Buscando - parte 2 / por Albany y Xapel
Continúa el relato conjunto escrito por Albany y un humilde servidor. Por consejo tuyo todos los subimos a mi perfil, pero no olvidéis visitrar su perfil. Tienes muchos relatos de gran calidad. Recordad: ALBANY
..::Contado por Roberto::..
La noche no había podido ser mejor. El culo de Adrián era un agujero estrecho y caliente, aunque muy probablemente lo hubiera dejado dado de sí tras toda una noche de sexo desaforado. Se lo hice incluso dormido, con lo que era muy posible que no supiera exactamente cuántas veces habíamos estado fornicando. Fue casi tan divertido como esa noche en la que el cabrón que intentaba liarse con mi madre acabó tomándose unas pastillas de rohypnol pensando que eran sacarina.
Bueno, sus propias pastillas de rohypnol en verdad, esas con las que cada noche que salía, drogaba a jovencitas y se las follaba en los baños de las discotecas. Supe darle su merecido, aunque no pude plantarle un bastardo en su sucio culo como él hacía a esas jóvenes con las que engañaba a mi madre.
Pero no nos desviemos. Yo desperté, la cama estaba vacía, aunque las sábanas tenían un charco de mi lefa bien visible. Me levanté, me estiré, para desperezarme, y me rasqué los huevos. A lo lejos pude escuchar los gemidos de Javier y Adrián, así como el sonido de la ducha. Una mujer entró al cuarto, me dio los buenos días con toda la naturalidad del mundo, quitó las sábanas sucias y se fue con estas a la puerta. Antes de salir se giró y, mirándome a los ojos, me habló, bastante seria.
-Espero que tu hermano y tú sepáis cuanto ha tenido que sufrir este chiquillo. Si le hacéis sufrir os lo pagaré con la misma moneda.
Me quedé muy sorprendido por esto. No conocía a la buena señora de nada. Carmen debía ser, según lo que nos dijo Adrián anoche, de camino a la casa. Yo fui al baño anexo al dormitorio, me duché, algo rápido. Mi hermano estaba remoloneando mucho, vale que hoy abriría nuestra madre, pero se suponía el turno de mañana era suyo para yo poderme tocar los huevos tranquilamente.
Salí de la ducha, secándome con una toalla verde bastante suave. Solo pensar en cómo fue la noche hizo se me volviera a poner dura. Al salir de vuelta al dormitorio encontré la cama hecha y un plato con chocolatinas en la mesilla. Cogí una, la estaba desenvolviendo cuando un hombre me metro noventa, piel morena y muy musculoso entró al cuarto. Iba vestido solo con un peto vaquero y descalzo. Sus pies y sus manos eran totalmente descomunales, más que los míos. En la entrepierna marcaba un bulto que daba miedo.
Me tendió la mano y saludó.
-Hola, soy Leandro, el jardinero. Carmen, el ama de llaves, me pidió subiera por si necesitabais algo.
Tragué saliva, intimidado por semejante aparición. ¿Quien se podría esperar un tiarrón tan cachas siendo un humilde jardinero? No pude evitar fijarme en un tatuaje de una calavera en su brazo izquierdo, pero Leandro lo cubrió rápidamente, sonrojándose. Otra rareza más. ¿Que sería lo que lo avergonzaba tanto?
-Carmen dijo que os despertara y bajarais a desayunar.
-¿Seguro?
Pregunté, extrañado por todo. Si Adrián no controlaba al servicio...
-Antes que lo pienses, para mí y para mi hermana Adrian es como un hijo. Sus padres nos ayudaron en momentos muy dolorosos de nuestras vidas y..., bueno, Dios los tenga en su gloria. Pero sé que hiciste con mi chico. Y sé lo que tu hermano le hizo esta mañana. Si le rompéis el corazón...
Entrelazó las manos, haciendo que sus dedos crujieran como clara advertencia. Lo iba pillando. Javier y yo debíamos tener una fama que no nos esperábamos y ahora el personal de la casa de nuestra última conquista se afanaba en alejarnos de esta. Pero yo podía ser muy tenaz cuando me lo proponía.
-¿Mi hermano donde está?
-En la habitación al fondo a la izquierda, la que ocupaba Adrián antes del accidente de sus padres.
-Ya me ocupo yo de despertarlo.
Sabía que mi hermano se habría vuelto a dormir tras la ducha y el sexo con nuestro anfitrión. No quería que se encontrara con un gorila a los pies de la cama, pues eso sería un susto de muerte. Sin vestirme, notando la mirada de Leandro clavada en mi trasero, me fui al cuarto donde estaba Javier.
Me daba un poco bastante igual, aunque me separé las nalgas para poner a prueba al duro hombretón. Verlo relamerse sin disimulo alguno hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.
Llegué al cuarto, abrí la puerta y encontré a Javier boca abajo, totalmente despatarrado y destapado. Me tumbé sobre él, mi verga se puso en situación de combate, presionando su hoyo. Javier se revolvió, aún dormido, haciendo que yo entrara en su interior. En sueños lanzó un murmullo que nunca pensé escucharía a mi hermano pequeño.
-Adrián.., si, te quiero a ti dentro..., solo a ti.
Se la saqué, escuchando un gemido apagado. No volverían a ser las cosas igual, por mucho que lo intentara. Esa era la verdad, me temía. Mi hermano se enamoró. Abrí las persianas, dejando que la luz del sol le diera directa en la cara.
-¡¡Arriba, gandul!! ¡¡Nuestra madre está sola en el bar y te espera!!
-Nooo... no quiero ir a trabajar hoy.
Protestó. Al verse a solas conmigo, y mi verga tiesa, me miró, acusador, y dijo, aunque sin levantar la voz.
-Soñé que Adrián me follaba... ¿o me la has metido tú?
-Adrián despertó para venirse a tu lado. Por lo visto se tuvo que ir a algún recado importante y por eso no está ahora contigo. En cuanto a esto...
Me señalé mi pene, que iba perdiendo dureza.
-Ya me conoces, despierto así cada mañana.
-Dime la verdad.
Preguntó, serio. No tuve más remedio que confesar.
-Quise despertarte como cada mañana que nos quedábamos solos en casa, pero al meterla y escucharte decir su nombre...
Enmudeció. Siempre le habían gustado mis maneras de dar los buenos días, aunque esta vez la cosa cambiaba. Se incorporó, abrazándome y besándome en la frente.
-Gracias por entenderlo.
..::Contado por Adrián::..
Una vez que estuvimos preparados bajamos a la cocina, estaba solamente Carmen que nos miró muy sería.
-Bueno como ya os habéis levantado podéis decirme si vais a desayunar.
-Si no le importa, tengo que irme a trabajar, con un café con leche tengo suficiente, ya comeré luego algo en el trabajo. - Apunto Javier -
-A mi puedes ponerme lo que sea habitual en la casa. - Roberto, más atrevido la tutea -
Carmen los miro con conmiseración, hizo una mueca con la cabeza y empezó a preparar un desayuno en condiciones para dos jóvenes necesitados, un cesto de distinta bollería, una jarra de zumo de naranja y dos tazas para que se sirvieran el café y la leche ellos mismos.
-Si nos cuida así nos vamos a hacer habituales de tu cocina. - Roberto continuaba metiéndose con la pobre Carmen -
-Espero que no se os ocurra.
Comían los dos con verdadera hambre cuando llegó Adrián, llegaba sonriente y deslumbrante, Javier interrumpió su ingesta de alimento para mirarlo y quedarse sin decidirse a tragar lo que tenía en la boca. Roberto le dio un pequeño codazo para que se diera cuenta de la cara que se le había puesto.
-Ya veo que Carmen os atiende como es debido, mira ahora si me apetece comer un bollo.
Cogió unos de los bollos contenidos en la cesta y empezó a comer con ellos sentado en la mesa. Roberto pudo darse cuenta del contacto visual que establecía su hermano con Adrián y de las sonrisas cómplices que se cruzaban, no recordaba haber visto a su hermano comportarse así con otros muchachos y podía asegurar que había habido varios.
Cuando acabaron el desayudo Javi se dispuso a marchar para trabajar en el bar.
-Me tengo que marchar que aunque ayer dejamos todo recogido hay que ayudar a mamá a preparar la barra, gracias por el desayuno señora, me marcho.
-Espera, te acompaño hasta el bar así doy un paseo. - Adrián no deseaba separarse de Javier -
-Pues yo voy a hablar un momento con el jardinero, con Leandro, tengo que preguntarle algunas cosas. - Señaló Roberto -
Los dos chicos van caminando por la calle que dirigía al bar y van a paso rápido, Adrián desea entablar una conversación pero se siente cohibido y se apresura para seguir el rápido paso del otro, con la cabeza baja y sus manos en los bolsillos.
-Venga, dispara, quieres decirme algo y aún no soy adivino. - Mira pícaro a Adrián -
-No, quería decirte que, lo de anoche, que estuvo estupendo lo que hicimos y bueno no se tu, a mi no me importaría repetirlo, si tu quieres claro. Exactamente no quiero decir que nos volvamos a ir a la cama, vamos que si quieres también podemos dar un paseo o lo que tú quieras.
-¿Y qué es lo que te gustó anoche lo de Roberto o qué?
-Vale, no voy a decir que no me gustó lo de tu hermano, no era lo que yo pretendía, se dio, y luego vosotros, pues que tampoco ayudáis mucho a tener las cosas claras.
-Tienes razón, disculpa, lo de mi hermano y yo no es muy normal que se diga, ahora tengo un lío en la cabeza que no me aclaro, he estado con cantidad de hombres y lo que me pasa contigo no lo controlo, voy a tener que darle vueltas a la cabeza.
-Pues a mí también me pasa algo raro, sinceramente ahora por ejemplo se que te tengo que dejar en tu trabajo pero prefiero no separarme de ti, vamos a tener que reflexionar ambos.
Hemos llegado ante la puerta del bar, Javier abre la puerta, la persiana de acero inoxidable con una celosía muy abierta ya está levantada. Me quedo esperando mientras Javier va a la cocina donde se oye a alguien trabajando, se pone detrás del mostrador a colocar platillos y tazas en el mostrador, pasan unos minutos y sale su madre con una bandeja grande con bollería para los desayunos.
-Javier, tengo en el coche más cosas, ve a recogerlas. - Me dirige una mirada suspicaz, extrañada quizá de verme dentro del bar cuando oficialmente aún no está abierto -
Voy detrás de Javier para ayudarle, el coche está justo a la entrada del bar y trae varias bolsas de comida que le ayudo a llevar. Cuando dejamos las cosas en la cocina donde su madre está trabajando a marchas forzadas Javier me coge de la mano y me lleva a un extremo de la barra.
Me abraza fuerte contra su pecho y deposita un dulce beso en mis labios, luego se separa me mira con su luminosa mirada.
-Ahora Adrián es mejor que te vayas, tengo que ayudar a mi madre y enseguida llegarán los clientes, vete y si hacía el mediodía lo deseas me haces una visita y te tomas algo.
Entiendo su postura, no voy a estar detrás de él todo el día aunque ese es mi deseo más querido. Lo miro tiernamente y me marcho. Cuando llego a la verja del jardín me parece raro no ver a Leandro por parte alguna, están sin embargo los técnicos de la piscina que reconozco por sus buzos.
Llego a la cocina, Carmen se encuentra metiendo sábanas en la lavadora y, me da un poco de vergüenza y apuro lo que haya podido encontrar en ellas.
-Ya han llegado los técnicos y han estado con Leandro, ¿los habrás visto?
-Si al que no he visto es a Leandro por ningún lado.
-Debe estar con ese amigo tuyo, hace un rato les vi encaminarse al pabellón donde guarda las herramientas. - Carmen habla deprisa y como nerviosa -
-Oye niño Adrián, igual me meto donde no debo pero, estos amigos tuyos, no son tus amigos de otras veces, los de siempre.
-No.., no, son hermanos y regentan el bar que hay en el paseo, que ha permanecido cerrado tanto tiempo.
-Ya se quienes son, paso todos los días por allí para ir al centro y a la compra, los veo todos los días y, tú crees que estos chicos te convienen.
-Carmen, por favor, son buenos chicos, mira íbamos a ir de fiesta, no los iba a traer a casa y ya sé que lo hicimos mal anoche, estoy arrepentido, no volveremos a dejare la casa como hoy.
-No me importa la casa Adrián, me importas tú. Que no te metas en líos y, sobre todo, que no te hagan daño.
-Tranquila Carmen, nadie me va a hacer daño alguno, seguro, y menos Roberto y Javier, no te preocupes por eso.
Alguien toca el cristal de la puerta que da al jardín, es uno de los técnicos y voy a ver lo que quiere.
-Mire aquí tiene el albarán de lo que hemos hecho, ya le pasarán la cuenta, necesito que me firme.
A Leandro no se le ve por parte alguna y, él era el que se encargaba de estos asuntos, volví a por un bolígrafo para firmarle al señor, y luego me despedí de ellos.
-Carmen, es raro, Leandro no aparece, he tenido que firmar la nota a los técnicos y no sé si he hecho bien.
-Voy a ver si veo a Leandro para darle la nota, el suele guardarlas.
Con la nota en la mano me dirijo al jardín, voy bordeando la piscina, todo está en orden y hasta las hojas que ayer nos hicieron de cama han sido recogidas. Leandro es un buen jardinero y aparte del jardín atiendo otras cosas, mantenimiento de la casa, se ocupa de los coches, cuando mis padres vivían también hacía de chofer cuando se necesitaba y además era un empleado de toda confianza al igual que Carmen, llevan muchos años atendiéndonos, ceo que desde siempre. Si no hubiera sido por ellos, cuando murieron mis padres, me hubiera ido a vivir con unos tíos que querían llevarme, al tenerles a ellos me decidí a quedarme y estoy contento de esta decisión. Eran personas de plena confianza y me costa que me quieren.
El jardín es bastante grande y al final del mismo hay un pabellón donde Leandro guarda las herramientas y hace de garaje para guardar los coches, aún conservo los automóviles de mis padres aunque no los utilizo.
Me voy acercando al pabellón y oigo unos murmullos que vienen de él, según me voy acercando los murmullos llegan más claramente a mis oídos, son producidos por hombres.
Cuando llego y abro la puerta mi sorpresa es mayúscula y no puedo dar crédito a los que ven mis ojos. Leandro y Roberto, abrazado el segundo a mi rudo jardinero, con la cabeza apoyada sobre su pecho desnudo, llorando a moco tendido.
..::Contado por Roberto::..
Mi hermano y Adrián se fueron, dejándome a solas con Carmen, el ama de llaves. Terminé el desayuno, agradecí a la mujer su amabilidad, pero esta dejó escapar un bufido. Seguía sin comprender que hacía que hubiera tanta hostilidad hacia nosotros dos. Antes de irme, cuando estaba ya en la puerta de la calle, noté una mano inmensa apoyándose en mi hombro. Leandro. Su voz era grave, casi como salida de una caverna. Habló muy bajo, debía ser que no quería ser escuchado.
-Hemos empezado con mal pie. Anoche te vi meterle esa lengua de vaca que tienes a mi protegido, me gustaría ver que más cosas sabes hacer.
-¡¿Perdona?!
Pregunté, confundido. Se suponía estuvimos a solas en la casa, Pero, de alguna manera, Leandro nos había visto. Me agarró de la mano, sin decir palabra alguna, y tiró de mí, hacia un cobertizo. No solo estaban los útiles de jardinería sino que también había una hamaca en un pequeño porche, donde muy probablemente él habría pasado la noche y por eso tuvo unas vistas inmejorables de la sesión pornográfica.
-Chico, me calentasteis tanto que según entrasteis a la casa no pude evitar despelotarme y tirarme sobre esas hojas cubiertas de vuestra leche.
-¿Y Carmen que tiene contra nosotros?
Pregunté, por momentos más extrañado.
-Ella protege a su “niño”, tal como hace desde antes de la muerte de sus padres. Y de vosotros se hablan cosas feas en el pueblo, no sé si lo sabes.
Era eso. Me lo había temido todo este tiempo, la huella dejada por nuestro padre era difícil de limpiar. Leandro me dio un beso en la frente, me enseñó el tatuaje de la calavera y confesó.
-Estuve en prisión.
-Supuse por el tatuaje.
Sentencié. Leandro se alejó unos pasos, se giró, mirando por una ventana al jardín y habló, dándome la espalda.
-No, creo que no entiendes. Deja que te cuente una historia, creo que así aclararás tu propio pasado. Y que sepas que si no te violé antes, dentro de la casa, como venganza a todo el sufrimiento que me causó tu padre fue porque te estoy dando una oportunidad de probar que clase de hombre eres.
..::El pasado de Leandro::..
Yo tenía veinte años por aquel entonces. Tu padre, Marcelino, o como era llamado en la zona, el “Rey Pepino”, era un hombre jodidamente seductor. Y un vicioso como no podrías imaginarte. Tuvo sexo con todo lo que te puedas imaginar, y ya no hablo solo de hombres y mujeres.
Bueno, la cosa es que una noche estábamos los dos a solas en un bar, mientras vuestra madre estaba con vosotros, aún muy pequeños, en casa. Marcelino no había conseguido nadie con quien acostarse esa noche, y a la idea de follar con su joven y hermosa esposa su respuesta fue de desprecio.
-¡¡Esa inútil solo sabe berrear sobre los problemas que le dan mis queridos varones y lo dura que es su puta vida!! ¡¡No quiero sexo con ese bicho nunca más!!
-Pero Marcelino, ¿a caso no te das cuenta que trata de sacar adelante a vuestra familia?
Traté de razonar con él. Pero no había manera. Él se empeñaba en pensar que vuestra madre solo era una fase, un subproducto. Lo que quería de verdad era a vosotros. Pero no os quería como un padre normal a sus hijos, lo cual aún me provoca escalofríos, sino que pensaba esperar a que tuvierais quince años, con cuerpos lo bastante crecidos para no desgarraros, y convertiros en sus juguetes sexuales.
Yo sabía que Marcelino estaba enfermo, pero no sabía cómo actuar. Tu padre me dijo que estaba cansado de hablar, me tomó por los hombros, presionó y me hizo chuparle la polla durante veinte largos minutos. No fue gentil, y en un par de ocasiones casi me ahoga. Se suponía que éramos amigos, pero ahí estaba, tomándome a la fuerza en medio de un bar lleno de desconocidos.
Cuando se corrió dentro de mi garganta anunció a voz en grito.
-¡¡Tres birras a quien se folle a esta maricona llorona!! ¡¡Cuatro a quien le haga un bebé!!
Fue todo muy rápido. Me tomaron entre tres hombres. Yo no he sido siempre como me ves ahora, entonces era un muchacho delgado, casi femenino, y sin apenas pelo en el cuerpo. Me redujeron con facilidad, me ataron a una mesa y me despojaron de la ropa. Aún recuerdo los olores y las voces de esa pesadilla.
No sé cuánto tiempo me tuvieron retenido, pero en pocas ocasiones notaba mi culo despejado. Fueron lo menos quince individuos dándome sus rabos. Había uno particularmente grueso que, al entrarme, temí me hubiera rajado el esfínter. Otro era largo. Tanto que lo notaba golpeando contra mi intestino.
Cuando se aburrieron, o estuvieron demasiado borrachos para seguir, tu padre cogió una jarra vacía, la acercó a mi dolorido ano y esperó. No le hizo falta esperar mucho, yo estaba deseando librarme de toda la mierda que me habían inyectado en mis entrañas. Una espesa mezcla de semen de varios hombres, heces y un poco de sangre salió de mi cuerpo.
Al verme aparentemente vacío tu padre dejó la jarra de inmundicias a un lado, se bajó los pantalones y, mientras apoyaba su miembro contra mi culo, avisaba.
-En cuanto pueda haré esto mismo a mis hijos. Todos los días. Todas las veces que quiera, pues son de mi propiedad. La zorra de mi esposa... te la regalo si la quieres.
Dos semanas después, aún dolido por todo lo sucedido, no pude más y, durante una pelea de bar de las que solía protagonizar Marcelino cuando no estaba teniendo sexo, bebiendo o drogándose, aproveché que estaba distraído y tomé una decisión para evitaros pasar por el infierno que sabía os aguardaba al lado de ese hombre. Lo apuñalé por la espalda.
Por eso acabé entre rejas. Cuando mi hermana lo supo todo, contado por mí y por algunos testigos, buscó que los padres de Adrián me sacaran de prisión. Pero no pudieron hacerlo todo lo rápido que hubiera sido deseable. Y tu padre, incluso tras su muerte, seguía teniendo influencia allá donde miraras.
Tu madre se tuvo que cambiar de nombre, buscarse un capullo putero que la mantuviera hasta poderse ganar la vida y hasta desaparecer del pueblo, pero al final logró estabilizarse. Todo porque el hijo de puta bastardo al que has tenido la suerte de no conocer pero cuya sangre corre por tus venas era el hijo del alcalde: Marcelino Orellana Guimaraes.
..::Contado por Adrián::..
Mi asombro no tiene límites, esperaba encontrarme con otra escena diferente, lo lamento, soy muy mal pensado. Permanezco atónito en la puerta mirando el cuadro que tengo delante, Un hombre como Leandro más grande que un roble, abrazando a Roberto palmeándole la espalda y a éste a su vez, abrazado a mi jardinero y llorando como un crío.
Leandro me ha visto y me hace un gesto para que los deje solos o me marche, es posible que no quiera que Roberto me vea o que sepa que lo he visto llorando.
Durante toda la mañana no tengo oportunidad de hablar con Leandro a solas, espero una explicación que me aclare lo que sucede, le he dado toda mi confianza y sigo confiando en él pero estoy confundido y creo que hay muchas cosas de las que yo no me aclaro.
Mientras tanto estoy pensando en volver al bar para tomar algo, hablar con Javi si puedo y no hay mucho parroquiano y verle, cada vez se me hace más difícil estar sin él, sin sentirle cerca y me huelo que puede haber problemas que nos afecten.
Javier está en la terraza atendiendo a unos clientes, me paro a distancia sin ser visto y le observo, va y viene entre las mesas, tiene un forma de moverse muy graciosa, moviendo las caderas para esquivar las mesas y las sillas, parece que está bailando y todo ello acompañado por su encantadora sonrisa, ¡jolines!, si tengo celos hasta de que sonría a los clientes. Cuando vuelve dentro del bar me acerco y entro, se está más fresco a la sombra y me cuesta, en un principio, acostumbrarme a la semioscuridad que reina, por el contraste con la luminosa luz de la calle. Me acerco a la barra y sorprendo a Javier con un.
-¡Hola!, ya estoy aquí de nuevo.
Hay algunos clientes cerca y me mira ruborizado, me hace una mueca con su boca, como queriendo enviarme un beso silencioso que noto llega a mi cara.
-¿Qué quieres tomar, algo fresco?
-Al fresco que tengo delante.
Le contesto en un susurro y suelta una risa ahogada.
-Para eso tendrás que esperar, unos horas y entonces te podrás refrescar y hasta resfriar.
Ahora sonríe provocador.
-Tengo demasiada calor para que un fresco cualquiera me resfríe. - Vuelve a reír divertido -
-Te voy a poner tu tónica con limón y mira hacía aquella mesa, a la derecha.
Giro la vista, en la mesa están sentados los chicos de la pasada noche, observando nuestra charla.
Me sonríen al veme mirándolos y cruzarnos la mirada, uno de ellos se levanta y viene hacía mi, se acerca despacio y puedo detallar su cuerpo, esta fenómeno el chico, todo él proporcionado y su cara de capricho. Me tiende la mano y se presenta.
-Me llamo Luis, amigo de Javi, te vimos anoche que estabas solo.
-Encantado, yo soy Adrián y ahora también solo como siempre, o casi siempre.
-Pues a partir de ahora, si lo deseas, puedes considerarme un amigo o intentaré serlo. – Habla sonriendo y esto último lo dice con un cómplice guiño de ojos -
-¿Quieres venir a sentarte con nosotros? - Señala la mesa donde está su amigo sentado -
-No tengo inconveniente, vamos allá. –Busco a Javi con la mirada, ve nuestras intenciones y me hace una señal para que marche, para que vaya con Luis -
Llegamos a la mesa y el otro chaval se pone en pie, los dos son más o menos de mi edad, algo mayores que Javi, van bien vestidos, casi elegantes aunque su vestir es informal, son finos y de rasgos agradables, de la zona circundante aunque no los haya visto por aquí o no recuerde.
-Carlos, te presento a Adrián, y bueno ya nos conoces.
Estrecho la mano de Carlos, la aprieta fuerte, parece chavales nobles, no son mala gente y tomo asiento en la mesa con ellos. Al cabo de un momento llega Javi con mi bebida, la pone encima de la mesa.
-No habéis necesitado que os presente, os habéis adelantado. Os dejo hablar que yo tengo trabajo que atender, así os vais conociendo.
-¿Y qué hacéis vosotros, trabajáis o estudiáis?
-Estudiamos, cuando estudiamos, vamos a la Uni, ahora estamos un poco libres y nos divertimos, ¿y tú?
-Yo ahora hago el vago, he terminado mis estudios y estoy pensando en que es lo que voy a hacer, no tengo prisa y, por ahora, no sé ni lo que quiero, divertirme como vosotros.
-Si se puede preguntar, ¿En qué te diviertes? - Me miran los dos sonriendo, son guapos, jóvenes, brillantes y, todo hay que decirlo, apetecibles al máximo -
-Cazo. - Sus rostros parecen signos circunflejos cerrados, y sus bocas abiertas, el punto -
-¿Cazas? - Se miran entre ellos y sueltan la carcajada, luego se calman y parecen nerviosos, apoyan los codos en la mesa y me miran divertidos -
-¿Qué cazas, aquí, en la ciudad, qué cazas? - Pregunta Carlos mirando cómplice a Luis -
-Machos, hombres, chicos, chavales como vosotros. - Abren la boca, vuelven a mirarse y Carlos rompe en una estruendosa carcajada a la vez que con la palma de la mano golpea sobre la mesa y hace que los vasos salten, tiene una risa contagiosa y Luis arranca a reír acompañándolo y consiguen que yo también sonría -
Desde la barra Javier nos mira divertido y me hace señas, como preguntando que haber que les pasa a estos dos. Se van reponiendo y cuando parece que han recuperado la cordura Carlos vuelve a reír y Luis le acompaña, cogen una servilleta de papel para limpiarse las lágrimas y no paran. Ya me están enfadando, parece que se están riendo de mi y como me ven poner mala cara se ríen más aún. Todo el bar nos está mirando, se levantan y se marchan a la calle.
Me quedó un rato esperando, tomando con tranquilidad mi tónica con limón que, dicho sea de paso y, como siempre, está riquísima, fresca y que me encanta con todo ese limón que tiene. Estoy a punto de ir a la barra para que Javi me ponga otra y los chavales vuelven a entrar, se sientan en sus sillas, traen los ojos rojos y aún llorosos.
-Adrián, no te lo tomes a mal, joder, es que nos ha entrado la risa con tu ocurrencia. – Dice Luis y se pone serio cuando me ve con gesto de enfadado -
-No es ninguna ocurrencia, es la pura verdad. - Se lo digo con un ligero desdén en el tono -
-Entonces nos dirás ahora, para que quieres cazar, lo que quieres cazar.
-¿Para qué va a ser?, para follarlos o que me follen. - Ahora es la leche, lloran los dos conteniendo la risa, mordiendo sus labios y tapándose la boca con sus manos -
-Ya está bien, si no os lo tomáis en serio me marcho. - Salen los dos corriendo del bar y los oigo que están en la calle tronchándose de risa -
Se acabó, que vayan a reírse de su padre, joder que chavales. Voy a la barra a pedirle a Javi que me prepare otra tónica con limón, espero porque está atendiendo a una pareja.
-¿Qué quieres Adrián?, ¡ah!, bueno otra de las tuyas, bien. Oye y, ¿qué les sucede a esos?
-Pues nada que…
Le cuento la conversación a grandes rasgos, Javi abre los ojos como platos y rompe a reír con todas sus ganas y se mete al cuarto de almacén, desde fuera le oigo reír a mandíbula batiente. Como me ha servido ya cojo mi bebida y me voy de nuevo a la mesa, al cabo de un rato Carlos y Luis vuelven ya más calmados y Javi sale del cuarto pero me mira y tiene que contenerse de nuevo para no reír.
-No te enfades Adrián, - dice Carlos - nos has cogido desprevenidos y no hemos sabido entenderte pero, has tenido suerte y ya puedes cobrarte dos piezas.
-No entiendo, ¿qué quieres decir?, no me fio mucho de ellos, no me gusta que se rían de mi.
-Pues mira, - dice Luis - tú no te das nunca cuenta de nada, vivimos dos calles más abajo que tu, al otro lado del río y desde hace tiempo nos hemos fijado en ti, no nos atrevíamos a decirte nada, como eres tan serio, nos gustas, vamos que eres un tipo guapo, ahora vemos que majo también, y nos gustas a los dos, por eso te digo que has cazado dos piezas hoy, a nosotros, estamos deseando pasar un rato contigo, ¿verdad Carlos?
-Joder que sí, cuando quieras, buff, si nos vas un montón.
-Lo decís, en serio, no es una broma. - Les pregunto desconfiado -
-No, no es una broma, es verdad, pregúntale a Javier, verás cómo es verdad, lo que pasa es que no esperábamos encontrarnos con un chaval tan bueno como tú, tan inocente como las amapolas.
Ya están a punto de empezar a reírse otra vez pero se contienen.
-Vale, podemos quedar, antes tengo que hablar algo con Javi, podéis darme vuestro teléfono y os llamo.
-No hace falta, si tienes que consultarlo con Javi, hazlo, el tiene nuestro teléfono y nosotros el suyo, ya hablaremos con él, ahora nos tenemos que marchar, voy a pagar lo que hemos consumido.
-No hace alta os invito yo y gracias.
-Gracias, ¿por qué? - Pregunta Luis -
-Por qué va a ser, ¡por dejaros cazar! - Con la mano izquierda se tapan la boca y extienden la derecha para estrechar la mía, no dicen nada porque no pueden hablar, luego oigo como se van cayendo de risa por la calle -
Voy a la barra, Javi me mira serio.
-Cóbrame las dos tónicas y lo que estaban tomando Carlos y Luis.
Extiendo un billete a Javi y va a la caja a por las vueltas, cuando me entrega lo sobrante, sujeta mi mano.
-Pasa un momento aquí, al almacén que te tengo que decir una cosa.
Entro al almacén y él viene detrás de mí, cierra la puerta cuando entra y se cuelga de mi cuello y acerca sus labios para besar los míos, me mira con cariño, moviendo su cabeza de izquierda a derecha y vuelve a besarme y me muerde los labios haciéndome un poco de daño, yo también le beso, es tan guapo y está tan bueno.
-Adrián, eres buenísimo, te quiero un montón, nunca había encontrado un chico como tú.
-Yo tampoco lo había encontrado, quiero decir que tú también eres bueno y que me gustas, tengo que contarte que estos quieren… - Me interrumpe, con un beso riquísimo y se aprieta mucho a mí -
-A la tarde, después de clase voy a buscarte a tu casa, damos un paseo y hablamos, ahora vete a comer que mis clientes me están llamando.
Bueno voy para casa a comer, ya es la hora, igual ahora encuentro solo a Leandro y me cuenta un poco lo que pasa. Se me acumula el trabajo, tengo que escribir también a Alejandro. Contarle lo que me ha pasado con Carlos y Luis y saber su opinión. Lo cierto es que los dos están muy bien servidos. Javier no se me borra de la cabeza, lo tengo que hablar con él también, igual no es bueno lo que estoy haciendo y se enfada y no quiero que se enfade, cada vez lo quiero más, tengo una confusión de mil diablos, antes no tenía nadie y ahora me salen ligues hasta debajo de las piedras.
Llego a casa, Carmen está aún preparando la comida, terminando de prepararla y voy a mi ordenador de la sala de abajo. Le explico todo lo que ha pasado a Alejandro, excepto lo de Leandro y Roberto, sobre eso no sé qué decirle, mejor dicho, no sé nada.
Mientras espero su respuesta voy a mi habitación a lavarme las manos y orinar que las dos tónica quieren salir, luego vuelvo a bajar. Tengo la respuesta de Alejandro. Abro el correo.
“Chaval, no sé qué decir. O antes me engañabas o tú tienes algo especial.
Joder, joder, joder, has ligado con dos tronquitos jóvenes, así, por la buenas.
Tienes algún don, estás dotado.
Ahora fíjate bien,, ¡Coñoooooooooo! Olvídate del puto Javi ahora, lo vas a echar todo a rodar.
Después de lo que me estoy sacrificando por ti, te vas a enamorar, que ni se te ocurra, ¿me entendiste? Eso lo dejas para después, para cuando sepas lo que es la vida, que no se rían de ti, mi honor va en ello y a mí no me jodes.
Fóllate a esos dos, o que te follen, lo que más te guste pero no me fastidies el plan y al Javi ese lo guardas de reserva, ése ya se ve que lo tienes en el bote y comiendo de tu mano.
Estas empezando a ir bien, tú vales, hazme caso y me tendrás contento.
Venga espabila, habla con ellos y quiero que me digas la próxima vez que te los has pasado por la bragueta o ellos a ti. Eres un machote.”
Las órdenes de Alejandro estaban claras, antes tendría que hablar con Javier, no me gustaba dejarlo al margen y que se rompiera lo nuestro por cualquier tontería.
Voy hacia la cocina, junto con Carmen están Leandro y Roberto, igual ahora me quiere explicar lo que sucede.
..::Contado por Roberto::..
No pude dar crédito a lo que me contó Leandro. Todo lo que pensé era una mierda de pasado y ahora... estuve un par de horas llorando sobre el pecho desnudo del hombre que se suponía había matado a mi padre biológico, al cual como nunca conocí no podía sentir nada por él. Pero... era extraño. No sería capaz de describir en palabras los sentimientos tan confusos.
Hasta hacía poco pensaba que lo peor me podría pasar con Leandro era descubrir le midiera como un brazo y me la quisiera meter. Lo sucedido fue mucho más traumático. Debía hablar con mi madre del tema y saber si era verdad o, por alguna razón, me querían gastar una broma cruel.
Miré el móvil, tenía un mensaje de WhatsApp de un amigo de hacía bastante tiempo, si es que amigo era la palabra indicada, pues nunca lo había llegado a conocer en persona. Alejandro era su nombre.
“Hola. El imbécil de tu hermano se enamoró, ¿cierto?”
A veces me llegaba a dar miedo el cómo se enteraba de todo. Si querías guardar un secreto la mejor forma era no esforzarte demasiado, pues a más lo enterraras antes lo sabría todo. Por ello pensé que quizás sería buena idea preguntarle si sabía del pasado de la ciudad. Pero tenía que ser algo concreto. Alejandro tendía a divagar en preguntas muy complejas, pues, con el tiempo lo aprendí, era su forma de jugar con las personas como si fuéramos marionetas.
“¿Sabes algo de Marcelino Orellana Guimaraes?”
Tardó tanto en llegar la respuesta que ya supuse nunca llegaría. Fue concisa, demasiado para lo que acostumbraba.
“Muerto.”
Sabía que mentía. Pero no podía seguir escarbando, no al menos por esa vía, pues si mentía al respecto sería por alguna razón. Y las películas de terror nos enseñan que quien escarba demasiado cae directo a su propia tumba. Llegué al bar a tiempo para ayudar con las comidas. A mi madre le extrañó que estuviera dos horas antes de mi turno. Tampoco me apetecía hablar mucho con ella, pues todo estaba confuso en mi cabeza. Pero sabía que me notaba raro. Javier también se comportaba de manera extraña, pues parecía furioso.
Le pregunté en un par de ocasiones, pero solamente le escuché murmullos. En una de las ocasiones que fui al almacén a por servilletas lo vi dando patadas a una caja vacía.
-¡¡Ese puto niñato!!
-Hermanito, relájate, le diré a mamá que necesitamos un descanso de quince minutos y me lo cuentas todo.
Dije para reconfortarlo y lo besé en los labios. Fue raro, pensé me rechazaría, pero no fue así. Me atrajo e introdujo su lengua en mi boca. Me separé, no quería seguir hasta no poner las ideas en orden. Las mías y las suyas.
Salí a la barra, viendo que apenas había clientes, y le dije a mi madre que Javier y yo nos íbamos a tomar un pequeño descanso de media hora. Ella asintió, distraída. Volví junto a mi hermano. Sin levantar demasiado la voz le dije.
-Vamos a dar una vuelta y me cuentas todo lo que ha pasado.
-Es Adrián, no creo vaya a haber...
-No es el mejor lugar para hablar del tema, vámonos.
Salimos por la puerta trasera del bar. Estuvimos caminando un buen rato, en dirección a un bosque cercano. Javier se puso a hablarme de lo sucedido esa mañana y él como el primer amor platónico de su vida les dijo a sus amigos que iba “de caza”. Vale que pudieran montárselo todos juntos, si era lo que quería, pero era el “ir de caza” lo que molestaba a mi hermano.
Tras tantos años siendo tan ramera que incluso comió por boca y culo las pollas de los sucesivos párrocos del pueblo, el panadero, el fontanero, las de todos y cada uno de sus amigos, así como los padres de estos, … ahora se volvía un romántico. Debía ver qué hacer. Pero, cuando nos adentrábamos entre los árboles, Javier tomó la iniciativa.
Se me lanzó, me tomó entre sus brazos y me dio un cálido, prolongado y húmedo beso. Se arrodilló frente a mí, me sacó la verga, ya morcillona, y pasó su lengua por mi capullo, saboreando el ligero toque salobre de sudor y restos de orín. Yo me dejé hacer, pues deseaba esto. Mi único amor puro y auténtico era a mi hermano, aunque a ojos del mundo eso estuviera mal.
..::Contado por Javier::..
La conversación con Adrián me había dejado caliente por un lado y por otro completamente confuso, lleno de dudas, de sentimientos encontrados. Parecía un chaval con ideas volátiles, por un lado decía que me quería o que comenzaba a sentir algo por mi y por otro hablaba de liarse con Carlos y Luis, ¿en qué quedamos?
Había vivido poco la vida a pesar de sus años, era mayor que yo, igual me llevaba cinco años pero de la vida real nada de nada, me dolía , ¡joder!, si estaba hasta celoso. Tendríamos que ver como se iba desarrollando el proceso, permitirle experimentar y luego, ya un poco formado, que tomara la decisión adecuada. Espero que esa decisión sea la que yo deseo. Voy a darle tiempo, no puedo exigirle nada con la vida que he llevado yo, ¿qué voy a pedir a alguien?
Todo son buenas intenciones y le deseo lo mejor. ¡Dios que rabia!, lo estrangularía ahora mismo y quiero protegerlo, es tan inocente, tan bueno pero a veces lo mataría.
Llega Roberto y no he conseguido calmarme, me conoce como si me hubiera parido y se da cuenta de mi cabreo. Me lleva a dar una vuelta para que le cuente lo que me pasa, el caso es que debemos de volver pronto, hay que ayudar a mamá.
En un momento dado, caminando entre los árboles lo miro, mejor lo admiro, siempre me ha gustado mi hermano, desde aquella primera vez que tendría catorce años, me follo y fue mi entrenador, como él decía. Fue poco a poco, sin violencia, también porque yo quería y mi curiosidad me llevó a preguntarle, a querer saber, conocer como era todo esto y, la persona que tenía más a mano era mi hermano. Nunca me ha traicionado y con él las cosas son más sencillas. Sin amores, sexo, sexo y después se acabó, lo volvía a mirar y me lancé en sus brazos.
No le di tiempo a reaccionar y ya me tenía de rodillas, sacando su verga morcillona para olerla, que me encanta su olor y como se le va poniendo tiesa y que lo haga en mi boca para llenarme de ella.
Roberto no me aparta, es un vicioso compulsivo, de tomo y lomo, tira su pelvis hacia adelante y empieza a bajarse el pantalón, cualquiera podría vernos pero, la hora del medio día, no es la más apropiada para pasear por esa zona además hay más morbo en el acto.
Consigo ponérsela al palo, toda tiesa como a mí me gusta para que le salgan borbotones de precum y limpiarlos con mi lengua, sin dejar que se encharque o que se pierda. Está de vicio, chupo y chupo y masajeo sus huevos, grandes y calientes, llenos de pelos. Chupo y mojo mi dedo índice en saliva y lo acerco a su culo, a la caliente entradita aún cerrada, se que le gusta, que le agrada que juegue ahí mientras le mamo lo polla. Conozco todo de él, lo he aprendido en la teoría y la práctica.
-Nadie como tu Javi. Uiii, descansa un poco y bájate el pantalón para que estés preparado.
-Ni hablar, esta vez vas a ser tú el que reciba mi polla, quiero descargar mi rabia.
Rápidamente me quito el pantalón, con el slip a la vez y los zapatos, queda todo en montón informe allí cerca. Roberto se sube la camisa acariciando su pecho y espera que continúe con la comida de su verga y hasta ahí llego. Vuelvo a ella que se está perdiendo en la hierba parte de lo que le escurre de la punta. Me la meto hasta los huevos y la dejo allí unos segundos para sentirla en mi garganta hasta que no soporto la falta de aire. Tengo ya metidos dos de mis dedos en su culo y noto como Roberto se va abriendo a mi ataque, moviendo las piernas inquieto, mientras tanto, con la otra mano voy poniendo bruta mi verga.
-Bueno Javi, llego tú hora, venga fóllame ya que si esperas me corro y luego no me la metes, seguro.
-Venga colócate, apóyate en ese tronco de éste árbol y abre las piernas.
Roberto sabe ponerse como es debido, se pone inclinado, saca el culo delicioso, peludo lo suficiente y no puedo resistir la tentación de ponerme de rodillas y morderlo, me pone, como me pone, le abro los cachetes y él me ayuda con una de sus manos y me sumerjo en olores, deliciosos, mezclados con los del campo y la hierba recién cortada, huele a limpio, a machote y no aguanto más.
Me coloco de pie, entre sus piernas, Golpeo en sus talones con mis pies para que se abra más, tengo la polla a reventar y le golpeo en el culo con ella.
-¿La sientes, la notas como la tengo, quieres que te la meta?
-Sí, sí, venga ya, métela de una puta vez, degenerado, quieres volverme loco.
-Pide las cosas como es debido, con un respeto que soy tu hermano.
Continúo golpeándolo para excitarle, veo como su esfínter se contrae ansioso de recibirme y empujo un poco con la punta de la polla, para que lo note, para que vea que tiene a la entrada la gloria del cielo.
-Javi, por favor hermanito, dale la puta polla a tu hermano que te quiere.
-Cabrón, con educación, que es eso de “puta polla”, toma, toma, toma, para que aprendas.
Sigo sacudiendo trallazos con mi polla en la entrada de su culo y tira ansioso su culo hacia atrás, a mi encuentro, está con unas ganas terribles pero se va a tener que aguantar un poco.
-Joder, Javi, que me voy a correr, que me vuelvo loco, métela ya, por favor, metelaaaaaaaaaaaa.
-Así me gusta, que lo pidas con educación, por favor, que eso es lo que te voy a hacer, un favor de puta madre.
Me acerco y posiciono, un poco inclinado para hacer fuerza, la emboco y empujo.
-¡Ayyyy!, Ay….., qué bruto, no te pares, venga, no te pares.
Me he metido la punta y espero para que se ponga ciego de deseo, a que la lujuria le domine. Empuja con su culo hacía atrás pero yo también reculo.
-Javi, por favor, por favor, hasta el fondo, no seas cabrón.
-Pues toma, lo que tú quieres.
De un empujón fortísimo se la meto, hasta la empuñadura, hasta los huevos, me quedo dolido del impacto que han tenido golpeándose con los suyos.
-Así, así, como lo haces, eres el mejor, Javi, el mejor, siempre lo he dicho. Dame, dame, mátame.
Está buenísimo, caliente, suave, un delirio, lo apretado y el juego que realiza aflojando y apretando mi verga, dice que me mueva y no lo precisa, él se mueve, mueve su cuerpo para atrás y para delante, cierra y abre sus esfínteres. Ha descubierto la quimera, lo anhelado desde siempre por los científicos, el movimiento continuo. La ley de la termodinámica ha pasado a la historia, aquí está la máquina que lo demuestra.
Me dejo llevar por el sumo placer, disfrutar de la suavidad con que se desliza mi polla en su interior, dejando que él haga el trabajo a su gusto, que vaya y venga y contoneé provocativamente sus caderas y zarandeé mi verga a derecha e izquierda.
No soporto más la tensión, ni el espectáculo de ver el émbolo, como es tragado, succionado por el ansia de su culo. Sujeto firme sus caderas y tomo la ventaja que me debe y profundizo las estocadas, hasta que se queja, suspira, llora.
-Esto es el cielo Javi, me voy a correr, no aguanto.
Para rematar aprieto, aprieto fuerte queriendo meterme todo y la punta de la polla hurga en su interior y explota, entre susurros y gritos y espasmos, riega la yerba con el manto blanco de su esencia.
-Ufff, ay…, joder, joder, joder.
Casi no se le oye solo aprieta, aprieta mi polla tirando de ella, como si tuviera una mano en su interior que no quiera soltarla, arrancármela y quedársela, allí metida, en sus entrañas. Salto del placer que recibo, me estremezco y le lleno, le vierto toda mi rabia en su culo, le descargo toda mi ira y luego lo abrazo y acaricio su espalda y sus costados y le beso con ternura, aún dentro de él.
Quiero que note que le quiero, que después de nuestra escapada de placer, soy su hermano y que siempre lo querré.
Nos miramos un poco cohibidos, es que ha sido la leche y hemos estado más de media hora, nuestra madre tiene que estar que trina, echándonos en falta y loca de trabajo.
-Gracias Roberto, has logrado que se me pase la mala leche que tenía. - Le miro y le sonrío -
-A ti te lo debo agradecer yo, hermanito eres la leche, como has aprendido, estará contento tu amiguito Adrián. - Revuelve mi cabello mientras habla y vamos caminando de vuelta -
-Tienes que contarme lo que te pasaba y por qué esos malos genios.
-A ver si acabamos pronto con las comidas y te lo cuento antes de ir a clase.
Mamá nos recibe con una cara de enfadada que no veas, está que no puede más, nos ponemos rápido los mandiles y en un momento todo vuelve a la normalidad, sabemos movernos y atender a nuestros clientes con rapidez, algunos tienen que volver al trabajo y tienen el tiempo contado.
Se van despejando las mesas, quedan los rezagados, los que siempre llegan los últimos y quieren marchar los primeros.
Algunos toman sus cafés y Roberto prepara la mesa para los tres, después de tanto trabajo y el extra del paseo, tengo un hambre de todos los demonios.