Cada mañana 5

–Gala… se que sonará atrevido pero… ¿Me dejarías intentar hacerte sentir mejor? Creo saber qué hacer-

Capítulo 5

Cita

–Entonces, cuéntame más sobre tu hipersensibilidad- la invité mientras el joven mesero ponía los refrescos frente a nosotras en el pequeño e íntimo restaurante.

Le tomó algunos minutos empezar a hablar, y cuando lo hizo, fue con la botella de vidrio frente ella, viéndola directamente y jugando con las gotas que se formaban por el frio, parecía estar dibujando caritas.

–Bueno, según los estudios, presentamos hiper o hipo sensibilidad en distintas partes del cuerpo, y puede afectar más de un sentido al mismo tiempo. El más frecuente es la hipersensibilidad en el olfato, o en el gusto, y eso hace que los pacientes no quieran comer una amplia variedad de alimentos…- me estaba soltando una amplia variedad de información, pero toda ella totalmente impersonal, y yo quería saber más de ella.

–¿Y a tí cuáles sentidos te afecta?- pareció que lo pregunta la incomodaba.

–Para mi son el tacto y el oído. Y suelo tener hipersensibilidad, no hipo…- antes de que volviera a soltarme un montón de información la guié hacia donde quería.

–¿Y qué es lo que sientes?- ante esa pregunta frunció el ceño.

–Bueno… es difícil de describir… se siente como si la piel quemara, como si cualquier estímulo externo, aunque sea una sábana contra la piel, fuera en realidad un montón de agujas calientes. Usualmente, cuando eso ocurre prefiero quedarme desnuda, porque incluso el agua de la regadera me molesta-  con la mención de su desnudes sentí mis mejillas arder y no pude evitar imaginar su delgado cuerpo desnudo frente a mi… ella pareció no notarlo y siguió como si nada con su diálogo –y en cuanto a la hipersensibilidad auditiva… los sonidos me abruman. Imagina esto, en este momento, tu cerebro puede procesar todos los sonidos al mismo tiempo- presté atención a mi alrededor y realmente no consideré que hubiera mucho ruido. –en cambio el mío, le presta muchísima atención a cada uno por separado. Escucho la espátula contra la parrilla, la carne de hamburguesa cocinarse, el cuchillo contra la tabla al partir la lechuga, las sillas de metal arrastrarse contra el piso, tu pie inquieto, todos los coches pasando, la mosca que choca a cada rato con el foco. Mi cerebro no pasa nada por alto y se satura de estímulos… por eso necesito los audífonos. A veces las personas creen que nosotros no prestamos atención, pero es al contrario, nos es imposible jerarquizar la atención que prestamos, y a todo le damos la misma importancia, cosa que satura nuestro cerebro.-

Eso había sido muy revelador, pensaba en todas las situaciones en donde yo no sentía que hubiera mucho ruido y en todas ellas encontré que en realidad sí lo había. Debía ser difícil vivir como ella.

El joven mesero puso la comida frente a nosotras y comenzamos a comer sin una plática muy profunda que nos lo obstaculizara.

Pensaba mucho en cómo debía ser el mundo para ella… pero ella parecía no darle gran importancia, tal vez era por lo que me había mencionado, ella había nacido así, y en cierta forma, supongo que se había acostumbrado.

–Ya que no traes coche ¿Me permites llevarte a tu casa? - le pregunté por cortesía, pero no aceptaría un no como respuesta.

–sí, seguro-

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El camino a mi casa fue muy agradable. Su perfume fresco y amaderado inundaba mis pulmones al ir tan cerca la una de la otra.

Ella reía constantemente diciéndome que era muy graciosa; yo no sabía por qué lo decía, no intentaba serlo, pero me encantaba el sonido de su risa.

Cuando llegamos a mi departamento, ella insistió en subir conmigo y ayudarme con la bolsa de la comida que había comprado para el día siguiente.

–Déjame abrir a mi- me pidió al ver que batallaba para sacar las llaves de mis jeans, cuando lo logré, se las di. Ella abrió y pasó a mi departamento.

No podía creer que ella, mi ángel, estuviera en mi casa. Ví cómo observaba todo mientras yo guardaba la comida en el refrigerador.

–Tienes muchos libros de ingeniería- y sonrió ampliamente.

–sí, soy ingeniera- y río con más ganas.

Haber llegado a mi casa me relajaba, y después de un día lleno de emociones, mi cuerpo empezó a hacerme notar el cansancio a manera de bostezo.

La camisa había irritado mi cuello y la hipersensibilidad en la espalda me estaba matando. Ella vio cómo me frotaba el cuello buscando relajarme y quitar esa sensación de mi piel.

–Gala… se que sonará atrevido pero… ¿Me dejarías intentar hacerte sentir mejor? Creo saber qué hacer- su pregunta me desconcertó. En días así, ni yo misma lograba hacerme sentir mejor, solo me metía a la cama esperando que el día siguiente me renovara. Si ella tenía una idea, estaba dispuesta a probarla, aparte, ¿Cómo negarle algo cuando sus ojos miel me lo pedían?

–Claro, intentalo-

Yo estaba en medio del rectángulo que era sala comedor y cocina, y una vez dado el permiso, ella caminó hacia mí.

–Permíteme- dijo en voz baja, y llevó sus manos al cabestrillo. Hábilmente, lo quitó y lo fué a colocar sobre el sofá. Regresó a mi, y tortuosamente lento me empezó a desabotonar la camisa.

No sabía qué sentir. ¿Qué estaba haciendo? ¿Me iba a desnudar?

Cuando llegó al último botón, me sacó la camisa con muchísimo cuidado. Afortunadamente ese día también había usado brassier.

Caminó hacia mi espalda y sentí cómo empezaba a quitar la liga que sujetaba mi cabello, dejándolo caer sobre mis hombros. Un escalofrío recorrió mi espalda.

–Siempre cargo esto en mi bolso. Es muy útil para muchas cosas- dijo mientras sacaba un pequeño frasco de talco perfumado.

Se colocó algo de polvo blanco en las manos y lo esparció en mi espalda, llevándose la molesta humedad con él.

–Mucho  mejor. La humedad y esa tela es lo que irrita tu piel-

También sacó de su bolso una liga más floja, pasó sus dedos por mi cuero cabelludo dando un ligero masaje y enseguida juntó mi cabello en un moño alto y flojo, dejando mi cuello completamente libre.

Se sentía bien, no podía negarlo, lo que hacía funcionaba.

–¿Dónde más tienes hipersensible?- yo le mostré mi antebrazo derecho.

–Okey-  sacó un pequeño frasco verde de crema corporal, se puso en las manos y después, con sumo cuidado, la esparció en la zona. Olía a pepino. ¿Qué más tenía en ese bolso? –Ven-

Me jaló hasta el sofá e hizo que me sentara, tras eso, lo rodeó y con sumo cuidado, empezó a hacerme un masaje en la espalda, justo en la zona donde mi piel no dolía.

Eso se sentía muy bien. Sus hábiles dedos subiendo y bajando por los músculos de mi columna, las palmas haciendo círculos bajo mis omoplatos… sí, eso estaba funcionando, tan bien que no supe en qué momento un gemido grave salió de mi boca.

–Bueno, parece que por fin pude hacer que te relajaras- dijo a mi oído con una voz melosa.

Desde atrás, fue extendiendo su masaje hasta mi abdomen. No sabía si eso también era parte de la terapia, pero se sentía muy bien y me impedía pensar mucho.

–Me gustas, Gala. Me gustas mucho.- tenía los ojos cerrados y otro gemido salió sin que lo pudiera controlar.

Sentí su nariz hundirse en mi cabello y aspirar su aroma y cuando noté esa acción, mi piel reaccionó coloreándose de un rojo intenso.

Acababa de darme cuenta de lo que ocurría… había una mujer hermosa -la más hermosa de todas- en mi departamento, tocandome, diciéndome que le gustaba, y yo estaba semidesnuda… ahora veía hacia dónde iba esto.

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No sabía si era consciente de lo que pasaba, pero me excitaba de sobremanera escuchar su respiración convertida casi en un bufido.

Me gustaba tanto su piel. Por fin había podido sentir el azar de su cabello cómo había querido desde hacía tanto. La deseaba, y la humedad creciente en mi entrepierna solo confirmaba mis ideas.

Dejé de tocarla pero ella no abrió los ojos. Rodeé el sillón una vez más para quedar frente a ella y la vi con las rodillas abiertas y los antebrazos descansando en sus muslos; la cabeza cayendo levemente hacia adelante estirando su columna al máximo, se veía relajada, sí. Lo había logrado.

Me hinqué en medio de sus piernas.

–Gala. Veme a los ojos, cariño- levantó la mirada, avergonzada y con una evidente preocupación en ella. –¿Me dejas besarte?- mordí mi labio inferior y a ella pareció darle un infarto.

–Sí- apenas fue un hilo de voz, y lo callé estampando mis labios en los suyos. Este era un beso diferente, era fiero y cargado de necesidad. Mis manos tomaron su cabello y su rostro, mientras su brazo derecho se envolvía  en mi cintura.

Me importaban poco los protocolos de primeras citas que hubieran, yo deseaba sentirla.

Me paré como pude, sin despegarme de sus febriles besos y me saqué la parte de arriba del uniforme.

Cuando la volví a ver, sus ojos estaban abiertos y más oscuros de lo normal; había lujuria en ellos y parecía querer devorar cada centímetro de mi piel usando sus pupilas.

Con mi mano en su hombro derecho, hice que se recargara en el sofá para poderme sentar a horcajadas sobre sus muslos.

Con ambas manos la jalé del cuello para que regresara a mis labios y entre ávidos jadeos le dije al oído.

–Tócame, Gala. Tócame- Su mano no me hizo esperar y empezó a recorrer mi espalda desnuda. A subir y a bajar por ella, a sentirla con las yemas y las uñas –Tócame más, te necesito- y al fin su mano bajó hasta ponerse sobre una de mis nalgas y terminar en un apretón que me hizo pegarme aún más a su cuerpo y empezar a mover la cadera sin decoro alguno.

–¡Aw!- se quitó del beso y vi que apretaba sus ojos con una mueca de dolor.

–¿Qué pasa? ¿Estas bien?- le pregunté con la voz agitada.

–La herida…- y fue cuando me hice consciente de que mi antebrazo descansaba sobre su clavícula recién operada.

–¡Oh lo siento!-  rápidamente me quité de encima de ella. Se notaba que aún le dolía mi descuido –Lo siento tanto, Gala, en serio. Que vergüenza, te lastimé- me sentía la peor persona, me sentía como una adolescente caliente.

–Tranquila, no es nada… tal vez… tal vez ya debería ir a dormir- sus mejillas estaban enrojecidas y su respiración también estaba agitada. Por un momento la razón entró en mi y recordé que ella había tenido un día difícil, aparte de que no se sentía muy bien de su piel como para estarnos tocando. Estaba siendo egoísta.

–Sí, yo también. Mañana tengo trabajo. Hoy fue un día muy especial, Gala. Gracias-

–Sí… también lo fué para mi. Gracias por todo, me siento mucho mejor-

Recogí la blusa del suelo y me vestí.

Tras un par de besos cortos, salí de su apartamento con una enorme sonrisa y un poco de culpa, esperaba con ansia el siguiente encuentro.


Agradezco muchísimo a todos por tomarse el tiempo de escribirme, tanto aquí como al correo (ya les contesté también por allá)

Espero todos estén muy bien y también disfruten este capítulo. Estoy intentando retomar la costumbre bde escribir todos los días pero a veces es complicado por las demás obligaciones.

En cuanto a otros relatos, si, tengo más. No es la primera cuenta que tengo, solo que en la anterior había usado el correo "oficial" (dígase el que uso para todo, incluyendo un nuevo empleo muy formal) así que tenía que pudieran golglearlo y encontrarlos jaja  prefiero que eso se mantenga en secreto y solo sea un hobby.

Próximamente subiré todos los relatos a una cuenta de Wattpad, así como la versión corregida de este (porque también me importa mucho la ortografía pero a veces se me van errores). Solo que aún le soy fiel a TR, pues aquí fue donde comencé va escribir allá por 2012 jaja

En fin, saludos desde México, y gracias a todos