Burlar al destino (3)

En cada reencarnación, llego al mundo solo, crezco y vivo desdichado hasta que él me encuentra y, cuando por fin conozco la felicidad en sus brazos, muero irremediablemente y le rompo el corazón. Después, el ciclo vuelve a empezar.

Sinopsis:

“En esta vida, los demás me llaman Martín. Aunque, en realidad, mi nombre importa muy poco, tan sólo es uno de tantos, el último de los muchos que he tenido a lo largo de los siglos. Lo primero que debes saber es que soy un huérfano, siempre lo he sido. En cada reencarnación, llego al mundo solo, crezco y vivo desdichado hasta que él me encuentra y, cuando por fin conozco la felicidad en sus brazos, muero irremediablemente y le rompo el corazón. Después, el ciclo vuelve a empezar. Ese es el castigo que tenemos que pagar por nuestros pecados del pasado”.

Capítulo 3

Me desperté muy alterado y empapado en sudor. Aquel había sido el sueño más raro y vivido que había tenido jamás. Parecía que mi mente estaba jugándome una mala pasada. “¡Tal vez, los que me encerraron aquí tenían razón y es verdad que estoy completamente loco!” me dije a mi mismo. “¡O quizá hay algo más de lo ves a simple vista! David actúa como si os conocieseis de antes, y tú has soñado con algo que no ha pasado en un lugar al que nunca has ido” repuso una voz en mi interior. “¡Claro, y los cerdos vuelan!” .

En cualquier caso, sabía que tenía que hablar con él sobre lo que había sucedido en mi habitación. Por muy placentero que me hubiese resultado aquello, no podía permitir que se colase en mi cuarto, cada vez que sintiese la necesidad de “salvarme la vida”.

Al día siguiente, lo busqué a la hora del desayuno y durante las clases, pero no se presentó. Después, alguien me comentó que, por la mañana, no se encontraba bien y lo habían llevado a la enfermería. Recordé su aspecto demacrado de la noche anterior y, aún sin comprender muy bien por qué, me sentí tremendamente culpable, como si su estado fuese exclusivamente culpa mía. “¿Y no lo es? ¡Le follaste la boca como a una ramera!” me reprendió esa voz. “¡Él se propasó conmigo!” protesté. “¡Si, claro! ¿Y a ti eso no te gustó durante cuánto tiempo? ¿Veinte segundos?” .

David también faltó el resto de la semana. La explicación oficial fue que tenía alguna clase de virus estomacal y que lo habían recluido, en una habitación de la enfermería, para que no contagiase a los demás. Entonces, para mi sorpresa, me encontré a mi mismo buscándolo entre la multitud y anhelando aquellos insistentes ojos azules sobre mi, que tanto me habían molestado y enfurecido unos días atrás. Y, cada noche, volvía a tener esos extraños sueños en lo que siempre terminaba muriendo.

A la semana siguiente, reapareció completamente recuperado y eso me alegró. Después, me enfadé por alegrarme. Y, cuando su mirada se cruzó con la mía y mi corazón dio un brinco, me enfurecí todavía más. Finalmente, decidí que era el momento de aclarar las cosas con él y ponerlo en su lugar. Nadie entraba en mi habitación para chupármela a la fuerza y quedaba impune. Se suponía que era un chico duro que debía inspirar miedo.

Como él tema que iba a tratar con él era bastante “peliagudo” y no quería a nadie fisgoneando en nuestra conversación, me pareció que lo más sensato sería esperar a nuestras horas de descanso en el patio, dónde podríamos hablar con más tranquilidad. Cuando finalmente llegó el momento, lo vi charlando con alguien, en uno de los rincones más alejados del jardín, pero, según me iba me acercando más a ellos, me percaté de que en realidad estaban discutiendo acaloradamente.

Aunque, lo que más sorprendente de todo era que nunca había visto a ese chico antes. Generalmente, allí los rumores de la llegada de “carne fresca” corrían como la pólvora para que los matones pudiesen planear sus cafradas con antelación, pero yo no había oído nada sobre un interno nuevo. Y tampoco podía ser una visita, ya que no tenían permitido acceder a esa parte del centro. Intrigado, me escondí detrás de unos arbustos para escuchar.

– ¡Tienes mucha cara para presentarte aquí después de lo que nos has hecho! –le recriminó David, completamente enfurecido.

– ¡No es lo que crees! Ella acudió a mi en busca de algunas respuestas y yo simplemente se las di… ¡Vamos, hombre! Los dos sabemos que esa mujer era pura obstinación y cabezonería, pero, también, era más lista que tú y yo juntos, nadie podía manipularla para hacer algo que no quisiese… –explicó el otro en un tono conciliador.

– Desgraciadamente, en eso tienes razón, ella nunca escuchaba a nadie… –respondió con resignación– ¿Y, ahora, qué se supone que va a pasar?

– Pues, ahora, seguimos con el plan previsto. Esta guerra ya ha durado demasiado tiempo, se han perdido muchas vidas inocentes, y ya es hora de que se acabe para siempre. Al menos, tú aún tienes a tu pareja contigo, eres muy afortunado, no todos podemos decir lo mismo…

– ¡Para ti es muy fácil hablar, pero no eres tú el que tiene que… mantenerlo con vida! –protestó incómodo.

– ¡Oh, por favor! ¿Desde cuándo te has vuelto tan remilgado?

– ¡Tú no lo entiendes! Ha cambiado demasiado, apenas puedo reconocer a la persona de la que me enamoré. Y, además, se ha vuelto mucho más fuerte, nunca antes había absorbido tanta energía durante el influjo… y está más agresivo… ¡He tardado casi una semana en recuperarme!

– Bueno, ya sabes cómo funciona esto, la primera vez siempre es la más difícil, se estabilizará con un poco de tiempo y práctica…

– ¡No me lo recuerdes!

– ¡Exagerado! –exclamó, entre carcajadas– En cuanto a su personalidad, es bastante lógico que esté algo diferente. Esta vez, has tardado dos años más de lo habitual en encontrarlo. Nunca había pasado tanto tiempo solo… ¡Aunque, lo que si parece que conserva bastante bien son sus habilidades de espionaje! ¿Te has dado cuenta de que lleva un buen rato escondido detrás de ese arbusto?

– ¡Mierda! ¿Por qué coño no me lo has dicho antes?

– ¡Se supone que eres tú el que puede percibirlo! Además, cuanto antes sepa quién es, mejor para todos…

– ¡Pero, no así, idiota! –refunfuñó, antes de echar a andar en mi dirección– ¿Martín? –le oí gritar a lo lejos, al tiempo que yo salía corriendo de allí tan rápido que mis pies apenas tocaban el suelo– ¡Espera, por favor! –suplicó, mientras me agarraba del brazo para obligarme a parar– Necesito explicarte…

– ¿Qué me vas a decir? ¿Qué tu amigo está incluso más loco que tú? –le grité furioso– ¡Porque sería la única explicación creíble a toda esa colección de chaladuras que acabo de oír!

– Yo… –murmuró con tristeza.

– ¡No vuelvas a acercarte a mi! –añadí amenazante, antes de retomar mi camino y alejarme de David que, esa vez, no trató de seguirme.

Pasé el resto del día como un zombi sin voluntad ni consciencia que iba de un lado a otro por pura inercia. No podía parar de darle vueltas a la extraña conversación que había escuchado, en el patio entre David y aquel misterioso desconocido ¿Guerra? ¿Influjo? ¿Pareja? ¿Diferente? ¿Mantenerme con vida? ¿Pero de qué coño estaban hablando esos dos? ¿Y cómo mierda había terminado yo involucrado en semejante chaladura?

“¿Recuerdas el primer sueño? Le prometiste a David que lo verías en quince años y el desconocido dijo que, esta vez, había tardado dos años más de lo habitual en encontrarte, eso son diecisiete… ¡Y tú tienes diecisiete años!”

apuntó la voz en mi interior. “¡Simplemente, es una estúpida casualidad!” protesté.

Después de la cena, volví a mi cuarto con la intención de leer un poco y darle un algo de descanso a mi aturullada mente, pero, al entrar, descubrí sorprendido que no estaba solo. Aunque, esa vez, el intruso no era David, sino su extraño amigo.

– Antes, en el patio, no tuve ocasión de presentarme formalmente, mis amigos me llaman Luc. Y tú eres Martin ¿Verdad? –declaró sonriente, tendiéndome una mano que yo ignoré, mientras lo fulminaba con la mirada.

– ¿Cómo has entrado aquí? –le pregunté con cara de pocos amigos.

– Pues, por la puerta… ¿Por dónde sino?

– ¡No estoy de humor para gilipolleces! –gruñí– ¿Qué quieres?

– Ahora, entiendo a lo que se refería David. Esta vez, eres un poco diferente… –murmuró pensativo.

– ¿Te ha pedido él que vengas?

– No. En realidad, fuiste tú. Sabías que David necesitaría mi ayuda.

– ¿Yo? ¡Pero, si esta es la primera vez que te veo! –repuse confuso.

– La primera vez en esta vida, pero has tenido muchas otras antes. Y, en todas ellas, tú y yo hemos sido buenos amigos.

– ¡Estás fatal! –exclamé, entre sonoras carcajadas.

– Siempre eres un poco escéptico al principio, pero, en el fondo, una parte de ti ya cree. Dime una cosa ¿Ya han empezado esos sueños en los que eres una persona diferente cada vez, en algún lugar en el que nunca has estado, y en los que siempre mueres al final?

– ¿Cómo sabes eso? –pregunté atónito.

– Tú mismo me lo contaste hace mucho tiempo. No son simples sueños, sino recuerdos de tus vidas pasadas que estaban enterrados y, ahora, comienzan a salir a la superficie por efecto del influjo.

– ¿Qué cojones es el influjo?

– ¿Alguna vez, has oído hablar de los súcubos y los íncubos? Según los mitos, el súcubo es un demonio femenino que absorbe la energía vital del hombre durante el sexo. Y el íncubo es su variante masculino. La principal diferencia entre ellos es la manera de obtener esa energía: el súcubo lo hace como receptora y el íncubo penetrando en el cuerpo de su amante. De esa forma, se vuelven cada más fuertes y pueden vivir eternamente, mientras que sus víctimas se van debilitando hasta la muerte. El origen de este mito se remonta a los confines de la existencia humana y está presente en una infinidad de culturas, con sus diversas variantes. Pero, en la tradición judeo-cristiana, el primer súcubo de la historia y la madre de todos los súcubos e íncubos es Lilit. Según las interpretaciones rabínicas del “Génesis” y “El libro de Job” , en el “Antiguo Testamento” , Lilit fue la primera mujer, antes que Eva, creada al mismo tiempo que Adán, pero no de una de sus costillas, sino directamente de la tierra como él. Al no aceptar ser dominada por el hombre, Lilit fue expulsada del paraíso, y condenada a dar a luz por toda la eternidad y a que todos sus hijos nacieran muertos. Tras abandonar el Edén, se refugió en una cueva ubicada en el Mar Rojo, donde comenzó a convivir con demonios. Allí, conoció a Asmodeo, el demonio de la lujuria, que le concedió el poder de absorber la vida de los humanos varones a través del sexo, y dársela a sus hijos, pero, al no poder mantener durante mucho tiempo esta vitalidad, ellos también se vieron obligados a consumir la energía humana para poder sobrevivir. Y a eso se le llama el influjo.

– ¡Un relato muy interesante! Pero, no entiendo a dónde quieres llegar con esto… ¿Tratas de decirme que soy un íncubo? ¿Qué mi madre es Lilit? –protesté con incredulidad.

– ¡Por supuesto que no! ¡Nunca ha existido tal cosa! Solamente es una historia absurda y fantasiosa que los humanos se sacaron de la manga para tratar de darle una explicación a algo que no comprendían.

– ¿Entonces, por qué me la cuentas?

– Porque, en cada leyenda, siempre hay un pequeño rastro de verdad. Y la verdad de esta es que tú necesitas absorber parte de la energía de David para mantenerte con vida, y solamente hay una forma de hacerlo: tu cuerpo debe entrar en el suyo… ¡Supongo que no hará falta que te explique las opciones!

– ¿Y qué pasa si no lo hago?

– Morirás y no podrás volver.

– ¿Y si lo hago con otra persona?

– No funcionará. Te guste o no, estás enlazado con él.

– ¿Por qué?

– Me temo que esa es una historia demasiado larga para poder contártela en los escasos segundos que nos quedan antes de que tu compañero de cuarto cruce todo el pasillo y entre en la habitación. Y, además, dudo mucho que, ahora mismo, fueses capaz de comprenderla. Antes de que se me olvide, te he estado guardando esto, pero creo que ya es hora de que vuelva a su legítimo dueño –afirmó, tendiéndome un objeto largo y estrecho, envuelto en una tela negra.

– ¡Es como las espadas que vi en mi sueño! –exclamé, sujetando el arma dorada que, al entrar en contacto con la piel de mi mano, comenzó a brillar– ¿Dónde se supone que voy a esconderla? –pregunté a la nada, puesto que Luc ya había desaparecido.

¿Quieres saber cómo termina esta historia? Pues, ya hemos publicado el libro completo en nuestro blog:

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/

Un saludo.