Café Venus 4 (Final)

"¿Puedo yo alcanzarte con el pensamiento? ¿Quieres hacerme favor de sacar tus manos un momento, de soltar mi corazón?... Si te beso, eres tú, si te quiero, eres tú. Pero si me muero, ya no eres tú; eres mi muerte". Jaime Sabines.

Café Venus 4

I

Te enamoraste.

No, Carlos. No me he enamorado de nadie.

Entonces tienes un desenamoramiento algo particular.

No es eso. Sólo digo que después de tres meses así… recibiendo cajas sin saber nada definitivo, sólo adivinando y suponiendo cosas, necesito tener certezas.

Andrea ¿Qué quieres en definitivo? Esa mujer te lo mueve todo, te he mirado, todos los que te rodeamos lo hemos notado. Te importa y emociona a tal punto que divagas sin razón, inquieta, por la casa.

Quiero conocerla. Saber quién es, qué hace, no sé… verla. Ya mañana van a ser tres meses. Han pasado muchas cosas y quiero saber por quién es que me estoy sintiendo así, ponerle un rostro definido a mis fantasías y saber, de una vez por todas qué demonios espera de mí.

Está bien, pero ¿Cómo le harás para lograr todo eso? No sabes nada de esta mujer, ni siquiera su nombre.

Pues, creo que es hora de que yo empiece a enviar cosas.

¿Qué? ¿Cómo?

Lo pensé mucho en estos días que llevo de descanso. Le dejaré una nota con Karla, la chica del café.

Pero… ¿Ella conoce a tu misteriosa mujer?

No es "mi misteriosa mujer" y sí, la conoce. Con ella me deja las cajas para que me las entregue por las tardes cuando voy al café.

¡Mira! Sabe más cosas de ti que tú de ella. Me gusta… Jajaja.

¡Carlos, hablo en serio!

Bueno… ¿Qué pasa con Helena?

No lo sé. Ella es todo un misterio para mí, va y viene como paloma mensajera. Nunca sé qué esperar de ella. Cada vez que la veo me alegra el día, pero luego que se va… todos mis pensamientos son para la mujer de las tarjetas. Es muy extraño y difícil para mí poder definir lo que siento por cada una. Y es que… ¡Se me hacen tan parecidas! Tan similares en muchas cosas que, por momentos, me imagino que son la misma persona.

¿Lo crees posible? ¿No estaba Helena contigo cuando la mesera te entregó una caja?

Sí. Ese es el detalle que lo desencaja todo en mi mente, por eso me decidí a contactarla. No tengo idea de cómo comunicarme con ella y dejarle mensajes con Karla es la única idea lógica que se me ocurrió, por no decir que es la única que tengo.

¿Qué pasa si no te responde? ¿Qué pasa si ella quiere seguir en el anonimato? ¿Lo has pensado?

Sí, lo he pensado. Pero de una u otra manera tengo que averiguarlo, Carlos. No puedo seguir así… confundida, sin tener la seguridad de si este sentir es verdadero o no. Necesito ponerle rostro y un poco de realidad a todo.

Andrea, estás enamorada. Sólo que aún no diferencias bien de quién.

No estoy enamorada, Carlos. No quiero estarlo.

Lo dices por Valentina, pero ella está muerta, no puedes seguir siéndole fiel a un fantasma, Andrea. Sé que ella era mi hermana y, por lo mismo, te lo digo, la conocí bien y sé, estoy seguro, de que ella no querría que siguieras sola.

No puedo, Carlos. La busco en todas las miradas. La siento aún conmigo y todavía, después de siete años, siento ese calorcito en el pecho cuando la recuerdo… yo aún la amo.

Andrea... el que te hayas enamorado de alguien no quiere decir que la dejes de amar a ella, ni mucho menos que la traicionas al permitirte sentir amor por otra chica. Eso sólo quiere decir que, a pesar de todo, aún eres capaz de sentir amor y esa, mi pequeña mujer, es la mejor manera que tienes de rememorar el amor que sentías por ella.

No quiero olvidarme de ella y siento que al continuar, lo hago de alguna manera.

¡Ahhh, Andrea! No hay mucho que hacer si te enamoraste y no me vas a decir que prefieres dejar ir a la única persona que te ha sacado de tu estado de ermitaña, porque ahí sí que me decepcionarías.

Carlos… no sé qué hacer.

Solo déjate llevar. Lo demás vendrá solo y será como tiene que ser. Todo pasa por algo y si esta mujer se tomó el atrevimiento de enviarte todos esos presentes, es porque te quiere en su vida.

Pero

No hay peros.

Está bien. Ya no quiero seguir hablando de esto. Me siento verdaderamente cansada.

Vete a descansar un rato. Yo me voy a casa a cenar con mi esposa que seguro se debe estar preguntando por qué aún no he llegado.

¡Jajaja! Ve tranquilo y la saludas de mi parte.

Ok… te dejo y, por favor, hazme caso por una vez. No te aferres a un recuerdo. Valentina no querría que lo hicieras y lo sabes.

Lo sé, Carlos, pero me cuesta como no tienes idea dejarla ir de mis pensamientos.

A propósito… ¿Ya viste la caja que te entregué el día del aniversario de su muerte?

No ¿Por qué?

Por nada en especial, es sólo mi curiosidad. Yo no quise abrirla, tenía tu nombre escrito en la tapa, me pareció incorrecto hacerlo.

Jajaja… cuando me dé por abrirla te cuento qué había dentro.

Bien, gracias. Nos vemos por ahí. No te hagas una desconocida de nuevo, ¡eh! Tengo que venir a tu casa para saber de ti, por lo menos llama de vez en cuando para dar señales de vida y de paso, preguntar por tu mascota, mujer. Lleva más tiempo con nosotros que contigo.

Bueno, bueno, papá

¡Jejeje! Chao.

Chao, Carlitos.

Sé que Carlos tiene razón, pero no puedo dejar pasar el recuerdo de Valentina por alguien cuyo nombre es un misterio. Nada sé de ella, nada, y es casi demandante conocerla, saber cosas de ella como ella sabe de mí. Lo necesito con urgencia, me cansa el imaginarla en mi mente con rostros que se me hacen ajenos, tontos y más aún, se me hace endemoniadamente innecesario el misterio. ¿Por qué demonios no se muestra como la gente normal, que se conoce, sale, siente y según esto se relaciona o no?

Es tonto, llega a ser idiota a veces, esta manía de esperar por ella, por aquellas tarjetas con ansiedad, ganas y más que nada, ternura… y es que parezco niño con juguete nuevo, jajaja. ¡Dios! Qué locura la mía ¿Cómo me pasa esto a mí? Cuando sólo sé que no sé nada y sabiendo que, con mi manera de ser, es preciso conocerlo todo detalle a detalle ¡joder! ¿Cómo pude dejar que esta mujer me llevara a estos extremos? Ya no estoy segura de nada ni de nadie. Helena viene y va. No es precisamente el prototipo de novia para una relación y tengo la impresión de que está insegura de todo. Por otro lado está ella, mi "Mujer que camina", como la canción de Filio

"Mujer, que camina, sin rastro.

Mujer, que me abrazas el alma,

Mujer, que me robas

Mujer, que me robas… la calma"

Ella me baila en los pensamientos como nadie, no como lo hacía Valentina, pero es muy parecido el sentimiento que me provoca esta mujer. Muy transparente, es como si no pudiera tener cabida en lo irreal o en lo simbólico, porque es algo más. Algo diferente, inseguro, pero igual de certero que un flechazo. A veces se me hace tan natural, inocente e irremediablemente intenso. Me llena por completo los días, los pensamientos y mis inseguridades pasan a segundo plano. Es totalmente impredecible, no sé adivinarlo, sé presentirlo, pero descifrarlo nunca. A duras penas puedo canalizar todo lo que me insinúa en el pecho cada vez que recibo de ella una señal. Es como si me soplara el viento en el oído, como un murmullo sin necesidad de estar. Es como si ella anunciara su presencia en los ventrículos de mi corazón y acelerara mi sangre. Es ella, es verdad… Amo a una persona que nunca he visto, que no he tocado ni sentido rozar al descuido, pero mi corazón la ansía, la tiene en ese espacio que creí, sólo sería para una persona. Ahí está trazando lienzos, dándole vida a lo que pensé que ya estaba muerto.

Con su último obsequio me sorprendió por completo. No me lo hubiera esperado de nadie. Aún me pregunto ¿Qué haré con una cachorrita? Yo casi no estoy en casa, se deprimirá. Carlos me ofreció llevársela, no me atreví a dejarla ir en un principio, pero terminé por aceptarlo. De eso hace ya unos días. No sé qué hacer, a veces la quiero matar, pero es tan encantadora la condenada que me enamora en cosa de minutos. Su mirada tierna… ¡Dios! Ya me ganó, jajaja y la echo de menos. Tendría que ir por ella ahora pero Carlos me ha dicho que necesito dormir y descansar. Quizás tenga razón, hace días que no duermo del todo bien y me siento cansadilla. Me daré un buen baño y luego… ¿Quién tocará la puerta a esta hora? Estoy realmente cansada como para atender a alguien más hoy. Sólo me apetece dormir, cerrar mis ojos y dejarme ir hacia los brazos de Morfeo, como dice la expresión

¡Helena! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste donde vivo?

Andre

¿Qué paso?

¡Nada! Yo sólo tenía que verte o

¡Vamos, Helena! ¿Qué paso? ¿Por qué estás aquí?

¿Puedo pasar?

Está bien, pasa. Discúlpame, es que no me esperaba tu visita y menos a estas horas.

Lo siento ¿Quieres que me vaya? Sí, mejor, no fue buena idea venir hasta aquí y perturbarte. Seguro que te ibas a dormir.

Pues sí, pero pensaba darme un baño primero.

¡Oh, me voy!

No. No te vayas, sólo dame un momento para darme un baño y regreso para que hablemos. Mientras, puedes prepararte un café, ¿va?

Bueno, sí, pero antes

¿Qué?

Me quedé mirándola, esperando una respuesta de ella o una pregunta, pero no fue así. Se quitó su abrigo en silencio, sólo me miraba. Lentamente lo dejó en el sillón más próximo a ella y, de nuevo, se detuvo a mirarme. La expresión de sus ojos se me hizo tan exigente que se me complicó un poco el mantener mi mirada en la de ella, mientras se iba acercando a mí. Es sigilosa, con un aire de cazador que me penetra. Es sensual, como una gatita que va en busca de mimos y se acurruca en el regazo de su ama. No es común en ella, puedo suponerlo por el rubor en sus mejillas, pero me está poniendo nerviosa a tal nivel, que presiento que las piernas me van a flaquear.

Siento un escalofrío recorrerme de pies a cabeza sin permiso alguno. Me invade el deseo de besarla y el solo pensamiento me trastoca un tanto mientras que un par de sus dedos se desliza por mis labios. Se me agita la respiración y ella aún no está lo suficientemente cerca como para alterarme el cuerpo de esta manera… siento ganas de lanzarme a su boca y comérsela como nunca antes lo hice con alguien más. Esta mujer está despertando deseos perdidos en mí. Logra, casi sin esfuerzo, excitarme, llenarme de ansiedad y ganas… y aquellos dedos, que no dejan de rozarme con delicadeza ¡Dios! Ahora sus dedos se mueven libres por mi cuello y no alcanzo a hacer nada más que cerrar mis ojos, entreabrir mi boca y dejarme ir, dejarme incentivar por esta mano que guía mis ansias por ir más allá.

Presiento la cercanía de su cuerpo aproximarse a mí. La siento en pequeños roces que ni siquiera llegan a un fin. Mis ojos permanecen cerrados, su respiración está acercándose, la piel de mi rostro la siente con prontitud y su mano libre entra en contacto conmigo, se desliza con suavidad por mi brazo derecho, va cayendo por mi piel, un estremecimiento la acompaña mientras que aquel par de dedos vuelve a rozar mis labios, pero esta vez va más allá. Va con un propósito, va como una entrada, avisando que viene algo mejor, algo más placentero y ansioso. Esta vez llegan sus labios a los míos, llegan como las olas que se precipitan contra las rocas en el mar. Con furia, firmeza, destreza, así como el aliento que se me escapa mientras lo esperaba inquieta, expectante de su llegada, así… se va adentrando en mí, se va apoderando de mi boca, mis labios, mi lengua... su lengua, que recorre mis perímetros bucales con pasmosa rapidez, así como esos dedos que temblaban en mis labios antes, estos que ahora siento en mi cuello y que me toman, acarician y presionan sin llegar a hacerlo.

De pronto ya no presiento su cuerpo, ahora lo siento en contacto con el mío. Sus manos me toman por sorpresa el rostro, el beso se hace más intenso, largo, extenso. Su vientre se topa con el mío mientras la tomo por las caderas para asirla a mí. Nuestras narices se topan, sus brazos atrapan mi cuello, el beso se hace más profundo y sus piernas se acomodan en mis caderas abrazándome. Mis manos se deslizan hasta su trasero y al tiempo que sujeto de ella, la acaricio presionando despacio

Vamos dando pasos hacia atrás sin querer. Seguimos besándonos y mientras lo hacemos, intento mantener el equilibrio, lográndolo en cierta forma, pero no del todo. Sus caderas se mueven suavemente, de atrás para delante mientras sigue colgada de mi cuello, sus piernas me aprisionan con fuerza. Su sexo se roza con mi abdomen como al descuido, la siento suspirar, su aliento entra en mi boca y me sabe a café, a vainilla… sigue ahora mordiendo mi labio superior y va acariciándome el cabello mientras lo recorre. El poco equilibrio que tenía, lo pierdo. El movimiento de nuestros cuerpos es inquieto, me obliga a dar pasos hacia delante, vamos avanzando por mi casa a ciegas, hay poca luz y yo, por no querer despegarme de sus labios, camino a tientas por la sala.

Al cabo de unos minutos, su espalda choca contra la pared. Me siento obligada a quitar mis manos de su trasero y sostenerla por las caderas, me obliga a dejar sus labios y a levantar la mirada hacia ella que sigue abrazándome con brazos y piernas sin querer dejarme ir. Su cabello se viene hacia delante, su cara está bloqueada por él, pero puedo adivinar sus ojos cerrados. Su frente se une con mi frente, su respiración es intermitente igual que la mía. Nada en su rostro me indica que quiera detenerse, pero no sé a ciencia cierta lo que quiera esta mujer de mí.

Permanecemos en la misma posición, quietas, intranquilas. Me tiene aprisionada por sus extremidades aún, han pasado algunos minutos y la situación no cambia. Quiero besarla de nuevo, pero no puedo dejar de pensar en que sería incorrecto. Esto, aunque se sienta bien, no lo es del todo. Helena va y viene, dejándome cada vez más confundida. No sé casi nada de ella, nada que me diga que puedo confiar, sólo su sonrisa risueña y ese mirar tierno que me encanta. Su presencia me hace bien, tenerla cerca me pone contenta. Saber que vuelve a mí cada ciertos días no me gusta. No sé si sienta por ella algo más que pasión, pero, definitivamente, no quiero una relación así. Fugaz no.

¿Me besarás tú esta vez o lo tengo que hacer yo de nuevo?

¿Qué quieres de mí?

Quiero que me beses, que me hagas el amor.

¿Por qué?

Lo necesito, yo… me enamoré de ti.

Eso no es verdad. Si así fuera, no desaparecerías como lo haces y no te aparecerías de esta manera. Buscando un contacto carnal.

Andrea, te quiero. Me gustas, me encanta estar contigo… besarte. Cuando no estoy contigo es como si algo me faltara.

Helena, yo no puedo tener algo contigo. Aunque lo quiero, no puedo.

¿Por qué no? ¿Es por la mujer esa, que te envía obsequios? Pregunta liberándome de su opresión.

Efectivamente. Yo no alcanzo a distinguir a quién quiero en serio.

¿Me estás diciendo que te enamoraste de una extraña? Dice sorprendida y algo fastidiada.

Te estoy diciendo que estoy confundida.

Entiendo.

Perdóname, Helena.

No te preocupes. Es mi culpa por ir y venir, sin tener el valor de quedarme, por miedosa.

Helena

Tranquila, Andrea. No pasa nada.

Pero es que yo no quería que las cosas pasaran así.

Yo lo sé, preciosa, pero las cosas ya son así. No puedes hacer más nada. Sólo tratar de seguir.

¿Qué harás? ¿Ya no te veré de nuevo?

Me verás. En unas semanas, quizás más, me verás.

¿Dónde te irás?

Tengo que resolver un enredo que formé sin querer y que ahora me está jugando chueco.

¿Qué enredo?

Nada, linda… Me voy. Te veo en unas semanas.

Lo siento.

No lo hagas. Ya pasó. Chao.

¡Helena! No te vayas así.

Andre, yo me enamoré de ti. Desde la primera vez que te vi… algo pasó en mí, es como si una parte dentro de mí hubiera hecho "click". Yo no pensé antes en una chica de esa manera, no sentí por alguien lo que siento por ti. El estar enamorada de una mujer me asusta a tal extremo que le huyo sin razón, por miedo a mi propio sentir. Ahora me doy cuenta de que es precisamente ese miedo el que me está jugando en contra.

Helena, tú me gustas. Nadie, en años, me ha mirado como lo haces tú, con ternura, me conmueves mucho. Tu sonrisa me contagia, por eso busqué ese primer beso, porque me pasan cosas contigo, cosas que no pensé sentir de nuevo, quería ver si tu mirada me indicaba que te pasaba igual, pero me huiste al primer contacto, comenzaste a ir y venir sin dar razones y no puedes llegar, robarme besos, caricias, hacerme sentir que puede ser para luego irte de nuevo. No quiero eso para mí.

Lo entiendo. Me comporté de manera incorrecta. No sabía canalizar lo que me pasaba contigo y, ahora que pude aceptarlo, te perdí por mi equivocación. Te has enamorado de otra mujer.

Yo no sé si amo a "Mujer que camina" o a ti. No lo sé. Ustedes dos se me hacen tan parecidas que no alcanzo a distinguir de quien fue que me enamoré. Por eso no puedo corresponder a tu petición de estar juntas ahora. No es el momento. Necesito saber quien me envía esos obsequios, ponerle realidad a esto para poder… encontrar algo concreto y saber distinguir mis sentimientos por cada una.

Entiendo.

Perdóname.

No, perdóname tú a mí… Adiós.

Helena...

Verla irse de mi casa así, me hizo chiquito el corazón. No pude detenerla y quizás debí hacerlo. No lo sé, tengo muchas cosas en mi cabeza ahorita. No sé por dónde comenzar a resolverlas. Es tremendamente estresante todo esto, con dos sentimientos diferentes que no sé definir y… Carlos tiene razón. Me he enamorado de uno de esos dos sentimientos, pero no quiero admitirlo, siento miedo de lo que significa, me siento culpable al sentirme así por alguien más después de tantos años. Es demasiado difícil para mí, para mi corazón, darse nuevamente la oportunidad de volver a empezar, de amar y sentir por alguien más, lo que me provocaba y aún me provoca ella… "Mi milagro de abril"

Debo comenzar por definir qué escribiré en aquella nota. No puedo ser demasiado obvia, no debe darse cuenta de lo que me pasa con ella, pero tampoco puedo ser indiferente… ¡Dios! No sé cómo comenzar, jajaja. Un saludo cordial no me parece lo ideal e ir directo al punto, donde le sugiero la idea de vernos, tampoco, es muy apresurado dado que es mi primer mensaje para ella… un poema, como lo hace ella conmigo. Eso me parece ideal y certero

"No hago sino esperar. Esperar todo el día hasta que no llegas. Hasta que me duermo y no estás y no has llegado y me quedo dormido y terriblemente cansado preguntando."

Sabines.

Este fragmento de poema es lo único que se me viene a la mente de momento y me parece adecuado, creo… Jajaja, ya ni sé. Pero sé que ya es muy tarde y que debo dormir un poco. No son buenos estos desvelos progresivos, por el día ando demasiado cansada y es preferible que mañana abra la librería. Ya van muchos días de ausencia y de seguro que algunas de las personas que van a leer… me extrañan, por así decirlo.

A dormir se ha dicho. Nada mejor que estas sábanas que, con su suavidad, ahora acarician mi piel y esta almohada que recibe con un abrazo los pensamientos escuetos que me alteran las neuronas más de la cuenta para inducirme el sueño que necesito y lograr que olvide los recuerdos de instantes pasados, como el que viví con Helena hace un rato atrás

No puedo negar que la deseaba. La deseaba mucho. No sé cómo pude contenerme ante aquellos labios que me proporcionaban esos besos tan exquisitos, pasionales y tiernos con un dejo de sensualidad que me fascinó, me embrujó por minutos largos y excitantes, tan excitantes que me sacudían mariposillas en el vientre. Así como ahora me las sacuden mis dedos que, inconcientemente, se deslizan despacio por mi estómago, por encima de mi camiseta en un comienzo, para luego, con pausa, abrirse camino en mi piel desnuda hasta llegar a mi vientre y jugar a ir más allá sin irse del todo, así como estos dedos, que son míos, me producen escalofríos, sensaciones placenteras con esos roces que quieren parecer incipientes, pero que están muy lejos de la ignorancia para lograr lo que mi mente maquina y necesita… mmm, aprieto mis dientes dejando escapar un suspiro aleatorio, seguido por un suspiro más intenso que me provocan otros dedos, unos que juegan en mis pezones y que, como al descuido, sin querer… me sacuden, incitan y logran que desee, que ansíe esa, la explosión que he estado buscando desde que comenzó este juego malévolo de mi mente... ahhhh, me escucho musitar al proporcionarme un contacto más directo con mi sexo oculto aún por unas pantaletas indiscretas, pero mis dedos son hábiles, no se detienen ante ese inconveniente y se escabullen para alcanzar mi humedad tibia y deseosa de liberarse del todo de mi cavidad, mmm... muerdo mis labios con cierta fuerza. Mis dedos ahora se deslizan con suavidad y lentitud. Son ágiles y con destreza recorren los labios de mi vagina, los escalofríos comienzan a ser paulatinos, certeros en su origen y esta palma, mi palma ¡Dios! Que bien se mueve por mis pechos, me sorprende con esas pequeñas presiones en ellos, me sacude con facilidad al igual que mis dedos traviesos ahora en la entrada de mi intimidad, hmmm… los deseo dentro de mí, así como la deseo a ella, deseo sentirla en mí, como estos dedos que ahora me penetran con lentitud, como queriendo reconocer un camino mil veces recorrido por mí, por mi mente excitada

Mi palma, que en círculos se mueve por mis pezones, alternando movimientos con presiones ansiosas de placer inducido, me estremecen, se concentran en mis pechos sensibles al tacto, se concentran en mi debilidad y otros, los esenciales para lograr lo que comienza a formarse ahora en mi vientre, se mueven intranquilos, con movimientos precisos, aleatorios, certeros unas veces y otras, rozando aquel botón de placer que toda mujer ama a la hora de tener sexo para una, a la hora de maquinar ese, el cosquilleo que nace en tu vientre, que se expresa en tu cuerpo en espasmos deliciosos, urgentes y a veces, poderosos, como el que…ahhh, me esta atravesando ahora a mí, como el que me deja con los labios secos, suspirando, aún con una mano en mis pechos y otra ahí, en mi sexo mojado, ardiente y con mi cuerpo libre comenzando a dormitarse

Siempre que me acaricio, me despierto tarde. Cosa extraña, son las 9 de la mañana y aún estoy metida entre estas sábanas que me acogieron anoche y que me cubrieron el cuerpo en cierto momento… tendré problemas para levantarme, jajaja, es normal, creo, pero debo animarme, pues tengo que entregar la nota al pasar por el café camino a la librería. No puedo posponer esto un día más. Quiero y deseo conocer a esta mujer que parece escabullirse en mis pensamientos de manera permanente. Lo necesito a tal punto, que pensar en ella se me hace exigente y por momentos estresantes, porque no sé nada de ella, nada que me diga cosas comunes, cotidianas y básicas. Nada.

Si no responde como creo que debe hacerlo con lo que escribí en esta nota, desecharé la idea y mi próxima nota será para mandarla al diablo de una buena vez. Daré por hecho que sólo juega y volveré a mi vida de antes, antes de que ella comenzara con esto

¿Y si me responde? Pensé mientras me metía dentro del agua caliente.

No sé, no lo sé. Veré primero que responde y luego decidiré que hacer. No saco nada con atormentarme con ello ahora. Es penoso de veras… Jajaja. Es mejor esperar la respuesta. Añadiré a la nota una post data pidiendo respuesta inmediata, de esa manera me aseguro de leer algo hoy mismo al pasar por el café. Todo esto suponiendo que hoy sí lleve algo para mí, cosa que hace días no hace. Quizás Karla le dijo que me había tomado unos días, pero no puedo estar del todo segura hasta preguntarle a ella. Lo haré ahora que salga camino a la librería. Claro, tendría que vestirme primero, jajaja… sigo con la toalla puesta pensando parada a los pies de la cama, pero ya no me sorprende distraerme de esta manera. Se me ha hecho normal el escaparme de la realidad al pensar en ella.

Terminé de vestirme en cosa de segundos. Valentina siempre me decía que debía ser la única mujer en el mundo que sólo se demora 15 minutos en estar lista, jajaja, pero ni se inmutaba cuando la tenía que esperar dos horas a que se arreglara para salir. Me tomaba como 4 tecitos antes de que me dijera que podíamos irnos ya. En fin, le pediré a Karla un café para llevar al entregarle la nota y el té me lo tomaré en la librería mientras termino de leer "Recuentos de poemas" de Jaime Sabines. Me encanta su poesía, es sencilla, pasional, no endulza las cosas como otros poetas, las dice tal como son. Me parece genial, en otras palabras. Por alguna razón se me ha vuelto adictivo leer su poesía y además, para pasar las horas, es perfecto. Claro que, luego me comprendo más enamorada de lo que me imagino, pero bueno… es cosa de corazones, creo yo.

II

Como quisiera que me pidiera vernos. Otro mes más y ella aún sigue en el anonimato. Ni su nombre ha querido darme… ¡Dios! ¿Qué no se da cuenta de que ya es necesario? ¿Que me urge conocerla? ¿Saber… Quién es? ¿Qué hace? ¿Dónde vive? Tantas interrogantes que he procurado decirle en las notas que le he enviado y nada, sigue como hace cinco meses ya, sin decir nada. Callada, en silencio ante mis preguntas. Las omite con una habilidad y… nada, esto ya es demasiado. Si con la nota de hoy no hace algo, se acabó. Todo se acabó… es que ¡Ni yo me creo lo que digo! Jajaja, esta mujer me tiene tomada de la mano como nadie más, me lleva con ella a todas partes y yo, yo la sigo igual. No hago más que pensar en ella, en cómo serán sus labios, si son suaves, delicados, no sé. Me la imagino de todas las maneras posibles y me parece saberme su cuerpo de memoria, completa, de pies a cabeza. Su alma se me hace tan liviana, sencilla, preciosa en si, en su esencia, en su intimidad. Es casi perfecta ante mis ojos, con una sonrisa risueña, amable, tierna como nunca vi… ¡Dios! ¿Será que su mirada hacia mí es así? ¿Cómo saberlo? Nunca la he tenido frente a mí, es sólo esta imaginación mía, la que me hace volar, volar con ella a mi lado como si fuera parte de mí.

Mis horas transcurren en torno a ella, a esas notas que ahora compartimos. Esas que espero con ansiedad, anhelo y desgano a la vez. Nunca sé qué me dirá ni cómo lo hará. Ah, quisiera que un día de estos hablara ella y no un poema. Pero me da cosa pedirle eso, la última vez me dijo: "Nada, ninguna frase expresa mejor lo que me haces sentir, lo que me provocas, que estas palabras. Son justo lo que quiero decir, lo preciso de mi sentir hacia ti" y entonces yo me quedé helada y más enamorada de ella que antes. Sí, porque me ha enamorado con esa dulzura tan suya para hablarme, para referirse a mí y me encanta, me fascina de muchas maneras eso en ella. También me trae embobada esa manera tan peculiar, sencilla y simple de decirme que me ama. Como puede hacer de algo cotidiano, efímero, sin razón aparente, algo tan familiar, tan nuestro, tan fuerte, como cuando me pregunta si estoy bien o cómo me fue hoy… sólo ella puede ser así, sólo ella puede hacer de mí esto que soy ahora, una mujer enamorada.

¡Ufff! Ya es hora de irme a casa. Como siempre, desde que ella llegó, pasaré a la cafetería por mi nota del día y a tomarme un tecito, pero frío. Hoy hace demasiado calor, los grados están subiendo demasiado y si no me tomo algo frío en unos minutos más, me deshidrataré antes de llegar a mi casa y… hoy tengo la esperanza de que sea el día, la esperanza de que hoy me diga "Es tiempo, te espero en el parque, yo ya estoy aquí sentada, aguardando.." sería tan increíble que lo hiciera, pero conociéndola, no lo hará y de nada sirve tener fe en que llegara el día que me lo pida, que me pida vernos, conocernos, pero hay un Dios… Jajaja.

Todos los días pienso lo mismo mientras camino. Hoy no iba a ser la excepción. Obviamente que iré pensando en alguna estrategia, como ahora mismo, mientras cierro la librería y comienzo mi camino hacia aquella cafetería, cómplice de ella primero y ahora mía, pienso en darle un ultimátum, algo definitivo para concretar de una vez por todas las cosas entre las dos y saber, ¡Dios! Saberla, con todo y su presencia delante de mí.

Se me ha pasado por la mente que quizás le dé vergüenza su apariencia o su aspecto físico, tal vez algún defecto, no sé y, en realidad, me tiene sin cuidado. Lo importante es aquel sentir suyo hacia a mí, nada me parece más importante que eso. Yo no soy una maravilla de mujer, tengo mis defectos, pero me acepto así. En fin, ya voy llegando a la cafetería

Miré hacia todos lados, buscando a mi mesera mensajera, pero nada, no la encontré. Me sentaré aquí en la barra un momento a esperarla. Seguro anda haciendo sus cosas ahí dentro. Ya saldrá, pediré un té helado o un jugo mientras la espero

¿Qué va a tomar? Me pregunta una mesera.

Un jugo naranja, por favor. Digo, buscando de nuevo a Karla.

Enseguida.

Karla, la mesera ¿está?

Sí, esta de turno, pero tuvo que salir unos minutos y vuelve.

¡Oh, gracias! Dije dejando mi bolso en la silla a mi lado.

Agité mis manos un momento, frotándolas entre sí porque me picaban un poco, mientras veía a la chica ir a la cocina por mi jugo, supongo… ¡Hace un calor hoy! No hay mucha gente en la cafetería, pero hay más de lo usual, debe de ser por el calor. La mujer del netbook, como siempre en su mundo, tomándose ahora algo que la refresque. Algunas personas compartiendo y otras, simplemente estando ahí. El que Karla no esté, no deja de parecerme inusual. Siempre se encuentra a esta hora aquí, como esperándome. No hace falta que le diga nada, sólo me entrega la carta y me dice "ya te traigo el tecito" Claro que ahora cambio por el "Juguito"…Jajaja, hay veces en que al llegar ya está el juguito ahí, esperándome, heladito, listo para proporcionarme un poco de alivio ante el calor junto con mi nota del día

En realidad, hoy ha sido un día inusual. Por la mañana, mi mascota, a la que aún no le doy nombre y a la que simplemente llamo por "Hey tú, ven aquí" , ha dejado un desastre en la cocina, rompió todo el papel absorbente, lo volvió pedacitos la muy… me toma más de media hora limpiar todo. Luego, Carlos, que llegó a llevársela por el día y nos tomó más de 10 minutos atraparla, salió corriendo por toda la casa, juraba que estábamos jugando con ella, Jajaja… ¡Ahhh! Como se demora esta mujer, ¿Dónde fue? Me tiene esperándola como si fuera mi novia o algo parecido, jaja. Seguro es algo importante, ella sabe que vengo siempre a esta hora, debió de ser urgente para no estar aquí. Espero que llegue pronto, me estoy impacientando ya con la demora y… ya no me queda juguito, hace calor y quiero mi nota de hoy, ¡Dios! Sonó a niña mimada eso

Hola, perdón la demora. Dice Karla, a mis espaldas.

¡Mujer! Me has asustado. Dije volteándome hacia ella.

Jajaja… lo siento.

Tranquila… ¿La tienes?

No, no hay nada para ti hoy.

¿En serio? Pregunté sorprendida.

Sí. Hoy no dejó nota para ti.

Bueno… entonces me voy a casa.

¿Cómo? ¿No irás a esperarla?

¿esperarla? Si no me dejó nota ¿Qué voy a esperar?

Andrea… ella esta aquí.

¿Qué? ¿Dónde?

Bueno, no aquí en la cafetería. Te espera en la placita que está a dos cuadras.

¿Qué esta dónde? Dije levantándome de mi silla.

Hoy es el día. No dejó nota, sólo me pidió decirte que te esperaba en la plaza.

¡Dios! Llevo media hora aquí esperándote.

Pues, ve apurándote.

¿Cómo no me dices eso antes, Karla? Llevo meses esperando esto.

Bueno, lo siento, tuve una emergencia en casa.

¿Pasó algo?

Nada grave, anda… vete ya.

Gracias. Nos vemos.

¡Dios! Esto me parece irreal ¡Totalmente insólito! Voy a verla ¡Verla! Mierda, se me quedó el bolso en la cafetería. ¿Me regreso por él? No, luego paso a buscarlo. Seguro que Karla lo guardará por mí. Ahora ¿Qué le diré? ¿Cómo me comportaré? Aggg, estoy demasiado nerviosa, siento las piernas entumidas, débiles ¿Cómo me pasa esto ahora? Vamos, Andrea, que no es para tanto. Si estás peor que cuando presentaste a Valentina como tu novia, Jejeje... qué desastre el de aquel día.

Bien, tranquila por las piedras, es mejor. Sólo háblale, salúdala y luego la interrogas. Eso, primero lo primero y luego ya me la interrogo, pero ahora que lo pienso… ¿Cómo demonios voy a saber que es ella? ¡Joder! No sé cómo es ni nada, no la conozco de nada y ya estoy parada en una esquina de la placita ¿Cómo no pensé en esto antes? ¡Qué tonta, Andrea! Mejor me tranquilizo y… me siento en esa banca, sí, mejor me siento o me desmayaré aquí mismo… ¡Qué calor hace!

Hola. Me dice una voz familiar.

¡Helena! ¿Qué haces aquí?

Paseaba ¿y Tú?

Espero a alguien.

Sí, lo sé.

¿Eh? Dije mirándola interrogante.

No me mires así, Andrea.

¿Cómo tengo que mirarte?

Como la mirarías a ella.

Helena, creo que mejor te vas.

No puedo irme.

¿Por qué no?

No quiero que pienses que te dejé plantada, después de tantos meses esperando este encuentro.

La miré a los ojos mientras me decía eso. No lo entendía del todo, pero algo en mí se encendió y dio paso a eso. Ella seguía parada frente a mí, con las manos en ambos costados y en silencio, esperando que diga algo, pero no me sale palabra alguna. Sólo podía pensar en que es ella. Siempre fue ella y… me usó, jugó con lo que sentía.

Andrea

Yo me voy. Dije parándome.

No te vayas, sé que me equivoqué desde un principio. No debí enviarte esas cajas y presentarme ante ti con una excusa que yo misma creé para conocerte, pero déjame explicarte, ¿si?

Helena, déjame ir.

No quiero. Quiero que me dejes hablarte, decirte, contarte

Helena, por favor

Fernanda. Mi nombre es Fernanda.

¿Qué? ¿Es que ni tu nombre fue real? Déjame ir.

Andrea, por favor. Déjame explicarte.

¿Qué me explicarás? Tú sabías, yo te conté… y me usaste, me traicionaste. Jugaste con mis sentimientos, los manipulaste a tu favor y ¿ahora me pides que te deje explicarme? Es que, ¿con qué cara? ¡Joder! ¿Me vienes a pedir eso? ¿Quién carajo te crees para hacerme esto?

Andrea, no podía darme a conocer antes, entiende, estaba comprometida, me sentía culpable. Todo pasó tan rápido, vine aquí, a esta cuidad a olvidar, a dejar las cosas atrás

¡Me importa un carajo! Lo que me digas me importa menos que nada. Estás muerta ¿me entiendes? Jugaste conmigo, leíste mi cuaderno, por eso sabías qué decirme, qué escribir para enamorarme. Todo lo planeaste desde un principio… ¡qué tonta fui! Una verdadera estúpida por caer en esto.

No es así, yo no leí nada, solo leí tu nombre… ya te había visto antes de que se te quedara el cuaderno en los baños de mi café.

¿Tu café? Es que ¡era de suponerse! Aquella complicidad con Karla. ¿Con quién más podías tener esa confianza? Ambas se confabularon. No sé qué buscaba Karla, probablemente no quería perder su trabajo, pero ¿tú? ¿Qué buscabas? ¿Una experiencia lésbica? ¿Querías saber lo que se sentía el besar a otra chica? Sólo fui un experimento para ti, ahora lo veo. Por eso lo del miedo y demás estupideces que me dijiste la última vez que hablamos… ¡qué idiota fui al creerme eso!

No es así, nada de lo que dices es verdad. Yo no jugué contigo, no te he traicionado. ¡Te amo! Déjame explicarte, por favor

¡Vete a la mierda, Helena, Fernanda, o como te llames! No te quiero ver en lo que me queda de vida.

No te vayas, Andrea

No me sigas. Déjame en paz, ya bastante has hecho conmigo. No quiero saber de ti más nada.

Andrea

Hice caso omiso a sus palabras, me sonaban huecas, incoherentes ¿Cómo me hizo esto? Con lo que yo la… ¡No! No pienso llorar por ella. No quiero llorar, sólo quiero irme de aquí. No quiero pensar en nada, no quiero saber nada… quiero gritar lo más fuerte que pueda y quiero… correr, irme de aquí, cansarme hasta no poder más con mi cuerpo y dormirme sin tener que despertar en semanas

Andrea, párate. No corras más… ¡detente!

Déjame en… ¡ahhh!

¡Andrea!

III

¡Dios! Que dolor de cabeza. Me siento totalmente adolorida, ni que hubiera corrido tanto… ¡Joder! Choqué o más bien algo chocó conmigo. Sí, porque… me siento ida. Me cuesta abrir los ojos, al intentarlo me desvanezco de nuevo ¿Dónde demonios estoy? Seguro en el hospital, pero… Helena ¿Cómo me hizo eso? ¿Cómo pude dejarme enamorar así? ¡Ah! Escucho voces, ya me volví loca… el golpe, seguro que choqué con un auto o algo, porque me duele todo. ¡Dios! Mi pierna, me duele horrible, mi cabeza me da vueltas y vueltas, quiero abrir mis ojos, saber de quién son esas voces, me parecen familiares, pero… ¿Por qué demonios no me puedo mover? Me pesa todo y nada, es inútil, no soy dueña de mí misma y… esas voces

Fernanda, tranquilízate mujer. No le pasó nada.

No entiendes, Karla. Es mi culpa, no debí decirle que era yo. Debí quedarme en el anonimato ante ella o dejarla ir, pero no hacerle este daño. No me hubiera perdonado nunca si algo

Fer, está bien, ya oíste al doctor. Está fuera de peligro, sólo tiene una contusión y la pierna lastimada. Le dieron un sedante para que descansara tranquila y un analgésico para el dolor.

Tuvo suerte, eso también lo dijo, Karla… le pedí que no corriera, iba muy enojada conmigo… se podía caer, pero es terca con mayúsculas ¿Cómo no vio el coche que venía en frente? Es mi culpa, yo la distraje al llamarla.

Fer, no es tu culpa. Entiéndela. Lo que le dijiste no es fácil de asimilar.

Es que no le dije nada, Karla. Ella se puso a la defensiva, me reclamó, reprochó todo. No quiere saber nada de mí.

Déjala, dale tiempo para que entienda tus razones.

No sabe nada de eso y prefiero que no se entere.

Fernanda, ella tiene que saber la verdad. Sólo así podrá entenderte.

¿Qué quieres que le diga?

La verdad de todo, de por qué estás aquí en esta cuidad, todo.

Que vine huyendo de otra realidad.

Cuéntale. Explícale tus conflictos y problemas.

No sé si sirva de algo decirle todo lo qué paso antes de ella. No quiere escucharme y no la culpo. A mis 30 años me he comportado como una adolescente, una niña.

Fer, sólo te enamoraste de ella.

Lo sé, y no tengo idea de cómo paso eso. Desde que la vi entrar en la cafetería, sentarse en la misma mesa a diario con ese cuadernillo, escribiendo… a veces dibujando. Me provocaba tanta ternura, me conmovió su mirada cuando me vio y ni caso me hizo. Ni siquiera recuerda que fui yo la que le servía el café los primeros días de haber inaugurado el local. Tú estabas en la cocina en esos días. Yo ayudaba mientras encontrábamos otra mesera… sólo fue una semana y ya la sentía darme vueltas en los pensamientos. Me los consumía por días, su mirada, no lograba quitarme la sensación de querer abrazarla, la necesidad de protegerla. No me había pasada nada parecido antes, con Manuel, todo fue cosa de seguimientos. Nuestras familias así lo querían y nosotros… nos queríamos, sí, pero ahora comprendo que no fue un amor verdadero lo que nos unió en un principio.

Díselo, Fer… ella lo entenderá. Lo sé.

Me cree una manipuladora, la peor de las mujeres. No quiso escucharme en la placita, no querrá ahora que está así, seguro piensa que es mi culpa. No, Karla. Es mejor dejar las cosas así, cometí errores graves con ella, entiendo su enojo. Es mejor dejarla en paz como me pidió.

Pero, Fernanda, ¿la dejarás ir sin hacer nada?

Sí, esperaré a que se recupere antes de irme definitivamente. El doctor dijo que estará aquí unos días. Su pierna necesita curaciones y el golpe en la cabeza requiere observación.

Estás siendo cobarde ¿sabes?

No quiero que me mire como lo hizo hace unas horas atrás. Es orgullosa hasta decir basta. No cederá ni me permitirá hablar aunque lo intente por años.

Pero, Fernanda

¿Llamaste al número que estaba en la libreta?

Sí, dijo Carlos que venía en seguida.

Bien, esperemos a que llegue y nos vamos, el café quedó solo y ella no querrá verme aquí cuando despierte.

Sí, a mí tampoco. Estoy de acuerdo en darle días, pero no considero prudente lo que haces, es drástico, Fernanda.

No dejaré el café, si piensas eso. Te dejaré a cargo y me iré por un tiempo a la capital. Tengo que solucionar el asunto con mis suegros lo antes posible. Mi papá me llamó hoy y me ha dicho que es posible llegar a un acuerdo.

Bueno, pero piénsalo. Ella te ama como tú a ella.

Creo que el amor, en este caso, es insuficiente… yo que tenía ganas de hacer desaparecer esa tristeza que tiene en sus ojos. No sé cómo voy a seguir con mi vida sin que ella este ahí para ser mi alegría. No lo sé.

Fernanda, has el último intento. No pierdes nada.

Lo pensaré. Ahora ve al café mientras yo espero al pariente de Andrea.

Bueno, te espero allá. Chao.

Hola, Karla… soy Carlos ¿Cómo pasó el accidente?

Hola, Carlos. Yo me voy, pero ella te explicará. Nos vemos.

Gracias, nos vemos.

Hola, soy Fernanda y debo decir que todo es mi culpa.

¿Tú la atropellaste?

No, pero contribuí en ello. Verá, discutíamos en la placita, ella salió corriendo muy enojada conmigo, no vio el auto, le pedí que no corriera más, que así, sin mirar por donde iba, podía pasarle algo, pero no me hizo caso y siguió… por mirarme a mí, no se fijó en el auto que pasaba. Lo bueno es que el auto venia a muy poca velocidad, por lo que el golpe que le dio no fue demasiado peligroso para ella.

¿Por qué discutían?

La engañé... sé que no debí, pero no me quedaba más remedio.

Eres la chica de las cajas ¿verdad?

Sí, lo soy… también soy Helena.

Con razón, Andrea no tolera muy bien el que la engañen y manipulen cuando se trata de sus sentimientos. La heriste mucho con eso.

Lo sé, estoy conciente de ello y tengo mis razones para lo que hice, pero ella no quiere escucharme, sólo me quiere lejos de su vida y yo… haré lo que me pide. No tenía derecho a lastimarla.

Es verdad, pero por como la miras ahora, me doy cuenta de que la amas o que por lo menos sientes cosas fuertes por ella.

Sí, la amo, pero ya no puedo hacer nada. Me iré de la cuidad por unos días para dejarla tranquila mientras ella se recupera. Le pido por favor que se lo haga saber, que ya por mí no tiene que preocuparse.

Lo haré. Gracias por cuidarla y traerla aquí.

De nada, pero no le diga que fui yo o se le achicaran los ojos del coraje que le dará.

Jajaja… conoces cosas que para ella pasan inadvertidas.

No en vano la he observado a escondidas por meses… sé que estuvo mal, pero si me acercaba a ella, habría llegado a lastimarla aun más.

¿Qué quieres decir?

Nada, déle un beso de mi parte, pero no se lo diga. Gracias por no juzgarme ni reprocharme lo que hice… adiós.

Adiós.

IV

¿Carlos?

Sí, peque, soy yo.

¿Dónde estoy?

En el hospital, Andrea.

Por lo menos sigo viva.

Me alegra ver que ya volvió tu ironía de siempre.

Si, será lo único que vuelva… me siento del nabo. Me duele mi pierna, mi cabeza me da vueltas

Por el golpe. Tuviste una contusión y te lastimaste la pierna, pero ya estás mejor.

¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Desde el lunes por la tarde, que te trajeron. Cuando yo llegué estabas sedada y hoy ya es miércoles.

¿Tanto me dormí? ¿Había alguien más aquí cuando llegaste?

Sí y no, no había nadie más. Si es que te refieres a ahora.

No, a hoy no... Estaba Fernanda, aquí. Las escuché hablando… a ella y a Karla.

Ok, sí. Pero el día del accidente, cuando llegué, Karla iba saliendo. Sólo estaba Fernanda aquí, para contarme lo que pasó.

¿No ha vuelto?

No y no creo que lo haga. Me pidió decirte de su parte que no te preocuparas, que no la volverías a ver. Se fue de la cuidad, Andrea.

¿Qué? ¿Dónde se fue? ¿Volverá?

No creo, peque. Se le veía muy triste por lo que le habías dicho.

¡Pero es que ella me engañó, Carlos! Ella y Helena son la misma persona. Me usó, me enamoró manipulando mis sentimientos

Recuéstate mejor.

¿Cómo me pides eso? Me estás diciendo que se fue y que no volverá.

Es lo que me dio a entender.

¡Karla! Quiero hablar con ella.

Ella llama para saber de ti. Le he dicho que estás bien, que aún no despertabas.

Llámale, dile que venga a verme, que me debe eso siquiera.

Andrea… ¿Qué harás?

Saber… Por qué hizo todo esto.

Bueno, ya la llamo… Un segundo.

¿Será cierto todo lo que escuché antes de quedarme dormida? Estaba media ida de mí, pero recuerdo haber escuchado cosas, cosas que podrían explicar el comportamiento de Fernanda y yo ¿habré sido una idiota por no escucharla? ¿Por no detenerme a escuchar sus razones y ser tan impulsiva en todo? ¡Dios! Si es verdad eso, la estoy perdiendo por orgullosa.

Listo, dice que en cinco minutos está aquí.

Gracias… ¿me ayudas a sentarme un poco?

Sí… Ya tienes mejor semblante. Estabas pálida ayer.

¿Te dijo algo ella?

Dijo que te ama, que cometió errores, pero que no era su intención el hacerte daño.

Ajá.

¿Ya no estás enojada con ella? Me dijo que pensabas que te había usado, engañado. Que te sentías traicionada.

Así es, sigo muy enojada con ella, pero si pongo mala cara, me duele la cabeza.

Jajaja… ella te conoce, te mira como si fueras lo mejor del mundo. Estaba realmente afligida por lo que te pasó. Dijo que todo lo que te ocurrió fue su culpa.

Ella no me atropelló, pero iba enojada por su culpa.

Tú la amas.

¿Y eso qué?

¡Eres la mujer más terca y orgullosa del mundo! Aprende a ver más allá de tu nariz, Andrea.

No me regañes, Carlos. Nada de esto es mi culpa. Sólo es mi culpa este amor que me nace por ella. Sólo eso. Fue ella la que maquinó todo este desastre.

Hola, Andrea… Carlos.

¡Hola!

Karla, pasa. Carlos… ¿Nos dejas solas un momento?

Sí, estaré afuera haciendo unas llamadas, por si me necesitas.

Bueno, ve tranquilo.

Bien. Nos vemos.

Nos vemos… Karla, siéntate.

¿Querías hablarme?

Sí, quiero saber ¿Por qué demonios tu jefa hizo lo que hizo?

No tuvo remedio y yo no soy la indicada para decirte las razones.

Sí lo eres. Ella se fue, no está. Me dejó aquí sola… por petición mía.

Lo sé. Se fue el mismo día del accidente, después de dejarte a cargo de Carlos.

¿Volverá?

No. Sólo vendrá por unos días a dejar las cosas resueltas en la cafetería y volverá a irse.

¿Por qué se escondía de mí?

No podía acercarse a ti.

¿Por qué?

Andrea, yo no puedo decirte eso.

Karla, por favor ¿si? Ayúdame a entenderla.

¡Ah! No me pongas en ese aprieto, Andrea. Yo no puedo decirte nada. no soy la indicada y, además, Fer me hizo prometerle que no te diría nada.

¡Pero qué mujer! ¿Por qué ahora no quiere que me entere?

Sólo te puedo decir lo que veo. Ella te ama, Andrea. De verdad te ama. Inició el envío de cajitas porque yo le aconsejé no acercarte a ti directamente.

¿Fue tu idea todo? ¿Por qué hiciste eso?

En parte, sí, pero la idea fue de ella. Ella eligió lo que te enviaba, los poemas, todo.

Pudo decirme… no tenía que hacerse pasar por otra persona.

Entiéndela, Andrea. No podía… tenía miedo, no estaba preparada con todo lo que le había pasado. Aun había cosas que tenía que resolver antes de poder estar contigo.

¿Qué cosas? Dime, necesito saber

No me corresponde, lo siento.

¿Cuándo vuelve?

No me dio una fecha, pero estimo que en una semana… quizás más. No puedo decirte con seguridad. Se fue muy mal, se culpa por lo que te pasó.

No es culpa de ella, no directamente. Ella no iba manejando ese auto.

Sí, eso le dije yo, pero con lo culpable que se sentía por perderte a ti, el añadirle lo de tu atropello… fue peor.

Aún no entiendo ¿Por qué mentirme así?

Tiene sus razones, quizá no las mejores, pero son válidas, creo. Además, está lo tuyo… que autodestruyes toda relación que tienes al ver que comienzas a sentir cosas.

¡No es verdad!

Andrea, desde que Valentina no está con nosotras te has vuelto insensible, emocionalmente inestable. Si no fuera por Carlos, seguro te hubieras dejado estar hace tiempo.

¿Me estás regañando?

Sólo digo lo que tú misma me has contado todos estos años. Recuerda que Vale y yo éramos amigas, trabajábamos juntas en la cafetería… ¿No fui yo quien te la presentó? ¿Acaso no soy yo la que te escucha todos los días en la cafetería? ¿Qué paso con las otras chicas?

Sí, pero no soy insensible… sólo le tengo miedo a olvidarla.

Lo sé y por eso mismo le aconsejé a Fernanda lo de no acercarse a ti directamente y, como no podía hacerlo como amiga, por que tiene que viajar constantemente, se le ocurrió lo de las cajas.

¿Viajar? ¿Dónde?

No insistas, no te diré nada. Eso le compete sólo a ella.

Está bien, pero… ¿Me avisas cuando vaya a llegar?

¿Para qué?

No lo sé, sólo quiero saber que estará aquí.

Si le vas a recriminar todo, mejor déjala tranquila, Andrea, ya ha pasado por muchas la pobre.

¿Qué le pasó?

Andrea… no me comprometas más.

Bueno, pero ¿me avisas? Sólo quiero saber que está bien. Mañana me iré de aquí ¿Me llamarás a mi casa para decirme?

Bueno, te llamo allá.

Gracias.

De nada, cuídate, ¿si? Ella me llama para saber de ti cada vez que puede. Le diré que estás bien y que ya te darán de alta mañana.

No le digas que hablamos tú y yo.

No lo haré, no hasta que esté aquí.

No, no le digas nada, dejemos las cosas así. Necesito pensar tranquilamente todo lo que pasó.

¿Tú también la dejarás ir?

¿Ella me dejará ir?

Le pediste que desapareciera.

Lo hice, pero… quizás sea mejor así. Algo que empezó con mentiras no puede ser bueno.

Bueno, nos vemos. Ustedes sabrán. Son tal para cual. No sé cuál de las dos es más terca.

No me digas más, Karla.

Ella te ama. No la pierdas, Andrea, por tus miedos.

No te prometo nada. Me siento muy mal por todo esto… no sé si pueda dejar pasar las mentiras.

Son tontas, ambas.

Puede ser.

Chao.

Chao.

V

Ya estoy aquí. En mi casa hace más de dos semanas y me siento… sola, vacía. Fernanda, desapareció. Sé que yo se lo pedí y aún así, la extraño terriblemente. Me paso horas releyendo sus tarjetas, mirando las cajas. Pienso en Valentina, en todo lo que ella representa aún para mí. Lo que significaba su ausencia antes, antes de que llegara ella, Fernanda. Me parece que nada es real, que de un momento a otro el mensajero tocará mi puerta y me entregará una cajita o una tarjeta de ella… ¡Dios, cómo la extraño! Me dijo aquel día… "Te amo" y yo ni caso hice a eso. Fui intransigente, ahora lo veo. No vi más allá de mi nariz, como me dice Carlos, y la alejé de mí, por mi propio orgullo, pero es que me lastimó, de verdad, con sus mentiras.

Ahora estoy aquí, sentada con aquella caja que me trajo Carlos hace meses atrás. Una caja de Valentina con mi nombre escrito en la tapa. No había pensado en ella desde el día que se cumplía otro año de su muerte. La guardé, la dejé en el clóset, olvidada. No me atrevía a abrirla por temor a lo que contenía, pero considero que ya es tiempo… es tiempo de avanzar sin temor a olvidarme de ella, porque ya entendí que cuando se ama, no se olvida. Todo se guarda en la memoria en forma de bellos recuerdos y, de esos, tengo muchos

Al tomar la caja en mis manos, algo de su aroma se me vino a la nariz. Ese olor fresco, primaveral, típico en ella. Quité la tapa y la dejé a un lado del sillón. Crucé mis piernas y la puse encima de ellas. Miré dentro de la caja, espiando, viendo si reconocía algo y… lo conocía todo. Todas estas cosas se las di yo. Las primeras notas que le escribí… con las que, según me dijo luego de ser novias, se enamoró más de mí. Todas están aquí y… ¡Dios! El primer regalo que le di tras el primer mes de novias… todo. La rosa que corté, más bien, que me robé de un jardín mientras paseábamos y terminamos corriendo por temor… yo no sabía que la guardó. Todo esos detalles que compartí con ella… ¡ahh! El boleto de cine en el que le escribí te amo por primera vez. Se me quedó viendo sin decir nada en todo el camino al cine, no quiso entrar a ver la película. Me dijo; "no tengo ganas, vamos a caminar" y caminé con ella por la cuidad hasta llegar a casa, sin decir una palabra. Aún ahora me enoja el que se haya quedado callada todo el camino sin decirme nada al respecto… pero cómo la adoré luego, cuando al despedirnos, me susurró "también te amo" , así, sencillamente como tantas veces me lo murmuró, en secreto y al oído.

Son tantos recuerdos con ella, tantos y… se me fue dejándome sola, tan sola con esta pena que, hasta el día de hoy, aún siento aquí en mi pecho. Por la que aún lloro, como ahora, preguntando… a mí, a ti, ¿Por qué no estás aquí? Todo sería más fácil, más simple si estuvieras, yo estaría feliz y no estaría en esta situación, no amaría a otra persona y no estaría llorando porque me engañó y se fue… no lo haría… ¡ahhh! La puerta.

Carlos.

¿Por qué lloras? Preguntó al verme.

Nada, Carlos. Pasa y cierra. Dije, caminando hacia la sala.

Abriste la caja de Valentina. Ahora entiendo, me dijo al ver la caja en la mesa.

No lo pude evitar, Carlos… yo… sólo

Tranquila, peque. Me dice sentándose a mi lado.

No entiendo… ¿Por qué tenia que morir? Estábamos bien… ella y yo… yo era feliz con ella, Carlos… ¿Por qué me dejó sola?

Andrea, es muy tonto torturarte con esas preguntas ahora. Ya no está aquí, no te deprimas así. Mira lo que tienes ahora… ya no llores, preciosa. Me harás llorar a mí también.

Fernanda se fue Carlos. No volverá. Karla me dijo… no volverá.

Pero podría, si supiera que estás dispuesta a escucharla.

Me engañó, me mintió sin importarle lo que yo sentía… no sé si pueda perdonarla

Andrea, escúchala… luego decides ¿No la extrañas acaso?

¡Como no te imaginas!

Entonces ¿Qué estás haciendo? Andrea, tú la amas.

¡Ya lo sé! Pero prefirió irse a quedarse aquí. Me dejó en el hospital sola… sola, Carlos.

Pero tú le pediste que te dejara en paz.

Sí, Carlos, pero no pensé que… que me dolería tanto que se fuera.

Ay, Andrea… mejor responde al teléfono.

¿El teléfono?

Sí, está suena y suena.

Ok, dame un segundo.

Me levanté del sillón y caminé hacia la mesita del teléfono intentando secar mis lágrimas con las manos… estaba más calmada ahora, con Carlos, pero me sentía triste

¡Hola! Andrea, habla Karla.

Hola, Karla… ¿Cómo estás?

Bien, bien, gracias. Te llamo para avisarte… llega hoy.

¿A qué hora?

Me acaba de llamar para pedirme ir por ella en 15 minutos.

No te preocupes, yo voy por ella.

No tienes auto, Andrea, y aún estás mal de la pierna, sólo llevas un par de semanas de reposo.

Lo sé, pero no me puedo quedar aquí. Le diré a Carlos que me lleve. Tranquila. Yo iré por ella… necesito verla.

Bueno, confiaré en ti.

Gracias. Te llamo cuando hayamos hablado.

Ok, chao, chao.

Chao.

Necesito hablar con ella, lleva dos semanas allá y ya comenzaba a pensar que no volvería. Se me pasó por la mente hasta ir a verla. No quiero perderla ahora, quiero tenerla conmigo, es mi segunda oportunidad, no puedo perderme su amor, sólo por mi orgullo. No puedo, tengo que estar con ella

Carlos, vamos. Tenemos 15 minutos para llegar al terminal.

¿Qué?

Te digo en el auto, vamos… ándale.

Ok, ok… ya voy.

Tome mi bolso, mis gafas y… no pienso usar ese bastón ¡Aggg! Carlos me regañará si no lo llevo, en fin… me lo llevo también, pero no lo usaré. Parezco una anciana con él ¡Dios! Por nada dejo que mi "mujer que camina" me vea así. Ni loca, es deprimente en serio

¿Dónde vamos, peque? Me dice una vez que estoy sentada en el vehículo con el cinturón puesto.

Al terminal de buses, ya te dije.

Pero ¿Cuál de los dos?

El nuevo.

Ok. Responde arrancando el auto.

Por el camino más corto que se te ocurra ¿si?

¿Por qué?

Vamos a buscar a Fernanda.

¿Si?

Sí. Date prisa, ¿va?

Ya mujer, ya. Tranquila. ¿Qué le dirás?

No lo sé. Solo sé que quiero verla, que me vea esperándola. Lo demás ya veremos.

Jajaja… Te has enamorado de verdad, Andreita.

Carlos, no te rías de mí. Apiádate, que estoy traumatizada.

Jajaja… ya estamos llegando. Por favor, Andrea, no la pierdas esta vez.

Bien… ¡Joder! Carlos, no me pongas nerviosa.

Jaja… Ve andando, mientras busco donde estacionarme.

Bueno y deja de reírte de mí.

Jajaja, bueno, mujer. No te enojes.

Me bajé del auto con cuidado. Esta pierna me deja inmóvil a veces, por el dolor. Soy media brusca, se me olvida que está herida y le doy no más hasta que queda entumida y a punto de desfallecer. Usaré el bastón, por si me da algo al ver a Fernanda. Digo, en algo me tengo que sostener… sólo me falta entrar por la puerta principal y ya, pero ¡Dios! Qué cobarde me veo ahora, sabiendo que me la puedo encontrar de repente, que la veré y

¿¡Andrea!?

Fernanda. Dije aún de espaldas.

¿Qué haces aquí? ¿Piensas viajar?

Vine por ti y no, no viajaré. Ya estás aquí, no tendría sentido.

No te entiendo ¿dónde esta Karla?

En el café. Yo vine por ti, Fernanda.

Andrea, no estoy para tus reproches ahora, ¿si? Dame un día o dos y luego peleamos lo que quieras, pero ahora no, linda...

Te llevo a tu casa y hablamos luego.

Bueno, te lo agradecería, pero...

¿Qué pasa?

Tú no tienes auto.

¡Ohh, sí! Pero ¿ves a aquel hombre que esta haciéndonos señas allá? Dije indicándole con la mano el lugar donde está Carlos.

Sí.

Ese es mi chofer personal.

Es tu hermano ¿verdad? Él se quedó contigo cuando yo me fui del hospital.

Jajaja, Carlos no es mi hermano, pero es como si lo fuera. Es lo más cercano a una figura paterna que tengo. Mis papás viven en otra cuidad.

Lo sé. Me contaste.

Sí. Vamos. Te dejo en tu casa para que descanses, yo también lo necesito.

Estás convaleciente aún. Karla me contó que ibas evolucionando bien.

Sí. Voy bien, sólo la pierna me molesta un poco y este maldito bastón que me hace ver como una anciana, pero bueno… ¡ya que!

Jajaja

Al llegar donde Carlos, ambas fuimos a abrir la puerta del copiloto. El contacto de sus manos, me llenó de sensaciones, ella parecía sentir lo mismo, me miró un poco ruborizada pero en seguida abrió la otra puerta, la de los asientos traseros y se montó en el auto. Yo me subí a la vez que Carlos metía su maleta en la cajuela y se subía al auto también… nos quedamos en silencio unos segundos hasta que Fernanda pidió que la dejáramos en la cafetería. Vivía en la parte de arriba.

Cuando llegamos a la cafetería seguíamos en silencio. Sólo el ruido del tráfico hizo la diferencia en los diez minutos que le tomó a Carlos llegar. Me sentí frustrada, había tantas cosas que deseaba decirle, contarle. Necesitaba tanto abrazarla, decirle que todo estaría bien, que la amaba también… qué impotencia siento ahora que la veo bajar del auto, sin dirigirme ni siquiera una mirada. Está como distraída, evitó mirarme en todo el trayecto. Viene cabizbaja, preocupada y no puedo hacer nada para consolarla. No me deja, me pidió hablar después, cree que le reprocharé. No sé qué hacer, quiero estar con ella pero necesita espacio ¡Qué complicado! Ya parece novela esto. No me acordaba, en serio, hace tiempo, que no tengo una relación y no, no recuerdo que haya sido así de estresante y desesperante todo.

¿Te llevo a casa, peque?

Sí, creo que es mejor.

Bueno, pero tranquila... seguro mañana ya podrás hablar con ella más tranquilamente.

Ni se despidió de mí, Carlos. Es obvio que no está en condiciones de que hablemos.

Dale tiempo, recién viene llegando.

Tienes razón. Llévame a mi casa ¿si? Ya se hizo de noche y la pierna con el calor me comienza a picar.

Sí, son las 9 de la noche ya. Debes descansar. Dice, poniendo el auto en marcha.

Sí.

Mi mente no dejaba de repasar todo lo que había pasado recién. No quiere hablar conmigo y ni tuvo la decencia de decirme "chao" ni nada. Ni una mirada para saber que está bien, una media sonrisa, de esas que lograban embobarme, claro cuando era Helena. En fin… ya estoy en mi casa y en los cinco minutos que le llevó a Carlos llegar, el calor se me hizo insoportable. Pareciera que sólo quiere quemarnos vivos a todos.

Paso por ti mañana temprano para llevarte al hospital.

¿Ah?

Tú cita con el doctor, Andrea.

¡Oh, sí! Estaré lista, pero es a las 10, Carlos. Ven por mí media hora antes.

Bueno. A las 9:30, estoy en tu casa.

Gracias por llevarme y traerme.

De nada y… tranquila, ¿bueno?

Bueno. Sólo me tomaré el analgésico que me recetaron y me meteré a la cama a descansar. Dije bajándome del auto.

¡Bien! Te veo mañana, chao

Chao, Carlos.

Entré a mi casa sintiéndome más sola y cansada que antes de salir de ella. Me siento realmente triste con todo esto. Nunca me esperé algo así, yo sólo quería amar y que me amen. Así de simple, pero no, tenía que ser todo más complicado y desesperante que antes. Soy un desastre ahora, no doy una bien. Fui por ella y ni al caso, porque ni me hizo caso. Sólo se limitó a estar callada, en otro mundo, muy lejos del mío. Es bastante claro que ya pasé a un nivel en su vida, donde no soy tan importante como pensé que era

¡Daría lo que fuera por tenerla aquí conmigo! Y es que ahora veo la falta que me hace esta mujer. Lo necesitada que me siento por hablar con ella, por escucharla, presentir su risa, tener la certeza de que sonríe por mi causa, me hacía tan bien, me llenaba los días… ella es mi alegría. Soy tan vulnerable a ella que llego a depender emocionalmente de sus palabras, su presencia. La extraño, sus notas, las palabras, poemas… todo. Me siento verdaderamente sola sin ella. Muy sola, tanto que siento ganas de llorar y soy pésima en ello

Tengo que reconocer que es ella la que me hace sentir ganas de volver a amar, a entregarme de nuevo, pero por ahora no puedo hacer nada. No es el momento adecuado, Carlos tiene razón, viene predispuesta a mí. Después de todo lo que le dije la última vez que hablamos, es comprensible que se sienta así con mi presencia… ojalá y no le haya reclamado a Karla el que no fuera por ella y en cambio fuera yo. Se le notó demasiado que le sorprendió verme en el terminal. Se puso a la defensiva, como lo habría hecho yo en su lugar

Mañana iré a verla. Dejaré que me explique como quiso hacerlo y luego… veremos.

VI

¡Joder! Me quedé dormida, son las 9, 30 de la mañana y escucho la bocina del auto de Carlos taladrándome los oídos. Me duele la cabeza y ese pitito me hace sentir infinitamente peor ¡Qué fastidio! No quiero ir a ninguna parte. Me quedaré en cama y ya… ¡Mierda! Carlos, este hombre me dejará sorda con su maldita bocina... ¡Gracias! Por fin silencio, que alivio para mi cabeza y tímpanos… ¡Dios! Ahora comenzó con el timbre de la puerta. Este hombre no entiende de indirectas, seguirá hasta que le abra la puta puerta… Aggg ¡Qué fastidio! No tengo ganas de salir a ninguna parte.

No estás lista… te quedaste dormida.

Sí y, en serio, Carlos, no quiero ir a ninguna parte.

Tienes que ir.

No quiero y mejor ya ni me insistas, que me fastidia.

¡Vaya con el mal humor!

Sí… mejor déjame sola. No quiero ver a nadie.

Mira… de mal humor y deprimida. Mejor combinación imposible.

Es lo que hay. Mejor vete… no iré al médico.

Sí, creo que es mejor o me sacarás a empujones, seguro.

Pues sí.

Chao, Andre.

¡No me digas Andre!

Ahora veo el problema. Estás así porque Fernanda no te tomó en cuenta ayer y te dijo, en otras palabras, que la dejaras.

¡No! Sólo me duele la cabeza y no tengo ganas de salir y punto.

¡Ahhh! Qué mujer esta.

Carlos se fue sin más. Me conoce y sabe que cuando estoy así, es mejor dejarme sola hasta que se me quite… pero no se me quitará nada. Es que… encima que tengo la decencia de ir a buscarla, ella se da el lujo de ignorarme por completo ¡Fue ella quien la jodió, no yo! Aggg… ¿Quién se cree? Juro que si aparece a golpearme la puerta, la mando por un tubo. No le doy la hora y le doy con la puerta en la cara, por ignorarme y dejarme con las ganas de hablar. Sí, por tratarme con indiferencia, ni caso le haré. No lo haré aunque me muera de ganas, no le daré ni la hora… ¡Joder! Y ahora ¿Qué querrá Carlos? Que ni me insista porque lo mando al diablo en tres tiempos

Te dije que no iría a ninguna parte. No insistas, Carlos. No iré a la cita con el médico.

¿Por qué no vas a ir?

¿Qué haces aquí?

Vine a que habláramos.

Pues es mejor que te vayas por donde viniste, porque no quiero hablar contigo.

¡Fíjate! Soy una tonta por pensar que si querías hacerlo ayer, que fuiste por mí

Pensaste mal. No quiero ni querré hablar contigo en lo sucesivo.

¡Como quieras! Te dejo con tu orgullo mal fundado y sola. No volveré a intentar hablarte. Me cansé.

Vete a la China, si quieres ¡me da igual!

¡Vete al diablo, Andrea!

¡Con mucho gusto! Le grito e intento cerrar mi puerta.

Ni lo pienses… tú y yo hablamos hoy, porque hablamos. Me dice deteniéndome.

Ya te dije que no quiero ¡vete de mi casa!

Pues yo si quiero. Me cansé de tus impulsos de niña. Mi paciencia contigo llegó a su límite.

¿Qué harás para hacerme hablar? ¿O para que te escuche? ¿Me vas a obligar?

Si es necesario… ya puedes cerrar la puerta, Andrea.

No, quiero que te vayas, pero ¡YA!

Aquí me quedo a hablar. No me iré hasta que lo hagamos, así me toque dormir contigo o me tome días.

¡Aggg! ¡Qué fastidio contigo! Quédate si quieres, yo me voy a mi cuarto a descansar.

Yo me haré un café mientras te aburres de dar vueltas en tu cuarto.

¡Ahhhhhh! Musité de la pura rabia mientras me iba a mi cuarto y cerraba la puerta de golpe.

Pero ¿Quién demonios se cree que es esta mujer? ¿Con qué puto derecho me está haciendo esto? Y en mi propia casa, la muy… ¡Aggg! Como quisiera… saber ¿Qué mierda voy a hacer con ella aquí? ¿Cómo sabe que daré vueltas? ¡Estoy caminado en círculos! ¡Joder! Esta maldita pierna ya comenzó a doler con el traqueteo que hice… ¿Se quedará de verdad hasta que la escuche? ¿O sólo lo dijo para ver qué pasaba? Ni idea… ¡Qué rabia! Tenerla en mi casa y no poder hacer nada. Si que me fastidió la vida esta mujer, voy a tenerla aquí por días, porque no la escucharé. No lo haré. No me va a ganar… claro que no.

Mejor me recuesto un rato. Total que ella anda allá fuera dando vueltas también, seguro pensando en qué hacer para que la escuche. Jajaja… se quedará con las ganas… Ahora mejor me tomo el analgésico, la pierna comienza a dolerme en serio. Sí, mejor y de paso averiguo qué hace en mi cocina… siento cosas, ruidos ¿Qué estará haciendo ahora? Iré a ver

¿Qué demonios haces?

Miraba que hay de comer. No he tomado desayuno.

Pues en tu café seguro encuentras algo de tu gusto ¿Por qué no vas?

¿Me escucharás?

No.

Entonces… me serviré este pastel de chocolate que está aquí.

Ni se te ocurra ¡Eso es mío!

Lo siento, pero no hay nada mejor y tú no me quieres hablar ni escuchar… así que ahora es mío.

Dámelo.

No, es mío.

¡Que me lo des! No te lo comas, Fernanda

¡Mmm! Está muy bueno ¿Dónde lo compraste?

¡Aggg! Dije y con la mano llevé el plato a su cara.

¡Delicioso! Muy… ¡Ahhh! Le escuché decir con todo el pastel esparcido en su cara.

Jajaja… ¿Verdad que está rico? Jajaja… espérate, no

Sólo sentí el golpe seco de sus labios en los míos. Luego sentí el olor a chocolate, la crema se pegó a mi cara y ella comenzó a besarme con intensidad, casi con furia, sentí el sabor del pastel en su lengua, la crema humedeciendo mis labios junto con los suyos… comencé a besarla. Así, con esas ganas, ¡cómo no hacerlo! Si besa tan rico y a mi cuerpo le encanta así… con delicadeza, pero profundamente.

Pronto el plato y el pastel pasaron a segundo plano. Sus manos me tomaron por la cintura, me arrinconaron, me elevaron… quedé sentada en la mesa de la cocina, con ella mordiéndome los labios, gastándomelos. Los sentía arder, pero me resultaba tan excitante que sólo me dejé llevar y llevé mis manos a mis costados, dejándome hacer por ella, por esas manos que me recorrían y se escabullían por dentro de mi blusa para alcanzar mi piel… mmmm, por más que lo desee, no puedo dejar que siga con esto... ¡pero que rico besa esta mujer! ¿O será que la necesito tanto que me lo parece nada más? No sé, de todas maneras me está ganando la pelea con esas manos recorriéndome y no se vale. Ella se equivocó, me mintió y lastimó

¿Por qué no me dijiste que eras tú? ¿Por qué me mentiste? Dije separándome de ella.

Yo

Vamos, te escucho. Dime lo que me tenías que decir. Le dije bajándome de la mesa.

No sé cómo empezar, qué decirte primero.

Por el principio estaría bien.

Hace un año tuve un accidente… en el que perdí a mi familia. Mi hijo y mi esposo. Ambos murieron y yo estuve mucho tiempo recuperándome de esa pérdida. Caí en una depresión por meses, hasta que pude salir y decidí irme de ahí, de todo lo que me lastimaba. Llegué aquí y compré el café porque no quería volver a mi profesión. Era algo que compartía con él y no podía volver a eso. Luego, al abrir el café… te vi. No sé bien cómo fue que me enamoré de ti. Pasabas horas sentada en la mesa al lado del vidrial con tu cuadernillo. Me intrigabas mucho, creo que ni recuerdas que la primera semana de abierta la cafetería, yo te servía el café a diario.

Yo

Lo sé, no recuerdas, pero yo sí lo hago. Aquella mirada triste no se me olvida. Sentí ganas de abrazarte, de protegerte. Fue ahí donde comenzó mi conflicto. Mis emociones hacia ti me perturbaban. En un principio pensé que no eran nada, que no significaban nada, pero a medida que pasaba el tiempo tú me ibas interesando más, hasta el punto de necesitar estar contigo, de verte todos los días. Me costó, como no te imaginas, admitirme a mí misma que me había enamorado de ti, una mujer. Después llegaron sentimientos encontrados, no entendía como podía ser tan volátil. Yo amaba a Manuel, me sentía terriblemente culpable por lo que sentía hacia ti, por lo que quería comenzar contigo. Pensaba ¿Qué pensarías de mí? ¿Qué me dirán mis papás si se enteran? Y por otro lado, estaba lo que me dijo Karla. Que tú no estabas en condiciones de tener una relación. Que no era bueno acercarme a ti directamente.

Ya sé lo que ella te dijo.

Yo no quería lastimarte. Quería enamorarte, pero con mis continuos viajes, no podía entablar algo cordial contigo. Me era muy difícil acercarme a ti y el que Karla me dijera eso, me descolocó por completo. Me sentí desilusionada con lo que me decían de ti.

¿Qué decían?

Una chica estaba hablando con Karla, hace unos meses atrás y escuché que le decía que eras insensible, inestable. Que sólo buscabas algo carnal y ya, una vez satisfecha, dabas la relación por terminada. Lastimabas sin importarte lo que sentían los demás.

¡Yo no hago eso!

Ya lo sé. Hablé con Karla al respecto y me dijo que tenías una razón para ello. Que sólo le huías al amor porque no querías enamorarte de nuevo. Me recomendó que no siguiera con lo de las cajas. Que podía salir lastimada y tenía razón.

No debiste hacerte pasar por otra persona, Fernanda. Mis sentimientos no son un juego.

Perdóname. Necesitaba acercarme a ti de alguna manera.

Esa no era la manera. Entiendo lo que me cuentas de tu familia y el conflicto emocional que eso pudo causarte junto con el sentirte enamorada de mí, pero lo que hiciste, el manipularme, al ir y venir… eso no te lo perdono. Me lastimaste

Lo sé y lo entiendo. Pero no era mi intención, yo sólo quería tenerte cerca, saber qué sentías por mí

Dirás, por la mujer de las cajas. Porque yo me enamoré de ella… no de Helena.

Lo sé y el ver que amabas a alguien que no conocías me dolió mucho. Te dije que te amaba y no importó demasiado. Me rechazaste por ella.

En ese momento no estaba segura de ello.

¿Sabes? Lo triste de todo, es que yo soy esa mujer y… ahora dudas de que me amas. De que sientas igual… y me duele, me lastima, porque todo es mi culpa. Mis miedos y mis contradicciones emocionales pudieron más que lo que sentía por ti.

Fernanda… yo

No me digas nada, Andrea. No hace falta… ya lo has hecho. No me perdonarás y lo entiendo. En tu lugar me sentiría igual… traicionada, usada.

Ya no sé ni como me siento después de escucharte.

No te preocupes. Está bien así. Por lo menos no sigues enojada conmigo… me voy más tranquila.

¿Dónde te vas?

Al café. Tengo asuntos pendientes que tratar. Darle indicaciones a Karla… hablar con algunos proveedores… en fin, trabajo.

Está bien.

Sí. Hasta luego, Andrea.

Nos vemos.

La miré darse media vuelta y caminar hacia la puerta de salida. Sentí ganas de llorar al verla irse. No quería que lo hiciera, de verdad que no quería que se fuera de mí así, dejándome este vacío y el nudo en la garganta. Quería abrazarla, decirle que todo está bien, que no dudo que la amo, que perdone mi orgullo… que quiero que se quede aquí, conmigo, a mi lado… ¡Dios! La puerta. Me di media vuelta y caminé, casi corrí hacia ella

No te vayas… quédate, no te vayas. Le dije con un nudo en la garganta.

¿Me abrazas? Me dice y veo lágrimas en su rostro.

Caminé hacia ella. Estiré una de mis manos para acercarla a mí y ella, como una niña asustada, escondió sus manos en mi pecho mientras la rodeé con mis brazos. Me aprieto fuerte a ella, la pego muy a mí. Lo suficiente como para sentir su aroma y su calor mezclarse con el mío. Que reconfortante es tenerla así, conmigo. No me atrevo a decir nada, por miedo a decir alguna estupidez, como es mi costumbre. Quiero tenerla así, siempre. Abrazarla siempre, podría quedarme así por horas, no me molestaría no llegar a algo más directo que esto. Estar sintiéndola, después de tanto esperarla, me parece

No quiero que me sueltes de nuevo.

¡Ah, preciosa! No te soltaré, solo quiero tenerte conmigo ahora… no llores, amor.

No puedo evitarlo

Vamos, sentémonos… nos calmamos y luego vamos a comer algo, ¿va?

Va.

¿Por qué te demoraste tanto en volver? Comenzaba a pensar que ya no lo harías.

Quería darte tiempo. Si quería que me escucharas, tendría que esperar a que te calmaras.

Bueno, pero ya está todo bien. Me dejas de nuevo sola y no te

No lo haré. No es necesario que hagas eso… no te dejaré ir.

¡Bien! Te invito a almorzar.

Andre, aún es temprano para eso.

Es medio día.

No, son recién las 11 de la mañana.

Buuu… vamos a comer algo de todas maneras.

Bueno, pero primero nos lavamos la cara.

Jajaja… creo que es mejor, sí.

Sí, aunque ya no estemos peleando… me debes una igual.

¡Qué miedo!

Jajaja… ¿Y la perrita? ¿Dónde está?

Esta con Carlos… ¿Cómo se te ocurrió enviarme una perrita? Me desespera, es una loca.

Jajaja… es como tú, mi amor.

No compares, Morenita.

¿Morenita? ¿Me llamarás así, ahora?

Sólo si quieres… y si sólo yo puedo llamarte así.

Sí, quiero. Me gusta… mucho. Nadie me ha llamado así antes.

¡Genial! Vamos a comer algo, ¿si? Tengo hambre

Bueno, vamos al café, te invito un pastel de chocolate… Jajaja.

Seeee… vamos.

Hey… linda.

¿Si? Dime.

Te amo.

Jejeje… Te amo también, Morenita.