Buscando la relajación
Un relajante masaje profesional pasa a ser una de las experiencias mas "ricas" de mi vida.
Después de toda la semana trabajando me lo merecía. Sabía que tendría que pagar por ello, pero valía la pena, en estos casos lo mejor era ponerse en manos de profesionales, y nunca mejor dicho. Necesitaba sentir unas manos recorriendo mi cuerpo, y siendo viernes más que nunca. Me habían dicho que por esa zona había un buen masajista. Al principio no estaba muy convencida porque no era ninguna clínica, era un particular; pero con muy buenas referencias. Muchas de mis compañeras ya habían pasado por sus manos, así que no tenía que preocuparme. Algo nerviosa si que estaba, hacía mucho que nadie me tocaba y le última vez que alguien me vio desnuda, fue en unos vestuarios. Tampoco tengo de que avergonzarme, tengo buen cuerpo, muchos son lo que no pueden evitar mirarme... Pero era lo de menos, iba al masajista, no a un pase de modelos, esta gente ha visto de todo y tienen que tener una cierta seriedad. Todo esto me lo decía a mi misma como para convencerme y no dar la vuelta. Mientras me acercaba a la calle que me habían dicho ya varias compañeras, diferentes veces. Ahí estaba yo, en el enorme ascensor del edificio de la esquina, esperando a que marcara el 12, que era el piso al que iba. Me di un último vistazo. Me había recogido el pelo con unos palillos chinos, aunque se me escapaba algún mechón cayendo por mi espalda y por mi cuello, donde llevaba un colgante que se adentraba hacia el escote. Éste era discreto, pero no podía evitar que se notara mi abundancia. Una camisa blanca, con dos botones desabrochados, y la chaqueta, aunque ya no la llevaba puesta, sino que opté por llevarla en la mano. Ese día había decidido llevar falda, con esos calores que tenía ultimamente, y unas medias hasta la altura del muslo, para evitar más capas de ropa. La ropa interior aunque no se veía, me gustaba llevarla sugerente, para sentirme más sexy y más cómoda, por eso llevaba un conjunto negro que haría las delicias de cualquier persona. TIN ¡¡ Ya había llegado al ansiado 12, que nerviosa estaba y eso que sólo iba al masajista... Me coloque bien la ropa , ya que con mi pelo no podía hacer nada y llamé al timbre. DIN DON ¡¡ Un cosquilleo recorría mi cuerpo mientras oía unos pasos firmes hacia la puerta. ¿ Cómo sería ? Tal vez no sea nada del otro jueves, y sólo vengan por cómo da los masajes.Enseguida lo descubrí. Era.... esplendido, creo que esa es la palabra. No podía dejar de mirarlo, a pesar de que él ya le había tendido la mano para estrecharsela. Sin dejar de mirarle le recorrí con la mirada: iba enfundado en unos pantalones cortos de deporte, dejando ver sus piernas perfectamente depiladas, y descalzo, por la parte de arriba una camiseta de manga corta gris, que aunque no era ajustada, dejaba marcar su pecho bien definido. ¡ Y qué decir de él ¡ A esas alturas yo debía tener una cara de paleta insuperable. Era moreno y mediría 1.90 más o menos, unos ojos marrones con un brillo especial y unos dientes perfectos, encuadrados en esa mandibula tan... ideal. - ¿ Te encuentras bien, Sofía ? - Que bien, con trato personalizado, así será más tranquilizador pensé, aunque me dí cuenta de que no me podía engañar - Ssssi - intenté forzar una sonrisa y sólo me salió una mueca extraña - Sólo que hoy tuve un día duro... y estoy un poco fuera de la órbita. - Mi nombre es Julián, pasa un momento a la cocina y tomas algo para relajarte. Tengo alcohol incluso, si quieres, ja ja ja ¡ - Era muy agradable y la voz me llenaba la mente, estaba deseando tomar algo con él. Aunque no sabía por que decidirme. - ¿ Alcohol ? y si me duermo... - yo pensaba en las consecuencias que podía tener sobre mi, aunque no precisamente por dormirme. - No creo que te duermas, de todas formas no te preocupes, te dejaría descansar, ya no tengo más visitas hoy. Pensé no seguir con esa conversación, porque al final me iba a meter en un lío sin quererlo y no iba a saber salir de allí. - No se si tenía que traer algo en especial para ponerme, un bikini o algo. - Jajaja ¡¡ - esa risa era maravillosa, por momentos me iba tranquilizando - No te preocupes, Sofía, con una toalla es más que suficiente, y yo tengo miles. Puedes ir a ese cuarto a la derecha, a desvestirte, y te cubres con ella. Incluso si quieres, te tumbas, y cuando estés me avisas. - Vale , gracias Julián - y alli que fui. Posé mi maletín y mi chaqueta en una silla. Me desabroche la camisa no sin cierto nerviosismo, y luego me libré de mi falda... me pensé un poco el quitarme el tanga y las medias, pero debería hacerlo, lo mismo hice con el sujetador. Me puse la toalla alrededor de mi cuerpo y me senté en la camilla, tampoco sabia como tumbarme asi que... - Ya estoy, Julián., cuando quieras.- me salió una risita nerviosa, pero afortunadamente inaudible. Entró de espaldas con un carrito lleno de mil potingues y pude observar su magnifico trasero y la amplia espalda. Bufff, que calor sentía... y eso que sólo llevaba la toalla. Cuando me miró tenía una cara diferente, entre sorprendido y divertido. No creo que se me vea nada, tengo las piernas cruzadas. - ¿ Qué sucede ? - me tenía en un vilo. Julián sólo miró hacia el montón de mi ropa. Yo no sabía donde meterme. - Que te has quitado toda la ropa .... y no era necesario. - Notaba como el calor que tenía repartido por todo el cuerpo se amontonaba en mi cara, y notaba fuego en mis mejillas. - Ah, no lo sabía, me la pongo en un momento.... - Ja ja ja ja ¡¡ Nooo , tranquila, no pasa nada. Tumbate hacia abajo y empezamos con el masaje. - Así no me vería el rojo intenso de mi cara. Oí como encendía algo, que luego supe que era incienso por el olor, lógicamente, y puso una música de fondo muy tranquilizadora y relajante. Oía como rebuscaba entre los botes y al fin se decidió por uno. Deseaba sentir sus manos por mi espalda, por mis brazos... por todo mi cuerpo. Primero me echó la crema para que resbalaran bien las manos según me dijo. Lo hacía despacio, para que no se le escapara ningún centimetro de mi deseosa piel. Cuando ya parecía satisfecho de haber inundado mi espalda de crema empezó a pasar sus nudillos haciendo movimientos circulares. Qué bien lo hacía... era una delicia. Amasaba mi cuerpo de forma delicada pero firme e iba subiendo y bajando por mi espalda. Yo esperaba que se le escapara la mano y me rozara. - Si te hago daño me avisas, eh ? - podía escuchar esa voz eternamente, era un regalo. Yo simplemente pude emitir un ruidito para afirmar. Entonces su mano retiro la toalla que tapaba mi casto culo y empezó también a masajearlo. ¡¿ Qué hacer, qué decir ?' Igual era parte del masaje, y aunque no lo fuera, me encantaba, así que le deje hacer. Tenía unas manos grandes y fuertes, pero lo hacía con delicadeza, aunque a veces se notaba que se le iba la mano un poco, pero me daba igual. Tenía toda mi piel erizada al imaginarme sus manos por mi cuello, mi pecho, mi ombligo, mi estomago..... ummm, que delicia. Aquella voz hizo que bajara de mi nube por un segundo. - Sofía, estoy probando un tratamiento nuevo, ¿ quiere probarlo ? No le pasaré factura, tranquila. - Por mi genial - Cuanto más tiempo pasen sus manos en mi cuerpo mejor. - ¿ De que se trata ? - Es chocolaterapia, suena bien, ¿ no ? - sonaba de vicio... sentir chocolate por su espalda... que bien ¡ - Pues date la vuelta y coloca la toalla a forma de falda si quieres. No tengas miedo. - ¿Miedo ? Lo que sentía en esos momentos era excitación. Desapareció y supo de su llegada por el inconfundible aroma del chocolate. - Es templado, no te preocupes, no te voy a quemar - Si, tu hazlo tranquilo. - Nunca había estado tan nerviosa notaba que mi cuerpo se erizaba cada vez más y no podía evitar sentir una leve humedad entre mis piernas. De pronto el tenía un cazo en la mano en el que había cogido chocolate de otro cazo mayor. Lo alzó a la altura de su ombligo y desde lo alto lo dejó caer. Justo en el ombligo.... y empezó a dibujar una espiral sobre mi estomago. Notar el liquido en mi cuerpo, y tan cerca de mi fuente de pasión y no poder hacer nada hacía que estuviera excitada a la vez que nerviosa. El chocolate iba cayendo hacia los lados, haciendo que me estremeciera a cada circulo que hacía sobre mi. La espiral se hizo recta y se dirigía a mi pecho, según iba subiendo, más crecían mis ganas de amar. No pude evitar soltar un gemido - ¿ No te gusta ? - no quería abrir los ojos para no ver los suyos - Me encanta, pero me haces cosquillas, je je ¡¡ . - dije visiblemente nerviosa. - No te preocupes, yo haré que te relajes -- cuando abrí los ojos estaba metiendo su mano en el cazo, y pasó su dedo indice por mis labios, pintandolos con ese maravilloso chocolate. Se acercó cada vez más y me dió el beso más dulce de toda mi vida, yo le correspondí, haciendo que se convirtiera en más pasional cada vez. Entrelazando nuestras lenguas, intentando conseguir más fuerza a cada beso. Julián se quitó la camiseta y se subió encima mío. - Tengo que terminar el masaje, seguro que te encanta. - ¿ Cómo no me iba a gustar ? Puso sus manos en mi cintura y las subió poco a poco esparciendo el chocolate por mi liso estomágo. Con ayuda del cazo echó más chocolate por el cuello hasta el ombligo para luego embadurnarme sin dejar un poro de mi piel libre de aquella estupenda mezcla. Me encantaba sentir sus manos en mis pechos, haciendo circulos en mis pezones, y apretando en algunos momentos, yo cerraba los ojos para que fuera más intenso. A él también le gustaba notaba como algo se endurecía bajo sus pantalones de deporte.Movía mis caderas para que notara mi ansia por disfrutar del mayor de los placeres. - No seas impaciente, Sofía, todo a su tiempo. - Entonces fue cuando hizo el mismo recorrido que el chocolate, pero esta vez con su lengua. Primero los circulos alrededor de mi ombligo y luego hacia mis pechos. Tenía una lengua experta, sabía como moverla y donde presionar para asegurar un placer mayor. Yo intente llevar mi mano hacia su abultado pantalón, pero no me dejó. Retiró la toalla para admirar mi belleza desnuda y él hizo lo mismo, la verdad que era una delicia poder verle así. Su virilidad era patente y no podía dejar de mirarle, yo también quería cubrirle de chocolate. Le miré a los ojos y le dije que se tumbara, que él también tenía que probar esa terapia en su propia piel. Seguí su técnica y le hacía circulos desde el ombligo, haciéndose cada vez más grandes, rozando su pubis completamente depilado. Cada vez su pene estaba más endurecido y yo tenía más ganas de probarlo. Le unté bien su abdomen con mis manos y subí hacia su pecho perfectamente estilizado. Ummm, que ganas de chocolate '¡¡. Así que pasé mi lengua por sus pezones recogiendo el chocolate que había dejado, y mis manos en su espalda. Bajaba con todo mi cuerpo , hasta tener mis manos en ese culito que había visto antes y mi boca saboreando esa maravillosa dureza. Quería ese calor en mi boca, así que sin miramientos la introduje entera en mi boca para saborearla al completo, era sublime notar que su excitación era cada vez mayor, al igual que la mía. Notaba que él estaba cerca del extásis, y quería sentir toda su esencia dentro de mi boca, pero una vez más me lo impidió, subiendome a la camilla, como si yo fuese una pluma. Me miró un instante a los ojos y agarró firmemente mi cuello mientras me besaba de forma salvaje, yo aún tenía restos de chocolate en mi boca, era un beso delicioso. Sentir su erección tan cerca de mi, pero no dentro me hacía sufrir y excitarme cada vez más, y él lo sabía... no hacía más que rozarme. - Quiero sentirte dentro, cielo - no pude evitarlo, lo necesitaba más que respirar. Y de pronto noté que algo se introducía en lo más profundo de mi ser... entraba sin problema alguno, porque estaba muy excitada y era un placer notar como se adentraba hasta mi interior. Quería que eso no terminara nunca. Empezó suavemente, rozando mi clitoris con su mano de una forma magistral... pero yo no podía más, quería explotar de placer, y que él también lo hiciera. Así que le imploré velocidad, y mientras apretaba mis pechos fue acelerando la entrada a mi cuerpo y nos besabamos de forma frenetica. Estaba al borde del desmayo, no podía soportar tanto placer. Y en el punto más alto del placer, cuando los dos estabamos al límite de nuestras fuerzas, explotamos como un volcan en erupción. Noté como me llenaba de su marea y como me invadía el placer. - ¿ Te gusta la terapia ? - me miró con un brillo en los ojos - Me ha encantado, pero creo que debemos prácticarla más. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia Ruego disculpas por esta cosa rara que escribi, espero que no sea muy mala. Espero que os guste. Dedicado a ti, por estar ahi. Besos de pitxin, ( o Naiara, que es lo mismo )