Busco noche de placer

Esto es lo que te puede pasar cuando llamas a los telefonos de contactos... si tienes suerte. Nunca pude olvidar aquella primera experiencia.

BUSCO NOCHE DE PLACER

Ese fue el anuncio que me hizo llamar al numerito adjunto, la noche en la que había discutido con Marta y estaba bastante borracho y muuuy caliente.

Parecía un tipo simpático, así que le di la dirección de mi casa de la playa, porque mis padres habían salido de viaje y tardarían al menos cinco días en volver. Además estaba a unos 50 kms de mi casa, por lo que no le llevó mucho tiempo llegar hasta allí.

Sonó el timbre y abrí la puerta; me encontré con un hombre joven, como yo, alto, pelirrojo y más bien feíto –tenía una nariz larga, aunque le daba personalidad y un morbo especial.

  • ¿Eres Javi? – Me preguntó con una sonrisa – Yo soy Jacinto.

Enseguida le hice pasar y sentarse en el sofá donde yo estaba viendo la tele. Le puse una copa de ron y me senté en el de enfrente; comenzamos a hablar sobre nosotros tranquilamente, pero yo estaba algo tenso y no podía parar de beber. Le dije que casi no tenía experiencia con tíos pero él no pareció darle importancia, lo cual me hizo sentir mucho más relajado.

Durante un largo e incómodo silencio en el que ya no había nada en la tele, se reclinó un poco en su asiento mirándome, pero sin dejar de sonreír.

  • ¿Por qué no te sientas aquí al lado?

Yo reí nerviosamente mientras me levantaba y me sentaba junto a él. La verdad es que fue un alivio que tomase la iniciativa. No tardó en arrimarse y acercar su cara a la mía.

  • ¿Es que te apetece hacer algo? – Le pregunté aguantándole la mirada.

Al momento comenzamos a morrearnos lentamente mientras le masajeaba el pecho por debajo de su camiseta. Su lengua acariciaba mi boca despacio y ya podía notar una enorme erección en mi bañador.

  • Estás cachondo ¿Eh? – Me preguntó entre risas sin soltar mi boca.

  • No lo sabes tú bien. – Le respondí como pude entre jadeos.

  • Espera un momento.

Jacinto me apartó con dificultad y se bajó los pantalones hasta los tobillos, quedándose tan sólo en unos ajustados slips blancos que marcaban un paquete considerable.

Yo reí maliciosamente y deslicé mi mano rápidamente hacia su polla. Era bastante larga y la tenía completamente empalmada. Describía una ligera curva hacia la izquierda que me daba un morbazo increíble. La contemple durante unos segundos en los que un ardiente deseo se despertó en mi interior.

Comencé a pajearla lentamente mientras seguíamos besándonos durante un buen rato. Pero Jacinto quiso cambiar de planes.

  • Parece que te gusta mi rabo… - Comentó divertido.

  • Si. Me gusta… - Dije chupando sus pezones.

  • ¿Y no te gustaría lamerlo?

  • Lo estoy deseando –le conteste con una sonrisa lasciva, y una risita tonta debido a la sorpresa. Aquel chico no se andaba por las ramas.

Le bajé los calzoncillos y acerqué mi lengua a su palpitante y duro trozo de carne. Estaba decidido a disfrutar aquello como nunca hubiera imaginado.

Primero lamí suavemente el glande con la punta de mi lengua y a veces le daba pequeños besitos en la punta, hasta que vi que Jacinto comenzaba a jadear de placer. Entonces poco a poco me la fui tragando hasta casi el final, pero era muy grande para mi boca.

  • Mmmmmm, qué bien la chupas, Javi.

A veces me la sacaba entera, y jugaba con la gran cantidad de líquido preseminal que se mezclaba abundantemente con mi saliva, para volver a tragármela despacio, moviendo mis labios arriba y abajo.

  • Chupa, chupa que te vas a hinchar.

Sus manos se movieron hasta mi cabeza y empujaron levemente mientras movía la pelvis bombeando mi boca sin cesar. Durante unos cinco minutos no tuve ni que moverme. Me estaba follando la boca lentamente.

  • Espera, que así vas a estar más cómodo.

Jacinto me incorporó hasta sentarme en el sofá y él se arrimó de rodillas sobre mí, con su jugoso miembro apuntando a mi garganta.

  • Ahora vas a ver lo que es bueno. Abre esa boquita…

Inclinó mi cabeza hacia atrás e introdujo su polla de nuevo en mi boca. Yo intenté empezar a mamar de nuevo, pero él sujetó mi cabeza y continuó su metida hasta que sus huevos me daban en la barbilla. Notaba su glande rozando con mi garganta y me llegó una arcada, pero Jacinto siguió apretando sin soltarme.

  • No te escapes, zorrilla y aguanta, que te va a gustar.

Cuando me la pude sacar de encima sentí un alivio enorme, pero al momento contemplé aquella verga totalmente empapada de mis jugos que aún se me derramaban por las comisuras y quise tenerla dentro de nuevo.

Jacinto volvió a meterla hasta el fondo, pero ya no se detuvo. Inclinó su cuerpo hacia delante y comenzó a follarme la boca con más energía, provocando unos sonidos en mi garganta que me ponían a cien.

Me sentía como si protagonizara una peli porno de gagging, sólo que esta vez era yo el felizmente follado.

Sus vaivenes eran cada vez más violentos y tan sólo la sacaba para hacerme preguntas cachondas.

  • ¿Esto es lo que quieres? ¿Quieres mi polla? – Me decía golpeando mi cara con su enorme glande.

Yo lo perseguía con mi boca pero él la esquivaba y volvía a golpearme con su cipote.

  • Pues dime que quieres que folle tu boca.

  • Folla mi b-bocaaa…

. Dime que quieres tener mi polla en tu boca, guarra.

. Quiero tener tu polla en mi boca… ahora por favor…

Entonces volvía a metérmela y continuaba el metesaca hasta que mi boca estaba totalmente atragantada con sus jugos… y la volvía a sacar.

  • ¿Vas a correrte ahora? – Le pregunté antes de volver a engullirla.

  • No te preocupes por eso, que pienso disfrutarte a tope.

Justo al decir esa frase, una abundante corrida entró entre mis labios. Sus trallazos invadían mi boca de una espesa leche que parecía no acabar nunca.

Tragué toda la que pude, pero aún así, seguía escapándose hacia mi cara.

Cuando dejó de manar, estuve mamándosela un buen rato más, hasta que noté como volvía a ponerse en forma en mi boca, provocándome una mirada interrogativa.

  • Aaaaaaah, ya te dije que te esperaba una buena… - Me dijo limpiando su polla en mi lubricada boca con movimientos circulares.

Decidimos continuar la fiesta arriba, en mi dormitorio. Nos desnudamos el uno al otro con deseo, comiéndonos vivos. Queríamos disfrutar a tope del momento y dejamos la luz encendida.

Jacinto me tumbó boca arriba y me abrió las piernas con ambas manos. Yo cogí su tieso miembro y me lo introduje con cuidado en el ano; le costó algo entrar, pero al momento él ya estaba empujándolo hasta el fondo a la primera.

  • ¡Cabrón, que no me has puesto nada! – Me quejé con un fuerte suspiro,

  • Jejeje…Ya verás como acabas lubricando, perra.

Sus palabras me ponían a mil mientras él comenzaba su vaivén follador provocándome aullidos de escozor. Sin embargo, al minuto, mi culo empezaba a facilitar su entrada, ensanchándose a cada metida que me propinaba aquel duro y ancho cipote.

  • ¿Lo ves? Ahora estás recibiendo de verdad.

  • Aaaahhhhhh…siiiiiiii. Eres un cerdoooo.

Sus embestidas me sacudían descargas de placer; tanto que llegué a correrme sin necesidad de tocármela. Pero, al contrario de terminar, Jacinto me levantó con la intención de ponerme a cuatro patas.

  • A ver qué te parece esto, guarrilla.

Jacinto metió su verga de golpe en mis entrañas y comenzó a bombear mi culo. Yo me puse a culear hacia atrás para acompañar sus acometidas, y no tardamos en lograr un ritmo perfecto de follada. Mis gemidos se hacían cada vez más intensos, junto al golpe de sus muslos contra mis nalgas.

Me encontraba disfrutando a tope de un desconocido que me estaba jodiendo como nadie lo había hecho nunca.

Al rato se tumbó y yo monté sobre él, cabalgando con mis caderas, saltando con su polla en mi culo hasta que se encajaba totalmente en el esfínter.

  • Sigue así. Te estás portando como una niña buena.

  • Ooooooooooooohhhhhhhh. Eres un cabrooooón.

Cuando llevábamos así diez minutos, noté su polla palpitante y me apresuré a meterla en mi boca de nuevo.

  • ¿Quieres leche, guarrilla?

Yo ignoré su pregunta y seguí con su miembro enchufado a mi boca, pero a pesar de mi esfuerzo, la leche no llegaba.

  • Pero qué poco me conoces. –Comentó divertido. – No te vas a librar tan fácil de ésta.

Me puso de lado y me la volvió a meter por el culo sin ni siquiera sujetarla. La polla se hizo paso sin apenas resistencia.

  • Ahora tu culo es como mantequilla. Mira cómo entra…

Miré hacia mi culo y pude comprobar cómo su enorme verga entraba y salía lentamente de mi agujero con una facilidad pasmosa.

  • Tu… polla… es genial… Pude jadear.

  • ¿Quieres que siga? – Preguntó deteniéndose de pronto con la verga encajada hasta el fondo.

  • Síiiiiiiiiii, fóllameeee. Ábreme el culoooooooooooo.

Me estuvo taladrando sin piedad durante al menos diez minutos en esa posición hasta que me puso boca abajo y continuó su rutina.

Su polla ahora entraba y salía como si nada, follándome a un ritmo infernal que no había usado antes. Mi ano estaba al rojo vivo.

  • ¡Tomaaaaaa! ¡Tomaaaaaa! ¿Te gusta esto guarrilla?

  • ¡ Oooooooohhhhooooooooosíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Colocó sus piernas entre las mías para abrirlas aún más y su penetración aumentaba con cada metida.

  • Levanta el culo, guarra…

Yo elevé mis caderas todo lo que pude mientras él usaba sus manos para separar mis nalgas y pegarme cachetes en el trasero, al principio sólo algunos y flojitos; pero en cuanto vio que aquello me hacía jadear más intensamente, comenzó a darme fuerte con la mano abierta cada vez que embestía en mi interior. Mi culo ardía de placer enrojecido por sus palmadas.

  • ¡Sigue cabrón! – le espeté entre gemidos -. ¡No pares de follarmeee!

  • ¡Me corroooooooooooo… Síiiiiiiiiiiiiiiii!

Jacinto se corrió al fin dentro de mi culo. Su leche resbalaba en mi interior caliente y juguetona, aún con aquel pollón enchufado hasta el fondo.

Ambos nos besamos largamente antes de quedarnos dormidos.

Fue un polvazo increíble; pero Jacinto no pensaba irse tan pronto…aunque ya hubiera conseguido su noche de placer.

Si os ha gustado, podéis escribirme a mi correo y contarme lo que pensáis…

FIN?