Caballo loco (9)

Siguen las aventuras de este singular peronaje de las pampas.

CABALLO LOCO PARTE IX

Caballo Loco regresaba a la estancia con el carro cargado de provisiones. En el camino reseco por la falta de lluvias, divisa una carreta tirada sobre el costado del camino que lo llevaba de regreso.

Un hombre relativamente joven se le cruza delante, haciendo señas para que se detenga.

__ ¡Que suerte don, por este camino no pasa nadie!

__ ¿ que le sucede mi amigo?

__ Se ha roto un eje del carromato, y no tengo posibilidad de repararlo.

__ ¿Necesita ayuda?

__ ¡Sí! Si usted no tiene apuro, ni inconveniente.

__ La verdad que no, es recién de mañana y seguramente llegaré a la estancia antes del anochecer.

__ ¡Gracias amigo!

Caballo Loco acomodó sus caballos en la sombra de los árboles y bajó a tierra y se encaminó hacia la carreta del hombre. Vio que se asomaba una mujer de una pequeña tienda que habían armado a un lado de la carreta.

__ ¿Cómo debo llamarlo señor?

__ A mi, dígame, Caballo Loco, soy un indio de estas pampas.

__ Bueno amigo Caballo loco, mi nombre es Juan Gutiérrez y estoy con mi esposa Clara que está preñada y mi hijo Joaquín de 12 años.

Los dos hombres se acercaron a la carreta averiada y comenzaron a tratar de levantarla, para poder sacar la rueda y así poder reparar el eje roto. El sol de enero sobre la tierra era abrasador y en seguida los hombres quedaron en cueros y empezaron a chorrear sudor. Luego de unos momentos por fin lograron su cometido, apareció entonces Clara, la mujer con un jarro con agua fresca y los hombres bebieron agradecidos.

Una vez que bebieron el agua el hombre comentó que debería llegarse hasta el pueblo más cercano para tratar de buscar a algún herrero porque visto como estaba el tema no podría arreglar la carreta. Entonces decidieron que sacarían un caballo de los que llevaba el indio, Juan lo montaría y se llegaría hasta el pueblo a ver que podía conseguir.

En un instante el hombre desapareció dejando a su familia al cuidado del indio.

Dentro de la tienda madre e hijo conversaban.

__ ¿ Qué te parece este señor, Joaquín?

__ Parece buen hombre mamá.

__ Sí eso parece… __ Y la mujer se quedó pensando.

__ ¿En que piensas mamá?

__ Nada, nada, cosas de grandes

__ Vamos puedes contarme ¿Qué te preocupa?

__ Es sobre tu padre y yo

__ ¿Papá te ha tratado mal?

__ No, no es eso, es que

__ ¿Qué?

__ Directamente no me trata

__ ¿Qué quieres decir?

__ No me presta la tención que una mujer como yo necesita, debe ser por mi estado.

__ No le gusta que tengas esa panza

__ Seguramente

__ A mi si me gusta __ dijo el chico poniéndose colorado.

__ ¿De verás?

__ Sí madre… Tu me gustas mucho.

__ ¡Oh! Me encanta que digas eso __ diciendo esto la mujer que no tendría más de veinticinco años abrazó a Joaquín y le beso las mejillas. Joaquín sintió como la sangre se le convulsionaba y su animal virgen empezaba a cobrar vida. La mujer no lo soltó y mordisqueó una oreja del niño, que ya no podía tener las manos quietas y con mucho cuidado apoyo una mano sobre las llenas tetas de la madre que exclamó un suspiro que hizo aún más excitante la escena.

A Caballo Loco pareció escucharle unos ruidos extraños y fue pore eso que se acercó sigilosamente a la tienda y como a él le gustaba busco un sitio cómodo y sin ser visto se quedó mirando.

Clara bajó su vestido liviano y floreado y dejó a l avista del hijo las tetas sabrosas. __ ¿Te gustan? __ El niño hizo que sí con la cabeza __ Están llenas de leche, ven ,chupalas__ Ella las agarró y se las acercó la boca. El niño acercó sus finos labios y se prendió al pezón oscuro y grande, totalmente parado y empezó a chupar, escuchando los gemidos y suspiros de la madre que se retorcía como un reptil diabólico y sensual. Joaquín mordía las tetas y sentía que su pija iba a reventar de un momento a otro. El rostro de Clara era una delicia, blanca y rosada, y los ojos verdes hacían de ella una gata en celo terrible y necesitada de sexo.

Así encontró el miembro de su hijo por sobre el pantalón y lo apretó con ganas, se sonrió al tocar aquella gruesa herramienta para un niño de su edad estaba bien dotado. El muchachito sentía un hormigueo en todo el cuerpo y era incapaz de controlarse, por eso la mujer lo dejó un momento y alcanzó su boca y la pegó a la del niño y sus lenguas se cruzaron despiadadamente.

__ ¡Quítate el pantalón y muéstrame lo que llevas entre las piernas__ Joaquín se apartó de la madre, se puso de pie y bajó sus pantalones y luego saco su camisa quedando completamente desnudo, allí fue que vio al mirón y exclamó __ ¡Mamá! ¿nos están mirando!__ La mujer solo sonrió y dijo __ Caballo Loco si quieres acércate, tu que eres hombre ¿Qué opinas de este niño? __ El indio entró en la tienda con una terrible erección que ya se notaba a través de la tela de su pantalón. Miro al niño sonriendo y este no se sintió intimidado, al contrario sintió un extraño gusto al verse observado por el hombre.

__ Pienso que está muy señora. Va a ser feliz a mucha gente.

__ Es lo que creo ¡Acércate Joaquín!

Dicho esto la mujer tomó con sus manos el reptil del niño que aún no tenía tanto vello púbico, pero que su verga anunciaba calentura, la besó y el niño creyó que se moriría allí mismo, cuando su madre tragó el resto y empezó a succionar toda la tienda le dio vueltas y así parado como estaba descargo litros de leche en la boca de Clara que se tragó golosa hasta la última gota.

Una vez que limpió la herramienta de su hijo Clara miró al indio y le susurró con un brillo salvaje en los ojos __ ¿Y tú? ¡Muéstranos lo que tienes! __ Caballo Loco, por supuesto no se hizo rogar, y en un instante estuvo desnudo delante de madre e hijo, que abrieron sus bocas cuando vieron la vergota que se presentaba ante sus ojos y adornado además con esos enormes huevos que portaba el indio.

__¡Es una maravilla! ¿No lo crees Joaquín?

__ Sí madre, ¡Es enorme!

__ ¿Te gusta?

__ Sí mucho.

Clara se acercó al indio y parada como estaba tomo con su mano la verga del indio y empezó a masturbarlo lentamente, mientras que con la boca buscaba la boca del Caballo Loco que sin perder tiempo le hizo sentir su endiablada lengua. Con sus manos el indio terminaba de dejar desnuda a la mujer y a su prominente barriga que la hacía aún más bella.

El indio fue acercando su boca a las tetas de la mujer y empezó a succionar los pechos de Clara que gemía sin descanso y le daba leche al indio. Abriendo los ojos por un momento le habló a Joaquín __ Acércate hijo, toma está verga, debes aprender a hacer feliz a las personas que te tratan bien. ¡Cómelo!__ Dicho esto el niño se acercó y con su golosa boca, de rodillas, empezó a meter en su pequeña boca el garrote del indio, mientras la madre seguía dando leche de sus tetas a Caballo Loco.

Clara su colocó de rodillas y ella también atacó con su boca el miembro del indio, besaba al hijo, chupaba la pija del indio y tragaba los huevos de Caballo Loco que respiraba pesadamente y gemía loco de placer. El niño imitaba al madre y repetía la operación alternando huevos con pija. Entonces Clara fue más allá y buscando la parte trasera del indio, llegó hasta las nalgas duras del aborigen y con su lengua insaciable comenzó a hurgar en el anillo del indio.

Caballo Loco se acostó en el suelo y Clara presurosa se montó encima del indio y empezó a cabalgarlo en lo queridamente, enterrando hasta lo más hondo la herramienta de cabalo Loco en las profundidades de sus entrañas. Para todo esto el niño ya estaba con la verga dura nuevamente. A una seña de Caballo Loco se acercó a la boca del indio que la tragó sin miramientos. El indio chupaba la pija del niño y se comía los testículos de este, mientras con sus dedos comenzaba a acariciar el culito virgen del niño, que se sentía caliente como nunca antes. El solo en un movimiento se enterró un dedo de Caballo Loco en su virgen ano y sus quejidos de gozo entusiasmaron aún más a la madre que no dejaba de cabalgar al indio.

Cambiaron de lugar y el niño fue el que se acostó en el suelo y su madre se montó arriba de él dejando su cola preciosa hacia arriba. Caballo Loco metió su lengua en el agujero de Clara que dejó escapar un aullido animal __ ¡Uhhhhhfff! ¡Arggggg! ¡Así lámelo, cojélo, cojélo!__ El indio lubrico el culo de Clara y cuando estuvo bien lubricado apuntó su pija al centro de deseo de la mujer y comenzó a empujar suavemente, mientras los quejidos de Clara tronaban en toda la tienda, en tanto Joaquín descargaba otra vez su leche dentro de la madre.

__ Acércate __ pidió el indio al niño, cuando estuvo a su lado lo hizo girar sobre sus pies, hizo que se abriera las nalgas y le acercara el culo a la boca y Caballo Loco metió la lengua en el excitado agujerito de Joaquín que suspiraba de calentura, en ese ínterin el indio enterró un dedo en el esfínter que se abrió sin problema ante la calentura febril del niño. Clara se movió y dejó libre la víbora de Caballo Loco, hizo poner de rodillas a su hijo y levantó el culo de este. Haciendo una seña Clara ordenó a Caballo Loco, este apoyó la unta del glande en el orto del niño, cuando Joaquín sintió la vara en su culo solo retrocedió se ensartó la herramienta en el anillo, sintió una punzada pero eso no lo amilanó ni le hizo perder calentura, al contrario se sintió más atraído aún por el pedazo de carne que tenía enterrado en su culo hasta que logró meter una buena porción, Caballo Loco empezó a ir y venir en el interior del niño que gozaba como un loco ante semejante penetración, Clara lo miraba y lo besaba mientras se masturbaba furiosamente metiéndose tres dedos en su concha que emanaba líquidos por todos lados, el indio apresuró la cogida porque ya no aguantaba más el estar encerrado en tan apretado agujero y entre movimientos eléctricos y gritos demenciales largaba gran cantidad de semen dentro del niño que cayó de bruces al suelo con el culo totalmente lleno de líquido y mareado de tan exquisito placer.

Clara se prendió del garrote del indio hasta dejarlo completamente limpio y brilloso. Luego de esto los tres se tiraron en el suelo desnudos como estaban, agotados de tanto sexo y con el calor abrumador de enero que ya se hacía insoportable.