Búsqueda de oportunidades
Después de dejar su trabajo tuvo que ponerse a buscar otro, terminando en Wallapop. Tras mucho buscar dio con un buen empleo que le deparó cosas que no esperaba....
Búsqueda de oportunidades
Desde que hace unos meses terminé en mi trabajo de hace años, he tenido que ponerme a buscar como loca esperando que saliese algo. Como último recurso tuve que ir hasta lo más básico y cutre del mundo. Wallapop.
Aquí donde me veis, ahí estaba yo, una joven cerca de los treinta poniéndome a la venta como un mueble viejo que quieres cambiar del salón. Y que cómo te da pena tirar y no lo puedes guardar, tras ver el anuncio de “súbelo súbelo” acabas subiéndolo y poniendo precio.
Pero en este caso no era un mueble. Necesitaba un trabajo de lo que sea. Y eso implica cualquier cosa que se mantenga dentro de la ley. Así que puse varios anuncios como chica del hogar y cuidadora general.
Durante los primeros días miraba constantemente rezando que por favor me saliese algo, pero no había suerte. Hasta que al cabo de una semana me llegaron un par de mensajes que abrí con toda la ilusión del mundo. Nunca imaginé que limpiar mierda ajena me iba a hacer tanta emoción… lo que hace la necesidad.
La primera una señora muy… clásica que quería que fregase su casa del pueblo. De rodillas. Se ve que esa señora todavía no había conocido este artilugio inventado en España en 1964.
La segunda quería que fuera a su casa ya. Es decir, por la tarde como muy tarde y limpiar como si no hubiera un mañana y que ya me pagaría cuando volviera de viaje.
Obviamente quería trabajar, pero no hacer el tonto así que no respondí a ninguna de las dos ofertas.
Más tarde me llegó otro mensaje de una mujer que quería que limpiase su chalet, de tres plantas, ubicado en una urbanización a las afueras de mi ciudad. Parecía leal, maja, centrada… iba con el escudo en alza y la pistola cargada porque había visto muchas cosas raras por Twitter sobre anuncios de Wallapop. Hasta una amiga tuvo una experiencia nefasta con un anuncio donde le pedían que limpiara semi desnuda.
Pues acepté. Le respondí el mensaje y a los pocos minutos estábamos hablando por teléfono para darme la dirección exacta.
Cuando conseguí llegar, después de perderme tres veces por que el GPS casi me manda al mar, le mandé un mensaje y salió a la puerta a recibirme.
La mujer tendría unos 50 y algo y era más maja que todas las cosas, y rápidamente me cayó bien. Además, no tenía ese carácter de marquesa de los años 50 que te quería tener como una esclava de la antigua Roma.
El barrio era muy tranquilo, tanto que casi me inquietaba.
Me dejó sola y empecé a ponerme manos a la obra. Cuando subí a la planta de arriba y me puse a limpiar, me sentí observada, pero por más que miraba no veía a nadie, así que confirmé que tenía que ir a tratarme esa paranoia que últimamente estaba empezando a desarrollar.
Y seguí limpiando, centrándome en la planta del medio para una hora después estar en la de abajo. La casa era enorme. Y estuve unas tres horas más o menos sin parar.
Cuando acabé le mandé un mensaje y a los pocos minutos la mujer se presentó con el dinero.
Más contenta que unas pascuas me fui.
A los dos días me contactó nuevamente, y me pidió que fuera otra vez, pero en esta ocasión a casa de su hijo, que iba a salir de viaje y quería hacer limpieza general para cuando volviera. Para sorpresa mía vivía al lado de su madre, la casa conjunta.
Cuando llegué y entré no sabía si limpiarla o mudarme ahí. Había una habitación sólo de libros y otra más interesante aún. Era el templo del friki, cosa que me identifica bastante, y cuando entré a la habitación que la madre me dijo “no quiere que nadie entre ahí, pero se alegrará de la sorpresa que esté limpia” dudé de mi decisión más aún.
La idea de ponerme a jugar era muy tentadora, pero estaba trabajando y tenía que ser responsable.
Cuando llegó el momento de limpiar ahí puse todo de mi parte y limpié lo mejor que pude sin alterar mucho ese templo. Nuevamente cuando acabé la mujer vino, me pagó, y estuvo muy contenta con mi trabajo. Tanto que a la semana me volvió a llamar para limpiar su casa.
Todo iba bien, me había hecho con un trabajo “estable” como asistenta del hogar y al final empezaba a ir hasta dos días por semana.
Siempre la misma puta paranoia en esa habitación de arriba. Sintiéndome observada.
Cuando empezó a acercarse el verano me propuso un extra por limpiar la zona de la piscina, así que aprovechando el tirón le dije que sí, aunque iba a morir bajo el sol de esa terraza infinita.
Como cada semana cada dos veces en semana iba, echaba mis horas, me pagaba y me iba. Y así, durante un par de semanas hasta que en uno de esos días me dijo que en las próximas semanas la casa no estaría sola, que tenía a su hijo ahí para estar pasando las vacaciones en la piscina, pero que yo siguiera como hasta ahora mientras ella se iba a hacer sus cosas.
Nunca pregunté, pero tenía una mañana muy ajetreada la señora porque desaparecía y volvía de repente.
A sabiendas que iba a estar esa mañana en la piscina me puse más cómoda. Y ahí estaba yo, acabando de limpiar en la sala de observación, como la había bautizado por que es qué me sentía observada ahí dentro, para terminar bajando hasta la terraza y ponerme con la piscina.
Efectivamente no estaba sola. Había un morenazo tumbado en una hamaca tomando el sol con un libro en la mano.
Un libro… ¿hay algo más sexy en un tío que verle leer? (se me ocurren otras cosas pero no vienen al caso).
Tan amable como su madre, me saludó. No esperaba que fuese de mi edad, no sé por qué. Pero entre una cosa y otra, lejos de esperar encontrarme un antisocial como yo que se pasa el día en las redes sociales, encontré un tío que me parecía hasta interesante y simpático. Y estaba bueno, pero esto era secundario, claro está.
- Así que tú eres la que entró en mi cuarto de la diversión a limpiarlo.
- Sí, pero sólo porque tu madre me lo pidió. Intenté no tocar más de lo necesario.
- Fue toda una sorpresa encontrar todo como estaba y a la vez limpio, la última vez que mi madre metió a alguien ahí tuve que renovar media habitación.
Al final terminamos hablando de videojuegos mientras me ayudaba a limpiar la piscina. Pese a insistir que era trabajo mío.
Acabé mi jornada y me fui, y al cabo de los días volví a ir.
Aquella mañana sí estaba sola en el chalet. En la habitación donde me sentía observada. Y cuando me agaché a limpiar parte de uno de los muebles, al levantarme, me pareció ver alguien asomado a la ventana de enfrente.
La casa era la del hijo de mi jefa. Obviamente estaba asomado. Y me vino a la cabeza si me había estado observando alguna vez más y por eso mi paranoia crecía y crecía.
Me asomé yo a la ventana ahora, esperando volver a verlo y mi sorpresa fue grande cuando lo vi mirándome tras el cristal, acercándose al equipo de música que tenía en frente de él y sin dejar de observarme poner una canción a todo volumen, volver a la ventana y empezar a desabrocharse la camisa. Sonaba T.N.T de AC/DC.
¿Pero esto qué es…? Pero yo lejos de apartarme, me quedé embobada mirando, nerviosa, tragando saliva e incapaz de quitar la vista.
Se quitó la prenda y llevó sus manos a los vaqueros, desabrochando el pantalón y bajándolos despacio para quedarse en ropa interior delante de mí a través del cristal.
Se llevó la mano a la entrepierna y sin apartar sus ojos de mí empezó a tocarse por encima de la tela.
Me ponía tensa. Excitada. Nerviosa.
Sentía la necesidad de llevar mi mano al interior de mis bragas y palpar como estaba reaccionando mi cuerpo ante la escena.
Recreé en mi cabeza las veces que había limpiado esa habitación, las veces que me había sentido observada, las veces que miraba y no había nadie aparentemente… ¿Siempre había estado ahí?
A través de la distancia que nos separaba pude ver como su erección crecía ante el manoseo. Como metió la mano bajo la tela y empezó a subir y bajar mientras observaba como yo, inconscientemente, ponía mi mano entre mis piernas y me apretaba contra la ropa buscando calmar el calor que empezaba a ser un problema en mí. Nos mirábamos, clavando nuestros otros en el otro y bajando hacía donde la mano trabajaba.
La escena era tan curiosa como surrealista, ¿de verdad estaba a punto de tocarme mirando cómo se tocaba el hijo de mi jefa? Quizás estaba soñando y despertaría en cualquier momento. Sería más realista irónicamente.
Pero no, estaba muy despierta y cada vez más cachonda viendo cómo se desprendía de la ropa interior y se quedaba desnudo con su polla en la mano, tocándose y sólo mirándome.
Era incapaz de quitarme, de hecho terminé accediendo a tocarme mientras cruzábamos la mirada y sin darme cuenta me estaba corriendo a través de un cristal que nos separaba.
El siguiente día de limpieza fue complicado para mí. Tenía en la cabeza que en el momento que pisara esa habitación estaría él ahí, desnudo, tocándose nuevamente. Pero no, no estaba. Se encontraba en la piscina, tan tranquilamente tumbado en la hamaca y sonriendo como si lo del día anterior no hubiera pasado.
Me puse a limpiar con normalidad intentando obviar los recuerdos que venían a mi mente. Haciendo grandes esfuerzos por no clavar mi mirada en su paquete, que tanto me gustó ver.
Pero cuando estaba en la parte delantera de la piscina, inclinándome para buscar varios productos de limpieza para la planta de arriba que aún me quedaba por terminar, noté como se pegaba a mí y como sus manos se posaban en mi cintura.
Pegué un sobresalto, me quedé quieta con los botes de limpiador en la mano y el trapo en la otra y no supe que decir.
Sentí su aliento por mi cuello, como pasaba los labios tan cerca y a la vez tan lejos. Sus manos ascendieron por mi cintura hasta la parte baja de la camiseta y metió las manos por debajo, muy muy despacio, como si esperase mi negativa o una reacción por mi parte. Pero no le paré. Y así creó un camino con sus manos, una presión en mi cuerpo, hasta que llegó a mi delantera y las abarcó con sus manos, clavando los dedos en mi carne mientras tiraba de la camiseta de tirantes hacía abajo. Con su boca ayudaba los tirantes a caer por mi hombro, pasando los labios por mi piel mientras seguía manoseándome.
Mordisqueó, despacio, mis hombros, subiendo y bajando por mi piel hasta jugar con éste y mi cuello.
Bajó la camiseta enrollándola en mi cintura, agarró mis tetas desde atrás mientras las apretaba, y con una mano hábil me desabrochó el sujetador, dejando mis tetas libres sobre sus manos. Apretaba mis pezones con sus dedos, endureciendo cada vez más, proporcionando una excitación que me estaba volviendo loca.
Sentía como su miembro se endurecía bajo la fina tela de su bañador, pegada completamente a mi culo. Solté lo que tenía en las manos y las llevé hacía su paquete, acariciando mientras él me inclinaba la cabeza agarrándome del cuello para acceder a mi boca.
Me besó, lamiendo mis labios primero, y metiendo su lengua a jugar con la mía después. Mordisqueaba mis labios, entrando en ella con una dureza que no hacía más que calentarme cada vez más.
El morbo del momento crecía a medida que yo, bajo la escasa capacidad que tenía ahora para pensar, le daba vueltas a la situación.
Me puso de cara a la pared, besando mi cuello, apartando mi pelo a un lado, bajó por la parte central de mi espalda con su boca, mientras sus manos iban dejando un paseo de caricias por mi cuerpo.
Me agarró el culo, clavando sus dedos en mi carne, azotó, sobresaltándome y haciéndome mirar mientras veía como su cara desaparecía entre mis piernas.
Agarró la cintura de mi pantalón corto y tiró hacía abajo, llevando consigo la ropa interior, dejándome desnuda. Abrió mis nalgas y palpó mi sexo humedecido con sus dedos, despacio, pasándolos por su boca después, mientras me observaba y me hacía desesperarme.
Los llevó de nuevo a entre mis piernas y subía y bajaba por mi coño trazando movimientos en círculos que me estaban volviendo loca. Inclinada con las piernas abiertas, apoyada con la cara en la pared, sintiendo su mano en un lado de mi culo y la otra recorriendo mi coño… acercó su boca a mí, siguiendo el camino que antes tomaba la yema de su dedo, ahora lo hacía con la lengua. Apreté su cabeza en esta posición, tan tensa, tan morbosa, tan erótica y placentera. Agarrando su pelo pegaba pequeños tirones que le hacía levantar la mirada y cruzarse con la mía, que suplicaba que me comiera, que me ayudara a correrme con su boca.
Se apartaba lo suficiente para pegarme bocados en el cachete, azotar, pasar su boca y volver a hundirse en mí.
No pude ignorar como su mano subía por mi espalda para clavar sus dedos en el recorrido.
Tenía las tetas completamente aplastadas contra la pared, notando los pezones duros rozar con ella, como el movimiento involuntario de mi cuerpo buscando el placer me hacía rozarme más aún.
Se apartaba, acercaba su boca nuevamente, besaba, mordía, lamía y chupaba, devorándome de arriba abajo sin control. Así que no tardé mucho en sentir como me tensaba, mi orgasmo se aproximaba y yo apretaba fuerte su pelo mientras me arqueaba todo lo posible y me movía desesperada buscando una fricción perfecta en su cara.
Gemí, mordiéndome los labios soltando el aire a tronpicones con dificultad, desesperaba, fatigosa, con un cansancio repentino que me había entrado por todo el cuerpo y que me tenía las piernas temblando y notando calambres musculares por la propia postura para correrme.
- Túmbate…
Le hice caso y me tumbé en una de las tumbonas de la piscina, se quitó el bañador y se puso sentado sobre mí, a la altura de mi pecho. Se sentó y puso su polla entre mis tetas para empezar a moverse, mientras yo agarraba mis pechos para apretarlos contra su erección. Comenzó un baile tormentoso, arriba y abajo, masturbándose con mis tetas mientras no dejaba de mirarle los ojos y me metía los dedos en la boca pidiendo que chupara.
Y en esta posición ambos veíamos como su polla se perdía y aparecía entre mis tetas, mientras yo no la dejaba escapar, dándole placer. Saqué la lengua y acerqué la boca, y cada vez que subía la punta de su miembro, tocaba mi lengua, ocasionando que en alguna que otra ocasión me agarrara del pelo y tirara de mí para que me acercase más a ella con mi boca. Siguió el movimiento hasta que me agarró las manos y me paró, alegando que si no lo hacía terminaría ahí y no quería eso. Necesitaba follarme.
Me ayudó a ponerme de pie, con mi cara contra la pared colocó mis manos a mi espalda, me agarró con una mano suya y con la otra palpó el interior de mis piernas para acariciar mi entrada, completamente empapada, y metió dos dedos, entrando y saliendo rápidamente para ir hasta su miembro, colocarlo donde había explorado anteriormente y entrar en mí despacio, abriéndome para él mientras mi coño estrecho le acogía.
La sensación de plenitud, la postura, como se empalaba en mí una y otra vez aumentando el ritmo mientras hundía su cara en mi cuello, agarrando el pelo con una mano y mi cintura con la otra, era sublime, terriblemente excitante, erótico, placentero. La locura me envolvía sintiendo como me follaba desesperado buscando su propio placer sin olvidar el mío. Por esta razón en un momento dado bajó la mano hasta el interior de mis piernas y mientras me follaba lentamente, haciendo fricción conmigo, empezó a tocarme el clítoris haciendo que mis terminaciones nerviosas se pusieran de punta y reaccionaran al orgasmo.
Sin ser consciente pegaba mi culo a él para que la penetración llegase más onda. Movía mis caderas al compás de su mano, frenética, alterada, cachonda perdida y muy necesitada buscando correrme nuevamente con su polla dentro de mí y su mano en mi coño empapado. Con una de mis manos apoyada en la pared y la otra sobre la suya, le guiaba en el ritmo intentando desesperada alcanzar la cima.
Sus dientes en mi cuello, como tiraba de mi pelo para que expusiera esa zona a su boca, la postura… dios estaba al borde del colapso con él. Soltó la mini coleta que había hecho en su mano con mi pelo y agarró mis pechos, apretándolo en su mano, siendo el muro que impedía el roce con la pared. Y me corrí, me dejé llevar y sentí como me pesaba el cuerpo, perdiendo mi propia movilidad por unos segundos.
Salió de mí, me dio la vuelta y me cogió en brazos, a pulso, acercó su polla a mi coño y entró sola con facilidad. Yo me agarraba a su cuello y él acercaba su boca a mis tetas, lamiendo los pezones, tirando de ellos con sus dientes, para rozarlos con la punta de su lengua y succionarlos.
Entraba una parte de mi teta en su boca y verle así, desde mi perspectiva, y follándome me estaba volviendo loca. Estaba tan empapada que sentía como mis flujos chorreaban por mis muslos pringándome a mí misma y a él. Su polla me invadía con tanta soltura que entraba y salía sin piedad, chocando sus huevos con mi piel con cada embestida profunda.
Me agarré a sus hombros, clavando las uñas en ellos y echando la cabeza todo lo atrás que la pared me permitía, cerré los ojos sintiendo como se acercaba el orgasmo nuevamente en cuestión de segundos.
Apoyando mi espalda en la pared mientras me empotraba, agarró mi mandíbula y me obligó a mirarle “no, no quites la vista. Quiero ver tu cara mientras te corres otra vez”. Y esas palabras, esa posesión, la rudeza con la que ahora me estaba empalando de manera más bruta, el roce de nuestros cuerpos, su propia cara de goce, me hizo morderme el labio mientras me corría mirando a sus ojos y su cara de placer ante su cometido.
Tan intenso, tan profundo, tan gratificante y placentero que abrí la boca y empecé a gemir mientras seguía follándome sin apartar sus ojos de los míos.
Soltó mi boca, agarró con ambas manos mi culo y apretándome contra la pared, siendo presa de él y de ella, empezó a moverse de una manera salvaje como antes no había hecho para alcanzar su propio orgasmo.
Se tensó, gruñó en mi cuello, clavó sus dientes en el, apretó con muchas ganas mi culo y sentí como el semen caliente me inundaba en mi interior y resbalaba por mi coño y mis muslos junto a mis fluidos, sin dejar de gotear por mi cuerpo.
Intentaba recuperar el aliento mientras soltaba un “joder” en mi oído y casi podía oír el latido de nuestros corazones furiosos.
Desde luego Wallapop, había sido una sabia decisión.