Buscando sexo anal con Beto

— Tienes una piel muy suave — Me dijo sin soltarme ni un segundo. Sus manos recorrían todo mi trasero y se detenían un poco en mi cintura, me jalaba la tanga fuertemente que hacia que se me metiera en la vagina, esa sensación fue muy rica que de inmediato me baje el pantalón para dejarle en la cara mis nalgas al descubierto.

Recuerdo que hace unas pocas semanas aproximadamente mi amigo Samuel y yo quedamos de vernos en un Mall para tomarnos un café y platicar de nuestras cosas, yo tenia mucho que decirle y el también a mi, habíamos acordado contarnos las aventuras ocurridas, cada miércoles nos citábamos en ese lugar y aquel que no trajera consigo nada nuevo y bueno, pagaba como apuesta perdida, la cuenta de un bar o algún antro a donde fuésemos el fin de semana.

Como era costumbre, yo nunca perdía, en cambio el casi siempre desembolsaba dinero. Su mal no radicaba en su atractivo, a mi me gustaba mucho, aparte de que era alguien muy inteligente, yo me sentía tan a gusto con el porque sin dejar de ser hombre, llegaba a pensar como yo, me entendía y comprendía; era mi mejor amigo.

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— ¿Qué tal te fue con el Alberto? — Me pregunto y yo me extrañe de su pregunta, como podía saberlo, pensé que tal vez no sabía nada y que solo lo estaba intuyendo.

Unas semanas atras, casi termino en la cama con el que era amigo de mi anterior novio, no pude hacerlo, aunque lo desee mucho.

Alberto se había convertido de un día para otro en mi adicción, todas las noches salía a caminar cerca de la unidad habitacional en donde vivía pretendiendo topármelo y repetir lo de aquella noche; era tanto el deseo por ser suya que acabe terminando a mi novio, fue muy difícil hacerlo, pero ya no podía estar con alguien y pensar en otro. Aparte que había descubierto a mi supuesto novio metido en la cama con una extraña amiga de dudosa procedencia, ese fue el acabose de una relación que ya no tenia sentido, tome su infidelidad como pretexto para dejarlo, luego les contare de eso.

— Supe que has estado con Alberto ¿verdad Fátima? — Me volvió a cuestionar Sami, mi amigo

— ¿Como lo sabes eh?

— Solo lo intuyo, me han dicho que los vieron juntos la otra ves y pues tu ya no estas con Yeyo.

— Así es, pero no nos hemos visto mucho, creo que al final no le intereso tanto — le dije, mientras caminábamos rumbo al café.

Pedimos los dos un Frappe y el como siempre encendía su cigarro.

— Fátima cuéntame todo vale — Me dijo y yo obviamente tendría que hacerlo, se acomodo recargando su rostro sobre su mano derecha y con esa pose atenta que puso comencé a contarle todo lo que había ocurrido.

Yo había tratado de estar con Beto desde esa noche pero sin conseguirlo, así que una tarde me arme de valor y fui hasta su casa, iba decidida a todo, tanto así que en casa me dedique un baño largo y concienzudo, procure depilarme finamente para estar impecable para el, supe lo que a el le gustaba de mi. Me puse unos jeans entallados y a la cadera, eran muy sexys, de solo verme el trasero en el espejo me ponía hot, esos pantalones si que hacen milagros con las delgadas de poca pompa como yo. Busque regalarle también el mejor de mis escotes, los pechos casi se me salían por la blusa tan diminuta.

Ya lista, salí dispuesta a no volver sin cojerme a ese bomboncito, caminaba por las calles moviendo las caderas, ya me sentía muy caliente que si no fuera por que vería a Alberto me hubiese acostado con el primero que me lo propusiera.

Los hombres que trabajaban en la calle, incluso alguno adolescentes, sentía como sus ojos me recorrían, todos mirándome las tetas que brincaban por la caminata. La verdad no me incomodaba, me gustaba. Me han dicho que mi mirada es de niña coqueta, de niña golosa, no dude en jugar con situaciones como esa, hubo a quienes les sacaba la puntita de mi lengua. De solo recordar sus rostros me divierto mucho.

Así me la pase todo el trayecto, hasta que por fin llegue a su puerta y toque.

— Hola betito — le dije cuando abrió, el me miro de pies a cabeza, note su nerviosismo. Me invito a pasar y luego luego, me ofreció un refresco, su departamento olía rico y tenia puesto un disco de Alaska, al que luego le bajo el volumen.

— Fátima me da mucha pena por yeyo — me dijo tímidamente.

— No te preocupes por el, es historia vieja.

— Fátima la verdad tú me gustas mucho, pero siento que es muy pronto para tener una relación

— ¿Relación? — Cual relación, yo solo quería follarmelo.

Cambie rápidamente la conversación por que se estaba poniendo sentimental, así que lo convencí de comprar algo para beber. Por suerte tenia en la hielera algo que aceleraría las cosas, ami me importaba muy poco si el sentimiento de culpa lo atormentaba, yo lo deseaba.

No decía nada, solo me escuchaba y sonreía sentado en el sofá, yo aproveche para poner algo de música y bailar para el, al poco tiempo comenzó a divertirse viéndome, yo reía y reía, trataba de contagiarlo y este solo bebía de su vaso y miraba como pensando en algo. Mis movimientos de cadera se hicieron sugerentes y le aventaba una mirada de esas que dicen "cojeme papito". Por fortuna el alcohol comenzaba a dejar sus efectos, pues betito comenzó a decirme cosas como "Te ves hermosa" "Wow que bien bailas". Esas palabras me afirmaban que la noche seria fabulosa.

El alcohol hizo lo suyo y yo me abalanzaba hacia donde estaba el sentado, me inclinada para darle de besos en la mejilla y de paso mostrarle mis pechos con esa blusa color verde limón que llevaba puesta, yo sabia que se acordaba muy bien de todo lo que pasamos una noche, de lo que pudo ocurrir.

— Voy a cambiar el disco vale — le dije y le di la espalda para poner un disco nuevo, mi pantalón se había bajado un poco de mis caderas por los movimientos del baile, sentía que mi tanga se me salía, sentía que se notaba y que Beto la podía ver, por lo que me coloque en una posición en la que resaltaba mi culito, aun no me tocaba y ya estaba mojada.

— Me gusta como se te ve ese pantalón — Me dijo, me había estado viendo las nalgas todo ese rato. Puse play al disco y me senté a su lado.

— ¿Como? — Le pregunte.

— Que me encanta como se te ve ese pantalón, no se… se ve bueno.

— ¿No te apetece probarlo?

La pregunta lo había dejado mudo, pero no hacia falta, yo sabia la respuesta, el había visto como me follaban el culo, sabia que seria rico hacerlo conmigo.

No deje que hablara, así que me pare de espaldas frente a el, poniéndole las nalgas frente a su rostro y me incline un poco poniendo mis manos en mis rodillas. Deje que el hiciera todo lo que quisiera, no tenia prisa. Dudo un poco, pero luego comenzó a tocármelo delicadamente, lo acariciaba como si fuera frágil, enredaba sus dedos con las tiras de mi tanga que sobresalían del pantalón para luego deslizar sus manos abiertas por mis caderas.

— Tienes una piel muy suave — Me dijo sin soltarme ni un segundo.

Sus manos recorrían todo mi trasero y se detenían un poco en mi cintura, me jalaba la tanga fuertemente que hacia que se me metiera en la vagina, esa sensación fue muy rica que de inmediato me baje el pantalón para dejarle en la cara mis nalgas al descubierto.

Con los pantalones en mis rodillas, se levanto y tomándome de la cintura me hincó en el sofá, hizo la tanga a aun lado y sin avisar me comenzó a comer el culo como loco.

Me repetía las mismas palabras "Que rico culito tienes" yo estaba mojadísima, sentía claro como su lengua subía desde mi vagina hasta mi ano, mi ano, comenzaba a sentir las ganas de su enorme pene ahí ensartado, así que no lo pensé mas

Le retire la cara de mis nalgas para levantarme y quitarme el pantalón, el también hizo lo mismo, nos mirábamos mientras cada uno de desnudaba, yo estaba a punto de quitarme la blusa cuando me dijo: "No, déjala así, me gusta verte con ella" me desconcertó pero accedí, podría cumplirle lo que quisiese. El si se desnudo por completo, su pecho estaba muy bien conformado, tenia brazos lindos y nada de panza. Mi mirada bajo buscando al culpable de mi adición.

Aun conservaba sus boxers cuando lo baje de golpe, mis ojos brinco aquel pene, era por mucho muy largo y delgado, me sonrío y yo me mordía los labios saboreándomelo. Le pregunte que como le gustaba y me dijo que me lo tragara, sabia que no iba a hacer fácil, pero aun así, me lleve a la boca ese pene aun flácido.

Gradualmente, esa verga se fue endureciendo dentro de mi boca, a cada latido de sus venas se hacia mas grande y yo me volvía loca de gusto, tenia para mi solita una verga grandota, era mía, para mamarla toda la noche si era posible.

Me entregaría a esa delicia de inmediato, así que lo empuje contra el sofá, lo obligue a sentarse y luego alcé sus piernas, lo anche como se dice por acá, lo abrí de piernas, su pene se imponía enorme como una vara, este chico estaba rasurado por lo que su miembro se apreciaba por completo. Me arrodille para mamarlo, asi con las piernas arriba, el solo cerraba los ojos para disfrutarlo. No supe de mi y me perdi disfrutando de su verga, lo chupaba como desesperaba tragándome todo el liquido que salía de su glande; por mas que lo intente no pude metérmela toda a la boca, estaba hasta mi garganta y aun con mis dos manos sujetaba gran parte de su pene.

No sabia que hacer con esa vergota, me sentía como niña con juguete nuevo, pero habría de darle lo que se había ganado desde hace unas semanas… Mi ano.

— Alberto quiero darte mi ano para que lo cojas como quieras — Le dije y mis palabras lo pusieron como loco. No lo pensó dos veces y me coloco en la misma forma en como yo lo había puesto: Con las piernas levantadas.

Le pedí me pasara mi bolso para sacar un poco de lubricante, se lo di en sus manos para que me aplicara un poco, no lo hizo; tomo el frasco y coloco la abertura en mi ano, lo metió, metió la punta del frasco dentro de mi cola y apretó la crema como si fuera pasta de dientes. Sentí como aquel aceite me entraba en el recto, estaría loco para hacer eso, pero lo disfrute porque evidenciaba que ansiaba darme por el culo, y así era

Tomo su pene con una mano y me la metió de golpe, yo solté un grito que tal ves se escucho por todo el vecindario, no me dio tiempo para recuperarme y comenzó a bombearme como un demente. Me gusto, porque mientras yo gritaba me decía "Grita mi putita, te gusta no es cierto" "Grita perra mientras de rompo el culo" " Arghh que rico ano" no las recuerdo exactamente pero me dijo todas esas cosas sucias que se le dicen a una ramera.

Me agarraba con las manos cada pantorrilla, me abría las piernas para abrirme bien el culo sin dejar de metérmela. Fue lo mas excitante que hasta ese entonces me había pasado, ver mi culo abierto del tamaño de un puño y a esa cosa larguísima entrar y salir, bombeando mis intestinos, aquella penetración me hacia partirme en dos, pero no me importaba.

Sin dejar de follarme, me volteo de espaldas para acelerar la embestida, sentí que terminaba porque sus manos buscaron mis tetas y las apretaron bien fuerte, volví a sentirme bien puta, superculeada, con el ano desflorado, pero muy contenta.

Nos quedamos tirados en el sofá, abrazados y exhaustos por tal sexo, me pregunto que si sabia porque no me había permitido que me quitara la blusa, negué saberlo.

— Después de un buen sexo no hay otra cosa mejor que pasarme toda la noche mamando estas tetas, se los devoro nuevamente como la primera vez, y si, lo hizo por toda la noche hasta que me quede dormida

Cuando termine mi relato, Samuel tenía la boca abierta y ni siquiera se había fumado su cigarro, pago la cuenta y decidimos ir a ver una película, mientras caminábamos sentí su mano tocándome delicadamente la cintura, me gusto esa acción que también lo abrasé, mientras subíamos las escaleras me dijo:

— Yo no se como yeyo te pudo ser infiel con otro hombre