Cadena De Tragedias 14

Me puse de pie y me dirigí hacia la salida, giré la manija de la puerta y antes de salir volteé hacia donde estaba Julieta quien se encontraba en la misma posición, suspiré y salí de la casa.

>>>Violeta<<<

Desperté el sábado por la tarde con un dolor de cabeza terrible, había pasado el resto de la noche muy mal, me metí a bañar para intentar relajarme un poco, mientras tallaba mi cuerpo con jabón vinieron a mi mente imágenes de Julieta con Valeria y nuevamente sentí cómo me hervía la sangre. Golpeé el mosaico del baño y solo conseguí hacerme daño, lloré un poco hasta que pude calmarme. Después de bañarme por casi una hora, salí y me puse unos shorts cortos y una ligera blusa de tirantes, sonó el timbre de mi casa, no quería ver a nadie, así que si era alguien cercano tendría llaves.

Renata: ¿Algún día vas a abrir la puerta como la gente normal? – lo sabía, no le dije nada y me fui a mi sala, me quité los tenis y me senté con las piernas flexionadas hacia mi pecho abrazando un cojín, mirando hacia otro lado. - ¿Cuándo vas a madurar?

Violeta: Se supone que debes darme apoyo, no venir a regañarme. – dije con fastidio.

Renata: Te equivocas, mi papel como tu amiga es decirte la verdad. Si hay alguien a quien conozco es a ti y se que primero explotas y luego piensas. Ayer explotaste, ahora te toca meditar acerca de lo que hiciste.

Violeta: Es que no hay nada que pensar Renata, me hizo cornuda, que se vaya a la mierda.

Renata: ¿Estás 100% segura de que así fueron las cosas? Creo que lo mínimo que merece Julieta es que la escuches, después de todos los desplantes que le has hecho, y no creas que no me enteré de aquella chica que besaste…

Violeta: Ya me da igual, que haga lo que quiera.

Renata: ¿Y crees que voy a creerte? Jamás en la vida había visto que te pusieras así, no me queda duda de lo que sientes por ella, y creo que tienes que ir madurando ya si no la quieres perder. Discúlpame que te lo diga pero eres la menos indicada para reclamarle que se haya acostado con alguien, y menos si no sabes en qué condiciones sucedió.

Violeta: Supongamos que te hago caso, que la escucho y me explica su versión de lo que pasó. ¿Qué sigue, fingir que no pasó nada?

Renata: Yo no estoy diciendo eso, estoy diciendo que si no te enseñas a hablar de tus problemas con ella su relación no va a funcionar, ni esta ni ninguna que llegues a tener, aunque con ese carácter que te cargas me sorprende que Julieta te haya aguantado tanto. – le aventé el cojín que tenía abrazado. – Hablen, y después decides qué hacer.

Violeta: Ya va… está bien, iré a hablar con ella al rato. – se acercó, me dio un beso en la frente y alborotó mi cabello con su mano, luego entró a la cocina y preparó algo de comer. – Oye, y… - no sabía si preguntar.

Renata: ¿Qué, Valeria? – asentí – Sabía que preguntarías. Quédate tranquila, ella está bien. Efectivamente fue el alcohol lo que la puso así, aunque sí le pusiste unos buenos golpes.

Violeta: Ya, los detalles no me interesan, solo necesitaba saber que no se había muerto – dije con fastidio, aunque en realidad se me quitaba un peso de encima.

Renata: ¿Sabes que también vas a tener que disculparte por eso, verdad?

Violeta: Me jodes, ¿Y como por qué?

Renata: Ay mujer… - levantó las manos en señal de “me rindo” y el resto de la tarde nos la pasamos hablando de otras cosas y finalmente llegó hora de que nos fuéramos. – llévame a casa de Ernesto, es que llegué acá en taxi, y de paso te vas directito a casa de Julieta para que arregles este desastre.

Violeta: Dios, a veces eres tan mandona… - pero así lo hice. Pasé a dejarla con su novio y manejé directo a casa de Julieta, estuve estacionada afuera hasta que anocheció, no sabía cómo iniciar esa conversación que tanto quería evitar. Sabía que no ganaba nada estando ahí como idiota, así que me armé de valor y toqué el timbre. Esos segundos fueron los mas eternos que había conocido.

Julieta: ¿Quién? – abrió la puerta. Se veía tan bonita con su pantalón de pijama de ositos y su playerita de tirantes y con encaje. No sabría interpretar su mirada, no sabía si me iba a dejar pasar o si me iba a golpear, respiró profundamente, se hizo a un lado y no dijo nada, solo esperó a que entrara y eso hice. Pasé directo a su sala y me senté, vi que ella entró a la cocina y escuché que agarraba unos platos, el silencio me estaba matando. Finalmente se sentó en el sillón que estaba frente a mí y comenzó a comer una ensalada mientras me miraba a los ojos.

Violeta: No debí golpearla – no sabía cómo iniciar, así que dije aquello. – exploté y fue así como reaccionó mi cuerpo, no me siento orgullosa de lo que hice. No supe manejar la noticia de que te habías acostado con ella. – tan solo recordarlo hizo que mi corazón latiera al mil por hora y apreté mis puños sobre mis rodillas.

Julieta: …gracias por venir. Admito que estoy muy molesta contigo por lo que hiciste – abrí la boca con intención de protestar pero alzó la mano indicándome que esperara – nada, repito, nada justifica el uso de la violencia, pero también entiendo que por como eres, venir a que me digas eso es un gran esfuerzo de tu parte, y lo tomo en cuenta. Ahora aprovechando que tengo tu atención te voy a pedir que me escuches y me dejes explicarte cómo se dieron las cosas. – Asentí con la cabeza y escuché atentamente su explicación, efectivamente lo que sucedió entre ellas fue en ese pequeño intervalo donde nuestra relación no era oficial. Además de que yo insistía en que no quería saber nada fuera de nuestra relación y nunca la dejé explicarme porque siempre la interrumpía – Espero que entiendas que mi intención jamás fue lastimarte, pero como acordamos no pelear por cosas que no se dieran dentro de nuestra relación, además de que me detuviste tantas veces cuando intenté contártelo que al final se me olvidó y no le di mayor importancia, porque no la tuvo.

Violeta: Entiendo, aunque el hecho de que haya sucedido mientras no eras mi novia no significa que no me duela, pero no tengo nada que perdonarte, puedes estar con quien quieras. – dije seria.

Julieta: Ese es el asunto – se acabó su ensalada y dejó el plato sobre la mesa – a quien quiero es a ti. Pero si consideras que lo que pasó es irreconciliable, entenderé que no quieras saber más de mí. –

Violeta: Es que entiéndeme tú a mí, la otra vez no lo hicimos porque se supone que querías esperar, que fuera especial. Y me sales con que así sin más te acostaste con ella.

Julieta: Lo se y no intento justificarme, bebí demasiado y es algo que no suelo hacer, no pude controlar lo que hacía, pero ya está hecho, no significó nada para mí. No sé qué más quieras que haga, no puedo regresar el tiempo - cuando dijo eso se paró y caminó hacia la puerta de cristal que dividía su sala del jardín, dándome la espalda para que no viera las lágrimas que salían de sus ojos, abrazó sus brazos e intentó respirar con tranquilidad – de todas formas agradezco mucho que te hayas dado el tiempo de escucharme.

Una parte de mí me decía que me fuera en ese momento, que me fuera y no volviera más, pero en otra parte de mi cabeza resonaba la voz de Renata diciendo “madura ya”. Me puse de pie y me dirigí hacia la salida, giré la manija de la puerta y antes de salir volteé hacia donde estaba Julieta quien se encontraba en la misma posición, suspiré y salí de la casa.

Iba caminando hacia mi auto pero me detuve, se hicieron más fuertes las palabras de Renata en mi cabeza y me senté en las escaleras de la casa, medité un rato las cosas y pensé “ay, al demonio”, decidí regresar a la casa. Abrí la puerta con cuidado y Julieta ya no estaba donde la había dejado, la busqué con la mirada y la vi en el sillón con los brazos abrazando sus piernas y la cabeza recargada sobre ellas, estaba llorando y eso me partió el alma, sin hacer ruido me acerqué a ella y me senté a su lado. Se sobresaltó y se sentó bien en el sillón, con su mano quitó las lágrimas de su rostro.

Julieta: ¿Se te olvidó algo? – me preguntó con tristeza, apartando su mirada de la mía.

Violeta: Sí, esto. – me incliné y la besé.

Ella no dudó y me correspondió el beso, sentir su esencia tan cerca de mí me devolvía la vida, podía sentir un ligero sabor salado por causa de sus lágrimas, pero pronto dejaron de salir, puso sus manos en mi cintura y las pasó debajo de mi playera, sentir sus cálidas manos sobre mi piel hizo que cada uno de mis poros se erizara, me incliné más hasta quedar completamente encima de ella mientras nos besábamos con mucho cariño y pasión al mismo tiempo.

Comenzó a bajar sus manos hacia mis piernas, que estaban completamente descubiertas gracias al short corto que lleva puesto y con toda la ternura del mundo comenzó a acariciarlas, de alguna manera, las caricias que me daba Julieta eran muy distintas de cualquier otra vez que yo me hubiera acostado con alguien, eran caricias muy suaves y llenas de cariño. Aprovechando la posición en la que yo estaba, pasé mis manos por el resorte de su pijama y le quité su pantalón, dejándola en unos sensuales boxers que se ajustaban perfectamente a su cintura que tan loca me volvía.

Nuestras respiraciones se volvían cada vez más intensas, mis manos comenzaron a tocar sus muslos y escuché unos suspiros muy profundos de su parte, de pronto puso su mano en mi pecho y me separó de ella, creí que me detendría como la última vez, pero en sus ojos estaban llenos de deseo, y sonreía de una manera tan especial que al final supe que no se detendría. Me dio un beso ligero en los labios y se puso de pie, yo no entendía que hacía, hasta que me tomó de la mano y me llevó a su habitación.

Justo al entrar, cerró la puerta y con fuerza me recargó contra la pared mientras me besaba con mucha sensualidad, con sus manos se deshizo de mi playera, estiró una de ellas para tomar un pequeño control remoto y pulsó un botón que automáticamente puso una lista de reproducción con algunas de sus bandas favoritas, que la verdad me prendieron mucho.

Tomó mis manos y las pasó por encima de mi cabeza mientras me besaba, me estaba volviendo loca tan solo con sus besos, pasó a besar mi cuello y un estremecimiento me recorrió completamente, fue bajando por mi cuello hasta llegar a mi pecho, que aun se encontraba atrapado por mi sostén, y besó solo aquellas zonas que estaban libres. Continuó bajando hasta mi abdomen y me inundó con más besos hasta que llegó al botón de mi short, el cual con mucha paciencia desabrochó y terminó por quitarme esa prenda. Se incorporó nuevamente y me observó con detalle, entre sus hermosos ojos grises podía ver lo dilatado de sus pupilas y la velocidad a la que su pecho se movía, tomé su blusa de encaje y se la quité, para darme cuenta de que ella no llevaba sostén (claro, ya estaba en pijama), pero sus pechos eran tan firmes y perfectos que no se notaba.

Violeta: Qué hermosa eres… - solté, me salió del alma, y era más que verdad, me sonrió y caminamos hacia la cama mientras nos besábamos, ella cayó de espaldas y yo quedé sobre ella, pasó sus manos por mi espalda y retiró mi sostén, liberándome al fin, su respiración se aceleró todavía más cuando vio mis pechos, un poco más grandes que los de ella, pasó una de sus manos por mi pecho y rozó mis pezones que estaban duros como piedra y me arrebató un gemido.

En un movimiento que no vi venir, ella se colocó encima de mi, sujetando mis manos, acercó su boca a mi oreja y susurró – tú eres bellísima – y depositó un beso justo debajo de mi oreja, no conocía que ese punto era una zona erógena, pero lo descubrí esa noche porque tan solo ese contacto hizo que mi espalda se arqueara de placer, estiré mi cuello y ella aprovechó la posición para darme unas pequeñas mordidas en esa región.

Bajó más por mi cuello mientras con una mano acariciaba uno de mis pezones, se metió a la boca el otro que estaba libre, haciendo que me estremeciera y comenzara a gemir más fuerte, con su lengua se dedicó a realizar círculos sobre mi pezón y a succionarlos con cuidado pero con firmeza al mismo tiempo, y eso me estaba volviendo loca. Nuestras piernas se enlazaron quedando nuestros pubis casi en contacto, solo separadas por la última prenda que evitaba que estuviéramos completamente desnudas.

Ya que ella estaba encima de mi, fui bajando sus boxers hasta quitárselos completamente, y ella hizo lo mismo con mis bragas, y ahora sí nuestros pubis se pusieron en contacto, en ese momento las dos soltamos un gemido al unísono y me besó con más ternura que pasión. Con mis manos acaricié todo su cuerpo, su piel era tan suave como la seda, jamás había tocado piel tan hermosa como la de ella, puse mis manos en su cintura y ella tomó mis piernas para acercarnos más, llevé mi mano a su entrepierna y pude sentir toda su humedad, justo ante el roce ella hizo para atrás su cabeza en un movimiento muy sensual que me excitó mucho más.

Puso sus manos a cada lado de mi cabeza para sostenerse y sus rodillas a cada lado de mi cadera, permitiéndome hacer con ella lo que yo quisiera desde esa postura, comencé a hacer círculos en su botoncito que estaba muy hinchado y se  empezó a mover para estimularse más, aceleré el movimiento de mi mano y cuando estaba por correrse, introduje dos dedos completamente en ella, apretó un poco los ojos y pensé que le estaba haciendo daño, por lo que disminuí la velocidad pero dijo – no, más rápido – y así lo hice, hasta que sentí cómo mis dedos quedaban atrapados en sus piernas y con un fuerte gemido me hizo saber que estaba teniendo un fabuloso orgasmo, pero ahí no se detuvo, terminó sentada sobre mi cadera con mis dedos todavía adentro, y comenzó un vaivén con su cadera como si me estuviera montando, sentí que explotaría cuando llevó sus manos a sus hermosos pechos y se acarició completamente, la vista que tenía desde abajo era espectacular, con su hermoso cabello cayendo por sus hombros cubriendo parte de su pecho, con mis dedos adentro los movía en círculos lo más que podía, al sentir sus paredes que se contraían y sus gemidos más fuertes anunciaron que su segundo orgasmo estaba cerca, así que moví mi cadera para ayudarla a terminar y sentí como sus fluidos caían entre mis piernas. Qué mujer tan sensual.

Cayó boca abajo quedando a un lado mío, intentando recuperar el aliento, y yo también, saqué mis dedos y la abracé a mí, giró su cara para verme y le quité un mechón de cabello de su hermoso rostro, la sonrisa que se dibujó en su rostro fue la más perfecta que haya visto en toda mi vida, y esto apenas comenzaba.

Se acercó para besarme, ese beso no fue de deseo, sino uno muy especial, podía sentir que me decía muchas cosas con ese beso sin siquiera articular ninguna palabra, sentí cómo mi corazón daba mil vueltas y se llenaba de un sentimiento inexplicable. Así como estaba llevó su mano hacia mis pechos y con un solo dedo lo pasó por cada centímetro de ellos, causándome una sensación muy agradable, acercó su boca hacia ellos y volvió a atrapar mi pezón en su boca, se colocó parcialmente sobre mi y llenó mi abdomen con sus besos mientras que con sus manos acariciaba mis pechos y poco a poco fue bajando hasta llegar a mi zona íntima, donde se detuvo unos segundos como si estuviera frente a un dulce nuevo, me volteó a ver esperando mi aprobación. Le sonreí y supo que debía continuar, solté un gemido de alivio al sentir cómo su lengua recorría todos mis labios, de arriba hacia abajo y succionaba con delicadeza todo mi ser, hasta que se encontró con mi botón que pedía atención y suavemente con su lengua se dedicó a estimularlo, instintivamente puse mis manos sobre su cabeza para indicarle que lo estaba haciendo bien, mi cuerpo se tensó todo y exploté en un maravilloso orgasmo que hizo que todos mis músculos se relajaran.

Quería traerla hacia mí, pero no me dio tregua y volvió a atacar mi sexo como si se le fuera la vida en ello, ahora podía sentir como introducía su lengua por mi orificio y la movía lo más que podía, eso me estaba volviendo loca y no pude más – necesito sentirte dentro – le supliqué, bajé mi mirada que se cruzó con la suya por unos instantes, pero me vi forzada a cerrar mis ojos cuando sentí cómo dos de sus dedos se introducían con mucha facilidad en mi interior, no se si ella gimió o fui yo, pero ambas estábamos disfrutando enormemente, después de explorar un poco con sus dedos, los empezó a meter y a sacar en una velocidad lenta al inicio que fue incrementando conforme más fuerte iba gimiendo yo – no pares, no pares! – le pedí y cuando su mano libre se puso sobre mi botón para estimularlo más volví a tener otro orgasmo tan fuerte que con mis piernas abracé su cuello mientras recibía todos mis flujos.

Sacó sus dedos y no parecía tener intenciones de quitarse de donde estaba, su lengua rozó mi clítoris que aún se encontraba  muy sensible – para, espera por favor, vas a hacer que me desmaye – rogué, y pude escuchar cómo se le escapaba una risa hermosa, subió por todo mi cuerpo dando pequeños besos hasta llegar a mi boca y me volvió a besar apasionadamente. Se giró y quedó boca arriba, igual que yo, y las dos intentábamos regular nuestra respiración.

Después de recuperarnos por unos minutos, me giré sobre ella y volví a atacarla con miles de besos , acomodé nuestras piernas de modo que nuestros sexos estuvieran lo más juntos que se pudiera y empecé a moverme para estimularnos a las dos, ella hizo lo mismo desde su posición y pasó sus manos por debajo de mis brazos y se aferró a mis hombros, haciendo que el contacto fuera aún mayor, el contacto nos hacía estremecer a tal grado que los movimientos se volvieron más rápidos, fuertes y salvajes, sus manos se aferraban con más fuerza a mis hombros y yo estaba a punto de volver a tener otro orgasmo, cuando ella estalló primero y según después la acompañé, la fuerza de mi cuerpo se fue completamente y quedé acostada sobre ella, quien aún tenía espasmos por nuestro orgasmo. Mi cabeza quedó recostada sobre su pecho justo a la altura de su corazón, que escuchaba latir fuertemente.

Julieta: ¿Violeta? – recargué mis codos para elevarme un poco sobre ella y quedar de cara a cara. El sueño comenzaba a invadirme, así que como pude intenté abrir mis ojos que estaban entrecerrados. Puso ambas manos en mi rostro y me miró fijamente – Te amo – me derretí, en ese momento lo supe, estaba perdida, perdidamente enamorada, y también amaba a esta mujer.

Violeta: Y yo te amo a ti – le dije con mi mayor sonrisa, después de eso nuestros labios se unieron nuevamente en el beso más hermoso de la historia. Esa noche entendí la diferencia entre tener sexo y hacer el amor.