Caballo loco (14)

El indio caballo loco y sus aventuras calientes.

CABALLO LOCO XIV

A Caballo Loco lo mandaron en esos días a colaborar con un vecino de la estancia que tenía un caballo que le estaba dando problemas para amansarlo.

Caballo Loco llegó por la mañana a la casa de Víctor Domínguez un hombre de unos cuarenta años que vivía en la casa con su hija de doce y su suegra. El hombre hacía unos años que había enviudado.

La tarea que le habían encomendado al indio le llevó más tiempo del que pensaba es por eso que los dueños de casa lo invitaron a pasar la noche allí. El acepto.

A la hora de la cena se reunieron alrededor de la mesa, los tres habitantes de la casa y el indio.

__ Debo agradecerte por lo bien que has hecho tu trabajo__ dijo Víctor.

__ Para eso estamos patrón __ contestó el indio.

__ ¿Hace mucho que se dedica a esto?__ preguntó Sonia, la suegra, una mujer aún con rasgos jóvenes y vitales.

__ Creo que desde que nací__ contestó Caballo Loco y todos rieron.

__ Es muy lindo su trabajo__ comentó la nena que se llamaba Inés, como la madre que ya no estaba.

__ ¿En su trabajo lo tratan bien?__ indagó Víctor

__ Sí, es una gente muy buena __ contestó Caballo Loco.

__ Es buena gente nos conocemos hace años, hemos pasado algunas fiestas con ellos y son muy divertidos __ contó Sonia con una sonrisa especial que el indio pudo percibir

__ Sí abuela no te equivocas la hemos pasado muy bien.__ afirmó Inés haciendo todo tipo de caras y mohines.

Así continuaron charlando amigablemente mientras terminaban la cena. Siguieron con la sobremesa pasando a una sala cómoda y limpia con dos enormes sillones, una mesa y un gran ventanal por donde asomaba la enorme luna llena que bañaba los campos en su soledad.

Los hombres fumaban un puro y tomaban ginebra en abundancia, al rato se les unieron Inés y Sonia con algunos bocaditos dulces.

__ ¡Sírvase! __ lo convidaron a Caballo Loco.

__ ¡Oh! Gracias__ dijo el indio comiendo uno y saboreándolo

__ ¡Son muy buenas cocineras! __ las halago Caballo Loco.

__ ¡Es usted muy amable!__ agradeció Sonia

__ Son mucho mas que buenas cocineras __ acotó Víctor

__ ¿No me diga? __ preguntó intrigado e inquieto Caballo Loco.

__ Son unas mujeres de primera, y lo digo en todo sentido__ riendo un poco borracho Víctor.

__ Bueno, ¿qué puedo decir? __ dijo el indio

__ Nada, no diga nada __ intervino Sonia __ Déjese llevar

Y dicho esto se acercó provocativamente al indio y se echó a sus brazos, buscando con su boca la boca de Caballo Loco que abriéndola se tragó la lengua de la doña. Se besaron por un tiempo y la suegra del dueño de casa le quitó la camisa y mientras le besaba y mordisqueaba las tetillas le fue desprendiendo el pantalón que cayó al suelo en segundos. Cuando tocó la masa que comenzaba a levantar vuelo, Sonia dio un suspiro de placer y mordió los labios del indio a la vez que apretaba la pija que se endurecía velozmente. Cuando pudo separarse del cuerpo deseado comentó a los otros.

__¡Miren lo que vamos a gozar! ¿Están contentos?

Víctor e Inés se relamieron y sonrieron y se abrazaron por primera vez y Caballo Loco vio que padre e hija se fundían en un profundo y húmedo beso en el que la lengua de la niña exploraba la ansiosa y madura boca del padre. La vara del indio se tensó aún más y Sonia comentó risueña __ ¡Parece que te gusta el espectáculo!__ diciendo esto tomó de la mano al indo y lo condujo hasta unos de los sillones y lo sentó allí. Lo fue besando con cuidada maestría en todo el cuerpo hasta encontrarse con la poronga en la boca. __¡Que delicia!__ comentó mientras tragaba la gran verga de Caballo Loco.

Víctor e Inés se acercaron al dúo y con sus manos acariciaban el palo del indio que se sacudía en estremecimientos de calentura y pasión. La niña pasó la lengua por el aparato rígido de Caballo Loco y besó cariñosamente la punta una y otra vez, los gemidos de Caballo Loco inundaron la habitación, mientras Víctor besaba a Sonia con desparpajo y los dos se intercambiaban salivas y lenguas.

La niña se metió el pedazo del indio en su boquita rosada y lo mamaba con una experiencia y suficiencia que sorprendieron a Caballo Loco. La abuela, Sonia, quitó el vestido de la niña entre sutiles caricias, acariciando la espalda de Inés y apretando sus nalgas fuertes y duras. Inés tenía una piel blanca y los pechos tenían una forma cónica y estaban bastante maduros, aunque se veía que sería una mujer exquisita. La conchita de está apenas tenía una pelusa fina y clara como sus cabellos cortos. Víctor entretanto hacía lo mismo con Sonia que gozaba de un espectacular cuerpo, bien conservado para su edad, ella tenía la piel morena y hacía un contraste perfecto con la piel de su nieta. La cola era aún maciza y la concha estaba casi pelada. Víctor le metió los dedos en la vagina y Sonia sonrió y dio un suspiro, él la clavaba suavemente con los dedos, mientras ella le quitaba la ropa y lo besaba apasionadamente.

Inés continuaba prendida a la masa del indio y le masajeaba los huevos con sus pequeños dedos. Víctor se acercó a la boca de la niña y confundiéndola con un beso se quedó con la pija en la boca. __ ¿Te gusta querido?__ preguntó Sonia. __ ¡Es una maravilla!__ contestó Víctor y volvió a hundirse la vergota en su viciosa boca. Sonia fue en busca de los pechitos de Inés que la esperaba con gusto mientras la mujer se prendía a los pezoncitos y mordía deliciosamente la carne fresca de Inés que se movía salvajemente apretando ella las tetas enormes de Sonia.

Entretanto Víctor colocó en cuatro patas a Caballo Loco, siempre sobre el sillón y le chupaba el culo y los huevos desde atrás. En esa posición se veía el esplendoroso culo del indio que reclamaba por una verga en su trasero húmedo y caliente. Sonia e Inés se atragantaron con la pija de Víctor y lo chupaban en toda su extensión y lo mojaban con las calientes salivas que despedían de las bocas. De vez en cuando sus lenguas se rozaban y se cruzaban en una lucha de placer y sexo desenfrenado.

Inés chupaba el culo de Víctor y atrapaba los huevos de este no dándole respiro y haciéndolo sentir tan caliente que no puedo soportar mucho tiempo estas caricias. Sacó la boca de la hija y se montó sobre el indio que lo esperaba abierto y dilatado. Le clavó su ariete y Caballo Loco exclamó __ ¡Siiiiiiii, cójeme, Víctor, métemela, así, así, así la quiero! __ Y Víctor lo enculaba yendo y viniendo, sacándola un momento y volviendo a enterrar la pija en el culo sediento de Caballo Loco que se sentía caliente y feliz.

Sonia mientras tanto le metía los dedos en la cuevita a Inés y la niña sollozaba de calentura __ ¡Ayyyy, Ayyyy! ¡Ahhhh! ¡Cómela por favor, cómela Sonia!__ y Sonia empezaba a chupar la conchita de su nieta acariciando con su lengua explosiva cada pliegue del sexo de Inés y la niña que seguía repitiendo palabras y gemidos que se confundían con el sonido de los otros cuerpos, de las otras palabras, de los otros sexos.

Ahora Caballo Loco estaba sentado sobre la vara de Víctor, de frente a él y se besaban furiosamente y Víctor apretaba la verga del indio y luego volvían a besarse totalmente fuera de si, allí no había códigos morales, ni pavura, ni mojigatería barata, solo disfrutaban del sexo, sin pudores. En un momento el cuerpo de Víctor se tensó aun más y comenzó a gritar __ ¡Ahhhh! ¡Acabo, acabo! ¡Les doy la leche, ahhh, ahí tienen!__ entonces sacó la verga del adorado culo del indio y comenzó a menear su pija rociando a todas las bocas abiertas con su semen, después una por una fueron lamiendo los restos en las distintas bocas, en las distintas partes de los cuerpos y limpiaron la verga de Víctor que se relajó satisfecho, solo unos momentos.

Ahora es cuando Sonia acomete el culo de Víctor y lo empieza a lamer descaradamente y él en cuatro patas sobre el piso se lo entrega abiertamente y sin pudor. Inés por su parte ofrece su cuerpo a Caballo Loco y éste lame las tetitas de la niña, intercambiando besos lujuriosos, baja por su cuerpo infantil y caliente, llega a su concha y mete su lengua allí. La chica se retuerce increíblemente y disfruta de la lengua del indio en toda su cueva.

Caballo Loco se acuesta en el piso y la niña con su conchita totalmente abierta se clava suavemente el palo del indio, así clavada ella sube y baja de la barra de carne que la hace gozar y hay unas lágrimas que suelta, son de delicia, por lo mucho que disfruta del sexo. Mientras el indio va buscando con sus dedos el culito de la niña. Ella lo alienta a seguir con palabras audaces y sucias lo que hace más caliente la escena. Ya le entra un dedo y se queja, ya le entrar dos y sus caderas aprietan aún más la verga de Caballo Loco que continua masajeando y penetrando ese ano apretadito y joven.

La niña sale de su cabalgadura y apunta el arma en su entrada trasera. Baja despacio y siente que se hunde en su culo la poronga del indio, unos empujones más y está sentada sobre el hierro caliente. El hace un gran esfuerzo por no derramarse ahí mismo, mientras la niña sube y baja con calma, retardando el goce, saca la verga y la vuelve a hundir en su interior.

Ahora es Sonia quien toma el lugar de la niña. Con su mano ubica la pija en el culo y se lo entierra ferozmente. Lo goza, lo aprieta con su anillo, lo vuelve a sacar, Inés le da unas chupadas y lo inserta en el culo de su abuela que suspira y baila con la verga enterrada en el culo. Lo vuelve a sacar y es Víctor quien lo besa y lo chupa para devolvérsela a Sonia que vuelve a clavarlo en su ano dilatado y gozoso.

Víctor toma el lugar de Sonia y bajando lentamente hace que la tranca de Caballo Loco entre abriendo su canal que hierve de locura y placer. Una vez dentro Víctor se sacude como un desconocido, el indio hace esfuerzos supremos por controlar la leche que quiere salir. Las dos mujeres se besan y besan a Caballo Loco y chupan sus tetillas y su pecho. Vuelven a acariciarse entre ellas, se frotan los pechos entre sí y se comen el chocho en un formidable 69.

Víctor ahora coloca los pies sobre los hombros de Caballo Loco y este le hunde su estaca mortal dentro del culo y Víctor goza como una perra en celo, sin descanso. El indio saca la pija, la roza con la verga de Víctor que vuelve a tomar vida y la vuelve a clavar nuevamente dentro de él. Víctor gime y pide más, le susurra que aguante, que lo está haciendo feliz. Caballo Loco y Víctor se funden en profundos besos.

El indio vuelve a sacar su pija y lo asaltan Sonia e Inés y juegan un momento con el y con sus bolas a punto de reventar, lo guían a la entrada abierta y el pijón se pierde otra vez. Ahora las bocas atacan la pija de Víctor nuevamente alzada, entonces cambian otra vez de posición. Víctor le da la espalda a Caballo Loco que lo sigue enculando tremendamente y Víctor calza su verga en la conchita de Inés, quien a su vez con su boca chupa la concha de Sonia y esta juega con la concha de la niña y los huevos de Víctor.

Caballo Loco siente que ríos de esperma vienen por su interior y se despega del grupo con un aullido y rocía los cuerpos de leche en abundancia. Los tres cuerpos han quedado marcados con el semen de Caballo Loco y nunca lo olvidarán. Se limpian entre ellos vorazmente, como si fueran caníbales, luego Víctor clava la pija en el culo de su hija y Sonia termina de limpiar cariñosamente la verga de Caballo Loco que sigue dura como roca. El culito de Inés se inunda de leche y la niña cae acostada en el piso como muerta en tanto Sonia se mete en su zanjita y lame el ano de Inés incansablemente. Víctor le ofrece la pija a Caballo Loco para que limpie los restos de leche y sin dudarlo el indio se come la verga ofrecida.

Se acuestan en el suelo y Víctor también apresa la vergota de Caballo Loco que no ha caído en su esplendor y chupa como un infante. Así todo vuelve a comenzar y se quedaran haciéndolo hasta que el indio deba marcharse con la promesa de retornar nuevamente.