Cafe cantante

Una pareja es seducida en un café y ambos terminan disfrutando del sexo con un grupo de varoniles hippies.

CAFÉ CANTANTE.

Era sábado y Cecilia caminaba apresuradamente por el centro de la ciudad, se le había hecho un poco tarde para la cita con Ricardo, su novio, con quien aprovechaba los fines de semana gozando de los placeres que puede disfrutar una pareja de adolescentes sin llegar al coito.

  • Amorcito ¿por qué tardaste tanto? ¿y esa ropa? – le preguntó Ricardo un tanto decepcionado al verla tan tapadita.

  • Lo siento mi amor, pero papá me detuvo antes de salir, me sermoneó y no me dio permiso de salir a menos que me pusiera esta ropa – indicó la joven mostrándole a su novio la falda larga y el sweater que traía puesto y añadió al tiempo que se acercaba a besarlo – pero ya estoy aquí, y abajo del sweater no traigo nada y bajo la falda está la tanguita que me regalaste ¿nos vamos?.

Ricardo sintió como su verga comenzaba a ponerse dura al escuchar a su cachonda novia, la besó y aprovechó para acariciarle las redondas y firmes nalgas de ella antes de tomar camino hacia el cine. Era una linda pareja, ambos tenían 18 años, ella era toda una hembra con unas tetas firmes que se erguían retadoras ante quien se paraba, y él era un chico con cuerpo atlético gustaba de usar ropa ajustada que remarcara sus músculos, particularmente le gustaba como se le marcaba el paquete al frente del pantalón.

Llegaron al cine y se sentaron en un rincón en una de las últimas filas, haciendo obvio a lo que iban. Contrario a lo que uno se pudiera imaginar, fue Cecilia quien tomó la iniciativa en cuanto se apagaron las luces. Ricardo se sorprendió un poco al sentir las manos de su novia bajándole el cierre descaradamente para sacarle la verga.

  • ¡Ah, Ceci, déjala! – le decía Ricardo mientras le levantaba la falda – Mejor déjala, porque luego no me cumples.

  • Shhht Tú ve y calla – y le plantó un beso en la cabezota – mi amor, me encanta como late tu cosota, dura y de piel suave.

La invitación era evidente y Ricardo se encargó de levantarle el sweater para tener acceso a las hermosas tetas de Cecilia, quien se encontraba fascinada acariciándole la verga. Poco a poco las manos de él intentaron adentrarse bajo la falda de ella.

  • Abre tus piernitas, mi amor, déjame acariciar tu rajita – le pidió con ansiedad.

  • No Ricardo, por favor no hagas eso – suplicó ella pero fue cediendo, hasta que la mano de él alcanzó su objetivo – Que rico, ah.

Fueron esos momentos los que aprovechó Ricardo para arrodillarse ante ella para hacerle a un lado los calzoncitos y comerle el coñito a gusto, haciéndola suspirar de placer pero posteriormente, al intentar meterle la verga ella de inmediato protestó.

  • No, eso no, ya te lo había dicho… quiero llegar virgen al matrimonio.

  • Pero si ya te dije que sí, que nos vamos a casar… ándale, déjame meterte la puntita nada más – solicitó a su novia tratando de convencerla sin conseguirlo.

  • Ya, estate quieto… deja ahí… - le ordenó finalmente ella y le hizo la clásica escena de mujer acosada – Tú no me quieres, sólo buscas dónde clavar tu cosota, yo no soy de "esas".

El llanto comenzó a surgir y Ricardo tuvo que separarse de ella y a duras penas pudo guardar su verga, además de aguantar las miradas de algunos que se dieron cuenta de lo que ocurría.

  • Ya mi amor, no llores, sólo pensé que querías hacerlo – la trató de consolar y añadió – si quieres mejor ya vámonos, acaban de abrir un café cantante muy cerca de aquí y podemos pasarla bien.

Ella no dijo nada, simplemente se levantó y él la siguió. Ya estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, Ceci lo hacía como sus calzones y él seguía con ganas de cogérsela pero ella no cedía. Aunque esta ocasión había estado a unos centímetros de ensartarla, sentía que los huevos le dolían y la erección no se le bajaba. Así que la llevó a un café que estaba muy cerca del cine, para limar asperezas con su novia.

El lugar era algo raro, sobretodo por el tipo de personas que en él se encontraban, había desde hippies hasta gente demasiado formal, sin embargo el ambiente era agradable y bastante acogedor, justo lo que Ricardo quería para estar con Ceci.

  • Perdóname mi amor, no sabía lo que hacía, pero es que me calentaste mucho… eres tan hermosa y tan cachonda que el sólo hecho de estar cerca de ti me excita – y él guió su mano hacia su paquete.

  • Pues lo siento mucho… pero hoy tendrás que terminar Tú solito, mmmm de verdad que estás caliente, pero no, hoy fuiste muy malo y así te vas a quedar – dijo ella retirando su mano de aquel paquete que se le antojaba tanto, pero sabía que así podía manipular a Ricardo mejor.

De pronto la mesera se les acercó con unas bebidas.

  • Aquí les mandan esto de aquella mesa – les dijo la mesera interrumpiendo el breve cachondeo que habían iniciado y de inmediato miraron la mesa que les señalaba, donde se encontraba un hombre moreno con el cabello rubio, varonil, que de inmediato llamó la atención de Ceci.

  • ¿Y quién es ese señor? ha sido muy amable. Invítalo a que venga a nuestra mesa, Ricardo – le ordenó Ceci a su novio.

  • Pero ni siquiera sabemos quien es… además se ve que es de esos hippies que no hacen nada y está acompañado por esos dos – reclamó Ricardo pero de inmediato fue fulminado por la mirada de su novia y obligado por las circunstancias le hizo la seña a aquel hombre invitándolo a que se acercara a su mesa.

  • Hola, buenas noches, espero no haber sido inoportuno, pero no pude evitar admirar la belleza de su novia, joven… Oh, lo olvidé, Yo soy el Tostao – se presentó aquel hombre seduciendo de inmediato a Ceci pero no así a Ricardo.

  • Yo soy Cecilia y él es Ricardo, mucho gusto señor Tostao y gracias por las limonadas.

  • Sí, le agradecemos las limonadas pero ya nos íbamos, ¿verdad Ceci? – presionó Ricardo haciendo el intento de levantarse pero ella lo detuvo.

  • Sí, pero antes quisiera corresponderle a su invitación señor Tostao, y Ricardo invita la siguiente ronda – y así iniciaron una conversación meramente informal con sus nuevos acompañantes, a pesar de que Ricardo estaba un poco molesto pero nada podía hacer, en su mesa ya estaban esos tres hippies que deberían andar entre los 20 y 25 años, quienes no cesaban de halagar a su novia.

Sin saber bien en que momento la conversación fue tocando temas sexuales y todos se fueron calentando. Pero había algo más, era evidente que habían tomado algo más que unas limonadas pues tanto Cecilia como Ricardo estaban comenzando a marearse. Ella incluso se dejaba acariciar por los nuevos conocidos, hasta que Ricardo se cansó de aguantar y exclamó:

  • ¡Ya estuvo suave! Nos vamos Ceci y se acabó!

Pero al intentar levantarse se dio cuenta no se podía mantener en pie y cayó justo sobre el Tostao y sus cuates.

  • Creo que tu novio no se siente muy bien… si quieres vamos a nuestro "cuartel" para que se recupere y luego los llevamos a sus casas – le propuso el Tostao a Ceci mientras sus amigos se encargaban de Ricardo, y ella simplemente aceptó.

Ricardo quería protestar pero se sentía bastante mareado, así que se dejó llevar por esos dos chicos que lo llevaban en sus hombros. A Cecilia la llevaba el Tostao, quien se iba agasajando con sus tetas y sus nalgas. Así llegaron al "cuartel" donde se llevaron otra enorme sorpresa, había dos parejas en los sillones, una de ellas estaba formada por dos chavos vestidos únicamente con pequeños bikinis y quienes estaban besándose y acariciándose, los pequeños calzoncitos apenas podían contener los enormes miembros; la otra era una pareja muy singular, eran una chica y un chico que estaban en pleno faje, él estaba en calzoncitos y ella aún tenía puesta la falda, pero sus tetas se mostraban erguidas y firmes ante las caricias de su pareja.

  • Pongan al chico allá, en el sillón donde está Karla… y ustedes dos háganse a un lado para poder acomodar a este bombón – les ordenó a los chicos que estaban en pleno faje pero al ver a Ceci de inmediato obedecieron – voy por algo para prenderlos.

El Tostao se metió en una habitación y salió semidesnudo, sólo con un diminuto calzoncito que le permitía lucir su atlético y espléndido cuerpo, y con un par de jeringas que les inyectó a Ceci y a Ricardo. La reacción en los dos adolescentes fue inmediata, Ceci comenzó a reaccionar ante las caricias del Tostao quien se encargó de quitarle la ropa por completo mientras que ella le metía la mano en el calzoncito para sacarle la verga.

  • ¡Qué grande! Esta si es una vergota – exclamó ella al sentir como la verga del Tostao se erguía entre sus manos, no era para menos, el Tostao poseía una verga mucho más grande que la de Ricardo, sus 22 cm de carne dura lucían impresionantes ante el rostro de la chica, quien sin pensarlo se la llevó a la boca.

Todos los otros chicos se acercaron a Ceci para meterle mano mientras le mamaba la verga al Tostao, sólo Ricardo se había quedado en el otro sillón junto con Karla, ella lo miró y lo besó, Ricardo reaccionó como todo un hombre y se lanzó sobre esas deliciosas tetas, ella le comenzó a quitar la ropa pero cuando le sacó los calzones miró con cierta decepción una verga hermosa pero pequeña, de unos 15 cm, que para nada se comparaba a las de los otros chicos.

Karla entonces tomó la iniciativa, lo empujó hacia atrás y comenzó a mamarle la verga, acomodándose entre sus piernas. Ricardo gozaba como nunca de esa mamada, pero gozaba sobretodo de una deliciosa caricia que Karla le estaba aplicando justo abajito de los huevos, muy cerca de su ano.

  • ¿Te gusta? ¿Quieres que te dé el beso negro? – le preguntó Karla a Ricardo y este dijo que sí con la cabeza, estaba muy caliente y los efectos de lo que le habían inyectado lo tenían a tope, por lo que obedeció cuando le ordenó – Ven, vamos a la cama.

Ella lo ayudó a llegar a la habitación, de pasada Ricardo vió como el Tostao se follaba a su novia, así que simplemente siguió hacia el cuarto que lo llevaba Karla. En cuanto entraron él le quiso quitar la falda pero ella lo controló fácilmente y lo empujó hacia la cama.

  • ¿Aún quieres el beso negro o ya no? – le preguntó Karla dándole la espalda y levantándose la faldita para mostrarle las redondas y duras nalgas, y Ricardo nuevamente aceptó – entonces gírate y ponte una almohada para que quedes empinadito y sea mas fácil.

Ricardo obedeció y se acomodó en la posición que le indicaba Karla. Ella sacó un frasco de un cajón y se acomodó entre las piernas de Ricardo y comenzó a untarle ese gel en el culo.

  • ¿Qué es eso? ¿Qué me pones? – preguntó Ricardo al sentir como le clavaban un dedo en el culo con suma facilidad mientras le untaban algo frío.

  • Tranquilo papito, sólo es para que huela bonito y te lo pueda besar con gusto – le dijo Karla y continuó besándole el culo arrancando gemidos de placer de Ricardo.

  • Ahhh que rico lo haces, oye qué es eso… ayyy que me haces… ayyy no, sácame eso – chilló Ricardo al sentir como su culito se dilataba de manera excesiva, ya no era la lengua, ni siquiera un dedo de Karla, era una verga, una verga como la suya pero mas gorda y cabezona.

  • Tranquilo papito, ya te entró toda, sólo gózala – Karla era hombre, se había puesto tetas, pero era hombre y comenzó a follarse a Ricardo.

  • Ayy no, que me haces… no, por favor, sácamela… ahhh ahhh por favor – suplicaba Ricardo pero la verga entraba y salía de su culito cada vez con más facilidad y Karla se dio cuenta de que las nalguitas de Ricardo se comenzaban a menear.

  • Tienes un culito delicioso, muévete así, así, no que no te gustaba – le decía Karla mientras lo nalgueaba y le empujaba la verga con más y más fuerza.

En tanto afuera, Ceci era penetrada por tres vergas a la vez, el Tostao se había encargado de estrenarla hasta por las orejas, la boca, el coñito y el culito de Ceci habían pasado por su vergota y la había dejado en los brazos de los otros chicos. Uno de ellos estaba debajo de ella clavándole la verga en el coño mientras otro la ensartaba por el culo y un tercero metía y sacaba su verga de su boquita. Otros dos esperaban que alguno terminara para poder ocupar su lugar.

El Tostao miraba a la chica mientras le daban la verguiza de su joven vida. En eso estaba cuando escuchó los gemidos de Ricardo que provenían de la habitación. De inmediato se imaginó lo que ocurría y su verga respingó dando señales de vida. Era claro que como buen hippie gustaba de dar amor sin importar si eran hombres o mujeres, así que decidió entrar a la habitación.

La escena era deliciosa, Ricardo empinadito en la cama era sujetado firmemente por la cintura mientras le clavaban la verga una y otra vez, se lo estaban cogiendo y era evidente que aunque de cuando en cuando gemía, lo hacía pero por placer, él mismo impulsaba sus nalgas hacia atrás buscando más verga.

  • ¡Pinche Karla! Ya me ganaste, Yo quería estrenarlo – exclamó el Tostao llamando la atención de la pareja.

  • Jajaja no te preocupes, ahorita te lo coges Tú, está bien apretadito… ¡traquilo papito! – exclamó Karla al ver la reacción de Ricardo, pues era evidente que le molestaba que el Tostao los hubiera interrumpido y quería zafarse de su enculador, pero un par de nalgadas y una embestida profunda consiguieron someterlo.

  • Ay no sean cabrones, ya suéltenme, por favor – suplicó Ricardo haciendo un esfuerzo por hablar con firmeza, pero la verga que entraba y salía de su culito lo obligaba a seguir en es posición, gozando de ese nuevo placer – ahhh despacito.

El Tostao era realmente un pervertido y disfrutaba esa situación, ya se había cogido a la novia y viendo bien a Ricardo no estaba nada mal, tenía buenas nalgas y una boquita que parecía estar ansiosa de probar su verga, o bueno, al menos eso le parecía a él. Así que se acomodó justo frente a Ricardo, de tal manera que su verga semierecta quedara al alcance de su boca.

  • ¿No te gustaría probar esta vergota con tu boquita antes de que te la meta por el culo? – interrogó el Tostao a Ricardo mientras este seguía siendo sodomizado.

  • Ah… Ayyy no eso no, Yo no soy puto… ayyyyyy – gritó Ricardo al oir semejante propuesta pero Karla se lo comenzó a coger mas fuerte, haciéndolo gritar con sus embestidas, que iban siendo acompañadas de más nalgadas.

  • Y si no eres puto, como es que estás gozando de la verga de Karla ¿eh? – respondió el Tostao haciendo que Ricardo se quedara callado y mirando su verga ya en plena erección, hasta que no pudo resistirse más, esa vergota se veía deliciosa y él ya se estaba entregando totalmente a esos placeres, así que sin decir más comenzó a lamerla y a besarla – Lo sabía, eres mas puto que tu novia, mámamela… eso así, hummm que rico lo haces… mejor que tu chava.

Karla le dio un empujón final y Ricardo conoció un nuevo placer, comenzó a sentir la leche tibia bañando sus entrañas, la deliciosa verga que lo estaba sodomizando respingaba en su interior arrojando varios lechazos.

Se quedaron quietos por unos instantes, pero apenas había iniciado la sesión de Ricardo y el Tostao se iba a encargar de romperle lo que aún tenía bueno el joven adolescente, en cuanto Karla le sacó la verga el Tostao ocupó su posición.

  • Con este nos sacamos la lotería – exclamó el Tostao al tener de frente el redondo y firme trasero de Ricardo – se ve mas sabroso que el de su chava.

  • Pues no me he cogido a la nena, pero este niño está como quiere y tiene el culito bien apretadito – respondió Karla mientras veía al Tostao acariciar las nalguitas de Ricardo y éste se dejaba sin protestar.

  • Bueno, qué te parece si te vas a coger a la chava y nos dejas solitos – ordenó el Tostao a Karla, quien sin dudar salió de la habitación.

En cuanto se cerró la puerta comenzó un cachondeo con dedos y lengua justo al culito de Ricardo, era algo que no podía dejar de disfrutar, su culito ya había aprendido la lección y ahora gozaba mientras aquel hombre aprovechaba para calentarlo más. El Tostao era un experto en la seducción y sabía que no encontraría obstáculo alguno que le impidiera gozar de esas nalguitas.

  • Métemela ya, por favor – suplicó Ricardo ante la sonrisa del Tostao.

  • Claro que te la voy a meter, pero quiero que me veas a los ojos cuando lo haga – le dijo el Tostao y acomodó las piernas de Ricardo sobre sus hombros y apoyó su robusto miembro contra el estrecho agujerito que acababan de desflorar.

  • Ayyyyyyy no, mejor no… la tienes muy gorda… - gimió Ricardo al sentir el primer embate del Tostao y no era para menos, pues la verga de Karla era muy pequeña comparada con la de él.

  • Ya deja de lloriquear, ¿acaso no eres hombre? – le gritó el Tostao mirando como Ricardo cerraba los ojos y unas lágrimas escurrían a los lados. Pero eso no lo detuvo, empujó varias veces hasta clavársela toda.

  • Por favor, sácamela… creo que me… ayyy – chillaba Ricardo pero al Tostao poco le importaba, se lo estaba follando con más fuerza aprovechándose del joven adolescente quien ya sangraba ligeramente del culo.

Sin embargo, la experiencia del Tostao como semental se hizo presente, y el mete y saca acompañado de besos y caricias, poco a poco consiguieron su objetivo, Ricardo comenzó a disfrutar de aquella verga y sus gemidos de dolor cambiaron a gemidos de placer.

  • No que no, si bien que te gusta la verga… - le dijo el Tostao mientras lo empinaba para nalguearlo sabroso ya sin oposición de Ricardo.

El vaivén de caderas era impresionante y pronto alcanzaron el clímax, el culito de Ricardo se convirtió nuevamente en receptáculo de semen y ambos se quedaron en esa posición por algunos momentos, hasta que los chicos que estaban cogiéndose a su novia entraron a la habitación.

  • Qué pasó Tostao. Ya la chava se quedó dormida y la verdad queremos seguirle con el chavo – exclamó uno de ellos y por única respuesta el Tostao sacó su verga del culito de Ricardo dejando libre el acceso a sus compañeros – Voy primero… jajaja.

Y así Ricardo recibió otras tres vergas esa noche, aunque ninguna como la del Tostao, y gozó de los placeres homosexuales en todas las formas conocidas.

A la mañana siguiente se despertó y vió que a su lado estaba Ceci. Al igual que él, estaba completamente desnuda. Buscó su ropa y la encontró tirada en el suelo. La cabeza le dolía y no recordaba lo que había pasado, sólo sentía que le dolía el culo y aún tenía rastros de semen. Comenzaba a recordar poco a poco pero había un momento que todo era confuso, no sabía como habían llegado a esa habitación que evidentemente era de un hotel.

  • ¡¡¡¡¡Ricardo!!!!! – le gritó Ceci - ¡Qué hicimos!

  • No lo sé – respondió sinceramente Ricardo.

  • ¡Te tienes que casar conmigo! – exclamó Ceci.

  • Sí, sí, lo que tu digas, pero… - y no dijo mas, no recordaba haberse cogido a Ceci y si se iba a casar con ella cuando menos se la iba a joder bien y bonito.

  • Ah Ricardo que rico ah ah ah… - gimió ella gozando por primera vez con la verga de su novio.

Cogieron toda la mañana y cuando salieron del hotel diferentes cosas pasaban por su mente, Ricardo sabía, aunque no recordaba bien, que se lo habían cogido y algo en él había cambiado, pues a pesar de estar adolorido del culo tenía ciertas sensaciones y deseos. Se casaría con Ceci pero sin duda alguna regresaría al café cantante a buscar respuestas