Buscando una polla que me follara, entré a ...
Buscando una polla que me follara, entré a los aseos públicos. Enrojecido y temblándome las piernas, miré hacia él, clavando mis ojos en la tremenda tranca que tenía el tío aquel. Dios, otro escalofrío recorrió mi cuerpo, al observar detenidamente aquella tranca. Aquello me asustó al verlo.
No recuerdo por qué aquella mañana había ido a la calle de la torre, el caso es que como andaba caliente y salido como un burro, al llegar a la plaza de España y ver los aseos públicos que allí hay, la excitación y calentura que llevaba se dispararon. Dios, nada más ver las escaleras de bajada a los aseos públicos, una creciente excitación me recorrió todo el cuerpo, produciéndome una erección instantánea.
Al principio no me atreví a bajar a los aseos, nunca había ido a aquellos aseos públicos, y no sabía que me encontraría, así que antes de entrar en ellos, busqué un lugar desde donde pudiera controlar quien entraba y salía de ellos.
Me senté en uno de los bancos de la plaza, el cual quedaba casi de frente a la bajada a los aseos. Desde allí podía ver quien entraba y salía. Encendí un cigarrillo y simulando que descansaba un rato allí sentado, controlaba la entrada a los aseos.
Mientras estaba allí sentado vigilando, simulando que descansaba de la caminata, pude observar que, aunque había bastante ambiente en la plaza, los aseos no eran muy concurridos, solo 2 personas habían bajado a ellos, uno era un niño que salió al poco de entrar, y otro era un viejo que después de un rato, salió al igual que lo había hecho el niño.
Armándome de valor, y con una calentura y excitación que a cada minuto que pasaba iba en aumento, levantándome del banco donde estaba sentado, decidí bajar las escaleras y entrar en aquellos aseos públicos de la plaza de España, que había y hay, en la ciudad donde vivo, y que no es otra que La Coruña.
Iba bajando las escaleras que dan acceso a los aseos públicos, notando como un hormigueo recorría mi cuerpo, cada vez estaba más excitado y nervioso. Nada más llegar abajo y entrar en los aseos, recuerdo que había que girar un poco a la derecha, y de frente y al fondo ya se veían los urinarios, creo recordar que había 3 o 4 urinarios. A la izquierda estaban los retretes, que, si mal no recuerdo, eran 2, y no llegaban hasta el fondo donde estaban los urinarios, al mirar hacia ellos, los encontré vacíos y con la puerta abierta. A la derecha, había un lavabo de manos, y una puerta que parecía donde se guardaban utensilios para limpiar los aseos, y la cual se encontraba cerrada.
Justo en el lavabo de manos, se encontraba un hombre de unos 45 o 50 años; esa fue la impresión que me dio; lavándose o al menos eso fue lo que pensé.
Nervioso y con un hormigueo que me recorría todo el cuerpo, fui directo hacia los urinarios, poniéndome justo en el que quedaba a la izquierda de todo. Allí detrás mía, quedaba la pared del último retrete. Nervioso y excitado, empecé a sacarme la polla y ponerme a mear.
Mientras meaba, miraba de reojo al hombre aquel que estaba en el lavabo. Pude observar que él también me estaba mirando y que no me sacaba el ojo de encima. Dios, los nervios me estaban matando, y la excitación que sentía, me estaban haciendo empalmar cada vez más. De pronto vi como aquel hombre maduro, se sacaba la polla por la abertura del pantalón, sacaba la polla la cual estaba tiesa y bien grande, ¡ufff! Menuda tranca que se gastaba el tío aquel, incluso se había sacado los huevos, y aquello parecía mucho más grande y abultado.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al ver que, sin sacarme la vista de encima, se acercaba al urinario que quedaba pegado al mío.
Dios, yo cada vez me ponía más nervioso, y ahora además de no parar de ponérseme la polla dura a reventar, me estaba poniendo colorado como un tomate. Las piernas me empezaban a temblar, y estaba a punto de salir corriendo de allí, a causa de los nervios que tenía.
El tío aquel sin pestañear se colocó a mi costado derecho, y viendo lo nervioso que estaba y el empalme y enrojecimiento que mostraba, se pegó más a mí, me sujetó la mano derecha, haciéndome girar un poco, permitiéndole ver toda mi polla y lo empalmado que me encontraba, y que no estaba meando ni una triste gota.
Enrojecido y temblándome las piernas, miré hacia él, clavando mis ojos en la tremenda tranca que tenía el tío aquel. Dios, otro escalofrío recorrió mi cuerpo, al observar detenidamente aquella tranca. Aquello me asustó al verlo.
Un pensamiento recorrió mi cerebro, por unos segundos me vi ensartado por aquella tranca, haciéndome excitar más de lo que ya estaba.
Había quedado paralizado, no sabía si salir corriendo o que hacer. Detalle que él debió notar, por lo que no me dio tregua. Empujándome fuera del urinario y pegándome a la pared, me separó del urinario, llevando su mano a mis genitales, empezando a manoseármelos.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Exclamé soltando un leve gemido, al notar su mano manoseándome los genitales.
Tranquilo, no te pongas nervioso, mira que excitado estás, maricón. No tengas vergüenza, que ya sabemos a lo que venías, no venías a mear, no, tú a lo que venías, es en busca de una buena polla que te haga gozar, ¿eh maricón? Me dijo sin quitarme la vista de mis ojos, y sin dejar de manosearme los genitales.
Esperó unos segundos viendo mi reacción, y como vio que yo no decía ni hacía nada, siguió hablándome mientras me seguía manoseando los genitales.
Pues no te preocupes, que ya la has encontrado. Anda maricón, acaricia la polla que te va a hacer gozar, te va a hacer chillar como una putita, vas a chillar de placer como la putita que eres. Mira lo caliente y excitado que estás. Anda acaricia la polla que te va a abrir ese culito de maricón. Anda que se que lo estás deseando.
Yo no sabía que hacer, la visión de aquella verga me había asustado y a la vez me excitaba y calentaba cada vez más. Pensaba si darle un empujón y salir escopeteado de allí, o rendirme a los deseos que mi cuerpo me pedía.
Pero otra vez el hombre aquel, no me dio opción. Sin esperar a que yo reaccionara, llevó sus manos a mi cinturón, empezando a aflojármelo. Una vez lo hubo aflojado, tiró de mi pantalón hacia abajo, arrastrando a la vez el slip, cayendo estos a mis tobillos. Subió luego la camiseta que llevaba puesta, quitándomela por la cabeza, y tirándola al suelo contra la esquina que hacía la pared del retrete.
Yo nervioso y excitado como estaba, miraba para todos los lados, temiendo que bajara alguna persona a los aseos, y nos encontraran en aquella situación. A, a, tartamudeaba, aquí no, conseguí decirle, vamos a otro sitio, o entremos en el aseo.
Tranquilo maricón, tu tranquilo que estás conmigo, aquí no nos va a pasar nada, además si viene alguien, pues que disfrute viendo como te doy por el culo y cómo te preño las entrañas con mi verga.
Viendo lo nervioso y como empezaba a temblar, se pegó más a mí, y pegando su boca a la mía mientras me mantenía abrazado a él, me ordenó abrir la boca y dejarle saborearla. Anda putita, dame tu lengüita y déjame saborearla. Abrí la boca dejando que se apoderara de mi lengua, la saboreara, luego metiera su lengua en mi boca, recorriendo toda mi cavidad bucal y sorbiera y saboreara mi saliva y yo la suya.
¡Ohhh que bien sabes, maricón! Sabes muy rico, putita, me decía mordiéndome los labios. Anda agáchate, me decía empujándome con sus manos sobre mis hombros. Agáchate y abre esa boquita de puta que tienes, y chúpame la polla para lubricarla y que te pueda meterla en este culito tan rico que tienes.
Nervioso y desesperado por temer que bajara alguien y me encontrara en aquella situación, me agaché llevando mi boca a aquella verga que me tenía asustado y excitado a la vez, empezando a chuparle la polla.
Chupaba con tal desesperación y nerviosismo, que en varias ocasiones me atraganté, estando a punto de echar toda la papilla.
Tranquilo, tranquilo maricón, ve despacito, y no temas que aquí no te va a pasar nada, aquí estás conmigo, así que disfruta y no te pongas nervioso.
Así, así maricón, ¡ohhh que boquita tienes! Así, así chupa la verga que te va a abrir y dar por el culo, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!
Ya estaba cansado de estar agachado chupando aquella polla que me asustaba y me excitaba, cuando el hombre aquel levantándome por las asilas, me hizo poner de pie, me hizo girar poniéndome contra la pared, me levantó los brazos apoyándolos sobre esta, tiró de mis caderas haciendo que me quedara inclinado, luego me hizo abrir las piernas todo lo que pude, y como no estaba conforme, pisando mi pantalón y slip, me sacó una pierna, cayendo uno de mis zapatos, y dejando el pantalón y slip, enganchados en la otra pierna. Volvió a darme con su pie sobre mis tobillos, haciéndome abrir más las piernas, ahora que ya no lo impedía el pantalón y slip.
Llevó 2 de sus dedos a mi boca, mientras me restregaba su verga por mi culito, y con su boca lamía el lóbulo de mi oreja, mientras me susurraba, anda maricón, chupa los dedos que te voy a lubricar y abrir el culito para que no estés tan cerradito, y no sufras cuando te meta la polla.
Así putita, así, chúpalos bien que te voy a abrir y dar por el culo hasta que chilles de placer, ¡ohhh que bueno estás, pedazo de maricón! Susurraba mordiéndome la base del cuello, haciéndome temblar y estremecer de gusto, mmm, ¡ohhh! Grité soltando un gemido al notar sus dientes mordiéndome la base del cuello.
¿Te gusta, eh maricón? Me decía al notar como temblaba y gemía al morderme la base del cuello.
Pues ahora vamos a abrirte este culito de puta que tienes, y vamos a sodomizarte y hacerte correr de gusto. Vamos a hacerte chillar hasta que te corras de gusto.
Llevó sus dedos a la entrada a mi ano, colocó uno de sus dedos sobre el esfínter, presionó haciendo que este se abriera, dejando que su dedo entrara en mí. Lo metió y sacó varias veces, luego sin sacarlo, metió el otro dedo que le había chupado, haciéndome dar un respingo y gemido a la vez, ¡ohhh! Gemí mientras daba un respingo.
Tranquilo maricón, tranquilo, relájate, y deja que se abra el culito. Así, así maricón, relájate, y deja que mis dedos entren y te abran el culito.
Sacó sus dedos de mi culo, y llevando el glande rojo he hinchado de su polla, lo colocó en la entrada de mi agujero, y dando una envestida a la vez que tiraba de mis caderas hacia su pelvis, metió de una estocada algo más de la mitad de aquella polla que me asustaba y excitaba a la vez.
¡ohhh! ¡ooohhh ¡ohhh! Grité al notar como se ensartaba aquel monstruo, abriendo mi culito en canal.
Quieto maricón, quieto, me decía sujetándome fuertemente por las caderas. Tranquilo que lo peor ya ha pasado, ahora relájate y deja que se abra el culito y se acostumbre a mi polla. Colocó sus pies un poco más pegado a mí, y sin esperar más, volvió a dar un movimiento a su pelvis, enterrándome toda su virilidad en mis entrañas.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Volví a gritar a la vez que estiraba mi cuerpo. Joder el hijo de puta aquel, ya me había ensartado aquel monstruo, teniéndome empalado por completo en él.
Ya maricón ya, ya te has tragado toda la polla, ya la tienes toda dentro, te la has tragado hasta la empuñadura. Joder que culito más tragón tienes, y que estrechito y calentito se siente, me decía acariciándome el abdomen. Ahora vamos a preñarte esta barriguita y hacerte chillar de gusto, me iba diciendo al oído mientras me acariciaba el abdomen, luego subió sus manos a mis pezones, y mientras los pellizcaba y retorcía, iba sacando y metiendo su polla suavemente haciéndome dar gemidos de placer.
¡Ohhh maricón que bueno estás! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el muy hijo de puta taladrándome el culo una y otra vez cada vez a mayor velocidad.
Yo nervioso y sin poder dejar de temblar, abría los ojos como platos, notando como aquella verga me abría el culo enterrándose en mis entrañas hasta los mismísimos cojones. Escuchaba como entraba la polla y golpeaba la pelvis de aquel tío mi culito cada vez que me enterraba su polla, plof, plof plof plof plof, aplastándome contra la pared de aquellos aseos públicos, manteniéndome abierto de piernas, y aquella monstruosidad de verga ensartada en el culo, sodomizándome una y otra vez.
Mi polla no paraba de gotear semen, salpicando aquella pared, cada vez que el hijo de puta me ensartaba la polla dándome por el culo. No tardaría mucho yo en empezar a correrme, ya que notaba como poco a poco me iba subiendo una sensación de placer que iba creciendo en los huevos y en mi culito, e iba subiendo por mi polla.
Y así fue, me empezaron a temblar más las piernas y mientras el cuerpo se me empezaba a convulsionar, empecé a gemir y gritar que me corría, ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh!
Dios, había soltado 5 potentes trallazos de semen, embarrando aquellos azulejos de los aseos, con el esperma que había soltado como si de un volcán en erupción se tratase.
Joder, el tembleque de piernas que tenía, casi no me dejaban mantener de pie, y el hijo de puta aquel, no paraba de taladrarme el culo. Cada vez iba más rápido y chillaba insultándome, sin dejar de darme por el culo.
Así maricón, así, córrete como una puta, pedazo de maricón, como gozas con mi polla en tu culo, te voy a dejar bien preñado, pedazo de maricón.
¡Ohhh dios, como aprietas el culito! Pedazo de puta, ¡dios como me exprime la polla tu culito, cabronazo!
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba ensartándome una y otra vez su polla en lo más hondo de mis entrañas, sodomizándome una y otra vez.
Yo nervioso y agotado, deseaba que se corriera de una puñetera vez. Temía que entrara alguien en los aseos, y nos sorprendieran, y vieran como me tenía aquel hijo de puta, prácticamente desnudo, apoyado a la pared, siendo sodomizado por el hijo de puta aquel.
Y que pedazo de hijo puta era, me estaba follando salvajemente, de forma magistral, dándome un placer que me estaba haciendo derretir de gusto.
De pronto empezó a darme unas salvajes envestidas que me hacían poner de puntillas, y que prácticamente me levantaban en el aire, y la polla se clavaba en lo más profundo de mis entrañas.
Me corro, me corro, gritaba el hijo de puta, empezando a eyacular dentro mía, preñándome el culito con su esperma.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba derramando toda su leche en mis entrañas.
¡Ay maricón que gusto, ay que gustazo me has dado! Gritaba terminando de eyacular dentro mía, mientras me abrazaba a él, mordiéndome el hombro y lamiéndome y mordisqueando el lóbulo de la oreja.
¡Ay maricón que bueno estás! Que follada más rica que me has hecho pasar. Ahora ya te he preñado esta barriguita, me decía acariciándome el abdomen y retorciéndome y pellizcando los pezones de mis tetillas.
Una vez recuperó el aliento, y de su polla ya no salía nada, fue sacando la polla de dentro de mi culito, y dándome 2 palmadas en los cachetes, me soltó dejando que me vistiera.
Una vez vestido y medio repuesto de la follada que me había dado, fuimos saliendo de aquellos aseos públicos de la plaza de España de La Coruña, y mientras me iba dando palmaditas en el culo y apretándome los cachetes, me dijo como se llamaba, Antonio, y que quería volverme a follar y hacerme gozar como me había hecho gozar hoy. Me dijo donde vivía y en un papel me apunto su número de teléfono. Esto lo hizo en el bar al que me llevó, invitándome a beber una cerveza.
Después de beber la cerveza a la que me había invitado, sabiendo como se llamaba, donde vivía y con su número de teléfono, me despedí de él. Iba con el culito bien abierto y bien follado, y por supuesto llenito de semen, y dispuesto a dejarme sodomizar de nuevo por aquel hombre maduro que tan rica cogida me había terminado de dar.