C A R O L I N A - 4 - Estrategias de futuro
El Domingo Carolina no descansa tanto como quisiera. Planea cómo continuar el rumbo iniciado en el fin de semana y se presentan nuevos protagonistas.
ESTRATEGIAS FAMILIARES
Me desperté a la hora de la comida del domingo, luego de dormir casi 14 horas seguidas.
Tenía un dolor de cabeza bastante intenso, pero mi padre me dio una pastilla y enseguida se me pasó. Me aseé y me vestí para salir.
Mi padre me dijo que pasadas las doce había llevado a Sole a casa de Susi -había hablado con Fidel y sabía que ya estaban despiertos-, para que Sole pudiera volver a su casa cuando estuviera bien recuperada. Luego te contaré lo que he hablado con Sole después de espabilarle para llevarla con Susi.
--¿Quieres salir a comer al Burger o prefieres que nos quedemos en casa?
--La verdad es que todavía estoy un poco molesta, el culo me duele después de lo de anoche y preferiría comer aquí cualquier cosa. Estaré más cómoda.
Mi padre pidió unas pizzas que comimos en casa.
Después de comer me tomé una copa de Baileys.
--Solo una Carol; para que no pierdas la costumbre, pero para que tu madre no sospeche nada cuando llegue.
--Vale. Tú mandas. Sé que lo haces por mí bien, pero dime; ¿Qué es lo que has hablado con Sole esta mañana?
--Después de ducharse le expliqué lo que hizo anoche y afeé su conducta: nunca cojas una botella de whisky, o de lo que sea, y te pongas a beber sin que yo te autorice y te controle. No me ha gustado nada. ¿Lo has entendido, Sole?
--Perdona Antonio. Me gustó mucho el whisky que me diste a beber y quería ponerme como Carol para cuando me tocara a mí ser jodida como ella.
--Sole; no estabas preparada. Carol se había tomado ya un par de rayas de coca. Tú te emborrachaste enseguida y te tuve que subir a dormir con ella. Te perdiste el resto de la juerga. ¿Para eso quisiste venir?
--No creía que me iba a emborrachar tan pronto. Lo siento. No ocurrirá más.
--Eso será si nos vemos de nuevo. Yo no lo tengo tan seguro. Me gusta que me obedezcan, Sole. Carol lo hace y le va muy bien. Si quieres ser como ella deberás obedecer todo lo que yo te mande; eso si quieres volver ¿Conforme?
--Sí que me gustaría hacerlo otra vez y sí que te voy a obedecer. Haré todo lo que me mandes.
--Bueno lo primero es que te lleve a casa de Susi para que esta tarde puedas regresar a la tuya. Diles a tus padres que los de Susi están de acuerdo en que paséis otro fin de semana con ellos y que podréis ir las dos. Pero tienes que convencer a Nati para que te acompañe. Le explicas todo lo que hemos hecho aquí. ¿Crees que ella también querrá que la jodamos?
--¡Joder si quiere! Está loca por hacerlo. Como hemos sacado buenas notas las dos, seguro que nos dejarán.
--Bueno Sole, lo prepararemos bien. Si no pudiera ser con Susi vendrías a nuestra casa. Dale tu móvil a Carol mañana en el insti. Os comunicaréis las dos. Ella te dirá cuándo puede ser. ¿De acuerdo?
--Gracias, Antonio. Haré lo que me has dicho.
--O sea, papá, que es probable que cuando tengamos ocasión vengan también Sole y su hermana. Pero Nati a lo mejor es un poco cría. Tiene solo 12 años y medio.
Si aún no hubiera cumplido los 12 no la invitaría a venir, pero con lo que nos ha contado Sole, Nati sabe bien lo que hace y no vamos a engañarla. Si viene será porque desea que la jodamos y, si ella quiere, por qué no vamos a hacerlo.
--Vale, papá. A mí no me importa que venga. Pediré mañana a Sole que me diga quién es y cuando la vea te lo cuente y te digo cómo es. ¿Te parece bien?
--Claro, Carol. Me parece muy bien, pero ahora vamos a ver nosotros qué le decimos a tu madre cuando venga.
Estructuramos un plan para contárselo a mi madre, que consistía en decirle que habíamos pasado todo el sábado en Port Aventura para celebrar mis buenas notas. Era un viaje asumible en el coche. Todo era autopista. Total, madrugar un poco y trasnochar algo el sábado. Tuvimos el domingo entero para descansar mientras la esperábamos. Lo repasamos varias veces para no caer en contradicciones. Luego hablamos de nosotros.
Aprovechamos la tarde para charlar mucho sobre todo lo que ocurrió la última noche, a la espera de la llegada de mi madre después de que cumpliera su guardia.
--¿Cómo terminé anoche, papá? No consigo recordar casi nada.
--¿Hasta dónde llegan tus recuerdos?
--Durante casi toda la tarde estuve bebiendo cerveza y fumando porros con Susi, su padre, su tío y los invitados. Creo que se llaman Luis y Raúl. También que esnifé una o dos rayas de coca y que jodí bastante. ¡Ah! Bebí mucho de una botella de vermut. Creo que me jodisteis también por el culo, porque me duele bastante.
--¿No recuerdas nada más?
--Bueno, uno de los invitados, Raúl, casi me ahoga al meterme su polla hasta el fondo de la garganta. Recuerdo que se disculpó diciendo que soñaba con hacérmelo, igual a como se lo hacía a mis primas. Tú dijiste que hablaríamos de todo eso en su momento. Creo recordar que tú le habías dicho que pronto me podría follar también a mí. Espero que podamos hablar ahora. Solo son las cuatro. Creo que habrá tiempo para que me lo expliques.
--Carol. Antes tengo que recordarte todo lo que has hecho durante el fin de semana, para que, si algo se te ha pasado, lo puedas rememorar.
Has jodido conmigo.
Has bebido y te has emborrachado los dos días.
Has fumado porros y has esnifado cocaína.
Has tenido un par de orgías.
Con tres: Yo, el padre de Susi y su tío.
Fidel te sometió a “lluvia dorada”
Con 5: Los mismos 3, más Raúl y Luis.
Te hemos jodido los cinco por el culo.
De todo eso tengo pruebas en grabaciones hechas por Susi y su familia con el móvil, que puedes ver cuando quieras, si es que no crees lo que te he dicho. De la de anoche tengo un vídeo completo que grabó Fidel con mi video-cámara. Cuando la edite te dejaré una copia para que la puedas ver en tu ordenador.
--No hace falta. Recuerdo bastantes cosas, pero de manera general. Tengo muchas lagunas y me faltan detalles, pero en global sí que lo recuerdo.
--Repásala de todas formas. Hay cosas que seguro que no recuerdas. Pero: ¿Qué me dices de ello? ¿Te ha gustado? ¿Repetirías? Mejor dicho: ¿Quieres que se repita?
--Claro que me ha gustado. Lo repetiría ahora mismo. Si mama tuviera guardia este fin de semana te pediría que lo preparases otra vez. Con todo. Los cinco tíos, la coca, los porros, el vermut y el whisky. No quiero privarme de nada. Pero antes me tienes que hablar de mis primas y de esa otra gente, respetable, a la que dices que me has ofrecido. Eso no se me ha olvidado. Todavía no estaba borracha.
--Bueno. Creo que tenemos tiempo suficiente para ello. ¿Por dónde quieres que empiece?
--Pues por lo de mis primas.
--Cuando el viernes por la tarde te quedaste dormida, pasadas las ocho, hice una llamada a tu tío Félix; el marido de Luz, la hermana de tu madre. No les vemos mucho, pero me supongo que sabes de quién hablo.
--Claro; ellas no se soportan nada, pero claro que sé quiénes son ellos.
--Félix y yo tenemos bastante relación; ya sabes que casi somos colegas de profesión: los dos trabajamos para laboratorios farmacéuticos y tenemos cosas en común.
--Lo sé. Cuando habláis en vuestra jerga os enrolláis como persianas. No hay quien os entienda. Aburrís.
--Félix y Luz tienen tres hijas, dos gemelas, Laura y Gema, de 16 años y Sonia, de 15.
--Venga, papa, todo eso ya lo sé. Déjate de rodeos y ve al grano de una vez.
--Lo que no sabes es el origen de las desavenencias entre tu madre y tu tía.
--Bueno, supongo que serán cosas suyas, pero ¿Eso qué tiene que ver con nosotros ahora?
--Más de lo que tú puedas imaginar. Arranca de hace acosa de un par de años -tú entonces eras demasiado niña para comprender según qué cosas y no te enteraste de nada-. Escucha con atención.
Sonia, recién cumplidos los 13 años, apareció un buen día diciendo que estaba embarazada. Puedes imaginarte la que se organizó. Luz recurrió a tu madre en busca de consejo y ayuda para que Sonia abortase. Tu madre recriminó a Luz sobre el poco control que ejercía sobre sus hijas y puso muchas dificultades para colaborar en que a Sonia le practicaran el aborto que Luz le pedía. Realmente, se negó a participar en ello, directa o indirectamente.
Tu tía le respondió que a lo mejor a ti te podía pasar un día algo parecido, a lo que tu madre dijo que era imposible. Nosotros somos unos padres que nos preocupamos mucho por nuestra hija: eso nunca puede ocurrirnos .
La cosa subió de tono cuando Luz le dijo a tu madre que el responsable del embarazo de Sonia probablemente era Félix, su propio padre, pero que “a lo mejor” yo podía tener algo que ver en ello. Si Sonia no abortaba y llegaba a parir, lo primero que haría sería pedir que se realizaran unas pruebas de paternidad con Félix y conmigo: Tú sabrás a lo que te expones, concluyó. La decisión es tuya, Clara.
En esa disyuntiva tu madre colaboró, de muy mala gana, y buscó la forma de que Sonia abortase. Al final lo consiguió y Sonia abortó. Desde entonces las relaciones entre tu madre y Luz están prácticamente rotas.
--¡Joder! eso sí que es una sorpresa. Félix se estaba follando a su hija de 12 años. Y tú también participabas, insinuó Luz. ¿Es verdad? Si era así, qué golfos sois los dos.
--Bueno, no sé por qué te extrañas. Tú y yo lo hemos hecho estos días. No veo donde está la diferencia. Pero es que Félix no solo jodía con Sonia, sino que ya lo venía haciendo también desde bastante antes con las gemelas y fueron éstas las que animaron a Sonia a que practicara el sexo cuanto antes y qué mejor que hacerlo con su propio padre.
--¿Cómo fue que tú también te las jodieses?
--Félix se sentía incapaz de aguantar el ritmo que le exigían sus hijas y un día me lo confesó -estaba un poco bebido- y desesperado. Le afeé su conducta y me dio un razonamiento que me convenció: si, al final, las chicas van a acabar jodiendo con cualquier capullo, mejor es que lo hagan en familia. Y por familia nos consideraba a todos los varones que estuviéramos emparentados, directa o indirectamente. Las gemelas le chantajearon: si él no era capaz de satisfacer sus necesidades, se tendrían que buscar otras pollas que lo hicieran. Me propuso que participara yo también con él y sus hijas y yo acepté –las jovencitas me han gustado mucho siempre-. Así que a partir de entonces participé activamente con ellos en esas prácticas. Poco a poco se fueron incorporando el resto de los tíos y primos de cierta edad. En resumen: hace más de dos años que me estoy follando también a tus tres primas. Y no veas cómo lo paso de bien con ellas.
--¿La tía Luz no se enteraba de nada?
--Al principio no sospechó nada, pero un día descubrió una llamada perdida en el teléfono de Gema y las dos acabaron por confesar. Al final Luz aceptó la situación por la amenaza de las gemelas de acostarse con todos los chicos del instituto, si se cortaba la actual relación sexual entre ellos. Eso no lo podrás evitar, mamá. Así, al menos, todo queda en familia. Sonia al final abortó, pero todos continuamos con la costumbre de mantener sexo cotidiano entre el padre y las hijas, ya con mi incorporación y el resto de los varones de la familia. Luego conocí a Raúl y entró en el juego la cocaína. Ya puedes suponerte el resto.
--Me empiezo a imaginar que lo que pretendes es que yo también me incorpore a esa especie de orgía familiar.
--Esa llamada cuando dormías el viernes pasado era para decir a Félix que casi seguro que esa tarde te follaría.
--Puedes contar conmigo si es necesario, respondió. Yo también estoy celebrando las notas de las chicas, me dijo, y la fiesta va a ser larga. Anímate porque habrá bastante gente. Vamos a empalmar todo el fin de semana. Podéis venir ahora mismo si quieres.
--¿Por qué no fuimos a casa del tío Félix, papá?
--Aún no habíamos follado nosotros dos y no estaba seguro de que lo hiciéramos. Solo te había follado la boca y me había corrido en tu garganta. No sé si te volverías atrás cuando te propusiera joder de verdad; por el chocho.
--Pues ya viste que sí que lo hicimos. Y me gustó muchísimo. Pudimos ir después de haber jodido. El tío Félix te dijo que la fiesta iba a durar todo el fin de semana.
--Es cierto, pero entonces se te ocurrió que podíamos ir a casa de Susi. Para mí Susi era una absoluta novedad. A tus primas las tengo ya muy jodidas. Lo hacen muy bien y me gusta follarlas, pero un coño nuevo, jovencito y tierno es muy atractivo. Así que decidí tomar ese camino. No creo que te arrepientas de ello.
--Que va. Yo también lo he pasado guay. En casa del tío habría conocido a gente, pero ayer conocí cuatro pollas nuevas. Y me gustaron mucho las cuatro.
--Pues me alegro, Carol. Ahora el tío Félix, tus primas y el resto de la familia “caerán” en cualquier momento.
--Cuéntame quienes son esas otras personas selectas a que hiciste referencia ayer. También hablaste algo sobre que debería mejorar la nota en Geografía e Historia.
--Sabes que a causa del trabajo de tu madre yo suelo acudir a las reuniones de padres y madres del instituto. Bien, esos dos profesores me deben algún favor; les atraen mucho las crías muy jovencitas –puedes imaginarte para qué-; alguna vez han hecho de “guess star” en casa del tío Félix, invitados por mí. Entre tú y yo les podemos convencer para que te suban la nota. Tú tendrías que poner “algo” de tu parte –no creo que haga falta que te explique lo que has de poner-.
--Bueno. Esos dos profes no están mal. Puede que me guste “trabajar” con ellos, -con tu permiso, claro-.
--Sabes que lo tienes, golfilla. Por cierto. ¿Iba en serio lo de que Raúl te proporcione gratis la coca? ¿Piensas que vas a seguir consumiéndola? ¿Te gustaría hacerlo?
--Pues claro. Tú dices que la coca ayuda mucho con la cantidad de whisky que bebes. A mí me ha gustado mucho beber y emborracharme. Quiero hacerlo a menudo, así que la coca me vendrá bien.
--Puedes suponer que Raúl no te la dará gratis total. Es muy posible que al principio lo haga, pero una vez que estés bien “enganchada” te utilizará como mejor le venga en gana. Procurará esclavizarte a su servicio y hará contigo lo que quiera. Te convertirá en su puta particular -tiene ya a varias jovencitas que empezaron como tú-, entre ellas está Sonia, tu prima. Con Raúl debes tener mucho cuidado.
--¿Tan peligroso es? ¿Por qué entonces la coca se la compras a él? ¿No hay otra gente que la venda? En el instituto hay rumores de que la ofrecen en la puerta; y que la dan gratis.
--Raúl la sirve de primera calidad. Además, tiene buen precio y es tolerante con el pago, siempre que no le falles, claro. La que os pueden ofrecer en el insti suele estar adulterada y tiene un solo fin: engancharos y convertiros en adictas. Una vez conseguido haréis cualquier cosa por conseguir vuestra dosis: robar para ellos o prostituiros con sus clientes. Pregunta a Sonia sobre el particular.
--Sonia es muy joven. Acaba de cumplir los 15. ¿Cómo es que ya me la has puesto por ejemplo dos veces?
--Más joven eres tú, Carol, que aún no has cumplido 14 y parece que vas a comerte el mundo del sexo, la droga y el alcohol, sin pensar en qué manos puedes caer. Sonia pensaba como tú cuando se quedó preñada. Abortó y luego conoció a Raúl. La engatusó con su encanto y la cocaína. Se quedó preñada otra vez y esa vez no lo dijo en casa. Raúl se encargó del nuevo aborto. A partir de ahí Sonia entró en una deuda de gratitud; ya no le pudo negar nada a Raúl. Él la pidió el favor de que jodiera con uno de sus clientes; Sonia aceptó una vez y luego otra y la historia se repitió indefinidamente. En estos últimos dos años ha estado de puta oficial de Raúl con sus clientes y ha abortado seis veces. Se queda preñada en cuanto pasa la cuarentena del aborto anterior. Hoy es una adicta a la cocaína y ya está alcoholizada. ¿Quieres convertirte tú en una Sonia, segunda versión? A mí no me gustaría nada verte a ti de esa forma.
--Pues nadie lo diría. Sonia da la impresión de ser una mosquita muerta que en su vida ha roto un plato.
--Ninguno de los que conocemos su historia tenemos el más mínimo interés en divulgarla. Ni sus padres, ni sus hermanas, ni yo; ninguno del resto de la familia lo hace, pero es conocido por todos. Yo te lo he contado para que tú no caigas en su mismo error. No subestimes el peligro de las drogas y ten mucho, pero que mucho cuidado con Raúl.
Con esta charla se acercó la hora en la que mi madre podía aparecer en cualquier momento. Así que pusimos la tele y esperamos su llegada aparentando tranquilidad.
Mi madre llegó poco antes de las 10 de la noche. Nos saludó con un beso cariñoso a cada uno.
--Hola cariño, me dijo. ¡Qué buenas notas! Vengo casi muerta. Hemos tenido bastante jaleo en la UVI. Me ducho y me acuesto. Mañana hablamos con tranquilidad.
--No te preocupes, mamá. Duerme y descansa.
No era la primera vez que ocurría. Tanto mi padre como yo estábamos acostumbrados. Un turno de 48 horas en una UVI es realmente agotador. Cuando mi madre caía en la cama, libre de la tensión del trabajo, ni un terremoto la despertaría.
Yo estaba muy recuperada y lo más probable es que no hubiese descubierto nada en mí, pero me vino de cine que mi madre llegase agotada. Tuve la ocasión de seguir charlando con mi padre con entera libertad.
--Papá, mamá se tomará su pastilla y no la despertará ni un bombardeo. ¿Qué te parece si follamos un poco, sin hacer ruido y me tomo otra copita de whisky? ¿No te gusta la idea? Podemos hacerlo en el sofá. Arriba no llegará nada de ruido.
--Eres un diablillo Carol, pero ¿Quién se niega a una proposición tan tentadora? Esperamos media hora y hago una visita a la habitación a ver cómo va todo. Mientras creo que podemos seguir hablando. Hay algunas cosas que merecen que nos pongamos de acuerdo sobre el comportamiento que vas a seguir.
--De acuerdo. Tú dirás. De momento, creo que lo más urgente es lo relativo a subir las notas en esas asignaturas, sobre todo porque los exámenes finales están a la vuelta de la esquina. ¿Qué me aconsejas que haga? ¿Puedo invitar a Susi para que ella también mejore?
--Hablaré con los dos profesores, Carol. El martes creo que podré decirte algo. Tienes suerte. No son unos viejos verdes. Un poco mayores que yo, pero no pasan de los 50 y están en buena forma. Te lo aseguro. Les he visto joder.
--Vale. Ahora me gustaría que me dijeses algo más en relación a Sonia y, si no te parece mal, me gustaría beber una copita de whisky antes de irme a dormir. Mama estará como un tronco y no se enterará.
--De acuerdo, viciosilla. Parece que te ha dado fuerte.
--Lo he pasado muy bien estos dos días y, ahora que me has hecho descubrirlo, querría seguir bebiendo algo, aunque solo sea un poquito, todos los días.
--Puedo hacer algo por ti en ese sentido, pero ha de ser un verdadero secreto y has de seguir estrictamente mis instrucciones, sin salirte para nada de ellas.
--Pues tú me dirás lo que tengo que hacer.
--Guárdame cada día un brick de esos de zumo con pajita que bebes tan a menudo. Te pondré dentro cada día un par de copitas de whisky –algo así como un vasito de los de agua- y te lo daré cuando mama no nos vea. Si mamá está trabajando lo podrás beber cuando más te apetezca, siempre que estés en buenas condiciones cuando venga. Si no, habrás de esperar a acostarte y te lo puedes beber mientras navegas por internet o escuchas música. Es lo que haces habitualmente y tu madre nunca te molesta cuanto ya te has ido a dormir. No olvides enjuagar el brick cuando lo hayas terminado para que desaparezca todo resto de olor del whisky. Cada día te cambiaré el que has vaciado por otro de repuesto. Esa será tu ración. Creo que es algo muy razonable. ¿Te parece, Carol?
--Ya lo creo. Así me iré habituando a beber y los fines de semana que podamos desmadrarnos no lo cogeré con tanta ansia.
--En cuanto a lo de Sonia, poco hay que contar. Como te dije esta tarde todo empezó con su primer aborto y la circunstancia de que conociera a Raúl y se prendase de sus encantos. Poco a poco la fue vinculando al consumo de alcohol y de cocaína y ha terminado convirtiéndose en alcohólica y adicta a porros, cocaína y otras drogas duras y más dañinas. Hoy en día bebe no menos de una botella diaria de algún licor de alto grado de alcohol –whisky, ron, ginebra, vodka-. Lo hace a lo largo del día y por eso no se emborracha. En fin, bebe más de la cuenta de forma habitual y ha terminado por alcoholizarse. Se recupera pronto porque Raúl le proporciona otras drogas, pero acabará mal, si no lo deja pronto. Tú debes escarmentar con ese ejemplo. Cuando la veas no te parecerá que tiene 15 años, sino bastantes más. Las drogas y el alcohol dejan mala huella.
--Papá, ya ha pasado la media hora. ¿Haces la ronda de vigilancia?
Mi padre subió al piso donde están los dormitorios y fue al de matrimonio, que estaba al otro lado de la planta, no sobre el salón, para evitar que le llegaran ruidos. Casi de inmediato bajó, satisfecho.
--Está dormida como un pajarito. Tiene puestas las orejeras y el antifaz; hasta ronca un poquito.
Tan pronto le escuché a mi padre hice ademán de desnudarme.
--Deja, Carol. Prefiero quitarte la ropa yo.
Me dejé hacer y mi padre poco a poco me fue quitando una a una todas las prendas, mientras me acariciaba cada parte del cuerpo que quedaba liberada de la ropa. Tras la blusa me empezó a acariciar el cuello y bajaba con su lengua recorriendo mi pecho por el canal entre los senos al tiempo que desabrochaba mi sujetador.
Al quedar libres mis tetas fueron objeto de sus caricias y lametones, deteniéndose en las areolas y los pezones, a los que empezó a propinar ligeros pellizcos y unos suaves mordisquitos. Mientras yo le desabrochaba la camisa y con mi lengua recorría su pecho y me detenía también en lamer sus pezones.
Luego mi padre pasó a recorrer con su lengua la zona del ombligo y a descender hasta el borde de la cintura de la falda y comenzó a recorrerme de derecha a izquierda sobre la parte superior de mi abdomen, a la vez que yo quitaba su cinturón y comenzaba a desabrochar los botones de la bragueta de su pantalón.
Mi padre estaba sentado en el sofá y se ahuecó para que le bajase el pantalón, mientras se quitaba las chanclas para dejar que saliera sin dificultad, a la vez que descorría la cremallera lateral de mi falta, que se deslizó libre hasta el suelo. Solo nos quedaban a mí las braguitas y a mi padre el bóxer.
--Espera Carol. No nos terminemos de desnudar. Haz lo mismo que yo haga.
Se tumbó en el sofá; me dijo que me pusiera sobre él, en la posición del 69. Lo hice y allí empezó la segunda parte de los prolegómenos de nuestro polvo.
--Qué corte, papá, si mamá bajase en este momento. ¿Cómo se lo explicaríamos?
--Es un remotísimo riesgo, pero eso le añade un poco más de morbo a la situación. ¿No crees, Carol?
--Tienes razón. Es emocionante esa inquietud de si serás o no descubierto. El corazón se me acelera.
Mi padre comenzó a deslizar su lengua, más o menos a la altura de mi clítoris, pero sobre mis braguitas. El pelo de mi coño, abundante, era como un colchón mullido y yo notaba cómo se hundía bajo la presión de la punta de la lengua de mi padre.
Yo le correspondí deslizando también mi lengua a lo largo de la verga de mi padre, ya bastante erecta. Resultó fácil que siguiera su contorno porque se destacaba como un trozo de palo tieso bajo su bóxer.
No duramos mucho tiempo en esa situación, sino que mi padre empezó a deslizar hacia abajo el borde de mis braguitas, descubriendo mi mata de pelo. Yo elevé lo que pude la pelvis para facilitar que las retirase y que quedase a su disposición toda mi zona vaginal. Yo, por mi parte, no quise ser menos y le retiré el bóxer, dejando liberada por completo su enorme verga, tiesa y palpitante.
Lo siguiente fue realizar un completo 69, en toda su extensión. Mi padre lamía mi clítoris y lo mordía muy suave a la vez que abría mis labios vaginales y metía dentro su lengua procurando llegar lo más profundo posible. Empecé a segregar flujo que mi padre saboreaba a la vez que decía en voz baja. Qué rico, Carol, qué rico. Sigue mojándote.
Yo lamía su glande y lo cubría de saliva. Me lo metía en la boca y bajaba mi cabeza sobre su polla a fin de que se metiera muy profunda.
--No hemos puesto toalla, papá. Tengo miedo por si me dan ganas de vomitar. Me gustaría tragármela entera.
--No te preocupes, si vomitases algo caería sobre mi vientre, en esa posición es difícil que llegue al sofá, pero no te preocupes, le diría a mamá que se me ha caído la copa de whisky. Disfruta, Carol, disfruta.
Libre de ese temor acometí con ganas la tarea de que toda su polla desapareciera en el interior de mi boca. Pude conseguirlo sin demasiada dificultad, ya que esa posición es favorable a que la curvatura de su polla permita un mejor deslizamiento, así que comencé a meter y sacar su polla por completo llegándome con facilidad hasta el fondo de la garganta.
Él continuaba con su labor de lamer, morder el clítoris y saborear los jugos que mi vagina producía sin descanso. Colocada sobre él, yo era libre de mover la pelvis sin que nada me lo impidiese, por lo que subía y bajaba una y otra vez sobre su cara.
Pasamos así un buen rato y mi padre dijo que ya era el momento de la penetración, pero que con todo lo que mi coño producía sí que era posible manchar el sofá, así que me sugirió que lo mejor era que él se tumbase sobre el sofá y que yo le cabalgase.
Así lo hicimos. Mi padre se tumbó boca arriba y yo me puse a horcajadas frente a él, sobre su polla que, enhiesta y apuntando al techo esperaba que me la introdujera en la vagina. Mi padre me sujetó por la cintura y yo apunté con mi mano la cabeza de su polla directamente a la entrada de mi coño. Tan pronto la sentí rozar mi entrada mi padre me empezó a bajar lentamente.
Su polla se enterró por completo en mi cavidad, y la sentí en toda su plenitud, intensamente, experimentando y disfrutando de saber que estaba llena de é. Comencé un sube y baja, ayudada por mi padre para evitar cansarme. Él se encargaba de colaborar en mis subidas y bajadas sobre la hermosa verga que me llenaba por completo, abrazada por las paredes de mi vagina que se enroscaban sobre ella.
Por consejo de mi padre paramos un poquito para que pudiera beber algo de whisky. Yo tenía la boca seca por mi continuo y agitado respirar, que hacía con la boca abierta como si estuviera corriendo y me faltase el aire.
Una vez recuperado el resuello. Le dije a mi padre.
--Me gustaría metérmela por el culo. Creo que estando así no me dolería mucho. ¿Qué te parece?
--No sé. Pruébalo. Si te duele, paramos. Pero para que te la metas por el culo es mejor que te des la vuelta y re coloques mirando a mis pies. Yo te seguiré sujetando por la cintura para que no se te clave de golpe. ¿De acuerdo?
--Guíame tú. Yo solo quiero que disfrutemos los dos, pero a la hora de correrte quiero que lo hagas dentro de mi coño. Me gusta sentir cómo me llenas de leche.
Me puse como él me indicó y noté como su polla se introducía en mis entrañas a través de mi culo. La sentía penetrar hacia arriba, ajustada y llenándome entero todo el conducto y comencé a subir y bajar ayudada por mi padre.
Después de unos minutos le pedí.
--Quiero atreverme a dejarme caer de golpe sobre tu polla; quiero sentirla fuerte dentro de mí. Solo sujétame de la cintura, pero no me detengas.
--Adelante, Carol; hazlo como prefieras.
Me coloqué de nuevo sobre su polla, con el glande en la misma puerta de mi culo y le pedí que me soltara. Así lo hizo y yo caí bruscamente sobre su verga, que me taladró hasta el fondo. Aguanté sin gritar, pero no pude evitar un ligero gritito. De inmediato callé y respiré hondo prestando toda mi atención a intentar escuchar algún ruido que saliera de la habitación donde dormía mi madre. No oí ni lo más mínima noción de ruido. Seguí con mis subidas y descensos cada vez más rápidos le dije a mi padre que me quería dar la vuelta y metérmela así de fuerte pero en el coño, porque ya me veía cercana al orgasmo.
Cambié de posición y procedí a ensartarme el pollón de mi padre hasta el fondeo del coño y así, cabalgué una y otra vez. Estaba sudorosa, con la respiración agitada y en pleno éxtasis cuando le medio gritó a mi padre:
--Fóllame fuerte ahora. Estoy a punto de correrme. No me digas nada, pero jódeme con todas sus fuerzas.
Volví a la cabalgada y en pocos minutos mi cuerpo se tensó y exploté en un orgasmo increíble, resoplando casi sin aliento.
--Voy a seguir, Carol. Yo también estoy a puntito de correrme.
--Lléname de leche, papá. Quiero que me dejes bien preñada cuanto antes. Ya veremos que hacemos luego, pero ahora quiero lo máximo. Que me embaraces cuanto antes. Papá, córrete dentro y échame mucha leche. Lo estoy deseando.
Mi padre me dio unas cuantas embestidas más hasta que él también se tensó y se corrió llenando mi vagina con su semen.
Descansamos un poco y me bebí una copa de whisky casi de un trago. No un chupito: una hermosa copa.
--Papá; ha sido un polvo fenomenal. Cuanto lo he disfrutado ¿Ves cómo sí que es posible que follemos aunque esté mamá en casa? Solo tenemos que aprovechar la oportunidad. Habrá muchos más de estos ¿Verdad?
--Carol, estás loca pidiendo que te embarace ¿Sabes la que se armaría si eso ocurriera? Menudo lío si te preñase.
--Pues hasta ahora no hemos tomado precauciones de ningún tipo. Puedo quedarme embarazada cualquier día.
--Ya lo sé, pero has terminado la regla hace muy poco. Ahora no estás en días fértiles.
--¿Cómo lo sabes? Yo no te he dicho nada.
--A veces te descuidas y dejas el tampón a la vista en la papelera del baño. Vi uno el miércoles y solo puede ser tuyo. Ya sabes que mama toma anticonceptivos. Así que, ¡Hale! Carol, a dormir, que mañana hay clase. De momento nada de embarazo.
--Bueno, papa, tienes razón. Creo que ya ha sido bastante por este fin de semana. Pero que conste que me alegro mucho de todo lo que ha pasado y que no me arrepiento de nada. Pensaré en todo lo que me has dicho. Me voy a dormir porque es verdad: mañana tengo clase. Quiero estar despejada y que nadie me detecte nada.
Me subí a dormir.
El lunes fui al instituto antes de que mi madre se levantase -aún estaba recuperándose de la guardia-, ya que el día siguiente siempre lo tenía libre por completo.
La vi a media tarde, a mi vuelta de clase.
Me dijo que estaba muy contenta con mis notas, y que no las estropease con las que aún me quedaban.
--Papá me ha prometido comprarme una nueva tablet cuando las tenga todas y necesito mejorar un poco en Geografía e Historia. Es posible que en esta semana haga algunas horas de refuerzo, pero ya te avisaré cuando lo sepa seguro.
--Haces muy bien. Todo lo que estudies ahora te servirá en el futuro. Yo tampoco era mala estudiante, así que no estaría de más que fueras pensando en lo que quieres estudiar cuando acabes la ESO.
--Estoy terminando segundo, mama; son cuatro cursos y luego el Bachiller. Aún me falta mucho tiempo.
--No creas; vas a cumplir 14 años. Pronto empezarás a tontear con los chicos y el tiempo se te pasará volando. Ya lo verás.
--Bueno, me subo a mi cuarto a preparar un examen.
No sucedió nada digno de mención hasta el martes por la noche. Mi madre había subido ya a dormir porque el día siguiente entraba temprano. Tanía mañana y cambiar el turno a las ocho y debía estar media hora antes. Mi padre me pasó el primer brick de whisky.
--He hablado con el profesor de Historia. Te dirá que pases por su despacho al final de la clase y te dará instrucciones para la mejora de notas. Le puedes hablar del de Geografía, porque son muy amigos y puedes matar dos pájaros de un tiro. ¿De acuerdo?
--Ayer me dio Sole el número de su móvil y pude ver a Nati. Es una chiquilla preciosa y parece que tiene casi más años que Sole porque no es tan menudita como ella. Nati es más robusta, sin querer decir que esté gorda. Que va. Está maciza como diría algún cachondo salido. Sus tetas ya son casi como las mías. Además, me ha dicho que Sole ya le ha contado lo que hicimos y que está dispuesta a lo que ella dijo el “sacrificio”, pero lo dijo con mucha coña. Ah, no le importa fumar algún porro y beber algún chupito. Creo que está deseando que la llames.
--Pues me alegro mucho de esas noticias, y ahora, ale a dormir que mañana tienes cita importante.
--Vale. Me voy a dormir con mi “estimulante”. Mañana hacemos el cambio con el siguiente y te cuento.
Cuando llegué el miércoles al instituto me faltó tiempo para hablar a Susi sobre lo que me había contado mi padre sobre los dos profesores.
--Del de Historia no hacía falta que me dijeras nada. Ese ha pagado uno de mis abortos. Ya me ha jodido un par de veces más, pero ahora pone más cuidado. Del de Geografía no tenía ni idea, pero me parece bien, si es que traga.
En la clase de Historia el profe dijo que me pasara por su despacho al terminar. Así lo hice. Cuando me vio mostró su interés en repasar conmigo algunos temas: tu padre me ha dicho que andas un poco floja y estoy dispuesto a dar un repaso intensivo a la época del Renacimiento.
--¿Qué tal si te pasas por mi casa esta tarde, sobre las 6, cuando terminen las clases? ¿Te viene bien esa hora?
--Estaré encantada, don Alfonso –así es como le gusta que le llamemos-. ¿Podría ir con una compañera? A ella también le vendría bien subir nota. Con Geografía estamos igual.
--Si tu compañera tiene la misma buena “disposición” que tu padre me ha dicho que tienes tú, no hay ningún inconveniente. ¿Quién es?
--Susi. Está repitiendo y le gustaría mejorar la nota.
--De acuerdo, os veré esta tarde. Sed puntuales ¿Eh?
--¿Puede usted recomendarnos a don Esteban? Porfa.
--Lo intentaré. No sé cómo andará de tiempo. Ahora os entran las prisas y se os ocurre a todas estudiar. Veré que puedo hacer. Te diré algo en cuanto le hable. Antes he de ver con qué “interés” acogéis mi clase y cómo os portáis conmigo.
--Seremos unas alumnas muy obedientes y haremos todo lo que usted nos pida, don Alfonso.
A las cinco de la tarde puse un whatsapp a mi madre diciendo que esa tarde recuperaría Historia. Llegaría a casa poco después de las 8.
El profesor de Historia, don Alfonso, como le gustaba que le llamásemos, no dio muestras de conocer ya a Susi, pero estuvimos con él un par de horas, en las que nos echó un buen polvo a cada una y lo pasamos bastante bien. En su favor diré que tenía una buena polla y, lo que es mejor, que sabía manejarla con maestría. Nos hizo gozar como perras. En la casa, lógicamente, no había nadie más que él.
Cuando acabamos nos despedimos y Don Alfonso nos dijo que cuando necesitásemos algún “refuerzo” en el curso siguiente, él estaría siempre a nuestra disposición.
--Solo tendréis que pedírmelo. Yo siempre estaré bien dispuesto a ayudar a aquellas alumnas que ponen todo su “interés” en mi asignatura. “Interés”, siempre lo enfatizaba.
Cuando llegué a casa mi madre solo me preguntó qué tal me había ido la clase de refuerzo. Le dije que muy bien.
Cenamos sobre las 9 y mi padre me dio el brick con el whisky. Subí a mi habitación y a las 11 apagué la luz y me dormí como un angelito, con mi dosis de alcohol liquidada.
El jueves se repitió casi la misma escena del día anterior, pero con el profe de Geografía. No voy a cansaros con el detalle de lo que fue simple y llanamente sexo, sin ningún detalle que lo hiciera especial.
Solo que el sábado mí madre tenía guardia nocturna, pero solo de 24 horas; de 4 de la tarde del sábado a 4 de la tarde del domingo.
--Papá ¿Podemos organizar algo el sábado? Mamá no volverá hasta el domingo a mediodía.
--Poder, podremos, pero has de ser prudente en la bebida y la coca. A mediodía del domingo tienes que estar como una rosa. Tu madre volverá sobre las seis.
--Vale. No es lo ideal; pero más vale poco que nada. Tú me controlas ¿De acuerdo? ¿Puedo tratar de que vengan Sole y Nati?
--Por mí de acuerdo, pero tendré que invitar a alguien porque tres para mí será demasiado. ¿Qué te parecen el padre de Susi, Fidel, Raúl, Luis y alguien más que pueda convencer de última hora?
--A mí me gustaría que también estuviera Susi, pero creo que esta semana está con su madre. Se lo diré de todas formas por si puede inventarse algo y venir también ella.
Aunque le avisé el viernes por la mañana, a las seis de la tarde tenía un whatsapp en el que me decía: dame la dirección y hora de llegada el sábado. Todo arreglado.
Se lo conté a mi padre y me dijo que Susi, Sole y Nati se reunieran en la puerta del Centro Comercial a las 3 de la tarde y él las recogería después de comer. Les puse un whatsapp a Susi y Sole y enseguida me contestaron OK.
Pasé la mañana del sábado muy inquieta; imaginaba cómo me lo iba a pasar en unas horas. Mi madre se dio cuenta y me preguntó.
--¿Qué te pasa, Carol? Te veo descentrada. Vas de un lado para otro y pareces tener la cabeza quién sabe dónde.
Improvisé una excusa y le contesté.
--Es que la semana que viene dan las notas definitivas y estoy nerviosa. Creo que todo está muy bien, pero no me consigo olvidar del curso pasado. Además, las vacaciones empiezan el día 20 y no quisiera tener que tener que pasar el verano repasando alguna materia. Quiero pasarme un verano sin tener que pensar en el Insti hasta que llegue el mes de Septiembre.
--No te preocupes, Carol. Quién pudiera tener como única preocupación el resultado de un examen. En el hospital se rumorea que en Julio y Agosto las guardias se van a doblar. Creen que no van a suplir las vacaciones, así que nos espera trabajo doble y guardias a tutiplén. Os vais a librar de mí muy a menudo.
Comimos temprano, -sobre la una- y a las dos de la tarde mi madre salió en su coche rumbo al hospital, para cambiarse a tiempo y tomar el relevo al equipo saliente.
Tan pronto mi madre se fue, mi padre me pidió confirmar con Susi y Sole que todo iba bien. Puse un whatsapp a cada una y me devolvieron el OK. Mi padre cogió el coche y se encaminó al CC.
--Sube al salón las mantas viejas que tenemos en el garaje y almacena en la cocina las botellas de licor del mueble bar. Retira las sillas. Deja libre todo el espacio que puedas. Yo compraré cervezas y más licor en el Hiper antes de recoger a las chicas. Y prepárate bien, golfilla.
Se me pasó el tiempo volando y a las tres y media oí
el coche entrando en el garaje. Ya tenía casi todo recogido, excepto la mesa, que era pesada y no podía con ella.
Mi padre apareció en el salón seguido de Susi, Sole y Nati. En cuanto nos vimos nos fundimos las cuatro en un abrazo al tiempo que Sole decía.
--¡Guau! Otra vez aquí. Hoy sí que voy a joder como una loca, pero sin pasarme con el whisky eh, Antonio.
Bueno, lo mejor que podemos hacer es prepararnos lo mejor posible. Así que una cervecita para cada una y fuera toda la ropa, dijo mi padre. Subid arriba y dejadla en la cama de Carol. Que los chicos os encuentren ya dispuestas.
Subimos a desnudarnos y en cinco minutos estábamos las cuatro en pelota picada en medio del salón.
--¿Te atreves con una cervecita, Nati? Es para que os animéis un poco antes de que lleguen los chicos. Los he citado a las cuatro y suelen ser puntuales.
--Claro que sí, Antonio. No será la primera que beba.
El primero que llegó fue Fidel y de inmediato se puso a preparar unos canutos.
--Para que entréis en ambiente. Os va a hacer falta.
Cada una empezó a fumar el suyo y Fidel se encargó de asesorar a Nati cómo debía hacerlo. Era la más joven de todas, y primeriza, pero mostraba una clara decisión de obedecer todo lo que le dijeran, seguramente aleccionada por su hermana, que había escarmentado de la experiencia de la semana anterior.
A las cuatro y media ya habían llegado todos los demás y nos reunimos en el salón. Haré un recuento de quienes éramos.
--Chicas: Susi; Carol; Sole y Nati; cuatro.
--Chicos: Antonio; Javier; Fidel; Raúl; Luis; Félix; Juan y Alberto; ocho.
Félix es mi tío y los otros dos son de los que suelen acudir a reuniones con crías jovencitas, que son de toda confianza de mi padre. Ninguno pasaba de los 50.
Mi padre hizo a los nuevos la presentación de todas nosotras, haciendo hincapié conmigo, a la que presentó la última.
--Esta es Carol. Mi hija. Se estrenó la semana pasada y ya está ganada para la causa. Eso va por vosotros Alberto y Juan. Hasta hoy siempre habíamos coincidido en otras casas, porque la presencia de Carol impedía que nos reuniésemos aquí. A partir de ahora mi casa también está abierta a nuestras reuniones. Siempre que no esté Clara, mi mujer.
--Me alegro mucho de que Carol haya decidido unirse al grupo. ¿Nos la prestarás para que venga a nuestra casa?
--Si ella quiere; por supuesto que sí.
-Ahora voy a hacer un pequeño examen a las chicas, para saber hasta qué punto están dispuestas a colaborar en que esta tarde/noche sea inolvidable. De entrada os diré que cada una ha bebido una lata de cerveza y ha fumado un canuto preparado por Fidel.
De Susi y Carol no diré nada. Las dos están dispuestas a beber hasta que el cuerpo aguante; hasta alguna rayita de coca seguro que caerá –según sean los efectos del licor que beba cada una-.
--Sole; contesta. ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar hoy?
--Antonio hoy no voy a poner ningún límite. Haré todo lo que quieras. Solo me he emborrachado una vez. Así que veré lo que aguanto, pero beberé lo que pueda. No importa si me vuelvo a emborrachar. Con que no se me note cuando vuelva a casa, ¿vale? Y joder; joderé todo lo que pueda; cuanto más, mejor.
--Nati; veamos qué piensas tú. No has jodido aún, ni has bebido licores ¿Es así?
--Sí, Antonio. Estoy virgen de cuerpo y alma, pero tengo muchas ganas de dejar de estarlo.
--¿Te atreves a beber hasta emborracharte? Porque a joder ya sé que estás decidida. Si no, no estarías aquí.
--La cerveza ya la había probado antes; el licor será nuevo para mí, pero algún día tenía que probarlo ¿No? Así que ¿Por qué no voy a hacerlo hoy? Beberé lo que pueda.
--¿Sabes, Nati? Es que a todos nosotros nos gusta mucho joder con chicas jovencitas, como vosotras, pero si estáis algo borrachas es mucho mejor. El alcohol os anima, perdéis la vergüenza y hacéis muchas más cosas ¿Estás de acuerdo?
--Por mí, de acuerdo; me podéis emborrachar, pero me tenéis que cuidar luego para que tampoco se me note cuando vuelva a casa con mi hermana.
--Tenemos solo la tarde y la noche de hoy, dijo mi padre, así que entraremos en acción rápidamente. Susi es la más acostumbrada a estas reuniones. Hace tiempo que jode con su padre y su tío. Mi hija se estrenó el viernes de la semana pasada conmigo y el sábado ya fue capaz de que Javier, Fidel y yo mismo la follásemos. Sole solo ha jodido un poco el sábado pasado, salvo que lo haya hecho esta semana; no tiene más experiencia y Nati, su hermana, es virgen total, a excepción de los dedos que le haya metido su hermana.
--Creo que lo mejor es que elijamos las que ya hemos jodido; dije yo. Por ejemplo: a mí me interesa conocer una polla nueva cuanto antes, así que elijo a Alberto, después que me joda Juan, porque mi tío supongo que tendrá más ocasiones para joderme.
--Pues yo me quedo con el que no quiera Carol, dijo Susi.
--Mi padre dijo que ya estaba bien. Habrá tiempo para que todos os follemos; eso si alguna no abusa del alcohol, tal como ocurrió el sábado pasado con alguna que me sé.
--Tranquilo, Antonio. Me pienso emborrachar hoy también, si no te importa, pero solo al final. Lo mismo que hace Carol.
--Bueno, pues terminaos el porro y a follar. Durante la primera hora solo cerveza. El alcohol serio a partir de la segunda hora. ¿Todos de acuerdo?... Pues se abre la veda.
Hablaré en primera persona, aunque intercalaré algo de lo que observé a mí alrededor, al descansar o al cambiar de compañero de sexo. El salón era amplio pero quedaba todo al alcance de la vista.
Las primeras parejas fueron: Antonio/Nati # Juan/Susi # Félix/Sole # Alberto/Carol.
Comencé haciendo un suave masaje a la polla de Alberto y casi de inmediato le empezó a crecer, lo suficiente para que me la pudiera meter en la boca. Era una polla de un tamaño normal, un poco gruesa, pero no muy larga. No me haría vomitar, seguro.
De vez en cuando miraba donde estaba mi padre, que se estaba ventilando a Nati. La chiquilla parecía disfrutar de lo lindo mientras intentaba tragarse la polla de mi padre, lo que resultaba imposible para ella, primeriza como era.
Los demás estaban cada uno a su avío. Algunas pollas ya hacían los honores a su respectivo coño.
Yo no tardé en conseguir que la verga de Alberto se despertara de su letargo. ¡Y vaya cómo se despertó! No tenía que envidiar nada a la de mi padre. Fláccida parecía más pequeña de lo que luego resultó.
Después de varios intentos conseguí engullirla por completo y Alberto inició una serie de metisaca que hacían deslizar su polla a lo largo de mi garganta, hasta que le dije que estaba ansiosa por que me echara un buen polvo, pero en el coño.
Cambiamos de postura y me coloqué en perrito, con el culo en pompa para que me la metiera más fácil desde bien atrás. Alberto bombeaba continuamente su falo dentro de mi chocho, hasta que alcancé mi primer orgasmo.
Esa circunstancia puso más cachondo a Alberto, que no tardó en correrse, llenando mi vagina con una descarga de semen de considerable volumen.
Me recosté en un cojín, para descansar un poco, otear el horizonte y ver cómo andaban las demás.
Mi madre ya tenía ensartada a Nati, que se deshacía en gemidos de placer.
--Antonio; ¡¡Qué bueno es joder!! ¡¡Con lo jovencita que soy me quedan un montón de años para pasarlo bien!! Esto es flipante, como dice mi hermana.
--Disfruta, Nati. Además casi no te ha dolido cuando te he desvirgado.
--Claro; es que anoche Sole me metió en el coño una salchicha de las gordas y ya lo tenía un poco abierto.
Sole estaba soportando más que bien la enorme polla de mi tío Félix, porque él no se andaba con chiquitas: se la estaba metiendo con mucha fuerza y sus gemidos no eran de placer, precisamente.
--Félix, cabrón. Eres el segundo tío que me folla. Me estás haciendo mucho daño, pero cada vez que la metes de golpe me gusta más. No pares y sigue jodiéndome fuerte.
Susi no tenía ningún problema con la polla de Juan y le incitaba continuamente a que se la metiera a lo bestia.
--Vamos, Juan. Métemela todo lo fuerte que puedas. ¡Quiero que me rompas el coño! ¡¡Dame más fuerte!! ¡¡No pares!! ¡¡Sigue!! ¡¡Meee corroooo; meee corrroooo!!
--Yo también, respondió Juan y se pegó a ella como una lapa estrellando una y otra vez su polla contra el coño de Susi.
Los demás se fueron corriendo también.
Mención especial merece el primer polvo que recibió Nati en su coño.
Mi padre le dijo que se preparara y se corrió dentro de ella, mientras Nati estallaba en un orgasmo sensaciónal.
--¡¡¡Me voy a correr!!! ¡¡No, no me voy a correr!! Es que ¡¡¡Me estoy corriendo!!! No me la saques; déjamela en el coño más tiempo. Quiero seguir jodiendo. No quiero que me la saques.
--Tranquila, Nati. Hay otros siete que te quieren joder.
--Pues que me metan otra enseguida. Quiero más.
Había pasado poco más de media hora desde que nos pusimos a joder.
Mi padre dijo que mientras descansábamos nos iba a explicar lo que haríamos a partir de ahora con la bebida.
Lo primero que cada una se tome una anfeta para que puedan aguantar más licor y más fiesta.
Luego pondré en marcha el reloj de una tablet, que nos dará una alarma cada 10 minutos. Será el momento en que cada una de vosotras y el que quiera de vosotros, beberá un chupito. Empezaremos con Martini; así las chicas irán habituándose al alcohol. Beberán seis chupitos en la primera hora. Fidel preparará algunos canutos para que se los fumen entre ellas poco a poco para que se coloquen más rápido. Durante esa hora joderéis con cualquiera que os lo pida.
Para la segunda hora pondré la alarma cada cinco minutos, siguiendo con el Martini. Después de dos horas ya habréis bebido 18 chupitos. Si todavía aguantáis volveremos a los 10 minutos, pero bebiendo ginebra u otra cosa fuerte.
--Chicas: ¿Estáis de acuerdo con todo eso?
--Susi y Carol ya están acostumbradas, así que solo quedamos nosotras dos. Yo sí estoy de acuerdo. ¿Qué piensas tú, Nati?
--Lo que tú digas Sole. Tú ya te has emborrachado una vez, así que ¿Por qué no puedo hacerlo yo también?
--Antonio; Nati está deseando probar. Adelante.
Mi padre cogió por banda a Sole para echarle un buen polvo y resarcirse del que se le escapó la semana pasada.
A mí me agarró por banda Juan y comenzamos a dar principio a lo que fue un polvo sensacional. Claro que yo le doy un calificativo de sensacional siempre al primer polvo que me echa una polla nueva. Como no tengo anteriores con los que comparar me pasa eso. El primero siempre es sensacional.
Pero este de Juan sí que lo fue. Duró lo suficiente para que me tomase un par de chupitos. O sea que pasó de los 20 minutos, entre felaciones, cunnilingus, que Juan me hizo de maravilla. ¡Cómo me comió el chocho! Demostró ser un verdadero maestro en ese trabajo. Me corrí dos veces a la vez que conseguí una buena descarga de semen en boca, que me tragué en medio de un 69 fantástico. Luego me la estuvo metiendo por el coño; alternaba lentitud con rapidez y acometidas suaves con otras plenas de brusquedad. El muy cabrón sabe cómo tratar a una jovencita.
--Tienes mucha práctica, Juan y sabes cómo tratar a una jovencita como yo.
--No debe extrañarte. Tengo dos hijas: una de 17 y otra de 15. A partir de los casi 13 años follan conmigo y con más gente del grupo. Ellas también me han enseñado qué es lo que más os gusta a vuestra edad.
--¿Sigues follando con ellas?
--No todos los días, pero al menos una o dos veces por semana hacemos prácticas; para no perder la costumbre.
No tardamos mucho en corrernos de nuevo, momento en que yo pasé a ser víctima de mi tío Félix.
--Ya tenía ganas de cogerte por banda. Mejor dicho de cogerte de frente y meterte la polla hasta los huevos.
--Qué bestia eres, tío. No creo que seas tan salvaje.
--Ten en cuenta, Carol, que te he visto crecer y desde que te empezaron a despuntar las tetitas soñaba con tener sexo contigo.
--Me salieron apenas a los 11 años, tío. Era una cría.
--Pues por eso me contuve. Pero no me negarás que teniendo esos deseos, ver cómo crecías y lo buena que te estabas poniendo, la espera se convirtió en una tortura. Anhelaba el día en que dieras el paso. Tu padre no hacía más que decirme: ten paciencia, Félix. Al final joderá contigo; ya lo verás.
--Pues mi padre tenía razón. Aquí estoy, esperando que me eches un polvo de antología. Pero, espera, acaba de sonar la alarma: es la hora del tercer chupito.
Nos reunimos en la cocina para tomar la tercera ronda de Martini.
Mi padre se encargaba de ponernos el correspondiente chupito, que todas nos bebimos con avidez. Unas porque nos gustaba el alcohol y otras, como Nati, que por cierto no daba muestras de estar muy afectada, por volver cuanto antes a meterse en el coño la polla de Fidel; dijo que ya le entraba casi toda entera.
Retomé la actividad sexual con mi tío. Cómo manejaba su herramienta. Me llevaba al paraíso cada vez que pegaba un soberano empujón y me taladraba la vagina hasta llegar al útero.
--¡Joder, Félix! Qué burro eres. Tu polla me llega hasta el útero. Me lo vas a perforar.
--Lo que voy a hacer es abrirte de par en par. Si pudiera te sacaría la polla por la boca.
--¿También se lo has hecho así a tus hijas?
--Pregúntaselo a ellas cuando las veas. No creo que tardes mucho. Ya sé que las has visto a menudo, pero me refiero a verlas en actividad sexual. Puede que coincidamos pronto en cualquier lugar. Habla con tu padre al respecto.
Seguimos follando como desesperados y sonó de nuevo la alarma y volvimos a por nuestro chupito.
A la vuelta de ese descansillo no fuimos capaces de aguantar más y nos corrimos como dos animales.
La tercera polla de ese lapso de hora fue la de Javier, el padre de Susi.
--Ya tenía ganas de repetir contigo, Carol. Me tienes enganchado a tu coño que no veas. Es tan estrechito; no como el de Susi que es una autopista. El tuyo es como si abrazara cariñosamente mi polla cada vez que te la meto dentro.
--A mí me pasa algo por el estilo, Javier. Tu verga me llena el coño por completo. Hay veces que me parece que no la metes entera; no sé, es una sensación.
--Es verdad, Carol. El ocasiones me controlo para no hacerte daño, porque pienso que todavía no tienes el coño suficientemente dilatado para acogerla entera.
--Pues no te cohíbas. Si no me fuerzas un poquito no sabré si soy capaz de albergarla toda. Quiero que hoy me la metas a fondo.
--Vale, Carol, pero si te hago daño me lo dices.
--¡Joder! Si me haces daño, me aguanto. Quién algo quiere algo le cuesta. Venga no lo pienses más; adelante.
A partir de ese momento empecé a saber lo que era sufrir de verdad. Javier metía su verga, larga y gruesa, sin ninguna contemplación. Empujaba más y más fuerte, hasta conseguir arrancarme gritos de dolor, a pesar de que yo me esforzaba por contenerlos. El dolor era tan intenso que no lo podía aguantar y chillaba. Cómo eché en falta la botella de whisky que mi padre me dio el primer día.
--Me duele, Javier, me duele. Pero no me hagas caso y sigue porque me estoy poniendo cada vez más cachonda y me correré en cualquier momento.
Javier continuó con su trabajo y al final nos corrimos los dos con un orgasmo cósmico, por emplear una palabra que lo defina como inacabable.
De nuevo la alarma llamó a la cita con el Martini. Era el quinto chupito. Nati ya tenía los ojillos brillantes, pero era lo único que denotaba que estaba empezando a beber una bebida alcohólica. (15º tiene El vermut Martini)
Los últimos diez minutos hasta la última alarma los gasté en compañía de Fidel, al que le estuve mamando la polla porque venía de correrse en el coño de Nati.
--Qué maja es esa chiquilla, Nati. Tiene poco más de 12 años, pero lo ha cogido con unas ganas que no veas. No hace más que pedir polla, polla y polla.
--Es que Sole, su hermana, ha estado haciendo que se ilusione con perder la virginidad. Ellas ya se hacían dedo desde hace tiempo y creo que Nati se los metía a Sole antes de que la semana pasada viniera a casa.
Como enseguida se le puso gorda, le pedí que no me dejara sola y me la metió rápidamente. No anduvimos con ninguna floritura. Corrernos cuanto antes, porque estaba a punto de sonar la campana.
Efectivamente, nos corrimos y la alarma de la tablet sonó avisando de que el plazo se había cumplido.
Pasamos todos a la cocina donde se nos entregó el sexto chupito. Lo bebimos y a instancia de mi padre fuimos todos al salón, nos acomodamos y escuchamos lo que tenía que decirnos.
Nos felicitó a las chicas por el placer que les habíamos regalado y nos dijo que, en principio, estábamos todas en buenas condiciones para continuar.
--Sin embargo, creo que Sole y, principalmente, Nati debieran reforzar sus reservas mediante la ingestión de una nueva pastilla.
--Lo que tú digas, Antonio, respondieron ellas.
--Fidel; prepara unos canutos para que se los fumen las chicas. Quiero que estén bien colocadas para la noche.
Aún no eran las siete de la tarde y mi padre decretó un descanso para afrontar la tarde/noche completamente despejadas, pero colocaditas, porque entonces empezaría lo mejor de la fiesta.
Pero eso se tratará al detalle en el siguiente capítulo.