Buscando una luna.
El dulce beso tornó a la pasión más intensa, sus manos no podían dejar de pasar por cada curva de sus rostros, de sus cuerpos, de todo lo que encontraban a su paso. Sus cuerpos comenzaron un vaivén casi absurdo (...)
La noche estaba fría, un frío que abrigaba el alma hasta congelarla y hacer que ardiera, un frío que, aunque era mayo, estaba presente en su cuerpo.
Alba salió de su cuarto para abandonar los pensamientos que había amontonado en esos 3 metros cuadrados, pero la persiguieron por toda la casa. Necesitaba una cerveza en cualquier bar.
Se dirigió al pub menos conocido, en el que menos integrada podía estar, para que nadie la conociera ni intentara entablar conversación con ella.
-Una jarra, por favor.
El camarero, extrañado aunque cautivado por la chica se la puso de buena gana, pero sin dirigir palabra. Cobró, y se fue con el grupo de clientes habitual. Estaba donde necesitaba, donde menos se notaba su presencia, donde sus pensamientos se mezclaban con la alta música heavy que ponían en ese local, donde sus razones para estar mal se desvanecían en un vaso que acababa, quizás, demasiado rápido.
Cuando hubo tomado lo suficiente como para que recordar su rostro, su mirada, su voz, sus abrazos,... no le clavasen agujas en el pecho, se fue de ese sitio que comenzaba a ser molesto por la gran cantidad de gente que había dentro.
Paseó por las calles menos habitadas para poder ver el cielo estrellado con la menos contaminación lumínica posible. Buscó a su querida luna, pero no la encontró, ese día no estaba para ella. Pero decidió seguir andando, mirando al cielo, a ver si esa lunática se dignaba a iluminar un poco su noche.
No supo cómo, pero sus pasos la llevaron hasta su calle, esa calle en la que dejó por última vez a esa mujer que estaba provocando los suspiros más largos con cada sorbo de cerveza que había bebido. Se paró en una fuente cercana, en el parque en el que sus miradas se dijeron algo más que un simple "gracias por ser mi amiga". Miró su reflejo, igual era por el alcohol, pero se veía bastante guapa esa noche, peinó con suavidad su cabello castaño, acarició las ojeras que colgaban de sus ojos color miel, tocó su cara, estaba fría; la noche estaba siendo fría.
Escuchó un ruido varios metros más allá de ella, alguien había salido a pasear también. Cuando Alba se fijó bien en la silueta de la chica que se había sentado en el banco un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Allí estaba, la luna a la que tanto había buscado esa noche estaba sentada en el banco donde conoció a Noelia, pero la muy tonta se había disfrazado de la mayor debilidad de Alba.
Aquella chica permanecía sentada, apoyando sus brazos en sus flexionadas rodillas, descansando su cabeza sobre éstos, dejando caer su largo cabello pelirrojo para que sus pensamientos pudieran agarrarse a algo, antes de caer al vacío. Sus ojos verdes parecían sumergidos en la tristeza más insufrible, no lloraban, pero navegaban por los deseos no cumplidos más ansiados por ella. Noelia estaba allí, ante Alba, y aunque ella no fue vista aún, Noelia parecía como una aparición, iluminada por una luna inexistente esa noche, iluminada por ella misma.
Alba no supo dónde meterse. Suspiró profundamente, hasta sentir que su pecho dolía con tanto aire acumulado, soltó en una leve expiración todo ese dolor y caminó hacia ella, como si hubiera sido hipnotizada por el hechizo más fuerte, sin pensar, sin que su cabeza gritara, dando un paso por cada tres rápidos latidos de su agobiado corazón.
-Bu... Buenas noches, Noe. -su voz, que no estaba conectada con el hechizo por lo visto, tembló al salir de sus labios.
Noe se exaltó, como si de un fantasma se tratara, pero al conseguir reconocer a la persona que tenía delante su cuerpo se tensó al completo, como si la hubiera poseído una estatua que no quería tener más imagen ni mejor recuerdo que el que estaba presenciando en ese instante.
+Alba... ¿Qué haces tú aquí?
-Bueno, necesitaba dar un paseo y he acabado aquí, no sé muy bien cómo, jajaja. Em, ¿y tú qué haces aquí tan sola? Es tarde y es peligroso estar por aquí sin compañía.
+Necesitaba tomar el aire, y ya que estás aquí estoy acompañada, así que no hay problema. -le dedicó la sonrisa más tierna que Alba jamás había visto, deseaba abrazarla, besarla, beberse ese mar que estaba haciendo a su preciosa mirada naufragar en los pensamientos más tristes, le daba igual de qué se tratara, sólo quería ver esa sonrisa a milímetros de su boca.
-Entonces te haré compañía. Te he notado algo seria, ¿estás bien? - la mano de Alba, temblorosa y helada se acercó a la espalda de Noe, quien con el primer contacto notó cómo se le puso toda la piel de gallina, cuánto había echado de menos esa mano conciliadora, esa mano que junto a la otra y sus respectivos brazos habían irrumpido en la paz de su interior, asustándola.
Noe había descubierto días atrás algo que no esperaba para nada, su cuerpo, su mente, todo de ella se llenó sin previo aviso de Alba, que había entrado a su vida como un vendaval y había dejado su pelo hecho un desastre. Hasta hacía una semana estaba con su ex novio, Lucas, por el cual ya sólo sentía cariño, pero no amor. Aún así estaba convencida de estar afectada por la ruptura y se prometió un tiempo para ella y así poner su cabeza en un estado de calma. Pero conoció a Alba y todo se convirtió en una montaña rusa de emociones. Pasó de la mayor felicidad por haber encontrado a una persona que la comprendía y que le daba abrazos que se llevaban todo mal innecesario, al más intragable nudo en la garganta la noche en la que ellas dos se miraron de la forma más profunda posible, desnudando su interior, necesitándose la una a la otra. Y ese abrazo... ese abrazo posterior fue el que acabó en la cima de la montaña rusa, haciendo entrar al cuerpo de Noe en un estado vertiginoso, en un estado de placer incontrolado que quería salir, que quería gritar, susurrar las palabras más bonitas, morder la respiración más acelerada. No pudo evitar huir antes de que ese vagón comenzase su rápida caída.
-Noe, ¿estás bien? De verdad, igual debería ir a tu casa y descansar.
Noelia salió de sus pensamientos, interrumpidos por la voz de un ángel. Miró a Alba, parecía preocupada por ella. Sin querer, una lágrima se deslizó por su blanca piel, rompiendo el muro que contenía todas sus emociones.
Alba se sorprendió al ver a su preciosa luna llorando mientras la miraba con unos ojos que estaban gritando, a los que no conseguía escuchar. Instintivamente la abrazó, cogiéndola suavemente para sentarla en su regazo y abrazar su humedecida cara con su hombro, apoyando su barbilla en ella. La abrazó como si fuera a escaparse de sus brazos, transmitiendo protección mientras acariciaba su pelo y su espalda, transmitiendo miedo de que se volviera a escapar de sus brazos sin mediar palabra.
Noe dejó de llorar y consiguió mirar a Alba, quien tenía una mirada entre triste y descansada. apretó aún más si cabía su cuerpo contra el suyo, para que no pudiera escapar, para que si se la asustaba después de lo que había decidido hacer pudiera retenerla al menos hasta haber expresado todo. Besó suavemente su cuello, volvió a mirarla, se acercó lentamente a sus labios, conteniendo poco a poco el aire entre sus labios entreabiertos, para besarla de la manera más dulce posible y soltarlo todo de golpe por la nariz. Fue la sensación más mágica de su vida, algo que era incapaz de describir.
Alba, al recibir ese beso tan esperado, tan tierno, que tantas dudas despejaba de su cabeza, no pudo contener dos pequeñas lágrimas, una amarga y otra dulce, una triste y otra feliz.
Las dos se fundieron en el beso más intenso, abrazándose, transmitiendo en forma de calor humano todo lo que sentían la una por la otra. Noe se incorporó de la posición en la que estaba, poniendo una pierna a cada lado del cuerpo de Alba, quien la recibió con las manos expectantes para poder acariciar su espalda, su cintura, sus costados, brazos, hombros. Acariciaba su pelo como si estuviera desenredando su alma.
El dulce beso tornó a la pasión más intensa, sus manos no podían dejar de pasar por cada curva de sus rostros, de sus cuerpos, de todo lo que encontraban a su paso. Sus cuerpos comenzaron un vaivén casi absurdo, una lucha por estar más juntos de lo físicamente imposible, separándose para poder intentarlo otra vez, para intentar fusionarse en un sólo cuerpo. Y digo absurdo porque era su piel lo que estaba pidiendo a gritos fusionarse, y no toda esa ropa que lo impedía.
Sus respiraciones estaban agitadas, sus bocas besaban, lamían y mordían todo a su paso, sus manos se colaban decididas entre los ropajes para poder provocar que esa pasión se hiciera aún más incontrolable.
-Noe... Espera, mira dónde estamos, no podemos seg... -la negativa fue acallada con un beso y con la mano de Noelia introduciéndose en su pantalón.
+Necesito sentirte mía Alba... te necesito.
Alba buscó nerviosa un sitio al que poder llevar esas pícaras intenciones, avistando a lo lejos una zona de columpios para los niños, en la que había una caseta donde los críos jugaban a los papás y mamás. Consiguió hacer a Noe volver a la Tierra, no sin antes luchar por volver ella y fueron corriendo como si de niñas pequeñas se tratase hacia la casita, emocionadas, totalmente ajenas al frío que las rodeaba, echándose de menos en cada centímetro de distancia que las separaba.
Entraron, cerraron la puerta y descubrieron una no tan pequeña "habitación" en la que había una mesita, Noelia se sentó en la baja mesa intentando recuperar el aliento tras la carrera. Alba la miró con cariño y con deseo, sonriendo, grabando su imagen en su cabeza antes de acercarse a ella de rodillas, separando sus piernas para poder acomodar su cuerpo entre ellas, cogiendo con la mano a modo de coletero su pelo y besándola casi con furia, con las ganas más desesperadas.
Noe, sin quedarse atrás, le quitó la sudadera para poder sentir su deseada piel, pegándola a ella, arañando su espalda desnuda como si quisiera tocar directamente su corazón, que estaba totalmente acelerado.
Alba comenzó a besar su cuello, a succionarlo, mordiendo el lóbulo de su oreja, besando justo la parte de atrás de esta, respirando cerca de su oído mientras con la mano que no agarraba su pelo acariciaba sus pechos, su barriga inquieta, acercaba aún más su cadera a hacia ella. Besó sus clavículas con suavidad mientras le quitaba su chaqueta, su camisa de tirantes, su sujetador... Quería hacerle un traje de besos a medida, sólo para ella.
Noelia no podía aguantar los gemidos cada vez que Alba chupaba su cuello y bajaba besando cada milímetro hasta sus pechos, acariciándolos con las manos, apretándolos, chupando sus pezones y mordiendo suavemente, arqueando su cuerpo hacia ella, quien lo recibía apretándolo más hacia ella.
Su excitación llegó a un punto álgido, no podían controlar a sus manos inquietas, que desnudaban cada parte de su cuerpo para poder sentir la temperatura de cada zona de sus cuerpos. Estaban totalmente desnudas, Noelia apoyada aún en la mesa y Alba besando su vientre, centrándose en su perfecto ombligo mientras con sus manos empujaba sus piernas, abriéndolas aún más.
+Por favor... -suplicó Noelia, cogiendo a Alba de la nuca, siguiendo el camino que ésta hacía hasta su entrepierna, donde se paró, besó sus muslos, mordió sus ingles, y echó un vistazo hacia arriba, observó a su Diosa del Amor, a su Afrodita suplicante de que saciara sus ganas de ella, de su boca, de su lengua, de sus manos.
-Estás preciosa, mi amor. -dijo con la voz más dulce jamás escuchada mientras llevaba sus manos hacia su cara, acercándola, besando sus labios y descendiendo después hasta su sexo. Pasó su lengua por encima, tímidamente, haciendo que sus labios se abrieran poco a poco, arrancando un gemido que resonó en su cabeza haciéndola enloquecer. Comenzó a pasar su lengua por cada zona erógena, desde los labios exteriores hasta los interiores, succionando su clítoris para poder ver cómo Noelia cerraba los ojos y mordía sus labios, alcanzando el éxtasis.
Metió uno de sus dedos en su cavidad, entrando con facilidad y provocando un grito de placer en su amante, estimulando su vagina con movimientos circulares en su interior, chupando su clítoris, pellizcando uno de sus pezones cada vez que alcanzaba ese punto de placer de su interior, haciendo que se volviera loca completamente, acabando en el mayor orgasmo que jamás había tenido, muriendo por unos largos segundos para volver a renacer con un beso de Alba, quien parecía darle las gracias por ese precioso momento con un beso perfecto.
Noelia, una vez recuperada respondió al beso con más pasión, tumbando con su cuerpo a Alba sobre el suelo de su pequeño pero suficiente nido de amor. Presionó con una de sus aún temblorosas piernas la entrepierna de Alba, quien estaba totalmente mojada. Alba movía sus caderas, tratando de acariciar su sexo lo máximo posible con la pierna de Noelia. Estaba al límite, no aguantaba más.
-No puedo aguantar, tócame, por favor. -Noelia, divertida, quitó su pierna de su actual posición, poniéndose a cuatro patas al lado del cuerpo desnudo de Alba. Con una de sus manos sujetaba su peso al lado de la cabeza de ella, quien besaba y chupaba su muñeca y su antebrazo. Con la otra mano flexionó sus piernas, bajó lentamente desde la rodilla hasta su sexo, sin querer tocarla aún, pero los movimientos de Alba consiguieron recibir contacto de su mano, lo que hizo que Noelia dejara su mano a una altura adecuada para que Alba consiguiera llegar para ser tocada al mover su cuerpo. La estaba llevando al límite, y le encantaba.
Alba la miró furiosa, sabiendo de qué iba el juego y alargó su brazo para tocar a la otra vez humedecida intimidad de Noelia, quién gimió por la sorpresa y por el placer que estaba recibiendo de los rápidos dedos de su desesperada amante.
Noelia comenzó a imitar los movimientos que estaba recibiendo de Alba, provocando que ésta perdiera totalmente la noción del espacio-tiempo, y se corriera entre altos gemidos que no podía controlar, bajo la atenta mirada de Noelia, quien ante tal espectáculo acabó por terminar otra vez en un orgasmo casi tan intenso como el anterior.
Acabaron extasiadas, abrazadas la una a la otra, viendo cómo amanecía fuera de su refugio. Decidieron vestirse y salir de allí antes de que alguien las descubriera. Esta vez se despidieron con un abrazo totalmente sincero, con un largo beso, con agradecimientos compartidos y con una promesa, no olvidar nunca ese día y vivir muchos como ese.