Cada mañana 2

Mi último pensamiento se lo dediqué a ella. Fue el de muchas noches anteriores "querido Ángel, si lees esto es porque no me atreví…"

Capítulo 2

Vidas paralelas

Cada mañana hago lo mismo. Despierto temprano, 5:00 al para ser exactos, hago una parada técnica en el baño, me recuesto unos minutos más, reviso las notificaciones de mi celular, me preparo un café, me ducho, me visto, desayuno -las opciones son: huevos, cereal, pan o fruta (tiene que ser manzana, uvas o sandía)- el día de hoy será solo cereal y leche; cepillo mis dientes, me sujeto el cabello en una coleta alta y salgo de casa a las  6:30 am justo a tiempo como cada mañana. Y de la misma forma, antes de encender el auto, pienso en ella… cada mañana.

Soy una mujer simple de rutinas simples, me gustan las cosas de ciertas maneras y no me gusta cambiarlas, no creo que haya necesidad.

Hace ya dos años que no la veo. Nunca regresé a esa cafetería, había conseguido un ascenso en mi empleo y no podía rechazarlo, ahora estaba en otra ciudad, extrañando el pastel de chocolate con sabor a su sonrisa.

El trabajo como Ingeniero mecánico-electricista me gustaba, en realidad, me apasionaba; leía del tema incluso en mis momentos libres. Para mi, las máquinas eran sencillas, si algo se rompía, lo reemplazaba, si algo se aberiaba, lo arreglaba, conociendo la máquina, podía saber cuáles eran los posibles problemas; las máquinas no me intimidaba, a diferencia de las personas.

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Desperté rodeada por mucho pelo. Unos eran rojizos y los otros rubios, mi corazón se sentía cálido al estar rodeada de mis seres amados. Cooper, mi golden retriver era el dueño de los rojizos, y responsable de que mi pierna estuviera acalabrada, mientras Mika era dueño de la larga cabellera rubia que hacía cosquillas en la nariz y dueño del enorme brazo que rodeaba mi cintura.

La alarma había sonado era tiempo de pararme, pero el brazo de aquel rubio desgarbado no me lo permitía, así que apreté su nariz para que despertara.

Casi al instante mi mejor amigo saltó de la cama.

-¡¿Qué carajos Alba?!- gruñía con aquella voz profunda que usaba para amedrentar a quienes se atrevieran a molestarme, pero conmigo no funcionaba, por lo que me doblé de risa mientras sujetaba mi abdomen.

-Me estabas aplastando ¿Qué esperabas?- el solo supo levantar una espesa ceja para después hablarle a Cooper y sacarlo a pasear.

Mientras lavaba mi cabello pensaba en Mika. Era un buen hombre, una bestia musculosa de casi dos metros que perfectamente podria pasar por el estereotipo de un vikingo, pero era todo un caballero. Constantemente mis compañeras de trabajo me acosaban con comentarios sobre su "según ellas obvia relación" pero la verdad era otra, Mika era como un hermano para mí, y si bien, no estaba ciega y sabía lo atractivo que era, no me llamaba la atención la "Y" en su genética.

Habían pasado ya dos años, pero mi corazón echaba de menos a esa extraña chica de la cafetería. Extrañaba sentir la caricia de sus ojos sobre mi piel, su tímida voz cuando algún piropo era más fuerte que sus temores, y sobre todo, lo que veía reflejado en el casi negro de sus ojos, para ella era todo aquello que no creía de mí misma;  y fue gracias a esa libreta y su hermoso contenido que logré salir de esa profunda depresión en la que me encontraba. Ella motivaba mis días… pero ya no estaba, en vez de eso, solo había un recuerdo de cada mañana que ella aparecía frente a mí en aquella mesa.

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Reparar maquinaria era lo que hacía, durante el día, mis audífonos que cancelan el ruido me ayudaban a mantenerme horas bajo de las bestias de acero.

Nunca faltaba el obrero que hiciera comentarios sobre mi baja estatura y lo inverosímil que era para ellos el que yo fuera la solución a sus problemas. Otros más me invitaban a salir, pero realmente no estaba interesada en ninguno de ellos; incluso algunas atractivas ingenieras habían mostrado interés en mi, pero no… ninguna era ella, nadie era ella.  Aun daba vueltas en mi cabeza, la cantarina y dulce melodía de su voz no me permitía imaginarme a lado de alguien más.

A las 7:00 pm terminaba mi turno, y, si no había algún imprevisto, justo a esa hora registraba mi salida, tomaba mi auto y me dirigía a mi departamento.

Me gustaba, era un lugar sencillo y seguro. Tenía lo que necesitaba y no deseaba más. Un sofá, una televisión, una consola, un librero… una estufa, un refrigerador, una tarja… una cama, un guardarropa; eso era todo.

Al llegar, me cambiaba de ropa por algo más cómodo, las botas hacían que mis pies dolieran, la camisa de lona irritaba mi piel, los pantalones de mezclilla gruesa escocían mis muslos y el uso constante del casco me daba dolor de cabeza.

Tras ponerme cómoda, prendía la consola y jugaba hasta que la relajación viniera a mi, después, me arrastraba hasta la cama y dormía.

Todos los días era lo mismo, había sido lo mismo durante dos años y esperaba que siguiera así por tiempo indefinido. Solo que, en ocasiones, el destino tiene planes diferentes.

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El trabajo era muy gratificante pero bastante agotador. Tenía apenas 6 meses de haber salido de la universidad y me sentía afortunada de haber encontrado esa vacante en la clínica de rehabilitación.

Era una de las fisioterapeutas del lugar y me sentía orgullosa.

Todos los días eran distintos, hoy fue Margaret, de ingresos, quien me invitó a salir con las chicas, y yo acepté gustosa.

Fuimos por algunos tragos al bar cercano y luego me llevaron a casa.

Cooper me recibió con sus patas sobre mi pecho y su colita feliz, yo le correspondí el gesto sirviendo su cena.

Después de eso, me tiré sobre la cama, quedando inconsciente casi al instante. Mika no estaba ahí, me alegraba por eso, aunque fuera un gran sujeto, apreciaba tener mi espacio, y que las noches que se quedará en mi casa fueran las menos posibles.

Mi último pensamiento se lo dediqué a ella. Fue el de muchas noches anteriores "querido Ángel, si lees esto es porque no me atreví…"

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Mi día comenzó igual sin saber que rompería la rutina. Javier, me llamó para que arreglará la prensa hidráulica, por lo que bajé a la planta para revisar.

La falla era sencilla. Apagué la máquina, coloqué los elevadores para poder entrar debajo, me recosté en el piso y comencé a trabajar.

Tenía los audífonos puestos, como siempre, y no escuché a los obreros hablar, tampoco cuando se acercaron, solo alcancé a ver los pies de uno de ellos, vi como uno de los elevadores temblaba, habían echado a andar la prensa y el movimiento iba a vencerlos, grité, grité muy fuerte, pero fue tarde. Sentí una presión en mi brazo izquierdo que llegaba hasta mi pecho; después de eso todo fue muy rápido.

Una esquina de la máquina había caído sobre mi, aplastaba mis clavícula, mis costillas y mi hombro, el dolor me cegaba, todo se volvió negro y cuando desperté alguien me jalaba del chaleco naranja que llevaba puesto, no podía respirar bien, negro de nuevo; las luces de la ambulancia me cegaban, más negro… un dolor agudo en mi pecho me atormentaba, quería que parara, ¡que alguien detenga esto!

-Tranquila, Señorita Montero, necesito que se calme. Está en el hospital, la ayudaremos- me decía el hombre de blanco a mi lado, pero el dolor no desaparecía, más negro… un negro profundo.

Unos pasos me despertaron. Abrí los ojos y vi a una enfermera frente a mí anotando cosas en unas hojas.

-Buenos días Srita. Montero. Me alegra ver que despertó-

Me removí en la cama tratando de evaluar mi estado. El dolor había disminuido considerablemente, un par de delgados tubos estaban en mi nariz, mi brazo derecho tenía un catéter que iba hasta una bolsa de líquido transparente, la cabeza me punzaba, tenía problemas para inhalar, pues un dolor se instalaba en mi pecho, y mi brazo estaba flexionado y unido a mi costado por un vendaje que me impedían cualquier movimiento.

-Tuvo suerte. Esa máquina pudo haberla aplastado. Aun así, tiene varias fracturas-

La mujer me explicó que dos costillas, la clavícula, y el hombro habían sufrido daños, desde fracturas y fisuras hasta lesiones musculares. No esperaba menos después de recordar lo ocurrido, realmente tuve suerte.


Gracias a quienes comentaron. Díganme por favor si les gustó este capítulo para seguir subiendo la continuación de esta historia.