Cada rincón de mi
Como creo que debería haber sido la primera vez de todos
Estas ahí delante sentada, con tus grandes ojos, tu largo pelo, tus pecas y tu amplia sonrisa.
Han pasado dos, tres años de la primera vez que conté las pecas de todo tu cuerpo, y nada ha cambiado.
Te sigo desabrochando cada noche los botones de tu camisa, uno a uno, sin prisas, te beso la nuca, el hueco que hay entre tu oreja y el cuello, ahí donde se queda prendido tu olor, a frutas del bosque, a dulce.
Aquella primera vez temblaste cuando seguí este recorrido, tu nuca, rozar suavemente tu cuello, un ligero beso en esos labios con sabor a sal, recorrerlos con un dedo, dejar besos repartidos por tu clavícula, entretenerme en la vifurcación en la que tus pechos se separan, en ese punto donde tu olor se mezcla con el sudor, y también sabes a sal.
Te sonrojaste, cuando te quité el sujetador y aparecieron los pechos que protagonizaron mis sueños, los rozé ligeramente, entreniéndome, disfrutando en tus escalofríos, más tarde, cuando continué con las curvas de tus caderas, cuando me entretuve en tu ombligo y quité la poca ropa que aún amí me seguía estorbando, me deleité con tus jadeos.
Miré hacia arriba, y te sonrojaste, tú siempre te sonrojas, cuando me adentré en tí, cuando te saboreé y te prové por primera vez, cuando fui el primero en provarte, supe que eras única.
Y ahí te tuve, moviéndote bajo mis caricias, reaccionándo ante mis roces, te recorría, toda tú intimidad, lentamente, saboreándote, disfrutando de ti.
Pero quiero más, necesito más, de ti siempre querré más. Y me incorporo, te siento bajo mi peso, jadeante, rozándo mi pecho, y vacilo delante de tu intimidad, tengo miedo de hacerte daño, pero me miras, dándome tu aprobación y lentamente dejo que seamos uno, te siento dentro, en toda tu plenitud, rozo tus labios, y coloco detrás de tu oreja un mechón rebelde del flequillo, y mirándote directamente a los ojos empiezo a moverme, lentamente, disfrutando de cada rincón de ti, porque en ese momento, con tu pecho rozándo el mío, contigo jadeando, y sonriendo, supe que cada rincón de ti, siempre sería mío.