Caballo loco (12)
Continuan las aventuras del salvaje indio de las pampas.
CABALLO LOCO XII
En la hermosa tarde de domingo que transcurría con calma en la estancia, Caballo loco había decidido darse un buen baño en la laguna ubicada en medio del monte. Estaba zambulléndose despreocupadamente como Dios lo había traído al mundo. Es decir, totalmente desnudo.
Cerca de allí venían caminando por entre los árboles, Beatriz, la dueña de la estancia y Susana, la hija de Tobías, el capataz. Las dos venían riendo y dándose caricias y besos furtivos en medio del verde monte y la calurosa tarde.
Caballo Loco estaba saliendo del agua con una erección descomunal, producto quizá, de los pensamientos que lo atraparon mientras se daba ese baño refrescante de hacía algunos minutos. Las dos mujeres lo vieron y lo miraron escondidas.
__ ¡La verdad es que nuestro domador de caballos está espectacular!
__ ¡Es cierto!
__ ¿ Tu ya lo habías visto así?
__ Por supuesto Beatriz, ya le hemos dado la bienvenida con mi padre y es un semental.
__ ¡Oh! ¡Eso lo veremos!
Dicho esto Beatriz salió de entre los arbustos decidida y sin temor alguno, seguida por Susana que sonreía para ella. El indio las vio y no hizo gesto alguno como para cubrirse, como sabiendo cual era el motivo de esa visita. Beatriz se acercó a Caballo Loco.
__ ¡Veo que disfrutas del agua!
__ Así es señora, hoy es domingo
__ ¡ Sí, sí claro! No lo digo por nada en especial ¿Has disfrutado?
__ Si señora
__ ¿Me dejarías a mi disfrutar de lo que tienes entre tus piernas?
__ Es toda suya señora.
Allí estaba ahora Beatriz hincada sobre la hierba y saboreando sin remilgos la enorme vara de Caballo Loco que empezaba a disfrutar de la terrible mamada que le estaba ofreciendo la dueña de casa. Beatriz recorría con la lengua toda la longitud de la verga del indio, besaba la enorme cabeza del miembro y volvía a bajar, dando suaves caricias al instrumento de Caballo Loco, repetía esto muy lentamente y luego tragaba la vara hasta donde podía. La pija salía cubierta de saliva y nuevamente sobrevenían las caricias con la lengua.
Susana no espero en ser invitada y luego de quitarse la ropa acompañó a Beatriz en las incursiones por la verga del indio. Las manos de las mujeres atrapaban el garrote y lo masturbaban suavemente mientras cruzaban sus lenguas de tanto en tanto para darse unos besos profundos y húmedos. Sopesaban los enormes testículos del indio que tragaba saliva y suspiraba con cada nueva caricia a la que era sometido por las dos hambrientas mujeres.
Beatriz se puso de pie y alcanzó la boca del indio y entre ellos mezclaron sus lenguas febriles, chupándose y mordiéndose sin tapujos. Susana dejó un momento la vergota erecta y ayudó a desvestirse a la patrona, en tanto acariciaba las nalgas y las tetas de Beatriz, que de tanto en tanto soltaba la lengua del indio y atrapaba la de Susana. Finalmente estuvieron los tres desnudos, entonces Beatriz volvió a bajar y metió su cara otra vez entre las piernas del indio, volvió a tragarse la verga , en tanto Susana ya metía un dedo en su culo, ya metía un dedo en la concha de Beatriz que comenzaba a tener orgasmos incansables y fogosos. Susana masajeaba el clítoris de la mujer y está mordía la víbora de Caballo Loco sin causarle daño, pero haciéndolo gozar con un ímpetu feroz.
La lengua de Susana hacía estragos en el oscuro ojete de Beatriz que bramaba de calentura. Atrapaba el clítoris y hundía la lengua en la concha abierta y jadeante de jugos. El indio salió de la boca de Beatriz y junto con Susana se dedicó a chupar el culo de Beatriz que a este punto ardía como fuego. Entre los dos besaban el anillo de la mujer y lamían sin control, los gemidos de Beatriz se perdían en el monte.
Caballo Loco colocó su herramienta en la entrada ajustada. Beatriz se puso bien cola para arriba y de a poco fue entrando en el canal ajustado pero que se iba amoldando suavemente a la pija que la estaba haciendo gozar como una perra. Susana se había puesto al frente y chupaba de las gloriosas tetas de Beatriz que se sacudía incontrolablemente de placer infinito. El indio iba y venía dentro del culo de la señora. Por momentos salía y entraba en la concha, para luego volver a penetrar el ano deseoso de verga de Beatriz que no paraba de gemir y pedir por más.
Susana se colocó ahora detrás de Caballo Loco y empezó por besar la espalda del indio, mordiendo y acariciando con su lengua todo el territorio que tenía a su disposición. Fue bajando hasta llegar a las nalgas del hombre y seguir con las caricias fogosas e incendiarias. Llegó al anillo del indio y metió a fondo la lengua allí, esas caricias hicieron que Caballo Loco enloqueciera y tuviera que aguantar el no acabar ahí mismo. Cuando sintió que un dedo penetraba en su interior se abrió más y clavó con más salvajismo a la mujer, entregándose por completo al masaje que le estaba dando Susana con increíble lujuria y pasión.
__Susana ¡Ven aquí y dame tu raja! ¡Quiero saborearla!__ Susana se acercó a Beatriz y se colocó delante de ella para que la señora pudiera meter la lengua en la rajita húmeda y sabrosa de la chica. Beatriz atrapaba el clítoris y hundía su lengua en la cavidad cada vez más chorreante de Susana que gemía, mientras Caballo Loco seguía hundiendo su carne en el bello culo de Beatriz que resoplaba y daba alaridos confusos, ahora alternaba hundiendo su verga en la concha y en el culo de la mujer alternativamente sin dejarla respirar , y esta se movía intentando ser clavada lo más profundamente posible.
La lengua de Beatriz se movía a placer en la vagina de la chica y ahora alcanzaba también el anillo deseado que se abría goloso ante los embates de la mujer que no le daba respiro a sus caricias enloquecedoras y prohibidas. Beatriz entonces pidió al indio __ ¡Cójela a la niña, hazlo!__ Caballo Loco salió de la funda de Beatriz y se acercó a Susana. Colocó las piernas de la chica sobre sus hombros y hundió la pija en la conchita deseosa de Susana que largó un extenso suspiro de entrega y placer. Beatriz se apoderó de las hermosas tetas de la chica y mordisqueaba los pezones erguidos y a punto de explotar. Buscaba la boca de la chica y se confundían las lenguas en una danza de amor y pasión, de entrega sin guardarse nada, absolutamente nada.
En tanto Caballo Loco iba y venía dentro de la cueva de Susana mezclando jugos y gemidos, la chica se entregaba por completo a esa dulce penetración, gozando de esa espectacular vaina que la clavaba y la hacía feliz, la hacía gozar y la hacía sentirse tan a gusto en aquellos parajes perdidos en la Pampa.
Beatriz fue a las espaldas del indio y comenzó a prodigarle besos y lamidas a la altura del cuello, luego descendió por la espalda minuciosamente hasta llegar a las nalgas duras del indio, allí se detuvo para morder y abrir despacio las nalgas y alcanzar con su lengua el oscuro agujero de Caballo Loco que se abrió nuevamente para que la mujer lo hiciera gozar aún más. La mujer no se hizo rogar y entraba con su lengua en el ano, para luego chupar y darle besos calientes y largos, Caballo Loco agradecía esos momentos y fue entonces que necesitaba descargar, ya no aguantó más y sacando su verga del interior de Susana buscó las bocas de las mujeres, que se colocaron una de cada lado del hombre que con dos o tres movimientos se descargó llenándolas de leche, las mujeres atraparon la herramienta brillosa y la comieron por todos lados, Caballo Loco ponía los ojos en blanco y creyó que se desmayaría de placer, las mujeres con sus bocas no dejaban decaer la vara que seguía rígida mientras ellas la besaban y la lamían cariñosamente, alcanzando con estas caricias los huevos del indio, y también el culo de Caballo Loco, que atinaba solo a gemir y a relamerse, agradeciendo al destino la suerte de haber llegado a esa estancia, donde el placer era primordial.
Una vez que las mujeres dejaron limpia la tranca del indio que aún seguía firme, se lamieron tetas, caras, orejas y todo aquello que tuviera algún rastro de la leche del indio, no dejando nada librado al azar. Ellas se siguieron besando durante un rato, gozando felices y despreocupadas, luego quedaron un rato tirados los tres en el pasto, como reponiéndose de lo vivido hacía unos instantes. Después decidieron meterse al agua porque el calor era insoportable, los tres se hundieron en las refrescantes aguas de la laguna y se quedaron jugueteando como niños durante un buen rato.-