Café Caliente

Hetero. Un Ejecutivo morboso visita una cafetería después del trabajo y termina poniéndole una cogida fenomenal a la encargada en el baño.

CAFÉ CALIENTE

Una tarde como cualquiera, después del trabajo, llegué a mi cafetería preferida con la intención de revisar los presupuestos para mis clientes. Como ya es costumbre, busque la mesa del rincón con el enchufe de corriente a la mano y me apoderé de la silla. Fue cuando me senté que levanté a vista y me encontré con el hermoso talle de la encargada que más me gusta del lugar, sentada a una de las mesas  frente a mí, platicando con un tipo. El aroma de su pelo, llevó a mi mirada recorriendo su espalda hasta descansar en ése hermoso par de nalgas, redondas, firmes, y un delgadísimo hilo dental que sobresalía de la pretina de sus jeans ajustados. Inmediatamente imaginé esa tanga blanca ensombrecida por los flujos de su intimidad... y me vi oliéndo salvajemente aquella tanguita, de extremo a extremo y una inevitable erección se apoderó de mi.

La encargada platicaba con su amigo en tono serio, parecían disctuir un problema que terminó de pronto y ella se levantó, despidiéndose rápidamente y al voltear, me descubrió ahí sentado, y no solo eso, puedo asegurar que también mis secretas y calientes intenciones. Me sonrío brevemente a lo cual yo respondí, haciéndome el interesante. Su amigo salió y ella se acercó a mi a preguntarme cómo estaba y si todo estaba en órden. Pude percatarme de su precaria belleza, no era presisamente un ángel, pero me hizo click enseguida. Su mirada me examinó brevemente y se detuvo por unos momentos en mi entrepierna. Mientras yo le contestaba, mire de soslayo el tremendo paquete que se me estaba notando y pareciendo entender el motivo, se ajustó los jeans, cubriendo el hilo dental por completo.

Oh desilusión, pensé, y la hermosa erección que me delataba, desapareció.

Pasaron los días y yo seguí frecuentando la cafetería, sin ninguna novedad para mí, hasta el día que me la encontré en el baño.

Entre a mear y no tuve la precaución de poner el seguro a la puerta (Hay un solo baño para ambos sexos, muy pequeño), ya pasaban de las 10:30 pm (la hora de cerrar), y yo seguía sacudiendo mi miembro sobre la taza. Eran tiempos de andar cachondo, así que mi miembro comenzó a desperezarse, tomando medidas de antojo, cuando se abre repentinamente la puerta y la susodicha me descubre jugando con mi pedazo de carne a través del espejo. Su reacción fue de asombro y de inmediato cerró la puerta, pensé “Carajo, trágame tierra”, cuando la puerta se abrió nuevamente y entró guiñandome un ojo, muy perra.

“Sé que me buscas con la mirada todo el tiempo... Y que te gustan mis nalgas, bien, pues aquí me tienes, vamos a ver qué tienes para mí...”...

Yo me quedé atónito, de pronto me tomó del tubo y comenzó a acariciarlo lentamente mientras me miraba a los ojos... de pronto se agachó y desapareció mi miembro en su boca con una deseperación que me lo puso como piedra. De verdad que lo sabía mamar, su lengua recorría en círculos mi glande para después devorarlo hasta la base mientras me comenzaba  a bajar los pantalones hasta los tobillos.

Yo estaba muy exitado, escuchando como arreglaban las mesas afuera y creyendo que en cualquier momento se abriría la puerta, mientras ella se tragaba mi tolete y separaba mis piernas con una maestría que me embriagaba al son que apretaba mis nalgas y metía sus manos entre ellas, cosquilleando mi perineo y ano.

De pronto me empecé a marear, estaba calientísimo, la escena, el olor a baño cuando de pronto, estoy por correrme y ella se detiene....

“A donde tan rápido, mi vida!, recuerda que falto yo...

Y sin más, se desabotonó los jeans mientras yo la besé muy hot en los labios. Se dió la vuelta y, dándome la espalda, se bajó los jeans agachándose sin flexionar las rodillas, dejándome ver ése maravilloso para de nalgas, plenas y perfectas, adornadas por una tanguita que, desaparecida parcialmente en su vulva, salío moviendo los labios y descendiendo por sus piernas hasta sus pies. Yo muy caballeroso, la sujeté de una mano y levante su pie para retirarle delicadamente la tanga y aproveché el momento para mirar entre sus piernas. El hilo de humedad que pude apreciar me puso a mil, inmediatamente me llevé la tanga a mi cara y olí su perfume profundamente. Ella se subió al lavabo y enredando sus piernas en mi cuello, me atrajo hacia su húmeda y hermosa concha. Estuve a punto de enterrarle la lengua, pero me enderezé y comencé a besarle los pies... mientras le rozaba por fuera de la cochita con mi verga dura y mis huevos peludos. Ella comenzó a mojarse más y apenas podía controlar sus gemidos, mientras yo lamía y besaba pacientemente cada uno de los dedos de sus pies... Mi manos se paseaban ardientemente por sus nalgas y piernas... de pronto ella murmuro, casí como un rugido apagado...

“Ven... métemela toda”

Yde una reculeada, se encajó mis 17 cms enteros, mismos que yo le desencajé  de inmediato para bajar a lamerle la concha con toda paciencia.... Ella soltaba leves y largos gemidos mientras mi lengua recorría sus labios vaginales y su clítoris hasta el ano, mientras mi dedo ensalivado jugaba en la entrada de si chiquito... Ella comenzó a jadear sin control y a patear la puerta, yo le tapé la boca, la abracé fuerte y le encajé nuevamente todo mi miembro hasta la empuñadura, dándole hasta el fondo, hasta que me cansé. Ella se percato y, bajánsose del lavabo, me sentó en la taza y volvió a ensalivarme el fierro para después sentarse a horcajadas, dirigiéndolo a su estrecho ano. En pocos segundos, entro todo y ella cabalgaba salvajemente, yo preocupado por el ruido, tapé nuevamente su boca cuando de pronto tocan a la puerta enérgicamente..

!Paola!

La chica se detuvo, alerta. Por la voz del tipo, sabía que estabamos en problemas.

!Paola, abre  la puerta!...

CONTINUARA...