Caballo loco (2)

Relatos de la pampa de antaño que no han quedado registrados en los libros de historia.

CABALLO LOCO PARTE II

Los hombres buscaron sus respectivas mantas y las tiraron en el piso. Buscaron un poco de comida que llevaban en sus alforjas y se tendieron cerca del fuego. El pampa habló __ Debo agradecerte lo que has hecho por mi__

__¿De qué hablas?

__ De lo que ocurrió hace un rato en el río, ni siquiera mis mujeres me han hecho gozar tanto como tu, eres un indio voraz. Te demostraré que puedo pagarte.__

Dicho esto abrazó a Caballo Loco y buscó su boca sin ningún reparo. Caballo Loco no se resistió. Se besaron interminablemente. El pampa buscó con sus manos la verga de Caballo Loco que estaba alzada al máximo.

Lentamente sus cuerpos desnudos se tocaban sin pudor. Bajó el indio y lamió las tetillas de Caballo Loco que sintió oleadas de placer que lo hicieron perder la noción del tiempo y del espacio.

Se prendió con la boca a la enorme verga de Caballo Loco que gemía arañando el polvo del monte. Chupó sin descanso los grandes huevos y finalmente llegó al oscuro agujero que beso con deleite. A todo esto Caballo Loco gritaba de placer.

El indio metió un dedo que entró fácilmente por el culo de Caballo Loco. Después entro otro. Caballo Loco también chupaba el culo del indio que sentía se correría en cualquier momento porque su vara estaba al máximo. Entonces el pampa se puso de pie y poniéndose a horcajadas sobre Caballo Loco montó en la fiera pija de este. Se lo enterró entero y empezó a subir y bajar por aquel pedazo que lo hacía bramar de placer y lujuria.

Caballo Loco en tanto chupaba la lengua de este y los besos eran intrépidos y calientes, además con sus manos masturbaba fieramente al indio que era un delirio. Así lo cabalgó el pampa hasta que Caballo Loco se derramó dentro de su culo y el indio sobre este.

Quedaron exhaustos casi sin fuerzas. Se siguieron besando por un rato y abrazados así se durmieron.

La noche era cálida como sus cuerpos morenos, mucho más aún a la luz de una luna redonda y gigante.

Caballo Loco no sabe que hora era cuando despertó sintiendo que algo se movía dentro de él. Era el indio que lo tenía clavado a su herramienta, moviéndose despacio, con calma, gozando y esperando que el otro también gozará. Caballo Loco dejó hacer al otro, estaban tan bien pegados, que su goce era tremendo, quería que ese momento no acabará nunca.

En un momento el indio sacó su verga y la encalló en la boca deseosa de Caballo Loco que chupo y chupo hasta que el indio salió nuevamente de su apretada boca y volvió con su lanza al hermoso agujero que había atravesado momentos antes.

Repitió está operación varias veces a lo que Caballo Loco agradecía gimiendo y llorando de placer terrible. Cuando el indio llenó el culo de leche se quedó dándole besos en la espalda y acariciando el pelo de Caballo Loco hasta que volvieron a quedarse dormidos.

En el amanecer cuando el pampa se despertó Caballo Loco había partido sin dejar rastros.