Cada mañana 6
Había encontrado el punto justo dentro de mi, y me encantaba. No podía pensar en otra cosa más que en la hermosa morena sobre mi, entrando en mi, haciéndome suya no aguantaría mucho.
Capítulo 6
Vínculo
No podía dejar de masturbarme pensando en ella.
Ya tenía una semana desde que habíamos tenido la primera cita, desde que había sentido su mano apretar mis nalgas y su lengua en mi boca, y aún podía sentir mi entrepierna arder en deseo.
A pesar de que habíamos tenido dos terapias esa semana, no habíamos vuelto a salir y lo entendía. Ella tenía cosas que arreglar de su trabajo y cuestiones burocráticas sobre el seguro y el accidente. No había tenido tiempo.
Sin embargo, no lograba dejar de imaginarla. Hoy lo había hecho con ella debajo… a mi merced. Temblando bajo mi tacto y su piel morena unida totalmente a la mía. Me imaginaba frotándome contra su muslo mientras ella hacía lo mismo conmigo; me excitaba pensar en el vaivén de nuestros cuerpos y fantaseaba con el tono que tendrían sus gemidos.
Todo eso pasaba por mi mente mientras, boca abajo, me movía contra una de mis almohadas pretendiendo que era ella y me acariciaba febrilmente el clítoris.
Tuve un orgasmo fortísimo, el cual callé mordiendo la sábana; tras las fuertes contracciones, me desplomé sobre la cama tratando de recuperar el aire.
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La extrañaba muchísimo. Su voz cuando me hablaba con tanta dulzura, sus tiernos ojos color de sol cuando reía por esas cosas que yo no entendía.
A pesar de haberla visto apenas ayer en la terapia, necesitaba verla de nuevo. Cada vez la dosis que requería de ella para sentirme bien era mayor, y desde que nuestros labios se habían unido por primera vez, sentía que cada minuto sin tenerla cerca me generaba un síndrome de abstinencia más severo que el de la heroína.
Estaba en mi sofá, con el control del x-box entre las manos y el celular a mi lado. Tenía que llamarla. Quería escuchar su voz.
El teléfono timbró cuatro veces… iba a colgar cuando me contestó un tanto agitada.
–Si, ¿Quién habla?- me dijo al otro lado de la línea.
–¿A-Alba?-
–¿Gala, eres tú?- sonaba algo alarmada.
–Hola, yo… espero no molestar. Me diste tu tarjeta y… quise llamarte. Espero no molestar.-
–¡No! ¡No es ninguna molestia! Me alegra que hayas llamado, estaba pensando en ti…-
–Oh… bueno y… ¿Cómo estás?- Realmente no tenía nada planeado, ahora me sentía tan tonta.
–Gala, ¿Te gustaría venir a mi casa? Podríamos desayunar juntas. Puedo preparar algo especial para ti- amaba cómo podía sonar tan sensual diciendo algo tan simple. No sabía cómo lo lograba, pero lograba perderme en las notas de su voz.
–Si, me encantaría-
–Vale, entonces, te mando mi ubicación a este número.-
–¿Necesitas que lleve algo?-
–No, hermosa, tengo todo. Solo ven ya-
–Ok, en 5 salgo para allá-
–Perfecto, te espero con todo caliente…-
–Muy bien, bye-
–Bye-
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Algo dentro de mí, me decía que no había notado el doble sentido en esas últimas frases. Lo que esperaba sobre todo, es que no se hubiera dado cuenta de lo agitada que estaba. Sentía el rostro arder de la vergüenza. Justo había llamado cuando acababa de correrme pensando en ella.
Tenía que superarlo rápido, pues sabiendo lo puntual que era, no tardaría mucho en llegar. Me cambié de ropa, poniéndome un shorts bastante corto y una blusa sin mangas -no alcanzaría a bañarme- y fui a la cocina.
Diez minutos más tarde Gala estaba tocando a mi puerta.
–¡Hola, hermosa!- saludé con gusto y la abracé. Pero al sentir lo rígido de su cuerpo me retiré, recordando que a ella le podía incomodar eso. –lo siento, costumbre-
–No, no pasa nada. Tu puedes abrazarme cuanto quieras- bueno, no iba a perder la oportunidad, así que volví a estrujarla, esta vez, ella correspondió el gesto poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.
Su brazo izquierdo aún se sentía algo débil, tomando en cuenta que solo habían pasado tres días de haberle quitado el cabestrillo.
–Me da gusto verte- le dije al oído, y sentí cómo se unía más a mi cuerpo –Te extrañé- nos despegamos del abrazo y vi sus mejillas sonrojadas.
–Pasa, siéntete como en tu casa-
–Wow, tienes una casa muy linda-
–Era de mis padres-
–Ven, ya casi está listo- la guíe a la cocina.
Ella se sentó frente a la pequeña mesa desayunadora que tenía. Podía ver que algo le molestaba, se frotaba el cuello y se movía constantemente el cuello de la camisa.
–Arreglemos eso antes de que te termines arrancando la piel. Ven- hice que se parará y comencé a desabrochar los botones de la camisa. La deslicé por sus brazos y una vez más, no llevaba brasier (al parecer no solía usar). Sentí cómo se me hacía agua la boca y un leve sudor perló mi frente, aún así, no me podía permitir dejarme llevar por eso, el punto era que ella estuviera cómoda.
–Listo, mucho mejor. Ahora podrás comer sin querer salir corriendo-
Pareció que ella estaba realmente agradecida y después de eso, su actitud cambió totalmente, estaba más relajada, disfrutó de la comida y compartimos una amena charla donde hubo incluso varias risas. Amaba pasar tiempo con ella y saber que podía hacer algo para que se sintiera mejor.
–¿Sabes? Me gusta mucho ver qué te sientes tan cómoda con tu cuerpo, como para que te relajes así al estar desnuda- le dije
–Je, bueno no me siento tan cómoda con mi cuerpo como crees. Pero ya me habias visto desnuda antes, no hay nada nuevo en mi, ¿Por qué avergonzarme si ya me viste así?- no pude evitar reír con ternura al notar su grado de practicidad.
–ven acompáñame al cuarto- me puse de pie y le tendí la mano, a lo cual, respondió tomándola.
La jalé hacia mi habitación y me senté sobre la cama mientras ella se quedaba de pie a los pies de la tarima.
–Tu cuarto es grande-
–Si…-
–tu cama también-
–si… también- no sabía cómo iniciar el momento, pero tenía que hacer algo, por mucho que me masturbara pensando en ella, no eran sus manos ni era su aliento.
Me paré, caminé hasta ponerme frente a ella y al acercarme tanto, hice que cayera sentada sobre la colcha. Ahora o nunca.
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Las columnas griegas que tenía por piernas, se sentaron sobre mi regazo y mi cerebro hizo un corto circuito. Rodeó con sus brazos mi cuello y me hizo mirarla.
–Ahí está. Me gustan tanto tus ojos…- empezó a peinar mi cabello con una de sus manos y con la otra tomó una de las mías y la colocó en su cintura, –Eres muy hermosa, ¿Sabes?-
–Nada ni nadie te hace competencia- me atreví a contestar.
–Bueno, siento lo mismo- mi mirada flaqueó por la vergüenza y cayó directo a sus desnudas piernas. –¿Te gusta lo que ves?- me interrogó.
–Y-yo… lo siento, no debí…-
–Shh…- me calló con un dedo en mis labios, y un segundo después, tomó mi mano entre las suyas y la puso sobre su turgente muslo. –si te gustan, tócalas-
Mis sentidos se pusieron alerta y, por primera vez, no fue de mala manera. Podía sentir la seda de su piel cuando la acaricié… y conforme fui apretando mis dedos, sentí la combinación perfecta entre blando y firme.
Al mismo tiempo, escuchaba su respiración cada vez más pesada llegar a mis mejillas, y sus dedos trazar dibujos al azar entre mi cabello. Tuve que cerrar mis ojos para no perderme entre tantas sensaciones, pues me estaba embriagado entre tanto placer.
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El sonido que salió de su pecho fue casi un gruñido. Y escuchar eso combinado con su mano viajando hacia arriba de mi muslo, me dio luz verde para atacar.
Me paré y ella pareció sorprenderse, sentimiento que al parecer se acrecentó cuando me vio colocarme a horcajadas sobre su regazo.
Sus manos habían vuelto a quedar en el aire, y sin dudarlo las tomé y coloque una en cada una de mis nalgas, para después, al sentir sus manos apretarme, deslizar mis uñas por su espalda, verla arquearse y enterrar su rostro en mi cuello.
–¿Gala?-
–¿Sí?-
–¿Me prometes que tendrás la confianza para detenerme si esto es más de lo que puedes manejar?- solo sentí su cabeza moverse contra mi cuello en afirmación.
Tras eso, y sin el menor decoró, empecé a mover la cadera sobre ella para sentirla contra mi entrepierna.
Su respiración se convirtió en un bufido pesado y sus manos intentaban desesperada e inútilmente abarcar toda el área de mis nalgas.
Una de sus manos era considerablemente más fuerte que la otra, debido a su lesión, y fue esa la que tomé para recolocarla en mi centro y hacer que apretara.
Aún a través de la mezclilla, pude sentir sus dedos en mi entrada trasera y eso me hizo enloquecer.
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Se frotaba contra mí con verdadera desesperación, y por mí parte, no podía ignorar la humedad creciendo en mi ropa, al igual que el placentero ardor en mi interior.
La deseaba, la necesitaba, quería perderme en el mapa de su piel.
–¿Alba?-
–Dime- me dijo al oído
–Necesito tu consentimiento para continuar- abruptamente detuvo sus movimientos, se despegó de mí y acunó mi rostro con sus dos manos. Sin saber qué ocurría y con algo de temor, la vi a los ojos para encontrarme con una mirada tan tierna que llenó mi corazón de calidez.
Tomó algunos de mis cabellos desordenados y los puso en su lugar, luego de eso, se acercó lentamente a mis labios y me besó tan suavemente que sentí elevarme varios centímetros en el aire.
Poco a poco el beso se fue volviendo más y más profundo, hasta que sentí a su lengua abrirse paso entre mis labios, iba a perder el control si seguía así…
Alba, en serio necesito tu consentimiento- dije con un tanto de preocupación y aún unida a sus labios.
La sentí reír contra mi boca, tras lo cual se despegó de mí con una sonrisa enorme en su rostro. Estaba realmente confundida.
–Si, boba- y me empujó contra la cama, para luego ganar terreno sobre mi cuerpo y empezar a besar mi cuello. –tienes mi permiso para hacer conmigo lo que te plazca…- tras eso, se giró y me jalo consigo, quedando yo en medio de sus piernas.
Pasó sus manos por mi espalda, luego hacia el frente, por enmedio de mis pechos, y tras eso, los apretó haciendo que un gemido escapara de mi. Continuó bajando sus ansiosas manos por mi abdomen y clavó las uñas en él, haciendo que, sin querer, la embistiera fuerte.
Siguió bajando hasta llegar al botón de mi pantalón, el cual liberó sin dudarlo, y tras eso, deslizó sus manos entre mi ropa interior y la mezclilla para viajar hasta mis nalgas y claveles las uñas, haciendo que la embistiera una vez más. Le gustaba, y su consentimiento había sido bastante específico, podía dejarme llevar.
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Dejó caer su peso sobre mi cuerpo y sus manos, por fin, cobraron vida. Las pasó por mis costados de arriba a abajo y tímidamente alcanzó uno de mis pechos acunándolo con ternura. Era muy placentero pero necesitaba mucho más, por lo que la tomé del cabello y guié su cabeza hasta mi pezón, pareció entender fuerte y claro el mensaje puesto que comenzó a besarlo con fuerza por encima de la ropa… cierto, aún tenía la ropa puesta. La empujé para poder sacarme la blusa, con un solo movimiento quité mi sostén y lo lancé hacia algún punto de la habitación.
Su rostro de sorpresa y admiración hacia mi piel desnuda me hizo sentir la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra, casi como una venus. Mi corazón no pudo evitar dar un brinco y llenarse de una calidez que hacía ya muchos años no sentía.
Se había quedado estática de nuevo, contemplándome, hincada entre mis piernas, y con una de sus manos en mi cintura.
–¿Te gusta lo que ves?- le pregunté coquetamente. Asintió con la cabeza y sus ojos, ya oscuros, se nublaron aún más por la lujuria.
La tomé por la nuca y la atraje sobre mí una vez más, pero ahora no perdió oportunidad de empezar a chupar febrilmente mis ansiosos pezones. Curvé la espalda y tire la cabeza hacia atrás para dejarle el área libre.
Su otra mano se encargó de apretar a su gusto mi otro pecho, el cual era bastante más grande que el área de su mano.
Enredé las piernas en torno a su cintura para unirla más a mi centro, y mis manos se sostuvieron fuerte de su espalda.
Las succiones pronto se convirtieron en deliciosas mordidas y su cadera se empezó a estrellar contra mi intimidad, pasando -con cada embestida- una corriente eléctrica por mi cuerpo.
–El pantalón, quítate el pantalón- Se paró para quitarse el pantalón. Y quedó solo en un boxer gris más largo de lo común –También quítate eso-
Su mandíbula cayó y se quedó petrificada ante mi.
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Mi mente estaba en blanco y por más que quería hacerla arrancar, no podía. La luz de la habitación empezó a verse más brillante y mis mejillas se sentían arder; todo eso, sin quitar el resto de las sensaciones que comenzaban a rebasarme.
Vi que me observaba con detenimiento, vi como se incorporaba en la cama, para después hincarse y quedar casi frente a mi…
–Oye… todo está bien. ¿Quieres que nos detengamos?-
Negué con la cabeza, no encontraba mi voz en ese momento.
–Okey… ¿Me ayudas con esto?- la mire con dudas, no sabía de qué hablaba hasta que colocó sus manos sobre mis hombros para apoyarse, se acercó y me dijo al oído.
–¿Podrías desnudarme...?- no sabía cómo podía estar aún más excitada de lo que ya estaba hasta ese momento. Con manos torpes y temblorosas, abrí el botón del short, bajé el cierre, metí los pulgares entre la ropa y la bajé con cuidado, ella se apoyó en mi para sacar las piernas, y entonces pude ver su intimidad iluminada con una maravillosa luz matinal, que hacía brillar como oro el clarísimo castaño de sus cortos bellos.
–Aquí, déjame ayudarte ahora- aún hincada a la orilla de la cama, deslizó la ropa por mis piernas, sin dejar de verme a los ojos, hasta dejarme completamente desnuda ante ella. En ningún momento despegó sus ojos de los míos… no quería que me sintiera incómoda, supongo.
–Ven- me jaló de la mano para volvernos a tumbar sobre la cama, otra vez quedé sobre ella, pero ahora la sensación de piel con piel me hacía enloquecer.
–Tienes que respirar, cariño- ¡¿Cómo se suponía que lo hiciera?! Sentía su humedad contra mi pubis y su cadera moverse debajo de mi, así como podría escuchar unos sensualísimos suspiros escapar de sus labios.
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Tenía que lograr que mantenerla conmigo. Podía ver en sus ojos como comenzaba a abrumarse por tantos estímulos.
Tomé su mano y la puse sobre mi corazón.
–Shhh- pegué mi frente con la suya –Cierra los ojos y concéntrate e mi corazón, solo está mi corazón… ¿Sientes el ritmo?-
–Sí…- dijo con un hilo de voz
–Solo concéntrate en él… - poco a poco su respiración se fue estabilizando. –Eso es… te necesito aquí, te necesito conmigo… quédate conmigo… ¿Okey?- asintió
Con cuidado, volví a tomar su mano y la llevé a mi entrepierna.
–Tocame, Gala, estoy así por ti…- presioné su mano para que sintiera la humedad de mis fluidos.
Cerró los ojos, recargó la frente sobre mi pecho y, mientras se sostenía con una mano, deslizó dos dedos por todo lo largo de mi intimidad, empapandolos.
Era una caricia algo torpe, parecía una misión de reconocimiento, pero en cuanto logró ubicar cada parte, le dió atención especial a mi ya hinchadisimo clítoris.
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Eróticos gemidos salieron de sus labios cuando acaricié el punto específico. Tracé círculos sobre el, y con ello gané que se sujetará con fuerza de mi espalda.
Deslicé mi dedo medio más abajo, hasta su entrada, la acaricié un poco para avisarle cuál sería mi siguiente movimiento, y tras eso, me fui deslizando dentro de ella muy lentamente…No quería lastimarla.
–¿Cariño?- voltee a verla para saber si le estaba gustando y vi su rostro completamente sonrojado y sus labios húmedos, hinchados y brillantes. –No soy virgen- esa frase me confundió y ella pareció notarlo –Follame, Gala, follame duro- y sin dudarlo enterré por completo los dos dedos en ella, ganándome ahora que clavara las uñas profundo en mi espalda. –Asi, cogeme duro-
Saqué los dedos y los volví a meter, fuerte, duro, y a ella pareció encantarle. Cada que lo hacía un embriagador gemido se escapaba de sus labios, apretaba los ojos, mordía su labio inferior…
Con cada acometida, sus blancos pechos enrojecidos se bamboleaban frente a mí, invitándome a probarlos, y no pude negarme.
Era estrecha, húmeda, caliente… curvé mis dedos para encontrar ese punto dentro de ella, y al hacerlo sus gemidos se convirtieron en gritos.
Saboreaba sus pezones a mi antojo mientras sus paredes internas parecían succionar mis dedos.
–Asi, Gala… Así… -
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Había encontrado el punto justo dentro de mi, y me encantaba. No podía pensar en otra cosa más que en la hermosa morena sobre mi, entrando en mi, haciéndome suya… no aguantaría mucho.
–Gala… me voy a correr- al escucharme, detuvo sus ávidas succiones y se movió hacia mis labios para devorarme la boca con desespero. Los empujes de su brazo fueron más constantes y firmes, y la curva de sus dedos fue más precisa. No aguanté más y me derramé en torno a sus dedos, dejando escapar un grito de placer que pareció enorgullecerla.
Sacó los dedos lentamente, y se despegó de mí para poder verme.
–¿Todo bien?- preguntó con una sonrisa socarrona en la boca. No pude evitar sonrojarme, pero no sería la única.
–No sé, dímelo tú- tomé uno de sus dedos -que acababa de tener dentro de mi- y se lo puse en los labios. –Abre… que chica tan obediente…¿ y bien? ¿Todo bien?- sus mejillas se habían vuelto de un color rojo intenso y sus ojos no encontraban un lugar seguro para posarse; aún así, lamió sus propios dedos con un placer culposo reflejado en su rostro.
Levanté una ceja aún en espera de mi respuesta. Ella se acercó a mi oído y me susurró: – Estás deliciosa- y una vez más, la sonrojada fui yo.
–Yo también quiero probarte-
Poniendo una mano en su pecho, la empujé hasta que quedó boca arriba y me pude colocar sobre ella.
sus ojos vagaron por la habitación, se cerraban rápidamente y luego se posaron en varias partes de mi cuerpo. enfocaban aqui y alla… otra vez la iba a perder…
-Oye- le llamé -¿Recuerdas? quédate conmigo… solo una sensación a la vez…- cuando acaricié su abdomen solo con la llema de mis dedos vi como empuñaba con fuerza la sábana, cerraba los ojos y volteaba su cabeza hacia un lado… ¿era yo, o eso parecía no gustarle? lo intenté confirmar volviendo a acariciarla, esta vez la zona elegida fueron sus muslos internos, y obtuve la misma reacción.
-Gala, cielo…- dejé de tocarla para que pudiera abrir los ojos, y así lo hizo -¿Escuchaste cómo gemí hace un momento?-
-Incluso mi corazon te escuchó- se sonrojó fuertemente después de decir eso, parecía que esas frases salían sin querer de su boca
-¿Y viste mis gestos?-
-Sí...-
-Bueno, cariño, esos son gestos de placer, me estaba gustando mucho la forma en que tocabas, estaba muy excitada…- no parecía entender mi punto -Cielo, tu rostro no me indica que te guste mi tacto, y me interesa que lo disfrutes… de eso se trata esto… pero necesito que me digas cómo te gusta. ¿Crees que me puedas ayudar con eso?-
-Me gusta que me toques más fuerte- dijo con rapidez
-¿Fuerte?-
-Sí, así, mira- tomó mi mano y la pasó por su abdomen, pero ejerciendo presión sobre su piel, entonces entendí. La bese intensamente y las caricias las hice como ella me indicaba, y pronto recibí mi premio al escuchar su primer gemido y verla con la boca abierta y los ojos apretados. se veía tan vulnerable.
Bajé una mano a su entrepierna, y traté de tocar el magnífico cúmulo de nervios, pero ella detuvo sus gemidos y abrió sus ojos.
-¿Estoy haciéndolo bien?- mordió sus labios y vi duda en sus ojos -¿aqui es?- dudé. -Puedes decirme con confianza, cielo. busco complacerte, quiero saber qué te gusta.
-Yo… es un poco más a la derecha- levanté una ceja ante su particular instrucción, pero así lo hice. -unos milímetros más abajo- estaba roja de la vergüenza, nunca me había pasado eso con una mujer, pero trataba de verle el lado positivo, ella me estaba abriendo su corazón y su mente, tal vez las demás mujeres nunca se atrevieron a decirme realmente lo que les gustaba…
-Ahí…- suspiró, y yo choque 5 conmigo misma. -un poco más de presión…- pronto su respiración se hizo irregular y los gemidos fueron más intensos.
Me atreví a introducir dos dedos dentro de ella y pareció gustarle. Estaba muy húmeda y sus paredes se estrechaban cada vez más.
En varias ocasiones, noté como parecía esforzarse para alcanzar el orgasmo, pero un un punto, parecía volver a empezar, y por más que trataba no lograba llegar. Podía ver que estaba notoriamente abrumada por el momento, y se estaba presionando a sí misma, tal vez para complacerme… si no hacía algo pronto, terminaría fingiendo el orgasmo, y eso era lo último que deseaba.
Me acerqué a ella sin dejar de penetrarla, pero dejé su clítoris antes de que quera hipersensible.
-Gala, tocate para mi…- le pedí al oído y ella gimió en respuesta.
Su mano se introdujo entre nuestros cuerpos y empezó a tocarse como evidentemente a ella le gustaba. Ya tendríamos muchas ocasiones para aprender juntas.
-Eso es, preciosa…- le susurré cuando volví a sentir que estrechaba cada vez más mis dedos. -Eso es… déjate ir… correte para mí…- mordí su lóbulo, eso pareció desconcentrarla y entonces por fin pude sentir las contracciones dentro de su cuerpo.
Toda ella se tensionó, su espalda se arqueó y su mano me apretó contra ella. Un gemido ahogado y grave salió de su boca, culminando la erótica escena de magnífica manera.
Poco a poco se relajó, y entonces pude sacar mis dedos para colocarme a su lado y jalarla hacia mi en un abrazo tierno.
Sin duda, había sido un encuentro poco común, pero no por eso menos satisfactorio. su cuerpo me encantaba y esperaba con ansia poder conocerlo hasta el punto de hacerle perder el control.
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Apenas podía respirar, no alcanzaba a creer que acababa de tener uno de los mejores orgasmos de mi vida junto a la mujer de mis sueños. Estando ahí, en su pecho, recordé a la Gala que abandonó su cuaderno de poemas con el fin de poder confesarse indirectamente ante la mujer que amaba… ahora me encontraba entre sus brazos, sobre su pecho, escuchando su respiración acompasada, después de haberla tenido dentro de mí y haberme entregado totalmente a ella. Había visto el mapa de su piel, había trazado mis caricias dibujando en ella mis emociones, ella también se había entregado a mi...
Entiendo que casi un año de espera es mucho, y lo lamento en serio, sobre todo porque desaparecí dramaticamente. Hubo muchos problemas personales y cambios en mi vida, unos para bien otros no tanto y otros que dejaron experiencias y luego volvieron a su lugar. Ahora me siento un poco más estable una vez más para continuar con esta bonita historia que me encanta escribir, Las chicas se tienen bien merecido continuar su romance y poder tener un final en su momento, entonces... les traigo esta entrega del relato. espero volver a tomar ritmo y poder publicar más seguido. Cualquier cosa, me encuentran en wattpad ;) saludo