Caí en la trampa de un voyeur (2)

Cai en la trampa de nuevo. Pero esta vez se aprovecharon de mi.

Al día siguiente, en la tienda de comestibles, me encontré con Lorena. Nada mas verla me puse nervioso. ¿Se habría dado cuenta de algo?

Iba vestida con una malla deportiva que se pegaba a su cuerpo como un guante. Las tetas le asomaban por el escote dejando ver en algunos momentos la aureola del pezón. La raja de su coño se insinuaba a través de la tela de licra. Debia ir sin ropa interior. La tela se introducida separando los labios de su coño. Los movimientos al andar debían proporcionarle un roce muy placentero sobre su clítoris.

Pensando que ese cuerpo lo había tenido en mis manos la noche anterior, me hizo tener una erección. Estaba deseando llegar a mi casa para poder masturbarme y así calmar el ansia que tenia de poseerla.

  • Hola Carlos; me ha dicho Alberto que anoche estuviste en casa. Siento que te hayas tenido que molestar, pero ya te ha contado Alberto, por los problemas que estoy atravesando. Si no tomo sedantes me es imposible conciliar el sueño, y como ya has comprobado, no me despierta ni un cañonazo. Vamos, que ya puede pasar una manada de búfalos por el dormitorio que no me enteraría.

  • No te preocupes, para eso estamos los vecinos, a mi me pasa al revés que a ti. Y te puedo asegurar, que no paso ninguna manada de búfalos por tu puerta. Las noches me las paso despierto delante del ordenador. El ir a tu casa anoche me ayudo a despejarme un poco.

  • No te portarías mal ¿verdad?

  • ¿A que te refieres?

  • Entraste en mi dormitorio, por lo que me verías casi desnuda si estaba destapada.

  • Si, es cierto. Te estuve observando, fue inevitable. Pero no me propase lo mas mínimo. Me fui en cuanto comprobé que estabas bien.

  • ¿Y te gusto lo que viste?

  • Por supuesto, no eres una mujer que deje impasible a los hombres. Y tu vestimenta era muy provocadora.

  • Entonces seria un sueño lo que tuve. Lastima.

  • ¿Que soñaste?

  • Si fue un sueño, es solo para mí. Es muy íntimo. ¡A no ser que no lo fuera!

A la vez que me decía esto sonreía de una manera enigmática.

Seguimos charlando mientras que hacíamos las compras. Yo la devoraba con los ojos cuando se agachaba para coger cualquier producto y rezaba para que Alberto tuviera que ausentarse esa noche.

Terminamos las compras y la acompañe hasta su casa para ayudarla con los paquetes.

  • Me alegro que te deleitaras. La próxima vez no te des tanta prisa. Tomate tu tiempo y disfruta de las vistas. Me excita pensar que soy observada de esa manera. Y como dice el refrán, "lo que se vayan a comer los gusanos, que lo vean los cristianos".

  • Gracias, sabiendo que tengo tu permiso, lo disfrutare más tranquilamente.

  • Bueno, Carlos. Hasta luego, muchas gracias por la ayuda. Ah!, por cierto, esta noche te toca hacer otra vez de perro guardián. Alberto estará trabajando toda la noche.

Me quede observándola mientras que subía los escalones de su casa. Se me hacia la boca agua pensando que esa noche la tendría de nuevo en mis brazos.

Las horas se me hacían eternas mientras observaba su dormitorio esperando que la luz se apagara. Fue hacia las doce.

Deje de mi despacho encendido y el teléfono descolgado por si a Alberto le daba por llamar pensara que estaba hablando y no sospechara que me encontraba en su casa.

Cruce la calle procurando no llamar la atención. Entre sigilosamente en la casa y me encamine al dormitorio. La encontré en la cama, dormida. Levante despacio la sabana. Estaba vestida solamente con una camiseta. Su culo estaba al aire y se le veía todo el coño. La menee un poco tocándola en el hombro, a la vez que la llamaba sin obtener ninguna respuesta.

Tire de la sabana hasta destaparla completamente. Ahí, al lado de la pierna, se encontraba un consolador de buen tamaño. Con signos de haber sido usado recientemente. Por lo visto se lo había pasado bien con el. Lo cogi y lo olí. Estaba impregnado de su olor y de sus jugos todavía húmedos.

Lo puse a la entrada de su coño y se lo metí, a pesar de ser de buen tamaño, le entro completamente. Envalentonado por la experiencia de la noche anterior y sabiendo que no se iba a despertar imprimí mas velocidad a mi mano. El consolador entraba y salía, cada vez mas mojado por sus fluidos.

Lo saque y gire a Lorena para ponerla boca arriba. Me desnude y me tumbe encima. Apuntando mi poya a su coño, la fui introduciendo hasta que nuestros pubis se tocaron.

Empecé a bombearla sintiendo la suavidad de su interior en mí poya, estaba terriblemente excitado, mi instinto me pedía que la follara salvajemente. Embestía cada vez más fuerte, la cama golpeaba contra la pared. Yo me decía que era imposible que no se despertara por muchas pastillas que se hubiera tomado.

A mi olfato llego olor a tabaco. Yo no fumo y sabia que Lorena tampoco, por lo que el único que podía estar fumando era Alberto. Pero Alberto se suponía que estaba en la oficina. ¿O no?

Repase con la vista el dormitorio, cuando creí que no vería nada, me pareció ver un pequeño destello. Mirando de reojo observe que a mi espalda había una puerta de cristal oscuro que seguramente daría paso a un vestidor. Detrás de ese cristal se veía fugazmente una tenue luz roja que debía ser la cabeza de un cigarro al avivarse por una calada.

Alberto debía estar escondido dentro del armario, observando lo que hacia con su mujer. Si eso era así, los dos debían estar de acuerdo y esto no había sido nada más que una trampa desde el principio.

Yo seguía bombeando dentro de Lorena cuando la puerta se abrió y de su interior salio Alberto desnudo y con su pene en la mano. Se masturbaba mientras se acercaba a la cama.

  • Reviéntale el coño a esa puta, córrete dentro de ella.

Lorena al no tener que seguir haciéndose la dormida me pedía guerra.

  • Si, enséñale a este cabron como se folla.

  • Me podías haber dicho que era esto lo que queríais.

  • Si, pero no hubiera sido lo mismo. Ninguno de los tres hubiéramos disfrutado igual lo de la otra noche. Yo dentro del armario me pegue la mayor corrida de toda mi vida. Y mira como tengo la poya esta noche.

Acercándose a mí me la puso cerca de la cara. Tenía una poya grande y gruesa, por lo menos mediría unos 19 centímetros. De su cabeza rezumaban gotas de líquido preseminal.

  • Eso es lo que querías ¿no? Te voy a dejar a esta zorra tan a gusto que no va querer volver a follar contigo.

  • Lorena date la vuelta. Le dije.

Se dio la vuelta y cojiendola por las caderas la puse de rodillas para follarla por detrás. Se la metí de golpe y comencé a bombear dentro de ella. Sus tetas se movían adelante y atrás empujadas por mis movimientos. Las agarre, me llenaban las manos, cojia sus pezones y tiraba de ellos como si la estuviera ordeñando.

Alberto poniéndose de pie en la cama se masturbaba encima nuestra.

Sancando la poya del coño de Lorena la apoye en su ano y empujando la fui introduciendo poco a poco. Cuando su culo se hubo adaptado empecé a acelerar el ritmo.

Si, siiiii. Dame por culo que este cabron vea como me lo revientas. Ella sacaba el culo buscando aumentar la penetración. Yo sacaba mi poya y la iba alternando entre culo y coño.

  • Te gusta como te folla Carlos, guarra.

Mientras le decía esto yo explotaba en una corrida dentro de su culo.

Si, siiiiiiii.....Lo noto como se corre dentro de mí. Me esta inundando el muy cabron

Alberto acelerando el ritmo de su mano empezó a correrse encima nuestra. El primer chorro fue a da darme de lleno en le pecho. Y el resto fueron cayendo en la espalda y culo de Lorena.

Acercando su poya todavia empalmada a mi cara me decía.

Límpiamela Carlos. Saborea mi semen.

Poniéndola en mis labios empujaba para que yo abriera la boca a la vez que con la mano me cogia la cabeza. No había hecho nunca una mamada y no entraba en mis planes empezar ahora. Cojiendola con la mano intentaba apartarla de mi cara. Notaba su palpitación. Era asombroso como después de correrse mantenía una notable erección.

  • Si quieres volver a follarte a Lorena tendrás que atenderme a mí también.

Lorena tumbándose a nuestro lado cojio el consolador y chupándolo se lo introdujo en su coño.

  • Es lógico que mi marido quiera disfrutar también de ti. Déjale que se corra en tu boca, y seré tu esclava para lo que quieras. Déjame ver como inunda esa preciosa boca de su semen.

Ante esta condición y no deseando perder ese cuerpazo que acaba de disfrutar, abrí la boca y deje que me le introdujera. Sentía sus palpitaciones y como volvía a coger grosor dentro de mi boca. Alberto con sus manos en mi cabeza me marcaba el ritmo de la mamada sacándola y metiéndola cada vez mas deprisa.

Casi me ahogaba, me llenaba la boca por completo y cuando aplastaba mi cabeza contra su pubis casi no podía respirar. Para mi sorpresa estaba disfrutando de esa mamada. Nunca pensé que me iba a gustar, pero las sensaciones se apoderaban de mí. Sentía el sabor agridulce del líquido preseminal en mi lengua. Y estaba deseando sentir su corrida. Ya entregado por completo al placer empecé a manejar la situación. Con una mano le agarre su poya a la vez que la metía y sacaba de mí boca, la recorría con los labios en toda su extensión y la ensalivaba.

A Alberto le debió gustar mi trabajo y empezó a eyalucar. Los chorros de semen inundaban mi boca. Yo intentaba tragar todo para no asfixiarme pues el me tenia cogido de la cabeza y ya sin moverse y con mi cara pegada a su pubis descargaba una y otra vez su semen directamente en mi garganta hasta terminar.

Saco su pene de mi boca mientras algunas gotas caían todavía de su prepucio.

Yo tenía el sabor del semen en mi boca. Y Lorena me dijo.

Carlos bésame.

Inclinándome sobre Lorena que seguía trabajándose el coño con el consolador, nos fundimos en un beso mientras que saboreábamos a su marido.

Entre morreos me decía.

  • Bienvenido, vamos a disfrutar mucho los tres juntos.

  • Por supuesto, pero que no se te olvide que me has dicho que serias mi esclava para lo que yo quisiera. Y tengo la mente muy calenturienta.

  • Yo también, soy capaz de llegar a extremos que tú ni te imaginas...