Búscate un amante II y epilogo.

Una mujer casada, ha cruzado la línea de la infidelidad, con el joven amigo de su hijo, ahora solo le queda: disfrutar del sexo.

Tras haber pasado la noche con Felicia, me desperté al escucharla.

-         Chicos, levantaros vamos al pueblo.

Me levante y como los días anteriores me vestí de forma sport, al salir me encontré con Paco.

-         Que le habrá dado a mi madre, normalmente no se despierta hasta más tarde y me deja dormir hasta que me despierto.

No lo dije pero pensé que la follada de la noche anterior había causado su efecto.

-         Venga chicos, vamos a pasear, vamos al pueblo.

-         Mama estas diferente.

-         ¿Cómo dices?

-         Estas más contenta de lo normal, que has tomado.

-         Yo nada – dijo algo sorprendida.

-         Incluso pareces más joven.

Más que una sonrisa le salió una mueca, me miro.

-         Bueno algo de… leche.

No dijimos nada mas salimos de la casa y nos dirigimos al pueblo, en un momento determinado Paco se adelanto.

-         José Antonio, ¿Como estas?

-         Bien.

-         Sabes, anoche después de irte me quede pensando, lo sucedido no debió pasar.

-         Pero paso.

Paco se había acercado.

-         ¿Qué es lo que paso?

-         Nada – dijo Felicia, acelerando el paso.

-         ¿De qué hablabas con mi madre?

-         De nada importante, de los días que estaremos aquí.

-         Vale.

Llegamos al pueblo, nos fuimos a desayunar a un bar. Después Felicia se fue a comprar, mientras que Paco y yo recorrimos el pueblo. Paco me explicaba cosas del pueblo y de su historia. Nos volvimos a juntar los tres al mediodía, para ir a comer y después volver a la casa. Paco y yo nos quedamos en el comedor estudiando, mientras que Felicia se fue a su habitación a dormir la siesta.

Por la noche nos fuimos pronto a dormir, yo espere casi media hora antes de volver a bajar al comedor, esperaba ver allí a Felicia pero no estaba, vi la puerta del jardín la que daba a la piscina abierta, salí al exterior vi luz en el loft. Así que entre, allí estaba Felicia.

-         Has tardado.

-         No estaba seguro, al no verte en el comedor dude, por lo que me dijiste al ir al pueblo.

-         Se lo que te dije; pero te necesito, necesito que me folles.

-         ¿Por qué aquí?

-         No te lo imaginas, aquí estamos más asilados.

Felicia dejo caer el camisón, quedando totalmente desnuda ni tan siquiera llevaba ropa interior.

-         Ven quiero que me folles.

Me acerque a ella, agarre un pecho y mordisquee su pezón, ella gimió.

Me hizo que me desnudara, nos tumbamos en la cama, y follamos durante toda la noche, yo llegue a correrme tres veces, no se los orgasmos que ella alcanzo. Amanecía cuando Felicia se quedo dormida, me marche, al salir me pareció ver a Paco, entrando en la casa, acelere el paso pero no logre verlo, es mas cuando subí al segundo piso mire en su habitación estaba dormido, debió ser una ilusión, pues de haber visto algo habría puesto el grito en el cielo.

Me metí en la cama y me dormí, me levante casi al mediodía. Baje al comedor, Paco estaba sentado en el sofá.

-         Parece que la noche estuvo movida.

-         ¿Qué quieres decir?

-         Tú te acabas de levantar y mi madre aun está dormida.

Quede en silencio, seguro que Paco nos había visto. En eso apareció Felicia, iba sonriente, le dio un beso en la frente a Paco.

-         Veo que sigues de buen humor, eso está bien.

Si Paco vio o intuyo algo no dijo nada.

Al mediodía tras la comida.

-         Bueno me apetece ir al pueblo – dijo Paco.

-         Espera y te acompañamos – dijo Felicia.

-         No, quedaros, parece ser que os hace falta.

Cuando salía por la puerta.

-         Mientras estoy fuera ser buenos, no hagáis nada que yo no haría.

Cuando vimos que estaba lejos.

-         Que ha querido decir con eso – dijo Felicia.

-         No lo sé, anoche cuando volvía a mi habitación me pareció verlo entrar en la casa.

-         Nos vio, seguro que nos vio.

-         No lo sé, habría dicho algo.

-         Sabes el pensar que el nos pudo ver follando en vez de preocuparme me excita, hace que me ponga cachonda.

Allí mismo en el comedor nos desnudamos y follamos como si fuese la última vez que lo haríamos; pero no fue la última vez, cada noche nos veíamos en el loft o en su habitación, y durante el día siempre que Paco nos dejaba.

Llego el viernes, el temido viernes, por la tarde llego el señor Francisco, Paco le estuvo explicando lo acontecido durante la semana, en ningún momento dijo ni insinuó nada de la posible relación entre su madre y yo.

Por la noche baje al salón, Felicia no estaba allí, estaba convencido que no aparecería, justo cuando me iba a ir, salió de la habitación Felicia.

-         Le he dado una oportunidad. Vamos fuera.

La seguí al loft, allí se desnudo, se dejo caer sobre la cama.

-         Quiero sentirte dentro como nunca te he sentido.

Desde el primer día que follamos me quede con la ganas de encularla, supe que esa era mi oportunidad. Me deje caer sobre ella, la acaricie, acerque mi boca a su oreja.

-         Me gusta tu culo.

-         Y a mi tu polla.

Me tenia cogida la polla, se deslizo hacia abajo, acerco su boca a mi polla, comenzó a chuparla, durante un rato se deleito con mi verga.

-         Ahora quiero tu culo – le dije.

No dijo nada implemente, puso su cabeza contra la almohada, puse mis manos en sus nalgas, metí mis dedos en su vagina, cuando estuvo lo suficientemente lubricada le meti mi polla.

-         Eso no es el culo – dijo jadeando.

-         Lo se; pero todo llegara.

Mientras seguía empujando una y otra vez, le metí un dedo en el ano, entre los gemidos soltó un leve quejido. Lentamente su esfínter anal comenzó a dilatarse, con una buena lubricación de fluido vaginal y saliva me permitió meterle hasta tres dedos sin esfuerzo, estaba tan excitada que alcanzo un orgasmo. Decidí que era el momento, cogí mi polla, la puse en la entrada, lentamente se la fui metiendo, al principio pareció costar incluso ella misma se quejo. Seguí empujando hasta metérsela por completo.

A cada embestida mía ella gemía pidiendo mas, hasta que alcanzo otro orgasmo, termine corriéndome en su culo. Se dejo caer, en la cama, totalmente rendida. Yo también estaba cansado, me abría quedado junto a ella toda la noche; pero el riesgo de ser descubiertos era elevado, decidí irme, dejándola desnuda sobre la cama, al salir nuevamente me pareció ver a alguien.

El sabado por la mañana nuevamente Paco fue nuestro aliado al convencer a su padre para ir al pueblo, dejándonos a Felicia y a mi solos en la casa, cuando se fueron yo aun estaba en la cama, una sensación extraña hizo que me despertara y allí delante mío observándome estaba Felicia, solo llevaba puesto el camisón, al contraluz se veía que no llevaba nada mas.

-         ¿Qué haces aquí? Te pueden descubrir.

-         Mi marido y mi hijo ha ido al pueblo, estarán toda la mañana fuera.

Dejo caer el camisón, quedando desnuda.

-         Me tienes embrujada, cuanto mas follo contigo, mas quiero.

Ante aquella declaración las palabras sobraron. Una vez mas pude comprobar lo fogosa que era, lo necesitada que estaba de ser follada.

Al mediodía volvieron padre e hijo.

-         Papa, te das cuenta lo bien que le ha sentado estos días en el campo a mama, esta mas contenta, hasta parece mas joven – dijo Paco en la comida.

-         Y todo gracias a los consejos de tu padre – dijo sonriendo Felicia.

-         Me alegro que mis consejos sirvan para algo – fue la respuesta del señor Francisco.

Solo Felicia y yo sabíamos hasta que punto su consejo había dado resultado.

Por la noche, cuando padre e hijo se fueron a dormir, nos volvimos a ver en el loft, nos desnudamos y nos metimos en la cama.

-         Esta será nuestra última noche aquí.

-         Por desgracia si.

-         Quiero llevarme un recuerdo tuyo.

-         No has tenido suficiente con todo lo que te he dado estos días atrás.

Felicia sonrió.

-         Tienes razón, realmente no sabes lo que me has dado. Pero soy muy egoísta quiero algo mas.

-         ¿Qué es lo que quieres?

-         Quiero saborear tu leche – me dijo susurrando al oido – quiero que te corras en mi boca.

La obedecí, estuvimos follando, tras al alcanzar su segundo orgasmo, se la meti en la boca, para terminar corriéndome dentro. Saboreo mi leche, se la trago e incluso me limpio la polla con su lengua. Me fui a mi habitación. Como casi todos los días me costo despertarme, cuando lo hice estaban desayunando.

-         Comeremos en el pueblo y después nos marcharemos, no quiero llegar a la ciudad de noche – dijo el señor Francisco.

Efectivamente fuimos a comer al pueblo y después salimos para la ciudad, me dejaron en mi casa.

Dos semanas mas tarde vino Paco a buscarme.

-         José Antonio, porque no vienes esta tarde a estudiar a casa.

-         No se, he quedado …

-         Por favor.

No tenia insistir mucho tenia ganas de ver a Felicia.

-         Vale, sobre la 5 estaré allí.

Poco antes de las 5 estaba en casa de Paco. Me abrió Felicia.

-         Que haces tu aquí.

-         He quedado con Paco.

-         Pero si el se ha marchado, tenia que ir a la biblioteca.

-         Entonces me voy.

-         Espera, ya que estas aquí… tenemos que hablar - abrió mas la puerta para dejarme paso.

Nada mas entrar cerro la puerta tras de mi.

-         Estos días he pensado mucho en todo lo que sucedió en la casa de campo...

Hizo una pausa.

-         Lo que sucedió no podemos cambiarlo.

-         Ni olvidarlo – dije inconscientemente..

-         ...ni olvidarlo; pero sucedió allí. Aquí todo es diferente soy una mujer casada y madre. Tu conocerás chicas jóvenes... y me olvidaras.

Estaba claro lo que quería decir. Me abrió la puerta.

-         Te estaré eternamente agradecida por esos días en la casa del campo – se puso los dedos en los labios, los beso, luego puso esos dedos en mis labios, era la despedida.

Unos días después, el sábado por la tarde, al volver a casa de mi abuela.

-         Mira José Antonio, quien ha venido a vernos.

Mi sorpresa fue ver allí a Felicia.

-         Le prometí a tu abuela que le haría una visita.

Me fui a mi habitación, dejando a Felicia y a mi abuela hablando. Media hora después mi abuela me llamaba.

-         José Antonio, Felicia se va.

Salí a despedirme de Felicia. Me volví a mi habitación. No había pasado un cuarto de hora.

-         José Antonio, me tengo que ir, si te vas cierra la puerta con llave – dijo mi abuela.

Sentí cerrarse la puerta al irse mi abuela. Estaba escuchando música cuando sonó el timbre de la puerta. Parecía que habían estado esperando a que se fuera mi abuela, para incordiar. Abrí la puerta, y allí estaba Felicia.

-         ¿Que haces aquí? Mi abuela se ha ido.

-         Lo se me lo dijo ella que se iba, no es con tu abuela con quien quiero hablar, sino contigo. Puedo pasar.

Deje que pasara. Una vez dentro cerré la puerta.

-         Te necesito – dijo Felicia.

-         ¡Como!

-         Necesito que me folles.

-         En que queda aquel discurso de mujer casada...

-         Se lo que dije; pero también soy una mujer ávida de sexo.

La cogí por la cintura y la atraje hacia mi.

-         ¿Qué quieres que hagamos? – le dije.

-         Lo que tu quieras, pero necesito sentirte dentro.

-         Fuimos a mi habitación, nos desnudamos y rememoramos los días pasados en la casa de campo.

Epílogo

Durante algo mas de un año fui el amante de Felicia, dos o tres veces a la semana encontrábamos tiempo para estar juntos. Habríamos seguido viéndonos; pero me tuve que ir a la universidad, Paco también se marcho, y Felicia y su marido se fueron al extranjero.

Quince años mas tarde en una reunión de antiguos alumnos me encontré con Paco, intercambiamos saludos.

-         Como estas José Antonio.

-         Bien, y tu.

-         Muy bien, sabes cuando dije que iba a venir a esta reunión mi madre me dio recuerdos para ti.

-         ¡Tu madre!

-         Si mi madre, te extraña, mi madre se acuerda mucho de ti, su primer amante.

No esperaba aquella respuesta me dejo perplejo.

-         Como lo has sabido.

-         Creo que desde siempre, os vi en el loft de la casa de campo.

-         Y no dijiste nada.

-         Para que. Contigo mi madre rejuvenecía.

-         ¿Como esta?

-         Esta bien, algo mas vieja, pero se conserva muy bien.

-         Se fueron a vivir al extranjero.

-         Si pero hace un par de años volvieron. Viven donde antes de irse. Porque no vas a verla.

Dude; pero me hacia gracia poder volver a verla, así que me dirigí a su casa. Llame, me abrió el señor Francisco, estaba envejecido, ya debía pasar de los sesenta.

-         Si que deseas.

No me había reconocido.

-         Creo que me he equivocado…

Detrás del señor Francisco apareció Felicia.

-         ¿Quién es?... Pero si es José Antonio.

-         ¡José Antonio!

-         Si el amigo de Paco, que estuvo en la casa de campo una semana.

-         A si recuerdo, que buenos tiempos.

-         Ni que lo digas, fueron los mejores. Fue mi primer amante.

Me quede sorprendido de la confesión de Felicia; pero mas me sorprendió la tranquilidad del señor Francisco al escucharlo.

-         Te acuerdas lo que me dijiste aquella noche: Si tanta ganas tienes búscate un amante que sea joven . Era lo suficientemente joven, tenia la edad de nuestro hijo.

El señor Francisco siguió impasible, por lo que había entendido el sabia de las infidelidades de Felicia pero no sabia aquel primer episodio.

-         Anda pasa.

El señor Francisco se hizo a un lado para que pudiera entrar.

-         Cariño, espero que no te importe; pero llevo quince años sin follar con él – dijo cogiéndome la mano – ven, vamos a la habitación, quiero demostrarte que a mis 55 años sigo siendo una buena hembra.

Me condujo a la habitación, allí se desnudo, y como si de una modelo se tratara giro para enseñarme todo su cuerpo, los años no habían pasado en balde, le habían aumentado las arrugas y el diámetro de su cintura, las tetas las tenia algo caídas aunque sus pezones endurecidos seguían erguidos, fue lo que ataque primero, agarre sus pechos y chupe y mordí sus pezones, sus gemido iban en aumento.

-         Vamos a la cama, y métemela – dijo zafándose de mi y dejándose caer en la cama.

Me desnude, me deje caer junto a ella.

-         Ya no soy aquella mujer de 38, que conociste, de la primera vez, han pasado 17 años y muchos hombres.

-         Ni yo soy aquel chaval de 17.

-         Cierto ahora estas mejor, espero que en todo.

Metí mi mano en su entrepierna, acaricie sus labios vaginales y su clítoris, ella gimió.

-         No seas malo, no me hagas que te ruegue y métemela.

Seguí acariciándola, metí mis dedos en su vágina, sus jadeos eran constantes, no tardo mucho en estremecerse alcanzando un orgasmo, me situé entre sus piernas, le metí la polla, , arrancándole gritos de placer. Sentí que estaba a punto de correrme, acelere el ritmo, ella aumento los gemidos, hasta llegar a un nuevo orgasmo, solté mi leche en su interior.

Tras unos minutos que permanecimos abrazados, nos separamos.

-         Cuando te vas.

-         Mi avión sale dentro de dos horas.

-         No te puedes quedar.

-         Me gustaría; pero no puedo.

-         Cuando te volveré a ver.

No le respondí, me vestí, salí de la habitación, la deje sobre la cama desnuda, pase por el salón, allí estaba el señor Francisco le salude, el me saludo.

-         No te quedas a cenar – me pregunto.

Acababa de follarme a su mujer y como si no hubiera pasado nada.

-         No tengo que coger un avión.

Fue la ultima vez que los vi.