Cabañas calientes (2)

Una orgía que derrite los mayores hielos del sur argentino con el Gato, su primo y dos amigos.

Cabañas calientes 2

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A la mañana siguiente partimos nuevamente a nuestro destino, y llegamos a El Bolsón, un lugar paradisíaco en el sur argentino. Rentamos una cabaña para los cuatro que contaba con 4 camas individuales, un pequeño baño y una cocina. Llegamos cerca del anochecer y el frío era intenso. Buscamos un lugar para cenar y por fin nos decidimos por un restaurante que ofrecía asado criollo. Durante la cena, mi primo confesó que la noche anterior nos había escuchado a Miguel y a mi teniendo sexo y que lo había puesto muy caliente. Yo no lo podía creer, Mauro no era tan directo conmigo, y mucho menos tan abierto para hablar del sexo entre hombres. Por un momento se me pasó por la cabeza la idea de estar con Miguel y con mi primo Mauro juntos. Ese trío me quedó palpitando en la mente durante toda la cena. Miguel, no pareció sorprenderse de lo que Mauro comentó, y Juan tampoco. Así que supuse que ya habían hablado entre ellos. En eso pensaba cuando Juan comenzó una especie de interrogatorio sobre el sexo gay que me dejaba estupefacto. Parecía una conferencia de prensa donde yo contestaba los requerimientos de los otros tres, con preguntas sobre ¿cómo la chupás? O ¿realmente es tan lindo que te chupen el culo? De vez en cuando Miguel respondía por mí, haciéndose cargo absolutamente del placer que había recibido la noche anterior, esa actitud suya me gustó de verdad.

Luego de cenar caminamos un rato por el centro del Bolsón y nos fuimos a dormir, ya que al otro día partiríamos hacia las montañas y queríamos estar bien descansados. Cuando llegamos a la cabaña, Miguel se fue a bañar y sin ningún tipo de tapujos me invitó a unirme a su baño. Le respondí que sí, y Mauro dijo que no hiciéramos mucho ruido.

Entramos al baño y abrimos la ducha de agua caliente, el ambiente no estaba frío puesto que habíamos encendido temprano la estufa. En El Bolsón, de noche las temperaturas descienden a bajo cero. El vapor empezó a llenar todo el lugar y sin perder tiempo y con seguridad, tomé a Miguel por la cintura y lo atraje hacia mi cuerpo, fundiéndonos en un beso profundo. Sus manos comenzaron a recorrerme, hasta que se adueñaron de mis nalgas. Sus manos abrían mi culo y sus dedos jugueteaban en mi entradita. Mi lengua recorrió su cuello, lo lamí todo. Le mordisqueaba los pezones produciéndole temblores en todo el cuerpo. Finalmente, entramos en la ducha y ya con el agua cayendo sobre nosotros me arrodillé para llevarme a la boca ese manjar que erecto deseaba ser tragado y succionado.

Sus manos se adueñaron de mi cabeza y comenzó a cogerme con fuerza la boca. Su pija entraba y salía mientras mi lengua y mis labios le permitían patinar garganta adentro. Su cuerpo era hermoso, se apoyaba contra la pared y se inclinaba para disfrutar del espectáculo que le ofrecía al comerme su verga. Yo tragaba cada centímetro de carne que realmente sabía muy bien.

En eso estaba cuando se abrió la puerta del baño, eran Juan y mi primo. Ambos estaban desnudos y con sus pijas duras. Mi primo dijo que tenía ganas de comprobar si en verdad los hombres la chupan mejor que las mujeres. Yo me sonreí y les hice señas de que entraran en la ducha. La verdad era que no había mucho espacio, pero de eso se trataba, de que nuestros cuerpos se aprieten unos contra otros. Yo seguía de rodillas, ahora con tres pijas erectas frente a mi boca golosa. Comencé a chupar la de Mauro, que era tan grande como siempre imaginé, mi primo jadeaba de placer, y sus jadeos aumentaron cuando Miguel comenzó a mordisquearle sus tetillas. Ya todas las cartas estaban echadas. Serían unas vacaciones calientes entre las montañas heladas.

Pasé de la pija de mi primo a la de Juan que si bien no era tan larga era más gruesa que las otras dos, y con una vena bien gorda que la recorría desde la cabeza hasta el final del tronco. Mis labios envolvieron aquel manjar y comencé a succionar con fuerza y dedicación. Juan metía su verga en mi boca y me llenaba. Podía ver como Miguel seguía lamiendo los pezones de mi primo mientras ambos se pajeaban. Parecía una película porno, de las mejores.

Miguel abandonó a Mauro y se ubicó detrás de mí para jugar con el jabón y mi culo. Metió poco a poco el jabón en mi orto y luego sus dedos fueron entrando explorando mi interior. Yo dejé la pija de Juan y me decidí a comerme el culo de mi primo que se me antojó riquísimo. Mi lengua buscó su lugar secreto y lo encontró. Mauro se entregó al placer del beso negro y se estremecía con cada lengüetazo. Juan decidió dar rienda suelta a sus deseos y se arrodilló junto a mí para comerse la verga de Mauro, que de ser chupado por delante y por detrás se vació de inmediato en la cara de su amigo. Miguel levantó mi cola y me enchufó su verga sin piedad. El dolor fue tremendo, me gusta ser penetrado suavemente e ir aumentando la velocidad con el tiempo, pero la calentura era tal que no me importó y lo dejé sin decirle nada. Empezó a moverse como un culeador de ortos experimentado, entraba y salía de mí con facilidad debido al jabón. El dolor fue pasando y comencé a disfrutar el tener dentro de mí esa verga caliente. Juan se puso de pie y me la metió en la boca una vez más, y como si estuviesen sincronizados, las embestidas de ambos me llenaban por delante y por detrás de una manera lujuriosa y sumamente placentera. Miguel fue el primero en correrse sobre mis nalgas dando un grito de indio salvaje victorioso en la batalla. Luego, Juan me llenó la boca de leche caliente, mientras me decía "tomá Gatito…la lechita que tanto te gusta". Yo me tragué hasta la última gota. Cuando terminaron, entre los tres me pusieron de pie y como si ya lo hubiesen hablado entre ellos, Juan y Miguel se retiraron del baño dejándome a solas con el machote de mi primo.

Mauro me miró a los ojos y me preguntó si me había gustado, le dije que sí, y le devolví la misma pregunta, dándome el por toda respuesta un beso de lengua que me dejó sin habla.

Mientras su lengua recorría mi interior, su mano se apoderaba de mi verga durísima de tanta calentura y comenzaba a pajearme con delicadeza.

Lo tomé por los hombros y lo hice arrodillar frente a mi, y lentamente, le fui introduciendo mi pija a punto de estallar entre los labios. Él abrió su boca virgen de verga y se fue tragando mi carne hasta que la sintió en la garganta, y comenzó a chupar con cierto temor, que se disipó cuando en mi cara se dibujó una sonrisa. Fue ganando confianza y velocidad, hasta que se transformó en una puta chupa pija de lujo. Me vacié dentro de su boca con infinitos trillazos de leche espesa que Mauro tragó golosamente.

Finalmente nos dimos otro beso como para sellar ese pacto que recién comenzaba y que durante muchos años me llenaría de placer.

Durante esas vacaciones cojimos de diversas maneras entre los cuatro, siempre entre los cuatro, aunque entre mauro y yo había lago especial. Mi relación con él fue decayendo con el correr de los años, sin embargo, con Miguel, mi amante caliente y guerrero nos dimos placer varios años más.

El Gato .-

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