C A R O L I N A - 5 - Nati se gradua

Continua la fiesta del sábado y Nati, la novata, no desentona en absoluto de sus compañeras.

NATI SE GRADUA

Entre las siete y las ocho de la tarde fumamos el porro y bebimos un par de chupitos de Martini.

El ambiente estaba de lo más distendido, lanzándonos puyas, más o menos maliciosas, sobre nuestras habilidades y preferencias sexuales.

No faltaron las comparaciones sobre la forma, tamaño, grosor y dureza de las pollas, así como de las tetas, nalgas, o coños de las chiquillas. Incluso se estableció un ranking, pero no viene a cuento determinar en qué lugar quedo cada uno de nosotros.

El tiempo pasaba raudo y a la media hora ya notamos los efectos del segundo porro de la tarde. Nuestra dicción no era tan clara y se notaba una lentitud en las respuestas a las preguntas que nos hacían.

Nati era, con mucho, la más “colgada” de todas, fruto de su absoluta inexperiencia. Divagaba sobre situaciones y casi todas sus referencias tenían la polla como núcleo. De vez en cuando pedía un chupito de Martini y se lo bebía con decisión.

Las demás, mal que bien, aguantábamos el tipo, pero yo he de decir que estaba ya loca por comenzar de nuevo con la FIESTA, así, con mayúsculas. Mis deseos de joder no me abandonaban y solo esperaba la orden de mi padre para ponerme de nuevo en marcha.

Cerca de las ocho mi padre dijo que era buena hora para reanudar la jodienda. Antes nos propuso algo que yo estaba esperando ya como agua de mayo.

-Creo que no sería mala cosa si agilizamos un poco la toma de alcohol. Ya van bastantes chupitos de Martini. ¿Os parece bien que pasemos a otro licor más fuertecito? Por ejemplo: ginebra.

Sole y Nati fueron las primeras que respondieron.

--Antonio: puedes darnos lo que tú quieras. Ginebra o lo que te parezca, pero no sé lo que aguantaré. Eso no lo he bebido nunca.

--Vale la ginebra, dijo Susi. Ya la he probado. Un poco amarga, pero no está mal.

--Papá; ya sabes que yo prefiero el whisky, pero me apañaré con la ginebra, le dije yo.

--Habréis de acostumbraros a beber de todo. Viene bien porque no siempre encontrareis a mano el licor que más os gusta. Pero no preocuparos. Os prepararé algo de coca y aguantareis mejor el licor. ¿De acuerdo?

--¿Nos vas a dar drogas? Preguntó Nati.

--Solo si tú quieres. Si esnifas algo de coca las bebidas tardarán más en hacerte efecto. Susi y Carol lo hacen cada vez que nos reunimos a follar.

--No te preocupes, Nati. Se pasa guay. Mucho mejor que con el porro. Te vas a tragar pollas por todas partes y nunca te van a parecer bastantes, le dijo Susi.

--Bueno, entonces me drogaré yo también.

Mi padre preparó las rayitas de coca y primero Susi y luego yo las esnifamos, para que Sole y Nati vieran cómo se hacía. Después fueron ellas las que se las metieron. Una dosis muy pequeñita, para Nati, por ser la primera vez.

Una vez esnifadas las rayitas de coca, mi padre nos dio las últimas recomendaciones.

--Pararemos cada 10 minutos para el chupito de licor –ginebra- y a la media hora os haré una prueba de nivel de alcohol en sangre. Félix ha traído su alcoholímetro y veré si necesitáis algo más de ayuda para seguir. Ahora al “tajo”.

En esta hora voy a prescindir un poco de mi actividad, para centrarme en la actuación de Nati. Para todos era una incógnita, debido a su extremada juventud, solo 12 años, y a su falta absoluta de experiencia, que intentaba disimular con una exagerada disposición a hacer cualquier cosa que se le pidiera. En el fondo pretendía esconder el miedo que tenía ante su primera borrachera y toma de drogas.

Comenzamos con el primer chupito de ginebra y nos lanzamos a la vorágine sexual que todos deseábamos.

A mí me cogió Javier y me hizo ver las estrellas con una introducción violenta que pareció que me iba a partir en dos. Mi coño necesitaba un calentamiento previo y no hacerlo tan a lo bestia, pero me sobrepuse y al final gocé de un sensacional orgasmo.

Dediqué mi atención a la novata Nati. La vi en modo perrito, con la polla de Luis penetrándola desde atrás, con un bombeo rítmico que la hacía bambolearse adelantes y atrás. No le venía mal ese efecto, ya que Nati no tenía las manos apoyada en el suelo –lo normal en esa posición-, sino que estaba abrazada a las caderas de Raúl, cuya polla penetraba una y otra vez en la boca de Nati, que babeaba sin cesar hasta el punto de formar un pequeño charco en la manta sobre la que se apoyaba.

--Más, métemela más, decía Nati cuando tenía la boca libre y se tomaba un pequeño respiro.

--¿A quién te refieres? Preguntó Luis. ¿No te parece suficiente la cantidad que te meto? ¿Quieres que te la meta entera?

--Me refiero a los dos. Quiero que me folléis más fuerte. Estoy muy cachonda. El porro me ha puesto a mil.

--Pues te vas a hartar, -dijo Raúl-, Prepárate que te la voy a meter hasta los huevos.

Raúl intensificó sus arremetidas sobre la boquita de Nati, que pronto sufrió las náuseas que le producía cada uno de los intentos de rebasar la úvula -campanilla-, donde la verga se atascaba. Nati no estaba en condiciones de que le penetrase tamaña verga. Su garganta no estaba todavía preparada para ese trabajo y los esfuerzos que realizaba para conseguirlo le generaban lagrimones que le escurrían por las mejillas.

Sin embargo no cesaba de pedir que se la metiera más fuerte.

--Me la quiero tragar entera, decía. Si Carol lo hace yo no voy a ser menos.

Al final ocurrió lo inevitable: Nati vomitó la cerveza que se había bebido mezclada con los chupitos de Martini. Dejó la manta echa una pena y el bajo vientre y los huevos  de Raúl pringados con los restos de la vomitona.

--¡Hija de puta!, bramó Raúl. ¡Mira cómo me has puesto! Eres una jodida cría todavía. ¡Venga! Límpiame. Me tienes que dejar relucientes la polla y los huevos.

--¡¡Perdona, perdona!! ¡Joder! Estoy aprendiendo.

--Pues ahora aprende a lamer.

Mientras tanto Luis acababa de correrse dentro del coño de Nati y su leche, un poco licuada ya, empezaba a rezumar por la vagina.

Nati se arrodilló frente a Raúl, pasando su lengüecita a lo largo del falo y los cojones, limpiando todos los restos de su vómito, hasta que no quedó ningún vestigio de ellos en los órganos de Raúl.

Antes de que pudiese recuperarse del trago, sonó la alarma de la tablet y fuimos a la cocina para tomarnos el segundo chupito de ginebra.

Nati presentaba un aspecto lamentable. Se había dado un poco de rímel en los ojos y algo de maquillaje para dar la impresión de ser mayor, y tenía grandes churretones que le dejaban los carrillos como si fueran un mapa de los ríos de España.

Cuando la vimos en esas condiciones Fidel le dijo a mi padre.

--Creo que Nati debe pasar por el “lavadero”. Nos va a pringar a todos. ¿Me la prestas un minuto?

--Me parece que ya sé lo que quieres. Anda, llévatela y devuélvenosla bien aseadita. Carol; acompáñala.

--Antonio; porfa. Dame primero el chupito de ginebra. Lo estoy deseando.

Mi padre se lo puso y Nati se lo bebió de un trago.

Fuimos los tres al aseo que había en la planta baja, que constaba de lavabo, inodoro y un plato de ducha. Al entrar, Fidel dijo a Nati que se pusiera en el rincón de la ducha y le mandó sentarse sobre sus talones. Se colocó frente a ella y empezó a darle órdenes.

--¡Puta! Chúpame la polla hasta que quede bien limpia y no pares hasta que yo te diga.

Nati comenzó otra felación, salivando en abundancia y pasando su lengua a todo lo largo de la polla de Fidel hasta que consiguió que se corriera, lo que hizo sobre la cara de Nati, dejándola llena de semen.

--Ahora prepárate para el lavado de cara. Estás hecha un asquito. ¡Abre bien la boca y cierra los ojos! Y no te quejes de la temperatura del agua. Aguántate.

Nati obedeció y yo contemplé como el primer chorro de agua, -amarilla, porque era un chorro de orina de Fidel-, impactaba directamente en la boca de Nati que, asustada, abrió los ojos y le increpó.

--¡Cabronazo! Me estás meando encima ¡Hijo de puta!

--Pues claro. ¿Es que tú puedes vomitarme a mí y yo no puedo mearte? ¿Quién te has creído que eres? ¿Eres una jodida aprendiza de puta? Abre bien la boca y trágatelo todo. Si no lo haces ya puedes largarte con viento fresco.

--Nati. No te apures. No es tan malo. A mí y a Susi nos lo hizo el primer día y ya me ves. Es un mal trago al principio y te da un poco de asco, pero trágatelo sin pensar.

--Vale, vale, cabrón. Pero en cuanto te vea borracho seré yo la que me mearé encina de ti.

--Así me gusta. Que seas rebelde. ¡Abre bien la boca y trágatelo cuando yo te lo diga!

Fidel se puso junto a la boca de Nati y se la llenó con su orina. Cuando la vio rebosar dijo: ¡traga! Nati cerró la boca y, tras un momento de indecisión, se tragó el buche.

Tosió un par de veces y vomitó un poquito, pero unos pocos intentos más y ya se lo tragaba sin rechistar, hasta que Fidel se dio por satisfecho. -Más bien, acabó de orinar-.

Me encargué de adecentar a Nati en el lavabo y nos reintegramos a la cocina. Solo nos esperaba mi padre. Los demás estaban ya en el salón, jodiendo de nuevo.

--¿Cómo ha ido la limpieza, Nati?

--Fidel es un cabronazo; y tú también. Sabías lo que me iba a hacer y no me advertiste.

--Dejé que te acompañase Carol. ¿Qué más querías? Aún te quedan más sorpresas; si estás dispuesta a seguir.

--De acuerdo: sois todos unos cabrones, pero como lo que quiero es joder mucho, seguiré. Pero me debes una.

Pues voy a pagarte la mía ahora mismo.

--Toma, otro chupito. Te quitará el sabor del orín.

Nos reintegramos a la fiesta y allí nos esperaban como agua de Mayo.

Mi padre dijo que le tocaba echarle un polvo a su hija y Nati fue tomada por Juan.

--Nati tiene muy buena pinta, Carol. Creo que nos va a dar muchas alegrías. Creo que está ganada para la causa.

--Papa, parece que me hablas como si fueras el gurú de una secta.

--Más o menos es lo que empieza a parecer nuestra familia. Irás conociendo a tíos de los que nunca habías oído hablar y te saldrán primos de las piedras. Un coñito joven y dulce como los vuestros es un atractivo irresistible.

--Pues déjate de zalamerías y métemela por el culo; no quiero que se me oxide por falta de uso.

Mi padre me proporcionó una enculada sensacional, a la vez que Nati se ventilaba la polla de Juan. El pobre no aguantó mucho y se corrió pronto.

--Este capullo se ha corrido enseguida. ¿Quién me la quiere meter ahora? Preguntaba Nati a gritos.

Enseguida estaba mi tío con la polla en ristre listo para enterrársela en el coño.

Félix se tumbó y Nati se la clavó sobre él, a la vez que Javier le puso su polla en la boca. Estaba flácida después de haberse corrido en el coño de Susi.

Nati se afanó en la tarea de conseguir la reanimación de la verga de Javier, que la tranquilizaba.

--No te preocupes, Nati. No te la voy a meter hasta el fondo. Me basta que me la pongas en órbita para un nuevo polvo. Me quiero cepillar a tu hermana cuanto antes.

Se nos pasó el tiempo volando y volvimos a la cocina a por el tercer chupito de ginebra.

Una vez consumido; vuelta al trabajo -o al placer-, que era lo mismo.

Nati cayó en las garras de Alberto, que le dijo:

--¡Vamos, putita! Prepárate: te voy a dejar el coño como un bebedero de patos.

--Pues habla menos y folla más. ¿Qué esperas para metérmela?

Alberto se puso sobre ella y se la clavó hasta los huevos de un tremendo empujón.

--¡Qué bestia eres! Casi me destrozas.

--¿No querías polla? Pues toma: ración doble.

Y le dio otra embestida brutal que la hizo chillar como un cerdo al que le están degollando -vi un documental y ¡qué chillidos!-.

Los aullidos de Nati hicieron que todos volviésemos la cabeza, pero al poco dejamos de interesarnos por ella y cada una se dedicó a satisfacer sus apetencias.

A mí me tenía ensartada por el culo Fidel.

--Perdona Carol, pero no me he podido privar de este agujerito tan delicioso que tienes.

--Qué capullo eres. Me pides perdón, pero no me has pedido permiso. Hipócrita. Anda, hazme un buen trabajo y lléname de semen los intestinos. Cuando se me salga se lo dices a Susi, que se relamerá de gusto al saberlo. Mírala como le lame el coño a Sole.

Como todos llevaban ya más de una corrida, el ritmo se fue enlenteciendo hasta el extremo de que en los diez minutos entre chupito y chupito apenas si había lugar para que nos echaran un polvo. Los tíos tienen muy poco, pero que muy poco aguante.

Alberto terminó su trabajito con Nati y sonó de nuevo la tablet. Había pasado media hora desde el inicio de la segunda parte de la fiesta.

Nos reunimos en la cocina y nos tomamos el cuarto chupito de ginebra –para Nati ya era el quinto- y mi padre

Dijo que era mejor tomarnos un pequeño descanso, pero que nos explicaría qué intenciones tenía.

--Volvamos al salón y os explico lo que se me está ocurriendo. Me diréis qué os parece.

Nos trasladamos al salón y nos ubicamos lo mejor que cada uno podía, aprovechando los cojines para recostarnos.

--Los machos estamos ya un tanto escasos de leche para estas hembras, que siguen estando ansiosas. Nos hace falta un descanso prolongado, como un par de horas o así. Voy a tomar los datos de alcohol de las chicas, antes de explicaros mi idea.

Mi padre nos hizo soplar a todas en el alcoholímetro y dimos lecturas altas -entre 0,50 y 0,70-. Todas estáis técnicamente borrachas, pero os mantenéis bien por el efecto de la rayita de coca y las anfetas que habéis tomado. Os voy a proponer lo siguiente.

--Pondré en hilera una serie de licores, en el siguiente orden:

--01- Martini; -02- Oporto; -03- Pacharán; -04- Pisco; -05- Jägermeister; -06- Ginebra; -07- Ron; -08- Tequila;   -09- Vodka; -10- Whisky.

Están ordenados de menor a mayor según sus grados de alcohol. Tengo una botella de cada uno, así que no se nos van a acabar.

Se trata de que cada dos minutos cada una  beba un chupito, empezando por Martini –más flojito-, continuando por el Oporto, y así uno tras otro hasta llegar al Whisky.

--¿Es una especie de concurso a ver cuál de nosotras aguanta más bebiendo? Preguntó Susi.

--No, exactamente. Se trata de que estéis cada vez más borrachas. Cuando no podáis beber más os acostamos. En un par de horas durmiendo se os habrá pasado la borrachera y estaréis de nuevo en condiciones de seguir jodiendo y bebiendo más; si hiciera falta os daría una nueva dosis de coca. Así alrededor de las 11 o 12 de la noche podemos volver a joder. Nosotros ya nos habremos recuperado y os podremos dar caña de nuevo. ¿Vale?

--No está mal, papá. Pero se me ocurre otra idea.

--Vamos, diablillo. ¿Qué se te ha ocurrido?

--Si todas llegamos hasta el whisky, ¿Por qué no nos dejas que cada una elija el licor que más le haya gustado y que siga bebiendo solo de ese hasta caer borracha por completo? Ya sabes que a mí me encanta el whisky, y le has puesto el último.

--Es que es el que más grados de alcohol tiene.

--Pues si llego a ese no quiero bajar de categoría. Ya me has visto borracha varias veces; sabes cuánto me gusta emborracharme.

--Pues por mí no hay inconveniente. Que cada una elija lo que quiere beber, después de que lo haya probado todo.

La ronda de Martini y la de Oporto pasaron sin pena ni gloria. La cosa empezó a animarse con el pacharán, un licor navarro que ya pega algo fuerte. Ahí se vieron las primeras muestras de una cierta saturación de alcohol por parte de Sole, que aguantó el Pisco y que con el Jägermeister hincó la cabeza y empezó a desvariar. Su hermana Nati también daba muestras de una acusada borrachera, pero todavía se podía manejar.

La ginebra terminó de doblegar a Sole y mi tío Félix la subió a  mi habitación para que se durmiese. Antes la llevó al baño y le dijo que se provocase un vómito para evitar el riesgo de que lo hiciera en la cama. Sole vomitó con cierta facilidad y al ratito bajó Félix a darnos la noticia.

Mientras subían a Sole a dormir nosotras continuamos con las rondas y pasamos mal que bien el ron. Nati ya no estaba para muchos trotes y el tequila acabó con ella. Casi no consiguió tragarse el chupito a pesar de su intención de hacerlo. Fidel se lo fue dando poco a poco, pero Nati ya era incapaz de tragar una sola gota más.

Se repitió el traslado y esta vez fue Javier, el padre de Susi el que la acomodó junto a su hermana, una vez que vomitó en el baño, a base de ser él quien le metía los dedos en la boca.

Solo quedábamos Susi y yo. A mí me costó trabajo tragar el vodka. Me pareció una bebida fortísima, a pesar de tener algún grado menos que el whisky; era el sabor tan desagradable, para mí, lo que me repelía; pero pensaba en que ya estaba a punto de beber whisky, mi bebida favorita, y una vez que probé el vodka, me tapé la nariz y me bebí el chupito de un solo trago. Susi lo aceptó algo mejor que yo.

Con la cantidad de bebida que llevábamos encima, ni que decir tiene que tanto Susi como yo éramos víctimas de una considerable borrachera.

Ninguna de las dos podíamos tenernos en pie y mal que bien nos mantuvimos recostadas en sendos cojines que apoyamos en un rincón del salón.

--Susi; estoy borrachísima, le dije yo. Casi no puedo mantener los ojos abiertos.

--Pues yo no creas que estoy mejor que tú. Pero quiero beber un poco más, sobre todo Ron. Me ha gustado mucho.

--Pues yo voy a ver si aguanto un poco más bebiendo whisky. Es lo que más me gusta, Susi.

Mi padre nos hizo otro control de alcohol en sangre y las dos pasábamos del 1,5.

--Tenéis las dos un nivel muy alto. Deberíais dormir de inmediato.

--Joder, papá. Déjame que al menos me toma un par de copas o tres de whisky. Apenas lo he catado.

Os daré a cada una petaca individual de 200ml del licor que habéis elegido; os lo bebéis y a dormir. ¿Vale?

Nos dio una botellita pequeña llena de whisky y de ron y ni Susi ni yo fuimos capaces de terminarla. Nos tuvieron que dar lo último porque no éramos capaces de sostener la botellita. Estábamos despiertas, pero absolutamente idas y sin coordinar ningún movimiento.

Mi padre me vertió en la boca las últimas gotas de whisky y Javier hizo lo mismo con Susi y el Ron, mientras Fidel lo grababa todo con la cámara de video de mi padre.

Nos tuvieron que subir en brazos porque nosotras no podíamos dar un solo paso. Era poco más de las 9 de la noche.


Entre las 11 y las 12 nos fuimos despertando todas.

Mi padre era el encargado de vigilar nuestro despertar, ya que lo hacíamos de forma diferente. Algunas con unos movimientos inquietos, balbuceando incoherencias; otras daban muestras de desubicación, preguntando dónde se encontraban. La última en hacerlo fue Nati, que era la más despistada de todas.

A medida que despertábamos, mi padre nos daba una pequeña explicación de dónde estábamos y por qué, nos enviaba al baño a que nos diéramos una buena ducha y nos ordenaba que, una vez duchadas, bajásemos al salón para encontrarnos con nuestros “hombres”, que nos esperaban ansiosos.

Una vez reunidas preguntó cómo nos encontrábamos. Lo hizo una a una, comenzando por Nati, la más joven.

--Veamos, Nati; ¿Cómo te encuentras?

--Ahora mismo, después de ducharme, bastante bien, pero cuando me desperté no tenía ni puta idea de dónde coños estaba. Me duele un poco la cabeza y tengo el coño un poco hinchado y colorado, pero ahora estoy bien.

--¿Te gustaría continuar la fiesta?

--Pues lo iré viendo a medida que empiece. No sé si ahora me va a doler mucho; todo es nuevo para mí, pero de momento lo intentaré. Quiero seguir follando.

--¿Y beber? ¿Quieres seguir bebiendo?

--Eso sí; pero tiene que ser Martini o ginebra, que ha sido lo que más me ha gustado.

--¿Qué te parecería si lo mezclamos? Ginebra y Martini a partes iguales.

--Bueno, lo probaré a ver qué me parece.

Luego preguntó a Sole; su respuesta fue.

--No hacía falta la pregunta, Antonio. Estoy deseando volver a joder con todos vosotros, pero prefiero beber ginebra a secas. Es lo que más me gusta.

Susi y yo decidimos seguir con la fiesta, pero dando otra vuelta a todos los licores.

--Me quiero volver a poner a tono poco a poco, papá, fue mi respuesta.

Así que a las 12 y media comenzamos otra ronda de pollas entrando y saliendo continuamente de nuestros coños.

Las dosis de bebida ya no guardaban un orden rígido, sino que eran consumidas a petición de cada una de nosotras y las dosis tampoco eran restringidas. Podíamos beber la cantidad que quisiéramos.

--Tened en cuenta que cuánto más bebáis antes vais a estar borrachas y no seréis capaces de joder. Vosotras veréis que es lo que más os interesa: si queréis joder mucho debéis beber poco a poco; si queréis emborracharos enseguida bebed rápido, pero follaréis mucho menos.

Mi padre distribuyó la bebida en cómodas petacas de las de 200cl y nos dio una a cada una de nosotras con el licor que habíamos elegido. Con esta provisión de alcohol nos dispusimos a follar mientras pudiéramos aguantar.

Me cogió por banda Javier, que se había encaprichado conmigo.

--Carol: Me gustaría que me considerases un poco más que una polla que te jode con placer.

--¿Qué es lo que quieres entonces?

--Quiero que me tengas como tu amante favorito. Me siento muy atraído por ti y quisiera joderte con frecuencia.

--Pues eso lo tienes fácil. Llámame al móvil y seguro que me tendrás en tu casa en cuanto me lo pidas. A mí me gusta también mucho tu polla.

Puesto eso en claro, Javier no paró de joderme hasta que me echó un buen par de polvos: uno en el coño y otro en el culo. Estuvimos jodiendo sin cesar durante media hora, por lo menos, y casi di fin a la petaca de whisky. No voy a contaros ahora cómo fueron sus polvos; lo dejaré en sensacionales.

Luego fui tomada por Alberto, que acababa de dejar a Sole.

--Tu compi Sole tiene un coño insaciable, me dijo. Me ha estrujado la polla hasta sacarme la última gota de leche, por lo que no sé cuánta te podré echar a ti, querida Carol.

--No te preocupes, Alberto; Javier me ha dejado los dos agujeros bien llenos, así que me conformaré con una buena follada. Házmelo a lo bestia, Alberto.

No se hizo rogar lo más mínimo y el momento estaba a cuatro patas mientras me ensartaba el coño con su enorme verga. La sentí entrar hasta el fondo con la primera de sus embestidas, llegando su glande a impactar en lo más profundo de la vagina.

--¡¡Ayyy!! cabronazo. No seas tan bruto. Me vas a destrozar por dentro. Me has llegado al cérvix y eso duele un montón.

--Vale, Carol, pero me has pedido que te folle como si fuera una bestia. Es lo que he hecho.

--No te apures. Es que me ha dado como un pinchazo muy fuerte y me he asustado un poco; pero ahora ya empieza a gustarme, así que sigue y no pares hasta que me corra.

Alberto estuvo trabajando mi coño sin piedad y pronto me preguntó qué dos agujeros me había llenado Javier.

--Has dicho que Javier te ha llegado los dos agujeros bien llenos; ¿A cuales te refieres? Supongo que será el coño y la boca ¿No?

--Pues no supones bien. Me ha llenado el coño y el culo; pero bien llenos los dos. Aún me rezuma su semen.

--Joder, Carol. Solo hace una semana que jodes y te has atrevido ya con el culo. ¿Puedo metértela yo también?

--Joder; pareces nuevo. Todavía no te has enterado de que estoy aquí para que me la metáis por donde os salga de los cojones. Claro que me la puedes meter por el culo. Ya me lo han visitado cinco pollas. La tuya será la sexta.

Alberto cambió inmediatamente de agujero y metió su verga por mi agujero negro. Lo tenía tan a mano que ni siquiera tuvimos que cambiar de postura. En la siguiente media hora estuvo alternando el coño y el culo, haciendo que me corriera un par de veces y que terminase la petaca de whisky.

Al final Alberto también se corrió y debí estimularle mucho la producción de esperma, porque me lo echó en la vagina y fue una corrida nada despreciable.

Aproveché para descansar un poco y proveerme de un repuesto de whisky. Fue mi padre el que se encargó de que estuviera abastecida y me rellenó la petaca.

--Ten cuidado, Carol. Te veo un poco pasada de rosca y no quisiera daros más cocaína. Es más de la una y tenéis que estar todas en orden mañana al medio día para que tu madre no sospeche nada cuando vuelva. La petaca que te he dado tiene una mezcla de todos los licores que habéis tomado por la tarde; un chupito de cada uno de ellos. No sé si te gustará.

Bebí un pequeño sorbo y tenía un sabor a rayos. No conseguí encontrar qué licor destacaba más, pero decidí bebérmelo. A fin de cuentas quería probar de todo.

--Cómo están las demás, papá.

--Échales una ojeada. Nati está a punto de caer, pero para ser su iniciación se ha portado mejor de lo que pensé que lo haría.

Efectivamente. Dirigí mi atención a Nati. Estaba con Fidel y con Juan. Fidel la estaba jodiendo con fuerza y ella lo acusaba, gritando sin cesar.

--Juan; me estás haciendo mucho daño. Tu polla es muy gorda y me duele mucho. Jódeme un poquito suave para que me recupere.

Al mismo tiempo le estaba mamando la polla a Fidel y trataba de metérsela por completo, lo cual resultaba de lo más imposible. Su boca no tenía capacidad suficiente para admitirla hasta el fondo.

--Estoy muy borracha ya. Me he bebido dos petacas de ginebra y el cabrón de Antonio no quiere darme otra. Y si no bebo un poco más no podré seguir jodiendo, porque la ginebra me calma el dolor.

En menos de diez minutos, Nati se había derrumbado en medio del salón, pero todavía tenía fuerzas para pedir otro poco de ginebra.

Mi padre se acercó a ella con un vasito mediado y se lo dio a beber despacio, con Nati a cuatro patas en el suelo y con su boca abierta como si fuera un pajarillo a la espera del gusano que le llevaba su madre. Se bebió todo el vasito y cayó redonda al suelo, completamente borracha, al tiempo que vomitaba sin cesar. La subió a la cama a la 1 y media de la madrugada.

Con mi segunda petaca de whisky caí en manos, o mejor dijo en la polla de mi tío Félix.

--Venga, Carol. Voy a ser educado contigo. Señorita, ¿me concede usted el honor de este polvo?

--Eres un capullo. Sabes que no te lo negaría jamás. Pero tiene que ser a cuatro patas. Estoy empezando a notar los efectos del whisky y quiero saber cómo es tu polla en mi culo. Tú no me la has metido aún por el ojete.

--¿Te has dado cuenta lo golfa que te has vuelto?

--De tal palo tal astillo. Para golfos, vosotros. Mi padre y tú.

Félix me estuvo jodiendo otro buen rato, mientras yo veía caer a Sole completamente borracha. También bebió un par de petacas de ginebra. Parecía que ninguna de nosotras éramos capaces de pasar de los 400ml de alcohol en esta segunda ronda, pero no estaba nada mal, después de lo que habíamos bebido por la tarde.

Al igual que su hermana, se desplomó cuando no pudo aguantar más las náuseas provocadas por la polla de Juan, que le estaba taladrando la garganta.

Javier fue el encargado de subirla a la habitación y dejarla recostada en la cama.

Susi estaba haciendo una demostración de lo flexible que era su coño y se encontraba sobre Raúl, que estaba tendido en el suelo, con la polla de éste empalando su coño y Susi recostada hacia atrás con las manos de Raúl que le aguantaban por los omoplatos; de esa forma ofrecía su coño a la polla de Luis, que a horcajadas sobre ellos al fin consiguió metérsela en el coño. Mi padre completó el trío sobre Susi haciendo que se tragara su polla hasta el fondo de la garganta.

Otra más que cayó redonda, presa de las convulsiones y las náuseas que la polla de mi padre le produjo. Vomitó todo lo que había bebido en la segunda fiesta.

Como me quedaba sola le propuse a  mi padre si le parecía bien que me emborrachase por la vía rápida porque ya tenía ganas de irme a la cama.

--Y ¿qué piensas hacer para conseguirlo?

--Relléname con whisky lo que falta a mi petaca para que esté llena y voy a intentar bebérmela de un tirón.

--¿Sin respirar?

--Sin respirar. Supongo que cuando me la beba, si es que lo consigo estaré completamente borracha.

--Un momento, dijo Fidel.

--¿Qué quieres? -Dijo mi padre-.

--Yo había pensado despertar a Nati y Sole y con las cuatro hacer un fin de fiesta con lluvia dorada. Los ocho les duchamos en la bañera de arriba y lo grabamos. ¿Qué os parece?

--A mí no me importa, dije. Después de este brebaje beberme un poco de vuestro orín no me hará daño. Ya lo he probado y no estaba tan malo.

Javier subió a despertar a Nati, que era la que primero había caído y lo hizo con un chupito de ginebra, como si fuera un anzuelo.

Nati picó y se lo tomó medio dormida y con los ojos sin apenas abrirlos.

--No te duermas que enseguida te daré más.

Sole aún estaba solo adormilada, por lo que el truco también tuvo éxito con ella. A Susi no hizo falta insistirle. Se apuntó a la primera: a la bebida y a la lluvia dorada.

Mi padre preparó otra petaca con una mezcla de todos los licores y subimos a la planta de arriba.

Nos ubicamos en la bañera, bien juntitas la una con la otra y mi padre le dio la petaca a Susi.

--Bebes un traguito y lo pasas a la de al lado y así os lo vais repartiendo. Bebéis un poquito cada una y se lo dais a vuestra vecina ¿De acuerdo?

--Vale, dijo Nati. Si es para estar más borracha mucho mejor una para cada una.

--Cuando terminéis esa os daremos otra. ¿Vale?

Yo empecé con mi petaca y poco a poco; un trago y luego otro y otro, la terminé en menos de un minuto. Las otras también habían acabado con la suya y las cuatro no nos caíamos porque estábamos recostadas unas con otras.

--Abrid bien la boca, que viene el último trago.

Todas obedecimos, pensando que nos iban a dar más bebida, excepto yo, que sabía lo que nos iban a hacer.

Los ocho tíos se mearon encima de nosotras.

Cada una tragó lo que pudo, pero fue de una manera un tanto “a lo loco”.

Estábamos todas completamente borrachas y la mayor parte de las meadas nos mojaban pero era muy poco lo que nos tragábamos.

Después de eso nos llevaron ducharon con agua calentita, nos secaron y nos llevaron a la cama, tras tragar una pastilla que nos dio Félix.

--Os hará dormir tranquilas, dijo.

Luego nos hicieron soplar en el alcoholímetro.

No tengo ni puta idea de cuánto daría mi lectura, pero mi padre me dijo que me daría los resultados el domingo cuando despertase.

Ese fue el colofón a una reunión improvisada debido a la inesperada guardia de mi madre.


La semana siguiente concluyen las clases en el Insti y llegan las vacaciones. ¿Cómo se las apañarán las cuatro mosqueteras del sexo?