Cada 29 de febrero ¿Te viene bien?
Gracias a una web de contacto para infieles, disfrute con una hermosa madura, con tendencia y curiosidad por el BDSM.
Habitualmente las historias empiezan por el comienzo, unas pocas por el final y esta, para variar, espero que empiece por el segundo capítulo, mi respuesta a su pregunta, cada cuánto puedes quedar… menos mal que lo tomo a coña porque no le hizo mucha gracia semejante regularidad.
En otros relatos eróticos que he leído, escritos por hombres, me parece que no pueden evitar la tendencia a sobrevalorarse, es decir, se presentan altos, imponentes, con olfato sexual, un talento que les llega a las rodillas, y claro, por eso son los protagonistas de la historia; no es mi caso, soy moreno, guapo de cara, estatura y peso medio, me cuido, gano en las distancias cortas por educación y buen trato, creo que la inteligencia y buen humor son mi mejor baza en la seducción.
Mi contraparte en este relato es una mujer bastante atractiva, aunque he notado que lo duda por momentos, cabello rojo, uñas bien cuidadas, piernas gruesas y firmes, entrena bastante, tiene buen culo y unos pechos preciosos, aunque me cautivaron su boca y sus ojos, verde esmeralda, verde hechicero.
Por razones propias a cada uno, ambos coincidimos en una página web para infieles, para ella, un poco agobiada de tanto salido – desesperado, que buscaba polvos fáciles y cero compromisos, fue diferente mi mensaje, que intentaba regalarle una sonrisa y preguntaba si deseaba conocernos un poco más.
Para mí, consciente que por cada mujer estábamos apuntados al menos 10 hombres, era un desafío saber desmarcarme de la feroz competencia y llamar su atención, con educación, sin caer en la simpleza o dando una conversación muy sosa. Su propia presentación personal y el estilo de vestir que vi en su foto, ya que por privacidad ocultaba su rostro, fueron bastante aliciente para pensar cada palabra, cuando llego su respuesta, me alegro sobremanera.
Avanzamos despacio, nos escribimos un par de veces por la web y dimos un paso extra, darnos el contacto en una aplicación de mensajería móvil, fue cuando verdaderamente empezamos a hablar, fue cuando pude ver su rostro en fotos, fue cuando quise empeñarme en conocerla. Tuve que insistir algunos días hasta que me compartió fotos de su rostro y de cuerpo entero, cada nueva imagen era una confirmación más de lo atractiva que era, cada mensaje nuevo me confirmaba también su educación y carácter diferente, ella sabía que sexo fácil lo conseguía sin ningún esfuerzo, quería algo más: duradero, íntimo y especial.
Esto está en línea con mi propia búsqueda, tengo un buen hogar, con poco sexo, aunque una excelente convivencia, algo que no deseo perder, o arriesgar por una historia del tres al cuarto.
Unos años más joven que ella, el primer obstáculo a vencer fue su temor a mi rechazo por su edad o su figura, siempre argumenté que en sentido inverso también era completamente viable, que fuera ella quien al conocerme … me prefiriera solo como un amigo, y si era lejano, mejor aún …
Le pedí, y me concedió, la oportunidad de conocernos, sin compromisos de ningún tipo, sin presión sexual, sin ninguna exigencia posterior, comer como buenos amigos, frente a frente, y, solo si la situación era cómoda para ambos, podría aspirar a un beso y a una segunda cita… elegimos una ciudad intermedia, ya que vivimos a un par de horas de carretera en provincias diferentes de España, googlee con dedicación los mejores sitios para comer en esta ciudad, tratando de encontrar un sitio discreto, agradable, con buena gastronomía y que no fuera muy ostentoso, no quería darle la impresión de ser un pedante.
Ella dejo su coche en un punto clave, un parking cercano a la estación de autobuses municipal, punto en el que la recogí, fue en mi coche que nos acercamos al restaurante, gracias a Dios, fue una prueba superada, la comida estaba muy bien, el sitio también nos brindo un buen ambiente, la conversación fluyó, y yo, ejercí mucho dominio propio, porque ya desde esa comida la estaba deseando, recree mi vista en su culo y sus piernas a la menor oportunidad, sin caer en el morbo obseso, incluso, como me confirmo luego, sin que ella misma lo notase.
Siguiente cita, nuestro encuentro sexual, que deliciosa experiencia… desafío: encontrar la mejor oportunidad, dado que tanto ella como yo deseamos preservar nuestros hogares y nuestra situación sin cambios, había que planearlo bien, desplazarnos, encontrar un buen lugar y contar con tiempo para lo que ambos deseábamos, mucho más que un aquí te pillo, aquí te mato.
Por un relato que había leído hace algunos meses tuve la idea de buscar algo diferente a un hotel, consultar en otra aplicación, de apartamentos en alquiler por días, algo disponible en su provincia, más kilómetros para mí, más facilidad y protección para ella, nos propusimos compartir una tarde completa, ella llevaría la comida, yo me encargaría de llegar primero al sitio y hacer el registro exclusivamente a mi nombre, ella no debía ser vista ni debía quedar registro de su estadía, encontramos un sitio ideal, un apartamento completo en un pueblo a solo 30 minutos de ella, intimo, con artesonado de madera, una buhardilla romántica, discreta, con mesa y lavaplatos, el lugar ideal para nuestra tarde soñada.
El plan se cumplió, conseguimos llegar cada uno por su lado, yo venía escapado del trabajo, traje completo, la persona que alquilaba el departamento me acompañó para enseñármelo, aunque también tiene un pequeño hotel e intento convencerme de quedarme allí, a lo que me negué en redondo, alegué que buscaba concentrarme porque debía hacer una presentación profesional al día siguiente, la despaché tan rápido como pude y marqué el teléfono, ya estoy aquí, esperándote y deseándote, vida mía.
Como novios en su primera vez la recibí en la puerta de la casa, le ayudé a subir las bolsas con la comida que tomaríamos, un par de cálidos besos, para saludarnos y a poner la mesa, una
fideua
exquisita, una tortilla bastante buena y un revuelto de judías verdes con carne que defraudo todas las expectativas… y codillo, ¡trajo codillo! … pensé que quería atiborrarme a comida e intentar eludirme. Fue especial que durante la comida hablamos, reconocimos los mutuos nervios, y rebajamos la intensidad del momento.
Nada más recoger la mesa yo ya no podía esperar más, me acerqué por su espalda y la empuje contra la cama, cayo hacia adelante sujetándose con las manos, y recuperándose rápidamente, me respondió: déjame ir al baño… mientras ella lo hacía me despojé de corbata, zapatos y calcetines.
Cuando salió del baño, acudí a su encuentro, justo junto a la cama, traía una sorpresa, nada más quitar su vestido, de una sola pieza, que salió levantando por encima de su cabeza, me fascino encontrar un
catsuit
, sin bragas, negro, ajustado, que resaltaba su piel blanca por los pequeños agujeros del diseño, y que me hizo desearla aun más, me había enviado fotos con esa prenda, la realidad era superior a cualquier foto que me envío.
Empezamos a besarnos con pasión, explorando nuestras bocas, jugando con nuestras lenguas, para mí, sus labios finos eran especialmente deliciosos, su lengua traviesa penetraba mi boca y se adueñaba de mi propia lengua, mis manos deslizaban por su cintura, mis dedos rozaban su clítoris y sus labios vaginales suavemente, y subían nuevamente hasta sus pechos, firmes, abundantes y con pezones pequeños de punta ya endurecida.
Mientras inclinaba su cabeza hacia atrás y la llevaba empujada hacía atrás, para que cayera en la cama, sus manos también cobraban vida, liberaban mis botones y empujaban mi camisa hacia abajo por mis hombros, en un último impulso ella sintió la cama contra sus piernas y se acostó suavemente, piernas abiertas, una diosa de mármol con ese cuerpazo, aproveche para quitarme la camisa, colgarla en una silla y me arrodille frente a la cama, rendido al deseo que me provocaba, me resultaba tan guapa que tenía miedo de ir precipitadamente a la penetración y eyacular solo con rozarla, esta mujer me gusta de verdad.
De rodillas ante ella, mis manos subían por sus piernas, su vientre y hacía sus pechos, y mi boca se lanzo a beber su intimidad, a devorar un coño que me encanto desde la primera vista que tuve, no he hecho sexo oral a todas las mujeres que han pasado por mi vida, su vagina sí que me cautivo, rosada, delicada, de delicioso aroma, mi lengua exploro su intimidad, recorrí sus labios mayores e interiores con mi boca besando, mi lengua lamiendo, penetrando, baje por su perineo hasta su ano, y me extasíe también en lubricar ese agujero con mi lengua, algo que tampoco era mi
expertise
habitual, un beso negro, con ella era natural, cada pequeño golpe de mi lengua era respondido con un estremecimiento de su cuerpo, con un gemido de su boca, yo quería obtener de ella su máximo placer, que me desease tanto como yo lo hacía con ella, y tenía el secreto objetivo de asegurar que se corriera al menos un par de veces, previendo que la excitación me jugará una mala pasada.
En silencio, concentrado, mis manos no podían parar, sus curvas me resultaban exquisitas y mi boca se recreaba verdaderamente en subir, besar, succionar y lamer su clítoris, hasta hacerla temblar y suspirar, eso me calmo totalmente, retiro la sangre de mi polla tiesa al resto de mi cuerpo, a mi rostro que ardía sumergido en su entrepierna, a mis manos que iban por libre encontrando cada vez una mejor porción de piel, a mis hombros aprisionados con sus piernas forzando que deseaba enterrar toda mi boca en su vagina y su ano. Creo que conseguí mi objetivo y ella realmente disfruto este momento de nuestra cita.
Al cabo de un rato, levanto la cabeza, levanto el torso, me halo hacia ella y quedé inclinado sobre la cama, sosteniendo el equilibrio en mis manos, mientras nos besábamos y probaba en mi boca el sabor de su orgasmo, mi pantalón estorbaba ya, me puse en pie y mi pantalón salió, dejando mi polla dura frente a ella que sentada en la cama, empezó a besar mi miembro duro, su lengua jugaba con mi glande, mis manos acariciaban su cabeza, tiene un rostro precioso, la mirada de sus ojos verdes mientras comía mi polla era un espectáculo que nunca había disfrutado, cada minuto estaba valiendo la pena.
La hale hacia mí, poniéndola en pie, de nuevo disfrutando sus besos, acariciando su cuerpo, aunque esta vez sujete su mano derecha para hacerla girar y quedar de espaldas a mí, la empuje de nuevo hacia la cama mientras me quedaba de pie, la quería a 4 patas, el culo que admire desde nuestra primera cita estaba allí frente a mí, pase la punta de mi polla rozando sus labios vaginales, antes de este encuentro me había compartido que tuvo una delicada intervención médica, su vagina es delicada y sensible, y así quería tratarla yo, firme, atento a no producirle la más mínima molestia, teniendo eso claro acerque mi polla a su vagina, empuje el glande, ella estaba lubricada y preparada, mi pene entro suavemente con pequeñas pausas para dejar que se adaptará, que su vagina se acostumbrará a mi polla, talla media, un poco gruesa, 17 cm… me sujete a sus caderas y cogí un ritmo medio de penetración, dentro – fuera, respira, disfruta, cuida que ella disfrute cada embestida, atento a que recuperé el aliento cada vez que vas atrás para tomar el siguiente impulso.
Entre las sorpresas que ella había traído, estaba una pequeña palma de
bondage
, al alcance de mi mano, sujete la palma con mi mano derecha y propine azotes en su nalga izquierda mientras mi mano izquierda la mantenía recta, empujando su espalda hacia abajo, azote, empuje de mi polla, sentía sus pequeñas convulsiones y el palpitar de su vagina, así jugamos durante unos cuantos embistes, alternando las palmadas con mi penetración; finalmente solté la palma, pase directamente a azotar su nalga derecha con mi mano derecha, golpe fuerte, palma hueca para no dañarla, creo que fue el primer momento en que fui consciente de su orgasmo, aguante la erección y me retiré hacia atrás mientras ella caía deshecha contra la cama, boca abajo, se apreciaba la placidez de su cuerpo, su respiración era entrecortada y su cara era de completa satisfacción.
Aún teníamos fuerzas para continuar, yo quería más, mucho más de toda ella, me moví para entrar en la cama por el lado izquierdo, contrario hacia el lado en que descansaba su cabeza, ahora el juego era otro, ella misma había traído un antifaz ciego, me acosté boca arriba a su lado, ella se revolvió hacía mí, y yo aproveché para ponerle el antifaz, nos besamos, y ella, a ciegas empezó a bajar con su boca por mi cuerpo en busca de mi miembro erecto, de nuevo, apreso mi polla con su boca, mamando, jugando con su lengua, ambos queríamos explorar y mi juego ahora fue sujetar mi polla con la mano izquierda y pasarla suavemente cerca de su boca, haciendo que la buscase, rozando su lengua inquieta que palpaba el aire en busca de mi miembro, un par de veces sujeté su cabeza con mi mano derecha y empuje a fondo en su boca, sin ahogarla, follando un poco esos deliciosos labios.
- ¿Te gusta este juego?
- Sí… contesto ella en una pausa con mi polla fuera de su boca.
Retiramos el antifaz de sus ojos, y la empuje hacia más abajo, mientras me acomodaba para encajar en un ansiado 69, ella estaba realmente hambrienta de buen sexo y disfrutamos de nuevo de nuestras bocas, ahora cada uno dando todo el placer posible en el sexo del otro, llegaba el momento del tercer juguete que ella trajo a nuestra cita, un pequeño
plug
anal, de estos que tienen forma de nabo delgado, alargado y que terminan en una pequeña joya de fantasía, hummm, como suspiro solo con recordarlo. Como ella quedo encima pude penetrar con mi lengua su vagina a placer, con mi lengua tan firmemente como pude.
Empecé penetrando su culito con mis dedos índice, dilatando su agujerito mientras mi boca se deleitaba en su coño, ella suspiraba o mamaba, temblaba, yo me concentraba, quería hacerlo bien, era el nirvana pensar que me follaría también su culito en la primera cita, no me podía permitir el más mínimo fallo, debía excitarla al máximo, cuando tuvo su nuevo orgasmo la penetré con el
plug
en el coño, y jugué un poco al mete – saca con el juguete en su vagina, cuando estuve seguro de que la humedad de su orgasmo tenía el juguete bien lubricado, levante mi cabeza y moje su ano con mi lengua tanto como pude, acto seguido, empuje el
plug
, despacito, sin ceder un ápice, sin forzar, penetrando ese ano hasta que la joya hizo tope. Sin dejar de jugar con mi lengua en su vagina, ni que decir que su boca también tuvo buen trabajo en mi polla. ¡Como se corrió! De nuevo cayo desmadejada con su cabeza a los pies de la cama mientras temblaba en un nuevo clímax.
La tarde se daba bien, ambos deseábamos seguir jugando, seguir descubriéndonos, contra mis temores iniciales, concentrarme en su placer me estaba ayudando a retrasar mi corrida y aún tenía energía para seguir.
Ahora me puse en pie y me pare a los pies de la cama, ella se dio la vuelta y se puso de nuevo a 4 patas, llegaba el que creí era mi mejor momento de la tarde, follarme su culito, que ganas tenía, empecé penetrando su húmeda vagina para lubricar un poco más mi pene, suavemente retiré el
plug
y en su lugar puse mi polla que empezó a entrar lentamente, como goce cada centímetro de carne que penetre en su agujerito más delicioso, el
catsuit
me jugo una pequeña pasada, deslizando hacía abajo oprimiendo mi pene, así que tuve sujetarlo con la mano izquierda, mientras mi mano derecha acababa de guiar mi pene en su culito hasta que mi pelvis hizo tope con sus nalgas. Recuerdo que me dijo:
- Que atrevidos son los tíos, yo no metería nada por ahí…
Yo, apague la razón, solo me dedique a sentir, note que ella iba masturbando su coñito, solo lo note, yo estaba bastante concentrado en follarle el ano, entraba y salía, con ritmo medio, sin generar fricción, disfrutando la presión en mi pene, anticipando ahora sí, mi orgasmo, como recuerdo ese momento, que a gusto estaba, como me gusto y como empuje tan a fondo como pude… mi pene palpitaba y mi explosión llego mientras me aferraba a su cadera y mi cuerpo era ahora el que temblaba como un flan. Fue intenso y especial.
Parte de la buena compenetración que vivimos esa tarde, estuvo en habernos reservado completamente para estar allí, así que pudimos acostarnos tranquilamente, relajados después de este primer encuentro, haciéndonos carantoñas, riendo y hablando, le conté algunos de los chistes que más disfruto y ella respondió con bastante buen humor e ingenio, la tarde era deliciosa, creo que en ese momento también aprovechamos para comer un par de flanes que había traído para el postre.
Esta mujer tiene un precioso cuerpo así que después de algunos minutos de conversación y descanso yo deseaba volver a entrar en su cuerpo, ahora dejé que ella llevará el liderazgo, sus besos en mi boca elevaban de nuevo mi temperatura y la respuesta de mi cuerpo no se hizo esperar, ella se acomodo sobre mí, y… ¿dolor? Pues sí, cuando se disponía a cabalgarme el
catsuit
deslizo de su cuerpo tensado por su posición de rodillas, dando un pequeño latigazo a mi miembro en todo el glande, prufff, mi erección bajo inmediatamente y yo me retorcí incomodo, no fue un dolor mortal, aunque jodió que no veas.
Ella no dudo mucho en desnudarse completamente, ver de nuevo sus curvas dispuestas para mí fue suficiente para que mi pene despertará nuevamente, duro y húmedo para ella, que ahora sí se acomodó dejando que mi miembro entrará en su cuerpo con sus rodillas envolviendo mi cintura, así empezó su cabalgata, yo disfrutaba todo, como me montaba, la visión de su cuerpo, mis manos ancladas firmemente en sus pechos, que apretaba al compas de su cabalgata, sus gemidos que me confirmaban su excitación y su momento de placer.
Jugamos, cambiamos posiciones, o bien ella me cabalgaba o bien la penetraba a misionero, disfrutando el roce de nuestros pechos, sentir sus pezones en mi pecho fue otro momento especial para mí.
Mi orgasmo no sería inmediato, no tardo en recuperarme, sí tardo en correrme por segunda vez, así que probamos diferentes posturas, en verdad que me fue intenso no parar de acariciar su cuerpo en cada oportunidad.
Hicimos un alto, ella fue al baño y me obsequió con una nueva vista especial, vistió mi camisa para no ir completamente desabrigada, una visión que siempre he considerado muy sexy es una mujer de buen cuerpo vistiendo nada más que una camisa de hombre, en este caso era una camisa de color lila, combinaba con su piel blanca, a mí me lo parecía, que se veía aún más sexy y deseable.
Regreso a tumbarse a mi lado, a compartir nuevas carantoñas y cariños, se tumbo sobre mi pecho hecha un ovillo, una gatita mansa, una gata que me conquisto y sedujo más allá de lo que esperaba.
La tarde avanzaba y ambos debíamos volver a la realidad, no me corté:
- Amor, quiero follarte otra vez por aquí… dije mientras jugaba con mis dedos en su culito.
- Aha, adelante… despacio; contesto ella.
Me puse de rodillas frente a ella, una vez más deslicé mi pene en su vagina: húmeda y delicada, así me lubrique y preparé nuevamente para follarla como más la deseaba, entonces sujete sus muslos hacia arriba, haciendo una V con su cuerpo y elevando un poco su cadera para exponer su culito a mi penetración, despacio retire mi pene hacia atrás y lo dirigí hacia su ano, empujando lentamente, de nuevo llego su murmullo:
- Despacio, por favor…
De nuevo su mano derecha se deslizo hacia su coño excitado, mi polla entraba en su ano, mi sangre hervía y mi pene anunciaba su segunda descarga, me calentó aun más que antes, poder ver sus pechos, su rostro con los ojos cerrados mientras la follaba por el culo, sus piernas sujetas con mis manos, esas piernas por las que había hecho kilómetros y los volvería a hacer aunque solo fuera por ese momento.
Orgasmazo el que tuve allí, la corrida fue menos abundante, pero el sentimiento fue más intenso, aguante empujando mi pene a fondo en su culito mientras soltaba hasta la última gota de semen que me quedaba y me retiré agotado de su cuerpo, en este momento era mi cuerpo el que reclamaba un descanso, ahora fui yo quien cayo desmadejado a su lado, era yo quien clamaba ahora por mimos para recomponerme después de semejante polvo.
Ella seguía envuelta en mi camisa, yo estaba encantado de haberla tenido esa tarde para hacerla mi amante y mi hembra, ella me recordó un detalle:
- Tu camisa, vas a irte oliendo a mí…
- Lo sé, he traído mi colonia para resolverlo…
- Lo tenías todo planeado, que pillo eres…
La verdad es que no, no soy un golfo redomado, aunque sí, esta tarde la planee, previendo resolver los menores detalles, para no despertar sospechas y poder vivir más tardes como esta, definitivamente con esta diosa, quiero vivir más tardes como esta.
Aún sueño, con correrme en su boca o atarle las manos, solo es nuestra primera cita, ya vendrán otras…
Así fue que por chat, pasados unos días desde esta cita, comentamos cuando podríamos volver a vernos, y ella pregunto:
- ¿Cada cuánto puedes quedar, tú?
- Cada 29/febrero… ¿te viene bien? Contesté yo soltando una carcajada de traviesa felicidad.