Caballo loco (4)

Continua la historia de la pampa...

CABALLO LOCO PARTE IV

Los días pasaron lentamente y Caballo Loco permanecía en la estancia sin sobresaltos. No había vuelto a ver al patrón salvó algunas veces en los establos de los caballos, pero no había vuelto a estar con él.

Siempre lo visitaba Tobías el capataz, generalmente al caer la tarde cuando el trabajo del día se terminaba.

Caballo Loco no había caído en la cuenta de que hacía un tiempo que su herramienta joven no tenía una descarga. Recién había cumplido veinticinco años y el cuerpo llamaba más de lo que él hubiera deseado.

Una tardecita Tobías llegó a su casa con la hija, Susana, que tendría quince años. Caballo loco los invitó a entrar. Comieron algo y se sentaron a beber. Tobías había quedado viudo apenas había nacido su hija y no se había vuelto a casar. Él crió a Susana de chiquita y tenían una relación muy cercana.

__ ¿Porqué no te has vuelto a casar Tobías?__ preguntó el indio.

__ No fue necesario.

__ Pero ¿Cuántos años tienes?

__ Cuarenta y ocho, pero con Susana me llevo tan bien que no quise a nadie más.

Diciendo esto el capataz acarició los cabellos largos de la niña que sonrió.

__ ¿No te parece bella?__ preguntó Tobías.

__ Sí es muy hermosa.

__ Es toda una mujer. Ya sabe todo lo que debe saber.

Continuaron bebiendo y una luna enorme apareció en el cielo.

__ ¿Y tu no tienes mujer?

__ No, no tengo.

Susana se levantó de la silla y empezó a recoger la vajilla que habían usado. Tobías la miró con un brillo especial en los ojos y Susana sonrió aún más pícara que la vez anterior. Tobías estiró una mano y acarició las nalgas de la niña. Caballo Loco se inquietó y su bestia dio un salto en su pantalón.

__ Sabes cuantos han querido llevarla a la cama, pero ella no quiere. Solo quiere estar conmigo. Aunque desde que tu apareciste hemos hablado y ella quiere conocerte.

__ ¿Cómo?

__ Le he contado de tu virilidad y se ha emocionado mucho y la verdad es que yo también.

__ ¿Tu? ¿Tu de verdad quieres?

__ No quiero ofenderte

__ No es ofensa.

Caballo Loco de un tirón sacó sus pantalones y apareció una verga erguida y ya totalmente dura. Susana se quedó admirada y Tobías se relamió. Padre e hija se acercaron a Caballo Loco y pusieron sus manos en la herramienta del indio que gimió de alegría y calentura.

Mientras acariciaban el pedazo, padre e hija se besaron lujuriosamente y luego por turnos fueron besando a Caballo Loco que deliraba. Susana abrió bien la boca y empezó a tragar el animal del indio, luego bajo su padre. Los dos estaban dándole una mamada espeluznante.

Susana chupo las bolas del indio y luego volvía a la cabeza morada y venosa, pasaba su lengua como una verdadera experta.

Tobías le había enseñado muy bien.

Pronto los tres estuvieron totalmente desnudos y pasaron a la cama de Caballo Loco, que ahora lamía el culo de Tobías que se retorcía de placer, mientras Susana jugaba con el tronco de su padre y del indio.

Tobías quedó de pronto en cuatro patas y pidió__ ¡Ah! ¡Clávame Caballo Loco, clávame!__ El indio se colocó detrás de él y sin reparo hundió la daga en el ano de Tobías que daba alaridos de gozo. Susana colocada detrás del indio besaba el agujero de Caballo Loco que desesperado mordía el cuello y la espalda de Tobías.

Susana después de un tiempo reclamó la pija para ella, entonces su padre acostado debajo de ella penetró su conchita jugosa y ardiente y Caballo Loco fue por detrás y luego de besar y chupar el culito de la niña la empalmó suavemente hundiendo todo su garrote, la niña lo agradecía a punto de enloquecer, y su padre mordisqueaba sus tetas y su boca y la lengua de Susana que se corría una y otra vez.

En unas sacudidas vertiginosas Tobías y Caballo Loco llenaron de leche la concha y el culo de Susana que quedó tirada y agradecida con los hombres por ser tan bien cogida. Una vez que ellos sacaron sus vergas, ella las limpió tomando todo el tiempo del mundo, amorosamente.

Cuando Tobías despertó Susana cabalgaba a Caballo Loco sin piedad. El indio tenía en su boca los senos de la niña y metía sus dedos en el culo, ella agradecida le susurraba palabras al oído, lo que hacía endurecer más aún al indio.

Sin más la clavó en el apretado agujero y ella siguió cabalgando como una hembra brava. Tobías notó que su miembro se levantaba incontrolable.

Susana entonces se salió de su cabalgadura y enterró en su paladar el garrote deseado, mientras con las dos manos lo manipulaba sin descanso. Caballo Loco no aguantó y se descargó en la boca de la niña que tragó el liquido sin reparo, golosa a mas no poder.

Quedaron los dos tendidos uno al lado de otro.

Tobías s acercó a la boca de Caballo Loco y le introdujo la lengua y buscó la del indio y la chupo sin preámbulos. Tomó las manos de este y las llevó a su pija que reclamaba atención. El indio no lo dudo. Le dio la espalda y se la pasó por su culo duro y musculoso. Ardiendo el capataz, con un dedo busco el orto del indio y lo clavo, entrando y saliendo, hasta que su pija entró sola. También siguió con este juego. La pija de Tobías entraba y salía del culo de Caballo Loco. En tanto este acariciaba los huevos de Tobías que se volvía loco. Susana en tanto creía estar en un sueño, porque dormitaba agotada.

Al cabo de un tiempo Tobías llenó el culo de Caballo Loco y los tres se quedaron profundamente dormidos después de la gran cogida.