Cabalgada y domada por un rico maduro

Además el vaivén por el trote de la yegua hacia el roce más intenso sobre aquel impresionante bulto que parecía se había endurecido por el apoyo de mi trasero.

La primera semana en la cama de mi viejo noruego a penas salíamos de casa pues me tenía rendida y no parábamos de hacer el amor , cuando no  me cogía en la ducha, me lo hacía en la cocina e incluso en el gran salón que tenía la casa sobre uno de los enormes sofás que lo decoraban.

Un día me dijo si me gustaban los caballos, le dije que no era muy aficionada, pero en España había mucha afición, por lo que me llevo a una cuadra donde un sevillano afincado allí desde hacía muchos años había montado un pequeño negocio con caballos para  alquilar y pasear con ellos.

Me dijo que igual me hacía ilusión conocerlo y hablar con soltura con mi lengua con uno de mi país, y al que conocía pues su difunta esposa  iba con frecuencia y montaba mucho allí.

Cuando llegamos me presento a Alejandro, un guapetón maduro de sesenta años que estaba la mar de rico, presentadme como una amiga que se estaba quedando allí un tiempo en su casa.

Le sorprendió verme allí en Noruega siendo canaria y más cuando fuimos a almorzar y le conté mi situación y por lo que había pasado, al igual que él me conto se vino hacía tiempo al casarse con una noruega de la que al final se separó montando aquel negocio que le funcionaba muy bien y le permitía vivir cómodamente.

Me dijo no se había vuelto a casar pues entre risas me deica que era un golfo al que no podían atar  y que andaba del tingo al tango con algunas mujeres pero nada serio.

Me dijo si lo mío era serio con el viejo vikingo, y le dije que no, que era una aventura momentánea que había surgido y una se lo pasaba bien con las atenciones de aquel  noruego, pero que con el tiempo volvería a regresar a mi tierra.

Entre risas me dijo que él iba a intentar impedir me fuese pronto, sonriendo  y mirándome picaronamente, a la vez que me lanzo un cumplido muy galantemente, diciendo que era una rosa  recién abierta por el roció de la mañana que hacía desmayar a cualquier hombre se acercara a olerla.

Le invito a montar a caballo y le dije que no sabía , que no lo había hecho nunca, por lo que me dijo con cara de asombro.. ¿Nunca has montado?  .. No le dije… bueno montar si pero no a  caballo… riendo el picaronamente por mi respuesta.

Pues te voy a enseñar a montar bien además a lo tradicional, pues vamos a subirnos en una yegua que es muy calmada, con  unas mantas sin silla y veras que libre te sientes,… no te preocupes que iré acompañándote en la misma yegua y así vas más tranquila.

Dicho y hecho preparo los aparejos y ayudándome a subir después se puso el detrás de mí cogiendo las riendas de la hermosa yegua.

El viejo noruego nos saludó con un gesto simpático con la mano como diciendo disfruten del paseo y al sonido de un hop de Alejandro  comenzamos el paseo por un camino que nos llevaba del prado a un pequeño bosque en las inmediaciones.

Me sentí muy segura y alguna cosa más al estar sujeta  por atrás por aquel masculino y galante maduro que apoyando a veces su barbilla  sobre mi hombro, me susurraba si iba cómoda y relajada.

Le dije que sí, que iba encantada y muy segura y me reserve decirle que muy a gustito sintiendo en mi trasero el roce de aquel bulto que ya previamente me había fijado por el resaltar que daba en aquel pantalón de montar que llevaba.

Lo acercaba con descaro sujetando las riendas con una mano y la otra ya por mi cintura abrazaba mi barriga, además el vaivén por el trote de la yegua hacia el roce más intenso sobre aquel impresionante bulto que parecía se había endurecido por el apoyo de mi trasero.

Me dijo que era un encanto montando y que parecía tenía experiencia pues mi relajado cuerpo iba acorde con el trote de la hermosa yegua, sintiéndose afortunado según decía de montar aquella potra en compañía de una dama tan atractiva y sexy.

Le agradecí el cumplido a la vez que le dije me sentía alagada y muy agosto montando con él, pues su seguridad me hacía sentirme muy bien.

Como de bien y a gusto te sientes, pues yo estoy encantado contigo ahora mismo, me dijo apoyando su boca sobre mi cuello y susurrando al oído que le hacía sentirse joven.

No lo notas como me siento, me volvió a preguntar descaradamente… respondiéndole una que sí que lo iba notando, a la vez que su mano con discreción  subió de mi barriga hacia rozar mis pechos.

Los acontecimientos se iban acelerando de una forma tan rápida que no me dio tiempo decirle que parara, además tampoco lo deseaba pues me había puesto calentita con el roce del grosor de lo que tenía en mi trasero.

Suspire ante el beso que me dio en el cuello a la vez ya sobaba uno de mis pechos, confirmándole mis deseos con aquel gesto, pues con un toque de sus piernas hizo parar la yegua debajo de una arboleda, besándome ahora con descaro por todo el cuello.

Me pregunto si quería bajar y le dije que si… dando un salto el primero para cortésmente ayudarme a descabalgar.

No tardo ni un segundo en acercarme a su cuerpo dando a penas tiempo de ver a refilón que su bulto había crecido de una forma escandalosamente sexy, apretándome hacia él, a la vez que me besaba ardientemente.

Parecía un pulpo experto en masajear y calentar un cuerpo femenino, pues no tardo ni un minuto en sobar cada rincón del mío, subiéndome la blusa a la vez  que devoraba mis pezones duros y tersos por el ardor del momento.

Me tenía loca gimiendo como una posesa, cuando tiro de la manta de la yegua para tomarla y dándole la vuelta la puso sobre el césped … si bien, me tire como una loba a soltarle aquel pantalón  arrodillándome sobre esta y soltando ante mi incrédula mirada aquella dura tranca gorda y larga como la de mi viejo vikingo, aunque esta parecía más tersa y suave y muy apetecible para chupar y devorar… cosa que no tarde ni un segundo en ponerme a la faena, comenzando por su hermosa y brillante cabeza que lucía con luz  encantadora.

Le agarre los huevos con tal desesperación y firmeza que le hice encoger un poco la cintura a la vez que me dijo, con cuidado que son sensibles, pues mi mano los había cogido con tanta pasión que casi se los arranco.

Tome  con la otra aquel enorme tronco por la mitad y resoplando me la golpee en mis labios carnosos que previamente ya la habían chupado..

Ummm que hembra tengo hoy.. Dijo entre dientes… te voy a enseñar a montar bien hoy, va a ver como trato a una  potrilla  tan rica como tú..

Me desvistió a la vez que él también se quitó toda la ropa y retozando juntos sobre la manta      en el suelo nos dimos unos revolcones de escándalo, con 69 incluido donde puso sus artes de comer conejo con una sapiencia que me hizo gozar escandalosamente bien, regalándole mi primer orgasmo, con una intensidad que le hizo absorber todos mis jubos con pasión

Su enorme pollon no bajaba de rigidez e incluso me parecía ahora más grande aun, agarrando su frondoso pectoral para tumbarlo sobre la manta y sentarme con descaro sobre aquel rabo, introduciéndomelo hasta mis entrañas a la vez que gemía como una salvaje amazonas cabalgando sobre un corcel por la pradera.

Mi pasión y goce era de tal desmesura que agarraba su pecho peludo como si  de el crin de un caballo se tratase mientras saltaba con pasión clavada sobre aquel grueso y duro rabo.

Me pellizco los pezones con una clase, que me  tenía loca, moviendo mi cintura hacia arriba y abajo y hacia los lados apoyando mis glúteos sobre aquel par de hermosos huevos que una de mis manos en forma grotesca masajeaba mientras saltaba cobre ellos.

Creo que fueron diez minutos de una pasión desbordada hasta que otro colosal orgasmo me dejo fundida sin aliento sobre él, retomando él ahora la iniciativa y volteándome  me volvió a clavar con firmeza para seguir otra sesión inolvidable bajo la brisa de aquellos árboles y ante la inocente y atónita mirada de aquella yegua que nos miraba como diciendo que estarán haciendo esta pareja….

Note su respiración acelerada y unos golpes secos dieron el preludio de su voluminosa corrida en mi sufrido y agraciado conejito que acaparo todo aquel jugoso mana en mi interior mientras el resoplaba sus últimos suspiros de placer.

Quedo fundido sobre mí, besándome con dulzura y delicadeza ahora, observando su mirada medio entornada por el placer del momento.

Quedamos así unos quince minutos hasta que ya apurada por el tiempo allí, me   puse a vestirme ante su picarona mirada, haciendo él lo mismo, no sin antes agradecerle los servicios con un beso en aquella hermosa herramienta que me había dado tanto placer.

Me dijo antes de subirme en la yegua nuevamente que aquello no se iba a quedar en una sola aventura, así que me fuese preparando que me esperaban más lecciones de monta a caballo.

Le dije entre una picarona sonrisa, que aunque había disfrutado con aquella lección gratuita, la próxima la quería en un entorno más cálido y hogareño a ser posible sobre una gran cama.

Eso está hecho… respondió con rapidez,  ya buscaremos el momento o  si no invitamos a tu pareja y le mostramos como se doma a una yegua….

Nos reímos si bien le dije que él no se quedaba corto con las montas, que disponía de buen arsenal también y lo sabía usar con mucha sabiduría..

Pues mejor aún… ya hablare con el que tengo mucha amistad y veras la fiesta que te vamos a dar los dos… no vas a querer regresar a Canarias en la vida…..

Y lo cierto es……