era que yo estaba en la cama bloqueada, Javier mandando mensajes llamándome guarra por sms y el argentino tirado en el sofá como si la casa fuera suya y en parte cómodo por la nueva situación.

Al día siguiente entró en la habitación y se sentó a mi lado, me acarició la espalda y me dijo que si no habría problema en que ese día comenzara su rollo de dominación en el piso; yo seguía desconcertada, pero le dije que sí, no quería más problemas y parte no sabía lo que iba a pasar, quizás todo se había dilatado de forma artificial.

Desde mi habitación escuché como llegaba, como arreglaban lo primero el pago del precio, como la invitaba a cambiarse en el servicio y entonces comenzó todo.

No la veía a ella, pero si sentía como le daba el respeto que él pedía, como la daba una orden y ella rápido le decía: "amo ya está", daba igual lo que la mandara, ella se arrodillaba, le traía algo, le aguantaba…; hasta que dio una orden que hizo sentir algo distinto, la obligó a quitarte los zapatos y a jugar con su lengua en sus pies, hasta ese momento no me había atraído ese fetichismo, pero eran esos pies enormes, de galán argentino, era él mirando altanero desde arriba, era él sintiéndose superior… y mientras ella debía de estar empezando a cumplir mi boca ensalivó sola, sintió ese pie entrando en ella, como le sentía a él dentro de mí.

No pude resistirme y abrí un poco la puerta para contemplar eso, recrearme en la escena y contemplar algo con envidia; no puedo deciros lo que sentí, fue único, deje volar mis sensaciones y solo cuando me pareció contemplar que él me miraba cerré la puerta, pero era tal mi estado de inconsciencia que provoqué un pequeño golpe que si llamó su atención, ya que preguntó en alto si todo estaba bien por ahí, a lo que no respondí y le dejé patente que eso que hacía no me resultaba indiferente.

Era tal la tensión sexual, que decidí darme un baño, era la mejor manera de despejarme, así que me armé de valor y salí fuera, pase por delante de ellos y no pude mirarles, pero entonces él se levantó y se acercó veloz para decirme: "si te incomoda mucho ella dímelo", le miré nerviosa y le dije que temblorosa que no, a lo que él respondió que entonces me acercara para presentármela.

Ella estaba desnuda, tendría unos pocos años más que yo y con cara de amabilidad me invitó a quedarme con ellos; no sabía qué hacer, me senté pero con la postura de levantarme en cualquier momento, expectante de que podría pasar, entonces él decidió dar el paso.

"Nos ha gustado verte observándonos detrás de la puerta, ella sabe que tu marido ya no está contigo, que esto te atrae, así que deja que ella te desnude también y déjate llevar, luego tú decides si quieres más o no".

No me voy a enrollar mucho, fue desnudada sensualmente por la sumisa, fue nuevo, excitante comprobar como sus manos me hacían sentir un placer nuevo, pero no por ella, sino por como quedaría ante él, ella era sus manos cuando me quitó la ropa interior, todo tenía tal carga de erotismo que si fuese gasolina habría estallado de las chispas que salían de mí.

Fue un horror que comprobaran como mi coñito estaba más que mojado y mis pezones fueran la mejor tarjeta de presentación de mi estado de excitación; no podía más de placer, mis ojos estaban borrachos, sedientos de algo cargado de erotismo, de puro placer, de puro sexo salvaje, de entregarme sin pausa.

Él me arrecostó en el sofá y mientras comenzó a palpara mis pezones y a jugar con ellos, con actitud posesiva de examinar un material, de comprobar algo que puede hacer con ello lo que quiera dio la orden a la sumisa de jugar con su lengua en mi clítorix y claro el espectáculo estuvo garantizado, me corrí al momento con sus lametazos, con sus juegos inocentes, con sus mordiscos y mientras la mano de él me sujetaba con fuerza el hombro para hacerme sentir sujeta por él, por sus ordenes y solo cuando mi cuerpo se postró de abatimiento en el sofá, me dijo al oído que ya podía ir a ducharme que ellos seguían solos.

El sofá quedó mojado de mis líquidos y mi cara roja del subidón vivido hizo el gesto de aceptar la proposición de él, que tan solo poso su dedo en mis labios y los frotó a modo de cariño pero con la sensación de estar marcándome, ya había descubierto una más, pero yo me sentía como la única, la afortunada, ya no era yo, era algo que llevaba dentro escondido…y había empezado a aperecer

Paro, porque toca pensar si seguir contando, pero esto fue el primer paso de un largo camino, el argentino se llama Pablo y yo Sandra, pero eso da igual, porque pronto dejaríamos de llamarnos por nuestros nombres y yo sería otra… ya os contaré si quiereis, comentadme