Caballo loco (8)

Continua la historia...

CABALLO LOCO PARTE VII

El patrón ordenó a Caballo Loco que fuera al pueblo a buscar, herramientas, verduras, carnes y todo lo necesario para la despensa de la gran estancia.

Así partió entonces el indio con un carro bastante espacioso para poder cargar todo lo que debía en el almacén de ramos generales del Turco Saúl, como era conocido el dueño de la tienda.

Caballo Loco llegó al lugar y ya había unos cuantos parroquianos comprando, otros jugando a las cartas y otros solamente bebiendo. Nadie se sorprendió al ver llegar a un indio, porque era costumbre ya que los aborígenes fueran y vinieran entre los criollos y gringos.

El indio saludó y preguntó por el dueño. El Turco lo miró y agarró el papel que Caballo Loco le extendía. El indio no sabía leer. Cuando El Turco leyó detenidamente el papel, se sonrió y habló algo con el muchachito que tenía de ayudante. Luego hizo una seña al indio para que lo siguiera.

Allá fue detrás del Turco Saúl, el indio a paso lento y tranquilo. Pasaron detrás de la tienda mayor y entraron en una especie de depósito. El Turco iba con el papel en la mano. Se dio vuelta y preguntó __ ¿Sabes leer?__ El indio sorprendido contesto que __No__ Entonces no sabes lo que dice aquí__ dijo el Turco mostrándole la carta. El indio hizo que no con la cabeza.

__ Habla muy bien de vos__ el Turco comentó esto acercándose al indio.

__ Me alegra oírlo__ dijo Caballo Loco sin moverse.

El Turco se paseo por sobre el cuerpo del indio, mirándolo de arriba abajo.

__ No se equivocó tu patrón__ dicho esto apretó con firmeza la entrepierna del indio que seguía sin moverse.

__¡Oh! Es cierto __ exclamó entusiasmado. Acarició un tiempo más suavemente.

__ ¡Bájate los pantalones!

Caballo loco sin hacerse rogar se bajo la ropa de la cintura para abajo. Su animal brioso apareció semi endurecido, quizá por la situación. El Turco prestamente se agachó a observarlo de cerca. Lo tocó y lo palpó, todo esto antes de llevarlo a la boca. A está altura la verga del indio aparecía en todo su esplendor y Saúl se lo devoró, babeando y gozando la vara hirviente de Caballo Loco que comenzaba a suspirar pesadamente.

__ Sácate toda la ropa__ ordenó el Turco con los ojos en llamas. El indio obedeció al instante. El Turco se levantó y tomando de los cabellos al indio, comenzó a comer la boca y la lengua de Caballo Loco que devolvía los fogosos besos del hombre que no paraba de saborear esos labios profundos. Luego pasó a su cuello y lo mordió desesperado cada vez, el indio lo abrazaba y el Turco lo apretaba con ferocidad sexual, no queriendo soltar a su presa rendida ante tanta atención.

Ahora Saúl encontró el pecho de Caballo Loco y llegó hasta las tetillas para mordisquear y hacer escapar gemidos incontenibles y desaforados del indio, que ponía los ojos en blanco, con las manos el Turco apretaba los huevos enormes de Caballo Loco y escarbaba en el ojete del indio que se abría más y más a cada avance de los dedos del Turco que penetraban sin demora el ansiado agujero. Así parados como estaban Saúl lo dio vuelta y comenzó a besarle la espalda, sin dejar de apretar la verga y los huevos del indio que estaba a punto de estallar en cualquier instante, ante el avance de tantas caricias en todo lo largo y ancho de su cuerpo.

El Turco tenía apoyado su tronco en el culo de Caballo Loco que pedía verga a todas luces. Nuevamente se agachó el Turco y mordió y lamió las nalgas del indio, para luego de unos momentos encontrar el ano de Caballo Loco y posar allí su endiablada lengua. Así colocado como estaba el Turco Saúl tenía a su disposición, verga y huevos del indio. Entonces alternaba las chupadas entre culo, huevos y pija, este sentía que sus piernas se aflojaban, se sentía mareado por las oleadas de calentura violenta que le provocaban esas terribles caricias que le propinaba el Turco.

Saúl se paró y en un momento el indio sintió la carne pegándole de lleno en su culo. El Turco había dejado caer sus pantalones y encaminaba su vara hacia el anillo deseoso de Caballo Loco. Sintió la presión de la cabeza, el Turco empujó un poco y la cabeza fue entrando sin piedad, el indio dio un grito apagado, no de dolor, sino de extremo placer, y fue más grande cuando fue penetrado totalmente por la pija de Saúl. El Turco estaba bien prendido a sus caderas y lo bombeaba sin parar.

Caballo Loco sacaba lo que más podía su culo hambriento hacia atrás, para sentirse clavado profundamente, por el terrible garrote de Saúl que no tenía nada que envidiar al indio, los huevos de este pegaban contra las nalgas del indio y las manos de este apretaban el culo del Turco lo más que podían y cuando los movimientos veloces lo permitían. De está manera lograba sentirse febrilmente clavado, en tanto el Turco tenía prendida la estaca dura a punto de reventar de Caballo Loco, que aguanto lo que pudo, hasta que el Turco comenzó a inundar el culo de leche, él por su parte bañó de semen las bolsas que estaban apiladas a sus pies.

Cayeron exhaustos uno sobre el otro sobre una mesa de madera larga que estaba delante. El Turco mordía el cuello del indio, y su verga permanecía latiendo dentro del anillo de Caballo Loco que sentía chorrear entre sus piernas la leche del Turco. Saúl lo besaba en la oreja, el cuello y la espalda con una inmensa ternura. Fue en eso que oyeron voces.

__ ¿Dónde está ese Turco matrero?

__ Pero no don Zoilo le digo que no está

__ Si yo lo vi, décime donde

Don Zoilo entró como una tromba en el sitio y allí los vio. Al Turco montado sobre el indio, detrás de él, el dependiente, que seguramente sabía lo que hacía el turco con el indio, no era ajeno a los gustos de su patrón. Como tampoco lo era don Zoilo, un hombre enorme, de enormes manos y de unos sesenta años.

__¡Ahá! Turco, lo tenes bien enseñao a este ladino, me dijo que no estabas

El turco se incorporó, sin ningún apuro y dijo

__ Y qué podemos hacer don Zoilo

__ No sé a usted que se le ocurre mi amigo

El Turco entonces preguntó a su ayudante

__ ¿Ya cerró?

__ Si, don Saúl

__ Bien entonces venga aquí y pídale disculpas a don Zoilo.

__ Sí patrón.

Dicho esto el ayudante se acercó a don Zoilo y le quitó el sombrero, un poncho que este traía sobre los hombros y sutilmente manoteó el cinturón de don Zoilo que sonreía sabiendo adonde terminaba esto. Así fue que los pantalones cayeron al piso y el dependiente comenzó a acariciar la poronga de don Zoilo que lentamente cobraba vida, más aún cuando los labios del muchacho rodearon el reptil dulcemente y la lengua comenzó a recorrer lo que estaba levantándose, don Zoilo hablaba

__ mmmm, mi muchachito, que dulce, quieres hacer feliz a este viejo,mmmm así, vos sabes como hacerlo, ahhhhh

Una vez que la verga estuvo en su esplendor don Zoilo pareció reparar en Caballo Loco que miraba la escena con una tremenda lascivia.

__ ¿Y este mozo quién es? Tiene un culo soberbio Turco, que preciosura te has comido.

__ Es todo tuyo don

__ Entonces ven aquí muchacho, déjame verte bien

Mientras el ayudante seguía prendido a la verga, don Zoilo tomó al indio de la cara y le plantó su lengua entre la boca de este que respondió sin timidez.

__ ¡Que bien besa, es una niña!¡Muéstrame tu culo!

Así lo hizo extasiado el indio y don Zoilo penetró con un dedo enorme el ano entreabierto de Caballo Loco, así estuvo un rato don Zoilo, penetrando al indio con un dedo y luego con dos.

__ Ahora ven aquí muchacho de las pampas, pon un pie aquí__ Caballo Loco subió una pierna en la mesa y con la otra apoyada en el suelo, sacó el culo hacia lo más abajo y atrás que pudo y allí lo entró don Zoilo que bramó __¡Ohhhhhhhh! ¡que bueno que está!¡Es un culo hermoso!¡Ahhhhhhhhh, como lo gozo, como lo gozo! ¡Ustedes no se queden ahí mirando denle sus porongas al muchacho que las está deseando!

El Turco y el ayudante subieron a la mesa blandiendo sus vergas paradas y la pusieron al alcance de la boca hambrienta de Caballo Loco que las fue tragando por turnos una a una, en tanto dependiente y patrón se besaban apasionadamente cruzando sus lenguas y saboreándose sin descanso, ambos apretaban las nalgas y masajeaban con sus dedos sus respectivos anos deseosos y ardientes.

Don Zoilo lleno de semen el culo de Caballo Loco y en forma simultánea acababan copiosamente en la boca del indio, el Turco y su ayudante, Caballo Loco tragó hasta la última gota. Los hombres se abrazaban y besaban agotados. Caballo Loco aún permanecía recostado en la mesa con su herramienta parada y dura como fierro. Don Zoilo lo tomo de los hombros y lo dio vuelta dándole un sabroso beso de lengua que el saboreó inmensamente., este lo hizo subir a la mesa y allí de espaldas como estaba se montó con su culo abierto sobre el hierro candente y lo entró profundamente en su anillo dilatado y deseoso de pija. Don Zoilo subía y bajaba y exclamaba __¡Que verga tremenda! ¡ Cuantos habrán gozado contigo muchacho hermoso! ¡ Soy tu hembra, cójeme, sin piedad!

El don lo cabalgaba sin respiro, en tanto los otros hombres buscaron un lugar y colocaron sus anos para que el indio también los penetrara y así lo hizo alternando los sabrosos ojetes de los tres. Hacia el final de la cogida Caballo Loco tenía a don Zoilo acostado sobre la mesa y con las piernas por sobre sus hombros y lo clavaba una y otra vez. El Turco estaba sentado en la boca de este que lamía huevos, culo y pija, mientras el ayudante chupaba el culo del indio y cuando podía verga y huevos. El indio no aguantó más y descargó en el orto abierto de don Zoilo que aulló de calentura, mordiendo la lengua del indio, intercambiando el sabor de la leche del turco que se había vaciado nuevamente en la boca de don Zoilo.

Todos quedaron adormilados sobre mesas y bolsas del depósito y no se levantaron hasta muy tarde.